Y por fin llegó .... El 36 🙊
Una bella canción en multimedia
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El que tarda en airarse es grande de entendimiento; Mas el que es impaciente de espíritu enaltece la necedad.
Proverbios 14:29
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La voz monótona del profesor adormecía a Allan.
Cerró los ojos. Los brazos amoratados y llenos de heridas de Liz regresaron a su mente.
Los abrió, sobresaltado.
Liz no contestó su llamada. Pero gracias a Kalila sabía más cosas. Habían hablado hacia unos días.
Kali le había confirmado que ella fue luchadora en las rondas. Comprendió porque se rompió las costillas y el porqué de las heridas.
Liz sufrió mucho. Más de lo que él se imaginaba. Al hablar con Kalila llegó a comprenderla mejor.
La sirena sonó y la clase finalizó. El pasillo se llenó de alumnos que salían en tropel. Aquella universidad era buena, pero no tenía el mismo encanto que la ocean's wave. La sentía tan ordinaria que apenas disfrutaba la experiencia de estar en otro país. A ello se añadían las pesadillas.
El chico salió. Chris le había pedido el día anterior que hablase con Marc. Le llamó. El teléfono tardó en ser contestado.
-Hola.
- Marc. Dios te bendiga. Soy Allan.
-I know —pronunció con desgano.
- ¿Como estás?
-Bien. Seguro que tú también me llamas por lo mismo —respondió a la defensiva con cierto tono de altivez.
-Pues...
-Felices que estáis todos.
-¿Felices?
-Munna se bautizó. —soltó como si no le importase.
-¿Tu novia? ¿Verdad?—preguntó, recordaba vagamente el nombre de la chica.
-No era mi novia. Pero, estaba enamorado. Por lo menos, yo sí.
-Marc pero...No lo entiendo. ¿Ella era cristiana? ¿O iba a la iglesia ? No recuerdo haberla visto
Allan intentaba comprender que quería decir Marc pero no le encontraba sentido.
—Munna es hermana de Kalila. Fue a verla a la iglesia y ya te imaginas que pasó
Allan abrió la boca sorprendido. No tenía ni idea de ello.
-No sé porque te entristece... Ella ha conocido al salvador
-Y por eso se ha casado en la india. Ella era una mujer libre, intensa, puro fuego. Queda relegada a un matrimonio concertado.
-¿Qué? ¿Se ha casado en la india?
-¿No lo sabías? —preguntó el rubio sorprendido.
-No tenía ni idea Marc.
- Ahora entiende una cosa. No volveré nunca a la iglesia.
—Marc pero...
—Dios me la quitó. Me arrebató a la mujer de mi vida
— Escucha Marc...
—Bye Allan
Y el pitido le indicó que había colgado.
***
Evan subió las escaleras,las luces titilaban en el edificio en el que había vivido la mitad de su vida.
A esa hora Rosa estaba en casa. Podría asegurarlo.
No tenía llaves pero tampoco miedo. La ira recorría su cuerpo. Nunca antes había estado tan decidido.
Llamó.
Escuchó gritos y luego pasos. Unos segundos después se abrió la puerta. Ante él estaba el guardaespaldas.
-¿Que haces aquí ?
Evan conocía a Rosa, los días que traía a su fiel vigilante eran los más peligrosos para ella. Alguno la buscaba para matarla.
Eso le dió mayor seguridad.
-Quiero hablar con mi madre
-Entra
El niño entró en la boca del lobo.
Rosa tenía una botella de licor en sus manos. Bebía de la misma. Su cabello revuelto le daba un aire lamentable. Aún así, ella le miró con burla.
-Has venido al lugar adecuado -se rió, ebria.
Cuando la vió el terror se materializo. Creía que podría con todo. Pero, su sola presencia lo asustaba. Ni siquiera el alcohol en el cuerpo de ella podría frenar el miedo que sentía.
—yo... quería saber si —titubeó.
—¡Hijo mío! Acercate -pidió. Él obedeció. Las piernas le temblaron y la ira dio paso a un miedo pétreo.
La mujer levantó su mano indicando que se acercase aún más. Él lo hizo. Quedaron tan cerca que tembló.
Ella sonrió.
—Evan...
Su mano rozó la mejilla del niño. Una caricia. Él deseó hablar pero las palabras quedaron suspendidas en el aire. Sintió el calor de sus dedos. Tal muestra de afecto le recordaba a una época lejana.
La mujer hizo una mueca de disgusto. Su expresión cambió bruscamente.
-Te pareces a él
Separó sus dedos y levantó su mano. Le golpeó en la misma parte dónde hacia unos segundos le había acariciado.
Evan se alejó con el corazón a pedazos. La mejilla le ardía de la intensidad del golpe.
—¿Por qué? ¿Por qué ?—preguntó dolido. No comprendía su rechazo constante.
—Podía haberte querido tanto...
Acercó la botella a sus labios y bebió. Sus ojos rojos y acuosos indicaban que estaba por completo borracha. Continuó:
—pero él lo destrozó todo...
-Mamá
-¡No me llames así!
Evan quiso gritar pero su garganta no respondía. Se alejó unos pasos.
Rosa miró a su guardaespaldas que observaba la escena cruzado de brazos. Le habló:
-Tráemelo. Lo quiero aquí
Evan retrocedió ante los enormes brazos que querían agarrarle. Se escabulló debajo del gigante.Abrió la puerta.
Corrió por las escaleras escapándose. Escuchó voces. Temblaba. El hombre era más rápido que él. Le cogería.
Logró ver la entrada del segundo piso y sin pensar, se adentró en la casa de su vecino. Cerró la puerta.
Como en casi todas las casas de aquel carcomido lugar, no había luz. Usó la linterna de su reloj. Era una luz blanca y débil.
Debía permanecer allí hasta que dejara de buscarle. No sabía si eran peores los habitantes de ese piso o su propia madre. No recordaba quien vivía allí.
Tembló aún sin detenerse. La puerta abierta ya era una mala señal . Escuchó voces a lo lejos y con terror, entró a una de las habitaciones. Olía a polvo. La linterna del reloj se apagó.
Cerró los ojos. Quizás si no veía. No temería.
Comenzó a orar. Tenía mucho miedo. Deseaba gritar ayuda. Anhelaba más que nunca la presencia de Liz.
Se arrepintió de haber ido solo.
Recordó los versículos que Kali solía repetirle.
Jehová te guardará de todo mal;El guardará tu alma. Jehová guardará tu salida y tu entrada.Desde ahora y para siempre.
Sintió consuelo. Aquel era el capítulo preferido de ella.
Encendió de la luz de la linterna. Funcionó.
Lo primero que vieron sus ojos fueron peluches.
Una montaña descomunal subía. Su vista no alcanzaba a visualizar la cantidad tan colosal que había.
Se espantó.
Jamás había visto tantos peluches. Los juguetes no eran nuevos, sino viejos, carcomidos y sucios. Logró ver dos o tres en buen estado.
La increíble colección le desesperó. Miró el reloj. Apenas habían pasado unos minutos.
Escuchó pasos.
Asustado por la persecución, decidió meterse dentro de la montaña. Se escondió.
Los pasos se acercaban. La puerta se abrió. Alguien entró alumbrando con un potente foco. Cerró los ojos. Oraba con intensidad.
- Ojalá estuvieses aquí. Porque todo esto es para ti-murmuró-Hijo mío por fin ha terminado
Identificó la voz. Era su vecino. El que solía tener bolsas de basura oscuras y grandes. Cogía peluches de las calles y los almacenaba allí. ¿Cuánto llevaba haciendolo?
El silencio era tal que llegó a oír los pasos en las escaleras. Y un grito. Era su hermana.
Movido por el deseo de protegerse salió entre los peluches.
El hombre se asustó y tiró el foco.
Evan salió de aquel perturbador cuarto. Abrió la puerta de la casa.
—¡Lizzy!—chilló. La joven acababa de subir las escaleras a la tercera planta, gritando su nombre. Bajó y abrazó a su hermano. Temblaba.
—Evan ¿Por qué lo has hecho? —la voz de la joven se quebró.
Se separó y miró su rostro. El vecino llegó por detrás con un cuchillo. Liz agarró a su hermano y lo colocó tras su espalda. Era el mismo hombre que les ayudó a salir abriendo la puerta.
—¿Venís a robar los peluches de mi hijo? — preguntó con los ojos dilatados y una expresión turbia en sus faciones.
La joven parpadeó confusa. En una de sus manos sostenía un peluche azul sucio sin un ojo, en la otra, el cuchillo.
—No vinimos a robar.
-¿Qué hacía él en mi casa?
Se escucharon las voces de Rosa gritando. Liz miró las escaleras. El hombre les apuntó con el cuchillo.
***
Dios te bendiga!!
Como dije ...no me fue posible publicar el sábado peeero espero q disfrutes éste 😏😏😏
Pregunta de hoy ...
¿ Alguna vez te han apuntado con un arma ?
A mi no pero uwu q miedo *_*