El Maestro.

Par DinaEllefson

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Eve, una chica víctima de malos tratos por parte de su familia, huye, y en busca de ayuda, acude a Alastor, u... Plus

1. El Maestro
2. El saber no ocupa lugar.
3. Nuevo Estilo.
4. En privado.
5. Cuestión de negocios.
Confianza.
7. Férrea Égida
8 sacra lujuria
9. A por almas negras.
10. Damnación
11. Expiación.
12. Orgullo y gozo
13. Larga vida al Rey.
14. Linaje Arcano
15. Profana Centinela
16. Master Overlord
17. Fierecilla
18. Templanza o temperamento.
19. Eterna lealtad.
20. Letal alianza.
21. Alfa y el Omega
22. alea jacta est
Alter Ego
Sincera Agonía
Encrucijada
Uniendo Puentes
Lazos de Sangre
Solve et Coagula
29. Ora et Labora
30. El brujo y la Centinela.
31. Carpe Diem
32. Exterminio
33. Réquiem
34. Von Seviathan
35. Alma Máter.
36. Oscura Belleza
37. Family tree.
38. Aloha, kaikaina
39.Ohana.
40.Mater Summun
41. Espíritu Rebelde.
42. El sueño Nefilim
43. Mea Culpa.
44. Legado
45. Sin Tregua.
46. In Nomine Satanas
47. Dualidad.
48. Elohim
49. Otelo
50. La curva del Diablo.
52. Aurora.
53. Herencia
54. Firme, Centinela del Infierno.
55. Longinos
56. Ave Fénix

51. Planes y pactos.

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Par DinaEllefson

- ¡¡Yujuuuu!! ¡¡Cocodrilo, ven aquí!!- Mi madre andaba toda borracha. Pero quién eramos todos, para negarle su momento de gloria; acababa de ganar el derbi del infierno, y ahora, estaba feliz, como hacía tiempo que no.

Mi padre acudió, entre la multitud, abriéndose paso, como pudo.

- ¿¿Qué sucede, Evy, por qué gritas tanto??

- ¡¡Alexei se nos casa!!

Mi padre se giró, atónito, hacia mí.

- ¿¿Alexei, es cierto eso, hijo mío??

- Así es, papá. Primero, nos comprometeremos, para darnos tiempo a preparar la boda, claro está- Afirmé con una sonrisa.

- ¡Hijo, esto es...! ¡Ven que te dé un abrazo, mi hombretón!- Mi padre me abrazó con todas sus fuerzas. ¡Estoy orgulloso de ti! ¡Felicidades!

- ¡Felicidades Monnique! ¡¡Te llevas una joya en bruto!! ¡Me largo al Avernus, esto hay que celebrarlo!

- ¡Gracias Evelyn!- Monnique estaba algo temerosa, mi madre bebida era un volcán, y nunca la vimos así.

-¡Espera mamá, te seguimos! ¡Mérida, ven!

- ¿Qué pasa, Alex?

- Quiero decirte, que voy a casarme, con Monnique.

- ¡Ay...mi hermanito se casa! ¡Qué feliz me haces!

- Vamos, vamos, no te emociones, mujer, sonríe un poco- A mi hermana se le escaparon unas lágrimas- Vamos al Avernus, a celebrarlo, ¿Sí?

- ¡¡Vale!!

Nada más llegar allí, mi madre fue a la barra, besó a Mimzy en la mejilla, se subió a la barra, botellín de cerveza en mano;

- ¡¡MI HIJO SE CASA!! ¡¡RONDA GENERAL DE LO MEJOR QUE TENGA MIMZY PARA TODOS, INVITO YO, INVITA EVELYN MAGNE!!

La gente se volvió loca, si en ese pub le tenían aprecio a mi madre, ahora se volvieron locos con ella, Mimzy sacó botellas de cava, y nos puso a todos una copa.

- ¡Bueno, bueno, brindemos todos! ¡ Por los novios!

Mi madre estaba borracha como nunca la vi antes.

Se bebió una copa, y luego otra, y otra más, aparte que se fue a la barra y pidió varios chupitos. Estaba fatal, se tambaleaba.

De pronto, vi una silueta, que se acercó entre la multitud.

- ¡Alastor! ¿Qué haces aquí?

- Pues querido Alexei, vengo a celebrar con mi querida Mimzy, soy asiduo del lugar. Me alegro, Monnique, felicitaciones, elegiste a un magnífico hombre, un caballero, sin duda.

Tuve que carraspear, y cuadrarme.

- Gracias, Alastor, no lo puse nunca en duda- Respondió Monnique.

- Muchas gracias, Alastor, espero que podamos verte de gala en mi boda- Dije sonriente.

- Por supuesto, la etiqueta es indispensable, joven. A todo esto, tu madre lo está celebrando por todo lo alto, como veo...

- Si, está bien feliz...- Dije algo avergonzado, pues el show era evidente.

- Vamos, vamos, saca pecho de tu madre, nadie ha pasado por lo que ella, es justo que disfrute ahora, que puede. Seviatán, me alegra de verte en tan gratas circunstancias.

- Gracias Alastor, muchas gracias, buenas horas son, espero que podamos celebrar otra boda, contigo como padrino.

- Pronto, señor, pronto, bueno, chicos, voy a saludar a mi querida alumna, si no os importa.

- No, para nada, un placer verte, Alastor.

- Gracias, hasta pronto.

Lo vimos ir a la barra, adonde andaba mi madre de borrachera, la saludó cortésmente, y ella respondió, a pesar de no poder ni tenerse correctamente en pie, devolverle el saludo, y ponerle una copa, y brindar con él, abrazarlo, y reír un rato los dos juntos.

- Bueno, parece que la tendremos ocupada un rato, tu madre cuando bebe se pone a dar botes, no la conoces bien. En la boda de Charlie se puso a cantar toda bebida, en medio de la pista.

- ¿Enserio papá ? - Tuve que reírme ante el comentario de mi padre, no me imagino a mi madre así, aunque poco faltaba.

- Papá, ahora que vamos a preparar la boda...¿Qué haremos con ella? Sabes que se carga de trabajo con tal de ayudar, y no quiero verla cargada ni estresada...-

- Tienes razón, pero no podemos evitar que ayude, si no, será peor aún...cuando nos casamos no le dejamos hacer nada, y tuvo la reina que entretenerla con un empleo en la biblioteca. Como se estrese verás...

- ¿Qué sucede si se estresa? - Dijo Monnique, curiosa.

- No preguntes...da miedo...- Le respondí- Ahora está feliz, es mejor que esté así, porque enfadada, no tiene medida...

- Sí, la verdad, mejor que la dejemos ayudar en su justa medida, habrá que entretenerla aparte...Dejadme a mí y al rey lo demás, ya que no tiene familia directa...

- ¿Alexei?

- Monnique, ya te explicaré, cariño, es algo difícil, mi madre tiene demasiado a las espaldas...

La miramos, mientras hablaba con Alastor, que estaba en su forma demoníaca, yo sí podía verlo, al ser nacido en el infierno, pero ella no, necesitaba de sus gafas, pero le daba igual, ella conocía a Alastor mejor que nadie, me hablaba de él.

- Oye, Alexei, ¿Por qué acaba de besar su anillo, si ya no es su maestro?

- Porque, Monnique, el reglamento dice, que un maestro lo es, hasta que muere, ella no suele hacerlo, pero aún siente respeto por él. Fue él quien trajo a mi madre al infierno, ya te contaré.

Mi hermana apareció de la mano de Dean. Dean era un chico muy modosito, formal, y tranquilo, estudiaba derecho, respetaba a mi hermana, y a mi familia, la verdad, no parecía ni un pecador, pero mi hermana estaba loca por él, y él la correspondía, a pesar de que mi padre era muy sobre protector con ella.

- ¡¡Hermanito!! ¡¡Felicidades!!

- ¡Ven aquí, enana!- La levanté en peso- ¡Quiero que seas mi dama de honor!

- ¿¿ Enserio??- Dijo emocionada.

- ¡Claro! ¿Qué haría yo sin mi Robin Hood?

- ¡Gracias canijo!- Me abrazó, casi llorando.

- Vamos, vamos, no lloriquees.

- ¿Y mamá?

- Pues mira, está allí, dejando al bar sin alcohol.

- Como siempre, ah, ¿Está con Alastor?

- Si, están recordando viejas batallas- Dijo mi padre riéndose.

Vimos como él, bebía de la copa, carraspeaba un poco, se despedía de ella,y mi madre aprovechó para venir con nosotros.

- ¡Mérida, ven aquí!

Arrastró a mi madre a la zona de dardos, y puso la mano en la diana.

-Dale al centro.

- Mamá...

- Sé que podrás, vamos- Todos miraban expectantes.

Mi hermana agarró el dardo, suspiró hondo, y lanzó. Dio justo en el centro- Los demás aplaudieron, incluido mi padre, que reía. Pero eso no era todo.

-Mimzy, dame esa aceituna del martini.

- ¿Esta?

- Ajá.

Agarró la aceituna con los dientes.

- Atina. Vamos.

- Mamá...¿Estás loca?

- Vamos...- Dijo entre dientes, con un gesto.

- Vale...mamá, no te muevas...

Mi hermana entrecerró los ojos, apuntó, y, lanzó el dardo. Dio, justo, justo, en la aceituna, que mi madre sujetaba entre los dientes. Mi madre se la sacó de la boca.

- Mérida matadragones- Dijo orgullosa, abrazando a mi hermana.

-¡¡Mérida matadragones!!- Repitieron los demás.

Nos dimos cuenta de una cosa; mi madre, estaba sangrando. Por su mano izquierda.

- Mamá, tu mano...Mérida se asustó.

- Ah, ¿Esto? No es nada, me habré rajado con algún vaso roto, no pasa nada.

- Deja que te cure, Evelyn- Monnique puso su mano, sobre ella, y cerró la herida.

- Impresionante. Tienes un don extraordinario, Monnique.

- No es nada, jeje...- Dijo algo nerviosa.

- Bueno, hubiera cerrado sola, yo regenero rápido, al día siguiente se hubiera cerrado...- Tomó otra copa de una bandeja que Mimzy llevaba por la gente para que brindaran.

- Mamá, para un poco, por favor...- Mi tono hizo que se riera.

- Alexei, calma, no pasará nada- Se tomó la copa, de un trago. Qué manera de beber. Me preocupaba.

- Bueno Mérida, Tu hermano se casa, ¿Para cuando tú?

Mi hermana se puso colorada.

- ¿Estás loca? ¡Ni se te ocurra! ¡Déjala como está, que está muy bien así mi niña!- Seviatán se lanzó a abrazarla- ¡Tú, como me la desgracies, te corto las pelotas! Dean se asustó.

- ¡Papá, que lo asustas!- Dijo Mérida todo comprometida.

- Vamos, vamos, cariño, nadie te obligará a hacer algo que no quieras, ya frené una vez al rey, con eso.

- ¿Enserio?- Todos nos quedamos sin habla.

- Claro está. Mis hijos harán lo que mis hijos quieran, y si mi niña dice que no es que no.

- Mamá, ¿Cómo es Satanás?- Mérida tenía curiosidad.

- Pues...- Mi madre bebió un trago largo- Es un ser magnífico. Terrorífico, al mismo tiempo, pero sin duda, es el padre de todo lo que el infierno representa. Mejor que no lo veáis nunca.

- ¿Porqué, mamá?

- Da pavor. Miedo, terror. Es un ser para el cual ningún universo es suficiente, creo en Satanás, quien reina en ambos cielos, y en la tierra. In nomine dei Nostri Satanas, Luciferi, excelsi- Mi madre se santiguó con la cruz invertida. Nunca lo había hecho en público.

- Bueno pequeña, aunque no lo sabes, él te bendijo el día que naciste, sabía que eras el nuevo Leviatán.

- ¿Enserio?- Me quedé perplejo.

- Claro, cielo, tú llevas el alma de un ser poderoso, maté a Miguel contigo latiendo en mí, y tu hermana, lleva la sangre del Leviatán. No hace falta decir nada, pues sois, pura sangre, y si alguien, alguien, por muy remota que sea la idea, trama algo contra mis hijos, lo aplastaré, y me bañaré con sus tripas. No conocen a Evelyn Magne. Bueno, mis niños, me largo a beber un poco más.

- Madre, por favor, te va a dar algo...

- Tranquilo, mi niño, voy bien, sólo, ando algo borracha, pero estoy a full. ¡Mimzy cariño! ¡¡Ponme un Angel Dust doble!!

- ¿¿Qué?? ¡¡Evelyn!!- Mi padre se enfadó-

- Ah, cállate. Me debes una y grande.

- ¿Qué es eso, madre?

- Algo, que no debes probar nunca. Podría matarte- Mi madre agarró el vasito que le trajo Mimzy, y la hoja enrollada.

- Eso es polvo de ángel, literal...son huesos de ángel...cenizas de ángel...

- Exacto- Dijo prendiéndole fuego- Pero le falta algo. Sevi...

- ¿Qué? ¿Estás loca? Ni en broma.

- Vamos, ¿Tienes miedo?- Dijo con tono irónico.

- Estás loca, Evelyn mía, no pienso pincharme ni rajarme para tu cóctel.

- Oh, vale, muy bien pues- Alastor pasaba justo en ese momento, por detrás.

- Maestro Alastor...¿Le importaría?

- Sin ningún problema, querida, sin ningún problema- Alastor se rajó levemente los dedos, y con una sonrisa maliciosa, dejó caer su sangre sobre la hoja.

- Gallina...- Dijo sacándole la lengua a mi padre.

- Estáis igual de locos los dos- Dijo mi padre, con sarcasmo.

Mi madre masticó por unos segundos la hoja, y luego bebió el vaso de un trago.

- Uf...¡¡SI!!- Dijo agitando la cabeza, la miré de reojo. Las pupilas se le dilataron, y pareció revivir.

- Madre, eso no tiene que ser sano.

- Esto es el infierno, cariño es el infierno.

Iba a agarrar una jarra de cerveza, pero la frené se la saqué de las manos.

- Ya vale. Ni una copa más.

- Vaya vaya...estás enfadado con tu madre... ¿Eh?

- No, madre, es sólo que no quiero que vayas dando más tumbos. Para.

Mi madre se agarró a mí, toda borracha...

- Sabes, Monnique, aquí, este monumento que ves, es un hombre entre miles, no vas a encontrar otro igual. Cuídalo por favor, no quiero tener que volver a matar a ninguna más.

- ¡¡MAMÁ!!- Monnique palideció, no quería espantarla, pero mi madre se partía de risa.

- Vamos, vamos, no voy a matar a nadie...al menos por ahora... Mérida, cariño, ¿Puedes, llevarme al hotel? Tengo una suite reservada, y no puedo llevar a Hellraider con esta borrachera...

- Claro mamá, vamos.

- Ten cuidado Mérida.

- Si, papá, tranquilo, Dean, espérame aquí, ¿Sí?

- Claro, cielo.

- Enana, llámame en cuanto llegues.

- Si, claro, no te preocupes.

Nos quedamos hablando, sobre la boda.

- Bueno, hijo, lo que dijimos, estaremos planeando todo, hablaré con el abuelo Lucifer, y con el abuelo Fred. Lo organizaremos, Monnique, mi madre te ayudará con todo, ¿Sí? Mérida, irá con la reina, y sus primas, a elegir traje, Helsa ayudará a Evy.

- ¿Helsa? ¿¿Papá te volviste loco??

- No te preocupes, ella ya se entiende con tu madre. Bueno, me voy al hotel, con tu madre, y a todo esto...tu madre va a matarme con esas borracheras...ya lo hablaré con ella, tranquilamente.

Mi padre dio un trago, a la copa, se la terminó y se despidió de nosotros.

- Estoy muy orgulloso.

Nos dejaron solos, estuve hablando con Dean.

- Tu padre me da miedo, Alexei...

- No te preocupes, Dean, es así con Mérida, es la niñita de mi padre, es el Leviatán, él le ha enseñado como sumergirse, como nadar, como usar su poder, es el estandarte de mi familia.

- Entiendo, ya vi el poder de tu padre, impone, pero tu madre, es tu protectora, por lo que veo.

- Claro, ella estuvo fuera un año, sin verme, recién nacido yo tuvo que irse, durante ese tiempo me criaron mi padre y los Magne, luego ella llegó, y ella me ha criado a mí, a los Magne y a mi hermana. Mejor no hacerla enojar, no tiene medida si alguien toca a la familia.

- Lógico, no pienso hacerle nada a Mérida, es una chica dulce, es todo para mí, me hace reír, olvidarlo todo, mi vida no es fácil. El infierno es cruel. Y menos si no tienes recursos, como yo.

- Te entiendo perfectamente, mi madre no tenía ni qué comer cuando Alastor la trajo al infierno. Todo lo consiguió ella solita.

- Extraordinario.

- Dean, no te preocupes. En la familia no miramos el estatus. Mis abuelos aceptaron a Evy porque mi padre es otro a su lado. Mi padre ya cederá, es así.

- Gracias, Alexei, felicidades por la boda, a los dos.

- Bueno, voy a dejar de beber, me da vueltas la cabeza.

Agarré la hoja, que tenía restos de fallen angel, y la olí.

- ¿¿Qué mierda es esta?? ¡¡Mimzy!! ¿¿Cómo le das esto a mi madre??

Mimzy me hizo un gesto para que fuera a la barra.

- Alexei, tu madre lleva desde antes que tú nacieras tomando eso. Es la bebida de los fuertes. Y un afrodisíaco de cojones. ¿Quieres uno?

- ¿Estás loca?

- ¡Vamos, dale a esa fennec un adelanto de la boda! Yo lo uso con el brujo y da un resultado bestial.

Me lo pensé unos segundos.

- ¿No me matará?

- A otro sí. Pero tú...Mírate. Eres una bestialidad, Alexei- Me miró arqueando la ceja. Me puse colorado.

- Pero hace falta sangre...

- Vamos a ver...tengo algo por aquí...ah...- Sacó un frasco pequeño.

- ¿Qué coño? ¿Mimzy?

- Esto es sangre de súcubo pura- Vertió unas pocas gotas sobre la hoja, con el polvo de ángel. Sacó su mechero.

- Mastica deprisa, y bébelo de una, ¿Entendido?

- Entendido...

Mimzy prendió la hoja, me lo dio, mastiqué fuerte, me saqué la hoja corriendo de la boca, y bebí de un trago.

Señor del infierno. Cielos, purgatorio, y limbo. Jamás, noté tal subida de adrenalina. Mi corazón bombeó a toda velocidad, veía todo aumentado; tomé aire por la nariz, mientras saboreaba el resto de licor en mi boca.

Tuve que toser un poco.

- ¡¡Joder, qué fuerte está esto!!

Mimzy se reía, y se encendió un puro.

- Ahora vete, agarra a esa zorrita por su cola y demuéstrale quien es Alexei.

No dije nada, sólo solté un fajo de billetes, que miró con asombro.

- La propina.

- Qué buen trabajo hicieron Evelyn y Seviatán...

Me largué, sabiendo que me miraba el culo, ya que me había cambiado con magia.

Agarré a Monnique del trasero, descaradamente, de una palmada.

- Escucha, cariño, vamos al hotel, tenemos la suite real.

Me la llevé a la suite, donde nos besamos sin parar, sin tomar aliento. Ella me sujetó el culo, y yo la levanté, poniéndola contra la pared, en peso, sujetándome ella con sus piernas, alrededor de mi cadera.

- Alexei...

- Monnique...

La lancé a la cama, donde me saqué la camisa, el pantalón, y ella miraba con admiración, deseo y lujuria mi bulto creciente en mi pantalón. Le saqué el vestido que llevaba.

Su sostén, me separaba de ella. Me deshice de él, con suavidad.

Sus senos, oh, cielos. Sus senos, suaves, redondos, y esos pezones que me invitaron a lamerlos, morderlos, saborearlos sin miramientos.

- Alexei...Alexei...¡Ay!- Un mordisco, la sobresaltó.

Sonreí, y bajé a su lencería. Su parte más prohibida, profana, se abría ante mí como cual fruta paradisíaca. Lamí, sin tapujo alguno, aprovechando para saborear la esencia de mi Monnique. Le di en el punto exacto, pues daba pequeños brincos, cada vez que mi lengua la rebuscaba a ella, a su sabor.

Pero yo iba a estallar. Iba a explotar, el efecto del angel dust, me estaba volviendo loco. Mi erección estaba doliéndome, así que la coloqué, y me bajé la ropa interior, ella, se mordió el labio, y me miró, mientras me colocaba el preservativo. No fue fácil encontrar una talla acorde a mí, pero la encontré.

- Vamos, mi vida.

Me acomodé dentro de ella, me costó, estaba tan apretadita, tan calda...me costó, un mundo, sobre todo a ella, por mi tamaño, le dolió, pero la silencié con un suave beso en la mejilla.

- Calma...ya sabes cómo va esto...

- Lo sé...Alexei...te quiero...

- Y yo a ti, mon amour.

Tras un rato sobre ella, tomando el ritmo, ella le dio la vuelta a la situación, me tiró sobre la cama.

- Voy a darte duro, Alexei.

- ¿Eso piensas?- Dije riéndome.

- No me pongas a prueba...- Paseó su esponjosa y suave cola, por mi cara.

- Demuéstramelo- Sonreí maliciosamente, y eso fue lo que me valió, para que ella se subiera salvajemente, y se empalara contra mí.

- Oh...esto es otra cosa...¡Dame fuerte, Monnique!

Sonrió ante mi súplica, y acto seguido, me montó salvajemente, se movió, de una manera frenética, todo lo mío estaba dentro de ella, ese interior cálido, tibio, apretado, moviéndose a lo largo de mí, me estaba llevando al clímax. La agarré por los pechos, apretándolos con fuerza, y parece que le gustó, por que empezó a gemir, y a acelerar.

- ¡Alexei...Alexei!

- ¡Vamos, mi fennec! ¡Dame duro, hazme tuyo!

Dicho esto, con unas cuantas estocadas, levanté las caderas, para rematar, un orgasmo que, fue al mismo tiempo que el suyo, la noté, temblando, la apreté de la cola, lo que la volvió loca, su orgasmo, fluyó a través de mí, y cayó rendida a mis pies, prácticamente.

- Ay...eres...la mejor, te amo, Monnique.

- Y yo a ti, Alexei...

Me separé de ella, con cuidado, y me fui al baño para adecuarme, y al volver, la encontré, tapada con la sábana de seda, me miró, complacida.

- Bien, señor Centinela.

- Ah, no, esa es mi madre, dije metiéndome en la cama, mientras reía.

- ¿Qué no lo eres ya?

- Soy su sucesor, aún me falta mucho por aprender.

- Creí que tú ya estabas listo.

- Aún no...si vieras a mi madre, ella sabe rastrear las almas en cuestión, sólo dale una prenda, algo, y ella lo notará. Incluso si no la tiene, y tiene algún pariente, o algo así, lo notará.

- ¿Algo así como un perro?

Me tuve que reír. Menuda expresión.

- No, es más fuerte. Ella es conocida como "la loba" además, sus sentidos van más allá, el sentido del peligro lo tiene muy desarrollado. Y la intuición. Ella me ha enseñado, y lo sigue haciendo.

- Nunca dejarás de aprender, ¿Verdad?

- Exacto. Ella todavía tiene que aprender, me dijo. Bueno, vamos a descansar, ¿Quieres?

- Claro, amor.

Se tumbó, y me quedé dormido, junto a mi prometido.

PARTE 2

Me desperté, con una resaca tremenda. Como hacía tiempo que no.

- Ay...Ay...

No terminé de abrir bien los ojos, cuando oí un grito a mi lado.

- ¿¿ QUE COÑO HACES TÚ AQUÍ??- Era la voz de mi esposo.

- ¿¿Qué pasa?? Me desperté, asustada, mire a mi lado. Era Alastor, que estaba a mi derecha.

- ¿¿ALASTOR??

- ¿Os podéis callar? ¡¡Se va a enterar todo el hotel!!

- ¡¡ESTAS EN MI CAMA, CON MI ESPOSA, JODER!! ¡¡LÁRGATE AHORA MISMO!!

- ¿Antes hay que resolver este entuerto, no crees?- Alastor parecía tranquilo.

-¡CLARO QUE VAMOS A ARREGLAR ESTO, ESTÁS EN LA CAMA, MI MUJER ESTÁ LLENA DE MORDISCOS Y MARCAS DE TENTÁCULOS! ¡TÚ LOS TIENES!

- ¡ Y tú también! ¿Quién dice que no hayas sido?

- ¿Y ENTONCES QUÉ HACES AQUÍ?

- ¡¡CALLAOS, JODER, CALLAOS!- Tuve que silenciarlos, la cabeza me iba a estallar.

- Vamos a ver...¿nadie se acuerda de nada?

- Yo...bebí algo de cava...

- Yo igual- Dijo Alastor-

- Y yo- Respondí.

- Esto no es normal, el cava no tiene este efecto... Sevi cariño, ¿Puedes darme mi camisa?

- Si, mi vida- Se giró- ¡Tú, no la mires!

- Calma, Seviatán, por favor.

Seviatán me dio la camisa, y me la puse.

- Vamos, a ver, vamos a ver...estamos diciendo que nadie sabe lo que pasó, pero el cava...no creo que Mimzy fuera, pero alguien con muy mala idea, ha hecho esto.

- Sin duda, querida, tienes razón, debemos calmarnos.

- ¡Eso lo dices muy fácilmente, no es tu mujer la que está aquí!- Harold se desesperaba.

- Ya vale, Barón. También estoy casado y con hijos. Me encargaré de averiguar qué ha pasado, sólo guardemos silencio sobre el asunto. Sigamos con nuestras vidas, esto pasará de largo.

- Estoy, acuerdo... Dije, poniéndome la mano en la sien. De repente me vinieron "Flashes" a la mente, de la noche anterior. Mierda. Estaba cabalgando a Alastor. Mientras me ocupada de Harold por delante...Qué vergüenza...y seguro que Harold y él irán recordando a medida que pase el día...

- Bien, señores, todo dicho. Siento todas las molestias. Harold, lamento este enredo.

- Lárgate...Alastor...- Harold estaba bien enfadado, ahora que manejaba los celos, esto iba a peor. Me temía lo peor. Alastor se levantó, se puso su ropa, y se marchó.

- Maldita sea. Maldita sea. Harold...yo...

- Evelyn, no me hables. Quiero despejarme, e irme a casa, tengo que preparar la boda de mi hijo.

Harold se vistió con magia, y se fue, sin despedirse.

- Madre mía...mi espalda, mi cuerpo, mi todo...¡¡Me duele el culo!!

Me di una ducha, y me fui por el hotel, silenciosa. Por el pasillo, me tomaron del hombro.

-¡Hola Evy!- Era Charlie.

- ¡Hola...Charlie!

- ¡He oído que Alexei se va a casar, felicidades!

- Ah...gracias...

- ¿Qué te pasa?- Notaba algo raro. Mierda.

- Pues...nada...la resaca...

- ¡Ah, es lógico, pero debes controlarte, chica!

- Si, tienes razón...- Me puse más nerviosa por que Alastor llegaba por el pasillo.

- ¿Dónde te metiste, Al? No te vi en toda la noche, ¡Me preocupaste!

- Oh, tranquila, cariño, sólo...sólo estaba ayer celebrando el compromiso, de nuestro querido Alexei, ¿Cierto, Evelyn?

Tuve que carraspear, me puse nerviosa, y hasta sudé. Este hijo de puta lo ocultaba todo, tras esa sonrisa enigmática.

- Esto...si, estuvo con nosotros...eh...voy a casa, para empezar con todo el trote...me voy...cuidaros los dos...

Me fui, resoplando, colorada.

- Mierda, no me quito de un problema y me sale otro... a todo esto, ¡Las pastillas, mierda, las pastillas!

Llamé a Hellraider, y fui a toda prisa a mi casa, entré corriendo, sin saludar a mi hija, subí al cuarto, abrí el cajón con nervios, y me tomé la pastilla, respiré hondo.

- mierda, qué vida esta...

Bajé al salón, y tomé el teléfono.

- Hola, Rosie, debo hablar contigo, si, déjame que me pase por allí, ¿Sí?

Me largué, a la tienda, junto a mi hija, que se pegó a mí en la moto.

- ¡Hola, bienvenida, Evelyn, hola, Mérida, qué grande te pusiste!

- Hola...Dijo tímida mi hija.

- Bien sentaros.

- Bueno, Rosie, sabrás a qué vine...

- La boda del chico guapo del infierno, como su padre.

- Exacto- Dije sonriendo- Quiero que toda mi familia vista de Rosie's. Quiero lo mejor para ellos.

- ¿Y para ti, querida mía?

- Oh...no tengamos prisa, sabes cómo soy.

- Perfectamente. Tú vas a otro ritmo, a otra velocidad. Sin duda, pones topes al tiempo a tu alrededor.

- Bueno, chica, me conoces mejor de lo que aparentas. Mérida, cariño, ve, y mira la tela que más te guste, si no es un vestido, toma lo que quieras.

- Gracias mamá...

- A ti.

Mi hija se fue a mirar por la tienda.

- Evelyn, cariño, a pesar de la gran noticia, tu cara no denota felicidad, ¿Qué ocurre? Su semblante cambió a serio.

- Nada en especial, serán los nervios. Me conoces, Rosie.

- Tus nervios...¿Y los de Harold?

Me estaba poniendo en un aprieto, Rosie conocía a medio infierno, incluidos todos los Magne y Von Eldritch. Debía ser lista en mis palabras, medirlas, pues me buscaré un lío enorme. Podría joderle la vida a mis hijos. Y eso no me lo perdonaría.

- Está muy orgulloso, de sus dos hijos, los quiere demasiado, haría lo que fuera por ellos.

- ¿Y de ti? Evy, sé lo del hotel, sé que no estáis pasando por el mejor momento. Puedes contarme lo que sea.

- Sabes cómo es. Un auténtico idiota a veces.

- Lo sé. Bueno...- Mi hija interrumpió la sesión.

- Me quedaré con este.

- Oh, Mérida...ese es...excelente decisión, cariño.

- Pues si, tienes un gusto exquisito, pequeña, este traje, está hecho con seda, me la traen desde el mundo de los vivos, le haré unos arreglos, cariño- Miró su colgante de cazadora de monstruos- ¿Quieres que te borde eso?

- Si, eso estaría bien.

- Mérida, toma los zapatos que quieras. Rosie, todo a mi cuenta, como siempre- Me levanté, ya que había un mensaje del rey.

- ¿A dónde vas, mamá?

- Cariño, el pelmazo del rey me llama, a ver que quiere el capullo de tu abuelo... Usa a Hellraider, yo me transporto.

Aparecí en palacio, fui buscando a mi padre, y lo encontré junto a la reina en el salón de té.

- Siéntate, fierecilla- Me hizo un gesto para que tomara asiento.

- Majestades- Me incliné con el protocolo habitual, y me senté. Iban a ponerme té, pero me negué.

- no, gracias.

- Bien, fierecilla, Alexei se nos casa, ¿No?

- Ajá.

- Debes estar muy feliz, pequeña- Añadió la reina.

- Así es- Dije recostándome.

- Pero no veo felicidad, veo nerviosismo- Añadió el rey- ¿Estás bien, Evelyn?

- Nervios, nada más, señor. Nervios.

- Eso no me extraña. Es tu primogénito, todo un caballero, y un chico muy apuesto, hiciste un trabajo estupendo, junto con Harold.

- El mérito es de ambos, si, alteza. Mis hijos son mi orgullo...¿Qué pasa con Aradia? Me dijo algo del gran Duque.

- Bueno, es bien sabido que ella tiene una amistad muy fuerte con Astaroth, y creo que es hora de que siente cabeza.

- Hay una diferencia entre amistad y amor, alteza. No se debe confundir. Y es joven. Que viva, y que ella decida. Sería lo justo.

- ¿Es que ahora tú decides cómo llevar a mi familia?- Respondió Lucifer, bebiendo té, mirándome con soberbia.

- No, sólo digo lo justo. Nada más. Si eres el señor de la libertad, deberías darle la elección a ella. Es mi opinión.

- Tú opinión no me importa, ¿Sabes por qué?

- Por que eres el rey.

- Exacto. Son mis nietos.

- Y mis sobrinos. Llevan mi sangre, los he criado prácticamente. No seré neutral.

- Evelyn, calma, pequeña Nefilim, no dejes que te controle.

Suspiré, y me levanté, poniéndome la chaqueta de cuero.

- Bueno, si no me necesitan, me retiro.

- Fierecilla...cuidado...

- Lo tendré. Majestades.

Cuando llegué a casa, abrí la puerta. El infierno se concentró en mi casa.

- ¡¡EVELYN MAGNE, VEN AHORA MISMO!!- La voz de Harold retumbaba.

Por suerte mis hijos no estaban. Por suerte.

- ¿Qué pasa, Harold? No grites.

- ¡Estoy recordando ayer, recuerdo que lo montaste a él, a el! ¡¡Se vio que tenías ganas de follártelo!!

- ¡Baja la voz! ¡¡No grites, joder!! ¿¿Crees que sabía lo que hacía?? ¡¡Estábamos drogados!!

- ¿Ah sí? ¿¿Drogados?? ¡Se ve que tenía ganas de que te la metiera, eres una...una guarra!

En ese momento, perdí los papeles, y lo agarré de la chaqueta, poniéndome cara a cara con él.

- Vuelve a decirme eso, pequeña lagartija con la polla flácida, y juro que ni el Leviatán te librará de la somanta de palos que te voy a dar.

- Aléjate de mí, Evelyn...aléjate, o tendremos problemas.

- Los problemas ya los tenemos. Tienes suerte, de que estén mis hijos de por medio. Si no, te rajaría los cojones ahora mismo. Bien. No voy a compartir cama, contigo, nunca más. Ya que soy una guarra, para ti, me iré. Pero si por alguna razón, se te ocurre mencionar algo de esto, juro por mi sangre que te perseguiré hasta el confín de los mundos, que existan, y te arrastraré conmigo hasta el último círculo del infierno- Crispé la cara, arrugué la nariz de la ira- Compórtate con nuestros hijos, y no menciones nada hasta tras la boda.

Lo solté, se cuadró, poniéndose la chaqueta, mirándome con desprecio. Me giré, bajé, y abrí la puerta. Me topé cara a cara con Alexei. Se me dibujó la sonrisa en la cara.

- ¡Mamá!- Me abrazó sonriente- Estamos con todos los preparativos, tú relájate, por favor, ¿Eh?

- Claro, mi vida, claro, tú, y el cabrón de tu padre, portaros, y habla con el rey, para lo que sea, el abuelo Fred también te ayudará, cariño.

- Gracias mamá...¿Por qué estás llorando?- Mi hijo se asustó.

- ¿Esto?- me sequé las lágrimas- No es nada, cariño, sólo que estoy feliz por ti, sé que serás un gran hombre...- Pasé su mano por su cara, suavemente- Eres mi orgullo. Voy a hacer unos recados, llegaré tarde, no me esperéis despierta.

- Vale, mamá...- Ese abrazo de Alexei, me puso los pelos de punta. Algo se olía, pero me esforcé en que no se diera cuenta, como pude. Ocultando mi energía.

Agarré a Hellraider, y dejé que el viento, se llevara mis lágrimas, a donde nadie me viera, me dijera nada. Al barrio más alejado, de donde nadie me viera. Vi una pensión, a un lado de la carretera. Era bien tarde, había estado conduciendo todo el día, para desaparecer.

- Buenas noches...

- Hola, ¿Habitación doble o individual?

- Vengo yo sola.

- Bien, tenemos una. Firme aquí, y pague.

Agotada, firmé con un nombre falso, pagué, y me llevaron a la peor habitación de mi vida. Destartalada, vieja, sucia, y pequeña. Me tumbé en la cama, y me dejé caer.

Al día siguiente, me llamaban una, y otra, y otra vez. Harold, era insistente, tenía seis o siete llamadas de aquel bastardo. Me daba igual. No quería verlo. Después de la boda, firmaría el divorcio. No pensaba deja que ningún hombre más me manejara.

Me levanté, y fui abajo.

- ¿Se va? ¿Quiere su fianza?

- Eh...no...-Dije rascándome la cabeza. Me quedaré por un tiempo largo. ¿Importa eso?

- No, todo lo contrario, no se preocupe, Srta. Magne.

- Oh, mierda...

- Era cliente del hotel, ahora me gano la vida aquí, por eso la reconocí.

- No me jodas...

- No se preocupe, sea cual sea su motivo, o razón, esta es su casa ahora, para cuando quiera. Su presencia aquí será secreto.

- Gracias, bueno, me voy, hasta luego.

- A usted.

Fui con Hellraider, a ver a alguien especial; Alguien, que no solía recibir visitas, alguien muy elegante, con mucho poder. Mucho.

Me acerqué a la mansión, enorme, de color blanco debido a la piedra mármol que parecía roja, a la luz de la ciudad pentagrama.

- ¿Sí?

- Dígale al gran duque que la centinela está aquí.

- Entendido.

Me hicieron pasar la sala de espera, donde unos majestuosos sillones de terciopelo azul me invitaban a acomodarme. El mayordomo volvió.

- Pase, por favor. El gran duque la espera.

Pasé. Y allí estaba; en la sala, sirviéndose una copa, en elegante vaso de cristal de bohemia.

- Gran Duque...- Me incliné levemente, por protocolo, pero el muy bastardo ni se inclinó.

- Bueno, Centinela. ¿Qué te trae por mi morada?- Dijo mirándome de reojo.

- Pues verá. No debo ser yo, quien diga la última palabra, sobre Aradia, pero...

- Pero tienes algo que añadir sobre su futuro, ¿Verdad?

- Exacto. Sé que se lleva muy bien con ella, pero ella es quien debe decidir sobre con quién se queda.

- Ay, mi querida Centinela...No creas, que esto es tan sencillo. ¿Sabes una cosa? Estos asuntos, son cosa de palacio, y son nuestros señores, los reyes, los que deben decidir. Ni yo, ni tú menos.

- ¿Perdona?- Dije molesta.

- Verás, querida "Nefilim"- Esto último lo dijo con sarcasmo- La casa real, necesita un enlace pura sangre, fuerte. Charlie, con un mortal, El barón, contigo...lo siento cariño, pero esta vez, no te atañe.

Me acerqué colérica, a él.

- No me digas qué hacer, y menos con una criatura que lleva mi sangre- Dije con firmeza.

- Oh, jaja, querida mortal. Siento decepcionarte, pero soy el tercero en discordia, en la trinidad infernal. ¿Sabes quien fue el que apoyo a Lucifer para rebelarse? Yo. Cuidado, Centinela. Soy más antiguo que tú, y que tú famoso linaje. Ni siquiera eres pura, sólo una mezcla mortal, descafeinada con los siglos. Sabes bien quien soy. Sabes mi poder. Soy la noche, en si misma.

- Pude con Miguel, ¿Qué te hace pensar que no contigo?

Astaroth, con su soberbia, altanería, se rió.

- ¿Tú? Ay, mi bajita mortal...ese cuerpo, te da problemas, tu poder ha menguado mucho, con tanta lucha, e idas a venidas desde el reino de los cielos...- Volvió a dar un trago.

- No te vendría mal, escuchar a esa vocecilla, de tu interior, Duque. Un peón se convierte en reina, en una jugada. La ley del infierno es sencilla: No hay ley.

- ¡Satanás es la ley, Lucifer es la ley, pequeña guardiana!- Estaba irritado por mi comentario- ¡No podrás entender el poder de los siglos, ni las reglas de sangre! ¡Lo hecho, hecho está! ¡Ahora retírate, no eres bienvenida!

- Por fortuna- Me fui, sonriendo torcido. Tenía ganas de matar a ese imbécil. Volví, a palacio, para toquetear unos cuantos libros, y buscar. Astaroth, es de la tríada infernal. Poderoso, a más no poder.

- Joder...

Sonaron unos golpecitos en la puerta de la biblioteca.

- Adelante- Respondí.

- Tía Evelyn...

- Pasa, joven señor- Dije. Era Axel.

- Tita, sé que has hablado por mi hermana. Quiero darte las gracias.

- No pasa nada, Axel, cielo, es mi cometido.

- Axel se sentó.

- Tita, tengo miedo...no sé que hacer cuando sea rey...

Lo miré.

- Es normal, la responsabilidad miedo, Axel, pero no te preocupes por eso ahora, eres joven. Y no estarás solo. Yo estaré siempre aquí, tu primo también. Y tu hermana. Mérida, estará contigo como cazadora. Seréis invencibles, confía en ti, joven señor.

- Tía Evy, siempre, me tratas con mucho respeto, ¿Por qué?

Suspiré hondo- Señor, por que si no lo hago yo, como Centinela, ¿Quién lo hará? Aunque seas joven, eres el señor, tras tu abuelo.

-Entiendo...no sé, cómo afrontar la vida...

- ¿Quieres un secreto?

- ¿Cuál?

- Yo tampoco. Tengo tanto trote, que tengo miedo de vivir, a veces no tengo ni ganas de vivir, Axel.

- ¿Enserio? ¡Te creía segura, invencible!

- Ojalá, majestad, ojalá, sólo soy una alumna del maestro, y una mortal, cuyo cuerpo de envoltorio se desgasta como muñeco viejo- Me encendí un puro- Pronto no valdré para más que fumar aquí y leer libros viejos.

- No digas eso, tita...

- Calma, cariño, queda mucho para esto, y no voy a dejarte solo, nunca, ¿Entiendes?

- Sí, tita.

- Ahora levanta esta cabeza, y siéntete fuerte. Eres invencible. Eres hijo de tu madre, y de tu padre.

Axel me abrazó, con mucho cariño, y se marchó sonriente.

Seguí leyendo, aquellos libros, llenos de hechizos, saber, conocimiento. No sabría decir la cantidad de horas, gastadas en esa biblioteca. Desde mis embarazos, pasó a formar parte de mi vida.

Unos tacones, sonaron en el pasillo.

- Reconocería esos andares hasta en el último círculo del infierno. Majestad ¿Qué se le ofrece a la madre suprema del infierno?- Dije sin levantar la cabeza.

- Tan aguda como siempre. Evelyn. ¿Has estado merodeando al gran duque, verdad?

- Las noticias vuelan por aquí.

- Evelyn, estás metiéndote en terreno peligroso, Astaroth es muy poderoso. Retrocede.

- Mi juramento, es defender el linaje Magne. Y eso es lo que haré.

- Tu misión no es entrometerte en la vida de los demás, Evelyn.

- Mi misión, fue, es, y será, proteger a los Magne. Y Aradia no veo que esté muy feliz con la decisión que tomaron por ella.

- Evelyn- Dijo sentándose a mi lado- Mírame.

Levanté la vista del libro. Su semblante era serio, firme. Sereno.

- Aradia no rehusó el casamiento, dijo que lo haría por que es lo que sería lo correcto.

- Dime una cosa, madre. ¿Ella fue quien pidió la mano?

- No. Fue el gran duque.

- Ah. Bueno. ¿Y reforzar los lazos con un poder no tiene nada que ver?

- Evelyn. Se acabó. No interfieras, o tendré que tomar medidas. No quiero verte en peligro. Astaroth no respeta más que la voluntad de Lucifer, yo, y Satanás.

- Estupendo, vamos a la par- Respondí.

- Evelyn. Es mi último aviso. Piensa en tu familia. Alexei se casa, y querrá ver a su madre deslumbrante, ¿Entiendes?

Ahí tenía la reina razón. Todo, por el bien de mis hijos, era poco.

- Majestad. Por favor, dejad que ella decida sin coacciones de nadie. Los lazos, la sangre, pasan a un segundo plano, el corazón es lo que manda, ¿Me entiende, alteza?

Lilith se paró a pensar, unos segundos.

- Prometo sopesarlo, Evelyn, ahora vete. Ve a tu casa, descansa con los tuyos, y medita un poco.

- A sus órdenes.

Me retiraba por la puerta, cuando me sonó el teléfono. Y lo colgué.

- ¿Evelyn? ¿Por qué cuelgas?- Sabía que mi trabajo me impedía no atender a nadie.

- No era nadie.

Me fui, seguro que la reina se olía algo, era tremendamente intuitiva. Mierda. Mierda, y mil veces mierda. Quería mantener todo esto en secreto. Al salir del palacio, me paré sobre la moto, y miré el teléfono. Era Helsa.

- ¿Dónde estás? Habíamos quedado para los preparativos.

- Voy para allá.

Llegué a la tienda de Rosie.

-¡ Evelyn, Helsa, pasad, pasad!

- Hola Rosie- Me senté con pesadumbre- me gustaría que le ayudaras a elegir su traje a Helsa, y que te encargaras de la decoración, ¿Podrías, querida amiga? Yo tengo que irme.

- Claro, pero Evelyn, ¿A dónde vas?

- Pues...a hacer unos recados. Helsa, elige lo que quieras, pago yo.

- Evy, cariño, debes elegir traje.

- Ah, eso no me preocupa, sabes como soy. Tú encárgate de los demás...Ay...iré a ver a mi hija, a la facultad...

- Estará en clase- Respondió Helsa.

- Tranquila, Helsa, soy Evelyn Magne, ¿Recuerdas?

- Evy, ¿Qué te pasa?- Helsa se preocupaba.

- No pasa nada, Helsa, son los nervios- Me sonó el teléfono, pero lo colgué. Maldito Seviatán.

- Bueno, me voy.

Llegué a la facultad, donde entré sin problema. Me saludaron respetuosamente, me indicaron el número de aula, donde estaba mi hija. Me asomé por la ventana. Le hice un gesto para que saliera. Salió algo preocupada.

- ¿Madre, qué pasa?

- Nada malo, cariño, escúchame. He estado hablando con la reina, y parece ser, que más temprano que tarde, voy a dejar el puesto. Quiero, que formes pareja con tu prima. Ella y tú, os encargaréis, de vigilar todo, cuando yo me retire. Quiero, que en la boda de tu hermano, disfrutes, voy a vigilarlo todo. Quiero que el peso que yo soporto, no lo tenga que soportar nadie, ninguno de mis hijos, ni de mis sobrinos. ¿Entendiste?

- Sí...mamá...pero... ¿Por qué?

- Por nada, me hago vieja, y tengo problemas, ¿Entiendes?

- mamá...me estás asustando...

- No, cariño, no pasa nada, ahora, vuelve adentro, luego iré a ver al rey. Te quiero, mi niña, eres el orgullo de la familia. Cazadora de monstruos, y algún día, abogada.

Acaricié la cara de mi hija, casi llorando. Me di la vuelta, y me dirigía a la moto, pero unos cuantos periodistas me abordaron, se corrió la voz, querían seguir a Mérida.

- Mi hija no responderá ninguna pregunta, señores. Pregúntenme a mí- Dije con tono amenazante. No quería a esos tras mi hija.

Se acercaron apresurados, con los micrófonos, me los pusieron junto a la cara.

- Srta. Magne, ¿Es cierto que su hijo se casa con una pecadora?

- Se casa con una gran mujer- Respondí seca.

- ¿Qué piensa la casa real de esto? ¿Están los Von Eldritch de acuerdo?

- Están todos de acuerdo, tendremos boda- Dije sonriente.

- ¿Qué papel tienes tú? En la boda de la princesa, estuviste de Centinela, ¿Y en esta?

- Pues claro que sí. Bueno, señores. Fue un placer- arranqué la moto, y me largué en medio de aquel alboroto de flashes y preguntas.

Llegué al motel, exhausta, cansada, agotada. Me dejé caer, y me sonó el teléfono, y miré la pantalla. Seviatán de nuevo.

- Que te jodan- Colgué, y me eché a dormir.

A la media hora, me sonó el teléfono de nuevo, era Alexei.

- Dime, mi niño- Respondí.

-¡EVELYN MAGNE!- mierda. Ese cabrón había tomado el teléfono de Alexei, ya que me negaba a hablar con él.

- Seviatán Von Eldritch- Respondí, seca.

- ¿¿Dónde te metiste?? ¿¿A que juegas??

- A mandarte a la mierda- Colgué el teléfono, y apagué. Intenté dormir, pero no podía, me iba a volver loca, empecé a llorar, con rabia, lancé la lamparita, con una rabia que hizo que se rompiera en mil pedazos. Llamaron a la puerta.

- ¡Qué quieres!

Era el recepcionista.

- Srta. Magne, ¿Se encuentra bien?

- Oh, bueno, un día raro, ¿Sabes?

- Entiendo...sabes, aún me queda mucho por redimirme, pero, por ahora, me mantengo, con mis bajones de ánimo...puede ser, que tenga algo para ayudarte- Sacó un frasquito.

- ¿Drogas? Ni en broma- Me negué en rotundo.

- No es una droga en sí. No crea adicción, sólo, ayuda a estar bien cuando no va nada bien, Evelyn. Lo necesitará.

Dudé un momento, y miré el frasco. Si eso era lo que necesitaba, me lo quedaba.

Lo tomé en la mano, lo miré, y el chico se quedó mirando.

- Srta Magne, cuidado, es potente, y muy, muy, caro, difícil de conseguir, y peligroso, yo no le he dado esto, ni sabe donde conseguirlo, le doy el frasco por todos los servicios prestados, ¿entiende?

- Claro como el agua, gracias.

- se puede tomar en bebida, o fumar, moje el puro, y fume. Un poco bastará.

- Gracias, muy amable- Le di unos billetes.

- A usted. Cuídese.

Cerré la puerta, y me senté sobre la cama. Miré el frasco. Un líquido rojizo, algo espeso. Abrí el tapón.

- Joder, qué peste- Era fuerte, muy fuerte.

Mojé el puro, un dedo de grosor, cerré el frasco, y prendí el puro. Di una calada lenta, larga, y calmada.

No sentí tal efecto en mi vida. Joder. Era una mezcla de euforia, alegría, rabia, adrenalina, al mismo tiempo.

Estuve fumando, un largo rato, riéndome, en mi habitación, maldiciendo mi vida. Pero al mismo tiempo, alegre, riéndome de la vida de asco que llevaba.

Llevaba un efecto tremendo, alucinógeno, eufórico, y sentía que nada me podría detener. Quería comerme el mundo, demostrar quién era yo. Y así fue: me fui a la zona de fiesta nocturna de la ciudad, a beber, a un pub donde había actuaciones. Me colé entre la gente, aprovechando un concierto, para meterme entre el público, y de repente, un chico, se acercó a mí, mientras fumaba, mojando el puro en el líquido.

- Hola cariño, ¿Vienes mucho por aquí?

- No, es mi primera vez.

- Oh, ya veo...se acercó a mí, poniendo mi mano en mi cintura, suavemente. Lo miré de reojo.

- ¿Quieres bailar un rato?

- Claro, vamos- Lo agarré de la camisa, estuvo conmigo, en primera fila del concierto, se agarró a mí, pegándose a mí, prácticamente. Me pedía a gritos que lo tomase, se acercó a mi oído.

- Mi apartamento, está arriba...- Su mano se acercó a mi cierre, peligrosamente.

Me di la vuelta, puse mis brazos alrededor de su cuello.

- ¿Te gustaría llevarme arriba, para que te chupe la polla y follarme, verdad?- Dije sugerente.

- Claro...chica lista...

Sonreí, me acerqué a él...y le dí una patada en las pelotas, se quedó sin aire.

- ¿Es que me tomas por tu puta? ¿Es que te crees un chulo?- Le pateé la cabeza, cayó al suelo.

- ¡A por él, chicos!- Animé a los demás, que bajo el efecto de las drogas y el alcohol, lo molieron a palos, participé en aquella paliza. Y me sentía bien, jodidamente bien.

Salí del pub, colocada, riéndome, pero con ganas de más. Y más. Era tarde, casi el sol salía, y yo me iba a dormir.

En la primera noche, gasté un frasco entero. Totalmente de locos. Al día siguiente, pedí al recepcionista más.

- Srta. Magne...es que...

- ¿Qué?

- No tengo más...tendrá que pedírselo al proveedor...en los barrios bajos.

- Estupendo.

Fui al peor barrio de todo el infierno. Ni Angel dust se metió allí. Pero cuando me vieron, nadie se metió conmigo. Conseguí dar con el camello.

- Dame un tarro de estos- El tipo olió.

- Esto es bien caro...

- Si, si, ya lo sé- Ahórrate esa jerga. Dámelo.

El tipo sacó el tarro, y me miró.

- Son 5000, ya lo sabías, ¿No?

- Toma.

Una vez contado el monto, me largué, cagando leches, a tomarme la dosis para mi estado de euforia.

Me pasaba por casa, y estaba bien.

Me pasaba por Rosie, y estaba bien.

Me pasaba por el Avernus, y estaba bien.

Me pasaba por el hotel, y estaba bien.

Me pasaba por la pensión, y estaba hecha una mierda.

Cada día, con preparativos, que mis dos familias, se encargaban de arreglar. Yo, me limitaba a buscar problemas, peleas, de las que salía ilesa, milagrosamente. Era un frasco por noche.

Una locura.

Mi locura.

Hasta que en una de esas miles de peleas, recibí un golpe, en plena cara.

-Mierda. Mañana no se irá, y tengo el ensayo de la boda...bueno, me pela. De perdidos al río.

Apenas dormí, y al despertar, mi dosis matutina.

Llegué tarde a palacio, ni me cambié de ropa, corriendo, corriendo, llegué a la puerta, donde un par de criados, me dieron un vaso de agua, mientras corría por el pasillo, cambié de ropa, con la magia, poniéndome la de mi antecesor, Amenadiel. Me puse las gafas rojas, y en silencio, me acoplé a lo que era el ensayo de la ceremonia. Mi presencia, no pasó desapercibida para el rey, que olió el líquido. Silencioso, me hizo el gesto para que saliera. Y nada más salir, me agarró con todas sus fuerzas, de los hombros, me chocó contra la pared.

- ¡¡Evelyn!! ¿¿Se puede saber qué estás haciendo?? ¡Llegas golpeada, tarde, resacosa, y para colmo, oliendo a esta mierda!

- ¿Qué mierdas dices?

- ¡Esto!- Registró mi chaqueta, y halló el frasco- ¿Sabes como se llama a esto, eh? ¡Se llama "Esencia de Querubín, estúpida! ¡Para hacer esto se expone a un Querubín a miedo, y se le desangra, de eso se saca esta mierda!- El rey iba a matarme, pero me daba igual.

- jijijiji....¿Y a quién coño le importa?

En ese momento, me soltó la mayor bofetada hasta ahora. Ni la de cuando me presenté como emisaria del cielo superaba a eso, ni de lejos. Qué torta, joder...Me sacó hasta las gafas.

- ¿¿Es que tu hijo merece tener a su madre en estas condiciones?? ¡Escúchame, pequeño microbio, vas a ducharte, ahora mismo, vas a adecuarte, y a presentarte ante tu hijo con todo el respeto que merece, o te ahogaré yo mismo en el estanque, ¿¿¿Entendido???

- jijiji...¡A la orden!- Dije saludando al estilo militar. Estaba con el subidón, y daba tumbos. Llamó a la reina.

- Cariño, llévate a Evelyn, y adecúala, o lo hará Satanás.

- Calma querido, déjamela a mí.

El rey entró y pude oír su voz- Señores, hagamos un receso. La Centinela está algo indispuesta. Seviatán, Ven aquí. Ahora mismo- Estaba enfadado.

La reina, me tenía tomada fuertemente por el brazo.

- ¿¿Se puede saber en qué pensabas, Evelyn??

- Mejor no le digo...- Me reía.

- ¡Voy a quitarte esta tontería ahora mismo!- Cerró la puerta- ¡Sácate esa ropa, vamos! ¡Mírate, oliendo a alcohol, golpeada, y con resaca!

- ¿Y a ti que te importa?

- Eso fue suficiente- Chasqueó los dedos, y me empujó a la ducha.

La ropa de Amenadiel. La ropa. La ropa. La de él.

- ¡¡LA ROPA DE MI PADRE, JODER, TEN CUIDADO!!- Grité con todas mis fuerzas, levantándome, enfadada, pero ella me amordazó con magia. Y me miró, con los ojos rojos, como brasas.

- Escúchame, sé que tienes un conflicto interior, pero ya basta, Evelyn, basta, eres una entre un millón. No te eches a perder. No te auto compadezcas, no te hundas, no llores. No te dejes llevar por tus impulsos auto destructivos. No te dejes caer, levántate. Pero sobretodo: No te comportes como una niña. Voy a soltarte, pero sólo si te comportas, y me dejas ayudarte, ¿Entendido?

Asentí con la cabeza.

- Buena chica. Ahora te soltaré, te sacarás esa ropa, y te asearás. Sé que algo pasa entre Seviatán y tú, pero, así no puedes estar. Dúchate. Voy a traerte ropa, pero pórtate. Nada de tonterías.

Con un chasquido de dedos, me soltó, y pude tomar aire. Me giré, para sacarme los botones, y que no me viera llorar. Hice todo el esfuerzo, al menos no lloraba a moco tendido, ni ella lo oía. Se oyó la puerta cerrarse.

Me duché, y la espalda me dolía muchísimo, al igual que el golpe.

- mierda...

El agua caliente, me iba quitando el estrés, mientras caía. Respiré hondo, y dejé que cayera sobre mí. Estaba relajándome, cuando oí la puerta abriéndose.

- No sabes, la de veces que estuve en una encrucijada. Sé, a veces, que las cosas se escapan de nuestro control, y no podemos más que mirar con rabia.

- ¿Terminó ya el discurso, majestad?- Dije sin despegar la vista de la pared.

- No vengo a sermonearte, Evelyn. Sólo es un consejo. Y no me gusta ese tono, vamos, sal de ahí tengo que ayudarte- me ofreció la toalla.

- No necesito ayuda. Ya puedo yo solita, gracias- Me giré, y le saqué la toalla de la mano, me la puse alrededor del cuerpo. Se veían mis marcas en enoquiano. La contra magia de la reina anulaba el hechizo que las ocultaba.

- Te diré algo, Evy.

La miré, de reojo, algo sorprendida de que me llamara así.

-Cuando caí, estaba peor que tú. Y el rey...deberías haberlo visto; tiene esas mismas marcas, ¿Sabes cuándo se las vi?

-No.

Cuando caíste, te vi esas marcas, y el me mostró las suyas. Tantos siglos llevamos juntos, y ahora me las muestra. Eso quiere decir, lo mal, lo avergonzado, que ha estado durante todo este tiempo de haber caído. Estaba peor que tú. Desorientado, roto en mil pedazos.

- Cual muñeco de trapo usado...

- Exacto. Hasta tal punto, tarda el alma en sanar. Pero no se dejó caer, al igual que tú. Tengo fe en ti. No dudes, eres valiente. No te dejes caer por una idiotez.

La reina se iba, cuando interrumpí.

- No es ninguna tontería...

- Lo sé. Yo también pasé por algo parecido. Recuerda quien soy, Evy. Ningún hombre pudo someterme.

- ¿Y eso que tiene que ver conmigo?- Dije curiosa.

- Haz lo que hice yo. Hazte valer. Empodérate.

Cerró la puerta, y me quedé a solas.

- Vamos allá.

Me puse la ropa, me adecué el pelo, y me puse los zapatos. Salí al pasillo, y allí me esperaba mi padre Lucifer.

- Bueno, bueno, ¿Lista? ¿O debo usar el látigo?

- Vamos, padre.

- Buena chica.

Llegamos al salón de celebraciones, donde Alexei me esperaba, me miró descompuesta.

- Mamá...pero qué has hecho...tu cara...

- Silencio. Cállate- Le ordené con Severidad.

Dejamos claro el recorrido, y el cometido de cada uno, Seviatán, estaba junto a mi lado.

- Bien, señores, ya conocen, sus papeles, sus recorridos, ya pueden irse, Alexei, Monnique, esperad fuera junto a los demás. Fierecilla, Seviatán, os quiero aquí.

Asentí. Se fueron todos.

- Bueno, bueno, ¿Va a durar este enfado infantil?- Dijo el rey.

- Majestad...yo...- Sevi andaba nervioso.

- Bueno. Me voy, no quiero discutir.

- ¿A dónde? Acabo de bloquearte la tarjeta.

- ¿Que has hecho qué?- Dije entre dientes.

- Evelyn, has gastado más de 20.000 en unos días. Ya vale, mírate, has dado vergüenza ajena- Dijo Seviatán.

- No me hagas hablar, si tanta vergüenza te doy, me quedaré en palacio, para no generarte más gasto. No te veré hasta la boda de mi hijo. Majestad, con su permiso.

- Fierecilla, si es tu voluntad, y es para bien, bienvenido sea. Eres mi niña. Es tu casa.

- A su servicio, señor.

Me retiré, y me fui al jardín con noche, que jugó conmigo, era un animal poderosísimo, y hermoso. Me fui a mi cuarto, pero me abordó la reina.

- ¿Otra vez, alteza?- Dije harta.

- Calma, Evelyn, ve a esta dirección- Me dio una tarjeta.

- ¿Y esto?

- Es, a quien debes ver, para calmar tu espíritu.

- ¿Un psiquiatra?

La reina se moría de risa, tapándose con la mano.

- No cariño, es alguien que conoce tu linaje, mejor que yo. Mejor que el rey. Ve, y dile que te mando yo, aunque ya lo sabrá. Ve.

- A sus órdenes.

Agarré el casco de la moto, salí por la puerta, y, miré la tarjeta, en blanco, pero aparecieron unos símbolos.

- "Azazel"

- Vamos allá.

Me dirigí al barrio distinguido. La casa era portentosa, pero no tanto como la de Astaroth.

Llamé a la puerta.

- Pasa, centinela- me dijo una voz por un interfono.

Entré, y me recibió un señor, un hombre joven, alto, más que Alexei, piel algo grisácea, cuernos asomando, porte distinguido, pero esas ropas...me resultaban familiares.

- ¿Cómo sabe quién soy?

- Cariño, sé más de ti, que tú misma, mm- Me miró de arriba a abajo, dio una vuelta a mí, para observarme.

- No tienes buen porte, pero presencia. Bajita, como tu padre y tu tío Lucifer.

- ¿Mi tío?

- Déjame ver las manos, cariño.

Le mostré las manos.

- Oh...bello negro infernal...esos ojos, no son de la raza, pero son hermosos, permíteme cariño, déjame.

Pasó su mano por mi frente.

- ¿Dónde...? ¡Ah! ¡No! ¡No! ¡Estás viva aún!- Dijo asombrado, tapándose la boca, reprimiendo la sorpresa.

- ¿Qué sucede?- Dije alarmada

- ¡Nada, cariño nada! ¡Increíble, una descendiente de los Nefilim viva! ¡Mortal!-

- ¿Y qué tiene?

- ¡Nunca vi una, el resto son caídos!- Dijo dando saltitos, de manera amanerada.

- ¡deja, deja que siga, favor, tengo que examinarte!

- Ok, mientras no hagas cosas raras...

Me pasó la mano por la espalda, notó el bulto de mis alas.

- ¡¡Oh, las tienes, las tienes aún!! ¡Déjame verlas!

- Saqué las las alas.

- Oh, no, no, no, no puedes tener las mismas que el rey, que falta de respeto, cariño, te dejaré dos, como debe ser.

- ¿Cómo?

Me tomó de los hombros.

- Cariño, sólo el rey tiene tantas, voy a sacártelas ahora mismo. Gírate.

- ¡Ah, ah!- Me separé de él.- ¡Ni hablar!

- Escúchame, Evelyn Magne, no puedes, ser más que el rey, no. ¿qué pasará cuando los demás lo vean, eh?

Me giré, pensativa, tenía razón.

- Bien, siéntate sobre ese diván, recuéstate, sácate esa camisa.

Hice lo que me dijo, y saqué las alas.

- Te dejaré las dos que nuestro señor, te dio en prenda, ¿Entendido?

- Si. ¿Dolerá?

- Cariño, estar guapa duele, pero podrás, aguanta, ¿Sí?

- Si.

Me agarré al diván, con todas mis fuerzas. Noté un tirón, tan fuerte, que casi pierdo el sentido, noté la sangre correr por mi espalda.

- Hazlo...con el seax, por favor...

- No puedo cortarlas, cariño, faltan las dos últimas. Sé fuerte.

Mordí el cojín, y noté el segundo tirón, ahí perdí el sentido, me desperté, con Azazel poniéndome una ampolla de amoniaco bajo la nariz.

- Uf...señor del infierno...

- Ya está, cariño, estás lista.

- ¿Lista para qué?

-Ven conmigo.

Me llevó a una habitación, escaleras abajo, donde había una mesa, con varias sillas, y un candelabro en medio de la mesa, con una bola de cristal.

- ¿Es que me vas a leer las cartas?

- jajaja, cariño, tan ocurrente como tu antepasado Amenadiel, sabes, él era un ser, Magnífico. Tu tío, Luxfer, es la cara bonita, pero Amenadiel, era una mala bestia en la lucha. Fue él quién enseñó al rey a luchar, y tú, eres igualita a él. Aunque tu hijo lleve su esencia.

- ¿¿Cómo lo sabes??

- Cariño, soy clarividente. Veo todo, y maldito sea ese don. Me atormenta ver cosas que no quiero ver. Pero dime, tu espíritu está turbado...déjame que vea...

Puso su mano sobre mi sien.

- Ahh, cariño ni es lo acontecido con Seviatán, eres tú. Te sientes inútil, vieja, inservible, superada por unos seres extraordinarios, que engendraste, con ese adn tan noble que llevamos, y otros que llevan parte nuestra, ya que mamaron de ti. Y ahora, ninguneada por Astaroth. Ese idiota estirado. ¡Es un presumido asqueroso!

- Y que lo diga...no puedo dejar que se case con Aradia por conveniencia...no me espero eso de Lucifer...

- Cariño, calma, confía en el rey, todos salimos de él, y a él llegamos tarde o temprano- Sonrió.

- No sé que hacer con este cuerpo, señor...

- Llámame Azazel, cariño, vamos a ver, este cuerpo tuyo, tiene resistencia, aguante, fuerza, peeero...debes saber que, todo tiene su ciclo. No te sientas inferior, ¡Alégrate! Tus hijos, son prácticamente inmortales, ¡Mi linaje está a salvo contigo!

- ¿Enserio?

- Cariño, soy mucho más que una cara bonita- Chasqueó los dedos, la luz se apagó, y sus ojos brillaron en un verde esmeralda, y su sonrisa se veía malvada.

- Cuando cayó Lucifer, me ofrecí, orgulloso, de servir al rey, bajé a la tierra, y me acosté con tantas hembras como pude. Su carne, era, y sigue siendo exquisita, como nunca vi. Su manera de vivir la vida...de sentirla, ¡Los humanos son únicos! Pero sólo los varones salían gigantes, las hembras como tú, bajitas, como tu antepasado, Amenadiel.

- Mi padre, por favor.

Azazel se acercó a mí, con una expresión maligna. Me rajó la mano, pasando su lengua, lamiéndola, saboreando la sangre.

- uhuhuh- Dijo riéndose entre dientes- Qué Sangre tan exquisitamente mezclada...milenios, de poder, fuerza, orgullo, concentrados en ti, ¿Sabes por qué?

- No, Azazel.

- Por que comimos de la manzana, del pecado, del cuerpo de Cristo, más que nadie, la sangre de los mártires, ninguna raza, es como la nuestra ¡NO DUDES DE TU SANGRE!- Su cara brillaba, y abrió las alas, cerrándolas.

- Cielo...eres tan especial, como cualquiera de tu estirpe...Los Nefilim, son hijos de la eternidad, saborean cada minuto...al final, todo se reduce a saborear la vida, la carne, todo.

- Pero no soy igual de poderosa que antes, Azazel, me estropeo.

- Eso tiene una solución, cariño.

- ¿Cal?

- Morirte.

Tosí, me quedé sin aire.

- ¿¡Qué??!

- Vamos, vamos, no te hagas la sorprendida, Lo sabes tan bien como yo.

- Pero aún es pronto...

- Exacto. No te agobies, ahora, vive tu vida. Cuando llega, todos, pecadores, santos, demonios, ángeles, pasamos por la piedra.

- No podré defender a mi familia, decrépita, vieja...mírame ahora...¡La he cagado! ¡Nadie me respeta ya!

Azazel se moría de risa, de repente me tomó por la cara, me levantó en peso.

- Cariño, olvídate de la sangre, dolor y lágrimas, se trata de brindar beber y sexo. Cuando tu cuerpo y tu mente se sincronicen, sabrás defender a tu familia. Has ido a defender a tu sobrina ante el rey, la reina y el gran duque. ¡DIME SI ESO NO ES TENER PELOTAS!- Pegó su cara a la mía.

- Oh...Evelyn...la que da vida...Ese duque, esa mierda llamada Astaroth, te teme, querida. Te teme, porque nuestro linaje, vio crecer las estrellas, el mundo...deberías haber visto, cómo de hermoso era el mundo en sus orígenes...y allí estábamos, coronando el mundo...¡todo gracias a nuestro señor Satanás! ¿Dime, Evelyn, cariño? ¿Quién crea una raza, eh? ¡Sólo un dios, como nuestro señor, y una madre, como la nuestra! ¡No temas, Oh, centinela del infierno, guardiana de los Nefilim, eres una mujer, empodérate, creadora de razas, guardiana de la noche de los tiempos, sin ti, la creación no tiene sentido, pues quien engendra es quien da vida, y quien cría es quien da su sangre por su estirpe!

Me vi reflejada en sus ojos.

- Ahora lo entiendes ¿Verdad? Tu carácter, es tan fuerte, tan poderoso, que ningún demonio, es capaz de comprenderlo, sólo los nobles. Te infravaloras, y sólo por ser madre luchadora, eres el ser más fuerte del universo. ¡Ni uno de esos payasos alados lo puede saber! Por eso caí, la belleza de las humanas, es tan hermosa, su cariño, su amor, es algo inimaginable. Por eso aproveché mi poder, para crearos. Mi legado, está en cada humano, todos, tenéis adn Nefilim. Por eso, en la sangre está el poder. En el alma incorruptible por los siglos de los siglos. Ni un agua bendita, ni oración del cielo, podrá con eso. Es mi regalo para ti, Evelyn- Lo tenía cara a cara.

-Ten.

Me dio un anillo.

-El sello de nuestra estirpe. Cariño, y ahora ven, vamos a darte un vestido adecuado para la ceremonia. Se acabó ir por ahí como un trapo, ¡vamos, vamos! - Dijo dando palmadas.

- Señor Azazel...los trajes y yo no somos buena combinación...además, debo vigilar la boda de mi niño.

- ¡Aaah! ¡El amor de una madre orgullosa por su hijo! ¡Tu primogénito es un monstruo en la raza! ¡No te preocupes, confía en mí!

Con movimientos amanerados, me puso un traje, de terciopelo azul cielo, como el suyo, y con un movimiento de mano, lo puso de dos piezas.

- Aaah, mira qué elegante...ahora, un último retoque.

Esparció un polvo sobre mi traje, y parecía una galaxia.

- Esto es...extraordinario...

- Claro, cariño, soy el señor de los caídos- Sus movimientos lo delataban- Ah, y esto es para tu hijo, es nuestro sello, otro anillo más para el principito de la estirpe.

-¿Puedo preguntarte algo?

- Ya sé, ¿Cómo pude engendrar una raza si soy gay? Cariño. Soy bi. El amor, es hermoso, en todas sus variantes, siempre que sea pleno y sincero. No te preocupes por ese imbécil de Astaroth, deja que las cosas fluyan.

- Gracias, no sé como agradecérselo.

- No me las des a mí. Dáselas a la reina. Esa mujer tiene un estilazo.

- Sin duda, bueno, debo irme, señor Azazel.

- Está bien, nos veremos en la boda, cariño- Chasqueó los dedos, y metió el traje de dos piezas en una bolsa- Ve a Rosie's. Ella sabrá que hacer.

- Si, gracias, lo haré.

- No lo olvides, madre. La raza eres tú.

- A su servicio.

Me fui a Rosie's. con el traje, al verme, se alarmó.

- ¡¡Evelyn, cielo santo!! ¿¿Y ese golpe??

- Nada, mujer, calma, una tontería.

- ¡No mientas, cuéntame!

No pasa nada, de veras, vengo de ver a Azazel, cariño.

- Oh, ya veo, viste al gran señor de los Nefilim...

- me dijo que te encargarías de esto- Le mostré la bolsa. Abrió y me miró, esbozando una sonrisa.

- Oh, si...sin duda...vas a estar magnífica...

- Gracias, oye, me largo a palacio, para lo que sea, avísame.

- Claro, cariño, hasta pronto.

En palacio, me dirigí a comer algo, me senté en el comedor.

Me encontraba comiendo en el enorme comedor, adornado con detalles de manzanas, y coronado con una enorme lámpara de araña.

Puse un poco de música en el teléfono.

- Smells like teen spirit...bueno. Me vale.

Lucifer se sentó junto a mí.

Fierecilla, te veo mejor. Cuéntame, qué ha pasado, porque ni el Barón quiso decírmelo.

- Qué cotilla eres, padre. Qué cotilla eres.

- Fierecilla, eres mi niña, ¿Entiendes?

- Mejor no quieras saberlo, padre. Es algo, complicado...

- Fierecilla, casi te pierdo, un poco más, ¿Y cómo hubieras acabado?

Suspiré hondo, dejando mi plato sin tocar.

- Padre...discutimos...y no quiero...dormir con alguien que no es capaz de mirarme con respeto, ¿Sabes?

- ¿¿Te hizo él esto??- Tuve que frenarlo, por que mataría a Seviatán.

- No, no, señor, esto fue una pelea de bar- Dije rascándome la cabeza- Es que...tras emborracharnos, alguien nos drogó, a Seviatán, a Alastor, a mí, y claro...amanecimos en la misma cama...

Lucifer, lejos de enojarse, se partía de risa, dando golpes en la mesa, su risa hizo retumbar la sala.

- ¿¿Así que era eso?? ¡Ay, me duelen las costillas! ¡Cariño, mezclasteis polvo de ángel con cava! ¿Verdad?

- Si...

- ¡Fierecilla, eso es el cóctel que uso yo cuando quiero comerme a tu madre!

- ¡Qué asco! ¡No me des información! ¡No tiene gracia!

- ¡Vamos, vamos, fierecilla, no ha sido más que un desliz, esto es el infierno!

- ¿Acaso te gustaría que sucediera eso con Lilith?

Mi padre, sonriente, se acomodó en la silla de al lado mío.

- ¡QUIERO UNA COPA DE VINO!

- ¡Ahora mismo su alteza!

Un criado todo apurado, vino a servirle, tembloroso.

- Verás, fierecilla. Bien es sabido, que tu madre, se negó, a ser sumisa de Adán. Ese idiota creía que tu madre, era su juguete. Le faltaba al respeto. Hasta que un día, a esa escoria, se le ocurrió ponerle la mano encima. ¿Sabes?

- Mierda...¿Y qué hiciste, padre?

- Mi padre, tomó la copa de vino, y me miró con sorna, mientras tomó un sorbo elegantemente, de aquel vino denso, y de un color precioso.

- Pues mira, te diré. Me encaré con el creador, y aquel día, fue el principio del fin. No por nada, Caín, es hijo del infierno. Esa fue mi venganza. Y le dolió. Vaya que si. Caí junto a tu madre, por suerte. Durante unos meses, no quiso nada conmigo, me miraba con recelo, ¿Sabes? No es fácil ser fiel en un mundo de súcubos, pequeña. Pero esperé, le di su espacio, le di respeto, y ella cedió al fin.

- Pero es que...es la segunda vez que me hace esto...

- Ah...¿Por eso estabas en el hotel?

- Ajá...

- Bueno, fierecilla, sé que los demonios, somos difíciles, pero es parte de nuestra naturaleza, al igual que la rebeldía y el coraje es parte de la tuya. Quédate aquí, el tiempo que quieras. Que se joda un buen rato, que sufra. Y si se pasa de la raya...iremos a pescar- Dijo con una sonrisa macabra.

- No quiero, separarme de él, lo quiero mucho...pero sus celos...siento que voy a tener que armarme de paciencia.

- ¿Y esos celos no tienen que ver con la manera en la que Alastor te mira a veces, mm?-Bebía mirándome de reojo.

- ¿De qué hablas?- Me puse pálida.

- Pues fierecilla, Alastor aún siente algo por ti, aunque lo niegue. Tenéis mucho en común, pero como se dijo, él quiere a Charlie también, y es la madre de sus hijos. Se resigna. Y así debe ser. Pero, debes ser consciente, Harold se pone así por que veía como pasabas más tiempo con Alastor que con él, y ahora esto. Debes poner tierra de por medio, dejarlo sólo en amistad, y no intimar más, eso significa no quedar a solas, no tomar una copa en el bar del hotel...

- No beber su sangre en el cóctel...- Terminé.

-Exacto. Es duro, pero debe ser así- Terminó su copa.

- Bueno, gracias por la charla, padre- ¿Puedo terminar mi comida?

- Claro, fierecilla. La boda del angelito, es después de la de Alexei, ¿Verdad?

- Ajá. Me extraña tan tarde...

- Bueno. Para un ángel, el tiempo es distinto, Evelyn. Me marcho. Piensa en lo que te dije.

- Si, gracias padre. Azazel manda saludos.

- Oh, estupendo. ¿Viste al creador de tu raza?

- Ajá-

- Un sujeto interesante, sabes, mientras los demás nos negamos a acercarnos a humanas, él disfrutaba del mundo. Tiene mucho mundo, ve a verlo más a menudo, con Alexei, le vendrá bien.

- A su servicio.

Me quedé a solas comiendo, ya más relajada.

Aquella tarde la pasé en el gimnasio de palacio, entrenando un poco a boxeo. Adoraba boxear. En solitario, pero lo hacía.

- Ese directo, anda un poco flojo, madre. Deberías entrenarte más, estas perdiendo forma.

- Alexei...- Dije tomando aire- ¿Qué haces aquí?

- Soy Centinela también, ¿Recuerdas?

- Aún no, joven. Te queda mucho, por aprender. Mucho.

- Pero sé lo suficiente, para haberme dado cuenta, de que algo pasa entre mis padres, y que mi madre ha llegado hecha polvo al ensayo de mi boda.

Me di la vuelta, me sequé el sudor de la frente con la toalla, bebí un poco de agua.

- Son tonterías, no te preocupes, ya se arregló todo.

-¿En serio? ¿Por qué no te veo en casa? ¿Por qué estás nerviosa?

- Ay, Alexei. Te he entrenado demasiado bien. Tu padre y yo no pasamos por un buen momento...

- ¡Te dije que no bebieras demasiado!- Se irritó mucho.

- Calma, cielo, calma. Ambos hemos metido la pata. Ya se arreglará, ¿entendido?

- Madre, esto no puede durar, quiero que hables con él, por favor.

Me estiré la espalda, haciéndola crujir.

- Me hago vieja...está bien, Alexei. Está bien. Dame al menos unos días, para recuperarme, por que dime, habéis elegido la boda exprés, lleváis un mes viviendo juntos. ¡Qué poco!

- Ah, eso, Pues, verás, ¿Para qué esperar tanto? Es igual de válido.

- Si te digo la verdad, tienes razón. Oye, hijo, tengo una cosilla, para ti pero te la daré el día de la boda. Bueno, voy ducharme, y a relajarme. Oye, ¿Cómo está el sector nuestro?

- Algo desbordado. Se corrió el rumor de que ya no estás.

- Oh. Pues...habrá que poner orden, ¿No?

- Tal parece- Sonrió.

- Bueno, si no te importa, la centinela se tiene que ir, a patrullar luego.

- Ten cuidado mamá- Mi hijo besó mi cabeza.

- Lo haré, mi niño. Cuídate, y saludos a Monnique.

- Se los daré de tu parte.

Me tumbé. Dormí plácidamente. Aquella noche, volví a patrullar. Volvieron a ver a la Centinela, a saber quién era yo.

Las caras de sorpresa de los pecadores al verme, fueron brutales. Sorpresa, miedo, pánico. Terror. La Centinela había vuelto, había regresado.

Cuando llegué a la mañana siguiente, de patrullar, me topé con la reina, en los pasillos de palacio.

- ¿Evelyn? ¿Cómo tan temprano por aquí?

- Oh, bueno, mi señora, la patrulla no se hace sola.

- Así que la centinela volvió a las calles.

- Es mi cometido.

- Me alegra verte de nuevo en activo, Evy, descansa, buen trabajo.

- gracias alteza.

Una ducha desestresante más, y a la cama.

Las semanas siguientes, fueron de patrullas, recados, preparativos, órdenes, no descansaba ni un momento, aún así, volví a ser yo misma, volví a ser Evelyn Magne.

Estaba charlando junto con el rey, sobre cómo llevar la seguridad, de la boda de mi hijo. Cómo sería la comida, los entrantes, las bebidas.

- Evelyn, cariño, es la boda de tu hijo. Deberías disfrutar.

- Ah, ah. Ahora y más que nunca, me necesita.

- fierecilla, ni yo vigile en la de Charlie, no sería justo, que no lo hicieras en la de tu hijo.

- ¿Quién vigilará si no? ¿Quién vigila al vigilante?

Mi padre me tomó del hombro.

- Fierecilla, soy el rey. No te preocupes...¿Qué te parece, si yo vigilo la ceremonia junto con Satanás, eh? Tu encárgate de lo que quieras, pero disfruta.

- Está bien, gana el rey- dije riéndome.

- Bueno, bueno, fierecilla, dime ¿Cómo va con Seviatán?

- No lo sé. No hablo con él.

- Todavía...¿por qué?

- No sé, no tengo ganas de verlo.

- Algo te dijo para estar tan enfadada.

-Bueno, ya hablaré con él, lo prometo.

- Buena chica. Ahora voy con mis nietos, a elegir sus trajes. O a ver, por que cada vez que voy, se llevan media tienda. Mujeres- Dijo rechistando.

- A mi no me metas...

- No, fierecilla, por suerte tú no. Eres distinta.

Desapareció, y me fui a dar un paseo en moto, por las distintas calles de la ciudad pentagrama, con el viento en mi cara.

Estaba bien, pero me faltaba algo. Me faltaba él.

Estuve un mes sin verlo. No quería hablar con el ni verlo, pero me faltaba él.

Hasta que una noche, El rey me llamó.

- En los jardines de palacio. Junto al estanque.

- A su servicio.

Me dirigí allí, y lo busqué, pero no lo vi. Y allí estaba, al pie del sauce llorón. Al correr las ramas cual cortina, lo vi. De pie, con el sombrero. Elegante.

- Cariño...

- Seviatán...

- No sé que decirte...ni cómo hacerlo...- Parecía nervioso.

- Ni yo, Sevi, ni yo...- Lo tomé de las manos- Lo único que sé, es que te quiero mucho...

- Evelyn mía- Se sacó el sombrero- Hacía tiempo que no me llamaba así- Sé que fui muy duro, y te falté al respeto...

- Yo también la he cagado...quiero decirte, que no debí hacer eso en el Avernus. De haberlo sabido, no hubiera metido la pata...voy a mantener las distancias con Alastor. Seviatán, eres todo para mí...siento no haberte hablado en tanto tiempo, pero, necesitaba estar sola...

- Evelyn mía...- Me tomó de la cintura. No me importa lo que haya pasado, sólo quiero que mi mujer vuelva a casa conmigo.

- ¿Sabes qué? Yo también.

Lo besé suavemente, y me correspondió, abrazándome.

- mi vida. Diosa de mis amores, te quiero. No sé como puedo amarte tanto...

- Sevi... vamos a casa...

Esa noche, sólo me dejé caer sobre mi cama. Y dormí, junto a él, sobre mi pecho.

Me puse a desayunar, a la mañana siguiente, y llegaron mis dos hijos.

- ¡Mami! ¡Qué alegría de verte aquí!

- Mérida, cariño. Ven, siéntate a desayunar.

- ¡Hombre, mamá, ya era hora!

- Alexei, siéntate, mi niño, ¿Cómo va todo esto?

- Pues bien, algo nervioso...mamá...

- Es normal, Alexei, a mi me pasó lo mismo. Sabes, me quedé en blanco, no sabía ni qué hacer, la abuela y Rosie se morían de risa.

- Son unas cotillas...- Dijo Mérida.

- Desde luego, y muy intuitivas. A todo esto, Alexei, cariño, ser centinela es algo jodido, te falta aún, pero, como te dije, te enseñaré. En cuanto te cases, empezarás a patrullar con tu hermana, ¿Entendido?

Los dos me miraron, felices.

- ¡Gracias mamá, gracias!- Mérida saltó sobre mí, prácticamente.

- Bueno, chicos, voy a pedir el ramo, ¿O ya está pedido?

- Llegaste tarde. La abuela Beth se encargó.

- Joder. ¿Entonces yo sobro?

- Mamá, no seas así. Siempre lo organizas todo, disfruta un poco- Añadió Alexei.

- Bueno, pues me largo entonces. Si alguien me requiere, me avisáis, eh.

- Claro.

Fui al despacho de Seviatán, lo encontré agobiado, con mucho papeleo, por la boda de Alexei.

- Hola, cocodrilo- Dijo encendiéndome el puro.

- Hola, Evelyn mía-Dijo, besándome la mano- Qué hermosa que estás siempre. ¿Qué te trae por aquí?

- Vengo a ver mi esposo, ¿Algún problema?- Exhalé humo.

- Todo lo contrario. Tengo unas ganas locas de tomarte- Se acercó a mí, y me sentó sobre la mesa- No puedo estar sin ti, cariño.

- Ni yo sin ti...tenemos que cerrar ciclo, zanjar este asunto...

- Tienes razón- Su sonrisa se dibujaba, maliciosamente.

- ¿Una mamadita reconciliadora?- Dije, bajándole el cierre.

- Por mi encantado-Dijo, tomándome por la cabeza mientras me agachaba- Pero nada de mordiscos.

- Eso fue sólo una vez, Sevi...

- pero me acuerdo, cariño...

- Seré buena, lo prometo.

Le bajé la ropa interior, y su miembro saltó como un resorte. Estaba totalmente dura, erguida, hinchada. Se notaba que llevaba tiempo reprimiéndose. Era una bestialidad. Besé la punta. Pasé la lengua por la longitud, entre sus escamas, disfrutando del momento. Estaba a mi merced, suplicándome por más.

- Oh...si...Evelyn...sigue...

Me tomó por la cabeza, marcando el ritmo con sus caderas, entrando en mi boca. De vez en cuando, me paraba a tomar aire, y el se agachaba, tomándome por la barbilla, besándome, susurrándome palabras de amor.

Me dispuse a terminar lo que había empezado, pero él marcó los tiempos, me agarró, de la nuca, terminando en mi garganta.

- Evelyn mía...eres...una diosa...-susurraba mientras reposaba, tomando aire.

Me levanté, y lo besé. A él le daba igual, y me correspondió.

- Cariño, eres hermosa,a más no poder. Estoy impaciente de ver qué te vas a poner en la boda...

- Es secreto, lo sabes- Dije tocando su cara.

- Lo sé, y me haces sufrir, eres malvada...

- Ése es mi truco- Le guiñé un ojo, mientras se subía los pantalones.

- Bueno, cariño, vuelvo a casa. Ya nos vemos luego, cocodrilo. Te quiero.

Las semanas siguientes, fueron de ajetreo, total. Pero aún así, estábamos impacientes. Mi hijo, seguía planeando la boda con sus abuelos, y claro, nadie sabía de mi traje. Todos me preguntaban.

- Es secreto- Decía riéndome.

Unos dais después, fui a ver a Rosie.

- ¡Evelyn querida! ¿Vienes a por tu traje?-

- Exacto.

- ¡Ven, querida ven, vamos a probártelo!

Me lo puse, con su ayuda. Ni ella tenía palabras.

- Estas magnífica. Deslumbrante.

- Un trabajo digno de ti, Rosie. Vamos a la caja.

Pagué con gusto, y charlé un rato con ella.

- Nos vemos en la boda, cariño.

- ¡Hasta luego, Rosie!

Y llegó el día de la boda. El día donde Alexei, debía dejar claro quién era.

Y vaya si lo iba a demostrar.

Me coloqué el traje, de dos piezas. Azul oscuro, azul nocturnidad, con las estrellas sobre mi traje. Los símbolos brillaban por su ausencia, sólo, el triángulo invertido. Los símbolos llevaría mi hijo, en mi lugar.

Me puse los zapatos, y me arreglé el pelo, dispuesta a todo. Me pinté los labios con brillo, me perfilé los ojos con el lápiz, me puse el anillo, y me fui, en limusina, bien temprano, al gran salón, a recibir a los invitados. Entró la reina.

- Pequeña Nefilim, siempre vestida para la ocasión. Estas espectacular.

- No menos que la madre suprema de todos- Me incliné a besar su mano, con el protocolo. Había gente.

- Tan formal como siempre. Estás radiante. Espero que tu hijo lo esté también.

- Y lo estará, majestad.

- Eso espero.

- Majestad, os acompaño hasta vuestro lugar. Es mi cometido.

Con sumo respeto y solemnidad, la reina pasó a su asiento, donde me despedí de ella con reverencia. Llegaron el rey y Harold. Ninguno de los dos habló. Sólo, se sacaron el sombrero.

- Fierecilla mía, sin duda, Azazel sabe lo que hace. Bienvenida a tu casa, pequeña.

- Majestad- Besé su mano, aprovechó para abrazarme.

- Fierecilla, ¿Dónde está la reina?

- Os llevo con ella, alteza.

Se sentó junto a la reina, sin antes despedirme afectuosa mente de mí. Me quedé a solas con Harold.

- Mon amour...Estás tan deslumbrante que las estrellas se apagan con sólo verte...- Me besó la mano, me puse colorada.

- Sevi...estás tan guapo...cómo luces el traje...

- Mírate...no debo tener celos nunca más. Es más, cielo e infierno deben tenerlos de mí, por tenerte a mi lado- Pegó su frente a la mía- Te amo.

- Y yo a ti...- Me besó, rompiendo el protocolo, carraspeamos levemente, al darnos cuenta de que nos miraban.

- Ejem...cariño, Alexei quiere verte.

- ¿Enserio?

- Ve, está hecho un flan. Ya le di consejos, pero está nervioso. Cosas de chicos, ya sabes.

- Está bien. Espérame aquí.

Fui a la habitación, donde me esperaba mi hijo. Llamé a la puerta.

- Soy yo, Alexei.

- Pasa, mamá.

Entré, y me miró, sorprendido.

- ¡¡Mamá!! ¡¡Estás espectacular!!

- Lo mismo se podría decir de ti, Alexei...¡Mírate! ¡Estás estupendo! ¡Guapísimo, eres clavadito a tu padre, el niño guapo del infierno!

Mi hijo se puso colorado.

- Mamá...no sé como salir...

- Ah, calma- Dije arreglándole la chaqueta- Te saldrá solo, además, siendo tan ocurrente como eres, te soltarás enseguida.

Le adecué la borla del hombro, las insignias.

- Sabes, todo este traje lo diseñé yo, me lo enseñó mi antepasado, a través de los sueños.

- ¿En serio, madre?

- Ajá. Sólo que hubo que ensancharlo, a tu medida, cariño- Dije sonriente.

- Mamá...quiero darte las gracias, por todo.

- No las des. Soy tu madre. Ahora, ve afuera, y cómete el mundo. ¡Ah, se me olvidaba!- Saqué el anillo de la bolsita de tela.

- El sello de tu raza. De la nuestra.

- Oh...es precioso mamá...¿De dónde lo sacaste?

- Ya te diré más tarde, estoy muy orgullosa, sabes. Antes de todo esto, era una indigente. Ahora, os tengo a vosotros. Monnique es buena chica. Te cuidará, o la cortaré en pedazos.

- ¡Mamá!- Chilló asustado.

- Calma, mi niño, calma. Bueno, ahora que vas de gala, voy a darte un consejo: Sé un caballero. Sé magnánimo, pero firme. No te arrodilles ante nada ni nadie. No temas a la vida, ni a la muerte, no mires hacia detrás, sólo hacia delante. Sé servicial, con nuestros señores, pero no temas a decir la verdad aunque te duela, pero sobre todo, no olvides quién eres, y sé tú mismo.

Mi hijo me levantó en peso, y me besó en la mejilla.

- Eso haré, mamá, gracias por todo, gracias por ser mi madre.

- Lo seguiré siendo, siempre, ahora bien, saldré de aquí, para que puedas llevar a esa preciosa novia al altar.

Iba a tomar el pomo de la puerta, pero noté algo raro. Me giré y lo miré.

- Esa cara...esos gestos...oh, Alexei...ese mismo gesto lo tenía tu padre aquella vez, cuando desperté. ¿Cómo?

- Me enteré esta mañana...iba a decíroslo...pero ando nervioso...

Mi cara dibujó una sonrisa, caminé hacia mi hijo, y besé sus manos.

- Mi niño, es el mejor regalo que pudiste darme.

Salí de la sala, temblándome las piernas, el pecho a punto de estallar, y sin aire. Me reposé en la pared, y miré a mi alrededor. Ahí llegaba la novia, junto a mi cuñada, del brazo. Estaba magnífica: vestido de color beige, escote sugerente, tocado nupcial adornado con rosas, estaba tan hermosa, sin duda, una digna esposa para Alexei.

Nos miramos unos segundos, sin decir nada.

- Centinela...- Alcanzó a decir.


- Monnique, estás esplendida. Espero que hagas feliz a mi hijo, y que él te corresponda. Por allí viene el padre a traerlo. Os dejo, Sed felices, y enhorabuena.

Una preciosa sonrisa se dibujó en su rostro, mientras se sonrojaba, moviendo sus orejitas.

- Gracias Evelyn, estás muy guapa en este día.

- Igual. Helsa, me alegro de que vengas tan espléndida.

- Luego hablamos enana- Dijo sonriendo.

- Desde luego.

Me dirigí al salón, pasando al lado de Seviatán, que me dedicó una seductora mirada, mientras pasaba junto a él, besando mi mano.

- Mi hermosa...

Le guiñé un ojo, y me puse en la puerta del salón, a tomar aire.

- mierda...me van a matar...

Respiré hondo, traté de calmarme, eran tantas emociones en un solo día, demasiadas. Iba a darme un infarto.

"Fierecilla, siéntate junto a mí"

"padre, Charlie está para eso"

"la tengo junto a mí, pero quiero que te sientes en primera fila"

" padre, necesito respirar un momento, me va a dar algo"

"Te noto muy nerviosa, ¿Va todo bien"

"Demasiadas emociones en un solo día, padre. Me hago vieja"

" Vieja la ropa, fierecilla"

Me reí ante la frase, reposando en la pared.

"Padre, quiero contarte algo"

"Adelante, esto es seguro y lo sabes"

"Cuando salga la novia, ¿Podrías tantearla? Sé que eres capaz de notar signos vitales"

"Ah... De acuerdo, fierecilla, siéntate ya, por Satanás"

"No puedo...mis nervios, padre, mis nervios"

"Entiendo, fierecilla, ¿Qué tal si te quedas junto a la puerta? Así vigilarás, y podre verte"

"Gracias, padre todopoderoso"

" De nada, cariño, de nada. Ve, y siéntate allí. Hay un puesto de honor. Cuando entren, Ve a sentarte junto a mi, ya que Charlie dará la entrada con su magia"

"A sus órdenes"

Me dirigí a la entrada, toda nerviosa. Pude ver a Scarled, que me saludó.

-¡Dios todopoderoso! ¡La estirpe de Azazel!

- Cómo me conoces, Scarled. ¿Todo bien, cariño?

- Si, madrecita, qué nervios... Evelyn, ¿Querrás ser mi Dama de Honor?

- ¿Yo?

- ¡Claro, por fa!- dijo suplicando.

- Claro, que si, por mi amiga, lo que sea, ahora vete, y disfruta de la boda, debo quedarme aquí.

"Satanás, poderoso, ten piedad de mí, ten piedad de los míos. De mi estirpe, ten piedad, te suplico"- Susurré en voz baja.

"Hija mía, siempre en mis oraciones" La voz ronca de Satanás en mi cabeza, me asustó.

"Mi señor, gracias por velar por mí"

"Soy el señor de los caídos. Ten piedad tú por mi familia, Centinela, vela por ellos, pues son blanco de envidias y conspiraciones de palacio. El enemigo está cerca. Demasiado"

" Lo sé, padre, pero ¿Qué puedo hacer?"

"Sigue rastreando, Centinela. Sois uno solo. Sois muchos. Ésa es la clave"

"No entiendo"

" Lo harás, con ayuda de nuestro señor, Lucifer. Quien trae la luz. Confiad en él, por los siglos de los siglos"

"Amén"

Eso provocó la risa de Satanás, que hizo que retumbara todo el salón, y que los asistentes callaran.

- ¡Parece que nuestro señor Satanás hace acto de presencia, y disfruta de la boda, Salve Satanás, gloria al caído, por los siglos de los siglos!- Exclamé para suavizar el ambiente.

-¡¡Gloria al caído!!- Exclamaron todos.

Entraron los novios, radiantes, de las manos. Se pararon ante mí, mi hijo, hizo una reverencia al vente, Tomé su cabeza, y la pegué a la mía.

Con una mirada, ya sabíamos todo. Desfilaron, hacia el altar. Lucifer, cambió su atuendo, y se dirigió al altar.

- Los anillos, por favor.

Helsa sacó los anillos, bien nerviosa, y se los pasó a los novios.

- Monnique. Con este gesto, te desposo.

Ella hizo lo mismo, con Mi hijo.

- Alexei, con este gesto, te desposo.

Entonces, salió la voz ronca, de Satanás. Por protocolo, Seviathán debía pedir permiso a Satanás para consagrar le ceremonia. Se acercó, sacándose el sombrero, e inclinándose ante él.

- Satanás, todopoderoso, señor del infierno, quien reina por la eternidad, consagra a esta joven pareja, da tu bendición a esta ceremonia.

Satanás Miró a Seviatán, y tocó su cabeza con un dedo. Hizo aparecer dos cálices, y entregó uno a cada novio, que, entrelazando sus brazos, bebieron uno del otro.

- En nombre del caído, del señor de Luz, de Satanás, el adversario, de Lilith, madre de todos, bendigo esta ceremonia, este matrimonio. ¡¡SEMHAFORASH!!

- ¡¡SEMHAFORASH!- Gritamos todos. Terminó el protocolo, me senté junto a la reina y Charlie.

- Evelyn, estás nerviosa, cariño...

- majestad...

Llegó Helsa.

- ¡¡Enana, qué bien te veo!!

- ¡Helsa, que bien que viniste con...!¿¿Jason??

- ¡Aloha, kaikaina!- Dijo con su actual calidez.

-¿¿Qué haces aquí??

- Oh, Helsa me invitó, y vine con el permiso del rey. ¡Qué grande está Alexei, es un hombretón!

- Si, es un portento, gracias por cuidar de él, y de hacerlo un hombre, Jason, aprendió mucho allí.

- Enana, quiero decirte que estoy con Jason, pedí bendiciones a mis padres, y lo hicimos oficial hoy.

Me quedé sin habla.

- Felicidades. Jason, Helsa, cuidad el uno del otro.

- ¡Gracias, Kaikaina! ¡Tengo algo para ti!

Sacó un collar, con un colmillo.

- Es de un tiburón tigre. Lo maté hace unos días, y lo hice para ti. Te dará valor.

- Gracias, hermano, gracias.

- Jason, aprovechó que estaba de pie, para tomarme en peso.

- ¡Gracias a ti, kaikaina!- Dijo riéndose.

- Bueno, vamos comer algo, ¿Os parece?

- Claro, enana- Dijo Helsa.

Todos fuimos al festín, donde me senté junto a mi hijo. Charlie hablaba conmigo.

-¡Evelyn, menudo traje!

- Gracias hermanita. Estás deslumbrante, tanto como padre. Heredaste la elegancia de madre y la belleza de padre, sin duda.

- Gracias Evelyn, siempre tan modesta,¡Alexei, eres el niño guapo del infierno, le quitaste el título a tu padre!

Reímos todos, mientras Jason y Helsa le daban un sobre a Alexei.

- Esto es un regalo, pequeño Alexei- Dijo Jason.

- Oh, a ver...¡Vaya, unas vacaciones en Hawai!

- Es en el alojamiento turístico que hicimos, para recaudar para la Ohana. Está muy bien, espero que lo disfrutéis.

- ¡Gracias!

Monnique estaba muy callada, pero feliz. Aprovechamos los momentos del pastel, para hablar entre nosotros.

- Hijo, tengo esto que darte, de parte mía, y de tu madre.

Le lanzó las llaves del coche que habíamos elegido entre los dos.

-¡Papá!

- Calla, hombre, y disfrútalo.

- Gracias...muchas gracias.

Aprovechamos el momento de comer el pastel de boda, para hablar entre nosotros.

- Evelyn, te noté algo nerviosa, estás estresada, por lo que veo.

- Monnique, la boda, ya sabes, y este cuerpo mío. Mi espalda, cariño.

Monnique puso la mano sobre mi pecho.

- El tabaco. Te está matando, Evelyn.

Me puse pálida. ¿Cómo sabía estas cosas?

- No te preocupes, me queda mucha guerra por dar, soy una hija de perra muy dura de roer, sabes.

- De eso no me cabe duda, tu hijo te tiene en estima.

- Eso parece, Monnique, ahora que deberás cuidarte más, quiero darte esto- Me saqué del bolsillo un anillo.

- ¿Qué es este sello?

- Es, el sello mío. Si alguna vez, andas en peligro, llámame. ¿Conoces el mantra de Luxfer?

- Eh...no...

Se lo susurré al oído.

-Recítalo, cuando te veas en peligro. E iré a por ti, no estarás sola, ni con Alexei, ni conmigo.

Ella se lo puso, feliz.

- Cuando vuelva, pásate por mi apartamento, hablaremos de esos problemillas de salud.

- Claro, no te preocupes. Todo irá bien, irá muy bien, te lo prometo, Evy, eres muy buena chica. Cuida de mi hijo.

- Lo haré, a todo esto, Lucifer te reclama, y quiero bailar con mi esposo.

- Claro, cariño, claro.

Me senté, junto al reír, que me ofreció una copa de cava. Bromeaba sobre los novios, junto a mí.

- Así que vas a ser ab....- Le tapé la boca.

- ¡Cállate Satanás!

La reina, que se encontraba a unos metros, reía, con discreción.

- Está bien, fierecilla, no diré nada, jajaja, estás bien nerviosa...

Entre los invitados, apareció él.

- Oh, mierda...

- Déjame, fierecilla.

- Majestad- Se inclinó respetuosamente.

- Astaroth. Qué bien que hayas venido.

- No podría perderme un enlace en palacio, aunque no sea de sangre noble.

-Me levanté, colérica.

-Retírate o te hago pedazos.

- Calma, fierecilla, calma. Duque Astaroth, Alexei es un Magne, y un Von Eldritch. Lleva la sangre real en sus venas. Ha luchado codo con codo junto a mí. Exijo un respeto.

- Mis disculpas, señor, será que me resulta ver raro a seres nacidos tras la caída, ocupar altos cargos, ¿Qué ha sido de los grandes poderes de la trinidad infernal?

- Los grandes duques, señores, como tú, siempre están gobernando en el infierno, por que ya sabes lo que dijimos una vez.

- Mejor reinar en el cielo, que servir en el infierno, cierto. Espero que nuestra querida Aradia, esté a la altura, digna como su nombre indica.

- Lo está. De eso no tengas dudas, duque. Lo sabes perfectamente. Ni lo menciones. Astaroth, no me enojes.

- Perdón mi señor- Se inclinó, temeroso de Lucifer.

- Bien, ahora, retírate, el pacto está hecho.

- A la orden del gran rey me retiro. Centinela...- Me miró con desprecio.

- ¿Qué mierdas se cree que hace? ¡Padre! ¡Exijo una explicación! ¿¿Cómo lo invitaste?? ¿De qué pacto hablas?

- Fierecilla, vamos a hablar, como Centinela, debes saber el plan, y el pacto.

Créditos de la imagen;

https://twitter.com/noi_mirage?lang=es

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