Safari, a la caza de tu amor...

By Antia_

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Noa es la hija de un importantísimo empresario valenciano, que lo tiene todo en la vida. Pero un hecho impor... More

Sinopsis
Prólogo
Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 13
Capítulo 14
Capítulo 15
Capítulo 16
Capítulo 17
Capítulo 18
Capítulo 19
Capítulo 20
Capítulo 21
Capítulo 22
Capítulo 23
Capítulo 24
Capítulo 25
Capítulo 26
Capítulo 27
Capítulo 28
Capítulo 29
Capítulo 30
Capítulo 31
Capítulo 32-parte 1
Capítulo 32-parte2
Capítulo 33
Epílogo

Capítulo 3

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By Antia_

Cuando Noa llegó al comedor ya había gente sentada cenando. Se había pasado la tarde con Asha entre el despacho y la recepción. Los lunes y los domingos eran los días de tránsito y los más ajetreados. Los primeros, porque era cuando llegaban los clientes y había que enseñarles el hotel y sus instalaciones, además de alojarlos en su bungalós. Y los segundos; porque era cuando se marchaban los clientes y había que despedirlos y ayudarlos con sus equipajes. Su compañera le explicó en qué consistían básicamente las obligaciones del director del hotel, y fundamentalmente eran de relaciones públicas y trabajos administrativos. Así que después de pasarse la tarde con todos esos menesteres, Asha la obligó a ir a cenar, pues no llevaba más que con un sándwich desde el almuerzo.

Cuando llegaron a la mesa ya había varias personas sentadas y hablando animadamente entre ellos, entre los cuales se encontraba Alonso.

-Buenas noches. -saludó antes de sentarse.

-Buenas noches. -contestaron los demás, menos él.

-Jefe Alonso, ¿hago yo las presentaciones o las hace usted?

-Por favor. -le indicó haciendo un gesto con la mano para que fuera ella quien la presentara.

-Como ya todos sabéis, ella es Noa Montalbo, la hija de don Diego Montalbo y la nueva directora de Resorts Montalbo.

-Bueno de momento solo soy tu ayudante Asha. -señaló con una sonrisa, a la vez que le echaba una mirada incisiva a Alonso.

Y éste dejó la servilleta encima de la mesa y se reclinó en la silla preparado para el siguiente ataque. Pero se quedó con las ganas cuando ella prosiguió.

-Y tengo que decir que estoy aprendiendo mucho a tu lado.

-Gracias. -Contestó la mujer con timidez. -Me gustaría presentarle a Derek Miller, que aparte del jefe Alonso es el otro guía que trabaja aquí. Y su ayudante y ranger o como ellos se definen, vigilantes de África, Shukrani.

-Encantada. -saludó a ambos asintiendo con la cabeza. -No sabía que había otro guía. -comentó extrañada.

-En este resort disponemos de dos paquetes vacacionales. -le explicó Asha.-El Montalbo Edén, que es el que lleva el jefe Alonso, que consiste en que los clientes pueden hacer excursiones diarias que duran varias horas, pero siempre vuelven al finalizar el día y pernotan en el complejo. Y Montalbo Deluxe, que es el que lleva el guía Derek y consiste en un viaje de cinco días explorando el parque nacional Aberdare, la reserva nacional Samburu, el parque y reserva nacional Lago Nakuru y por último la reserva nacional Masai Mara.

-Cuando quiera puede venir con nosotros, será un placer enseñarle este increíble paraíso. -se ofreció Derek.

-Gracias, pero de momento tengo mucho trabajo aquí y la verdad no sé si estoy preparada para hacer un viaje así.

- ¿Por qué dice eso?

-Es que los animales y yo no nos llevamos precisamente muy bien que digamos.

-Pues entonces no ha venido al lugar más indicado. -murmuró la mujer morena que estaba al lado de Alonso con sarcasmo.

Noa la miró con suspicacia y comprobó que él se sonrió con ironía.

-Por eso no se preocupe. Le puedo asegurar que estando conmigo no sufrirá ningún daño. -declaró Derek obteniendo nuevamente su atención.

Ella no dijo nada solo sonrió, y Asha aprovechó ese momento para presentarle a los demás comensales.

-Con el guía Derek también viaja la doctora Sofía Albricci.

La mujer la saludó con frialdad y volvió a su conversación con Alonso, el cual le estaba prestando un especial interés. Y en ese momento Noa se preguntó si no habría nada entre ellos dos, pero dejó la cavilación cuando la ayudante procedió a presentarle a la última persona sentada a la mesa.

-Y finalmente le presento a Asir, el ayudante y ranger que trabaja con el jefe Alonso.

Lo saludó cordialmente, y Ajani uno de los camareros, se acercó a ella en ese momento para pedirle que se sentara en la cabecera de la mesa, justo enfrente de donde estaba Alonso. La cena transcurrió sin incidentes y de manera agradable, ya que Derek era un excelente conversador, a no ser por las miradas intensas que le lanzaba el otro guía y que ella intentó ignorarlas porque la hacían sentir incomoda. Y se preguntó qué era lo que él pretendía con esa actitud, e intentando demostrarle que no la intimidaba charló y rio todas las gracias y anécdotas que contaba su compañero de mesa. Cuando terminaron de cenar, Noa se disculpó alegando que estaba muy cansada y que se iba a descansar, y Derek se ofreció a acompañarla hasta su bungaló.

- ¿Tiene pensado quedarse mucho tiempo?-le preguntó el hombre mientras paseaban tranquilamente hasta su cabaña.

-No lo sé. Todo depende de lo que mi padre decida.

- ¡Oh!-Exclamó contrariado. -Pues espero que sea por mucho tiempo. Siempre es agradable ver una cara bonita por aquí.

Ella sonrió traviesa.

- ¿Estás intentando coquetear conmigo?

- ¿Y si fuera así?-le preguntó él con una sugerente sonrisa.

-Pues te diría que vas demasiado deprisa vaquero. -le respondió dejando atrás los formalismos.

El hombre soltó una carcajada divertida.

-Es que mañana tengo que marcharme de excursión y ya no te voy a ver hasta el domingo, así que con tan poco tiempo tengo que desplegar todas mis armas de seducción. Además no sé por qué, pero tengo la sensación de que no te molesta que un hombre te dedique halagos.

-Quizás tengas razón o quizás no la tengas. -le contestó con ambigüedad. -Pero te puedo asegurar que esta noche no lo vas a descubrir.

- ¡Vaya es una pena!-Manifestó con evidente pesar. -A lo mejor para la próxima vez.

- ¿Quién sabe? A lo mejor. -le dijo divertida.

- ¿Y qué tal está Daniel?-Le preguntó cambiando de tema. -Tu hermano fue el que me contrató hace tres años y me cayó muy bien. Es un tipo muy divertido.

Ella no pudo evitar ponerse tensa.

-No lo sabía. -le confesó. -Pensé que había sido mi padre el que te contratara.

-Bueno en realidad así fue. El señor Montalbo tuvo la última palabra, pero fue gracias a que conocí a tu hermano en una fiesta en Miami, y por su recomendación es que conseguí el empleo.

- ¿Eres americano?

-Sí, aunque yo soy de Texas. Pero estaba de vacaciones en Florida cuando conocí a tu hermano.

-Ajá.

Y el hombre arrugó el ceño cuando se dio cuenta de que ella desviaba la mirada y se paraba a recoger una flor del camino.

- ¿He dicho algo inconveniente?-le preguntó preocupado al ver que ella evitaba seguir hablando del tema.

-No... claro que no.

- ¿Te molesta hablar de Daniel? ¿Acaso te llevas mal con él?-le preguntó intrigado.

Noa empezó a caminar más deprisa mientras miraba de un lado a otro con atención.

- ¿No me habré pasado la cabaña verdad? Es que soy tan despistada que no me extrañaría nada que la hubiéramos dejado atrás.

-No, tranquila, es justo esa. -señaló la que tenía a unos diez metros delante.

-Ah bueno, pues creo que ya hemos llegado.

- ¿No te apetece seguir caminando un poco más? Hace una noche preciosa y todavía es temprano.

-No Derek, en serio. Ha sido un día muy largo y todavía tengo que deshacer las maletas y acomodar todas mis pertenencias. Y después lo único que deseo es darme una ducha y meterme en cama.

- ¿Quieres que te ayude?

Noa se echó a reír.

- ¿A qué?

-A las tres cosas si te apetece. -le contestó con picardía.

-No, gracias. Creo que podré apañármelas yo sola.

-No me importa.

-Ha sido un placer conocerte. -se despidió, intentando cortar tanta insistencia. -Ten cuidado allá afuera y nos vemos el próximo sábado.

-Está bien. -Suspiró el hombre dándose por vencido. -Para mí también ha sido un placer conocerte, y ya estoy deseando que llegue ese día.

Ella se giró y subió las escaleras que daban a su cabaña.

-Adiós Derek.

-No preciosa, esto no es un adiós es un hasta luego.

-Hasta luego entonces. -le confirmó, para después abrir la puerta de tela y meterse dentro.

***

- ¡Oh Dios, qué gusto!-exclamó aliviada al sentir el agua resbalar por su cuerpo eliminando el estrés de todo el día.

Por fin Noa estaba dándose esa tan ansiada ducha, después de tardar un buen rato en organizar todas sus cosas, cuando de repente la luz se fue.

- ¡Maldita sea!-masculló contrariada.

Procedió a enjabonarse deprisa para salir lo antes posible, ya que eso de ducharse a oscuras no le apetecía nada. Y no pudo evitar soltar un pequeño grito de sorpresa al notar el agua helada en su cuerpo, para a continuación maldecir y jadear mientras intentaba darse prisa en acabar de aclararse.

- ¡Auch! ¡Oh, Mierda!-Siseó de frío para continuación volver a despotricar. - ¡Ay, ay, ay...! ¡Mierda... mierda!

Cuando de repente alguien entró como una tromba en su cabaña.

- ¿Qué ocurre? ¿Estás bien?-preguntó Alonso, mientras observaba la estancia de arriba abajo con una linterna, buscando el motivo de los gritos que había escuchado.

Pero se quedó de piedra al encontrársela desnuda debajo del agua. Y no pudo dejar de admirar esa piel blanca y perfecta, coronada con un precioso trasero firme y en forma de corazón que le hizo la boca agua, para a continuación excitarse inmediatamente.

- ¡¿Pero qué estás haciendo imbécil?!-Le gritó colérica cuando advirtió quien era. - ¡Sal ahora mismo de aquí!

Ella se giró intentando ocultar su desnudez con los brazos y las manos, y él despertó de esa especie de trance en el que había caído.

- ¿Por qué estabas gritando?-le preguntó confundido, al percatarse que no había nada ni nadie peligroso allí.

- ¡No estaba gritando inútil! ¡Y ahora vete de aquí!-le escupió furiosa y avergonzada.

Entre enfadado y divertido le echó un buen vistazo a su trasero para después cruzarse de brazos.

-No, hasta que no me digas porque estabas gritando.

Noa le lanzó una mirada iracunda sabiendo que estaba atrapada. Si se giraba para alcanzar la toalla la miraría como su madre la había traído al mundo, y si no le contestaba se quedaría parado allí observando con detenimiento, tal y como estaba haciendo ahora, sus posaderas.

-No estaba gritando. Lo que pasa que en este mugriento país una no se puede dar una ducha tranquila, y me sorprendí cuando salió el agua fría. Eso es todo.

-Noa, Noa, Noa... -repitió son sorna. - ¿Cuándo aprenderás a ver algo más allá de tus narices? Hay una nota informativa en todas las cabañas, avisando de que por causas ajenas a la empresa a veces sufrimos cortes de suministro eléctrico, por ende de agua caliente también.

-Perdóneme el señor por no ponerme al día tan deprisa como usted quisiera. He estado demasiado ocupada como para fijarme en ridículos papelitos informativos, pero eso no le da derecho a entrar sin ser invitado. Así que deja de mirarme el culo y alcánzame la toalla, ¿quieres?

-Pero que desagradecida eres querida. Entré sin permiso porque tus alaridos me hicieron pensar que estabas en peligro porque algún animal te estaba atacando. Pero está claro que el único peligro que corres es si te muerdes la lengua y te envenenas con tu propio veneno.

-Pues ya has visto que estoy perfectamente y que la única bestia que hay aquí eres tú. Así que date la vuelta para que pueda coger la dichosa toalla.

El guía no le hizo caso y se mordió el labio inferior mientras seguía observando su trasero, única y exclusivamente para molestarla, a pesar de que ella intentaba taparse como buenamente podía. Aunque también tenía que reconocer que era un placer observar semejante espectáculo. Y recordó lo que había podido atisbar esa misma mañana de su delantera, y tuvo que reconocer que estaba muy bien dotada en todos los aspectos.

- ¡Maldita sea Alonso! ¿Quieres pasarme una toalla? ¡Me estoy congelando!-le ladró con impaciencia.

Él levantó una ceja.

- ¿Y cómo se dice niñata?

- ¿Qué?-farfulló desconcertada.

El hombre chasqueó con la lengua mientras a la vez negaba con la cabeza.

-No aprendes, ¿eh?-le sermoneó, y armándose de paciencia le volvió a repetir como si fuera una niña pequeña. -Alonso, ¿serías tan amable de pasarme una toalla...?.

Noa le lanzó una mirada envenenada.

- ¡Te odio!-masculló por lo bajo con los dientes apretados.

Él se llevó una mano a la oreja simulando que no la había oído bien.

- ¿Perdón?

Ella levantó la vista al cielo rogando que algo enorme y duro le cayera a él encima de su cabeza.

-Por favor. -susurró.

-Discúlpame, es que no te he escuchado bien. ¿Decías...?.

-Por favor. -le contestó algo más alto.

-Lo siento. -le dijo fingiendo pesar. -Pero es que con los berridos que pegabas antes me he quedado un poco sordo. ¿Puedes repetirlo?

- ¡Vete a la mierda!-Explotó por fin. - ¡Y como no me pases una toalla y te des la vuelta vas a saber de verdad como son mis gritos! ¡Y si crees que voy a rebajarme en suplicarte vas listo!

Alonso echó la cabeza hacia atrás y soltó una enorme carcajada y después simuló secarse las lágrimas.

-Ay niñata, eres tan divertida cuando te enfadas. -le dijo mientras le acercaba la toalla.

Ella entrecerró los ojos mirándolo con inquina mientras se envolvía en la tela de paño y él encendía el candil.

- ¿Así que te hago gracia?

-No lo sabes tú bien.

- ¿Y eso por qué Alonso? Tu vida es tan patética, triste y miserable que tienes que reírte de las desgracias de los demás.

De pronto el guía se acercó furioso arrinconándola contra el armario y pegando casi su cara contra la de ella, apoyando sus manos a los lados de su cabeza.

-No me rio de las desgracias de los demás, me rio de ti niñata.

Noa levantó el mentón con desafío, observando como sus labios dibujaban una fina línea y después como sus ojos la miraban con rabia.

- ¿Cuál es tu problema Alonso?

-Mi problema eres TÚ.

Y de repente algo en el ambiente cambió. Él posó su mirada en la boca de ella mientras que el olor al carísimo gel de baño que usaba le inundó las fosas nasales, e hizo que una corriente de excitación le subiera por el cuerpo tensándolo. Y lo que antes había sido una simple erección ahora se había convertido en dolorosa erección. Sobre todo cuando también notó como ella reaccionaba al abrir levemente sus labios, y dejaba escapar inconscientemente un pequeño jadeo mientras su respiración se agitaba, haciendo subir y bajar los pechos de forma temblorosa apretados firmemente sobre la tela.

-No sabía que fuera tan importante para ti. -susurró sin poder despegar la mirada de la boca de él.

-No seas tan engreída querida. -Murmuró también acercando más su cara. -Las mujeres de tu clase no me atraen en absoluto.

Durante un interminable minuto Noa no fue capaz de responder. Inexplicablemente la proximidad de ese cuerpo la hacía sentirse débil. El calor que desprendía Alonso y su aroma varonil le estaban embotando la cabeza, logrando que un calor abrasador le subiera por su cuerpo desde el centro mismo de su ser. Se obligó a tragar saliva, ya que la boca se le había quedado seca, para intentar responder algo coherente.

- ¿Mujeres de mi clase?-le preguntó sin saber muy bien por qué.

Éste arrugó el ceño intentando concentrase en la pregunta y no en esa apetecible boca que lo llamaba para que la besara. Y de pronto el embrujo se acabó, logrando que Alonso se apartara de ella furioso consigo mismo, para volverse a continuación y soltarle con resentimiento.

- ¡Exacto! Mujeres como tú, ricas y consentidas que porque tienen dinero se creen superiores a los demás. Mujeres que se lo han dado todo hecho y se creen que los simples mortales estamos aquí solamente para servirlas. Orgullosas y altaneras como tú, que se piensan que hay que adorarlas por el simple hecho de existir. A esa clase de mujeres me refiero niñata.

Noa bajó los ojos dolida por sus palabras.

-Sí, quizás doy esa impresión. -balbuceó sin que él la oyera.

Pero en una cosa Alonso tenía razón, y es que era demasiado orgullosa para permitirle saber que le había hecho daño. Por lo que levantó la cabeza con altivez simulando que nada de lo que le había dicho le importaba.

-Pues si tanto me desprecias, ¿no sé qué demonios haces aquí? Yo no te he invitado a entrar y por supuesto tú compañía no me agrada. -le soltó con desdén. -Así que si no te importa, te puedes ir por dónde has venido.

Y le enseñó la puerta con la mano invitándole a marcharse.

Él se quedó callado durante un segundo para comentar a continuación.

-Por una vez tienes razón, no sé qué demonios hago aquí.

Y dicho esto se giró para marcharse furioso de allí.

***

¿En qué diablos estaba pensando?-se recriminó mentalmente.

Alonso estaba enfadado consigo mismo por lo que había estado a punto de hacer, e impaciente se dirigió a su cabaña para después ponerse a caminar de un lado a otro nervioso como un león enjaulado. Porque durante un segundo, durante un maldito segundo había deseado besarla con todas sus fuerzas, olvidándose por completo de quien era. Estaba claro que el cansancio y la falta de sueño habían hecho mella en él nublando por completo su raciocinio, porque de lo contrario no tendría explicación. La despreciaba por todo lo que representaba y se juró mantenerse alejado de ella todo lo que pudiera.

- ¡Arrgg!-exclamó desquiciado mientras soltaba un puñetazo al aire al imaginársela de nuevo desnuda.

El haberla visto de esa manera no le hacía fácil la tarea de ignorarla. Recordó nuevamente su cuerpo mojado, su piel blanca y suave, su trasero con esa preciosa forma de corazón que no había visto antes en su vida... Evocó el aroma de su piel recién bañada, su respiración entrecortada, como sus pechos trémulos se agitaban....

- ¡BASTA!. -escupió iracundo cuando volvió a ponerse duro.

Tenía que encontrar la manera de borrar esas imágenes de su mente y tenía que hacerlo a como diera lugar.

******************************************

Bueno hasta aquí el capítulo de hoy. Siento el no haber actualizado antes pero me ha sido totalmente imposible. Espero haberos compensado con este encuentro tan... ¿Cómo lo diría?. Un encuentro entre los dos tan ridículo e intenso a la vez.

Espero que os haya gustado y si ha sido así ya sabéis... como siempre votad y comentad.

Un bico. =)

P.D: En la foto multimedia están los dos protagonistas.

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