Sus labios eran suaves, demandantes y se amoldaban sobre los míos. Tal y como yo recordaba.
Cerré los ojos en el mismo momento en el que sentí la calidez de su boca, aún sabiendo en un rincón recóndito de mi cabeza que debería apartarle... Solo que no quería hacerlo.
Por dentro me sentía viva de nuevo. La emoción aleteaba desde el fondo de mi estómago, mandando chispas de energía y adrenalina por el corriente sanguíneo. Mi piel, cada célula, echaba de menos su tacto, su toque, sus besos...
Devolví el beso con un entusiasmo que hasta a mí me sorprendió. Rodeé su cuello con mis brazos, atrayéndole más hacia mí mientras sus manos comenzaban a acercarme a su cuerpo.
Me fundí en el sabor de su boca, en nuestros labios unidos, en la cercanía de su estómago contra el mío y mi pecho hundiéndose en felicidad y recuerdos a su lado.
La gente, la plaza, Roma entera desapareció, y solo estábamos él y yo, en aquel momento. Durante unos segundos, mi cerebro desconectó, dejándose llevar por aquel beso que me transportaba al pasado y hacía calentar mi sangre.
A aquellos momentos robados en su habitación, en la parte trasera de la central del pollo frito. A cómo sus dedos se amoldaban a mis caderas, justo como en aquel momento, y los pulsos de electricidad que mandaban por todo mi cuerpo, humedeciéndome y calentando al mismo tiempo.
Como en aquel momento.
A los recuerdos.
—Jax... —gemí.
El gruñó contra mi boca, demandante, pidiendo más, acercándome más.
Pero fue en aquel momento, cuando me escuché a mí misma susurrar su nombre, que mi cerebro empezó a conectar.
¿Qué narices estaba haciendo?
Bajé las manos de su cuello hacia sus hombros, después a su pecho, y las estiré para poder poner resistencia y apartarme de él.
En realidad, realizar aquella acción me estaba costando muchísimo esfuerzo.
Sin embargo, Jax no opuso resistencia cuando mi cuerpo se alejó del suyo. Sus manos se deslizaron por mi cintura, hasta caer a los lados dejándome ir.
Todavía con los brazos estirados entre ambos y las manos extendidas en su pecho, poniendo distancia entre ambos, nuestros ojos se miraron. Teníamos la respiración agitada y estaba segura de poder escuchar los latidos de mi corazón.
¿Aquel beso le había revuelto por dentro tanto como a mí?
Creía conocer la respuesta.
—Lo siento —dijo de pronto.
Alcé las cejas sin bajar las manos de su pecho.
Una parte de mí decía que era para asegurarse de que continuaba manteniendo la distancia.
Otra sabía que, de esa forma, seguía tocándole.
Jax insistió:
—Lo siento, no debí besarte.
—No, no debiste hacerlo.
En realidad, no sabía qué estaba buscando. ¿Un "me arrepiento de todo y quiero estar contigo"? ¿Quizás un "en realidad sí te quiero"? ¿Un "No te he olvidado, Olivia"?
Pero Jax no era así. Él nunca me diría algo sacado de una novela de wattpad, o de mi imaginación, condenada al romance eterno.
Lo único que había pasado allí es que él y yo teníamos química, y eso era algo innegable. El problema estaba en que para mí era más que solamente química, y que para él, no podía arriesgarse a que fuese más.
Había cortado lo que teníamos antes de que pudiera suponer algo para sus sentimientos. Y lo haría de nuevo.
Ninguno de los dos estaba hablando, pero teníamos que salir de esa situación. A ser posible sin lanzarnos indirectas cargadas de malicia que pudiesen herir al otro. Por eso acabé siendo yo la que dijo:
—Lo entiendo, ¿vale?
Los ojos de Jax me observaron entrecerrados. Quizás debía explicarme mejor.
—El beso me ha encantado, ¿de acuerdo? —confesé, haciendo que sus cejas se alzaran—. Tú me encantas, y lo sabes de sobra. Pero esto no puede ser.
Continuó sin decir nada. Se quedó en silencio, dándome pie a que continuara. Tragué saliva e intenté poner en orden mis pensamientos, que seguían en una especie de cortocircuito por culpa de aquel estúpido beso.
—Ya hemos pasado por esto, y sabemos que no sale bien.
Me dolían mis propias palabras, porque hubo un momento en el que pensé que sí lo conseguiríamos.
—Lo sé —admitió tras unos segundos.
Claro que lo sabía.
Él era quien puso fin a todo.
Despacio, las palmas de mis manos fueron cayendo, rompiendo cualquier encanto que pudiese quedar en el momento.
Jax me había dado la razón en pocas palabras: la química nos movía, y en realidad aquello no fue nada.
Y mierda, si no era nada, ¿por qué narices me dolía?
—¿Entonces por qué lo hiciste? —Le reproché.
Seguía sofocada, sin haberme recuperado.
—Tenía ganas.
Era una respuesta demasiado vana.
Las puntas de mis dedos picaban. Estar allí, en Roma, con el chico que te gustaba, parecía un sueño. Sin embargo, Jax se encontraba lejos de ser esa persona. Estaba ahí, para mí, pero no como quería.
—No puedes besar a alguien solo porque tengas ganas —le recriminé.
Aunque en realidad yo también quería que me besara. Con fuerzas. Incansable.
Sus ojos brillaron sobre los míos, recordándome los momentos a solas que había dejado aparcados. La vibración de mi cuerpo, y las ganas que le tenía.
Mierda.
Esto era un problema gordo.
Por suerte mi teléfono comenzó a sonar nuevamente, rompiendo el instante con una canción de Taylor Swift.
Me alejé de él para contestar. Reconocí el nombre de mi tía.
—¿Sí?
Mientras respondía a preguntas cómo:
"¿Dónde estábamos?"
"¿Estábamos bien?"
"¿Estábamos vivos?".
Regresé junto a Jax tras prometer al menos durante cinco veces a mi tía que seguía viva y sana. No se fiaba después de nuestra pequeña huida.
Cuando colgué, me volví hacia el lo justo para murmurar:
—Será mejor que vayamos con tu padre y mi tía.
Y me giré, tratando de buscarles con la mirada, porque se suponía que estaban al caer. No tenía ganas de seguir con aquel juego. Me negaba a volver a caer, a enamorarme más de él y acabar con el corazón roto.
Una y no más, se ha dicho.
Comencé a caminar hacia el interior de la plaza, pero entonces unos dedos suaves rodearon mi muñeca, frenándome.
Las cosquillas se instauraron en mi estómago mientras me volvía para poder enfrenar a Jax. Mierda, mi fuerza de voluntad era más débil de lo que pensaba. Mucho más.
Sin embargo, al mirarle, él estaba serio. Todavía sujetándome, dijo:
—Tienes razón. No volverá a pasar.
—¿No volverá a pasar? —Repetí.
—No voy a besarte de nuevo.
Su pulgar hizo suaves círculos sobre la piel de mi muñeca, mandándome escalofríos. Abrí la boca para hablar, pero no salieron las palabras. Jax continuó.
—Porque tienes razón, Olivia. No quise una relación, pero tú... —cerró los ojos durante unos segundos, a él también le costaba expresarse.
Sentí cómo me latía el corazón en la garganta. Cuando volvió abrirlos, el brillo en ellos me atravesó directamente.
—Te prometo no volver a besarte, a menos que tú me lo pidas.
Casi me hizo reír por su atrevimiento. Casi.
—No voy a pedirte nunca que me beses.
Una sonrisa traviesa curvó sus labios.
—Nunca digas nunca, piojosa.
¡Feliz miércoles, familia de wattpad!
Ayyyy, jo. Lo siento. Os he hecho esperar.
Y he disfrutado, perdón xD
¿Os cuento un secreto? En mi ordenador ya voy por el capítulo 21, y sé MUCHAS COSAS que pasarán :) Como qué narices está pensando Jax y por qué actúa así :)
Este verano va a ser importante para él y su vida ^^
Os mano un abrazo enorme porque en nada (viernes) nos vemos,
Andrea :)
PD. ¿Alguien quería más besos?
¿Alguien piensa que me adelanté al poner ya este beso? 🙈 Fue culpa de los personajes jajajaja
PD2. ¡Ya casi 600 mil visitas a #UPE! No lo creo, jo T-T