Factura al corazón © DISPONIB...

By sophiatramos

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DISPONIBLE EN ESPAÑA Y LATINOAMÉRICA POR NOVA CASA EDITORIAL 💕 --- ALGUNAS DEUDAS SON PARA TODA LA VIDA. Em... More

¡DISPONIBLE EN FÍSICO!
Anuncio importante
Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 13
Capítulo 14
Capítulo 15
Capítulo 16
Capítulo 17
Capítulo 18
Capítulo 19
Capítulo 20
Capítulo 21
Capítulo 22
Capítulo 23
Capítulo 24
Capítulo 25
Capítulo 26
Capítulo 27
Capítulo 28
Capítulo 29
Capítulo 30
Capítulo 31 - Especial: Responsabilidades
Capítulo 32
Capítulo 33
Capítulo 34
Capítulo 35 [Final]
Epílogo
POR SIEMPRE EMMA

Capítulo 9

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By sophiatramos

[En Multimedia: Matt diciéndole a Emma una de sus frases épicas]


—¡No juegues! ¡¿Todo eso es de ustedes?!—escupo las palabras a lo que Jane e Isabella sueltan una carcajada inevitable. No se rían de mí, soy nueva en esto de los hoteles refinados y los eventos de gente con poder y dinero. Es más, ni siquiera debería estar aquí, me considero una super-suertuda y no me apena decirlo. 

Debo tomar una foto. Saco mi teléfono y enfoco el hotel en el lente  de la cámara antes que se pase la imagen tan alucinante que estoy viendo. 

—Sabía que te gustaría—declara Isabella admirando también el lugar tan majestuoso que tiene enfrente. Debe estar muy emocionada, porque en poco tiempo verá a Joseph.

La arquitectura del hotel es perfecta. Si mi intuición no me falla, está inspirada en un hotel estilo arábico. Es blanco, lo que me hace sospechar que es el color favorito de los Sinclair. 

Tiene un ambiente muy particular: tan cálido que incluso desde afuera se siente relajante. Una atmósfera que transmite la sensación que cada espacio debe ser descubierto. 

Creo que lo que más me gusta es la piscina que colocaron enfrente del hotel. El agua, con la ayuda de las luces nocturnas, reflejan espléndidamente el trabajo incansable de un arquitecto muy talentoso. 

Jane da una vuelta entera antes de pasar por la entrada principal. Quiere que vea todo en detalle, como si fuese un cliente nuevo. Luego, se dirige hasta el pabellón principal, donde tres hombres uniformados con saco y corbata nos reciben con una sonrisa cortés en su rostro. ¡Qué maravilla el servicio! Punto para los Sinclair. 

Bajo del auto sintiéndome como toda una estrella de cine y luego una fría brisa nocturna mueve mi cabello de lado a lado, lo que hace que tenga que sostenerlo con ambas manos para que no se arruine el trabajo de Stephanie. 

Siento una pizca de decepción en ese momento. La parte más cliché de mi alma deseaba que Matthew estuviera ahí parado, en la entrada, con su arma mortal dispuesto a recibirme, pero no lo veo por ningún lugar. 

—Emma—escucho la voz de Isabella desde adentro del hotel. Jane está a su lado y ambas me hacen señas para que las siga, por lo que me apresuro a entrar también.

Hay un montón de personas más dejando su auto en la entrada principal y entrando al lobby. Todos se ven tan refinados y podridos en dinero que siento que no pertenezco ahí, pero mi vestido disimula tanto mi pobreza que no me siento mal conmigo misma. Lo sé, lo sé, debería tener el autoestima más alto.

—Debo dejarlas aquí—indica Jane. Noto que está empezando a sentirse agobiada, seguro debe coordinar muchas cosas y se ha tomado el día libre para acompañarnos a una misión no tan importante. 

Le sonrío sin mostrarle los dientes.

—Gracias por todo, Jane—digo con timidez. Ella me agarra la mano y me ve fijamente a los ojos.

—Fue un placer, Emma—dice tan emocionada que no me lo creo—. Por favor, diviértete hoy con mi hermano. 

Hago que mi subconsciente encadene de inmediato a mis hormonas para que no me traicionen. Así que solo sonrío y mis mejillas no se enrojecen. Bien. 

—Lo haré—digo completamente calmada. 

Jane sostiene la mano de Isabella también.

—Nos vemos en un rato—le dice como si tuvieran que llevar a cabo una logística muy importante. Isabella solo asiente con un movimiento de cabeza y se voltea para mirarme. 

—Sé que estás muy ansiosa por ver a Matt, pero hay algo que debemos ver antes—dice indiscretamente como solo ella sabe hacerlo. Una de mis hormonas se escapa y salta en mi interior. Me sonrojo un poco. 

—No estoy tan ansiosa—finjo neutralidad. 

—Sí, claro—replica Isabella con sarcasmo y me agarra de la mano para luego arrastrarme hasta un ascensor cercano. ¿A dónde rayos vamos? 

Hemos subido más de quince pisos y cuando el ascensor abre la dos puertas de metal, una suite muy lujosa se apodera de mi vista. Abro la boca impresionada para luego reír como estúpida. 

—Bienvenida a nuestra suite presidencial—dice Isabella entrando confiadamente y dando un brinco en el medio, en la sala de estar. Vaya, ella sí que está disfrutando de esta vida y qué bien, porque se lo merece. Da un par de vueltas con entusiasmo extendiendo su brazo y mostrando su mano como indicándome que se la agarre. 

Obedezco y empezamos a dar vueltas juntas en la sala de estar sintiéndonos bellas y multimillonarias. Más ella que yo, por supuesto. 

Me arrastra a cada parte de la suite mostrando todo en detalle: está conformada por tres habitaciones, una sala de estar con dos majestuosos sofás donde creo podría aprovechar para leer a Isaac Asimov... ¡Auch, mi subconsciente me golpea la cabeza! "¡Viniste a divertirte, tonta, no a leer tus patéticos libros!", grita desde mi interior. Tiene razón, la escucharé por esta ocasión. 

En el fondo hay una puerta de cristal que al abrirla, conecta con un balcón desde donde se puede ver todo Palm Springs y más allá. El piso está forrado con una alfombra marrón que combina espléndidamente con las paredes crema. Entiendo de inmediato la intención de los Sinclair al elegir dichas tonalidades: desean crear una atmósfera templada donde el cliente se sienta como en casa. 

Me muestra también el baño, donde el piso es de madera y hay una bañera sobre un mueble del mismo material con velas aromatizantes, frascos con minerales, un par de toallas y unos cuantos lirios como decoración. 

No puedo evitar pensar en ese momento que Isabella se ganó la lotería y me dio una parte. Es la única explicación coherente para que estemos viviendo este sueño juntas. 

Luego, Isabella me conduce a la primera habitación. Indica que ésa será la suya y la compartirá con Joseph, obviamente. Después caminamos a la segunda y cuenta que ésa es la de Jane, con quien dormiré por esta noche y la siguiente. Nos quedaremos dos días, ya que deben supervisar muchas cosas posterior al evento.

Entonces caminamos a la tercera. Antes de abrir la puerta, me informa que éste será el lugar donde dormirá Matt y aprovecha para hacer un chiste.

—Quiero que te mantengas muy alejada de esta habitación, ¿de acuerdo?—dice en un tono burlón. Giro los ojos, ¿por qué querría acercarme demasiado a esa habitación?

Abre la puerta, lo que me permite ver todo el interior. Es cálida como la sala, tiene una puerta al fondo que da con un balcón y una cama inmensa en donde está sentado Matt. 

Espera un minuto, ¿Matt?. Mis ojos se abren demasiado ante la impresión. ¡¿Matthew?! No es una ilusión, Matt está ahí sentado. Primero tenía un rostro de aburrimiento, pero al verme, ha puesto la misma expresión de impresión que yo y creo que hasta peor. 

Isabella suelta una risa con picardía. 

—Oh, quizás debí mencionarte que Matt estaba aquí, ¿no?

Esto es tan típico de ella, pero no tengo ni siquiera voluntad propia para discutirle. Le grito a mi subconsciente que sostenga a mis hormonas, pero me responde que están demasiado descontroladas y que ya no puede más. Las suelta todas haciendo que empiecen a correr encima de mi corazón acelerándolo. 

He olvidado cómo respirar, necesito que mis sentidos me respondan. Aprovecho ese momento para examinar a Matt. Maldita sea, esta guapísimo con su ropa de gala y está viéndome tan impactado como si no me conociera. ¡Oh Dios! ¿Será demasiado lo que llevo puesto? 

—Bueno, misión cumplida—dice Isabella suspicazmente. Cuando mis sentidos me respondan, juro que lo primero que haré será deshacerme de ella. Rayos no, se casa en dos semanas, no puedo hacer tan infeliz a Joseph.

Trago saliva. 

—Diviértanse hoy, niños—declara Isabella dispuesta a escapar por la puerta, pero logro reaccionar a tiempo y le agarro el brazo. Me acerco a su oído para susurrar, procurando que Matt no me escuche. Aunque con lo petrificado que está, en verdad duro que lo haga.

—¿Eres mi maldita Cupida ahora o qué?—digo lo más bajo que puedo, a lo que ella sonríe. 

—Solo quiero que seas feliz, Emma—dice también en voz baja—. Y ese galán que está allá, también quiere que lo seas. Aprovéchalo esta noche, es todo tuyo. 

La suelto. Trago saliva de nuevo. Y antes de darme cuenta, Isabella ha huido de la habitación y de la suite dejándome completamente sola con Matt. No estaba preparada para esto, no sé ni qué decir o qué hacer. Tenía planes completamente distintos. 

Mi subconsciente huye también de la escena dejándome sola. ¡No juegues! Ahora no puedo ni siquiera pelear con mis pensamientos tampoco.

Matt ni siquiera se ha levantado de la cama, está ahí sentado con los ojos muy abiertos y creo que también se ha quedado sin palabras. 

Debo hacer algo, estoy empezando a sentirme incómoda. 

—Tengo...—trato de decir y sonrío—. Como seis mil dólares tuyos puestos encima. 

Por Dios, Emma, qué patética eres. ¿De verdad eso fue lo mejor que pudiste decir en un momento así?

Aun así, logré algo. Veo que el arma mortal de Matt se está asomando por su rostro y he empezado a sentirme más tranquila. Se levanta de la cama recuperando la compostura y se queda ahí parado mirándome desde la distancia. ¿No me va a decir nada o qué? ¿Tendré que hablarle solo yo toda la noche? 

—En realidad creo que son siete mil si cuentas el peinado y el maquillaje y...—estoy por empezar a decir incoherencias y Matt todavía no da señales de que vaya a decir algo. ¡Oh, ya sé! ¡Un chiste de multimillonarios!—. La verdad no sé cómo ustedes hacen para ponerse tanto dinero encima, ¿no temen que les roben o algo? 

No ríe. Sigue atacándome con su arma mortal, pero ahora ha empezado a caminar hacia mí. Empiezo a sentirme nerviosa, ¿qué piensa hacer?

Cuando está enfrente mío, agarra mi mano lo que hace que mi corazón se vuelva loco y lata en las frecuencias más aceleradas que jamás he tenido. 

—Nada de chistes de multimillonarios—suelta las primeras palabras y luego trae mi mano a sus labios besándola. ¡Santo Cielo! ¡Se me va a salir el corazón!—. Estás muy hermosa, Emma. 

Y es ahí cuando en vez de latir, mi corazón se detiene. La fuerza electrizante recorre todos mis tejidos corporales haciéndome sentir más viva que nunca. No puede ser, no puede ser que esté cayendo.

Mis mejillas se calientan como nunca antes lo habían hecho al mismo tiempo que trato de recordar cómo respirar. Estoy tan nerviosa que creo que pronto empezaré a sudar y es lo último que quiero que suceda, así que trato de controlarme. 

—Me siento hermosa—respondo con honestidad. Es un momento tan memorable en mi vida que no quiero decir ninguna mentira. 

Matt ha dejado de sonreír con la boca para sonreír con sus oceánicos ojos azules. Ojalá pudiera capturar este momento, quizás no lo vuelva a ver pronto y me decepciona pensarlo. 

—Es porque lo eres.

Sonrío.

—Y solo gastaste siete mil dólares—digo.

—¿Gasto?—pregunta—. Prefiero llamarle inversión.

Río.

—¿Soy un negocio tuyo ahora?

Debo interrumpir este momento. Debo hacerlo porque nos estamos mirando como si nos estuviésemos enamorando uno del otro y no puedo permitirlo. Esto no era parte del trato y no puede suceder. Sé que si mi subconsciente estuviera presente me impediría detenerlo, pero no está así que haré lo que mi raciocinio decida es lo mejor.

—Espero que no te estés enamorando de mí, Sinclair—digo en un tono burlesco, pero serio que lo hace reaccionar y regresar a la tierra. Su mirada de ternura se va por completo, da un paso hacia atrás y ríe sutilmente. 

—¿Enamorarme de ti porque traes un vestido bonito y un color de cabello normal?—dice haciéndome soltar una carcajada—. Ya quisieras, Bennett. 

Misión cumplida: Hemos vuelto a nuestras actitudes normales en donde nos atacamos el uno al otro y lo disfrutamos. Ahora solo debo mantenernos así el resto de la noche y estaremos a salvo.

Matt continúa sonriendo, me muestra su brazo para que lo sostenga y lo hago sin protestar. Se está comportando como todo un caballero lo que me hace caer en cuenta que jamás había salido con alguien así. Me hace sentir hermosa y valorada.

—Déjame presumirles a todos la deuda que he adquirido, ¿quieres?—dice divertido, a lo que sonrío y asiento con la cabeza. 

Caminamos juntos fuera de la habitación hasta las puertas del ascensor. Matt toca un botón y hace que las puertas se abran dándonos paso a que entremos. Así, intercambiamos una sonrisa mientras el ascensor se desliza hacia abajo con rapidez. 

Llegamos pronto a la planta baja donde está el lobby, salimos del ascensor y emprendemos camino hacia el salón donde se llevará a cabo el evento de inauguración. 

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Matt detiene el paso en la puerta que da con el salón, justo antes de entrar, lo que me permite admirar el salón de lujo que tenemos enfrente. No puedo evitar abrir la boca ante la belleza que mis ojos aprecian. 

—Regla número cinco—murmura en mi oído causándome un leve cosquilleo—. "Disfruta de una noche como nunca antes lo has hecho"—enuncia poniendo el primer pie dentro del salón e invitándome a que haga lo mismo. Oh Matt, siempre haciendo de todo tan épico. 

El salón se ve un tanto dorado a causa de la iluminación tan bien pensada y ubicada. Pareciera que quisieron darle un estilo renacentista porque el techo y la alfombra se ven muy de antaño, al igual que la araña de cristal que cuelga en el centro del salón. 

Hay, al menos, veinte mesas muy bien distribuidas a lo largo del lugar y ya están casi todas llenas.

No suelto a Matt en ningún momento mientras caminamos dentro del salón, ya que está tan concurrido que no quisiera perderme entre la multitud, y menos porque soy una completa extraña en el evento. 

Todos los invitados, sin excepción alguna, visten de gala: las mujeres lucen trajes de diseñador hasta los tobillos como yo, y los hombres visten su mejor esmoquin, como Matt. Todavía me parece increíble que esté aquí con él. Es un sueño americano del que no quiero despertar todavía. 

Tres o cuatro flashes caen en mi rostro de repente. Cierro los ojos abrumada y cuando los abro, tres fotógrafos con lentes de cinco mil dólares nos enfocan a Matt a mí. Rayos, solo espero que no salgamos en televisión.

—Ahora sabes por qué no me gusta venir a estos eventos—susurra Matt en mi oído y sonríe forzadamente—. Tú solo sonríe y pretende que somos felices. 

Ni siquiera debo fingir mi sonrisa tras ese comentario tan gracioso. Me sale completamente natural por lo que los fotógrafos aprovechan y toman seis o siete fotos capturando el momento. 

Seguimos caminando a través del salón renacentista tratando de esquivar algunas "celebridades", como Matt los ha denominado. Aparentemente tampoco le gusta mucho socializar, a menos que sea completamente necesario. 

Dejamos de caminar cuando alguien toca el hombro de Matt. Nos volteamos al mismo tiempo para encontrarnos con una pareja un tanto mayor que nos está sonriendo con satisfacción. 

—¡Matthew!—exclama la señora con emoción. 

Noto que Matt finge una sonrisa. Es tan divertido verlo comportándose tan prudente. No es mi faceta preferida de él, pero me da gusto poder disfrutarla aunque sea por hoy.

—Sr. y Sra. Winston, qué placer verlos esta noche—dice tan respetuoso que río en mi interior. Finjo una sonrisa también, no quiero hacerlo quedar mal. 

—¡Es placer es nuestro!—murmura el señor—. Te desapareces de todos los eventos sociales y de repente apareces con una joven hermosa, debíamos venir a conocerla. 

Oh, demonios. 

—Ya me conoce, Sr. Winston, no puedo permitirme pasar desapercibido—dice Matt haciendo un chiste muy malo, pero la pareja ríe un momento, intercambian una mirada y siguen sonriéndonos—. Esta es mi novia, Emma Bennett. 

¡Rayos, Matt! ¡No!

Me controlo por dentro para no decir una incoherencia, sonrío más y extiendo mi mano a la pareja. Ambos la estrechan individualmente. 

—Mucho gusto, Sr. y Sra. Winston—digo dulcemente, tratando de sonar muy refinada. Vaya, no sabía que también poseía esa faceta dentro de mí. "Bien, soqueta, punto para ti", escucho la voz de mi subconsciente. Ah, así que decidiste regresar, descarada.

—Vaya, Matthew, ahora ya sabemos qué estuviste haciendo todo este tiempo que estuviste desaparecido—dice el señor tratando de sonar chistoso, pero a mí me parece de lo peor. 

Tanto veneno está empezando a molestarme. Esta pareja definitivamente le tiene envidia a la familia Sinclair y se les nota a leguas. Necesito hacer algo.  

—No perdiendo su tiempo, si así quiere verlo—digo en un tono divertido también, fijo una risa y todos, hasta Matt, sueltan la carcajada. La pareja deja de reír un momento, recuperando la compostura. Sé que les ardió lo que les dije y me emociona confirmarlo en sus expresiones corporales. Se ven tan incómodos. 

—Bueno Matthew, fue un placer verte y conocer a Emma—dice el señor tratando de no perder la integridad—. Te conseguiste una novia preciosa.

Este señor ya ha dicho dos veces que soy hermosa. Algo se trae este viejo verde, pero Matt tan solo asiente con la cabeza. La señora, en cambio, no se ve muy feliz. 

—Lo sé, Sr. Winston—responde Matt mirándome con orgullo. Oh no, Sinclair, por favor no me mires así que me derrito—. Qué tengan una maravillosa velada. 

Así nos volteamos dejando a la pareja incómoda, pero saben disimularlo bien. Sostengo más fuerte el brazo de Matt para después acercarme a su oído mientras seguimos caminando.

—Juro que les cortaría la cabeza y las pondría junto con los trofeos de ping pong de mi papá—digo con el tono más bajo que puedo. Él, sonríe en signo de aprobación.

—Está bien, pero hazlo cuando termine la fiesta, ¿de acuerdo?—susurra también. Me encanta cuando me sigue la corriente en mis chistes oscuros. 

—¿Por qué son tan odiosos?—pregunto.

—Porque ellos querían quedarse con el hotel—responde mirando a todas partes como cerciorándose que nadie nos esté escuchando—. Pero nosotros hicimos la oferta más alta, hace un año atrás. No soportan que tres chiquillos hayan ganado algo tan importante.

Ah, drama entre multimillonarios. 

—Qué tortuoso para ellos venir hoy entonces, ¿no?—replico. No dejo de impresionarme con el ego de la gente con tanto poder. 

—Para ellos, para nosotros es una victoria—contesta tan maduro como siempre—. Y les callaste la boca, Emma, bien hecho. 

Exhalo aire. 

—Por supuesto, nadie se mete con mi sensual sirviente—escupo las palabras sin pensar antes lo que he dicho. Matt suelta la carcajada y es cuando me percato que he pensado en voz alta. 

—¿Tu qué? 

Rápido, busca una excusa. Pero no una tonta esta vez, por favor, Emma. Demuestra que puedes salvar tu pellejo aunque sea una vez en la vida.

—¿Qué?—decido mejor hacerme la loca—. No dije nada. 

—Emma Bennett—dice con el ego por los aires—. Piensas que soy sensual. 

Decido optar por el sarcasmo. 

—Sí, Sinclair, eres lo más hermoso que he visto en mi vida—digo, pero no lo ofendo—. Vamos, vuelve a la realidad. 

En ese instante vemos a Isabella y Joseph en el fondo, lo que encuentro como la excusa ideal para cambiar el tema. Oh Cielos, qué bien se ven juntos. Ni siquiera se han casado y ya parecen los perfectos anfitriones de un evento de suma importancia para el mundo de los negocios. 

Reciben a todas las personas nuevas que llegan, las ubican en sus puestos, los invitan a que disfruten del evento y responden preguntas de nivel social. Están hechos el uno para el otro, en definitiva.

Desde lejos, Isabella nos ve y empieza a hacernos señas para que nos acerquemos a ellos. Obedecemos, nos escabullimos entre la multitud y logramos llegar hasta donde se encuentran. 

Cuando veo a Joseph me siento tan feliz que experimento la necesidad de abrazarlo. Me parece que tenía demasiado tiempo sin verlo. Se ha ganado un lugar muy especial en mi corazón por amar tanto a mi mejor amiga. 

—¡Emma! ¡Pero qué hermosa estás!—exclama él correspondiendo mi abrazo. Se separa, me mira fijo a los ojos, sonríe con calidez e intercambia una mirada con Matt, quien solo está ahí parado sonriendo sin mostrar los dientes. Me doy cuenta que pareciera como si estuvieran hablando con los ojos. 

Dejo de tratar de leer sus miradas para acercarme a Isabella, que también está esperando un abrazo de mi parte y no me puedo contener. Me tiro en sus brazos expresándole cuán feliz me siento esta noche. 

—¿Se divierten, niños?—pregunta ella sonando muy maternal.

—Acabamos de encontrarnos con los Winston—informa Matt haciendo que el semblante de Isabella y Joseph cambie por completo. Arrugan el rostro al mismo tiempo denotando disgusto. 

—¿Y?—pregunta Joseph a la expectativa esperando que Matt finalice el cuento.

—Son puro veneno—suelto las palabras sin pensar en las consecuencias. Joseph mira a Isabella, Isabella mira a Matt y los tres sueltan la risotada. Por lo menos se lo tomaron bien. 

—Lo son—replica Isabella—. En verdad lo son.

—Emma les calló la boca—sigue contando Matt haciéndome sentir muy orgullosa. Si tuviera que callárselas nuevamente, lo haría—. Está lista para participar en una de nuestras negociaciones. 

Joseph ríe y niega con la cabeza.

—Vamos Matt, no le harías eso a Emma—dice divertido—. Es una joven artística, no la aburramos invitándola a participar de esas reuniones tan fastidiosas.

Debo reír. Joseph también es muy gracioso. Así que es algo de familia. Uh, galanes y graciosos, ¿se podría pedir algo más en un hombre?

—Solo decía—murmura Matt alzando los brazos como rindiéndose. 

Jane aparece de pronto entre la muchedumbre. Se ve algo estresada, pero lo disimula bastante bien. Siento empatía por ella, coordinar un evento de esta índole debe ser muy difícil, hay muchas expectativas que llenar. 

Está acercándose a nosotros. Trae unos auriculares negros con micrófono puestos y una tableta digital. Cuando llega, se dirige a Joseph. 

—Joe, las palabras—dice rápidamente, a lo que él asiente con la cabeza, se despide y empieza a caminar hacia una tarima cercana. 

Jane le sonríe a Isabella, luego a mí y por último, a Matt, a quien también le toca el hombro en signo de cariño. 

—Se ven bien, hermano—le dice contenta alzando el pulgar de la mano antes de marcharse. Entonces, corre hacia la tarima antes de que Joseph se monte en ella. Le susurra algo al oído y después lo deja subir. 

Entretanto, Isabella, Matt y yo buscamos asiento en unas de las mesas vacías que están frente a la tarima. Trato de acomodarme en la silla, pero el vestido no me lo permite mucho. Isabella nota que estoy pasando trabajo y me mira algo disgustada.

—¿Qué estás haciendo?—pregunta en voz baja en un tono regañón. 

—Tu Ralph Lauren no me deja meter los pies por debajo de la mesa—respondo de la misma manera. 

—No es mío, es tuyo y no se supone que debas meterlos debajo de la mesa, solo siéntate de lado.

Obedezco y hago lo que dice. Me da miedo desafiarla.

—Matt, controla a tu cita—susurra Isabella a Matt, quien finge una sonrisa. 

Entonces, nos dedicamos a mirar a Joseph, al cual le acaban de entregar un micrófono. Echa dos pasos hacia adelante, enciende el micrófono, lo prueba un momento y abre la boca para empezar a hablar.

—Buenas noches, estimados invitados, gracias por hacerse presente hoy en la inauguración de nuestro nuevo hotel de lujo—dice con confianza. Se ve tan cómodo, probablemente debe ser porque habla en público todo el tiempo. Si yo estuviese en su lugar seguramente ya me hubiese desmayado enfrente de todo el mundo.

Siento en ese momento que Matt ha agarrado mi mano. Lo veo y antes de poder decirle algo, se acerca a mi oído.

—Gracias por venir conmigo—dice con ternura. Sostiene un momento más mi mano disfrutando de la sonrisa que le estoy regalando y después la suelta. Sé que no quiere hacerme sentir incómoda y se lo agradezco enormemente. 

Prestamos atención a Joseph.

—Como saben, este ha sido nuestro proyecto más ambicioso y nos tomó más de un año desarrollarlo para ofrecerles a todos nuestros clientes un producto de calidad—habla sonriendo, como si estuviera conversando con una sola persona, en vez de trescientas—. Hoy, con la inauguración del vigésimo "Sinclair Hotel & Resort Inn" empieza una nueva era de entretenimiento y confiamos plenamente en que disfrutarán de ella tanto o incluso más de lo que nosotros hemos disfrutado creando este proyecto para ustedes. 

Oh, me siento tan orgullosa de él. Veo hacia una esquina, Jane lo mira con júbilo. Dirijo mis ojos hacia Isabella, pareciera que quiere llorar de la emoción. Enfoco mi vista en Matt, sonríe con la mirada. 

—Sin embargo, no he hecho todo esto solo—prosigue Joseph—. Así que quiero aprovechar este momento para agradecer a mis dos hermanos: Jane y Matthew. Y por supuesto, también a mi bellísima prometida: Isabella. Los tres son mi mundo y sin ellos, no soy nadie.

Creo que seré yo la que lloraré ahora. El corazón del hombre que está ahí parado en esa tarima está repleto de amor. Todavía me parece increíble cómo ha logrado sacar adelante una familia después del fallecimiento de sus padres. Es digno de admirar y hoy se ha ganado más que mis respetos. 

Siento confianza en ese momento, así que me acerco a Matt y me recuesto sobre su hombro mientras me deleito escuchando a Joseph. Él me mira de reojo, pero no dice nada. Creo que le gusta tenerme tan cerca. 

Diversos meseros uniformados pasan en ese momento entregando copas de champagne. Me separo de Matt para sostener la copa que me acaban de entregar.

—Por favor disfruten de la velada, porque a partir de hoy, nuestro hotel está a su entera disposición—dice Joseph levantando la copa en el aire. Echo un vistazo a mi alrededor, las trescientas personas presentes levantan las copas también, así que decido seguirles la corriente—. ¡Por este hotel, que es para ustedes!

Todos beben de la copa al mismo tiempo y empiezan a aplaudir entre lo que les es posible. El salón se llena de emoción, entusiasmo y una vibra tan positiva que creo que la pareja venenosa de hace unos momentos deben haberse hecho polvo entre tanto positivismo. 

Isabella se levanta de su asiento.

—¡Ese es mi prometido!—exclama sin importarle cuánta gente la esté viendo o juzgando. Aplaude mirándolo como una loca enamorada, camina rápidamente hacia la tarima y espera que él baje para tirarse en sus brazos. Pero qué escena tan cliché. 

Todos han terminado de beberse su copa y yo, todavía estoy mirando la mía. 

—Bien, ahora tómatela—dice Matt a mí lado riendo. Se ha percatado que no estoy muy decidida a bebérmela. 

—Pero no hemos comido, créeme, no quieres verme ebria—digo dejando la copa sobre la mesa—. No estás listo para eso.

—Mmmm...—dice pensativo—. ¿Cuál era la regla de hoy, Emma?

Parpadeo dos veces. 

—"Disfruta una noche como nunca antes lo has hecho"—cito las palabras de Matt que dijo antes de que entráramos al salón. Él asiente con un movimiento de cabeza. 

—Quiero que te diviertas, yo te cuidaré por cualquier cosa que pueda suceder. 

¿Puedo confiar en él? ¿Hemos llegado hasta ese punto en que puedo embriagarme y confiar en que no se aprovechará de mí? Por supuesto que sí. Lo ha demostrado de todas las maneras posibles, si tuviese malas intenciones conmigo no me hubiese traído a este evento social en el cual me ha presentado como su novia, formalmente a todo el que se nos ha acercado. 

—Bien—accedo agarrando nuevamente la copa de champagne en mis manos. Bebo un sorbo mirándolo y así permanezco hasta que me termino todo el líquido. 

Dejo la copa sobre la mesa sintiendo una enorme efervescencia. Debo cerrar los ojos un momento y cuando los abro, Matt me está mirando con los ojos muy abiertos. 

—¿Qué?—pregunto.

—Nada, me sorprende que te hayas tomado todo eso—dice sinceramente—. Es la peor champagne que he probado en mi vida. 

Frunzo el ceño y lo golpeo en el hombro. 

—¡Eres muy cruel! ¡Me dijiste que me divierta!

Ríe a carcajadas. 

—Sí, pero no pensé que de verdad te la ibas a tomar. 

Lo golpeo de nuevo. 

Un mesero pasa en ese momento con una bandeja llena de copas de cristal con un líquido rojo. Me levanto, le sonrío con suspicacia a Matt, agarro una de las copas en mis manos y la llevo a mi boca bebiendo todo el líquido de un solo tiro. Siento cítricos en mi garganta, como jugo de naranja mezclado con vodka y quién sabe qué más. Además, me atraganto con una piedra.

Matt se levanta de su asiento, riendo. 

—Te acabas de tomar 950 dólares y un rubí que tenía en el fondo—dice cruzando los brazos. Empiezo a verlo doble, pero después de parpadear dos veces, mi vista se compone. 

—Maldita sea, ¿ustedes no pueden beber cosas de menos de cincuenta dólares?—pregunto acariciando mi garganta. Tal vez deba tomarlo con más calma. 

Niega con la cabeza manteniendo su arma mortal en el rostro. Entonces, me rodea con un brazo. 

—Mejor comamos algo antes—replica haciendo que me voltee para que empecemos a caminar hacia el buffet que acaban de abrir en otro salón. 

Al llegar, me impresiono con la cantidad de comida que hay. Todas tienen nombres tan sofisticados que ni siquiera los puedo pronunciar. Quiero probarlo todo, así que tomo un plato y me sirvo un poco de cada cosa en porciones muy pequeñas para que los invitados no piensen que soy un animal.

Matt no hace lo mismo que yo. Imagino que debe conocerse de arriba abajo el menú, así que elige una sola carne y pocas guarniciones, pero mucho de cada cosa. Genial, ambos tenemos un gran apetito. Punto para Sinclair.

Entonces, regresamos a nuestra mesa, tomamos asiento y empezamos a comer al mismo tiempo que conversamos acerca de todo un poco. A medida que los 'celebridades' pasan enfrente nuestro, Matt me cuenta acerca de los que conoce. Unos son clientes muy antiguos de la familia Sinclair, otros son nuevos y están intentando captarlos.

Antes de darme cuenta, me he terminado mi plato. Todo sabía tan bien y me estaba muriendo de hambre. 

Un mesero pasa detrás nuestro con una bandeja de copas, por lo que Matt lo detiene, agarra uno con un líquido transparente y lo pone enfrente mío. 

—Solo por esta noche estamos sirviendo los cocteles más famosos y caros del mundo—informa mientras examino la copa que mis ojos observan. El líquido es incoloro y solo tiene un diamante en el fondo—. Algunos son de New York, otros de Londres, Las Vegas, Paris...

Debo interrumpirlo.

—Está bien, ya entendí. Son cocteles refinados—digo no queriendo escuchar más. No necesito saber de ellos, solo quiero probarlos. ¿Yo dije eso? Demonios, tal parece que heredé la faceta borracha de mi papá. 

Sostengo la copa en mis manos y antes que pueda darle el primer sorbo, Matt me detiene y me contempla fijamente a los ojos.

—Puedes probarlos todos Emma, pero con prudencia, por favor. 

Giro los ojos. 'Prudencia' no va de la mano con 'diversión'. 

—Acabas de decir que me divierta—digo, tomo un poco de la copa y le sonrió malévolamente—. ¿O es que te aterra comprobar que tengo más resistencia con el licor que tú?

Eso, Emma, desafíalo. Él niega con la cabeza.

—No me retes, Bennett—dice en un tono divertido, pero a la vez serio. Otro mesero pasa, esta vez enfrente nuestro con otra bandeja de cocteles, a lo que Matt se levanta, lo detiene y agarra una de las copas que tiene un líquido de color naranja. 

Entonces, lo lleva a su boca y se lo toma de un solo tiro. Pone bruscamente la copa sobre la mesa. Abro mucho la boca, atónita. ¡Eso fue tan sensual! 

—Comprobemos quién aguanta más—declara sentándose otra vez en la silla. Sonrío con suspicacia, llevo la copa que tengo en mis manos directo a mi boca y la tomo de una sola. Sacudo la cabeza ante la efervescencia. Es un martini con vodka, sin duda alguna. Por suerte esta vez no me tragué el diamante del fondo.

Coloco la copa con fuerza sobre la mesa para después establecer contacto visual con mi sensual sirviente. Matt se lleva sus brazos a su pecho cruzándolos, pero después, aplaude con ambas manos celebrando mi intento. Reímos al mismo tiempo. 

Siento que la noche está por ponerse muy buena. 

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¿Te va gustando la historia? :) Dale a la estrellita.

Abrazos,

S.

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