- Martina ¿Aceptas a Cameron como tú esposo?
Tal vez este no sea el mejor momento para recordar todo lo que hemos vivido juntos, pero hacerlo me hacía sonreír como estúpido, porque me daba cuenta, cuanto la amaba.
Recuerdo la primera vez que la vi, su mirada me dejó hipnotizado. Nos conocimos en un evento, nada elegante ni conocido. Se trataba de un evento de recaudación de fondos para niños con Síndrome de Down.
Su presencia me cautivo por completo y fui yo quién tomó la iniciativa de iniciar una relación. Cada vez que podía la invitaba a salir y ella a veces hacía lo mismo. Cuando formalizamos nuestra relación, muchas personas se burlaban de ella por su tez trigueña, pero la verdad era que la envidiaban por ser latina.
Ella era muy tímida, sus movimientos tan delicados y su caminar tan peculiar. Una de las cosas que más me gustaron de ella fueron su sencillez y humildad, pero también su comida, su sazón era esplendorosa, no se comparaba con la comida local.
- Acepto- sonrío ella.
Muchas veces ella intentó terminar la relación. El odio y las humillaciones la estaban deteriorando. Cada día trataba de motivarla, de no prestarle tención y ella lo intentaba, enserio, pero luego llegaba otro mensaje y su estado de ánimo llegaba al piso.
- Y tú Cameron ¿Aceptas a Martina como tú esposa? - todas las personas dirigieron su vista a mí.
Tuvimos un noviazgo de 5 años, muy hermoso y lleno de vitalidad. Pero sentía que era momento de dar el siguiente paso. Aquel día que me llené de valentía, tomé la cajetilla del anillo, las llaves del auto y llevé a Martina a un lindo restaurante. Recuerdo muy bien mis palabras:
- Martina Morales, eres el amor de mi vida. Estoy tan agradecido de conocerte y de vivir todos estos lindos momentos junto a ti.
- Cameron ¿Qué ocurre? - ella estaba algo confundida y preocupada.
- Martina, te amo muchísimo, pero siento que es hora de terminar con esto.
- ¿Qué? No comprendo.
- Marina ¿Quieres casarte conmigo?
- ¡Sí, sí!
Ese día fue tan emocionante para ambos, pero de seguro hoy era sin duda el mejor día de nuestras vidas. Se con seguridad que ambos somos felices y nos amamos profundamente, así que no debíamos dudar en ningún momento el uno del otro.
- Acepto- sonreí mirando a Martina.
- Yo los declaro marido y mujer, puede besar a la novia.