Yuanfen [YoonSeok]

By Hobibuba

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Donde Jimin descubre la verdad de su familia. More

Prólogo.
Capítulo I
Capítulo II
Capítulo III
Capítulo IV
Capítulo V
Capítulo VI
Capítulo VII
Capítulo VIII
Capítulo IX
Capítulo X
Capítulo XI
Capítulo XII
Capítulo XIII
Capítulo XIV
Capítulo XV
Capítulo XVI
Capítulo XVII
Capítulo XVIII
Capítulo XIX
Capítulo XX
Capítulo XXII
Capítulo XXIII
Capítulo XXIV
Epílogo.
La bicicleta
El parto
La Boda
Extra: Que hubiera sido sí...

Capítulo XXI

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By Hobibuba

Advertencias: segunda parte de Kilig, por lo tanto, para entenderla, debes haber leído previamente esa historia. YoonSeok.

Hoseok se sentó en el sofá con una expresión helada, como si fuera el rey de la casa, y Jimin se ubicó a su lado en una posición protectora, sin quitarle los ojos de encima a Jiwoo.

Yoongi, por otro lado, sonrió ferozmente, acariciándole el cabello a Yongsun.

―¿Realmente creías que yo iba a permitir que lo mataran, mamá? ―preguntó en un gruñido feroz―. Luego de todo lo que pasamos, ¿creías que iba a descuidarme así?

Hoseok se rió en voz baja.

―Me pilló por sorpresa ―le dijo Hoseok con aire indiferente―, pero ya sabemos de sus jueguitos, Jiwoo. Ahora ―se volteó hacia Yoongi, como si estuvieran hablando del clima―, ¿está listo el divorcio, cariño?

Yoongi ladeó la cabeza, mientras su madre y Jiwoo permanecían en silencio, descolocadas todavía.

―Está en trámite ―dijo Yoongi―, necesitamos firmar sólo unos papeles y estará todo listo.

―No lo haré ―habló Jiwoo por primera vez―, no creas que lo haré, Yoongi, no pretendo...

Firmarás todos esos papeles, Jiwoo ―gruñó Yoongi, con la gracia desapareciendo de su voz, y Jiwoo se tensó, sus hombros crispándose―, vas a darme el divorcio sin reclamar.

―¡Yoongi! ―gritó su madre―. ¿Quién te crees que eres? ¡No creas que...!

―No me manejarás más, Hyeyon ―escupió Yoongi―, esto se acabó, ¿no lo entiendes, acaso? ¿Qué sigues pretendiendo? ―Yoongi alzó su barbilla―. Jimin ya es grande, ¿crees que al Gobierno le importará que esté vivo a estas alturas? A ellos les importará más saber que los Min les hayan ocultado todo esto, con lo que respetan las tradiciones, supuestamente, y si nos quieren quitar la empresa... Bueno, me importa una mierda. Nunca la he querido.

―Bueno, yo si la quiero ―reclamó Jimin.

―Por dios, tú cállate bebé gordo ―espetó Yoongi.

Hoseok abrazó a Jimin para que dejara de balbucear cosas, indignado.

Jiwoo apretó su boca un instante, con sus ojos llenos de lágrimas, pero dejó de mirar a Yoongi para enfocar su vista en Hoseok, el odio brillando en su rostro.

―¿Estás feliz ahora, bastardo? ―le escupió con ira―. ¡¿Estás feliz por todo lo que has hecho?!

Hoseok se rió.

―Deja el show, Jiwoo ―habló, sin borrar la sonrisa―, no eres una víctima aquí. Pero respondiendo... Estoy increíblemente feliz ―echó a un lado la cabeza, mostrando su marca―. Catorce años, y no pudiste lograr que Yoongi te marcara. No pudiste conseguirlo, pero yo... ―soltó una risa más fuerte―, un patético omega que fue usado, lo consiguió antes que tú. ¿No es eso divertido, Jiwoo?

Jiwoo se movió con rapidez, gritando por el odio y lanzándose para golpearlo, pero Jimin también reaccionó con velocidad para impedir alguna pelea, agarrando a su tía por la cintura.

―¡Te mataré! ―gritó Jiwoo, en tanto Hoseok permanecía impasible, sin amedrentarse―. ¡Voy a matarte, cabrón!

El omega enarcó una ceja.

―Ya no te tengo miedo ―dijo.

Y era cierto. Hoseok antes tenía pánico de hacer algo contra Jiwoo, de provocarla tanto que ella le hiciera daño, pero pasó por tanta mierda que ya no iba a dejarse amedrentar más por su hermana.

Hyeyon permanecía en helado silencio.

Yoongi elevó su barbilla.

No vas a atentar más contra la vida de Hoseok ―gruñó Yoongi en una orden furiosa, sus palabras impregnadas en tono alfa, y Hyeyon se estremeció, pues nunca antes fue usado contra ella―. Le vas a dejar en paz. No le harás daño, ni tú, ni ninguna otra persona ―el alfa hizo una mueca―. Tuve que haber hecho esto desde un inicio, pero supongo que tenía la esperanza de que cambiaras. De que realmente quisieras a tu propio hijo lo suficiente para querer verlo feliz.

Hyeyon escupió al suelo.

―Siempre he querido lo mejor para ti, pero nunca lo has sabido apreciarlo, Yoongi ―dijo ella―, y este patético omega...

―Es la persona que he escogido para mí ―replicó Yoongi, poniéndose de pie―. Hemos acabado, no queremos saber nada de ti, ni de Jiwoo. Tu imperio se ha acabado. No heredaré tu compañía, ni pienso meter a Jimin en ello.

Jimin parecía indignado, pero al menos, se mantuvo callado.

Jiwoo dio un paso.

―Suelta a Yongsun ―dijo la omega―, es mi hija...

Yongsun se aferró a él, desesperada.

―No ―Yoongi sonrió―. Nos dejarás en paz también, Jiwoo. No te acercarás más a nosotros.

―¡Es mi hija! ―gritó ella, desquiciada―. ¡Es mía!

―Es mi hija también, después de todo, ¿no lleva el apellido Min? ―Yoongi ladeó la cabeza―. ¿Cómo fue que dijiste hace catorce años, Jiwoo?

Quiero a Jimin, ahora es mío y de nadie más ―repitió Hoseok, sin gracia en su voz―. Recuerdo muy bien esas palabras, Jiwoo ―Hoseok se puso de pie―. Pensé en matarte, ¿sabes? En ahorcarte e incluso sacarte los ojos, pero prefiero esto ―el omega se acercó, agarrándola de las mejillas, con frialdad en su mirada―. Prefiero que veas como todo lo que creíste conseguir te lo arrebato, así tal y como hiciste tú ―la chica se estremeció―. Vas a jodidamente dejarme en paz, dejar de meterte en mi camino, y si vuelves a hacerlo, voy a matarte ―sonrió, exultante―. No voy a dudar en hacerlo, Jiwoo, después de todo, en China tuve que matar a un par de personas que se interpusieron en mi camino.

La soltó, haciendo un gesto, y Jimin lo abrazó por el costado, observando sin expresión a su tía. Jiwoo quiso agarrarle el brazo para detenerlo, pero Jimin sólo gruñó en voz baja, aunque una parte suya dolió porque, a pesar de todo lo que se enteró, la mujer frente a él le crio.

Por mucho que no lo quisiera, fue su mamá por catorce años.

Yoongi acarició el cabello de Yongsun, que seguía algo aterrada a su lado.

―Espero que haya quedado todo claro ―dijo, con su tono desdeñoso, caminando hacia la salida detrás de Hoseok―. Vuelvo a verlas en la vida, y esas cicatrices que tienes, Jiwoo, serán lo más inocente que te haré.

Ninguna de las dos mujeres habló, derrotadas por completo.

Salieron de la casa, con el ambiente todavía cargado de tensión, pero algo de alivio sintieron cuando vieron que no había ninguno de los guardias de Hyeyon, con toda probabilidad todos con órdenes de no detenerlos.

Con calma, se marcharon caminando, sintiendo como un peso de los hombros desaparecía a medida que se alejaban de ese horrible lugar.

―Este jardín es horrible.

Yoongi levantó la mirada de los muebles llenos de polvo, observando a Hoseok de espaldas, contemplando el patio trasero, mientras Jimin y Yongsun permanecían sentados en el sofá.

―No tenía tiempo para cuidarlo ―se defendió Yoongi.

―Tardé semanas en ponerlo bonito ―siguió hablando Hoseok, como si no lo hubiera escuchado―, ¿te das cuenta de lo horrible que está?

Yoongi refunfuñó por lo bajo, en tanto Hoseok se giraba.

―Nos vamos a mudar, supongo ―comentó al aire.

Yoongi lo miró. Jimin observó a su hermana, que dejó de sollozar.

―¿Eh? ―preguntó Jimin.

―Eso ―Hoseok hizo un gesto de desagrado―. Esta casa... ―suspiró―, tiene muchos malos recuerdos, saben. Incluso... al entrar, se siente la loca presencia de mi hermana.

Yoongi asintió.

―Sí, en realidad, deberíamos mudarnos ―concedió el alfa―, y cambiar la cama en donde dormía con Jiwoo.

―Eso es asqueroso, Yoongi ―Hoseok hizo un gesto de asco, pero después ambos se sonrieron.

―Ustedes son asquerosos ―reclamó Jimin―. Um, Yongsun, ¿tía Jiwoo no te hizo nada?

―No, ella no ―barboteó Yongsun, sonando su nariz, y Hoseok se sentó al lado de la chica. Yoongi se inclinó, preocupado―. Pero la abuela sí. Cuando me resistí, ella me golpeó y usó su voz alfa para que me calmara ―sus ojos volvieron a llenarse de lágrimas―. No quiero verlas más, ellas querían que... que Eric me marcara a esta edad, y no importaba cuánto yo no quisiera, me iban a forzar...

―No se acercarán más a ti ―prometió Yoongi con rabia en su voz―, ellas no van a hacerte más daño.

―Vamos a protegerte, cariño ―agregó Hoseok, llamando su atención―, sé que tú y yo no nos conocemos, que nunca hemos hablado en la vida, pero, aun así, eres la hija de Yoongi ―el omega le acarició la mejilla―, y sólo con eso, significa que voy a protegerte, sobre todo de mi hermana ―Yongsun comenzó a sollozar otra vez―. No pienso reemplazar a tu mamá, sé que eso es imposible, pero Yongsun... quiero que sepas que yo estaré aquí para ti. Ahora somos una familia.

Yoongi no pudo evitarlo, y sonrió ante esas palabras, aliviado de ver la forma en la que Hoseok estaba tratando a su hija. Aliviado de no ver celos ni odio, sólo potencial cariño, y que su omega fuera tan amable, tan dulce, con ella.

Ellos serían una familia, por lo que Yoongi la cuidaría como fuera.

―Comenzaré a buscar una nueva casa ―dijo Yoongi, llamando la atención de los tres―, con muchos cuartos, para todos los bebés que vamos a tener.

Hoseok soltó un bufido.

―¿Bebés? ―balbuceó Yongsun―. ¿Tío Hobi, está embarazado?

―¡Ves! ―Yoongi se puso de pie―. ¡Yongsun entendió enseguida, pero el idiota de Jimin no!

―¡Papá!

Yongsun y Hoseok se rieron mientras los dos hombres comenzaban a discutir, con la paz instalándose en el lugar.

Paz que duró hasta la noche, cuando Yoongi y Hoseok discutieron.

¿El motivo? Bueno...

―Puedo hacerle daño al bebé ―dijo Yoongi con poca paciencia.

―¡Yoongi, el bebé no tiene ni siquiera un mes! ―exclamó Hoseok, exasperado.

―¡Peor aún, no está formado!

―¡Por dios, eres médico, Yoongi, lo que me estás diciendo es... estúpido! ―Hoseok le lanzó la almohada, enfurecido―. ¡Quiero tener sexo!

―¡Pues yo no quiero! ―replicó Yoongi―. ¡Tienes dedos y una almohada! ―Yoongi le lanzó el cojín de vuelta.

Hoseok soltó un chillido, enojado, lanzándole ahora sus pantuflas.

―¡Eres lo peor!

Yoongi esquivó las pantuflas, aunque luego Hoseok agarró sus zapatos, y uno le llegó a la cabeza. Cuando vio que Hoseok agarró un cepillo para el pelo, sus alarmas se activaron.

―¡Estás siendo irracional! ―Yoongi se apuró, acercándose para agarrarlo de las muñecas, y ambos forcejearon―. ¡Puedes matarme con eso!

―¡Me conseguiré a otro alfa que si me folle!

Cayeron a la cama sin dejar de forcejear, y Yoongi gruñó en señal de advertencia. Hoseok gimoteó, necesitado, sonriendo cuando el alfa se acomodó entre sus piernas abiertas, soltándolo.

―Me estás chupando el alma ―se quejó Yoongi, quitándole el pijama.

―En realidad lo que te chupo es... Oh... Ah...

Hoseok no necesitaba preparación, pues su cuerpo lubricaba automáticamente. Su ano, en tanto, se soltaba un poco, por lo que recibir a Yoongi no dolió; además, estaba tan caliente que lo quería dentro enseguida.

Yoongi gimoteó contra su boca, embistiendo con lentitud al omega, viendo sus expresiones de completo placer.

Le tomó la mano, dándole un apretón.

―Eres tan bonito ―alabó Yoongi con la voz ronca―, con los ojos llorosos y ruborizado...

Hoseok le dio un golpe en el culo con la pierna, provocando que fuera más profundo y dejando salir ahora un gemido sonoro.

Yoongi se rió entre dientes, comenzando a darle besos pequeños en los labios.

―Mmm... Sí... A-ahí... ―guio Hoseok, su cuerpo tembloroso, moviendo sus caderas al ritmo de las penetradas.

―Estoy... se-seguro que nuestros... gritos, provocaron el suicidio de Jimin... ―se rió Yoongi contra su boca.

El omega soltó una risa entrecortada, su lado más animal revoloteando por la felicidad.

―No importa ―balbuceó Hoseok―, voy a hacerle sentir tan avergonzado para recuperar el tiempo... Oh... Mmm...

―¿Tú puedes hacerlo sentir... avergonzado, pero yo no...?

―Oh dios, no podemos estar hablando de nuestro hijo mientras me follas ―farfulló Hoseok con algo de indignación.

Yoongi volvió a reírse, saliendo del interior de Hoseok y escuchando su protesta furiosa por lo ocurrido. Sin embargo, antes de que el omega pudiera darle un golpe en la cabeza, lo agarró de la cintura, girándolo boca abajo, con sus manos amasando su culo.

Se adelantó otra vez a los reclamos de Hoseok: separó sus nalgas, escupiendo en su entrada y oyendo su jadeo, mientras levantaba sus caderas.

―Eres muy sucio ―regañó Yoongi con tono divertido―, te conviertes en un desastre sólo por... por querer que te folle, Seokie...

Hoseok gimió al sentirlo entrar, recibiéndolo con total gusto, su omega demasiado contento.

―Mmm... ―aprobó Hoseok, cerrando los ojos como un gatito recibiendo mimos―, es que... lo haces tan... Oh... tan bien...

Minutos después terminó soltando un chillido al sentir dientes en su marca, y Yoongi se derrumbó sobre él, jadeando contra su oído.

―Quítate ―regañó Hoseok.

―No ―se quejó Yoongi―, me gusta pensar en mi semen llenándote, Hobi.

Hoseok lo golpeó en el costado.

―¡Eso es repulsivo!

―¡Mi semen llenándote te dejó preñado!

Yoongi fue empujado fuera de la cama.

Hoseok murmuró por lo bajo, escuchando los quejidos del alfa, pero poco le importó al ponerse una bata, sintiendo sus piernas algo pegajosas, y caminó al baño para limpiarse. Pasados unos minutos, salió más limpio, pero no caminó a la cama donde Yoongi estaba acostado, sino que a la puerta que daba al pasillo.

―¿A dónde vas? ―preguntó Yoongi―. ¡Vuelve aquí, es hora de dormir!

―Veré a los niños, estúpido ―replicó Hoseok, saliendo antes de que Yoongi pudiera decirle algo por la incredulidad.

Aun así, volvió a reírse por lo que acababa de ocurrir, todo su ser increíblemente alegre, pues nunca tuvo tantas cosas por las que ser feliz. Yoongi estaba con él, estaba esperando un bebé, Jimin se hallaba a su lado...

Nunca habría podido creer que las cosas hubieran salido tan, tan bien...

Se asomó al cuarto de Yongsun, admirando el bonito rostro de la omega durmiendo. Se parecía un poco a su hermana, eso era innegable, e incluso al principio se sintió incómodo por ello: se recordaba cuando niño, yendo detrás de ella por su atención, con Jiwoo acariciándole el cabello de forma distraída.

Pero Yongsun no era Jiwoo, y Yoongi la quería mucho. Hoseok no iba a ser una persona horrible, no iba a ser su hermana y hacer que Yoongi tuviera que elegir.

Caminó hacia el cuarto de Jimin, entrando y viéndolo despierto. El chico lo miró con mala cara.

―¿Terminaron de follar y hacer un escándalo? ―preguntó, y Hoseok se rió―. Por dios, parecen dos niños...

―Tu padre me hace más joven ―dijo Hoseok, sin dejar de reír―. Vamos, no fue tan terrible, ¿o sí?

―No me hagas contestar eso, por favor, mamá...

―¿Y qué haces despierto a esta hora, además? ―Hoseok le pellizcó la nariz―. Necesitas tus horas mínimas de sueño, cariño.

―No puedo dormir ―se quejó Jimin―. Jungkook no quiere responder mis mensajes, y Tae me ha dicho que sigue molesto...

―¿Quieres que te lea un cuento?

―¡Mamá!

―Es broma, es broma ―el mayor se sentó a su lado―. Dale su espacio, Jimin, la forma en la que actuaron no estuvo bien. Tampoco la forma en la que Jungkook se comportó, pero imponerse a él...

―Pero lo extraño ―se quejó Jimin―, a él y a Taehyung. Quiero que estén aquí ahora...

Hoseok rodó los ojos ante el tono lastimero de Jimin, dándole un coscorrón para llamar su atención.

―Pues vas a tener que controlarte, bolita de arroz ―le regañó―, te recuerdo que sólo tienes quince años, Jimin, y una escuela que terminar.

―¡Tú tenías trece años cuando dejaste el colegio! ―acusó Jimin, pero no había molestia ni dobles intenciones en su tono de voz.

Su mamá volvió a pellizcarle la nariz, sólo que ahora sin delicadeza.

―¿Desde cuándo eres tan malcriado? ―Hoseok lo cubrió con una manta, poniéndose de pie―. No, no respondas eso. Me acusarás a mí de malcriarte.

Jimin bufó, enfurruñado todavía, pero dejó que su mamá se inclinara a besarle la mejilla en señal de despedida, satisfecho de sentir feromonas dulces y tiernas en el aire que le estaban ayudando a sentir sueño.

Agarró la mano de Hoseok.

―Estoy feliz ―le dijo con voz tímida, algo vacilante―, porque ahora estás aquí, mamá.

Hoseok sonrió ampliamente, contento de escucharlo decir eso, y volvió a darle un beso en la frente.

―Estaremos juntos por siempre ―le susurró―. Buenas noches, cariño.

―Buenas noches, mamá.

Segundos después, Hoseok volvió al cuarto, sintiendo satisfacción cuando vio a Yoongi boca arriba, durmiendo como un bebé, y se acostó a su lado, dándole un abrazo. El alfa se movió, con su nariz olisqueando su cuello, sacándole un poco de cosquillas.

―Te amo ―murmuró Yoongi.

Hoseok se sentía feliz, feliz, tan lleno de amor que no podía contenerlo.

―Yo también te amo.

Seokjin sentía que le daría pronto un dolor de cabeza, con sus dos hijos mayores sentados frente a él, ambos con los brazos cruzados y sin mirarse.

Namjoon suspiró, agotado y exasperado.

―Bueno, ¿qué pasó aquí? ―preguntó su marido, y Jin no pudo evitar admirarlo de que estuviera tan tranquilo cuando él quería darles un golpe con la varilla, como hacían cuando eran pequeños.

Namjoon era la voz de la razón, mientras que Jin era la voz de los chistes.

Jungkook soltó un resoplido.

―De verdad, ¿por qué tenemos que hablar de nuestra relación con ustedes? ―se quejó Jungkook.

Jin apretó su mandíbula.

―No nos faltes el respeto, Jungkook ―le advirtió Jin, sin gracia en su voz.

Taehyung se enderezó.

―Me impuse ante Jungkook ―explicó, su tono grave―, y a él no le ha parecido divertido.

Jungkook se sobresaltó.

―¡Tú y Jimin son unos idiotas! ―espetó Jungkook―. ¡Me tratan como si fuera un niño tonto!

―¡No pongas palabras en nuestras bocas, Jungkook! ―regañó Taehyung.

―¡Usas esa maldita voz, porque es la única forma que tienes para ganar una discusión!

―¡Basta! ―chistó Namjoon, y ambos chicos obedecieron inmediatamente―. O bajan la voz, o prometo dejar de pagarles el departamento y tendrán que volver a vivir con nosotros.

El omega volvió a cruzarse de brazos, enfurecido, pero obedeció. Taehyung bebió del café que se preparó con anterioridad.

Jin se puso de pie.

―Taehyung, qué te dijimos cuando te revelaste como alfa ―no era una pregunta, sino una orden, y a pesar de que Jin fuera sólo un beta, era aterrador en ese instante.

Taehyung soltó un quejido, como un niño siendo regañado.

―Que la voz alfa era en sólo casos de emergencia ―dijo, bajando la vista.

―Cuáles casos de emergencia.

―Sólo si la vida de Jungkook se veía amenazada ―murmuró, antes de levantar la voz―. ¡Por eso lo hice, porque Jungkook quería salir sabiendo que era peligroso!

―¡Vete a la mierda! ―Jungkook se puso de pie, lleno de rabia, y caminó hacia la puerta―. ¡Puedo salir sin tu maldito permiso, ¿entendido?!

Antes de que Tae o sus padres pudieran hablar, salió de la casa con paso apresurado, corriendo lejos de allí. Quería estar solo en ese instante, sin nadie a su alrededor que le estuviera dando órdenes, o tratándole como ese omega tonto y patético que era en sus celos.

Jungkook se odiaba, realmente se odiaba, pues era un imbécil que necesitaba atención y mimos, que dejaba que Tae le tratara como un cachorrito y se contentaba con caricias.

Jungkook no quería ser omega, lo detestaba por completo, porque eso lo volvía torpe y vulnerable y tímido, lleno de olores para cualquier situación, sin poder tener algo de privacidad: ¿estaba triste? Su olor le delataba. ¿Estaba feliz? Su olor cambiaba. ¿Sentía deseo? Las feromonas se volvían más potentes.

Peor aún eran sus celos, cuando los sufría, y todo dentro de él quemaba, con su omega tomando el control de sus emociones. Odiaba su lubricación natural, sus piernas húmedas, y ese insaciable apetito sexual que sentía. Odiaba volverse un cachorro que buscaba que todo el mundo le mirara en señal de aprobación.

Y recordar la forma en la que Jimin y Taehyung le trataron...

Bueno, se portaron bien, satisfaciendo su ansia, su deseo, su necesidad, pero parecían portarse como si fueran superiores a él, como si Jungkook fuera sólo su puta personal, dándoles órdenes para su propio placer.

Jungkook, ponte boca abajo. Jungkook, abre tus piernas. Jungkook, salta sobre nosotros.

Órdenes, órdenes, órdenes. Jungkook las odiaba demasiado.

Sus dos marcas ardieron en señal de necesidad, pero ignoró el tirón, así como ignoró las constantes vibraciones de su móvil. Sabía que debían ser Jimin y Taehyung, sin embargo, no quería verlos en ese instante. No los quería cerca.

Él los quería, pero... pero...

¿Por qué no le veían como un igual?

Antes, cuando eran niños, antes de que se revelaran como omega y alfa, él y Taehyung se llevaban muy bien, congeniaban en todo y hacían travesuras como iguales. Antes eran sólo dos niños que se divertían, sin diferencia alguna (aunque Jungkook siempre fue más sensible, en tanto Tae era más brusco en los juegos), e incluso el omega solía tener mejores promedios en los colegios.

¿Qué cambió tanto?

Y ahora era un simple omega que tenía que contentarse con su posición, viendo como dos alfas le dominaban. Sólo cuando Tae folló a Jimin se sintió algo mejor, viéndolos juguetear entre ellos, pero luego Jimin no quiso que lo hicieran otra vez así, centrando su atención en Jungkook, y aunque su omega quedó satisfecho, había una sensación amarga por debajo que le afectó los siguientes días.

¿Cómo lo hacía tío Hoseok? Luchó tanto tiempo para librarse por el control de los alfas, pero apareció tío Yoongi, y el omega se rindió a él como un perro se rinde a su dueño.

¿Eso no lo convertía en un hipócrita? Hablando de la libertad omega, pero dejando que un alfa le dominara, le sometiera, le marcara.

Jungkook no sabía cómo sentirse, demasiado confundido y asustado de sus propias emociones.

―Hey, amigo, se te cayó la billetera.

Se giró con una expresión de disgusto, tratando de relajar su ceño cuando se dio cuenta de que la persona que le hablaba era un omega.

―Gracias ―murmuró, agarrando el objeto.

―No es nada ―el desconocido rascó su nuca―. Um, deberías tranquilizarte un poco, no te ves demasiado bien.

―He tenido días mejores ―respondió Jungkook, sorprendiéndose porque no se sentía tan tímido en ese instante.

El muchacho, que parecía tener su edad, titubeó un instante.

―Eh, ¿no quieres ir a beber algo? ―preguntó con voz cuidadosa―. No te ves muy bien ―aclaró su garganta―. Soy Soonyoung.

Jungkook vaciló un instante, tomando la mano del omega.

―Soy Jungkook ―se presentó―. Um, ¿no estás muy ocupado?

―Qué va ―el chico hizo un gesto despectivo―. Iba para casa, pero si te soy sincero, no quiero llegar ―se encogió de hombros―. ¿Qué dices?

Volvió a titubear, pero al sentir su móvil vibrando otra vez, decidió aceptar. Estaba confundido, mareado, y necesitaba hablar con alguien que no fuera su familia. Necesitaba... necesitaba un amigo.

Jungkook no era bueno para hacer amigos, así que, ¿por qué no hacer alguna amistad en ese instante?

Además, ¿qué podía salir mal?

―Está bien ―concedió, siguiendo a Soonyoung y dejando que el chico le animara de alguna forma.

Cuando Hoseok supuso que cumplió el mes, Yoongi llegó del trabajo diciendo que compró una nueva casa fuera de la ciudad.

―¿Y cómo la pagaste? ―preguntó Hoseok, incrédulo.

Yoongi hizo un ruido de desdén.

―Todos estos años he ahorrado el dinero que ganaba en la empresa.

Así que ese día se hallaba en la oficina de Yoongi, arrodillado frente al escritorio, y cientos de cajas a su alrededor para guardar las cosas.

―Papá no nos dejaba entrar aquí sin su permiso ―se quejaba Jimin a su lado, ayudándole luego de llegar del colegio―. Pensé que tenía documentos importantes, pero no era así.

Hoseok sonrió con algo de nostalgia cuando sacó un álbum de fotografías.

―Mira, éste es... Oh ―sacudió la cabeza―. De las pocas fotografías que tuve con tu padre.

Jimin se sentó a su lado, observando a Hoseok abrirlo. En la primera fotografía observó a dos personas: su mamá con un traje sobrio de bodas, del brazo con un alfa alto, guapo y un poco parecido a él.

―Hyungsik era muy hermoso ―suspiró Hoseok, acariciando la foto―. Es de nuestra triste boda. A Shinkie no le gustaban las grandes celebraciones.

Jimin quiso encontrarle lo bonito a la fotografía, pero sólo se estremeció al pensar en lo joven que se veía mamá. Parecía... Parecía...

Su estómago se contrajo.

Parecía un niño.

―¿Tú lo quisiste? ―preguntó Jimin―. ¿Él te quiso?

Hoseok pasó la página. Otra foto del matrimonio, ambos firmando el acta.

―Amor... ―saboreó Hoseok―, no, nunca lo sentí por Shinkie. Tal vez le quise, y hubo cariño obligado. Mi omega lo buscaba por necesidad. Y si él me quiso... Él me deseaba. A él le gustaba mi olor. De vez en cuando me encontraba bonito.

Jimin observó otra fotografía: el matrimonio fuera del registro civil. Ese año se cumplían cinco años desde que las bodas con omegas menores de edad se prohibieron. Antes, sólo marcar a uno aseguraba un casamiento joven si el alfa lo deseaba. No tenía que preguntar si su padre le consultó a Hoseok de la boda, pues era bastante obvia la respuesta.

―Eso significa que yo no fui deseado ―aventuró Jimin con tono triste―, ni que tú me querías.

Hoseok frunció el ceño, sin decir nada, pasando la fotografía.

―Bueno, ¿puedo ser sincero? ―aventuró con tono tranquilo, observando otra foto del matrimonio en el patio de la casa. Jimin asintió, titubeante―. No es que al inicio no te haya querido, mi vida, sino que... los primeros meses me fuiste indiferente.

Jimin pensó que le dolería, que se sentiría mal por ello, pero no hubo nada. Sólo entendimiento, pues sabía que su mamá no la tuvo fácil.

Hoseok pasó página, sonriendo cuando ahora, en la foto, estaba solo él, inclinado en el jardín, con un pequeño estómago sobresaliente.

―Acá tenías cuatro meses ―dijo feliz―. Bueno, y como te decía, tú eras sólo el motivo por el que Shinkie suavizó su toque conmigo. Él quería un bebé, así que yo iba a dárselo, aunque no quisiera ―Hoseok le besó la frente―. Pero cuando distes tus primeras patadas, fue que comencé a amarte. Cuando me di cuenta de que tú y yo teníamos un lazo que nadie lo iba a romper.

Jimin observó otra fotografía: el matrimonio dentro de la casa, sentados en un sofá, con su padre acariciando el estómago enorme de mamá.

―Tenías seis meses ―dijo Hoseok―, y tu padre y yo estábamos felices, a pesar de que él no lo demostrara mucho. Te quería, a pesar de todo.

―Me quería porque era su trofeo ―replicó Jimin―, porque era una prueba de que tú le pertenecías. Si él no hubiera muerto...

―Nos habríamos mudado a China ―contestó Hoseok―, no habría conocido a Yoongi. Probablemente, hubiéramos tenido más bebés. Tú habrías crecido conmigo ―su expresión se llenó de tristeza.

Jimin quería decir algo, pero en ese momento, se sentía incapaz de hacerlo, ya que a veces no sabía si ese futuro era mejor o no. Si esa opción hubiera entregado un futuro mejor.

―Habría crecido viendo como Hyungsik te agredía constantemente ―dijo Jimin de forma repentina―, y yo habría asumido que eso estaba bien. Entonces habría marcado a un omega, y el ciclo se hubiera repetido.

Hoseok sonrió, revolviéndole el cabello y cerrando el pequeño álbum. Luego, agarró otro, abriéndolo con expresión más alegre.

―Este es tu álbum de bebé ―dijo Hoseok, apuntando a la primera fotografía, donde...

―¡Mamá, que asco! ―gritó Jimin al ver fotos del parto.

Hoseok lo contempló con incredulidad.

―¡Eres tú naciendo, ChimChim! ―Jimin cerró los ojos al ver sangre―. Además, fue un parto por cesárea, no hay ningún...

―¡No quiero oírlo!

Hoseok soltó un resoplido, pasando las fotografías, y se detuvo en otra donde estaba acostado en la camilla, sosteniendo un bulto contra su pecho.

―Fue dos días luego de que naciste, la tomó Shinkie ―dijo Hoseok―, llorabas un montón y sólo te calmabas si yo te sostenía.

―Bueno, es que hueles muy bien ―respondió Jimin―, cuando me abrazas, es como si todo a mi alrededor fuera mejor.

Hoseok se rió, pasando varias fotos.

―Acá fue cuando cumpliste el año ―dijo Hoseok.

Jimin se miró a sí mismo.

―Vaya ―murmuró―, era muy gordo, mamá.

Hoseok le contempló, ofendido.

―No eras gordo, estabas relleno de amor ―contestó su mamá.

―Estoy seguro de que tenía sobrepeso ―replicó Jimin.

―¡Eres un exagerado!

―Ahora entiendo el bullying de papá.

―¡Todo lo que me pedías, yo te lo daba!

Jimin sacudió su cabeza, sin poder dejar de observarse a sí mismo, sonriendo cuando miró otra donde mamá le sostenía entre sus brazos y él se reía.

―Esta fue la última foto que sacó Hyungsik de nosotros ―dijo Hoseok―, poco después murió.

―¿Yo lo lloré?

―No ―Hoseok pasó las fotografías―. No lo veías mucho, tú preferías que yo te sostuviera y te atendiera. A él no le importaba, decía que era mi trabajo después de todo. Empezaste a notar su falta meses después, cuando veías a Jungkook y Taehyung interactuar con sus padres ―frunció el ceño―. Luego conociste a Yoongi y no se te ocurrió nada mejor que llamarlo papá.

―Es que era idiota ―se excusó Jimin.

Hoseok se rió, encantado, para comenzar a guardar los álbumes en las cajas junto a los libros que Yoongi tenía.

―A todo esto ―comentó―, ¿qué ha pasado con Jungkook y Taehyung?

―Pues nada ―la actitud de Jimin cambió por completo―. Jungkook nos está ignorando y Tae dice que le demos su espacio, pero ya han pasado unas semanas, y no parece que vaya a cambiar de actitud.

Hoseok suspiró, entendiendo el desánimo que su hijo estaba sintiendo. Después de todo, Jimin todavía trataba de entender sus propios sentimientos, y probablemente veía todo eso como un fracaso.

―Pues van a tener que obligarle a hablar ―señaló Hoseok, llamando su atención―, pero no me refiero a que usen la voz alfa. Debieran hacerle una arrinconada y así hablar.

―¿Pero si empieza a gritar?

―Deben actuar maduramente y tratar de no dejarse llevar por sus instintos. Le diría a Yoongi que te aconseje, pero a veces actúa de forma irracional también ―Hoseok le dio un pequeño golpe―. Ustedes, los alfas, son tan volátiles y enojones.

Jimin volvió a refunfuñar, poniéndose de pie para limpiar sus rodillas, y segundos después Yongsun entró al cuarto con expresión tímida.

―Ya terminé de ordenar mis cosas, tío Hobi ―dijo la chica―. ¿Lo puedo ayudar aquí?

―¿Por qué no puedes ser como Yongsun, Jimin? ―bromeó Hoseok―. Ella ordena sus cosas y no pierde el tiempo como tú.

―Es que oppa es muy flojo ―respondió Yongsun, comenzando a sacar los libros de los estantes.

―¿Qué es esto? ¿Una confabulación contra mí? ―dijo Jimin en tono de broma, porque a pesar de todo, se sentía muy contento.

En esas semanas se sintió más feliz que nunca en la vida.

Se sobresaltó cuando su móvil sonó, y atendió la llamada de Taehyung.

―Hey, ¿qué ocurre? ―preguntó, saliendo del cuarto donde su mamá y Yongsun se pusieron a conversar.

―Jungkook dice que quiere hablar con nosotros, así que ¿puedes venir al departamento? ―preguntó Tae―. La verdad es que también te extraño un poco.

Jimin se sintió algo mejor al escucharlo decir eso, ya que temía un poco que Taehyung se estuviera arrepintiendo de haberlo dejado marcar a Jungkook. Que Taehyung ya no lo quería a su alrededor.

―Voy enseguida ―respondió, suavizando su voz―. Luego podríamos ir a comer un helado.

Taehyung se rió.

―Sólo si me invitas, Park ―bromeó Tae―. Nos vemos.

―Adiós.

Cortó la llamada y fue a avisarle a Hoseok que iría a casa de Taehyung, ganándose un regaño y advertencia de que las cosas en su cuarto debían estar guardadas a más tardar mañana para la mudanza. Jimin asintió con rapidez, saliendo del hogar casi corriendo, y agarró el primer bus que vio para poder llegar con rapidez al departamento de Tae.

Media hora después estaba tocando la puerta, ansioso, y suspiró con alivio cuando el alfa abrió, tirando de él en un beso posesivo.

Se alejó unos centímetros, sonriendo, para después morder el labio inferior de Tae.

―No nos pongamos rudos ―advirtió Taehyung.

Jimin le dio un golpe suave, asomándose al comedor y encontrándose con la molesta mirada de Jungkook sobre ellos. Se sintió un poco intimidado, sin embargo, trató de mantener su expresión tranquila.

―Jungkookie ―avanzó, inclinándose a darle un beso, pero el omega le hizo el quite―. Vamos, bebé...

―Al parecer, Tae y tú se llevan muy bien ―ironizó Jungkook―, y soy yo el que sobra aquí.

―Oh dios ―Taehyung hizo una mueca―, ¿de qué mierda hablas, Jungkook?

―¿Ustedes me quieren porque soy Jungkook ―preguntó el chico con resentimiento―, o porque soy el omega?

Ambos alfas se quedaron quietos, atónitos por la pregunta que les hicieron, y se miraron mientras parpadeaban.

Jungkook se puso de pie, con sus manos jugueteando nerviosamente.

―Tú me marcaste en mi celo, Tae ―siguió Jungkook, su voz temblorosa―, lo hiciste porque fue la única opción que viste en ese momento, y sé que actuaste para protegerme, para cuidar de mí, pero... ―el omega bajó la vista―, pero yo recuerdo que te gustaba Wendy en esos años, aunque me prometías mil veces que seguías pensando en Jimin.

Taehyung apretó su mandíbula, pero no dijo nada, a pesar de que permaneció con una expresión tranquila.

Jungkook retrocedió un paso.

―Y tú, Jimin... Tú ni siquiera nos conocías ―balbuceó Jungkook―, y llegamos a tu vida de golpe, diciéndote que éramos amigos, que nos gustabas, y ni siquiera te dimos opción. Te abrumamos ―el chico tomó aire―. Yo te abrumé con mis olores, con mi actitud ―su tono se quebró―. Ustedes se miran como iguales porque son alfas, pero a mí me miran en menos porque soy omega, y no sé qué...

―Estás hablando pura mierda ―soltó Jimin, callándolo.

Todos estaban sorprendidos por sus palabras, incluso el mismo Jimin.

El menor pensó que, ya que habló, entonces sería mejor seguir haciéndolo antes de que Jungkook montara en cólera:

―Los escogí a los dos ―continuó Jimin―, no a uno. No solo a Tae. No solo a ti, Jungkook. A los dos ―dio un paso―. Perdóname. Perdóname de verdad, Jungkook. Lo que hice no estuvo bien, me arrepiento mucho por ello, y sé que tú eres una persona libre. No te miro sólo como un omega, te miro como Kim Jungkook, el chico que me gusta.

Jungkook permaneció en silencio, sin moverse, y Taehyung lo aprovechó también:

―Lamento también lo ocurrido, Jungkookie ―dijo con voz suave―, sé que no estuvo bien, no fue la forma correcta de actuar, y me arrepiento de ello ―el alfa también caminó un poco, acercándose―. Sobre nuestra marca... Sé que fue obligada, Jungkook, sé que ambos no lo quisimos, no realmente, pero no me arrepiento de ella. Tú eres... ―humedeció sus labios―, tú eres mi bebé conejito, aunque no lo quieras.

El color pintó el rostro de Jungkook ante sus palabras, sin saber qué decir en ese instante porque no se lo esperaba. No pensaba que fueran a actuar así.

―Te hemos descuidado ―agregó Jimin―, hemos asumido que te sentías bien con nosotros, pero no te lo hemos preguntado ―le tomó la mano―. ¿Hay algo que podamos hacer, Jungkookie?

Dejó que Tae lo abrazara por la espalda, mientras que Jimin seguía mirándole con ojos suaves, llenos de cariño, y volvió a odiar a su omega por volverlo tan débil ante ellos. Por permitir que una mirada, un toque dulce, unas palabras amorosas, lo derritieran con tanta facilidad.

―Quiero helado ―murmuró, cediendo a su instinto―, mucho helado.

Ambos alfas se sonrieron mutuamente, abrazando al muchacho, la calma instalándose a su alrededor.

Jungkook permitió que le mimaran, aunque sus dudas permanecieran allí.

Pero las iba a solucionar. En otro momento, no ahora, no cuando sólo quería que le sostuvieran un instante.

Hoseok colgó el teléfono, recostado en el respaldo de la cama y acariciando el cabello de Yoongi, que estaba apoyado contra él, refunfuñando, con sus manos en el estómago de Hoseok.

―Jimin no vendrá a comer ―dijo, frunciendo el ceño―. Ha dicho que se quedara en casa de Tae y Jungkook... otra vez.

―Desde que se arreglaron que se la ha pasado allí metido ―masculló Yoongi―, un día de estos, aparecerá con una prueba de embarazo positiva y la noticia de que seremos abuelos ―Hoseok sacudió la cabeza, negando con la cabeza―. ¿Por qué nuestro cachorro no crece más rápido? Ya quiero que salga.

El omega bufó.

―Dios, Yoongi, no tiene ni siquiera dos meses ―regañó amorosamente.

―Pero no es justo ―siguió quejándose como un niño pequeño―, Jimin tenía casi dos años cuando lo adopté.

―Ahora entiendo por qué Jimin es un idiota.

Yoongi soltó un quejido, pellizcándole el costado a Hoseok y haciéndolo reír.

―Hyeyon me ha llamado hoy al trabajo.

Hoseok se tensó inmediatamente ante la mención de la madre de Yoongi, y el alfa se enderezó un poco, su expresión seria.

Gracias a los contactos que Yoongi tenía, logró que le contrataran en una clínica privada, así que el alfa solía llegar a casa cuando sus turnos terminaran. Por otro lado, en ese casi mes y medio desde que regresaron, no hablaron nunca más con Jiwoo ni con Hyeyon. Lograron enterarse, gracias a las noticias, que la madre de Yoongi asumió el cargo de directora en la empresa exportadora de los Min, pero ambos no sabían cuánto duraría aquello.

Una vez que muriera, por derecho la empresa le pertenecía a Yoongi, pero...

―Quiere hablar sobre el futuro de la herencia ―dijo Yoongi con calma―, dice que debo hacerme cargo de la empresa, por el bien de nuestra familia. Que le importa una mierda mi vida amorosa, pero que necesito asumir mi deber como un Min.

―Deben tener otros familiares ―replicó Hoseok con el ceño fruncido.

―No ―suspiró Yoongi―, tenemos tíos y primos en segundo grado, pero no han sido criados con una mente empresarial. Aunque no lo quiera, yo sé dirigir esas cosas, y Jimin...

―No te atrevas a meterlo en sus asuntos ―le advirtió Hoseok―, Jimin está fuera de lo que esa mujer quiera. Yongsun y él no tienen nada que hacer allí.

Yoongi estrechó sus ojos, arrugando sus labios ante las palabras del omega, pero Hoseok no se dejó amedrentar. Los últimos años se los pasó discutiendo con todo el mundo, así que la expresión de Yoongi no le iba a intimidar.

Aquel pensamiento hizo que algo doliera porque extrañaba mucho a sus amigos. Sobretodo a Jackson.

Dentro de tres semanas, además, se celebrarían las primeras elecciones democráticas y parlamentarias en China. Song estaba postulando a la presidencia, lo que marcaría un hito no sólo por ser las primeras elecciones donde omegas podrían votar, sino donde se presentaba una candidatura de omega para el alto mando.

―Me ha citado la siguiente semana a la casa ―dijo Yoongi―, ¿qué opinas tú?

―Pues que si quiere, vamos ―contestó Hoseok―, pero sólo los dos, nadie...

―No, Hoseok ―le interrumpió el alfa―. Sólo yo. Ella no quiere verte. Dice que es sólo un asunto de madre e hijo. Y yo tampoco te quiero cerca de ella.

Hoseok se enderezó, frunciendo su ceño, con sus labios haciendo una mueca que en cualquier otro momento Yoongi encontraría tierna, pero ahora sabía que sólo significaba que iban a discutir.

Sin embargo, Yoongi no iba a ceder con ello, de ninguna maldita forma.

―Tienes que estar bromeando, Min Yoongi ―dijo el omega.

―Sí, es la mejor broma del universo, ¿no crees? ―ironizó mordazmente Yoongi.

Hoseok le dio un empujón suave.

―Te acompañaré ―contestó―, y esta discusión se acaba.

―Claro que no se acaba ―replicó Yoongi―. No irás. Ahora se acaba la discusión.

―¡Yoongi!

Yoongi sostuvo la muñeca de Hoseok antes de que el omega pudiera golpearlo, y apoyó su mano en el estómago del menor.

―Nuestro cachorro dice que me hagas caso ―murmuró Yoongi.

―Nuestro cachorro dice que puedes irte al diablo ―replicó Hoseok, tomando aire para calmarse―. Yoonie, no va a pasar nada malo.

―Podrías estresarte ―señaló Yoongi―, y tener un aborto espontáneo. O peor aún: esa loca podría hacerte daño ―Yoongi se enderezó, dándole un beso corto―. Y si te hacen daño, yo no podría soportarlo, Seokie.

Hoseok suspiró, entendiendo el temor de Yoongi, pero no iba a permitir que se alejara más de él. No otra vez.

―No me harán daño ―contestó Hoseok contra los labios del alfa―, ya no soy ese omega cobarde de antes, Yoongi. Ya no le tengo miedo a tu madre. Ni siquiera le tengo miedo a mi hermana.

Yoongi le sonrió con algo de orgullo ante ello, sin embargo, no parecía dispuesto a cambiar de opinión. No, ese encuentro sería sólo entre su madre y él, nadie más, Hoseok iba a permanecer lejos de ella, pues sabía que todavía podía hacerle daño. Eso no lo iba a permitir de ninguna forma.

―Por favor, Seokie... ―pidió con voz suave.

Hoseok soltó un quejido al recibir otro beso, con las manos del alfa deslizándose por su cintura, poniendo su piel de gallina. Podía sentir su entrada húmeda, así que no tenía que tocarse para saber que estaba lubricando, y dejó salir otro quejido al sentir la nariz de Yoongi olisqueando su cuello.

―Haré lo que quieras... ―prosiguió Yoongi con tono seductor.

Estaba algo mareado en ese instante, soltando feromonas sexuales, con Yoongi sobre él, y permitió que le quitara el pijama, acomodándose entre sus piernas, su pene duro, húmedo por el líquido preseminal.

Los dedos de Yoongi empezaron a hacer maravillas en su entrada, con una sonrisa burlona en el rostro del alfa, así que lo golpeó en el estómago con suavidad, ganándose una risa de su parte.

―¿Puedo... um... oh... fo-follarte...? ―jadeó, sus ojos llorosos al sentir tres dedos en su ano.

Yoongi se rió, besándolo mientras se deslizaba en su interior en unos instantes, gimiendo contra su boca.

―Ah... Voy a... a pensarlo... ―cedió Yoongi, moviendo sus caderas y follándolo con suavidad, sosteniéndolo sin dejar de besarlo.

A Hoseok le fascinaba eso, le encantaba que Yoongi le hiciera tocar el cielo cada noche, sus labios sobre su piel enviando escalofríos por todo su cuerpo, su omega reaccionando ante los toques. Todo su ser parecía rendirse ante el alfa, pero no de una forma mala, sino en... en señal de confianza. En señal de darle el poder a Yoongi, sabiendo que él nunca le haría daño. Nunca le trataría mal, abusaría de él, le hiciera sentir como si no valiera.

Yoongi le miraba con tanta adoración que le provocaba miles de mariposas en el estómago.

¿Cuál fue esa palabra que aprendió?

Kilig. Kilig.

Hoseok sentía... sentía kilig cada vez que el alfa le tocaba, le miraba.

Cuando Yoongi anudó en él, su marca ardiendo en su cuello, y se acurrucó a su lado, recordó otra cosa.

Se rió.

―Yoongi, ¿conoces la leyenda del hilo rojo del destino? ―le dijo, cubierto de sudor, oliendo a sexo y semen, pero poco le importó, acostado sobre el pecho del alfa, todavía sintiéndolo en su interior.

Yoongi parecía tener sueño, luchando por mantenerse despierto.

―Un hilo rojo que conecta las almas gemelas hasta que se encuentren ―contestó Yoongi.

Hoseok lo besó.

―Hay una palabra china que se refiere a la predestinación ―prosiguió Hoseok―. Yuanfen. Yuan es... es el destino que nos hizo conocernos ―Yoongi le dio otro beso―. No fue coincidencia que Shinkie muriera meses antes de que tú aparecieras en ese horrible patio, Yoongi, lo estuve pensando mucho.

―Nunca vas a olvidar mis escasas habilidades de jardinería, ¿cierto? ―se quejó Yoongi.

Lo volvió a besar, acomodándose sobre el regazo del alfa y comenzando a mover sus caderas, sintiendo el miembro endureciéndose en su interior.

―No fue coincidencia que me persiguieras como un idiota ni que Jimin te llamara papá.

Yoongi gimió.

―Yuan estuvo sobre nosotros siempre ―gruñó el alfa, dejando que el omega le montara.

Hoseok no podía dejar de besarlo, embriagado por el toque del alfa.

Fen es resolución ―prosiguió Hoseok, jadeando, temblando―, es nosotros luchando por nuestro destino. Por nuestra relación ―le tomó la mano―. No dimos suficiente antes, Yoongi. No luchamos demasiado ―más besos en su piel―. Pero ya no más. Ya no...

―Forjaremos Fen mejor ―concedió Yoongi―, ahora vamos a seguir juntos, aunque el mundo no lo quiera ―mordió su labio inferior, asintiendo―. Te amo, te amo...

―Yo también te amo ―respondió Hoseok―, ahora, lléname de amor, cariño.

Yoongi cumplió sin duda alguna.

Jungkook se recostó contra Soonyoung, ambos riendo mientras veían las últimas escenas de la película en el cine, y se sentía algo feliz por ello.

Jungkook no conservó demasiado a sus antiguos amigos de la secundaria. La mayoría de ellos se casaron apenas cumplieron la mayoría de edad debido a las pocas expectativas de trabajo que tenían, e incluso algunos ya tuvieron a sus primeros hijos o estaban en espera de ellos, así que olvidó por completo la sensación de tener a un compañero con el que divertirse.

Salieron todavía entre risas, bromeando por la película de terror que acabaron de ver, pero no dio ni un poco de miedo, al menos no a ellos dos.

―Era patética ―dijo Soonyoung, sacudiendo su cabeza―. ¿La escena donde la rubia tetona tropezó y se enterró un palo en el estómago? ¡Exagerado!

―¡Oye, fue mejor que la del nerd siendo decapitado en la bañera! ―replicó Jungkook―. ¿Quién demonios se va a bañar con un ventilador?

Se sentía feliz, porque Tae y Jimin además estaban cambiando su comportamiento con él, sin ser tan posesivos y sobreprotectores. Incluso vio a Jimin follando a Tae, sin participar, sólo observándolos, ¡lo que le encantó mucho! Aunque tuvo que llenar el rostro de Taehyung con besos cuando se quejó al día siguiente por el dolor, pero no le importaba.

Ni siquiera le ponían reparos en que saliera al cine por la noche con su nuevo amigo, sólo le pidieron que les avisara cuando fuera camino a casa.

Sacó su móvil, enviándole un mensaje a Jimin para decirle que estaría en el departamento en media hora, y Jimin le contestó con un emoji de beso.

Miró a Soonyoung, que estaba frunciendo el ceño.

―¿Todo bien, Soondae? ―preguntó, usando el apodo de Soonyoung para que se relajara, y envolvió su brazo con el del chico.

Soonyoung fue un buen amigo, a pesar de que no se conocieron en las mejores condiciones. El omega se preocupó mucho por él, e incluso los siguientes días le estuvo preguntando cómo estaban las cosas, aconsejándole para que hablara con los alfas y solucionar todo.

Aunque, si era honesto, Soonyoung tampoco parecía demasiado feliz de ver que se había arreglado todo.

―No, no es nada ―contestó Soonyoung, sacudiendo su cabeza en una negativa.

―Vamos, puedes decirme todo, somos amigos ―contestó Jungkook, tirando de él mientras empezaban a caminar.

Se sintió un poco culpable, pues sabía que Soonyoung tampoco tenía una vida fácil. No tenía un alfa, teniendo veinte años, y en su familia ya le estaban considerando un deshonor por ello, pero el omega le confesó a Jungkook que estaba más interesado en estudiar, tener un título y conseguir trabajo, antes que convertirse en esposo de un o una alfa.

Así que el omega se la pasaba discutiendo con sus padres, y Jungkook quería devolverle todo el apoyo que Soonyoung le dio al inicio.

―Mis padres han estado hablando de comprometerme a la fuerza ―suspiró Soonyoung―, así que probablemente huya de casa. Ya no lo soporto más.

―Oh, Soonyoung...

Jungkook lo abrazó, tratando de transmitirle todo su apoyo con esa caricia, y permitió que el omega le abrazara también, olisqueando su cuello.

―Sabes que... ―comenzó a decir Jungkook, antes de ser interrumpido:

―Y la verdad es que yo... Um... ―Soonyoung se alejó unos centímetros, mirándole―, pensé en preguntarte si querías huir conmigo. Si querías dejar a esos alfas y estar conmigo, Jungkookie.

Jungkook levantó su vista, sorprendido, pero antes de poder decir algo, su voz quedó ahogada en su boca.

Soonyoung le besó.

¡gracias por leer!

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