Una Perfecta Oportunidad © 30...

Por AndreaSmithh

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Segunda parte de "Una Perfecta Equivocación" ¿Alguna vez pensaste en pasar un verano en Italia? Parece una fa... Más

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SINOPSIS
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· D o c e ·

71.1K 6.8K 4.1K
Por AndreaSmithh


Apenas vi a mi tía hasta la hora de la comida.

No era culpa suya. Angelo apareció por la cocina poco después de que yo dejara de sangrar y me ofreció una clase de natación en la playa. Decía que nada curaba mejor las heridas que el agua de mar.

Ojalá también curase las emocionales...

Porque Jax había desaparecido para antes de que yo pudiese aceptar la oferta de Angelo.

Ese día estuvimos solos en la playa. Volvió a echarme crema solar sobre la piel, preocupado de que me pudiese quemar. Y me tomó la mano mientras entrábamos al agua, esperando a que me acostumbrase a la temperatura.

Podía decir que el día no fue un horror del todo, porque a pesar de tragarme medio mar (¡por lo menos!), conseguí mantenerme flotando sobre la superficie.

Lo de meter la cabeza bajo el agua sin tapar la nariz con los dedos a modo pinza, era un tema a parte.

Me daba igual intentar no respirar bajo el mar, ¡seguía tragando agua!

Y Angelo se reía, pero era una risa tan agradable que no podías enfadarte.

Solo te daban ganas de tirar de sus mejillas... y luego bajar la mano un poco más, a sus abdominales básicamente.

Estábamos tirados en la toalla, secándonos bajo el sol y conversando sobre nuestras vidas, cuando el horror de ese día sucedió.

Angelo me había hablado de sus amigos. Tenía su propio grupo en Roma, pero con Jax y Chiara siempre estaba los veranos. Dejó entrever que, en realidad, estas últimas semanas la relación con ellos parecía un poco más fría, aunque se empeñaba en hacer como si no pasase nada. No sabía cómo abordar el tema, y no le gustaba el drama. Esperaba que, con el tiempo, todo se arreglase.

Además, el verano era su tiempo de desconexión. Estudiaba mucho durante el curso escolar para poder graduarse a tiempo de arquitectura, sacándola año por año.

Después yo le hablé de mi instituto, de cómo no sabía qué estudiar, y de mis amigas...

—Mira, te enseño fotos.

Agarré el teléfono de la mochila, con el brillo subido a tope para poder ver la pantalla. Los dos nos sentamos mejor sobre las toallas y miramos hacia la pantalla. Sin embargo, no tenía muchas fotos en la carpeta de ellas y tampoco acceso a las redes sociales, ya que aún no me habían comprado una tarjeta de datos para usar durante mi estancia en Italia.

—Dame un segundo —le pedí, apretando los labios.

Así que pensé que sería una idea genial meterme en el chat grupal, donde teníamos una foto de las cuatro para representar al grupo.

Lo que no contaba, es que para poder ver la foto, primero tenía que abrir el chat.

Y que lo primero que Angelo vio nada más pulsarlo no fue una foto de mis amigas...

Sino una foto suya.

La había sacado de sus redes sociales, ya que después de la insistencia de mis amigas estuve rebuscando y cotilleando.

Y ojalá pudiese decir que se trataba de él todo sonriente, pero... No le habíamos apodado musculitos italiano por nada. Y en la foto que había mandado, él estaba sin camiseta.

—Oh, Dios mío —exclamé sin poder contenerme.

Estaba segura de que podían denunciarme por aquello. ¡No se pasaban fotos nudistas de las personas!

Fui a apartar el teléfono, pero la mano de Angelo lo agarró antes de que pudiera quitarlo. Ahí me atreví a mirarlo por fin y...

Estaba sonriendo.

No, no solo eso. Se estaba riendo, aunque con cierto toque de sorpresa incapaz de disimular.

Como si temiese que le quitase el teléfono de vuelta (aunque el mal, francamente, ya estaba hecho), se puso de pies. Y yo hice lo mismo.

—¿Soy yo? —Preguntó con una pequeña carcajada, señalando lo obvio.

Mierda.

Tierra, trágame.

—Lo siento mucho —comencé a disculparme, aunque una parte de mí estaba más tranquila al ver que su reacción no había sido de enfado—. La borraré, y les diré que lo hagan, yo solo...

Pero Angelo no estaba escuchándome. Sus ojos seguían en la pantalla, riéndose.

Estaba leyendo las respuestas de mis amigas.

Recordaba perfectamente cuáles habían sido...


CARLA: OMG, está mucho más bueno de lo que decías. Me encanta. Doy el aprobado con el musculitos italiano.


HEEIJIN: Tía, lígatelo. Un clavo saca a otro clavo, ¿no es así? Y Señor musculitos italiano es el clavo perfecto.


ISABELLA: Madre mía, Olivia. ¿Y vas a verlo así, sin camiseta, todos los días de verano? Creo que debería hacerte una visita...


Señor. ¿En qué lío me había metido? ¡Y esta vez ni siquiera había mandado un mensaje equivocado!

Tragué saliva, sintiendo que me ponía colorada, y no solo por el Sol. Hasta que los ojos de Angelo finalmente se alzaron hacia mí, brillando con picardía, y preguntó:

—Así que... ¿musculitos italiano?

Di un paso hacia atrás cohibida. Apenas era consciente si la gente a nuestro alrededor, en la playa, nos miraba o no. Solo lo fui de que él se acercó, convirtiendo aquella distancia en nada. Bajó su rostro al mío y, en un susurró que golpeó la piel de mi cuello, añadió:

—Me gusta.

¿Cómo demonios podía hacer tanto calor en aquel lugar? Las cosquillas de mi estómago me gritaron que debía correr al agua a remojarme.

Sin embargo, Angelo se alejó. Entonces movió el dedo por la pantalla, dejándolo quieto en un sitio, y comenzó a hablar. Estaba mandando un mensaje de voz a mis amigas.

—Hola, amigas de la principessa —comenzó a decir, mirándome mientras tanto—. Encantando de conoceros. Deberías saber que estoy abierto a la posibilidad de ser ese clavo. Solo falta que vuestra amiga acepte.

Y después apartó el dedo y me extendió el teléfono. El mensaje no se enviaría todavía porque no tenía datos, pero se quedaría ahí hasta que llegase a casa y se conectase al wifi.

Y entonces mis amigas fliparían.

Estiré la mano para agarrar el teléfono, cuando escuchamos un grito a lo lejos.

—¡Angelo!

Nos volvimos, para encontrar a prácticamente una tropa entera caminando hacia nosotros: Sofía, Gaia y los gemelos Alessandro y Marco. El que había gritado su nombre era el gemelo que me había parecido más agradable la otra noche. Marco, por lo que tenía entendido.

Apenas había vuelto a coincidir con todos ellos. Igual que Jax y Angelo salían por su parte, los gemelos y las chicas hacían otro tipo de planes con su grupo de amigos.

Llegaron hasta nosotros, y yo guardé rápidamente de nuevo el teléfono en la mochila. Toda la tensión que se había creado entre Angelo y yo fue desapareciendo mientras sus primos estiraban las toallas a nuestro alrededor y el ambiente se llenó de risas y conversaciones que mezclaban el italiano y el inglés cuando intentaban incluirme.

Sofia y Gaia fueron las más agradables. Me invitaron a meterme con ellas al agua mientras Alessandro, Marco y Angelo jugaban un partido de palas. No era una gran nadadora, pero estuvo bien pasar un rato entre chicas.

Estábamos intentando hacer el pino debajo del agua (mas bien, ellas lo estaban haciendo y yo miraba), cuando algo captó la atención de Sofía, la más joven.

—¡Mira, Gaia! ¡Es Tom!

La otra chica siguió rápidamente la dirección de sus ojos, y yo hice lo mismo. Había tanta gente de nuestra edad en el agua que no tenía ni idea de quién hablaban.

—Qué stronzo —susurró ella, sacudiendo la cabeza y volviéndose hacia nosotras con el rostro tenso—. Por mí puede irse a la mierda.

Sofía ahogó una risita y se volvió hacia mí mientras hundía la cabeza en el agua, llegándole por debajo del agua. Estábamos en una zona cómoda donde no cubría demasiado, ya que yo todavía no sabía nadar bien.

—El año pasado estuvieron liados y ahora no se hablan —me explicó, viendo que su prima seguía seria y callada—. Por esas cosas no quiero tener novios, odiaría dejar de hablar a alguien. ¿A ti te ha pasado?

En ese momento Gaia reaccionó, y lo hizo salpicándole agua.

—Se portó muy mal conmigo, tengo derecho a no hablarle —replicó.

Sin hacerla caso, Sofía siguió hablándome.

—¿Y qué hay de mi primo? Te gusta, ¿verdad? Yo creo que le gustas.

Abrí la boca para contestar, pero automáticamente la cerré porque... ¿de qué primo exactamente estaba hablando?

Cuando no contesté, Sofía se acercó un poco más a mí, como si alguien más a parte de Gaia nos fuese a escuchar, y susurró a modo cómplice:

—Ayer por la noche escuché cómo le decía a Jax que le parecías una chica muy guapa y muy agradable. Y que tenía intenciones de intentar ligar contigo.

Si hubiese estado bebiendo agua la hubiese escupido.

Perdón, pero...

—¿Qué? —Fue lo único que salió de mis labios.

Su prima sacudió la cabeza y le salpicó más agua.

—No dijo eso, tonta —le recriminó, antes de volverse a mí—. Sus palabras fueron "es una chica muy guapa y no me importaría pasar el verano con ella".

Estaba completamente perdida, pero Sofía se encogió de hombros y añadió:

—Es prácticamente lo mismo.

Negué con la cabeza, y decidí no responder a la insistencia de la menor de las primas cuando me preguntó alrededor de cinco veces más si no quería salir con su primo.

Estaba claro que hablaban de Angelo. Y también que no tenían ni idea de lo que había pasado con Jax.

Cualquiera en su sano juicio evitaría liarse con el primo de su ex.

Solo que... Jax y yo nunca fuimos pareja.

¿Eso significa que tenía el camino libre?

¡Feliz miércoles, familia de wattpad!

Acabo de subir también un extra en "Una Perfecta Equivocación" para celebrar el medio millón de lecturas. ¡Muchas gracias! Sigo alucinando en tres meses desde el primer cap haber conseguido eso. ¡Es gracias a vosotros!

Nos vemos el viernes con el siguiente, os amo, 

Andrea :)

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