Mi Pareja Perfecta IV

Oleh Brity22

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Ángela Grant, es una joven recién egresada que empieza a trabajar en el hospital Edwards, tal como su abuela... Lebih Banyak

Ángela Grant
Supervisión
La salida al Spa. I
La salida al Spa. II
La vida de Martina Edwards I
Buscando a la chica perfecta.
Incógnita
Catalina Grant
La chica del Tinder I
La chica del Tinder II
Fiesta en New York I
Fiesta en New York Parte II
En la boca de la loba I
En la boca de la loba II
En la boca de la loba III
Mala, del verbo ''mala''.
''No pegan, ni juntan''
Salida a casa de Tía Fer.
Lecciones de motocicleta
''Por la boca muere el Edwards''.
Única en su clase.
Aniversario de Matrimonio I
Aniversario de Matrimonio II
Sesión de Fotos.
Fin de semana de Jefazas.
''Si Quieren Guerra...''
Buscando al culpable
Juntas de amigos
Hogar, dulce hogar.
Inauguración
Una historia romántica y no de acción
Citas a ciegas y aniversario
''Dos grandes que se unen''
La cena familiar.
Buenas jugadas.
Salida en familia I
Salida en familia II
''La terquedad hecha pareja''
La despedida.
Las Intensas.
Especial: ''El dilema de las Gabis''

La vida de Martina Edwards parte II

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Oleh Brity22

17 años. (Tiempo pasado)

Martina E.: 

− ¿Al final has decidido que estudiar? −Escucho. Estamos en la mesa con mi madre, Noelle, y miles de facsímiles desperdigados sobre la mesa. A pesar de que no he postulado aún a ninguna universidad no desaprovechan la oportunidad de que un Edwards entre a sus filas. Según como dijo coloquialmente mi madre, Christine, deberían estar besándome el culo por ingresar.

Sonrío, ¡y yo ni sé qué diablos estudiar!

Supongo que siguiendo la tradición familiar debería ser una carrera en el área de salud. O quizá algo sobre economía y finanzas, alguna ingeniería, arquitectura.
¡Carajos!

−No lo sé. −Digo frustrada. −No me interesa salvar vidas, ni levantarme a las tres de la madrugada por alguien sinceramente. – Reconozco.

−Tal vez, otra carrera −Dice pensativa buscando.

Mi madre Christine no tarda en llegar y al saludarnos lee curiosa algunos de los tantos ofrecimientos de los establecimientos de educación superior. Toca su mejilla incómoda y susurra.

− ¿Al final a cuál universidad entrarás?

−No sé ni que estudiar −digo.

−Medicina obviamente. −Levanta una ceja.

−No lo sé... ¿Qué tal arquitectura? −Le tomo el pelo.

−Claro, ¿y qué tal si te desheredo?

− Christine −la reprende mi madre. −Haz el favor de ayudar, ya hablamos de eso.

−Muy bien −Dice apesadumbrada sentándose. −Hay más carreras en salud, pero si eliges psicología realmente te desheredo ¡No más locas en mi vida! −Se perfectamente a quien se refiere con eso.

−No le eches la culpa a la carrera− Sonrío. −Y estaría muy cerca de tía Gabi.

−Oh por dios no. −Dice desganada, revisando entre papeles. Arroja uno con desprecio. −Mira por mi elije la que quieras, pero te recomiendo las de salud. Es tu deber y tradición.

Mamá la apuñala con la vista, levanto la palma

−Lo haré. Pero no estoy segura sobre medicina...

−Entonces no. −Dice simplemente. −Debes estarlo, porque demandará mucho de tu tiempo.

−Hmm digo leyendo otras de las carreras, Enfermería, Tecnología Médica, Nutrición, Fonoaudiología, Kinesiología, Terapia ocupacional, Tecnología Médica ¡Oye! ¿Y veterinaria?

−No tenemos centros para animales −Dice bostezando. − ¿Estás lista para eutanasiar animales?

− ¡Carajos no! −Me espanto. Ríe.

− ¿Qué te ocurre Amor? −Dice Noelle mirándola.

−Me duele un maldito diente −Gruñe.

−Deberías ir... se te hinchará la cara −Dice mamá haciendo una mueca.

−Lávate esa cosa −Bromeo.

− ¡Irrespetuosa! −Espeta. −Odio a los dentistas. Prefiero un pinchazo en el culo antes que en la boca o en mi hermoso paladar.

Reímos.

−Pero tu culo está más limpio −Aclaro.

−Cállate. – Dice con la mano en la mejilla. −¡No soporto el olor de esos matasanos!

−Sólo di que te dan miedo y ya. −Ríe mamá acariciando su cabello. −Ve, será para mejor.

− ¡¿Miedo yo?! −Se indigna. Un tono rosa adorna sus mejillas.

Sonrío cruelmente imaginando las posibilidades.

Creo que ya se cual elegir...

− ¿Me conviene? −Pregunto.

−Desde luego. −Dice sin interés− Piso ocho, la Dra. Diaz es la directora, por si quieres orientación. Mi opinión, es que te largues de esta casa.

− ¡Christine!

−Odontología será. − ¡Creo que ya me siento cercana a la carrera!

−No. −Dice mamá.

−Si. −Bromeo.

Hasta que fui al piso ocho y la directora me hizo un tour por todo el piso, me pareció bastante privado para trabajar. Quizá mantener la postura sería un desafío para mí, pero en sí no me joderán por pacientes muriendo. Bueno, tal vez algunas excepciones como mi madre, que no me permitió ver como la directora la atendía.

¡No es justo!

¡Aun así me pareció genial! ¡Trabajaban dentro de medidas tan ínfimas y detalles tan delicados y minúsculos! pero tan interesantes, que un implante, un juego de prótesis, unas carillas y/o una endodoncia, hacían milagros en la calidad de vida de las personas.

Tal vez me gusta el hecho de que se vayan con una sonrisa a sus casas.

(...)

Y así fue como entre a la universidad, a regañadientes de mi madre. A mi abuelo le pareció bastante original la idea.

Lo demás fue pan comido...

Mentira, me atrasé dos malditos años, pero así es la vida.

[...]

(28 años, Principios del fic)

Martina E.:

Me vuelvo a levantar más descansada, almuerzo con Sandy y me dedico a hacer zapping en la TV. Leo un correo de mi madre. Debo evaluar nuevos del piso ocho recién ingresados. Ya veo... recuerdo la conversación en la mansión de mis abuelos, le pondré ojo a los nuevos. Si cometen algún error me culparé a mí misma.

En el transcurso del día descubro que los nuevos en realidad son bastante buenos, aunque es seguro sabiendo lo que piden para ingresar acá. La diferencia cuando todos son buenos es ver el perfil de cada profesional y preferir a los más adecuados psicológicamente para nosotros.

Las tres primeras damas estaban algo nerviosas, pero no eran muy diferentes de mis colegas con las que egresé, en cuanto a los caballeros, me pareció ver uno de la familia Myers... no me gustan esos idiotas. Pero, aunque este olía a narcicismo, se nota que era bastante aplicado. Le recordé que era necesario ser más afable con los pacientes y ya. El más joven requería experiencia con el público, pero de seguro le esperaban muchos años para perfeccionarlo.

Atareada veo un último cupo, ¡se supone que sólo serían esos cinco! Leo la ficha ''Veintisiete años, Angélica García'' ¿García? Son una familia agradable.

Abro la puerta.

−Buenas tardes −Digo ya harta.

Escucho un saludo muy bajo ''genial'' pienso, ''una tímida''.

−Nombre. −Digo. Escucho algo como Ange... ¡Ya es el colmo!

− ¿Cómo? Tengo prisa −Gruño.

En lugar de la chica morena que esperaba ver veo a una persona completamente distinta. Me devuelve la mirada una chica con unos ojos grises abiertos como platos, miro de reojo la lista. Es algo caucásica para ser familiar de los chicos que conozco yo.

Pero quién sabe. Tal vez se parece a la mamá.

−Angélica García− Dice.

Levanto la vista y la miro bien. Su nariz es algo respingada, su cabello castaño, casi claro. Apuesto a que, si se pone de pie, es más alta que yo.

−No te pareces. −Se me escapa. Me queda mirando sin decir nada, entrecierro los ojos recordando si es que los chicos me presentaron a alguien con sus características. Pero estoy segura de que lo recordaría.

−Conozco a los García −Comento. − ¿De dónde saliste? −Hmm...

−A mi padre le gustaban las mormonas. – Dice dejándome perpleja.

¡¿Es esto una broma de mal gusto de mamá, del abuelo o qué?!

– Ya sabes, siempre hay una morena y una rub... −Empieza, me río internamente.

−Pero tú eres castaña. −Frunzo el ceño

−No es mi culpa− Dice algo enojada. − ¿Puedo llamar a mi paciente? – Dice.

Decido dejar mis dudas de lado y terminar con esto.

−Adelante− Digo. La veo preparar su box y abrir el paquete de la bandeja estéril, antes de ingresar al paciente. Prefiero que lo haga a vista y paciencia de la persona para que no joda con la esterilidad de los instrumentos.

−Para la próxima, abre el paquete de la bandeja estéril frente al paciente.

−Pero si...

−Hazlo. −Ordeno antes de que me haga perder más el tiempo.

−Ok. −Dice saliendo molesta.

Eso no le ayudará en nada.

Me presento, le hago un par de preguntas y me deja en claro que al menos sabe lo que hace. Veo que el temperamento se le va carajo cuando dice ''Como un diablo''. Por suerte para ella, al menos, en la parte del tratamiento todo va bien.


−Ok. Ya he visto suficiente. ­− Digo. − Pero, ''como un diablo'' no es la forma en la que se debería expresar una profesional que se desempeña en este prestigioso hospital. −Digo tajante.


La conversación de la cena con mis abuelos y su curiosidad poco común en un área en la que poco se inmiscuyen me da la sensación de que debo tener precaución. Cuando tocan temas inusuales aquí es porque algo traman.


Pese a que no pude ir por resaca a la segunda revisión, mi madre, me reemplazó. Tenía buena opinión de todos en general. Aunque mamá de por sí, peca de ser muy buena, y muy blanda a veces.


Transcurridos los días puedo notar que es un grupo desordenado. Las chicas son un desmadre y la chica García parece no tomar el peso de la posición en la que está. Con su forma despreocupada de dirigirse a mi persona y a los demás.


Para desgracia mía tuve que hacer grupo con ella en el viaje del trabajo. Al menos tengo que soportarla a ella y no a la tipa de la familia Grant que por lo que contó mamá, dirige este centro. Ni siquiera se ha aparecido y lo prefiero así. El lugar me encantó y el presupuesto fue conveniente.


¡Ya veo que no es tan estúpida y sabe que le conviene mantener convenio con nosotros! Realmente no sé qué diablos trama el abuelo aliándose con esta gentuza. No me gustan para nada, he visto al tipo y es despectivo hasta con el aire. Esa familia debe ser un encanto.


El sábado llegan dos hermanas de la familia Florent, a la princesita Aida prefiero evitarla. Su hermana mayor, Violeta es una mujer muy seria, además de que nos encontramos en situaciones bastante similares en la vida. Me saluda y hablamos un rato, luego de quedar para una cena tranquila en la noche. De reojo veo que la rubia menor se dirige a la piscina y conversa animadamente con Angélica. Noto a su hermana mirándola de reojo y yéndola a saludar más tarde. El lenguaje físico de una de ellas me hace pensar que hay cercanía ¿Quién diablos eres peli castaña? Estas chicas tienen un círculo muy cerrado como para que se hayan conocido en la calle. Me da la impresión de que, hasta los empleados de este lugar se preocupan más fervientemente de atenderla...


Deben ser ideas mías.


Llama mi atención un chico moreno que la acompaña, parece guardaespaldas. Mamá me sobreprotegió tanto que podría reconocer uno encubierto donde fuese.


¿De dónde carajos apareció?


Me interrumpe una camarera, el servicio por aquí es muy bueno, sin duda. Mi madre me hablo de los rumores sobre los Grant; sueldos irrisorios, aplastamiento de sindicatos, confabulación y extorsión. Miro de reojo sorbiendo cóctel, parece un ambiente agradable.


Voy suite al terminar la tarde. En el recibidor, me percato de un cuadro dorado vacío, al lado de otro que exhibe a una mujer rubia. Me acerco y leo el nombre de ''Ángela Grant'' bajo el fondo vacío.


¿Qué? ¿Se les perdió el cuadro de la persona más importante de este lugar? ¿Acaso no tenían otro de repuesto?


−Srta. Edwards. −Escucho una voz suave. Me giro para ver a un hombre de traje con mirada servicial. − ¿En qué puedo servirle?


− ¿Qué ocurrió con el cuadro? −Pregunto curiosa.


−Está en reparación−Dice tranquilamente. −Seguro mañana estará en su lugar.


−Ahm.


Me causa curiosidad, pero realmente no vale la pena, me voy a arreglar para la cena de más tarde.


Visto un vestido negro y me siento frente al espejo. Mientras me quito la cara de cansancio reviso el celular y tranquilizo a mamá Noelle de que estoy bien. El fin de semana a fin de cuentas ha sido entretenido. Me agradan mis colegas y creo que lo harán bien.


Eso si no puedo decepcionar a mamá.


Al llegar Violeta ya se encuentra mirando el escenario, la saludo y me siento. Pedimos algo para cenar y el servicio nos deja. Es una mujer graciosa, si bien yo escondo una naturaleza mal hablada y pasional, ella esconde una irónica que sale a flote de vez en cuando y eso me agrada. No falta mucho tiempo para que empecemos a reírnos.


Se excusa y revisa su celular y resopla.


−Una chica divertida −Sonríe. −Oh, mira ahí llegan. −Sonríe burlona.


Algo ocurre, algunas personas se ponen de pie y se abrazan con Aida, eso no sorprende. Lo que sorprende un poco es su acompañante, ahí muy cómoda está Angélica García.


¡¿Qué no debería estar en su cabaña?!


Espero que tenga en claro que no cubrimos los gastos de primera clase ni nada por el estilo. La miro curiosa, menudo personaje. Incluso pensaría que es más probable encontrarme con el joven Myers, que por suerte no vino a joder aquí hoy.


−Esa joven García −Me mira sonriente − ¿Trabaja en tu hospital?


−Si −Contesto. −Entró este año.


− ¿Y qué tal?


−Pues... normal. −La observo mientras bebe de su copa. − ¿Sabes algo de ella? −Pregunto. Ella mira muy alegre la suya, se relame y continúa.


−Poco en realidad, es más amiga de Aida. Me parece una chica muy distinguida que no le gusta tanto llamar la atención.


Ese punto se lo concedo, me sorprende que la dejasen pasar si no respeta el código de vestimenta. Habitualmente cuando son edificios Grant todas las damas deben llevar vestido. Ella está con un pantalón oscuro y una blusa celeste. ¡Qué carajos! Si se puede yo también quiero.


−Hmm −Digo.


− ¿No te agrada? −Me mira burlona.


¿Por qué siento que no me quiere decir algo?


−Solo es una colega.


Ella asiente. El escenario demanda nuestra atención así que le doy una última curioseada. Nuestras miradas chocan, saluda suavemente en un ademán con su copa y hago lo mismo.


[...]




(Después de volver de la salida al Spa...)


Lunes.


Despierto temprano para ir a mi oficina antes de pasar a mi box de atención, paso la tarjeta somnolienta. Alguien carraspea detrás de mí.


¡¿Quién se atreve a hacerme eso?!


Me giro con el ceño fruncido y...


− ¡Sam! −Despierto de golpe y nos damos un abrazo. ¡Demasiado sin verla!


−Te noto tensa Tina −Bromea, luego de abrazarnos.


− ¡Ja! contigo no podría, estarías acusándome a mami. −La molesto. Entramos a mi oficina − ¿Cómo están tus madres? ¿Chloe?


−Mi madre dice que te pases por allá más seguido, y te envían cariños y saludos. A Chloe la vi ayer. −Se ruboriza.


−Veo que no pierden el tiempo −Sonrío.


¿Quién lo diría con esas dos? enserio. ¡¿Quién carajos lo diría?! Jamás pensé que terminarían juntas. Mucho menos que les duraría... aunque ha sido muy bueno el cambio de hábito de tener que verlas por separado y estar con ellas simultáneamente sin que se estén tirando mierda, o golpes, o libros...


− ¿Todo bien en ese crucero del amor? − Bromeo.


−Estupendamente. Pensamos en vivir juntas... de hecho −Me quedo ahí plantada.


− ¡NO! −Vocifero ¡que paso tan grande! Sam sonríe.


−Venía a contarte precisamente eso. ¿Puedes creerlo? Vivir con Chloe...


Se que lo aplazaron porque ambas son hijitas de sus mamás, y Chloe adora a su hermano.


− ¡Debes contarme esas cosas! − Digo creída. Sam rodea los ojos en broma y continúa.


−Aunque le dije que si el idiota de Alejandro nos visita duerme con el perro.


− ¿Qué perro?


−Eso también te quería contar... −Me muestra un perro café en su celular


− ¡Qué lindo es! −Alabo viendo sus orejitas.


−Se lo regalé a Chloe −Nos sentamos. −Se parecen –murmura.


Reímos.


− ¿Y tú Tina? ¿Qué tal el fin de semana? −Se inclina− ¿Muy terrible soportar a tus colegas taladra-dientes?


−Oye, no somos tan pesados −Hago un puchero fingido.


Por supuesto que sólo Sam y Chloe pueden ver estas caras.


Como si la hubiese invocado con el pensamiento tocan la puerta.


− ¡Tina! ¡Tina! ¡Adivina qué! ¡Nos vamos a vivir con...! −Salta emocionada hasta que ve a Sam mirándola condescendiente de su sillón.


− ¿Sí? −Dice burlona. −Chloe arruga la frente.


−Nada y, por cierto, estaba fingiendo felicidad. −Se cruza de brazos. Sam levanta las cejas. Estas dos... Chloe le da un beso rápido y sonríe. −Es bueno verte más seguido.


− ¿Qué se siente venir a trabajar con nosotras? – Pregunto. Sam también entró hace muy poco acá, anteriormente trabajó donde estaba su madre. Pero, cuando ella decidió retirarse, tomó en cuenta mi oferta.


−Miedo. −Responde.


−Oh, pero si somos muy buenas chicas −Chloe hace como que se sonroja. − ¿En mi oficina a las siete? dulzura −Bromea.


−No se pongan a follar en mi hospital −Gruño.


− ¡Uuuuuuy! mi hospital −Me toma el pelo Sam. −Descuida, controlaré a Chloe.


− ¡Como te atreves! −Lo lamenta− ¿Y qué tal el trabajo Tina?


−Bien, el fin de semana estuvo tranquilo, me divertí.


− ¿Y le has hecho caso a tu madre? −Pregunta Sam. −Ya sabes, tratar de ser normal.


¡Puta!


−No mucho, es decir −Recuerdo los juegos pasados −Me integré a los juegos, pero siempre el trato hacia mi será diferente. Bueno hay excepciones... pero son casos especiales.


−Casos especiales, para una chica especial. −Asiente Chloe. −Tengo que dejarlas amores, iré a trabajar. −Se pone de pie. Chloe puede ser muchas cosas, pero nunca negligente con sus pacientes. Besa a Sam, me abraza y se va.


− ¿A qué te refieres con casos especiales? −Dice Sam curiosa.


−Sólo son empleados más vagos −Digo quitándole importancia. −Con el tiempo aprenderán a respetar.


−Que miedo ese piso de sublevados. −Se pone de pie− Ahí me cuentas ¿Nos vemos al almuerzo?


−Por supuesto. −Digo.


−Todos los miércoles si puedes. Chloe va a comer con su hermano y no conozco a nadie aquí.


−Me tienes a mí −nos sonreímos, Sam se despide con la mano y abandona mi oficina.


Miro la hora y ya faltan cinco minutos, en los que ya debería tener todo listo para recibir al primer paciente. ¡Mierda! Corro a buscar mi uniforme... ¡la señorita sólo tiene uno en este hospital! ¡Carajos siempre hay algo!


Me apresuro entrando al camarín y veo a otra impuntual.


− ¡García! −Espeto. Pega un salto, se gira teatralmente con la remera de arriba a medio estómago. La miro con cara de pocos amigos.


− ¿Es broma?


− ¿Qué hice? −Abre sus ojos grises, se baja rápidamente su uniforme.


−Llegar tarde


−Pero ud... −Empieza.


−Yo ¿Qué? − ¡Que le importa!
Lo piensa mejor y toma sus zapatos.


−Nada−Susurra abandonando el lugar. Se detiene de golpe. −Por cierto... estaba pensando.


− ¿Qué pensabas? −Pregunto.


−Siendo los box tan personales, y sin ánimo de molestar...


−Sólo dilo. −Me impaciento.


− ¿Puedo poner música?


− ¿Qué? −Se me sale una carcajada. −Eso depende, si es reguetón o trap no. −Bromeo. Ella hace una mueca.


−No es mi estilo Dra. Aunque no está mal para las fiestas. −Bromea.


Silencio, soy algo hater de closet.


− ¿Y bien? – pregunta.


−Si al paciente o a alguien le molesta lo sacas de inmediato. −Espero no salga nada malo de esto.


−Si Dra. −Dice dejándome sola. −Gracias.


El día transcurre con normalidad, se me olvida el tema hasta que al despedir al último paciente escucho una melodía conocida, agradablemente conocida... pero por desgracia se está pasando con el volumen.


(Unos minutos antes)


Angela G.


Termino de trabajar y tocan la puerta, Jo entra.


− ¿Qué es este tarrerío García? −Dice imitando a Tina, sonríe y se sienta frente a mí.


−Ya estoy libre, no me acuses −Bromeo. Pasó la mañana volando, ¡Ah! ¡La música!


−Genial, Vamos a comer ¡Oh no espera! −Le sube el volumen a una de Metallica, no le conocía ese lado a Jo. −Esta me gusta− mueve la cabeza y mientras termino de arreglar mis cosas nos dejamos llevar por la canción.


Se abre la puerta.


− ¡¿Qué es este circo García?! −Miramos a una martina muy ceñuda.


Ups... ya nos pasamos.


−¡Lo siento! −Digo precipitadamente. −Aunque Jo le subió. −Ella me mira indignada, levanta el dedo de al medio de forma casi desapercibida.


−Me vale, bájenle, te dije que a un volumen prudente. −Se indigna.


−Nunca más, es que el tema era bueno − ¡Piedad!


−Y por eso no estás vaciando tu escritorio.


Como si tuviese algo personal en mi escritorio ¡Estoy de incógnita!


−Ajá. – gruño. Putavida.


Levanta una ceja. − ¿O acaso te quieres largar?


−Yo no he dicho eso. −La miro a los ojos, los entrecierro.


¡No te inmiscuyas Edwards!


−Muy bien, ya sabes. −Dice señalando la fuente del ruido.


Jo me mira de reojo.


−Tú no le temes a la muerte −Bromea. −Por cierto, eres una maldita acusete.


−Es que a ti te lo perdonarían −Creo que estoy en la mira.


−No sabía que estaba entre las mejores de aquí −Bromea.


Los días siguientes me comporto y le bajo el volumen, ¡lo que no hace que se acabe el desmadre! al menos las canciones de rock, metal y derivados tienen aceptación por el público. ¡Mis bandas favoritas son las mejores!


...


Martina E.:


Me visto antes de largarme, se abre la puerta, sale Angélica tarareando y guarda sus cosas. Cierra la puerta de su locker.


−Hasta mañana Dra. Edwards.


−Hasta mañana Dra. García −respondo sin mirarla.


Los días pasan, me dedico únicamente a trabajar y escucho una que otra letra de canciones de Pink Floyd, System of a Down, Lamb of god, Rammstein, The Beatles, Queen, The Rolling Stones, AC/DC, Black Sabbath, Iron Maiden, etc. Creo que se ha vuelto, así como la DJ oficial del piso porque nadie se queja.


Hasta que luego lógicamente como sospechaba, se pasa de vergas, termino mi turno y escucho una voz. Por suerte aquí suena bajo. ¡La mataré!


−Ella sabe. −Bromea mi paciente despidiéndose.



Ángela G.:


− ¡Whoaaa! oh, oh, sweet child o'mine −Canto emocionada. ¡Mi paciente se ha retirado así que tengo este box sólo para mí! Jo y Trini me perdonarán la voz.


¡Sigo viva en mi primer mes! ¡Y no estaba de tan excelente humor después de...! Bueno, después de la cita con Aida de la otra vez. Además, el Spa ha estado tan a tope como nunca, seguro que los cambios que recomendé ayudaron a atraer más público.


Me sonrío traviesa.


−Aaaaah −Me digo −Buena semana.
−Whoa oh, oh, sweet child o'mineee− Canturreo.


¿Y si bailo?


Tocan mi box.


−Pase. −Digo.


−Oye−Veo una cabellera castaña un poco despeinada, Martina se quitó el tomate, definitivamente es viernes. −Estaba todo bien hasta que cantaste.


−Perdón −me sonrojo un poco. − ¡Pero son los Guns N' Roses!


−Eso no te lo discuto. −Dice.


− ¿Te gustan? No me extraña. −Digo creída. ¡Amo mi música!


−Si −forma una media sonrisa −No me lo esperaba García.


− ¿Qué esperabas? ¿Románticas? −Pregunto.


Sin ofender, las odio.
−Algo más movido. – Dice.


−Si no te molesta puedo poner unas cumbias... − Empiezo −Creí que tendría problemas.


−Tendrías muchos problemas.

−Ahm −Digo. ¡Usted señorita! ¡Me ha ofendido!


Otra vez nos inunda un silencio.


−Entonces pondré solo tarrerío y gritos −Digo.


−Genial −Baja la voz −hija del mormón rubio.


−Si, muy graciosa. −Ya sabía que no se lo creería... − ¿Sólo quiero trabajar sabes? −Digo inocentemente, aunque de cierto modo es verdad. −No quiero problemas. −No quiero enfrentamientos... 

Frunce el ceño.


−Eso es sospechoso, no tienes de qué tener miedo −Ladea la cabeza con un intento de mueca de compasión muy irónica.


¿Eh? ¡No me toques el orgullo!
−Yo no tengo miedo. No se me ocurre por qué −Miro con atención a un punto lejano detrás de ella.


− ¡Oye eso es irrespetuoso! No tienes a tu suerte.


La miro ufana y tomo mis cosas.


−Me agradas Edwards, cuídate. −Paso de largo.


Pero no tengo tiempo para esto, me largo a mi hogar.



Martina Edwards


¿Es idea mía o ella pareciese que siempre estuviera escapando? Como sea, se toma demasiadas confianzas, claramente le cuesta mantenerse en su lugar así que prefiero dejarla hasta ahí.


(...)


−Hey llegué. −Digo abriendo la puerta del apartamento, se escucha música de la cocina y mi madre Noelle solo deja ver la mitad de su cuerpo por la puerta.


−Tu madre te llama −Dice.


Que suerte que vivo con ellas ¡esta querida anciana tiene la costumbre de no poder vivir sin mí!


−Voy. −Digo abriendo la nevera, saco zumo en botella e ingredientes para un sándwich


−Ya vamos a comer. −Anuncia.


−Comeré. −Digo. Me alcanza estómago para ambos ¡Estoy famélica!


−... y dijo que era urgente.


−Que se espere. −Sonrío burlona, mamá rodea los ojos.


−Yo cumplo con avisar. −Se desentiende de todo.


Tomo mi sándwich y me siento a ver televisión.


...


− ¿Qué parte de urgente no entiendes? −Una voz de ultratumba en mi oído me envía una corriente eléctrica desde la nuca al trasero.


− ¡Carajos! − espeto. ¡Me dejo el pan atorado en algún lugar del pecho!



Christine.


¡Mocosa impertinente!


−Si te mando a llamar, tu dejas todo lo que estás haciendo y vienes. −Le aclaro.


−Mamá no me dijo. −Dice cambiando de canal.


− ¡Es mentira! −Escucho un grito.


− ¡Agrh! −Se queja y me mira indignada. − ¿Qué una mujer no puede llegar de su trabajo y comer en paz?


[...]


−Bien −Digo ordenando mis papeles, Tina está con mala cara sentada en frente de mi escritorio.


−No vuelvas a hacer eso −Entrecierra los ojos. Se mantiene en silencio.


−Eso te pasa por negarte a tener guardaespaldas, te lo aconsejo −Le digo. −Sobre todo ahora que eres famosa.


− ¿Famosa? −Dice con una mueca de incredulidad. Imagino que piensa en las noticias de cuando fue adoptada.


−Eres toda una mujer jovencita. −Para mí desgracia... −Así que si empiezas a salir en el ranking de ''las chicas más monas y adineradas del año'' no te sorprendas. −Es una suerte que Tina no lea revistas...


−No soy modelo. −Dice simplemente. −No me alcanza ni la altura.


−Eso no importa cuando eres una Edwards −Digo hinchando el pecho. −De todas formas, estás cada vez saliendo más de tu burbuja.


−TU burbuja querrás decir. −Apunta sin ganas.


−No apuntes a la reina −Gruño. Levanta una ceja. −Como decía −carraspeo. −Necesito que viajes en unas semanas.


−Ok −Dice.


Me molesta que ni se emocione.


−Sabes que si viajas puedes salir y divertirte ¿verdad? −Le sugiero.


− ¿Dónde voy? −Me ignora.


−Si, el alma de la fiesta− Apoyo mi codo en la mesa.


−Tú quieres que viaje. −Dice.


−Si, y eres joven, alócate, sal a bailar con chicos como tú. −La animo muy a mi pesar. −Pero nada de cosas raras −Gruño. ¡Amistad! ¡pura y hermosa amistad!


−Claro que no, si te tienen miedo. Como la mayoría de la gente. ¿Puedo tener mi sándwich?


Carajos... esto no lo vi venir. La miro seriamente. Tina siempre ha tenido esa personalidad y forma de ser, o es una ternurita o quieres castigarla por un mes. Entrecierro los ojos viéndola rascarse una oreja mirando mi oficina con desinterés.


Aunque debo reconocer que, cuando tenía apenas unos años menos que ella, volvía casi todas las jodidas noches a la mansión hasta muy tarde... o temprano. Salía con uno que otro tipo que conocía en las fiestas familiares... tal vez alguna chica escondidilla por ahí. Eso sí, todos presentados por alguna persona conocida. A veces amigos... de fiestas.


Excepto Noelle, esa loca llegó sola a tocar mi puerta... creo que tenía poco más que Tina cuando pasó.


Sonrío.


Tal vez Tina lo lleva mejo que yo, ha sido una pulga responsable todos estos años, Noelle tiene razón, deberíamos darle esta tarea tan importante.


− ¿Rememorando antiguas víctimas? −Bromea Tina.


−Pensaba en cuando tenía tu edad.


−No sé qué hacían para la primera guerra mundial pero no gracias.


− Mira pulga −Gruño. −Necesito que viajes a New York. ¿Te suena?


− ¡Oh! ¡De los grandes pilares de la moda! −Hace como que se emociona. − ¿Tú no quieres ir verdad? ¿Saldrás con mamá?


−No. −Nos quedamos mirando. −Bueno sí. Pero soy tu jefa directa, obedecerás e irás como mi representante del grupo económico multinacional Edwards, persona de confianza, informante y mano derecha. −Asiento.


−Mi jefa directa es la Dra. Diaz. −Sonríe, sabe que soy una mamá orgullosa.


−Obedece Martina.


−Bien, bien. −Levanta ambas palmas − ¿Y qué me espera en New York? −Sonríe interesada. − ¿Las escaleras donde firmaron el Joker?


−Si vas ahí te encierro. −Digo.


Ok, no se me da ser permisiva.


−Entonces me rescatarán...


−Nadie te rescatará si yo puedo impedirlo−aclaro. –''New York Fashion Week'' −Amplío en la pared.


− ¿Moda? −parpadea. − ¿Enserio?


−Me sorprende que te sorprenda, supongo que no pensaste que todo eran hospitales y ya.


−No, claro que no. Pero ¿Moda?


− ¿Por qué no? −Bromeo.


−Usted me asusta gran señora− Ahora si tengo toda su atención − ¿Y bien?


−Soy una buena persona −Sonrío−así que ofrecí equipo médico para ese show, en caso de algún percance, ojalá no pasara... −Me costaría dinero de haber uno. − Asistentes, participantes. Etc. −Hay que admitir que algunos de ellos llevan servicios de salud propio, pero la mayoría no. −Es bueno que hayan tomado en cuenta mi sugerencia y excelentes contactos −Sentencio. − ...Y una invitada especial modelará, me he tomado la maldita molestia de que salga en cada maldito medio de información.


Vaya, y aún faltan meses para eso.


− ¿No provocará molestia la insistencia de este personaje? −Dice mirando una pequeña caja de mi escritorio.


−Da igual, haré de ella una estrella para que sea una invitada prácticamente obligatoria en ese show... por un pequeño porcentaje. −Si todo sale como lo planeo... ¡mi padre tendrá que reconocer que esta vez tuve buen olfato! −La verás llegando.


− ¿No podría salirte el tiro por la culata?


−No entiendo por qué, ella sabe mantener la boca cerrada. Además, es una distinguida señorita, no hace falta de mucha ayuda. Tiene talento, es su sueño y digamos que sólo le presto un patrocinio que se informará en las fechas más próximas. Luego de eso depende de ella, todos ganamos.


−Muy Christine. −Dice pensativa. − ¿Y yo que pinto aquí?


−Por favor pulga, todo. Serás la imagen pública de nosotros, debes ir, estrechar un par de manos, mostrarte motivada y dispuesta a colaborar y ya.


−Vaya −Levanta ambas cejas− ¿me encuentro acá o allá con Aida? −Pone los ojos en blanco.


Una pulga muy inteligente.


−Allá −Digo −Tendrá su suite personal así que sólo deben seguir la agenda, son tres días. A partir de jueves.


− ¿De quiénes son las manos que debo estrechar?


−Todas las que puedas; directores, accionistas, empresarios, peces gordos. −Digo, realmente no es mucha la dificultad, Tina está lista para todo eso. – Si alguien te pide una foto aceptas, y si puedes atraes a Aida.


−Muy listilla. ¿Si es un diseñador?


−Te sientas, conversan, invita una ronda, y ups, llega tu amiga Aida. −Bromeo. Se ríe.


−Aida no me necesita para llamar la atención.


−No, ni tú a ella para cerrar un trato. −Bajo la voz. −No se me ha dicho nada sobre el escenario, luces, seguridad ni los asientos que ocuparan así que sospecho de la presencia de una que otra alimaña desagradable Grant −Digo.


Su rostro se ensombrece, escuchamos a mamá tocar la puerta y largarse. Debe ser hora de la cena.


− ¿Quieres que lo confirme?


−También. Enrique padre gusta de ir, pero me consta que prefiere enviar a su hombre de confianza y probablemente su segunda hija querrá sacar provecho de sus centros, aunque no te lo puedo asegurar... Yo lo haría.


− ¿Su hombre de confianza? ¿Tengo que estrechar la mano de ese imbécil? ¡Es un creído! −Dice Tina − ¡Si escucho uno de sus comentarios de alta alcurnia y derechos de sangre!... −Empieza.


−A palabras necias, oídos sordos. −Bromeo.


−Si claro, ¡y tú eres el mejor ejemplo de eso!


−Tú eres mejor que yo. −La freno. −Sólo lo saludas y sigues en lo tuyo.


Me consta que el hijo de Enrique jodió a Tina en su tiempo, cuando eran más jóvenes. Me imagino que ese estirado junior no soportaba que Tina le quitase toda la atención por unos meses. Pero bienvenida a la adultez Tina, tendrás que tragarte a ese idiota te guste o no.


−Hmm, está bien, pero si se mete con mamá le dejaré morados esos asquerosos ojos grises.


Me carcajeo, parece que no es mejor que yo.


−Lo dejo en tus manos, no olvides que tus abuelos y tus madres tienen total esperanza en ti. −Me pongo un collar de flores. −Nosotras nos vamos a Hawái.


− ¡Ah! ¡qué bonito! −Gruñe. −Iré sólo porque la ciudad es genial.


−Irás porque yo te lo ordeno.


Se abre la puerta, Noelle se asoma algo enojada.


− ¡¿Necesitan una invitación formal para venir a comer?!


−No. −Digo mirándola indignada ¡la comida puede esperar!


− ¡A comer las dos! −Apremia− ¿Y tú ya te pusiste el collar?


−Si −Noelle mira a Tina lastimera, sabe que Tina irá en representación mía.


−Lo lamento cariño, espero que no te agobies. −Empieza −Te lo recompensaremos.


−Ya me agobió esta señora... – la mira con los ojos brillantes ¡mocosa mojigata!


−Christine no le pongas mucho peso, es una joven.


Bah, papá no tenía respeto de mi tiempo libre. ¡Se agradecida pulga! ¡Tienes una Noelle que te malcríe!


−Tendrá tiempo libre, no le creas nada. −Digo poniéndole un collar a Noelle. La acerco por la cintura −Y nosotras también −ronroneo en su oreja. Ella abandona su supuesto enojo y libera una risita.


¡Aaaah! ¡como la amo!


−Ya empezaron− Murmura Tina.


La ignoramos y comenzamos a besarnos.


− ¿Saben qué? iré a comer. −Dice dejándonos solas en la oficina.


Noelle me detiene cuando deslizo mi mano por debajo de su sweater.


−Ahora no. Vamos a comer, tendremos tiempo luego.


−Aguafiestas. −La pulga puede comer sola.


−Muero de hambre.


−Yo también−La miro deseosa de más.


−Christine...


−Bien, maternidad. 




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Espero les haya gustado. 

¡Buen miércoles! Nos leemos pronto. 

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