Estudio 139 [the GazettE- Aoi...

By sugarmeli

160 16 11

Dicen que el Estudio 139 está embrujado, han desaparecido integrantes de bandas, se ven fantasmas y escuchan... More

Capítulo 2
Capítulo 3

Capítulo Uno

72 5 8
By sugarmeli


1

—No lo voy a hacer —repitió Uruha mientras caminaban por el largo pasillo que los llevaría al estudio de grabación. No estaban grabando un álbum, por ahora solo estaban teniendo reuniones acerca de los nuevos sonidos con los que querían experimentar, lo que aspiraban a lograr. Lo cual representaba que tuvieran juntas interminables que usualmente tardaban en tomar forma.

—Llevas todo el maldito verano quejándote al respecto, es tu momento de decirle algo —insistió Reita caminando a su lado, habían llegado juntos al lugar y de inmediato el rubio había sacado el tema a relucir.

Uruha lo miró como si estuviera loco—. Claro —empezó sarcásticamente—. Oye Aoi, ¿recuerdas la vez que estábamos cayéndonos de borrachos y tuvimos sexo? Bueno, ¿podemos repetirlo? Va a sonar muy romántico —dijo sin cambiar el tono y sin mirar a su amigo.

La realidad era que no quería volver a tener sexo con él, solo había sido una cosa de una vez. Se lo había metido muy bien en la cabeza y al pelinegro no parecía haberle afectado en lo más mínimo, seguía tratándolo como siempre, tanto que a veces Uruha llegaba a pensar que Aoi no lo recordaba. Eso no evitaba que llevara tres meses prestando más atención al segundo guitarrista de lo que debería. De pronto, no podía quitarle los ojos de encima y no le molestaba aceptar que tal vez, le había tomado un poco de cariño que no era solo por un compañero de banda.

Ni siquiera invitarlo a salir era el problema. El problema era él, él y su ineficiencia para transmitir sentimientos; le resultaba sumamente práctico racionalizar sentimientos y lo hacía todo el tiempo porque le funcionaba. Al punto que había racionalizado lo que podría pasar si invitaba a Aoi a salir, probablemente no funcionaría y sería muy peligroso para la banda si algo salía mal. Prefería no hacerlo, así como prefería no habérselo contado a Reita, quien estaba más emocionado que una casamentera por la idea. Llevaba casi una semana insistiendo que Uruha hiciera algo.

—No lo tienes que decir así —Reita frunció el ceño mientras abría la puerta del estudio de grabación que siempre utilizaban. Iba a decir algo más cuando se quedó estático en el umbral con la boca abierta.

Uruha no alcanzaba a ver adentro, pero le llamó la atención que el bajista se hubiera quedado callado de pronto. Giró los ojos y se asomó sin entender qué detenía al otro. Él también se quedó parado en la puerta sin atreverse a moverse, mirando a Reita quien se aclaró la garganta sonoramente.

Frente a ellos, Shou se separó de un chico que les daba la espalda pero en cuanto notó su presencia se giró hacia ellos con una mueca de molestia. Ambos habían estado compartiendo un beso bastante subido de tono.

Uruha alzó la ceja—. ¿Sakito? —Dijo tratando de no reír.

El mencionado se cruzó de brazos y se sentó en el sillón de la sala del estudio.

Shou entrecerró los ojos—. ¿No les enseñaron a tocar? —se relamió los labios comprobando lo que acababa de pasar.

—¿De qué hablas? —Se defendió Reita—. Si tú estás en nuestro estudio —señaló la puerta y el número: 57

Shou suspiró—. No, los cambiaron a principio de semana. Este es nuestro, por ahora —se cruzó de brazos molesto ante la intromisión.

—Ni siquiera van a grabar algo —se quejó Reita—. Aunque pareces más ocupado que cualquiera de nosotros —señaló a Sakito con la cabeza, el otro bufó—. De acuerdo y, ¿cuál se supone que sea el nuestro?

—El 139 —contestó Shou empujando al bajista y le cerró la puerta con fuerza en la cara.

Uruha soltó una carcajada encaminándose al estudio mencionado, pero Reita no se movió—. A ti, ¿qué te pasa? —Le preguntó.

—Ese estudio está embrujado —volvió a caminar a su lado—, al menos es lo que dicen.

—¿Te puedes dejar de estupideces? —Uruha negó.

—Es cierto, se supone que estaba clausurado. ¿Por qué nos dieron ese y no el de siempre? —Se preguntó.

—Porque Shou necesita más espacio para coger —contestó Uruha con sarcasmo—. ¿En realidad importa?

Reita negó, doblaron la esquina sin decir nada más. El estudio 139 era el último de aquel piso, estaba tan alejado de los demás que incluso ir al baño podría resultar bastante incómodo. Las luces en ese pasillo fallaban con regularidad y hacían notar que el piso estaba abandonado, a pesar de no ser así. Al bajista le recorrió un escalofrío por la espalda, nada bueno iba a salir de eso.

—Tienes que decirle a Aoi lo que sientes —dijo antes de que llegaran a la puerta azul con el número 139 grabado en letras doradas.

Uruha giró los ojos—. ¿Qué pasa si no? —Se burló.

—Entonces yo me confesaré —contestó su amigo mirando fijamente a la puerta que sabían era a prueba de ruido. Uruha lo miró impresionado—, pensé que después de que se fueron a la cama no tendría oportunidad pero viendo que realmente no te interesa, creo que puedo intentarlo.

Uruha se quedó en blanco, no pudo contestar nada pues en ese momento Reita abrió la puerta y sonrió como si no hubiera dicho nada. Saludó a los dos integrantes que se encontraban ahí, Aoi aún no había llegado.

2

Kai suspiró mientras ajustaba la arandela del platillo ride, le hubiera gustado que no se escuchara tan lastimero solo no pudo evitarlo, lo cual provocó que Ruki lo mirara de forma extraña.

—¿A ti qué te pasa? —Le preguntó el vocalista quien decidió levantar la vista de sus amados cuadernos para prestarle atención.

Si bien era probable que no usaran los instrumentos ese día, Kai prefería dejar armada la batería para cuando de hecho, se pusieran a tocar. El estudio era lo bastante grande para permitirlo, contaba con más de 100 m2, dos cabinas de audio separadas entre sí, que podían verse sin ningún problema en la sala principal. En medio de estas estaban las consolas para manejar ambas cabinas, las cuatro habitaciones separadas por enormes vidrios que aislaban el sonido.

—No me gusta este lugar —mintió el baterista de inmediato. No era supersticioso, ni las historias de terror lo atraían en lo más mínimo, fue lo único que encontró para zafarse del tema que realmente lo aquejaba.

—No te creerás esa basura de que está embrujado —se burló Ruki.

Kai alzó los hombros—. No lo sé, tienes que admitir que se siente raro aquí, incluso hace más frío de lo normal —esta vez no mintió, no creía que tuviera que ver con la historia de terror, sí se podía percibir un ambiente extraño.

—Tal vez —dijo Ruki mirando a todos lados—. ¿Seguro es eso y no Reita?

El baterista se enfocó en el platillo—. No hay nada que hablar de eso, el tipo es un idiota, me lo advertiste y tenías razón —siguió apretando la arandela—. Nada bueno iba a salir de eso.

Ruki se mordió el labio, odiaba haber tenido razón, no le gustaba ver a Kai en ese estado—. No significa que te lo tengas que guardar, ¿sabes? —se sentó en el banquito de la batería.

Kai sonrió con una mueca—. No hay nada que hablar, al menos no algo que me haga sentir mejor. Siento que si lo externo solo me voy a enojar y perjudicaré a la banda, que es precisamente lo que prometí que no haría, ¿recuerdas? Además Reita parece estar interesado en alguien más —explicó sin mirarlo.

—Eso no le da derecho a jugar con los demás —dijo Ruki bastante molesto.

Kai apreció mucho a Ruki en ese momento, la realidad era que él mismo se había metido en la boca del lobo, no podía quejarse de haber salido mordido.

—Reita no se interesa por nadie —le aseguró el vocalista—, escucha hay algo que...

"The reverse side of beauty

It dyed by beloved filth"

La canción sonó desde la consola, haciendo que ambos se giraran a mirar a través del vidrio. Sin que la canción avanzara esta se detuvo y volvió a comenzar.

"The reverse side of beauty

It dyed by beloved filth"

—¿Qué demonios? —Dijo Kai sin entender cuando la acción volvió a repetirse, la canción se paró y comenzó de nuevo, como si el disco estuviera rallado.

Ruki se levantó—. Tal vez la pista está en la consola y solo está ese fragmento —se dirigió algo inseguro al lugar. No quería aceptar en voz alta que no tenía nada de sentido que la canción sonara en ese estudio, era la primera vez que lo usaban y Filth in the Beauty era una canción que habían estrenado más de seis años atrás. Tampoco iba a pensar que tuviera algo que ver con el cuento de que estaba embrujado. Armándose más de valor, caminó hacia la consola y la apagó, incluso para ser una canción suya, en esa repetición sonaba tétrica.

La puerta se abrió causándoles un respingo a ambos, Reita apareció en el umbral con una gran sonrisa. Kai no pudo evitar centrar sus ojos de vuelta en el platillo, mientras Ruki soltó el aire que había estado reteniendo. Ninguno de los cuatro notó que había un reflejo desconocido en el vidrio que apenas duró un segundo.

Reita se echó enseguida en el sillón de la sala después de dejar el estuche del bajo en una de las cabinas. Uruha hizo lo mismo, pero no se sentó.

—¿Y Aoi? —Preguntó el castaño tratando de sonar lo más casual posible.

—No tarda —contestó Ruki sin prestarle atención—, se levantó tarde o algo así —repasó las hojas de su cuaderno.

Kai no ignoró la mirada que el bajista le dirigió a Uruha, el guitarrista frunció el ceño. Era muy difícil leerlo, Uruha era una pared de hielo casi inquebrantable, pero en ese momento lucía incluso molesto con Reita, algo imposible entre esos dos.

3

Aoi se ajustó la correa de la guitarra en el hombro derecho, tomó aire y siguió arrastrando el amplificador por el pasillo. Bendita la hora que se le había ocurrido pedirlo a su casa y no al estudio, la cosa esa pesaba horrores. Casi se desmaya cuando le dijeron que los habían cambiado al 139, estaba al final de todo el maldito piso.

Podría pedir ayuda, claro, eso implicaba que tuviera que hablar por teléfono con alguno de los demás y seguro ya estaban todos juntos. Sus mejillas se tiñeron de carmesí al pensar en que el otro guitarrista podría estar ahí. Habían pasado meses desde su encuentro, pero lo recordaba como si hubiera sido la noche anterior.

No había estado tan ebrio, solo fue incapaz de desmentir a Uruha cuando este lo había besado argumentando que era el alcohol. Fue incapaz de detenerlo cuando sus manos se habían colado debajo de su camisa, mientras besaba su cuello y soltaba risitas. Aoi maldijo por lo bajo al sentir que nuevamente el castaño le había causado una erección a mitad de pasillo.

Estaba enamorado de Uruha, sí. Había esperado años por ese encuentro, también. Lo había visto con ojos soñadores prácticamente desde que se conocían; sólo que se rehusaba a buscarlo más. Ya se había humillado demasiado en las entrevistas como para seguir haciéndolo, aquella noche lo había hecho el chico más feliz de la tierra como para romper ese recuerdo en pedazos con el rechazo de Uruha, prefería conservar ese recuerdo en un pedestal. Lo malo era que, se comportaba como un idiota cada vez que estaba cerca del castaño, incluso llegaba a imaginar que compartía miradas con el otro, como si este recordara lo que había pasado en su borrachera.

¿Se acordaría de la forma en la que había mordido su hombro cuando llegó? Aoi volvió a sonrojarse, esa mordida había tardado semanas en desaparecer y era una marca que llevaba como medalla, al menos para él mismo. Volvió a arrastrar el amplificador queriendo quitarse esa imagen de la mente, pero era inútil, no había mentido cuando dijo que Uruha era la persona que más rondaba en su cabeza.

Sintió un frío gélido que lo hizo pararse en seco, incluso su sonrojo desapareció; la temperatura estaba bajando estrepitosamente en aquel pasillo maltrecho. Aoi se incorporó ajustándose la guitarra en la espalda, miró cada uno de los focos que iluminaban con luz blanca el enorme pasillo que estaba recorriendo.

—Cinco —contó en voz alta y como si fuera una cuenta regresiva, el foco más lejano se apagó—, cuatro —se apagó el siguiente. Aoi tragó saliva—, tres —escuchó un fuerte golpe a lo lejos que parecía provenir de la puerta del estudio al que se dirigía, el siguiente foco se apagó—, dos —dijo firmemente.

—Aoi —una voz que no parecía humana le dijo al oído. Sintió una uña afilada en su cuello, la cual hizo que la piel de todo su cuerpo se erizara—. Aoi, hemos venido por ti —le dijo casi en un susurro.

El pelinegro cerró los ojos, respiró profundamente apenas iluminado con el único foco que quedaba prendido. Sintió que el poco calor que conservaba se esfumaba de su cuerpo.

—No me llevaste antes, no podrás llevarme ahora —aseguró abriendo los ojos, podía ver su aliento del frío que hacía. Había empezado a temblar pero se rehusó a mostrar miedo, menos cuando alguien se rió en su oído, no era la misma voz que le había hablado.

—Aoi, también venimos por ellos —sintió un beso donde antes la uña le había recorrido, un beso que parecía un cubo de hielo recargado sobre su piel expuesta.

—Uno —dijo el pelinegro y todas las luces se prendieron de golpe, el calor regresó al lugar, a él le tomó tiempo reponerse de la impresión. Había gastado más energía de la necesaria en lograr que se fueran.

—Aoi —la voz de Uruha casi lo hace saltar de su lugar—, ¿estás bien? —Lo miraba con verdadera preocupación—. Tus labios están azules.

El guitarrista se mordió el inferior por puro instinto, ni siquiera había sentido la presencia del otro.

—Claro —se apresuró a decir mirando el amplificador—, es que esto pesa una tonelada —se excusó.

Uruha lo miró tan serio como siempre, miró el amplificador y sin decir nada suspiró. Tomó el agarre del objeto y lo cargó sin mayor esfuerzo; a Aoi le tomó segundos entender lo que estaba ocurriendo, pero siguió al más alto tratando de ocultar una sonrisa, olvidando por completo su encuentro anterior.

4

—Todo comenzó hace diez años, se supone que el estudio 139 estaba asignado a esa banda, cuyo nombre nadie recuerda, cuyas canciones nadie escuchó. Se dice que eran cinco, como nosotros, la baterista y la vocalista eran hermanas; la primera estaba comprometida con el guitarrista hasta una noche que encontró a su hermana y su prometido juntos en este estudio, se suponía que se quedarían a revisar las canciones. En cambio, el chico le estaba siendo infiel con su propia hermana. Esto la volvió loca en el momento, los mató a ambos usando uno de los atriles de su batería. Fue un baño de sangre, no importó cuánto le rogaron porque se detuviera, ella no lo hizo y no conforme con eso, esperó a la mañana siguiente a que llegaran los otros dos integrantes e hizo lo mismo con ellos.

—Déjame adivinar y después se suicidó —dijo Ruki con voz burlona y cruzando los brazos.

Reita asintió enérgicamente—. Encontraron los cuerpos tres días después, nadie venía nunca para acá, fue la peste lo que los alertó. Limpiaron el estudio y dejaron que más bandas lo usaran, después de un tiempo todas reportaban lo mismo, les movían las cosas, sonaban ruidos extraños, veían a una chica desconocida sentada en la batería. No hicieron nada, hasta que varios integrantes de varios grupos comenzaron a morir de forma misteriosa —movió las manos—. Fue entonces que decidieron clausurarlo, hasta ahora, con nosotros.

Ruki chasqueó la lengua sin creer una palabra de lo que el otro decía. Habían terminado su junta y se preparaban para salir, se volverían a reunir en una semana para comenzar a juntar las piezas de lo que podría ser el nuevo álbum.

Aoi los miraba entretenido, ver a Reita tratando de asustar a todos era un poco patético, ninguno le creía lo que estaba diciendo pero este seguía tan entusiasmado como cualquier colegial ante la historia de una casa embrujada. Metió la guitarra al estuche, y se giró al vidrio de las cabinas, había una chica sentada en el banquito de la batería de Kai. De haber sido alguien más habría gritado, Aoi se quedó estático esperando si alguno de sus amigos podía verla.

La chica abrió la boca de la cual comenzó a salir sangre, como si la hubieran degollado ahí mismo, sacó la lengua que se desenroscó de forma antinatural, le llegaba hasta la barbilla y parecía que seguía creciendo a medida que ladeaba su cabeza. Sus ojos se habían vuelto blancos y curvaba los labios para aparentar una sonrisa.

—No me asustas —dijo con tranquilidad.

—Vaya, y yo creía que odiabas las historias de terror —Reita fue quien le contestó haciendo que se girara hacia el rubio, cuando volvió la mirada la chica ya no estaba.

Aoi no pudo evitar sonreír—. Que las odie no significa que me asusten —cerró el estuche de la guitarra.

—Estás lleno de sorpresas Aoi —sonrió Reita—. ¿Qué te parece si te invito una cerveza y hablamos al respecto? —le rodeó los hombros con el brazo y comenzó a encaminarlo hacia la salida sin dejar que contestara, colocó la guitarra en su lugar.

—Yo, tengo cosas que hacer —trató de decir Aoi mirando a los demás para que lo salvaran, Uruha ni siquiera lo estaba viendo, Kai clavó la mirada en el piso y Ruki se limitó a negar sin poder creer lo que veía.

—Vamos, no me vas a rechazar así. Tú y yo nunca hemos salido solos, me preguntó por qué —miró a Uruha con malicia o al menos eso le pareció al pelinegro—. Una cerveza nada más —sonrió.

Aoi volvió a ver a sus compañeros, no encontró la ayuda deseada, incluso Uruha le estaba dando la espalda, decidido a seguir adelante aceptó, no tenía nada de malo salir con un amigo después de todo.

5

—Es un imbécil —pronunció Ruki cuando los otros dos se fueron—, ahora me vas a decir que está encima de Aoi —dijo con sarcasmo.

—Lo está —confirmó Kai con una mueca dolorosa en el rostro.

Uruha no pudo evitar prestar atención a la conversación, no le hacía muy feliz que el bajista se hubiera largado así no más, pero no era nadie para decirle a Aoi que no fuera y se podía haber zafado. Maldijo la naturaleza complaciente de su compañero de guitarra, a todos miraba como si fuera un cachorrito abandonado en busca de atención.

—Ha de ser su puto capricho —dijo Uruha mas molesto de lo que hubiera querido, captando la atención de los otros dos. Tenía los puños cerrados.

—¿Algo que quieras compartir? —Le preguntó Ruki cruzándose de brazos.

Uruha giró los ojos—. Deberíamos ponerle un alto, ya lleva la mitad de la compañía, ahora se va a querer acostar con todos en la banda —dijo tratando de restarle importancia. Por la cara que puso Kai, a Uruha no le fue difícil adivinar lo que había pasado entre ellos—. Puede que sea mi mejor amigo, pero no vale la pena. A Reita solo le interesa la atención del momento —le dijo al baterista.

Kai frunció el ceño—. No sé de qué hablas —trató de ignorar el tema.

Uruha miró a Ruki quien le confirmó calladamente sus sospechas, seguramente Reita se había llevado a Kai a la cama y luego lo había dejado botado.

—Tengo que irme —se excusó Kai sin decirle nada a los demás y salió del estudio tan rápido que nadie se pudo despedir.

—Esto va a ser un desastre —advirtió Uruha con voz seria.

Ruki giró los ojos haciendo un puchero—. ¿Crees que no lo sé? ¿Sabes cuánto me esforcé para que no se acostara con él? Le repetí una y otra vez todas las razones por las que no debería haberlo hecho —hizo una mueca.

Uruha cruzó los brazos—. Creo que te faltó la razón más importante —sentenció.

El vocalista lo miró con cara de pocos amigos—. Le trae ganas a Reita desde quién sabe cuánto, no iba a poder evitarlo —metió sus cuadernos al bolso.

—Y tú le traes ganas desde antes de llamarnos the Gazette.

—Mira quien lo dice —se echó el bolso al hombro—, dejaste que Aoi se fuera con Reita —le recriminó.

—Esto es una maldita telenovela —dijo hastiado. La primera regla que se habían propuesto al formar la banda fue que ninguno se liaría con el otro, razón por la cual Ruki jamás le había confesado nada a Kai. ¿Cómo decirle que la única razón por la que él quería tan fervientemente que fuera parte de la banda era porque le gustaba muchísimo? Ahora, tantos años después ahí estaban los cinco, rompiendo su propia regla.

—Pasamos demasiadas horas juntos —dijo Ruki despidiéndose con una sonrisa irónica.

Uruha suspiró tratando de no enojarse más por lo que había pasado con Reita, sabía perfectamente que el rubio no sentía nada por Aoi, era su forma de retarlo para que se decidiera a decirle la verdad. Tampoco resultaba ser la mejor forma, al bajista le gustaba divertirse más de la cuenta con las personas, podía ser un gran amigo pero era un patán con los demás.

—Que se acuesten, luego puede unirse al grupo de apoyo para olvidarse de Akira Suzuki —dijo con enfado, sabiendo que nadie lo escuchaba. En el fondo, le dolía el estómago pensar siquiera a su amigo cerca de Aoi.

Una risa retumbó en el estudio justo en el momento en el que se había agachado para cerrar el estuche de su guitarra, se incorporó de inmediato mirando a todos lados. No volvió a escucharla con tanta claridad, varias risitas de niños sonaron en diferentes partes del estudio.

Uruha sintió una presión extraña en el pecho y pegó el puño contra la primera pared que encontró.

—Sería muy fácil exorcizarte —advirtió.

La risa se hizo más fuerte—. Uruha —dijo alguien en un susurro—, venimos por él —se burló.

El guitarrista no tuvo que preguntar quién era, supo de inmediato que hablaban de Aoi. No mostró ninguna expresión, ni siquiera sus sentidos se encendieron, sólo sonrió de lado.

—Tendrías que pasar encima de mi primero, no te atreverías —advirtió.

La risa se hizo más profunda, más larga, en un eco hasta que desapareció.

Se quedó estático pensando, no le temía a un simple demonio; había crecido alrededor de ellos. No alcanzaba a entender qué tenía que ver Aoi, que él supiera, el guitarrista no había mostrado ninguna capacidad espiritual; tal vez solo lo había dicho para asustarlo.

Cerró el estuche de la guitarra perfectamente consciente que una chica lo observaba a través del vidrio.

6

El despertador de Aoi sonó anunciando que era momento de levantarse para ir de nuevo al estudio, excepto que no había dormido nada durante la noche y apenas había podido conciliar el sueño durante la semana. Se removió en la cama, el hombro aún protestó ante el movimiento, no le había pasado nada grave, pero había forcejeado tan fuerte que aún le dolía.

Trató de olvidar, de nuevo, lo que había sucedido con Reita. Culpaba completamente a que había bebido de más, por eso se había puesto así, era eso. No había otra explicación de por qué el bajista hubiera tratado de asfixiarlo aquella noche. Lo había tomado tan de sorpresa que apenas fue capaz de usar su propia energía para ayudarse. Aoi podía tener poderes sobrenaturales que no le servían de nada contra la fuerza bruta.

Rodó sobre la cama pensando en que si el chico ni siquiera se había disculpado debía ser porque estaba muy ebrio y no recordaba nada. Últimamente su vida parecía conformarse de instantes entre bebidas, ahí estaba de nuevo pensando en Uruha.

Entró al baño para lavarse la cara, abrió el grifo al máximo y lo dejó correr con agua helada, solo así podía borrarse el tacto de Uruha sobre él, solo había pasado una vez, pero lo sentía como si el castaño se hubiera grabado en su piel con fuego. Cada caricia que le había hecho, a la cual le había impregnado un poco de fuerza, no más de la necesaria; lo ágil que se habían movido sus dedos sobre él. Quería ahogarse en ese lavabo si eso implicaba dejar de pensar en aquella noche.

Sintió una respiración en su espalda que supo de inmediato, no era parte de sus recuerdos. Se quedó inmóvil, cerró el grifo dejando la estancia en completo silencio, no se irguió, logró alzar la vista para alcanzar a ver el espejo por el rabillo del ojo; algo se movía detrás de la cortina de la regadera.

Escuchó la respiración jadeante de alguien detrás de él, parecía que no podía respirar con propiedad, casi como alguien con asma se escucharía al tener un ataque. La respiración se hizo más rápida, mezclando gemidos que sonaban lastimeros y por demás siniestros. La figura en el espejo se paseaba de un lado a otro detrás de él.

Se levantó ignorando la respiración, suspiró y miró por el espejo; no había nada. Se giró hacia atrás esperando poder ver algo, nada. Quiso reír de su propia estupidez, la respiración también había cesado. Regresó la vista al espejo, en lugar de encontrarse con su reflejo había una chica mirándolo de vuelta, le sacó un susto que logró calmar de inmediato. Sin embargo, no dijo nada, pues la chica alzó la mano.

No parecía tener más de veinticinco años, tenía una enorme cortada en la garganta bastante irregular, Aoi no tuvo tiempo de analizarla, pues la mano de la chica le rodeó el cuello asfixiándolo con fuerza. Casi de la misma manera en la que Reita lo había hecho una semana atrás, la chica hundió sus dedos alrededor del cuello de Aoi, esta vez no podía escapar, no sólo porque la aparición tenía mucha más fuerza que el bajista, también porque la posición era muy incómoda, la chica estaba saliendo del espejo. Cada paso que avanzaba, hacía que Aoi retrocediera uno, escuchó y sintió algo tronar en su garganta, si aquello seguía le partiría la tráquea y, si no podía hablar no podía defenderse.

Buscó a su alrededor algo con que defenderse, no había nada, la chica lo estaba dirigiendo a la bañera. Escuchó como la llave de esta se había abierto, la tina se estaba llenando.

"Va a ahogarme" pensó.

Cerró los ojos tratando de concentrarse, que el aire que le faltaba no fuera un obstáculo para lograr su cometido, si no lo lograba terminaría muerto. Enfocó su energía y la lanzó a toda la habitación, escuchó como el espejo se rompió seguido del foco del baño, el cual estalló sobre él en miles de pedazos. Escuchó el siseo de la chica y aflojó el agarre de su cuello. Aoi apenas pudo zafarse, respirando una gran bocanada de aire, tosiendo cayó al piso. Gateó con rapidez, cuando la chica comenzó a perseguirlo, sólo tenía que llegar a la habitación. Trató de hablar pero comenzó a toser de nuevo, sin perder el paso, logró levantarse en cuanto entró a su habitación.

La chica lo alcanzó a tomar de la camisa, Aoi volvió a zafarse en cuanto se dio de lleno contra el buró a un lado de su cama, abrió el cajón y sacó el costal rojo. Se giró y aventó todo el contenido sobre la chica, la cual siseó con más fuerza.

—Arde —alcanzó a decir antes de toser de nuevo.

La chica se prendió en llamas al instante, Aoi se giró para que el fuego no le diera de lleno. Tan pronto llegaron, las llamas desaparecieron junto a la chica sin dejar rastro, ni siquiera una quemadura.

Aoi soltó un suspiro que le raspó la garganta, aún temblando logró ponerse de pie, tenía la sensación de los dedos de la chica alrededor del cuello. Se atrevió a verse al espejo, grandes moretones habían aparecido en su cuello. Maldijo en su mente, no podía siquiera hablar bien, repasó la posibilidad de faltar a la junta, pero seguramente no solo Kai lo regañaría, Reita pensaría que lo habría hecho por él.

—Qué remedio —dijo buscando la ropa adecuada.

—Venimos por ti, Aoi —escuchó en toda la habitación, el susurro que tan pronto llegó, se fue.

No iba a dejar que lo atraparan, no de nuevo.

7

Ruki y Uruha fueron los primeros en llegar al Estudio 139, ambos se quedaron con la boca abierta al ver el desastre en el que se había convertido. El sillón que había estado en la sala de estar, ahora se encontraba atravesado en el vidrio entre esta y la consola, había astillas por todas partes de los instrumentos destrozados que estaban regados por el piso.

Los platillos de la batería estaban clavados en la pared como si alguien los hubiera arrojado con fuerza. Las paredes libres de platillos tenían rasguños desde el techo hasta el piso y todos los vidrios estaban estrellados.

Uruha casi ahogó un sollozo cuando vio su guitarra negra partida a la mitad, las cuerdas habían sido cortadas una por una desde lo más alto hasta la mitad.

—Van a matarnos —la voz de Reita los hizo despertar de su trance.

Ruki lo miró como si se hubiera vuelto loco—. ¿Qué? —preguntó tratando de ignorar los atriles doblados por la mitad.

—Se los dije —señaló el bajista el desastre—. Primero se mueven cosas, luego caemos como moscas. Tenemos que cambiarnos de estudio.

Uruha entrecerró los ojos, la energía diabólica remanente estaba presente. Era más que obvio que nadie humano hubiera sido capaz de causar tal daño, tampoco lo iba a decir en voz alta y mucho menos creía que tuviera que ver con el estudio, fuera lo que fuera que los estuviera acechando iba a pasar tarde o temprano. Tarde o temprano su estilo de vida le iba a cobrar factura a su banda.

Miró con detenimiento a Reita, quien se había atrevido a entrar a la sala cerca de su bajo. Su amigo lucía tembloroso, asustado incluso, grandes ojeras se le marcaban bajo los ojos y tenía un extraño tic en los labios que parecía que estaba sonriendo.

—¿Qué demonios? —Kai lo sacó de su análisis.

—Parece que fuimos víctimas de unos delincuentes —respondió el guitarrista atreviéndose a entrar. Tuvo que contenerse al sentir el golpe de energía que lo invadió no mas entró, sintió que las pupilas de sus ojos iban a cambiar de color, por lo que tuvo que hacer un enorme esfuerzo en contenerse.

—¿Delincuentes? —siguió Kai inspeccionando el lugar—. Si parece que pasó un tornado, ay —se quejó en cuanto llegó a la batería. El banquito estaba incrustado en el tom y la tarola en el atril del platillo ride.

—El seguro lo cubrirá —aseguró Ruki tragando saliva, sabiendo perfectamente que el daño no era material.

—De hecho, deberíamos llamar a la policía y dejar que ellos inspeccionen antes de seguir tocando todo —añadió Reita sacudiendo su pantalón—. Aoi... —su mirada se dirigió a la puerta.

Uruha se giró hacia su compañero de guitarra quien veía el espectáculo con horror, más allá de ver a Reita, los enormes ojos negros de Aoi cayeron sobre Uruha. El castaño le sostuvo la mirada, en búsqueda de un lenguaje secreto, como si el otro quisiera decirle algo y no pudiera, quería encontrar rastros de lo que le había dicho el demonio, si era verdad que Aoi supiera algo, más de lo que él sabía al menos

—¿Podemos hablar? —Reita interrumpió el momento, sonreía como siempre pero parecía querer sacar a Aoi de ahí con urgencia.

El pelinegro miró de nuevo a Uruha, este había encontrado algo interesante entre las astillas.

8

Reita casi arrastró a Aoi por el pasillo hasta la vuelta para asegurarse que nadie pudiera escucharlos. El pelinegro podía adivinar de qué se trataba su urgencia, no le encantaba la idea de estar a solas con el bajista, no después de lo que había pasado.

—Escucha —dijo Reita con rapidez—, no fue mi intención. ¿De acuerdo? Fue como si algo se apoderara de mí, sé que suena a excusa barata, pero es la verdad. Estaba ebrio y tú eres... irresistible.

Aoi lo miró sin poder creerlo, realmente creía que el rubio se iba a disculpar no que iba a decir palabras tan... bueno que carecían de absoluto sentido.

—Si lo volvemos a intentar, será mejor.

—¿Intentar? —preguntó Aoi sin creerlo del todo—. Intentar, ¿qué? Reita te dije que no y te pusiste como loco.

—Bueno, es que no entiendo cómo puedes decirme que no —se defendió el bajista.

—¿Te estás oyendo? —Trató aún de entender qué era lo que estaba diciendo.

—Aoi, creo que no me has entendido. Nadie nunca me ha dicho que no, incluso Kai que juró que no se iba a ir a la cama conmigo —dijo como si fuera un triunfo—. Vaya, no es por Uruha, ¿o sí?

Aoi arrugó la nariz ante la mención del otro—. No entiendo qué tiene eso que ver —respondió de inmediato.

—Vaya, no hay nada que te impida estar conmigo —puso el brazo sobre la pared a un lado del pelinegro y se inclinó para tratar de besarlo. Aoi no pudo hacerse para atrás, estaba arrinconado—. Te juro que te va a gustar —le dijo con una sonrisa.

—Akira —Uruha sentenció desde atrás.

—Atrapado —dijo el bajista en voz baja sobre sus labios y se separó—, ¿qué pasa? —Sonrió con inocencia.

Aoi localizó un punto en la pared y no le quitó la vista de encima, sentía el calor recorrer todo su cuerpo y poco tenía que ver con Reita, la forma en la que el guitarrista se había presentado con su voz profunda. No que fuera una niña enamorada de su príncipe azul, tampoco pudo obviar la mirada de muerte que le estaba dedicando a Reita y eso lo hacía sentir de cierta forma, bien.

Ambos amigos intercambiaron algunas palabras que Aoi se esforzó por no escuchar y que aunque hubiera querido no lo hubiera logrado. Justo encima de ellos, estaba la chica que había tratado de matarlo hacía unas cuantas horas en su baño, estaba sostenida por nada más que sus piernas y manos del techo como si fuera una araña. Su cabeza giraba en una posición imposible, abrió la boca de la cual resbalaron varias gotas de sangre.

—Como sea —dijo Reita finalmente—, ayudaré a limpiar allá. Tampoco te creas la gran cosa —caminó molesto de regreso al estudio.

—¿Estás bien? —Uruha se le acercó para tomarlo del brazo. Sin embargo, no pudo evitar seguir la mirada del pelinegro que veía el techo con intensidad.

Antes de alzar la vista Aoi lo miró intranquilo—. Estoy bien —dijo apresuradamente—, deberíamos regresar con los demás —le dijo con urgencia, no quería averiguar de lo que la chica era capaz con Uruha presente, tenía que sacar al castaño del campo visual de la otra.

Varias gotas de sangre cayeron entonces al piso blanco, las luces de los focos comenzaron a parpadear. Aoi estaba convencido de que Uruha no podría ver nada, pero la sensación de intranquilidad la podía sentir cualquier persona.

Dirigió su vista de nuevo al techo, la chica había desaparecido, la temperatura seguía bajando. Uruha lo veía con intensidad.

—Aoi, tenemos que regresar al estudio —dijo el castaño con sumo cuidado.

El mencionado asintió en el momento en que por el hombro de Uruha se asomaba otra criatura, no era la chica de antes, más bien parecía otra con el cabello arremolinado en la cabeza y una enorme abertura en el cráneo, a ella no la habían degollado, le habían estrellado algún objeto en la cabeza. Quería gritarle a Uruha que corrieran, lo creería un loco.

La aparición sonrió, no tenía dientes sino colmillos tan grandes como los de un lobo, se repasó los labios con una enorme lengua. Aoi notó entonces que el ambiente apestaba a humedad y sangre, las luces parpadeaban una y otra vez.

Escuchó con detenimiento la respiración de la aparición, la cual comenzó a rodear a Uruha con el brazo sobre sus hombros. Tenía que hacer algo antes de que dañaran al castaño por su culpa.

—Aoi —Uruha dijo con tranquilidad—, no preguntes, necesito que corras al estudio sin mirar atrás —le dijo sin cambiar el semblante serio.

—¿De qué hablas? Tienes que venir conmigo, en serio.

No hubo más tiempo para discutir, en ese momento la chica abrió la boca y profirió un largo grito que provocó que Aoi se llevara las manos a los oídos. La chica se subió a la espalda de Uruha, las luces fallaron una a una, a excepción del foco sobre ellos que Aoi logró mantener prendido.

"The reverse side of music

It dyed by beloved filth"

La canción sonó tan alto que varias de las ventanas que estaban hasta arriba de las paredes estallaron, junto a los vidrios de los focos. Aoi escuchó como una enorme puerta se azotaba con fuerza.

—Aoi —escuchó la voz de ultratumba por todo el pasillo—, Aoi, ¿qué vas a hacer ahora?

"Los encerró" pensó en sus amigos, no podría salvarlos a ellos y a Uruha tan rápido. Tampoco podría hacer arder a la criatura encima del castaño sin hacerle daño, tenía que pensar.

—Te dije que tenías que pasar encima de mí —la voz del castaño lo despertó de su ensoñación de apuro, se giró a verlo.

Uruha tenía sostenida a la chica por el cuello la tenía levantada en lo alto con una sola mano, la mano libre la colocó a la altura de su pecho con solo dos dedos levantados. Sus pupilas habían cambiado, ahora sus ojos eran completamente de color negro.

Aoi sintió que sus pies eran de plomo incapaz de moverse ante la escena. Todo se quedó en silencio cuando escuchó a lo lejos el sonido de una guitarra que no reconoció.

—Descansa en paz —Uruha pronunció con voz profunda y dobló ambos dedos. Un chirrido salió de la boca de la chica a la que sostenía y esta se evaporó en sus manos dejando un extraño humo azul detrás de ella.

—Puedes exorcizarlos —pronunció Aoi sin poder creerlo.

—Puedes verlos —Uruha lo miró, sus pupilas regresaron a la normalidad.

Hubo otro golpe a lo lejos en el estudio.

—¿Qué eres? —Preguntó Aoi temblando.

—Tu eres uno de ellos, ¿no es cierto? —Uruha dijo más como declaración que como pregunta.

—Viene por mí —dijo Aoi.

"I will blacken out this world

Darkness in the world

Starts tonight"

Resonó en todo el pasillo seguido del grito de quien parecía ser Kai.

9

Ruki trató por todos los medios de abrir la puerta, estaba atascada, haberse quedado sin luz tampoco ayudaba. La temperatura había bajado tanto que podía ver su aliento mientras forcejeaba con el picaporte.

—Es inútil —dijo Reita quien no se había movido incluso cuando la luz se había esfumado—, estamos encerrados —dijo con una tranquilidad que no parecía ser enteramente de él—. Estamos encerrados en el estudio 139.

—¿Quieres dejar de jugar? —Le dijo Kai verdaderamente molesto.

Reita se levantó por fin, con una enorme sonrisa en el rostro—. Claro que vamos a jugar —dijo tomando el mango de lo que restaba de su bajo—, vamos a jugar a como el bajista se volvió loco y mató a sus compañeros de banda —sonrió ampliamente de forma tan grotesca y antinatural que Ruki tembló de solo verlo.

Reita comenzó a avanzar lentamente hacia Kai.

"I will blacken out this world

Darkness in the world

Starts tonight"

—¡Kai! —Gritó Ruki. 

Continue Reading

You'll Also Like

601K 80.5K 46
Una sola noche. Dos mujeres lesbianas. ¿Un embarazo? ¡Imposible!
167K 4.4K 30
la tipica historia de universos viendo otros universos atraves de pantallas flotantes que aparecerán en sus mundos aunque también agregare otras cosa...
220K 23K 20
Luego de la gran era de creación de inteligencia artificial, y el primer hombre artificial, las investigaciones e inventos de los científicos de la S...
679K 88K 63
"Y si no eres el amor de mi vida diré que me equivoque de vida y no de amor" Cuando Izuku observó como Kacchan le decía que sería padre, supo que en...