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❛.*🐺 🐀 BONUS CHAPTER ONE *🐕 🦌ˎˊ˗
▰▰▰▰▰▰ lista de nunca jamás de lucas y dora ❞ .˚. ✦
Nunca salgas con tu mejor amigo. Algunas veces (la mayoría) de las reglas fueron hechas para romperse
Lucas Potter y Nymphadora Tonks estaban decididos a aprovechar al máximo sus años en Hogwarts. Incluso habían creado su propia "Lista de Nunca Jamás" de todo lo que prometieron que nunca jamás harían.
La mayoría de las reglas habían sido fáciles de seguir, como la regla número cinco, nunca herir a un animal a propósito, o la regla número siete, nunca tener relaciones con un maestro.
Pero algunas reglas no eran tan fáciles. Nymphadora tenía un secreto; ella había roto la regla número 8, nunca suspirar en silencio por alguien. Era eso o romper la regla número diez, nunca salgas con tu mejor amigo.
Había sido bastante simple cuando Nymphadora sugirió agregarlo cuando tenían once años, antes de que ella viera a Lucas como algo más que un larguirucho niño de once años que se presentó en el funeral de su padre y lloró más fuerte que ella.
Podía nombrar muchas cosas que la gente encontraría molestas en Lucas Potter. Era arrogante, ruidoso, molesto, no tenía ningún respeto por la autoridad y muchas cosas más. Pero ella sabía que era diferente. Había crecido, como Nymphadora. Ella había visto su transición de un niño incómodo que se escondía detrás de las piernas de su hermano mayor a un joven confiado que no temía dejar que su voz se escuchara. Ella lo había visto enfrentarse sin ayuda a estudiantes más grandes y mayores que él para proteger a los de primer año acosados que no podían luchar por sí mismos. Lo había visto luchar contra los prejuicios de su casa todo el tiempo siendo el mejor de su clase, el capitán de quidditch y cumpliendo con sus deberes como prefecto.
Era casi imposible no enamorarse de él.
Ella no se había dado cuenta al principio. Ella había excusado a las mariposas como nada más que problemas estomacales. Ella había ignorado el furioso latido de su corazón cuando él le ofrecía su jersey o pasaban tardes de ocio en el sofá de los Potter con la cabeza en su regazo.
Había comenzado con sus ojos. Estarían compartiendo un tazón de helado e involuntariamente se tornaban de un color lila. Luego su cabello. Finalmente, Nymphadora se dio cuenta y Lucas comenzó a preguntar al respecto. Ella había estado abrazando al pequeño Harry Potter de un año en ese entonces y Nymphadora lo había excusado como nada más que pura adoración por el niño, una mentira que Lucas se había creído.
Después de eso, se volvió más consciente de sí misma. Aprendió a controlar su capacidad, ocultando sus verdaderos sentimientos por el chico por el que se preocupa tanto. Sin embargo, a medida que mejoró en ocultarlo, sus sentimientos solo parecían hacerse más profundos.
Pero había momentos en los que se resbalaba, como ahora. Una tira de su cabello volviéndose lila cuando Lucas salió al jardín de los Potter con su mano sosteniendo su escoba, su hermana pequeña en su espalda y una simple camisa blanca mostrando su cuerpo tonificado de quidditch que casi hizo babear a Nymphadora.
—Estás mirando. —señaló James Potter, empujando su hombro juguetonamente, lo que efectivamente sacó a Nymphadora de su ensoñación.
—¿Yo? Claro que no. —bufó mientras su rostro se tornaba rosado.
—Seguro. —le contestó James con burla antes de caminar hacia donde estaba su esposa, sosteniendo a Thomas Potter de un año en sus brazos.
James tenía razón. Ella había estado mirando. No es que nadie pudiera culparla. Además de ser increíble en todo lo que hacía, Lucas también se había convertido en un hombre guapo. Una espesa masa de cabello rizado de color chocolate caía hasta su frente, ojos castaños como de cierva detrás de lentes cuadrados, una estatura alta, una mandíbula afilada y una piel dorada besada por el sol.
Nadie podía negar que Lucas Potter era maravillosamente impresionante.
—¿Listo para que te patee el trasero? —Nymphadora preguntó con aire de suficiencia mientras Lucas le pasaba un brazo por los hombros.
—¿Tú? —preguntó con burla y ella bufó quitando el brazo que la rodeaba.
—Nombra una vez que me hayas vencido en algo.
Podía ser que Nymphadora no fuera tan inteligente ni tan hábil como Lucas en la mayoría de las cosas, pero era el doble de competitiva. Perder no era una opción.
—¿Qué tal los tres años consecutivos en los que Slytherin ganó la copa de la casa? —él sonrió mientras caminaba de regreso a donde estaba James, dejándola burlándose de su espalda en retirada.
Nymphadora solo pudo poner los ojos en blanco, sabiendo que no podía discutir con él sobre eso. Lucas era básicamente el protegido de James. Compartían los mismos gestos, personalidades y forma de pensar. Eran casi exactamente iguales, aparte del hecho de que Lucas pertenecía a Slytherin, mientras que James estaba muy orgulloso de ser un Gryffindor. Eso significaba que Lucas había sacado a Slytherin de los escombros en los que la guerra lo había dejado. No era ningún secreto que la mayoría de los mortífagos provenían de Slytherin y eso le dio a la casa de las serpientes una reputación terrible, pero Lucas le había dado honor, ya fuera por el quidditch y los académicos o su respeto por sus compañeros de casa. Les había mostrado que no todos los Slytherin eran malos de la misma manera que no todos los Gryffindor eran buenos.
— Oye, Nymphadora —llama Sirius, obligando a Nymphadora a salir de sus pensamientos—, deja de mirar fijamente al chico por unos malditos momentos y escúchame, ¿quieres? Hay mucho en juego para este juego.
— No me llames así —murmuró mientras los mechones de su cabello se volvían rosados.
—De todos modos, tú serás la buscadora de este juego mientras que el guardián será Remus. Yo seré cazador y golpeador. Recuerda, tenemos que ganar este.
Remus miró a su mejor amigo con los ojos entrecerrados.
—¿Qué hiciste que no quieres que Cornamenta sepa?
El grupo se tomaba en serio el quidditch, por lo que era tradición que el grupo perdedor tomará una versión más suave de veritaserum.
Sirius se negó a mirar a Remus a los ojos mientras subía a su escoba.
—Nada.
—Mentiroso. —cantó Nymphadora mientras ella también subía a su escoba.
La determinación de Sirius y la competitividad de Nymphadora habían hecho que su juego amistoso fuera muy intenso, sin embargo, no fue suficiente para que ganaran. El dúo de padre e hijo, James y Lucas, junto con Samuel Kinsley era simplemente demasiado bueno en el Quidditch. No tenían ninguna posibilidad y, finalmente, Lucas atrapó el soplón antes que ella y así el día terminó con Sirius, Remus y Nymphadora sentados en la mesa del comedor, un trago de poción de la verdad para cada uno de ellos.
Remus fue primero y le hicieron una pregunta trivial de con cuántas personas se había acostado en su tiempo en Hogwarts, a lo que Remus respondió con ocho, haciendo que sus mejores amigos gritaran como niños inmaduros y Olivia los golpeara en el hombro mientras Samuel se entrecerraba los ojos, ya pidiendo nombres.
Luego vino Sirius, donde había admitido a regañadientes que era el que les proporcionaba bocadillos azucarados a los hijos de James, lo que los hacía extremadamente hiperactivos, un problema al que a los padres siempre les había costado encontrar una solución. Sirius se había ganado un hechizo de murciélago fantasma de Olivia Potter debido a esto.
Y finalmente, fue el turno de Nymphadora. Ella bebió la poción de una vez, palideciendo por el sabor amargo que le dejó en la boca antes de enfrentarse a Lucas, el que tenía la intención de hacerle una pregunta.
Lucas le da una sonrisa de suficiencia.
—Te dije que perderías.
Nymphadora cruzó los brazos sobre el pecho mientras ponía los ojos en blanco.
—Sólo sigue adelante, idiota.
— Como desees —bromeó, con una sonrisa en sus labios.— ¿Has roto alguna regla de la Lista de Nunca Jamás? Y si lo has hecho, ¿cuál?
Nymphadora se congela en su lugar, sin esperar la pregunta. Su cabello había cambiado de color involuntariamente. Una mezcla de rosa, amarillo y verde, siendo el rosa la vergüenza, el amarillo la preocupación y el verde el miedo.
Nunca había habido un momento en el que hubiera deseado poder mentir más de lo que lo hace entonces, pero, por desgracia, no importó cuánto intentó formar las palabras de la mentira, solo salió la verdad.
—Regla número ocho.
Lucas levantó una ceja divertido, sin haber esperado eso en absoluto.
— ¿Por quién?
Fue en esos segundos en los que la vida de Nymphadora pareció congelarse. Ella no podía responder, las reglas de los juegos solo establecían una pregunta por turno. Entonces sería mucho más sencillo. No tendría que preocuparse por el resultado. Ella podía simplemente olvidar que todo eso había sucedido en primer lugar y permitir que Lucas viviera sin saber el alcance de sus sentimientos.
O podía decir la verdad y darse tranquilidad. Ya no estaría mortificada por ese asunto. Ella podría descansar y seguir adelante. Pero decir la verdad también significaba posiblemente perder a su mejor amigo. Es ese miedo que le impedía avanzar. Estaba aterrorizada de que dentro de diez años Lucas no fuera más que el que se escapó.
Ella lo miró a los ojos cuando la palabra salió de sus labios.
— Tú.
(1553 palabras)