ZVER' |+18|

By dulcebem

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Una chica tan buena dejándose corromper por un hombre tan malo... Aurela Ivanov porta con éxito la máscara de... More

SIGNIFICADO
CAPÍTULO 1
CAPÍTULO 2
CAPÍTULO 3
CAPÍTULO 4
CAPÍTULO 5
CAPÍTULO 6
CAPÍTULO 8

CAPÍTULO 7

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By dulcebem

Killian Bakiev

Dejo a Aurela en el auto para que se cambie la ropa. No tarda mucho en salir, y se me imposibilita detallarla de pies a cabeza cuando reparo lo que lleva puesto.

Unos pantalones cortos de mezclilla, unas botas negras que le quedan por encima de las rodillas y un top rojo que le aprieta los senos, resaltándole la piel blanca, y el cual me enciende las ganas de arrancárselo para prenderme de las tetas que quieren reventar la prenda de encaje. También se ató el cabello en una media coleta que le deja algunos mechones sueltos, otorgándole el toque sensual que nunca la abandona.

Avanzamos por el lugar perteneciente a la Bratva que ella examina al entrar. A diferencia de Nebesa, que es un club de BDSM, éste es un centro de entretenimiento para la mafia, bien conocido como D'yabol. Podría llamarse casino, ya que hay billares y todo tipo de juegos para ganar dinero, pero también hay otro tipo de entretenimiento que va más apegado a los asesinatos, y es ahí dónde intervendrá Aurela.

Nos abrimos paso recorriendo las mesas dónde juegan cartas, son bastantes metros del lugar ya que es un espacio amplio, y al llegar a la puerta final, encontramos uno de los lados más oscuros de la Bratva.

Lo primero que se escucha es un bullicio grande, risas, conversaciones y gritos de euforia. Al traspasar la puerta el olor a sangre nos inunda, dando paso a los cuerpos que están esparcidos en el patio trasero, el cual conecta directamente con parte del bosque.

Aurela examina todo con atención, sus ojos le dan vuelta al lugar y se quedan clavados sobre la enorme mesa que está repleta de todo tipo de armas. Sin decir nada se acerca a ella, pasando sus manos sobre un rifle. Lo toma, repasando cada pieza que lo complementa, mete un cartucho, cerrándolo y lo alza sosteniéndolo con ambas manos con firmeza y pulso concreto. Tira del gatillo haciendo el silencio, logrando que todos volteen a verla cuando el proyectil impacta contra el blanco que está ubicado a cien metros.

Los volks y omegas la miran por unos segundos, para luego festejar en medio de aplausos y gritos. Ella sonríe sin pensarlo y se vuelve hacia mí.

—¿Qué tal? —inquiere alzando y bajando las cejas—. Soy la mejor francotiradora que has visto, ¿cierto?

—Se supone que el engreído soy yo —comento.

Se encoje de hombros sonriendo.

—No eres el único que sabe que eres lo mejor en algo.

—Bueno —le tomo la barbilla—, estás aquí para seguir con lo que acabas de hacer.

—¿Voy a jugar contra tus hombres?

—Sí, y más te vale ganar en todo porque voy a apostar bastante dinero a tu favor.

—¿Y mi comisión? —bromea.

—Tu comisión será ganarte otro día de vida —le sigo el juego y frunce el ceño mientras me burlo de ella, inconscientemente.

La dejo con uno de los volks que le explica cómo será todo, mientras tanto, me acomodo en la silla que está detrás de una mesa circular, dónde pronto Nick me trae una computadora en la cual empiezo a trabajar sin perder por completo de vista a Aurela, quién atraviesa manzanas y botellas que están sobre las cabezas de los esclavos.

La Zver' no es el tipo de persona que se deja intimidar y cuando se lo propone, causa el terror que se necesita para portar el apodo que le puse, y eso es algo que ayuda mucho a mis planes, porque de esa manera, ella fluye mejor al hacer todo lo que quiera sin importan cuan malo sea. No es compareciente con nadie, asesina sin preguntar y sin sentir remordimiento alguno.

No tarda mucho en llegar Maksim para entregarme una USB con información de las Fuerzas Armadas de Ucrania. Medio analizo los expedientes del general Thomas y su hijo Evan, ya que información de ellos ya tenía desde hace bastante tiempo atrás. Más bien, mi atención se conecta en el nombre del que también había oído hablar, y quien podría significar una amenaza: Nessan Barclay.

Teniente de las Fuerzas Terrestres. Hijo del Jefe del Estado Mayor, y el hombre que quiere desposar a Aurela en un futuro. Esto lo sé debido a los rumores que corren por el ejército, ya que el apellido Barclay y el Ivanov son grandes, se les rinde respeto por los cargos y medallas, sin contar que ambas familias tienen una amistad estrecha.

Nessan se fue a preparar en otro país durante varios años, por lo que estuvo alejado de la menor de los Ivanov, pero según el informe, acaba de volver, colocándose como uno de los mejores para liderar tropas. Dudo que Aurela sepa que el mundo la quiere casar con el teniente. No creo que sea el tipo de mujer que deje que le elijan el marido y ella lo acepte para complacer a los demás.

Alzo la mirada por un momento. Ella está hablando con Yura mientras sostiene una ametralladora. Parece que tuviéramos una conexión innata, ya que siente mi mirada y alza los ojos también.

Me hace sonreír por inercia, consiguiendo que el gesto sea simple y natural. Sería tonto negar el poder que tiene sobre mí, ya que es el motivo de que esté aquí. Ella vuelve a lo suyo y yo también, bajo la mirada insinuante de Maksim que sólo se limita a sonreír.

Aurela Ivanov es una mujer única en todo el sentido de la palabra. Cada que conozco más sobre ella me convenzo de que tomé las decisiones correctas, y de que, si está aquí, es para cumplir el destino que ya predice que su nombre será leyenda.

Ella es como una loba; grande, peligrosa y majestuosa. Con un aire de poder intrigante, tiene una belleza sobrenatural y sólo basta verle la mirada para saber que es superior. Está hecha para cosas grandes, lo supe desde la primera vez que la vi, y si quiero tenerla dentro de la organización es para una evolución. En el crimen siempre se busca ser el mejor, ella será un elemento clave para serlo, y de esta manera, no sólo la Bratva gobernará el mundo, sino que ella será libre, la van a idolatrar como a una Diosa, le daré todo lo que se merece.

Por un momento, mi mente trae el recuerdo de lo sucedido anoche, sus piernas esbeltas rodeándome, sus mejillas enrojecidas, la mirada que me daba con cada penetración, y lo bien que se sintió hacerla arder en mis brazos.

Respiro hondo haciendo a un lado el recuerdo cuando ella ya ganó más de veinte rondas en el tiro al blanco, dónde en vez de dardos se usan balas y los blancos no son objetos, sino personas.

Le hago una señal con la mano para que se acerque, cierro la laptop y volvemos al interior del lugar. La llevo al espacio dónde se dan las peleas clandestinas en las que compiten profesionales y callejeros. Algunas son a muerte, otras a simples partidas dónde quién noquea, gana.

Tomamos asiento en un sillón de cuero para observar una pelea, ella queda a mi lado y mis hombres nos dan privacidad, manteniendo una distancia correcta.

Aurela mira atenta cada golpe despiadado que se da dentro del ring. La sangre vuela y no hay piedad a la hora de romper huesos o tronar cuellos.

—¿Sabes pelear? —me pregunta, mirándome.

—Sí.

—¿Cómo ellos? —señala a los hombres con la cabeza.

—Peor. —Asiente y medio sonríe, bajando la mirada—. ¿Y tú?

Vuelve a alzarla.

—Digamos que sé defenderme —responde, sorprendiéndome.

—¿En serio?

En los informes de su vida no había nada relacionado a algún deporte de defensa o arte marcial, sólo se enfocaba a rutinas de ejercicio.

—Claro —reitera y se acomoda mejor en el sillón—. Crecí con dos agentes del ejército. Aunque no me preparé dentro de uno como tal, podría decir que recibí entrenamiento militar desde que era niña.

—¿Y qué es lo que hacías?

—Ejercicio principalmente, luego aprendí distintas técnicas de pelea y defensa, además de que trabajé en mi fuerza, flexibilidad y velocidad.

—¿Tu hermana también? —inquiero al deducir que toda la familia debe tener una preparación similar a los militares.

—Oh sí —sonríe como si estuviera recordando algo—. Papá nos hacia cargar ladrillos, dándole la vuelta a mi casa o a toda la calle, era estricto, y gracias a eso es que ambas estaríamos preparadas para un enfrentamiento con cualquier persona.

Se detiene unos segundos.

—¿A ti cómo te entrenaron? —Pregunta y perpetuo el silencio por un momento.

—Igual, como si fuese un entrenamiento militar, pero más duro, brusco y callejero —le digo—. Yo crecí entre bárbaros que me enseñaban a blandir navajas, cortar cabezas y acabar con cientos de vidas usando sólo mis manos.

Le dedico una media sonrisa, al percatarme de que me escucha atenta.

—¿Te entrenó tu padre? —indaga, logrando que me yerga ante su mención y ella reacciona rápido, sacudiendo las manos—. No tienes que decirme nada si no quieres.

—No, está bien —acepto—. Sí, me entrenó él.

Se queda callada sin dejar de observarme. Se muerde el labio inferior y suspiro.

—Puedes preguntar más —le doy paso libre y se relaja.

—Supe que lo mataron hace seis meses —habla cautelosa—, ¿te dolió su muerte?

Su pregunta no viene cargada de malas intenciones ni curiosidad, más bien es como si le preocupara.

—Bastante —admito—. Era mi padre, lo quería, y el hecho de que le arrebataran la vida como lo hicieron, me dolió más.

Carraspea, asintiendo.

—Y, ¿quién lo asesinó? —Sigue preguntando y la miro directamente, con el odio en el pecho al recordarlo.

—Valerik Lebedev, el Cattivo de la mafia italiana.

Arruga las cejas como si algo no cuadrara.

—¿Por qué lo mató otro mafioso? —inquiere—. Creí que había ciertas reglas o tratados que impidieran enfrentamientos.

—La mafia italiana es ambiciosa, tramposa y analítica —le explico—. Lo que ellos quieren es tener el máximo poder en la mafia, y el único clan que los supera es el ruso, así que, para subir de escalón, decidieron matar a un líder, creyendo que, con él muerto, la Bratva caería de rodillas ante ellos.

—Pero, no fue así.

—No, y tampoco lo será nunca —aseguro—. La mafia rusa es mi organización, pertenece a mi apellido y así como ningún Bakiev ha permitido que lo quiebren y lo hagan caer, yo tampoco lo haré. Mi padre era pacifico, se conformó con simples palabras y un tráfico que rondaba en acuerdos con demás clanes, pero yo no soy igual. Quiero el poder máximo e infundir mi poder sobre todo el que se me antoje, y el que caiga la familia Lebedev es uno de mis principales objetivos.

No creí que cargara tanto dentro de mí, pero ya se lo dije. Ella asiente como si me entendiera, por ello lleva su mano a mi brazo y lo deja ahí en una señal de apoyo que no quito. Pasan varios minutos hasta que culmina la pelea.

—¿Quieres que te muestre un poco de lo que sé hacer? —me pregunta, levantándose y sé que lo hace para distraerme.

—Sí tu lo quieres —accedo.

—¿Y cómo o con quién pelearé?

Lo medito.

—Sube al ring, pelearás una ronda que se acabará cuando tú o tu contrincante toque el suelo.

Asiente sonriendo como si esto le emocionara, y le doy indicaciones a Maksim, quien organiza todo en un par de minutos. No dudo de las capacidades de Aurela, pero las peleas que pudo haber tenido como entrenamiento son muy diferentes a lo que se ve aquí, ya que aquí abunda la maldad a flor de piel, nadie dudará en romperle un hueso dentro de ese ring, y ella no está acostumbrada a eso, estoy a ciegas en sus habilidades de pelea, pero aún así trato de darle la mayor libertad sin ningún obstáculo para que haga todo lo posible para sobrevivir ahí dentro.

Aurela sube a la base maderada tras quitarse las botas y la gente se empieza a acumular alrededor, gritando el número de sus apuestas. Puede verse simple, pero diariamente aquí van y vienen millones de rublos y dólares, así que no son simples apuestas, también se incluyen negocios y tierras.

—Cincuenta mil dólares a la Zver' —le aviso a Yura y asiente, yendo a dónde los demás.

Soy el único que le apuesta a ella, ya que los demás van por el contrincante que es Nikolai, uno de mis volks. Es un hombre fuerte y robusto, ha dado de las mejores peleas y a simple vista, cuando están uno frente al otro, parece que la va aplastar en cualquier momento, sin embrago, confío en ella, quien se prepara estirando los brazos sin dejarse intimidar por el volk, o por los gritos de todo el público que lo apoya a él.

Maksim les da indicaciones a las que ambos asienten sin dejar de mirarse. Lombardi baja de la lona y luego resuena el golpe de una campana, los peleadores se preparan, logrando que los mire con atención.

Aurela mantiene una postura correcta para una pelea, como si fuese profesional. Tiene los puños en alto y es Nikolai quién sin merodeos intenta dar el primero puñetazo, pero ella lo esquiva agachándose a una velocidad impresionante. Sorprende al hombre impactando su puño contra su cara, él le regresa el golpe con la misma fuerza desatando la sangre que a ella le escurre, sin amargo, no se da por vencida y no descansa, al contrario, le lanza una patada al volk, pero éste le atrapa el pie, y ella aprovecha eso al llevar sus manos a su nuca y colgarse de él por unos segundos para alzar la otra pierna e impactar su rodilla contra el abdomen del hombre que la suelta al instante por el dolor.

Se agacha y ella cruza sus manos tomando fuerza al golpearle la nuca con una fuerza impresionante, y tirarlo a la lona en menos de tres minutos logrando que la Bratva la aplauda y grite su seudónimo mientras ella sonríe satisfecha, permitiendo que Nikolai se levante sosteniéndose el abdomen y diciéndole algo, asumo que la felicita.

Ella asiente, sorprendiéndome aún más, ya que nunca pensé que peleara, y menos de la forma tan eficaz y violenta en la que lo hizo, dejándome ver que lo único tierno que tiene es la cara, ya que se comporta como una retorcida criminal que se asemeja a mis mejores peleadores.

Se vuelve a poner las botas y baja del ring limpiando la sangre de su cara con una toalla que le da un volk y se dirige a mi lugar con una sonrisa. Es evidente que está cargada de adrenalina, me lo confirma cuando se lanza sobre mí al sentarse en mis piernas y darme un beso que no me esperaba, sin embargo, correspondo sin que me importe mucho la presencia de mi gente.

—¿Y? ¿Qué tal lo hice? —cuestiona con las manos apoyadas en mi pecho.

—Superaste mis expectativas —cedo.

—Eso ya lo sé, soy genial —me guiña un ojo y vuelve a mi boca con más intensidad.

Ninguno de los presentes se atreve siquiera a mirarnos, contrario a ello abandonan el lugar sin que dé la orden verbalmente y en cuestión de minutos la amplia habitación ya es sólo nuestra.

Acomodo a Aurela abriéndola de piernas sobre mí, dejando que sus muslos me aprieten mientras mis manos se cuelan rompiéndole la prenda roja que le cubría el torso.

—Me gustaba el top —se queja contra mi boca, con las manos acariciándome el cabello.

—Si tengo la oportunidad de rompértelos como ahora, puedo comprarte mil más.

Sonríe con lascivia, permitiendo que mis manos le amasen los pechos que ni siquiera alcanzo a cubrir por completo. Llevo mi lengua a sus pezones erectos, provocando que arquee la espalda cuando mi lengua chupa frenéticamente cada centímetro de las tetas gloriosas de las que me prendo como jodido desahuciado, logrando que la sangre fluya hacia mi miembro erecto.

—Quiero follarte solo con las botas puestas —dictamino alzándole la pelvis para sacarle los pantalones cortos y las bragas.

—¿Y qué esperas para hacerlo? —es su respuesta cuando la tengo totalmente desnuda sobre mí, sólo usando el calzado.

Mis dedos suben por sus piernas, tanteando la humedad que le empapa la vagina, y gracias a ésta es que puedo introducirle dos dedos, abriéndome paso entre su dilatación, mientras permito que desabroche los botones de mi camisa.

—¡Dios! —jadea cuando mi tacto toca sus puntos sensibles.

—¿Más, Malen'kiy?

—Sí, por favor —suplica con una cara que expresa sus ansías.

—Que educada, bestia hermosa.

Mi palma libre se apoya en su espalda para pegar nuestros pechos y hundo la cara en la curva de su cuello, deleitándome con el sabor y olor de su piel, al tiempo en que los jadeos se escapan de su boca cuando mi lengua traza círculos cerca de sus clavículas.

Me suelta el cinturón y abre mis pantalones bajando el bóxer, liberando el miembro erecto que salta, dilatándole la vista y consiguiendo que se relama los labios.

—¿Querías probarla? —pregunto ante su mirada oscura—. ¿Quieres que te alimente, Malen'kiy?

Traga saliva con fuerza, y sin decir nada, se baja de mí, quedando de rodillas entre mis piernas, haciendo que adore su sumisión y el como sabe lo que quiero sin necesidad de que lo verbalice.

Le recojo el cabello en una coleta que sostengo con una de mis manos, me recuesto un poco y dejo que tome mi miembro con las manos suaves y pequeñas que no alcanzan a tomarlo por completo.

Es indescriptible el expresar como luce. Tiene facciones finas y tiernas, que, a simple vista, cuando sonríe, la harían ver como la persona más buena y pura del mundo. Sin embargo, cuando esas mismas facciones se tornan en una expresión lasciva como la que tiene ahora, la hace lucir supremamente mala con la mirada llena de perversión.

Besa mi punta, primeramente, logrando que una descarga eléctrica me recorra el torrente sanguíneo, llegando hasta el último rincón de mi cuerpo. Su lengua rodea el glande, tenso la mano en su cabello y el azul de sus ojos me envuelve cuando abre más la boca, hundiendo el tallo en la humedad de su saliva, lo que hace que esto se sienta como la gloria.

Los hilos de saliva se escapan de su boca, de la misma forma que los gruñidos se escapan de la mía cuando sube y baja la cabeza, metiéndose mi verga en lo más profundo de su garganta, en tanto sus manos me acarician los testículos con un toque de fuerza de igual forma.

A este ritmo, cuando siento que estoy a punto de explotar, la detengo, levantándola, y observando las lágrimas que inundan sus ojos por el esfuerzo y las mejillas enrojecidas. No le doy tregua, por ello atrapo su boca en un beso fogoso que la enciende más cuando mi boca se prende de la suya.

Separo nuestros labios y la admiro por un corto momento. Es toda una obra maestra que me hipnotiza, y como tal arte, me incita a adorarla por toda la eternidad.

Giro su cuerpo dejándola de espaldas a mí, y la acerco a mi regazo para que se siente, con una pierna doblada a cada lado de mi cadera. Cuando la tengo en la posición en la que quiero, ella recarga las manos en la mesa circular de enfrente, dándome un mejor ángulo para apreciar el trasero exuberante.

—Siéntelo —ordeno con una voz más grave y baja de lo normal—. Siente como el Alfa de la mafia rusa te rompe por lo pequeña que estás.

Gime fuerte cuando la punta se clava en su entrada.

—Quien me viera —responde en tono de burla—, siendo tan pequeña y enloqueciendo a un mafioso ruso.

Se deja caer sobre mi miembro, cubriéndolo completamente hasta que la piel de sus glúteos choca contra mi pelvis. El calor de su vagina me abraza, sus músculos me aprietan y sus fluidos me empapan,

—Quien viera esto —continúa al empezar a contonear la cadera—, a una chica tan buena dejándose corromper por un hombre tan malo, convirtiéndose en su debilidad.

Sujeto su cintura con fuerza, olvidando la delicadeza y guiando los embates que provocan el ruido rítmico de su trasero impactando contra mi piel.

—¿Y quién dijo que eres mi debilidad? —inquiero como si fuera absurdo.

Ella sube el voltaje, logrando que la cabeza me de vueltas. Me mira por encima de su hombro y sonríe al ver cómo me provoca. «Parece una ninfómana».

—Si no soy tu debilidad, ¿por qué estás como estás? —inquiere moviéndose con precisión—. ¿Por qué me tienes en un pedestal, mirándome como si fuera la deidad a la que vas a venerar por el resto de sus días?

—Estás loca...

Su calor abraza mi dureza y ella busca su propio placer, al moverse como se le da la gana y ya no sé cómo explicar que me gusta demasiado.

—Muy loca y todo, pero me diste un nombre dentro de la mafia queriendo que tenga el mundo a mis pies —declara con firmeza, denotando que lo disfruta—. Sé muy bien que esto va más allá de que quieras liberarme, es algo que sobrepasa mi moral, mis valores, tus reglas y tu conciencia, porque por más mal que esté, se siente tan bien arder en el pecado.

No tengo como contrastar sus palabras. Mi silencio se perpetúa hasta que los dos llegamos al momento que nos debilita, mezclando fluidos cuando me riego en su interior y ella se desborda sobre mí. Con la respiración acelerada se deja caer sobre mi pecho, sin sacarse mi miembro. Toma mis manos enlazándolas con las suyas y se abraza con ellas, rodeándose el abdomen y los pechos.

—Admítelo —pide en un suspiro.

—No eres lo que esperaba.

—¿Y? —Me incita a que continúe, respiro hondo besándole el vértice de un hombro.

Ninguna mujer me había hecho perder la cordura como lo hace la Zver'. Siento como si jamás fuera a tener suficiente del sexo con ella, del inmenso placer que me brindan sus gemidos, su cuerpo, sus movimientos, como nuestros cuerpos encajan a la perfección, como si estuviesen predestinados para fundirse en un abismo de placeres que queman, arden, pero, sobre todo: satisfacen.

Quema como si fuese fuego, pero no lo es.

Aurela Ivanov no es fuego, ella es el puto infierno que me incita a quemarme en las ardientes llamas de la lujuria.

—Sí lo eres, Aurela —admito—. Eres mi debilidad.

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Mi Instagram: @dulcebem

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