Génesis [La voluntad de Caos]...

By CazKorlov

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"¿Serás capaz de ver al monstruo de tus sueños antes de que perturbe tu realidad para siempre?" ✨HISTORIA GAN... More

|Bienvenidos al Abismo|
|Advertencia de contenido y playlist|
|Introducción|
|Preludio: Un trato con la muerte|
|Primera parte|
|Capítulo 1: No mires a tu sombra |
|Capítulo 2: Escapa de su guadaña |
|Capítulo 3: Un cadáver más|
|Capítulo 4: La cara de un mentiroso|
|Capítulo 5: No respires su aroma |
|Capítulo 6: El día en el que mueras |
|Capítulo 7: La paciencia de un hermano mayor|
|Capítulo 8: El tiempo se acaba|
|Capítulo 9: El llanto de Caos|
|Capítulo 10: Nadie puede dejar la casa|
|Capítulo especial: El primer regalo|
|Capítulo 11: Los ojos de la bestia|
|Capítulo 12: Los milagros no mienten|
|Capítulo 13: Recuerdos del vacío|
|Capítulo 14: La ciudad de los monstruos|
|Capítulo 15: El camino al Sin Rostro|
|Segunda parte|
|Capítulo 16: La reliquia viviente|
|Capítulo 17: Él te está observando|
|Capítulo 18: La mujer con ojos de conejo |
|Capítulo 19: El controlador de las masas|
|Capítulo 20: Cuentos para niños|
|Capítulo 21: Tras las puertas de Void|
|Capítulo 22: La jaula de una estrella|
|Capítulo 23: El ideal de la muerte|
|Capítulo 24: Designio divino del creador|
|Capítulo 25: Amalgama de desgracias|
|Capítulo 26: Como un rompecabezas|
|Capítulo 27: Un favor, una deuda pendiente|
|Capítulo 28 I: El castigo de la inmortalidad |
|Capítulo 28 II: El castigo de la inmortalidad |
|Capítulo 29: Criatura del infierno|
|Tercera parte|
|Capítulo 30: El ángel de las estrellas|
|Capítulo 31: El toque de la muerte|
|Capítulo 32: Donde reinan las pesadillas|
|Capítulo 33: Requiescant in pace|
|Capítulo 34: Parásito infernal|
|Capítulo 35: Capricho divino |
|Capítulo 36: El filo de la esperanza|
|Capítulo 37: Verdugo de la humanidad|
|Capítulo 39: Ella puede verlo todo|
|Capítulo 40: La voluntad perdida|
|Capítulo 41: Extirpar a la sombra|
|Capítulo 42: El sueño del impostor|
|Capítulo 43: Los muertos no tienen perdón|
|Capítulo 44: El milagro del creador|
|Capítulo 45: La amenaza de los Sin Rostro|
|Capítulo 46: El reflejo de la humanidad|
|Capítulo 47: Los fragmentos de su memoria|
|Capítulo 48: En los brazos de la muerte|
|Capítulo 49: De vuelta al infierno|
|Epílogo: Estrella errante|
|Agradecimientos|
|Capítulo especial: La última cena|

|Capítulo 38: Cambiaformas original|

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By CazKorlov

—Porque eran las pesadillas,

lo único que me correspondía

en esa repartija inútil

de fragmentos de realidad.  

—El tipo se llama Lorenzo Vega, tiene 45 años y trabaja en la jefatura de la policía, era la mano derecha de Mare —explicó Alexandra, su voz hizo eco en la biblioteca que utilizaban como búnker secreto—. Y también lo ayudaba a detectar a los empleados no tan fieles.

Desde el apoyabrazos del sillón Génesis la vio recoger su cabello platinado con frustración, estaba sentada al revés en la silla mientras envolvía las piernas alrededor del respaldo con los ojos clavados en algún punto lejano, alzaba el labio del asco cuando mencionaba al Original, pero no estaba segura de que fuera consciente de eso.

Después de que lograron ponerle las manos encima a ese hombre que estuvo muy poco dispuesto a colaborar. A Génesis no le gustaba usar la violencia contra los humanos, porque le parecían asquerosamente débiles, pero tuvo que noquearlo para poder trasladarlo, y ambas lo llevaron en un taxi, donde Hole le dijo al chofer que su padre era un hombre que no sabía controlarse con el alcohol.

Ese tipo era su única pista sobre el paradero de Luís, y lo necesitaban consciente, por eso le estampó una fuente de agua helada para despertarlo una vez lo ataron a una silla en una de las habitaciones. Mikaela había cubierto de plástico los muebles, una medida exagerada que evidenciaba lo mucho que detestaba limpiar sangre.

En su recuerdo la presa había empezado a revolverse apenas despertó de su desmayo, olía a alcohol y cigarrillos, mezclado con sudor, arrugó la nariz. El hombre continuaba sin hablar del asunto, soltaba insultos y los amenazaba de muerte diciendo que tenía contactos pesados dentro de la federal. Un golpe en su nuca hizo que se quedara quieto debido al aturdimiento, mientras Mikaela se arremangaba la camisa con pulcra lentitud. La araña de bronce del techo llenaba de sombras su cara, ella se sorprendió de ver que tenía un brillo insensible en los ojos dorados.

—Buenas noches, caballero. —Utilizó su voz suave sin dejar de lado aquel matiz provocador, hasta la propia Génesis se tensó—. En otro momento me habría presentado como corresponde, pero me temo que hoy no tengo paciencia suficiente

—¿Quién carajo los manda? —ladró él, aunque podía sentir el miedo presente en su cuerpo—. Me queda claro que las basuras humanas como ustedes no son conscientes del problema en el que se están metiendo.

Seguía diciendo lo mismo, aquello hizo reír al recolector que terminaba de ajustar una venda alrededor de su mano, un sonido cruel y sin gracia que venía directo de la violencia con la que impactó un golpe brutal en su cara.

—Sabemos quién sos, pero no cometas el error de asumir alguna cosa sobre nosotros porque me temo que hace años dejaron de sernos útiles esas leyes, oficial. —Se burló al final, tenía una gruesa pieza de metal entre los nudillos, lo supo por el ruido que hizo y el corte que abrió en su mejilla—. No estamos vivos, pero existimos y me atrevo a decir que podemos hacer un mejor trabajo que vos.

Lorenzo arrugó la nariz y le escupió sangre en la cara.

—Háganse ver la cabeza, enfermos.

—Quisiera, pero lo único que no me sobra es el tiempo —suspiró Mikaela y conectó su puño con el espacio de su estómago. Génesis lo sostuvo por los hombros para que no pudiera doblarse sobre sus rodillas. Él tomó su cabello y tiró su cuello hacia atrás—. ¿Dónde está Luís? Estaba herido. ¿A dónde lo llevaste después de esa pelea de bar?

—Ese muchacho murió hace tiempo.

—¡No mientas! —Aquel grito fue un reflejo de lo irascible que estaba. Volvió a golpearlo con la fuerza que no tenía permitida usar contra los humanos. Estuvo a punto de tumbar la silla de costado, puso un pie entre sus piernas para que dejara de tambalearse—. Sé que lo viste en un bar, subió a tu auto con una herida, y no fue a ningún hospital ¿A dónde lo llevaste? ¡¿A dónde?!

—Vayan a ver su lápida en el cementerio, locos de mierda —gruñó.

Génesis pudo ver la vena marcarse en su cuello de la ira, pero para su sorpresa Mikaela cambió de táctica, se enderezó con un crujido de su columna y caminó a su alrededor bajando la voz.

—Ay querido, esa cosa te está consumiendo ¿no? La escuchás hablarte y pensás que te volviste loco. —Se apoyó en su espalda, acarició su pecho y presionó el espacio de su corazón.

—¿Cómo...? —balbuceó con brusquedad.

El cazador lo calló con ternura.

—Sé cómo se siente —susurró en su oreja, inspiró hondo y cerró los ojos, al abrirlos ella casi pudo sentir el dolor que le aseguraba esa verdad—. Solo por eso tendría que dejar que ese parásito se nutra de culpa hasta que no seas más que un miserable cadáver putrefacto.

Mikaela le rompió dos costillas con el siguiente impacto, Lorenzo escupió sangre y tragó con fuerza, Génesis notó la duda en su semblante roto y por un momento pensó que iba a decirlo para que terminara de una vez. Sin embargo, había algo más en la forma que tenía de agachar la cabeza cada vez que su compañero lo golpeaba. Algo parecido a lo que sentía ella cada vez que recibía los golpes de su padre.

Una razón que lo transformaba en un simple vehículo para la violencia.

Continuó de esa manera hasta que el rostro de Lorenzo se llenó de sangre producto de los múltiples cortes en su cara. Escuchó su nariz crujir, se sintió vacía al notar que con cada impacto Mikaela perdía un poco de humanidad y se convertía en la bestia que pretendía no ser. Era doloroso lo mucho que le recordaba a Él, pero ella no iba a quedarse parada para ver eso, no otra vez. De repente, Génesis sostuvo el puño en el aire.

—Suficiente.

—¿Qué? ¿Qué hacés? —El cazador respiraba agitado, mientras que el humano se había desmayado.

—Muerto no nos sirve —señaló con voz neutral, a pesar del ligero malestar asentado en su garganta.

Trató de buscar sus ojos en su intento de disipar aquella violencia, pero al encontrarse con la cara de Mikaela sus cicatrices se fruncieron en un gesto mucho más doloroso.

—Cuando hable al final voy a dejar que ese parásito termine de matarlo. —Se soltó con un movimiento, y le dio la espalda dejándola sola en la oscuridad.

Unas cuantas horas después, luego de una nueva sesión de tortura encabezada por Hole y Mikaela el pobre hombre había hablado y comenzaban a organizarse para el rescate. No estaba sorprendida, había visto a Hole arrancarle el ojo a una quimera sin dudar y creía que tenía la capacidad para hacerlo, pero de todas formas le molestaba que el cazador hubiera preferido llamarla a ella la segunda vez, aunque aquello fue lo que les permitió confirmar que Luís seguía vivo en algún lugar bajo tierra.

—Es un simple humano que se gana la vida como puede para llevarle la comida a su hija y a su mujer —mencionó Rafael en aquella reunión, estaba tenso. Contradecía la apariencia intimidante que le daban sus brazos llenos de tatuajes y la cara de pocos amigos grabada a fuego en los ojos grises. Siempre actuaba de forma opuesta a su hermana, y era el primero en mostrar algún gramo de empatía por los actos deplorables de los demás. Era irritante—. Es un esposo, un padre, y seguro también es un hijo, no se merecía eso que le hicieron.

Estaban ultimando los detalles que faltaban para hacer realidad el rescate de Luís, pero un silencio incómodo se instaló en la habitación ante esa nueva perspectiva. Génesis volteó a ver al causante que se reclinaba en el sillón sobre el que se apoyaba, no se había despegado de su lado. Mikaela no parecía afectado, cruzó las largas piernas con un gesto elegante que nada tenía que ver con su tono de voz.

—No te engañes, ese hombre es un grandísimo hijo de...

—Está divorciado —interrumpió Alexandra mirando a su hermano y después al cazador—. Su esposa se mueve en el ambiente editorial, y él la estuvo engañando durante un año con su compañera de trabajo.

—En resumen, es una excelente persona —dijo Max con sarcasmo.

—¿Cómo sabés todo eso? —cuestionó el castaño, ella se encogió de hombros, pero fue la quimera de ojos amarillos quién respondió con más rudeza.

—¿Vivís en un termo o qué? Todo el mundo lo sabe, ella hizo pública una carta donde lo acusaba de ser un violento y expresaba que quería quitarle la tenencia de su hija.

—Seguro fue un escándalo interesante —rió León llamando la atención de todos por llevar entre las manos una bandeja repleta de comida, tenía un delantal con un motivo de piel de animal sobre la ropa y una cinta negra mantenía sus descontrolados rizos rubios hacia atrás.

—¿En serio, Leo? —resopló Rafael.

—¿Qué? Es la hora de la cena y les hice empanadas de carne, caseras —detalló con una sonrisa dejando la bandeja en la mesa, captó el silencio incómodo de los demás al ver su ropa manchada de sangre—. Carne de vaca, por el Creador. —Se vio en la necesidad de aclarar—. ¿Ustedes también les creen a los rumores?

León Diamandis no estaba con Mikaela debido a su inocencia, Hole le contó que la quimera había trabajado en una cocina asiática para algunos peces gordos de la mafia china y su contrato terminó el día que quisieron usarlo de tapadera acusándolo de darle carne humana a sus clientes. Las cosas se habían puesto tensas cuando el felino le hundió la cara en aceite hirviendo a su supervisor, y Mikaela lo ayudó con la excusa de que le gustaba cómo preparaba los rollos primavera. Ni uno de sus empleados se salvaba de ser un caos andante, él los había elegido precisamente por eso.

El castaño se levantó de su silla nervioso.

—Tenemos un hombre moribundo en la otra habitación, no podemos dejarlo ahí para que esa cosa lo consuma y se pudra. —Miraba a Mikaela como si de repente se hubiera convertido en un pobre cachorrito perdido en la lluvia, o en realidad lo intentaba porque Génesis interrumpió su línea de visión, distrayéndose con el aroma de la carne condimentada dentro de una masa crujiente. Había comenzado a adorar la comida de León y entendía por qué Rafael lo acaparaba todo el tiempo.

Por poco se cayó del equilibrio que mantenía de no ser por el brazo de Mikaela alrededor de su cintura en el momento justo, se lo agradeció clavando las uñas en su mano y atrapó en el aire la empanada que la quimera acababa de lanzarle. Desde que habían vuelto con Hole de ver a Dalia estaba más hostil que antes, pero no quería separarse de su compañero, le gruñía a cualquiera que la mirara con curiosidad, incluido el propio Mikaela.

—¿Quién dice? —cuestionó Megara—. Esa es una excusa estúpida para proteger a un violento que no sirve para nada.

—¿Por qué tanto odio por alguien que pertenece a tu propia especie? Pensé que ni siquiera estabas prestando atención a la conversación.

Megara bajó el celular.

—¿Mi propia especie? No seas hipócrita Rafa, a mí no importa si es bicharraco, humano, o un yuyo en medio del campo, estoy de acuerdo con Mikaela y lo dejaría sufrir por haber tomado esas decisiones de mierda.

Rafael se tensó, y mientras se acercaba a Megara, Génesis pudo sentir la amenaza emanar de la quimera como un ligero murmullo sobre su cuero cabelludo. Sabía que con el pasar de los días iba a hacerse cada vez más evidente que tener a cinco quimeras conviviendo era problemático. Las criaturas de su padre eran demasiado tercas en su forma de ver la vida, era inevitable que hubiera choques, pero no pensó que el ambiente fuera a encenderse con tanta rapidez.

—¿Bicharraco? —ladró él—. ¿Te duele que mi especie haya superado a la tuya hace siglos?

—Estás desviando la conversación, porque sabés que tengo razón. —Sonrió ella sin inmutarse ante la amenaza—. Además, que seas un bicharraco no es condición para pedirte un gramo de sentido común, lindura. Revisá eso.

La cara de Rafael se puso roja de la molestia, y Hole intervino antes de que la alcanzara colocando la mano en su pecho. El cabello azul se regó sobre su rostro cuando torció la cabeza y le mostró sus caninos puntiagudos en una sonrisa que pretendía ser conciliadora.

—Sigamos hablando del plan principal, mejor.

—Es una mierda su plan principal —soltó él empujándolo a un lado sin un gramo de delicadeza— Y ella no va a hacer nada relevante tampoco.

Génesis se tragó los restos de comida de un bocado y se levantó de un salto apenas sintió la violencia de Rafael aumentar, se colocó delante de su compañero sin dejar de mirarlo, y su propia esencia destructiva emanó al ritmo de una simple orden.

—Siéntate. —En un parpadeo sus ojos se convirtieron en dos esferas aguamarinas atravesadas por una línea vertical que bien podría igualar la ligera abertura que proyectaba el abismo a su derecha. Por más que no planeara utilizarlo, había sido su instinto el que lo hizo reaccionar.

Rafael retrocedió, por más fuerza que poseyera, la idea de que era ella una quimera superior provocaba aquel doloroso peso en su nuca. Hole trató de abrazarla, pero Génesis puso la mano contra su cara y Megara aplaudió con diversión relamiéndose los labios, no sonaba para nada amable.

—Eso es lo que yo llamo especie superior.

La voluntad de Caos la miró por encima de su hombro, sin un gramo de la humanidad que pretendía tener.

—Cállate —gruñó—. No hables más.

—Ya bueno. —Mikaela se palmeó los muslos con gesto cansino, sostuvo entre sus manos la vara en la que se transformaba su guadaña cuando no estaba en uso y señaló la pizarra—. Suficiente charla por hoy, vayamos a lo importante, Luís.

Max chasqueó la lengua, Génesis contuvo el aliento al ver que el semblante de Mikaela se encontraba demasiado voluble para el bien de todos ellos, trataba de actuar con normalidad, pero era obvio en su piel cenicienta que todavía no se había repuesto del todo. ¿Siquiera se tomó el tiempo de peinarse?

—Sabemos dónde está, pero voy a revisar los registros de los hospitales cercanos para descartar su muerte. —Alex se limitó a los hechos, y tecleó en su computadora portátil, una pequeña lista de quehaceres, ya que la cueva de Mikaela podría ser muy elegante, pero ahí no había señal.

—Una quimera descendiente directa de un original no puede morir tan fácil —chasqueó León, Max lo apoyó esta vez.

—Puede morir igual si lo drogan, lo cuelgan boca abajo y dejan que se desangre. —La voz de Alexandra flotaba de la pantalla de su portátil, asomó los ojos sobre el mismo al ver que todos se habían quedado en silencio—. ¿Qué?

Hole que se ocupaba de anotar las cosas importantes, la miró con la tiza a medio camino de la pizarra un segundo antes de colocar las palabras, "colgar", y "desangrarlo" en pequeños ítems al costado de su nombre.

—No anotés eso, por los dioses —soltó el cazador.

—Lo decís como si lo hubieras hecho. —Se burló el rubio, acariciaba el cabello de Rafael para calmarlo. Alexandra no parpadeó.

—Porque lo hice.

Max se aclaró la garganta.

—Si es descendiente directo de un original su proceso de regeneración es más efectivo que el de alguien como nosotros, no se va a morir por un corte común.

—¿A qué te referís? —cuestionó Megara.

—A vos no te afecta, humana —soltó Rafael, como si fuera un insulto.

La mujer de cabeza rapada bufó, jugando en su celular.

—El grado de pureza de la sangre, con nosotros ocurre a la inversa que con los animales salvajes —siguió Máximilien—. Cuando más mutación haya en el ADN más pura es la quimera, y eso asegura que más huellas que se puedan asimilar para aumentar nuestra supervivencia.

El castaño de ojos grises se enderezó entre los brazos de León.

—Ni que fuéramos perros —gruñó.

—Vos si lo sos —siguió Max con tono elocuente—. El lobo gris es un cánido.

—Ya dejá de ser tan nerd, a Mikaela no le impresionan esas cosas ¿Sabés? —intervino León.

—¿Qué es la asimilación? —La pregunta de Megara fue perfecta para que Max evitara responder a esa provocación.

—La capacidad de adaptarnos al entorno y cambiar de apariencia para que los humanos no puedan detectar nuestra forma real y condenarla como hicieron hace milenios. Por eso uso estos lentes y no dejo que me miren directamente. —Se los quitó y se apoyó sobre la mesa—. De lejos no parece que tenga los ojos de un búho, pero de cerca...

—Parece que te escapaste del zoológico —rió el rubio y su voz se volvió increíblemente aguda.

—Callate estúpido, al menos yo no tengo una crisis de identidad —chasqueó, y se encogió de hombros al ver que la quimera descendiente de hienas le enseñaba el dedo medio terminado en una filosa uña, antes de volver a su explicación—. Según las historias al respecto los originales son descendientes directos del Creador, y la cúspide después de Él.

—Caos es el cambiaformas original —afirmó Hole con emoción. Génesis se fijó en los tatuajes en sus brazos, parecían simples tribales oscuros, pero si se acercaba podía leer las letras en su interior. Se entrelazaban en sus muñecas, y terminaban en puntas en el dorso de sus manos.

¿Cómo algo de ese tamaño puede brillar tan impúdicamente?

Siempre había estado junto a mis pasos.

Génesis no podía evitar fruncir el ceño al leerlas, pero no dijo nada para no sacrificar aquella extraña convivencia.

—Los Originales fueron los primeros en mezclarse en la sociedad y los que quedan son últimos en conservar algo de la inmortalidad después de que Caos se la arrebató a toda nuestra descendencia. Ellos formaron La Sociedad, un sistema que domina en cada país del mundo, y por lo general muestran una sola especie predominante muy marcada.

—Les gusta presumir —señaló Megara—. No me sorprende.

—Solo para los que comprendan el mensaje —dijo Max mirando la pizarra donde Hole garabateaba—. Aunque los humanos no suelen hacerlo a la primera, lo que sea, ellos son la cúspide y pueden variar su apariencia en un corto periodo de tiempo, pero no lo hacen porque les gusta intimidar, por eso Marcel es tan peligroso, no se lo puede atravesar con un cuchillo o solo disparar a matar. Si él aparece cuando vayamos a rescatarlo no podríamos enfrentarlo porque nos convertiríamos en el objetivo de una raza de criaturas con suficiente poder económico para hacernos desaparecer de la faz de la tierra ¿Me explico?

—Lo que nos harían en las entrañas de La Sociedad va a ser de todo menos placentero —Rafael asintió con un estremecimiento.

—Sí, pero Génesis está de nuestro lado y es la hija del Creador, si tenemos su bendición no nos va a pasar nada. —Hole enganchó su brazo en el de ella con orgullo—. ¡Porque si jode le va a romper la cara!

Ignoró su advertencia silenciosa y apoyó la cabeza en su hombro con una sonrisa tonta en los labios. Estuvo a punto de empujarla lejos, pero había algo en la pureza de su mirada cristalina que la hacía sentir como si observara a través del agua, y que alguien así tuviera tanta fe en ella sin poseer las razones para hacerlo hacía que se sintiera extrañamente a gusto. Se encontró asintiendo con la cabeza, no quería decepcionarla.

Tampoco a Mikaela, notaba como la había mirado después de que se enteró de dónde tenían a Luís, y la pregunta flotaba en el ambiente.

—Yo puedo entrar sin que la seguridad lo detecte —dijo al fin, y pudo jurar que sintió las pequeñas agujas del abismo clavarse en su piel, tenía serias ganas de lanzarse de un edificio para disipar la tensión—. Pero necesito un mapa.

El cazador reaccionó de forma automática.

—No, es demasiado peligroso.

Tiene razón, sabe lo inestable que es.

Se cruzó de brazos en su lugar.

—No te lo estoy preguntando, tarado.

—¿Vas a ir a ciegas? —aventuró Alexandra.

—Solo consígueme un mapa. —Lo pensó un momento—. Varios.

Su padre la había creado por una razón demasiado específica, la unió al monstruo de su abismo y le enseñó a controlar sus emociones para que esa criatura no despertara, todo para que pudiera destruir de una vez a los que se lo habían arrebatado todo. No estaba entre sus habilidades usarlo para otra cosa que no fuera moverse en un espacio conocido y con el único objetivo de matar a su oponente. No podía evitar el pensamiento de que quizás por eso iba a salir mal, pero no quería decepcionar al motivo por el que Mikaela la miraba como si fuera su última esperanza.

—Te acompaño —dijo entonces, la tomó desprevenida en su imprudencia y ese fue el turno de Génesis de reaccionar.

—No.

Antes de que pudiera volver a hablar él golpeó la vara contra el suelo y la guadaña centelleó evidenciando su intención de ir a quitarle la sombra a Lorenzo, pero antes se acercó y le apretó el hombro con una media sonrisa de labios cerrados, aunque la expresión no llegaba a sus ojos.

—No te lo estoy preguntando, querida.

✴ ✴ ✴

Mikaela tenía que salir a cazar antes de entrar, así que fueron esa misma noche. El ambiente estaba húmedo, y las nubes se arremolinaban en el cielo a punto de soltar una intensa tormenta, aunque no pudiera verlas, lo percibía debido a lo pegajosa que se sentía su piel.

Él iba por su presa como si estuviera solo, y ella lo seguía de cerca saltando en silencio sobre los balcones de los edificios contiguos, como en los viejos tiempos. Con la diferencia evidente de que él estaba demasiado tenso, quizás enojado y ella no comprendía por qué. Le producía nostalgia recordarlo, y notar que su recelo sobre el cazador se había esfumado por completo, reemplazado por un sentimiento de pertenencia.

El objetivo era un hombre que perseguía a una muchacha, corría muerta del miedo y el animal trotaba sin sigilo alguno. Dobló la esquina tan hambriento que no se dio cuenta de que Mikaela lo esperaba apoyado en un hueco entre edificios, jaló su chaqueta y estrelló su espalda contra la pared, así extrajo todo el aire de sus pulmones.

—Acosar mujeres durante la noche no es algo que haría un caballero —susurró con furia cuando intentó balbucear, internó la mano bajo la cintura de sus pantalones—. Tendrías que dejar de serlo.

Lo noqueó antes de que se pusiera a gritar o peor, y tras abrir su camisa manchada de alcohol se puso manos a la obra. El reflejo dorado de su guadaña, y un pulcro corte a la altura de su corazón consumió a la sombra en su interior. Un trabajo impecable, ya que la misma no había logrado manifestarse en exceso. Al día siguiente, el humano iba a levantarse de ese callejón con la demoledora sensación de haber bebido demasiado.

—De nada —soltó el cazador mientras tecleaba en el celular ajeno y le sacaba una foto para enviarla a todos sus contactos, después dejó el mismo en el bolsillo interior de su abrigo—. Con esto, seguro se le van las ganas de perseguir jovencitas por la noche.

Génesis sabía que los acosadores eran el motivo por el cual Mikaela solía ponerse de mal humor, ya que extirpar la sombra muy pocas veces era un factor influyente en sus prácticas ilegales, pero eso era diferente. Otra cosa le molestaba, podía sentirlo en su lenguaje corporal.

—Van tres —contó ella, tras caer a sus espaldas, pateó con sutileza el pie de uno de los que yacían desmayados. Notó que no había guardado su guadaña, la sostenía en su mano, pensando.

—¿Vas a llevarla mañana? ¿No es peligroso?

El arma de los recolectores era su punto débil. Los ángeles habían unido su alma al material divino forjado en Tánatos, no pertenecía al plano por lo que respondía a su usuario de manera casi instantánea. El fuego dorado que solía ver en sus ojos conectaba la vida artificial que les habían dado con el recipiente que canaliza la energía de las sombras y les daba más esperanza en esa tierra, pero era un objeto peligroso si se alejaba de las manos de su portador. No había superficie que no pudiera cortar, o incendiar en partes iguales, Génesis lo había comprobado en el vergonzoso episodio del teatro, cuando perdió el control por culpa de los Sin Rostro y Mikaela la retuvo en contra de su voluntad.

—No tengo opción, tampoco es como si pudiera separarme de ella por mucho tiempo —dijo él, alisó su traje con gesto frustrado, y la miró parecía cada vez más estresado debido a lo que sea que rondaba por su cabeza—. ¿No hay nada que quieras decirme?

Génesis se tensó y rodeó su figura para acercarse a la luz, últimamente se sentía más tranquila cuando lo hacía, cuando podía verlo.

—No.

Lo escuchaba respirar, la preocupación era evidente.

—¿Me vas a hacer preguntar?

Se encogió de hombros, tratando de parecer tranquila con la intención de que pudiera imitarla y se alejó del callejón en silencio, pero Mikaela la alcanzó, tomó su brazo con suavidad y urgencia. Lo vio en sus ojos, a veces no soportaba que fueran tan expresivos, en especial después de que descubrió que lograba que cediera con ellos.

—Pregunta —gruñó, ambos caminaron calle abajo. Debían alejarse de esos hombres desmayados si no querían que la policía apareciera a molestar.

—¿Por qué dijiste que podíamos usar tu abismo para entrar? ¿Y por qué actuás tan distante?

—Hole fue la de la idea en la reunión, y tiene razón, ella es más capaz de lo que pensaba.

—Así que hiciste una nueva amiga, sabía que te gustaría. —Sonrió él, pero se deshizo al percibir que ella imitaba su expresión, entrecerró los ojos—. No me cambies de tema, no es eso lo único que te pregunté.

Génesis bufó.

—Nada, tenemos que rescatar a tu... tu novio y esa es la mejor forma —terminó, con gesto contrariado.

—¿Qué me estás ocultando?

—Nada. —Se alejó bruscamente, tenía el ceño fruncido, esperaba parecer molesta, al menos así iba a esconder lo avergonzada que se sentía por recordar cómo se había acurrucado a su lado en la biblioteca.

—Sin mentiras entre nosotros ¿te acordás?

—¡Estoy diciendo la verdad! —rugió, no dejaba de mirarla, frustrada revolvió su propio cabello con las manos y apretó el paso, quería golpearlo en la cara, pero no había encontrado un buen motivo para hacerlo.

—Mhmmm, yo sé lo que te pasa a vos. —Se adelantó mirándola con una ceja alzada y asintió con falsa honra—. Estás celosa.

Se detuvo de repente, Mikaela y su bocota siempre le daban los motivos perfectos.

—Se ve que las horas de sueño que te faltan te afectaron el cerebro ¿no es así?

—No lo puedo creer. —Una gran sonrisa se extendió por la cara del recolector, la primera y más genuina que le había visto poner en días.

Demasiado obvia, pensó. Por desgracia, no ocultó bien su sorpresa, y se sintió aliviada de ver que al menos no había perdido eso del todo. Sin embargo, aún no podía borrar el rasgo demacrado de su expresión, grabado en la forma que tenía de entornar los ojos.

—¡Estás celosa! —El cazador esquivó el movimiento fugaz que intentaba callarlo, corrió hacia la calle y ahuecó las manos alrededor de su boca para gritar a todos los ciudadanos dormidos en sus departamentos—. ¡Génesis, la voluntad de Caos está celosa!

Iba a arrancarle la lengua.

No tenía paciencia, el hombre se había alejado con rapidez porque sabía que estaba en peligro su vida, por lo que utilizó su abismo, y se materializó una cuadra más adelante, justo frente a él, lo cazó por las solapas del saco, pero el estridente ruido a sus espaldas le recordó dónde estaban. Habían dejado la zona muerta de la ciudad y se paraban en una avenida transitada por muchos vehículos. Apenas fue lo suficientemente rápida para hacerlos caer a través de su abismo antes que un auto los atropellara.

Para su buena suerte, luego de haber cazado esas sombras Mikaela recuperó algo de masa corporal, por lo que cuando cayó encima de su pecho no se golpeó en absoluto. Lo escuchó quejarse porque se había peinado por primera vez en días y lo arruinó por los mechones que se salían de su trenza.

—Dioses santísimos —susurró—. Casi me muero.

—Ya no eres gracioso. —Génesis puso una mano contra su cara a medida que se levantaba,

—Ah, pero lo era —dijo apenas, ella la reemplazó por su pie.

—Y no hables tan pronto.

—Va. —Alzó las cejas como esperando a que lo dejara enderezarse, pero ella no se movió. Al final tiró la cabeza hacia atrás y suspiró observando su reloj—. La noche es joven y faltan varias horas para entrar, si nos apuramos podría ofrecerte medialunas a cambio de que me ayudes a levantar ¿aceptás?

Se lo pensó un instante, al menos iba a comer un poco de esas delicias antes de sumergirse en la inmensidad de su abismo sin tener la certeza de que iba a dejarlos salir en paz. Quitó el peso del pecho de Mikaela y lo observó sacudirse la ropa sentado, para después estirar la mano doblando la muñeca como una damisela que espera la amabilidad de alguna clase de príncipe. Y mientras la tomaba Génesis falló otra vez en ocultar la tranquilidad que le causaba ver que trataba de actuar normal, a pesar del caos que se avecinaba.

✴ ✴ ✴

Bueno, tarde, pero seguro. Hola, espero que estén bien y hayan tomado agua. ❤ Pido perdón, pero la doble actualización tendrá que esperar para esta no, la proxima semana, porque hoy empecé las clases en la facultad y necesito ajustar detalles, espero que puedan comprender uwu

Sin mentir ¿qué tanto disfrutaron que Mika golpeara a Lorenzo? Aunque al final se haya descontrolado un poco.

¿Qué les pareció la explicación sobre las quimeras? ¿Les gustaría que hiciera un post de ig hablando más de ellas?

Si tuvieran que elegir a alguien de la banda de Mikaela para que fuera su roomie ¿con quién se quedan? Elijan sabiamente (Están León, Rafael, Hole, Megara, Alexandra, Max y Génesis)

Estoy planeando una serie de oneshots para contar un poco como era la vida de cada uno de ellos antes de conocer a Mika ¿Les gustaría?

¿Opiniones sobre Megara estando en desacuerdo con Rafael?

¿Génesis podrá usar su abismo para salvar a Lulú? Lo averiguaremos.

Adjunto imagen de las empanadas que había hecho León para la banda, y sí, vengo a antojar: 

PD: En multimedia hay una canción que representa muy bien la ira de Mikaela mientras interrogaba a Lorenzo uwu

Muchas gracias por leer y nos leemos el siguiente domingo 

—Caz.

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