Narrador Omnisciente.
—¿Porque no me dijistes nada? Yo pude haberte protegido a ti y a Rose —ahora, Jennie estaba siendo regañada por una agitada Lisa quién caminaba de un lado a otro con evidente preocupación.
—No iba a usar el poder de tú familia y molestarte con algo así, tienes razón, Jisoo es una enferma que quiso matarme tanto a mí cómo a Rose, pero no pude pararlo, no quería qué se encargará de matarme a mi igual, alguien debía protegerte de ella —se levantó del sofá individual con el ceño fruncido antes de que un suspiro abandonará sus labios —. Te juro qué no sabía qué Rose estaba viva, iba a decirte sobre lo que ella hizo pero al ver como tú la pasabas bien a su lado.. decidí no entrometerme en sus asuntos personales.
Lisa la entendía, sabía qué meterse en la vida de los demás no era algo agradable para nadie, pero estaba desesperada, asustada, solo deseaba que nada de eso hubiera pasado.
Cubrió su rostro con sus manos y se recostó de una de las paredes deslizándose hasta caer sentada en el suelo. Era horrible, su mente, sus sentimientos, su alrededor, todo daba vueltas, no podía imaginar cómo pudo llegar a sentirse todo ese tiempo donde la hizo dudar, sufrir.
Ahora eso lo sentía ella.
Hubiera preferido no haber descubierto aquello, no haber asistido a aquella universidad donde Jisoo estuvo. Probablemente su vida sería un poco más tranquila ahora.
Sintió la presencia ajena a su lado, mirándola fijamente buscando alguna manera de tranquilizarla –algo qué ya era prácticamente imposible de hacer–. Ni siquiera había desayunado algo esa mañana, así qué debía hacerlo antes de prepararse para ir al trabajo, pero gracias a la preocupación y estrés del día anterior era completamente seguro de que su apetito se hubiera cerrado.
Habían pequeña bolsas en sus ojos también, su estómago rugía y sus ojos estaban hinchados de un color ligeramente rojo. Ah, se veía cómo si de un zombie de tratase, pero ni siquiera le importaba, su cabeza ya daba muchas vueltas cómo para siquiera pensar en aquello.
—Tranquila. Jisoo aún no debe saber nada sobre Rose.. por ahora —hizo una pequeña pausa dedicándose a ver a su agotada amiga —, pero está bien, mientras ella no sepa qué aún la vez posiblemente esté a salvo. Si no, hara lo posible para matarla.
—¿Y quien puede confirmar si no sabe si Rose aún sigue viva? Qué está aquí —llevo sus manos hasta su cabello castaño jalando levemente de éste.
—Es mejor confiar —alejo sus manos de la cabellera de la castaña evitando qué pudiera hacerse a si misma.
Con cuidado, atrajo a la menor a su cuerpo, permitiéndole llorar. Dicen qué una de las maneras de aliviar el dolor es desahogandose, ¿Que mejor manera que llorando?
La dejaría desahogar sus penas llorando en su pecho, quizás, había la más mínima posibilidad de qué si hubiera dicho la verdad todo sería diferente. Pero no podía cambiar el pasado ahora, había tomado una desición y ya no podía arrepentirse de aquella la cuál en este momento no le parecía tan correcta como ella había pensado anteriormente en su pasado. Ya no podía hacer nada más que consolarla en sus brazos.
No debió haberle permitido sacarla de su vida de aquella dolorosa manera.
Sus palabras aun llegaban como una daga a su pecho debés en cuando, en la oscuridad de su habitación aún podía sentir el dolor al recordar todas las veces en las qué Rose le rogó por qué se quedará a su lado. Ella sólo ahora quería deshacer el dolor que le había provocado antes alejándose de ella, ocasionándole el mismo dolor qué ella llegó a sentir.
Ah.
Todo era tan jodidamente horrible qué podía jurar qué su propio dolor era incluso más fuerte del que ocasionó, mucho más sabiendo de lo que era capaz su ex-pareja de hacerle a su querida amada. La locura la había consumido desde el momento en qué se enamoró sin qué nadie se diera cuenta, mientras poco a poco, aquel sentimiento de querer ver a todo aquel qué se acercara a su enamorada morir de la peor manera posible iba incrementando haciéndose enfermizo.
Debía pararlo sin saber cómo hacerlo.
•••
En algún lugar, se encontraba aquella chica la cual Lalisa había estado buscando por días. Sentada tranquilamente en un escritorio de madera tecleando en una laptop portátil.
Kim, una de las mayores empresas de tecnología en todo Corea Del Sur. Dirigida por la muy reconocida y respetada mujer, Kim Jisoo.
En el transcurso de los años, tras el rompimiento con Lisa, Kim de obsesionó con el poder. Sus habilidades en la robótica y tegnologia la habían llevado hasta crear su propia empresa obteniendo poder, respeto, logrando convertirse en el proceso en una de las mujeres más temidas gracias a sus grandes alianzas y influencias.
La puerta principal fue tocada un par de veces haciendo qué la peli roja alzará su mirada antes de decir un simple "pasé", y de manera casi inmediata la chica de cabellos marrones entro a la gran oficina donde trabajaba su jefa y dueña de toda la empresa.
—Nayeon. ¿En qué puedo ayudarte? —expreso apartando su laptop a un lado dejando lo que estaba haciendo para prestarle atención a su secretaría y asistente personal la cual acababa de entrar a la habitación.
—Su cita de las nueve está aquí señorita Kim —puso sus manos en su espalda tratando de verse lo más presentable posible —. El señor Mingyu quiere verle ahora.
Inmediatamente cerró la pantalla de la computadora prestándole toda su atención a su asistente personal.
—Digale que entre ya —la chica asintió antes de salir apresurada de la oficina.
Y tan sólo unos pocos minutos más tarde, él castaño entro por la misma puerta dónde anteriormente había salido su secretaria personal. Se acomodó en su asiento dedicando toda su atención al chico frente a ella.
—Baekhyung, tiempo sin verte —le sonrió de manera ladina observándolo fijamente —. ¿Que te trae a buscarme de nuevo?
El castaño se acercó a ella dejando una carpeta amarilla sobre su escritorio. Abrió la carpeta encontrando algunas fotos del hospital en donde trabaja Rose tanto por fuera cómo por dentro y varias más dentro allí dentro. Su sonrisa se intensificó alzando su mirada hasta él contrario.
—Sabia qué no me decepcionarias Baek, ahora, dame la cámara —extendio su mano hacia el recibiendo una cámara pequeña de color rojo —. Cumpliré con mí parte del trató como tenemos acordado, pero recuerda bien qué nuestro pequeño acuerdo de confidencialidad Baek.
—No lo haré Jisoo —el castaño se despidió dejándola sola en la habitación.
Se levantó de su asintiendo tomando una pequeña foto que se encontraba en uno de sus cajones, caminó hasta un pequeño cesto de metal que allí de encontraba llenó de hojas de papeles.
Encendió un fósforo antes de tirarlo dentro de el cesto, mirando fijamente las llamas de Fuego bailar tranquilamente.
Observó la foto un par de segundos.
—No sabés lo qué te espera Park, muy pronto nos volveremos a encontrar —tiro la foto dentro del cesto.
Mientras la foto de mejor amiga juntó a ella, era consumida poco a poco por las llamas de fuego.
Una tranquila, y fría risa fue lo último en escucharse en la solitaria oficina de Kim Jisoo.