Mi Pareja Perfecta IV

By Brity22

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Ángela Grant, es una joven recién egresada que empieza a trabajar en el hospital Edwards, tal como su abuela... More

Ángela Grant
La salida al Spa. I
La salida al Spa. II
La vida de Martina Edwards I
La vida de Martina Edwards parte II
Buscando a la chica perfecta.
Incógnita
Catalina Grant
La chica del Tinder I
La chica del Tinder II
Fiesta en New York I
Fiesta en New York Parte II
En la boca de la loba I
En la boca de la loba II
En la boca de la loba III
Mala, del verbo ''mala''.
''No pegan, ni juntan''
Salida a casa de Tía Fer.
Lecciones de motocicleta
''Por la boca muere el Edwards''.
Única en su clase.
Aniversario de Matrimonio I
Aniversario de Matrimonio II
Sesión de Fotos.
Fin de semana de Jefazas.
''Si Quieren Guerra...''
Buscando al culpable
Juntas de amigos
Hogar, dulce hogar.
Inauguración
Una historia romántica y no de acción
Citas a ciegas y aniversario
''Dos grandes que se unen''
La cena familiar.
Buenas jugadas.
Salida en familia I
Salida en familia II
''La terquedad hecha pareja''
La despedida.
Las Intensas.
Especial: ''El dilema de las Gabis''

Supervisión

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By Brity22

Ángela G.:

¡Estoy nerviosísima! ¡Dormí mal! Me peino recordando el domingo de resurrección que tuve por estar el fin de semana de fiesta. '' ¡Ya no tienes diecisiete años!'' Me reprendo ''¡sabías que demorarías más en reponerte!''

Me arreglo y lamento no tener un traje clínico aún, lo bueno es que me permiten llevar el delantal. Fui a un lugar especial a tomarme las medidas y dijeron que me lo enviarían en la mañana al hospital, se supone que llegará un empleado del lugar a dejármelo.

Subo a mi motocicleta y me pongo el casco antes de que mi ondulado pelo castaño se vaya al carajo. Al llegar, encuentro a un hombre de traje y aspecto estirado esperándome.

−Srta. Grant. −Reverencia.

− Hola, la misma. ¿Ya está? −pregunto mirando a todos lados como si ese delantal trajese drogas.

− Si− lo extiende, observo la blanca tela y el logo del hospital ¡Hermoso! − mañana llegará su traje. Estamos trabajando para entregar la mejor calidad y satisfac...

− ¡NO! −me espanto al ver el nombre.

Dice: ''Angélica Grant''

− ¿¡Grant!? ¿¡GRANT!? −Me espanto.

−Si... porque ese es su apellido -Dice confundido.

− ¡Pedí expresamente y recordé tres veces que diga ''Angélica García''! −Me indigno.

−Oh, iré de inmediato a corregirlo. Lo traigo más tarde. −Lo devuelve a la funda−Mis disculpas.

−No... sin uniforme estoy frita y si sigo aquí llegaré tarde. Me llevaré este− lo tomo− Pero quisiera otro con las mismas medidas y el otro nombre ¿Puedes hacerlo? −Susurro dejando unos billetes en su bolsillo del pecho. −Me mira paralizado, luego puedo ver ese brillo en sus ojos. −Necesito un trabajo rápido y confidencial −Digo suavemente.

−Si. −Responde largándose de allí.

−Excelente− gruño viendo el principio del fin en ese pedazo de tela que dice ''Grant''.

''Dios mío'' pienso.

Entro veloz y voy al octavo piso, la secretaria del otro día se atora con el café.

−Buenos días− saludo.

−Señorita Gra... −Me adelanto y tapo su boca mirando a todos lados.

−Por favor... García− digo soltándola rápidamente. −Disculpe, de esto depende mi permanencia.

− ¿Sabe que eso no durará para siempre verdad? −Levanta una ceja.

−Si, pero la idea es que duré más que un día.

−Bien, bien, señorita García. −Sonríe.

− ¡Eres un sol! −me voy rápido.

Llego a los camarines, e inteligentemente tomo un plumón de mi mochila y borro todo luego de la ''G''.

− ¿Qué diablos haces chiquilla? − Escucho una voz masculina.

−Chiquilla tu abuela. −Se me escapa.

Un joven de cabello oscuro bien ataviado me mira incrédulo por mi insolencia, veo su nombre sobre el logo ''Cristóbal Myers''

−Myers −Frunzo el ceño− ¿eres familiar de Charles Myers?

No me gustan esos Myers, sobre todo su padre, el alcalde Charles Myers. No es más que un adulador sediento de dinero, ya sea del estado, o de familias como la mía. Según papá, es prácticamente un títere, aunque no faltan a los clubes de campo y actúan peor que nosotros.

−Soy su hijo menor. −Dice levantando el mentón.

−Ah pues, felicidades. −Bromeo. −Soy Ange...lica García −Levanta una ceja.

− ¿Y por qué tapas tu apellido? No me extraña de una García− dice burlón. −No te ves como ellos.

−Bueno ¿eres dentista o el puto FBI?

−Y muy vulgar. −Me da una última mirada. −Mucho cuidado con quien te metes.

−Y por dónde lo metes− bromeo para que rime.

Pone cara de asco y se va.

Me río en silencio y me coloco el delantal, si no fuese por el detalle horrendo del plumón sobre mi seno izquierdo diría que es la mejor tenida que me he puesto en mi vida. Me miro en un espejo al fondo, hoy me molesté en usar pantalones de tela y zapatos de tacón bajo.

−Yo me invito a salir −bromeo tirándome un beso.

Unas chicas más al fondo se ríen, me ruborizo. Salgo de los casilleros y veo que una silenciosa directora Diaz me hace muecas.

−Dra. Diaz −Digo mirando a los lados con cautela.

−Hoy te designarán un box. −Me informa. Pero me temo que la instrucción la da Christine Edwards, mantente en las sombras.

Siento cosquillas en el estómago, trago saliva.

−Muy bien.

−Tranquila, tienes el encanto de los Grant, por el pasillo al fondo. − Me da una palmadita cariñosa y se va.

¡¿Qué encanto es ese?! ¡Somos más secos que una torta de milhojas!

'' ¡Yo puedo!'' Me digo y camino por un pasillo frente a la oficina de la directora, se ven unas cuantas personas agrupadas, incluyendo el joven Myers, ¿así que este es su primer día también? ¡Que cabrón!

Me acerco rogando porque mi presencia se note lo menos posible, afortunadamente sólo me dan una mirada cuando nos damos débilmente los buenos días.

Observo al grupo, hay una señora de unos cuarenta años, dos chicas pelinegras de mi edad, el cabrón Myers y un jovencito de pelo castaño con cara de que no reprobó ningún ramo. Cuando se abre una puerta, la veo salir y la sangre se me congela. Ahora entiendo todo, Christine Edwards no es más alta que yo. Pero claramente no lo necesita con esa presencia, detrás de esos lentes cuadrados hay una mirada fría y evaluadora adornando sus delicadas facciones, diría que solo con mirarme sabe si me estoy meando los cazones o no.

La observo curiosa mientras se acerca dando pasos que resuenan en el silencioso pasillo.

−Buenos días. −Dice secamente recibiendo el tímido saludo de todos.

Ah, pero ahora Cristóbal Myers no es tan cabrón verdad ¿eh? ¿eh? Molestarlo hace que se me bajen los nervios. Controlo mi respiración ¡si no me va a pillar!

Abre una puerta, nos hace pasar. Dentro del cuarto, hay unos sofás en hilera. Huele bien, entramos tras ella y nos sentamos mientras sigue de pie.

−Mi nombre, como seguro ya lo saben− me da una mirada de reprobación cuando nos sentamos− es Christine Edwards y soy la directora gerente en este hospital. Ustedes fueron los afortunados de una larga lista de admisión para trabajar en este prestigioso centro. Espero mucho de ustedes y me imagino que aspiran a una recomendación para seguir estudiando bajo nuestra tutela. −Nos observa a todos y termina conmigo. − Pues bien, sólo la tendrán tres. − Toma una pausa mientras nos miramos de reojo. – Imagino que ya les explicaron que, en su contrato, trabajarán unos meses antes de ser indefinidos. −Asienten. −Esto es para conocerlos mejor simplemente. −Le resta importancia− No tengo duda de que son serios, profesionales, educados y empáticos (...)

Me gustaría ver empatía en su mirada, trago saliva.

− (...) en caso de que no den la talla los echo. −Dice como si nada. Yo no sé si reír o no, es el cambio de expresión de mis labios lo que llama su atención.

−Tú. −Gruñe. − ¿Cómo te llamas y que diablos le pasó a tu delantal?

'' ¡Ahí te voy San Pedro!'' Trago saliva y noto la mirada de burla de un pelinegro sentado hacia la derecha. Inhalo y digo:

−Soy Angélica García, Dra. Edwards, se equivocaron con mi apellido.

−Bonito arreglo. −Comenta. Escucho una risita, Christine observa al jodido Myers y este se calla de inmediato. − ¿García dices? −Pregunta incrédula mirando mi rostro. Asiento −Sin ofender, no te pareces.

¡No entiendo que le sorprende! los García son mayoritariamente varones, de mediana estatura, morenos y desde luego no se dedican a esto. ¡Ah! y la única hija de la familia se llama Eloisa y tiene 15 años.

¡Estoy jodida!

−Soy prima de la familia. −Digo. −Ellos son mis primos en segundo grado.

−Oh. −Dice como haciendo memoria. Al parecer lo deja pasar porque no insiste en ello. −Mañana debe estar ese delantal impecable Dra. García.

−Lo estará, mis disculpas. −Ella asiente.

−Les designaré un box a cada uno. Recuerden que este piso es sólo para ustedes, sólo cirugía maxilofacial está en el primer piso. Al lado derecho de los casilleros está el vestidor de damas, izquierdo para varones. Está es la sala de reuniones y también tienen una sala de descanso acá y en otra que es de todo el personal que es donde está el casino. Podrán observar que incluso tiene juegos, televisión, bocadillos y todas esas cosas que pidió la Dra. Edwards Jr. −Blanquea los ojos.

No sé por qué, pero me parece adorable... porque me conviene.

Nos hace salir del pasillo a recepción, las salas de espera y una gran mampara hacia la izquierda. Entramos y aparece una habitación amplia con diversos cuartos, se ven bastante privados, aunque las paredes que los dividen son algo delgadas. Supongo que escucharé la turbina de mis colegas todo el día.

Toma su lista y hace pasar primero a la mujer, luego a los chicos y al final las otras dos chicas. Abre la última puerta y sonríe burlona.

−Te toca hija del lechero.

Me río tímidamente y entro.

− ¿No me estabas jodiendo con eso de García verdad? −Me hace gracia su vocabulario.

−No entiendo a qué se refiere.

−Pues pareces... −Me mira curiosa. Deben ser mis ojos grises o el pelo castaño lo que no la convencen. Al parecer me salvó mi cabello ondulado heredado de mi madre lo que me da el pase.

−No nada. Adelante Dra.

−Gracias. −Entro maravillada observando la pulcra habitación, el impecable sillón dental, un mesón largo con distintas áreas de trabajo y lavamanos. Un perchero y un escritorio con una gran pantalla. Frente a él dos sillas.

−Wow −Digo asombrada.

−Así me gusta− Dice creída−Me voy con mis cadáveres. – Agrega sin más retirándose.

Está mujer definitivamente es un caso.

Trabajar aquí es más fácil que la presentación, no me doy ni cuenta cuando ya es hora de comer. En mi universidad la carrera dura seis años, y desde cuarto atendíamos pacientes bajo la supervisión de un Doctor especializado en el área que nos tocase. Ahora estoy sola, pero me siento preparada, además; tengo buena relación con los pacientes. A veces, podemos ser atemorizantes, pero mi intención es que no salgan más traumados de lo que muchos ya están.

Aunque hay de todo por supuesto. Estoy segura de que el dinero me dio mucha ventaja a la hora de tener pacientes que querían abandonar el tratamiento, suerte que no tuvieron muchos desertores hartos de reprobar por clínica.

Bajo al primer piso, no me preocupa comer sola. Aunque para mi sorpresa me saludan las dos chicas pelinegras y la señora mientras bajamos la escalera. Me presento y para mi sorpresa el casino es muy aceptable, tomando en cuenta el miedo que Omar me metía cuando decía que debía elegir entre dos menús asquerosos en sus habituales trabajos.

Pero este es el hospital Edwards y de a poco voy entendiendo todo. Hago una corta fila en donde me dan comida estilo buffet, y luego me siento con mis colegas. Emma, María Trinidad y Josefa se sientan conmigo. Emma nos deja en claro que es separada y que la tuteemos.

Debo decir que me siento muy feliz hoy, es un grupo agradable.

−Damas. − Saluda Cristóbal y el otro joven peli castaño de nombre Alfonso.

− Que tal− Saludo. Nos miramos desafiantes con el pelinegro.

−Vamos chicos- bromea él− ¡Somos colegas! – Dice emocionado.

− ¿Saliste el año pasado? −Asiente, las demás sonríen emocionadas, y no me extraña. −Me parece que todos− ríen.

−Nunca es tarde. − Dice Emma− postergué estudiar, pero siempre había sido mi sueño.

−Felicidades Emma− Digo probando la comida que elegí ¡Está bueno! − ¿Qué tal el primer día?

Empezamos a conversar, y se pasa la colación. Al terminar la jornada me devuelvo a la casa y bajo por el comedor al cuarto de mi abuelo para besar su calva y contarle mi día casi dando saltitos como una cría.

Pasan así los días, no vuelvo a ver a Christine. Afortunadamente el segundo delantal llegó con el nombre falso y el Sr. Edwards solo me llamó una mañana para decirme que él maneja el papeleo que corresponde a mi contrato y asistencias, por lo tanto, Ángela Grant si trabaja para este hospital, es sólo que, en sus palabras; ''no hace falta que medio mundo lo sepa''.

Tal vez refiriéndose a su hija de reojo en el cuadro de al lado. Como todos sabemos, en su tiempo afectó intencionalmente negocios entre nuestras familias, llevando una relación de rivalidad y sumo desprecio con mi padre. Él que por supuesto, no se quedó atrás, e incluso, casi, llevaron su guerra de egos a la televisión. Haciendo participes a todos de la ''pelea de magnates'', que ellos llamaban; quitándose contactos, emitiendo declaraciones y quitando y sumando fondos que los perjudiquen por aquí y allá.

De forma sorpresiva, luego de un tiempo, curiosamente en la fecha que robamos el diario con mis hermanos de la caseta de seguridad, dejó de aparecer y eventualmente mi padre también.

Entro el lunes, saludo a la recepcionista, a mis colegas que encuentro en los casilleros. Voy a mi box a trabajar y veo en el computador una hora llamada ''supervisión'', casi antes de salir.

Hora de almuerzo.

− ¡¿Ya les tocó supervisión?! −Llega María Trinidad algo emocionada.

−Siii. −Dicen todos excepto Alfonso y yo.

− ¡Oh por Dios! ¡que nervios tuve! − Dice Emma

− Recordé las pruebas clínicas− Bromea Josefa− Y las de odontopediatría juntas.

− ¿Tan así? − ¡Protégeme Santa Apolonia!

−Nah − Dice Cristóbal dándose importancia− La chica es algo estricta y no sabes si te está evaluando bien o mal, ya sabes la cara de póker − Bromea− pero luego dice gracias y se larga.

−Pero su frialdad. – Josefa hace como que se da calor sobándose los brazos...

¡Oh no! ¡y yo que me estaba adaptando como nunca! Miro con los ojos como platos a Alfonso, que me devuelve la mirada de la misma forma.

−Tranquilos chicos− Emma nos soba la espalda quedamente ¡ella es tan dulce! – no es nada que no sepan hacer.

−Dicen que hace picadillo al último. −Molesta el pesado del Myers.

−Bueno, imposible no debe ser. −Me doy esperanza.

− ¿Eres tú? Mientras no hables como sueles hablar, te irá bien− me molesta.

−Vete a la mierda – digo. Alfonso se ríe, al menos a él le sirve nuestra relación para relajarse.

Vuelvo al trabajo, mientras termino la nota de evolución de mi penúltima paciente se abre la puerta de mi box.

−Buenas tardes. −Dice una voz femenina secamente con tono atareado, levanto la cabeza por un segundo antes de finalizar la nota.

− Buenas taa... −Devuelvo la mirada rápidamente. − ...rdes. -Termino en un hilo de voz tan bajo que no sé si lo escuchó.

Grande es mi sorpresa al ver frente a mí a una joven menuda y algo más bajita que la Dra. Christine, vestida con un traje clínico negro de dos piezas; su cabello, castaño oscuro recogido en un peinado tipo tomate, pulcramente no deja ningún pelito al aire. Su piel es pálida y sus ojos almendrados, dejan ver unos grandes iris color café.

Me mira levantando una ceja y me doy cuenta de que me quedé pegada mirándola, es que es increíble, físicamente no se parece a Christine Edwards, pero no sé cómo diablos supe de inmediato que es su hija, ¡si ni siquiera su libreta de anotaciones fue lo primero que miré!

− Nombre. − Dice.

− Ángela... − Susurro. ¡Carajos! ¡Bajé la guardia!

− ¿Cómo? tengo prisa. −Dice mirando el techo y luego a mí.

−Angélica García. -Digo.

Levanta la mirada y estudia mi rostro, resopla y escribe.

−No te pareces− dice.

Me quedo callada, al parecer lo considera un insulto porque me queda mirando fijamente como rememorando algo y creo que trago saliva. '' ¡Mamá!'' grita mi cerebro.

−Conozco a los García −Comenta. − ¿De dónde saliste? −Me mira como una supuesta suplantadora.

'' Papá ¿tú me escuchas?'' Ruega a punto de salir por mi oreja.

−A mi padre le gustaban las mormonas. – Digo estúpidamente. ¡No se me ocurrió otra cosa! – Ya sabes, siempre hay una morena y una rub...

−Pero tú eres castaña. −Frunce el ceño y me mira directamente a los ojos sin la menor muestra de compasión.

−No es mi culpa− Digo un poco enojada ¡que pesada! ¡Ella tampoco se parece a su mamá! Si le digo que soy adoptada en broma quizá me ponga un ojo morado.

¡No! ¡Tu trabajo Ángela!

− ¿Puedo llamar a mi paciente? − digo abandonando mi supuesto miedo, no voy a dejar que esta pitufa me joda la evaluación.

−Adelante− Se hace a un lado. La veo tomar apuntes de varias cosas, del área limpia y sucia, mi bandeja con instrumental y mi escritorio.

−Para la próxima, abre el paquete de la bandeja estéril frente al paciente.

−Pero si...

−Hazlo. −Dice con tono de ''tengo todo el día evaluando imbéciles, no me jodas''.

−Ok. −Digo saliendo un poco molesta.

Llamo a mi paciente, es un jovencito de unos dieciocho, se ve que sufre bastante. Le doy la mano y lo hago pasar.

−Buenas tardes. Soy Martina Edwards y estoy aquí para evaluar el desempeño de nuestro personal, siéntete cómodo− Dice con un tono de voz monótono, el joven asiente no muy seguro de que más decir.

Creo que no me gustaría que me atienda esta mujer.

Le hago unas preguntas para completar la historia clínica. Me paro de mi escritorio, me lavo las manos, me coloco la mascarilla mientras acomodo el sillón presionando el pedal de mando con el pie y finalmente los guantes. Le hago un rápido examen extraoral y luego al pedir que abra su boca, veo la razón de su dolor, es una caries tan extensa que ya destruyó parte del diente. Le hago un par de preguntas.

Para confirmar mi hipótesis diagnóstica le doy un papel con la orden radiográfica y lo acompaño a la salida, le indico el lugar donde está radiología y le digo que lo esperaré en el box. En unos minutos la radiografía se puede ver en pantalla.

Siento a la Dra. Edwards caminar hacia mi escritorio y mira la radiografía.

−Diagnóstico. −Pregunta secamente.

¿Qué? ¡No soy estudiante! Se supone que si nos aceptaron de una larga lista de postulantes es porque sabemos ''algo''.

−Pulpitis irreversible sintomática. −Gruño. −Ya ves la caries dentinaria profunda. −Señalo la radiolucidez de la radiografía, soy una niña buena.

− ¿Por qué le duele? – Dice escribiendo sin parar.

No sé qué pensar de todo esto. Inhalo profundo.

−Porque como claramente puede ver y pudo inferir antes, la pulpa está vital, o sea, ese diente está vivo aún− Le digo pesadamente− pero debido al daño que produjo esa caries, esta pulpa se inflamó y no tiene como liberar esa presión intracameral, ni recuperarse por sí misma. Por tanto, presiona el nervio y le duele como un diablo.

Sus delgados labios forman una línea recta. Se mantiene en silencio y continúa en lo suyo. Mientras atiendo ella está en una esquina penando, y anotando cosas de vez en cuando.

Luego de un rato que se hace más largo de lo normal, mira la hora y se detiene.

−Ok. Ya he visto suficiente; pero, ''como un diablo'' no es la forma en la que se debería expresar una profesional que se desempeña en este prestigioso hospital. −Dice tajante.

Ah, pero que agradable sujeta.

−No volverá a ocurrir. −Digo quedamente.

−Claro que no. −Responde dándome una mirada antes de retirarse.

[...]

− ¡Por suerte me dejó! – exclamo mientras cuento mi semana recostada en el sofá. Por ahora con quién será guarda espaldas−amigo−psicólogo-terapeuta.

−No te culpes, es bien pesada la tipa. −Dice Omar.

−Creo que estaba muy atareada de responsabilidades, ahora me tendrá en la mira.

−Sabes hacer tu trabajo, con eso basta. No tienes que caerle bien, solo cuida tu lengua.

− ¡Lo haré! ¡Malditas juntas! −exclamo

− ¡Oye! −Replica dolido− ¡Me importa una mierda! −Se cruza de brazos.

Para mi suerte no vuelvo a verla el resto de esa semana. El fin de semana me fui de fiesta con Omar, y el lunes, vuelvo a entrar al trabajo retándome por nuevamente no tener piedad de mi futura resaca. ¡Pero es que el lunes pasado fue muy estresante!

Entro al hospital un poco justa con el tiempo y se me acerca una señora con una alcancía.

− ¡Hola! −Dice animada. Tiene un rostro amable −Somos una ONG destinada a recaudar fondos para los niños en situación de discapacidad− ¿Te interesa colaborar o apadrinar a uno? Tenemos página web...− Continúa.

−Hola, este... no tengo efectivo, ¡lo siento! −Digo caminando rápido, toco mis bolsillos y recuerdo que guardé algo por si acaso. −Espera si tengo −me devuelvo y le entrego unos billetes, me mira asombrada. −Disculpa, no tengo tiempo para doblarlos y colocarlos en la alcancía.

Se ríe.

−Eres un alma bondadosa−Mira mi pecho−Angélica− sonríe.

¡Que dulce! Le regalo una sonrisa, veo el nombre de su pecho y me despido con la mano.

−Adiós Sra. Noelle− y corro al ascensor.

Al llegar a los casilleros veo a dos de mis compañeras.

−Buenos días, María Trinidad y Josefa. – Digo.

−Buenos días, por cierto, Ange, dime Trini.

−A mi Jo. −Se señala con ambos pulgares.

− ¿Ange? −bromeo. −No está mal.

−Soy una experta en eso− sonríen con Josefa− ¿Nos vamos?

−Las alcanzo. −Debo sacar unas cosas. Las chicas van, veo a Martina llegar resoplando y abrir un casillero poniéndose un delantal rápidamente. Parece que hoy no hay tiempo para trajes de dos piezas.

Paso un poco incómoda. Digo ''Buenos días Dra. Edwards'' recibo un saludo de vuelta y camino a mi box. Reviso mi computador y vuelvo a ver, ''supervisión'' a la última hora.

Mierda.

Hora de almuerzo

− ¿Qué tal el día? – pregunto mirando sus rostros curiosa, en búsqueda de algún trauma reciente.

−Lo de siempre− Responde Emma− la chica Edwards solo entró, anotó un par de cosas y se fue.

−A mí me reprendió por tocarme la mascarilla− dice Josefa avergonzada− me picaba la nariz, no resistí.

−Pasa −rio recordando cosas del pregrado.

Ya anticipada a lo que se viene atiendo a los poco pacientes de la tarde. Llamo al último bostezando agotada y me digo ''que sea lo que Dios quiera''.

Mi paciente se sienta, una señora de edad. Anoto unos datos, se abre la puerta y levanto la cabeza resignada. Mi expresión cambia de inmediato viendo a la Sra. Noelle, con una libretita y una sonrisa.

−Hola− Saluda.

¿¡Qué!? ¡Esto es demasiado bueno para ser cierto!

−Buenas tardes Sra. Bienvenida al hospital Edwards, Buenas tardes, Dra. García. −Saluda. El ambiente es agradable, la saludamos a unísono, la Sra. Noelle dice su nombre de pila y su apellido.

Espera ¿¡ELLA ES!?

...

¡¡¡¿Qué?!!!

Por suerte cuando quedo boquiabierta, le esta explicando a mi paciente que me evalúa, ella me mira poniendo una expresión de terror. Nos reímos.

A diferencia de la Srta. Edwards ella no me pregunta gran cosa, noto que solo revisa mi bandeja, probablemente quedó registrado, pero esta vez no cometí esos errores.
Despido a mi paciente y termino la nota de evolución. Ella termina de anotar unas cosas.

−No la esperaba. −Digo un poco cohibida.

−Mi pequeña tuvo que asistir a una reunión, así que le hice un pequeño favor.

¿Mi pequeña?

− ¿Es usted su madre? −Pregunto curiosa. Ahora sí que me sorprendo, si comparamos; ella es cálida, su voz es más suave y amable, tiene los ojos cafés, contextura media, bajita. Su cabello castaño es algo más claro que el de su hija y lo lleva en una coleta improvisada.

Al parecer lee mis pensamientos porque libera una risita.

−Perdona a mi hija, se parece un poco a Christine. Pero es muy dulce−Dice cariñosamente.

''Es tan dulce como mascar un pomelo''. Pero no le voy a discutir eso.

−Guau −Digo asombrada −Que bueno que la tengan a usted. −No puedo pensar en otra cosa, espero que la traten bien. Aunque, por cómo se ve; parece muy feliz.

Cuando mi familia hablaba de ella, jamás dijeron su nombre y yo no averigüé, pero no imagine que fuese así. No me la imagino coqueteándole a Christine con esa presencia tan ruda por el hospital.

Sonríe como si le hubiesen comentado eso antes.

Durante la tarde-noche del mismo día.

Mansión Edwards.
Noelle.

−Para que veas que mamá te quiere, aunque seas irresponsable− le dejo la libreta a Tina en la mesita de al lado del sofá. Este fin de semana que pasó salió con sus amigas de toda la vida. Al parecer se ha desahogado de todo el trabajo que le ha dejado Christine.

Me pregunto si Chloe seguirá viva o murió de un coma etílico.

De todas formas, a veces pienso que estos Edwards abusan de la energía de mi bebé, se lo hice saber, pero ella insiste en que es normal y que todos han pasado por eso.

''Jodida Chris ¡ya va a ver!''.

−Lo siento, la resaca, ya no soy tan joven. −Tina quita su bolsa con hielo de la frente. −Me descompensé después del almuerzo. ''Amá Gomité'' −Dice infantilmente y abraza mi pierna.

Me da ternura, me agacho y la abrazo a pesar de que se queja de dolor.

−Ese hígado está en huelga. −La molesto. −Pero enserio, debes ser más responsable bebita. −Acaricio su pequeña nariz con la mía− lo bueno, es que tus nuevos colegas son un amor.

Frunce el ceño.

− ¿Un amor? −Hace memoria. − ¿El chico joven o la hija del lechero?

Rio de buena gana, chismosas.

−No la culpen por ser caucásica−Bromeo

− ¿Y vulgar? −Bromea.

−No juzgues un libro por su portada, conmigo fue un encanto, y donó bastante para mi

ONG. El Dr. Alfonso, es un crío. Me da ternura.

−Mamá tiene buenos filtros−Dice desganada.

−No toda la gente que esté a tu alrededor va a estar a tu lado por interés. −Le informo, ya que la he visto con nulas ganas de sociabilizar al menos algo en el trabajo, pienso que le haría bien crear un ambiente fraterno y agradable con sus compañeros, los ve gran parte del día después de todo.

−Si mamá−Gruñe. Es muy de mis chicas enojarse cuando les toco temas delicados.

−Una gran mayoría sí, pero aprenderás con la vida.

− ¿Y qué puedo hacer? −Pregunta. Sus ojos curiosos me recuerdan a la niña menudita vestida de negro que me recomendaba ir a la sala de cunas del orfanato a adoptar. No es la hija de mis entrañas, pero es la hija de mi corazón... Y no ha sido fácil. Entiendo que tenga una dura coraza que la proteja, pero yo quiero que viva la vida sin tapujos.

−Vive sin mirar atrás y sin preocuparte de los demás.

−No me interesan los demás. −Se toca el estómago.

−Ya sabes a lo que me refiero. −Lamentablemente, por la vida que le tocó, ha tenido topes con gente muy miserable, y por más que Christine y yo la protejamos, hay cosas que escapan de nosotras.

−Si mamá−Gruñe de nuevo. Beso su mejilla y acaricio a su mascota, Sandy, una puerca adulta que no se separa de ella a menos que tenga que ir a trabajar.

Martina Edwards.

Continúo recostada pensando en lo que dijo mamá, creo que trataré de ser una joven adulta normal, exceptuando el hecho de que mamá me ''saca el jugo'' todo el día con responsabilidades. Ahora entiendo muchas cosas sobre mi madre Christine y no la culpo. Para mi ella es mi héroe y todo lo puede, ¡pero me explota joder! Hoy colapsé y mamá Noelle salió al rescate. Hace tiempo no salía de joda así que creo que me perdonó esta.

Chateo con Chloe cuando escucho esos pasos tan conocidos, se acabó la calma en esta casa.

− ¡Familia! ­−Escucho el fuerte saludo de mamá.

''Aish, ya viene a joder esta señora'' me sonrío.

Escucho como besa a mamá.

− ¡Tina! ¿qué pasó contigo hoy? Marcaste tu salida antes.

−Lo siento, estoy fatal.

Me mira duramente a través de sus cristales y yo le devuelvo la mirada, que se joda está anciana. Nuestras miradas se relajan y sonreímos, se acerca y me siento para que bese mi mejilla.
Carajos el cambio de posición hará que corra al baño, lo peor de vivir en esta mansión es que vomitaría antes de llegar.

−Llegaste temprano−Dice mamá. Últimamente, la hemos visto menos, a veces viaja con mamá. Pero cuando son reuniones con las personas de siempre o nuevos, como los directores y algunos ejecutivos, sólo llega a dormir o ni eso cuando es lejos. Es obvio que prefiere mantenernos alejadas de todo eso. Aunque no son pocas veces las que me toca acompañarla, ella tiene la experiencia; es sólida, audaz, inteligente y sabe mantener el control de la situación, incluso siendo ella una invitada y porque no decirlo, incluso siendo mujer en una mesa mayoritariamente compuesta por hombres. El abuelo sabe cómo es esto, y nos enseña todo lo que sabe. Él siempre anda dando vueltas por ahí, aún maneja algunas cosas, dice que no puede quedarse en casa rascándose el trasero, pero toma un horario más relajado, ya que últimamente se mueve mucho con bastón. Lo que no quita que sea un viejo zorro, incluso maneja información que estoy segura nos esconde. Es como el ángel de la guarda de la familia diría yo.

−Pero claro, tengo que llegar a tiempo para cenar. −La atrae por la cintura. Ella se recuesta en su hombro.

−Damas−El abuelo se hace presente, camina trabajosamente, afortunadamente tenemos ascensor. −Y mi Damita −me mira con cariño. − ¿Te sientes bien?

−Bah, no te molestes con esta ebria. No sé de dónde saco eso. −Mi madre más cabrona se quita los lentes.

−Eres bien sinvergüenza−La reprende mamá Noelle.

− ¿Y no le dieron algo para la resaca? −El abuelo levanta una ceja a mamá. ¡Eso rétala!

− ¡No! −Gimoteo. − ¡Es esta mujer la que me explota! ¡Tengo vida!

−Eso me trae recuerdos−rememora − ¿Vamos a cenar? El chef dice que la comida se enfriará.

Se adelantan mientras mamá Christine queda atrás burlona.

−El futuro es hoy, ¿oíste pulga? −Frunzo el ceño y se retira.

Caminamos a la mesa, nos sentamos en nuestros lugares de siempre. Con mis madres vivimos en un apartamento enorme en el último piso de un edificio no tan lejos de aquí, hacia el centro de la ciudad, nos gusta el desmadre del centro. Además, estamos más cerca de casi todo, incluso el hospital.

Son minutos de sueño valiosos en la mañana.

Pero hay días que venimos a quedarnos para hacernos compañía y aprovechar el tiempo libre, a mi cerdita le encanta hozar afuera. De todas formas, acá tenemos chofer. En el apartamento no hay personal porque a mamá no le gusta.

Me siento y aprovecho de pedir algo liviano, maldita Chloe y sus desafíos... ¡no sé por qué siempre caigo maldita sea! Si hubiésemos salido con mi madrina también termino en urgencias.

En estos frescos días de marzo, Samantha tuvo la brillante idea después de una barbacoa, de invitarnos a bailar; supongo que influye que su novia sea Chloe, esa chica está loca y la adoro, ¡pero no se cansa!

Ahora ¡el colmo! Mis madres también insisten en que tenga más amistades; de diferentes ambientes, clases sociales, etc. Eso significa estar abierta a conocer otras realidades, más parecidas a la nuestra, pero con pendejos pesados y mariposones. O tal vez un club de lectura lo que no sería malo. Aunque este año me fui al carajo con el tiempo libre, sólo tengo veintiocho años... si me dan tantas responsabilidades, con las chicas es suficiente. Sandy también necesita su tiempo de amor con Tina ¡No puedo multiplicarme!

−Y que tal la semana de inducción papá− pregunta mamá, el abuelo da la bienvenida a los especialistas.
−Bastante tranquila¸ están a un nivel más avanzado. – Responde él, mirando ávido un platillo en la mesa.

−Oh.

− ¿Todo bien con los difuntos? – Él la molesta, aunque lo he visto paseándose por el piso -3, que es donde mamá suele dar rienda suelta a sus deseos psicópatas.

Yo habitualmente estoy en el octavo piso. Mamá dice que ese piso le da más escalofríos que el de los difuntos.

La anciana es cobarde. Aunque en su defensa, ambas fueron cuando practicaba fichas clínicas en la universidad, a mi profesor casi le dio un infarto y me reprendió por no avisarle con anticipación que venía con Christine Edwards, fue bastante gracioso, yo nerviosa presentando y él nervioso tartamudeando.

−Bastante bien, he tenido tardes amenas− Dice bebiendo un sorbo de su vino−Mientras no vengan a joderme por las noches me conformo.

−No lo harán− Sonríe el abuelo. Se enfrascan en una conversación sobre muertos e historias de conocidos y experiencias del más allá en los pasillos del hospital.

−Ya paren con eso−Gruñe la abuela harta. −Tienes a Noelle aterrorizada, ¿todo bien querida?

−Si, si− Dice bebiendo de su vaso para despistar, lástima que los vasos no tiemblan solos. Sonrío burlona, mis madres llevan muchos años juntas, pero mamá Christine aún no tiene tacto.

−Lo siento−Se disculpa el abuelo. Noelle hace señal de que no era para tanto.

−Por cierto, papá. −Continúa mamá. ¡Más le vale no seguir con el temita! − ¿Qué pasa con los nuevos de odontología?

Levanto la cabeza extrañada, todos miramos al abuelo.

− ¿Qué tienen? – Se extraña.Principio del formulario

−Nunca, que yo recuerde; te habías tomado molestia de revisar esa área, naturalmente dejabas a Olivia o a mí. Este año era turno de Martina para que se acostumbre.

−Para bajarle la carga a mi nietita− Sonríe. −El año pasado ingresó por primera vez, quería que estuviera más relajada el segundo.

Viejo mentiroso ¡me explotaron más este año y el pasado también y ni se inmutó! ¡No le creo!

−Muy tierno−Dice mamá sin expresión− sólo era analizar unos currículos.

¡Eran más de mil! Miro a ambos escandalizada.

−Demoré una eternidad− Gruñe este− ¿Alguna queja? Creo que los escogí bien.

Mamá asiente conforme; porque la verdad hasta el momento ni siquiera han llegado tarde, no tienen reclamos, ni reporte de algún problema.

−Si, está bien −Dice dándole tiempo al personal de retirar los platos. −Aunque Tina es la más calificada para opinar. −Ahora todos me observan−Tina, tú los evaluaste, ¿qué tal? Trabajarás con ellos.

−Bien− Digo aún con nauseas, pedí una sopa que levantase muertos. −Sólo tomé apuntes y pregunté unas cosas.

− ¿Preguntar? −El abuelo sonríe− ¡Eres peor que tu madre!

− ¡¿Por qué?! −Saltamos las dos.

−Christine. −Dice la abuela. −Martina, no levanten la voz en la mesa.

−Perdón−Canturreamos de mala gana.

−Sólo era una pequeña revisión de bioseguridad y trato con los pacientes −Dice frunciendo el ceño− ¿Les preguntaste sobre los casos? −Dice interesado. −Cuéntame todo. −Ríe.

−Sólo le pregunté a la última−Digo recordando, tenía pinta de vaga... −En su mayoría bastante bien, además sólo era un diagnóstico clínico... lo más novedoso es que dos de ellos tomaron procedimientos distintos a lo habitual, pero aceptables. −Recuerdo a una de las pelinegras y al más joven. − Imagino que vienen de distintas universidades con distintos mentores −Me vuelvo a tocar una sien con el hielo. ¡Una delicia!

−Ah muy bien, ¿Por qué preguntaste a la última?

−Estaba con la mente en otro lado−Digo observando mi sopa con duda. ¿Es roja? −Esa chica García. −Comienzo a cucharear.

−Con todo joven Edwards−Sonríe el mesero. −Receta secreta del Chef. −Va a las cocinas con restos de la loza sucia, decido confiar en él y probarla.

− ¡Uuuuf! −Digo poniéndome roja, está picante. Dejo el hielo de lado y busco agua.

−Jaja −Mamá sonríe divertida− antes alivió mis resacas, sabe lo que hace.

−Si bueno−Digo dándole otra probada y carraspeando− Había otro chico demasiado seguro de sí mismo y le dije que tuviese más tacto. Ese tal Myers

¡Carajos esta sopa me hará sudar!

−Su padre ha estado llamando−Dice mamá −Como si le fuese a dar trato especial, sugirió que era muy simpático−Mueve las cejas con velocidad molestándome.

−Que se jodan−Me espanto. Ríen se buena gana, saben que odio esas técnicas de coqueteo en donde involucran una tercera persona para que les ayude. ¡Caza tu propia comida gusano!

− ¿Y cómo te fue a ti? −Pregunta mamá a mi supuesta aliada que hoy terminó parte de mis supervisiones. −Te tocaron los últimos de hoy.

−Traidora−Gruño a mamá Noelle, seguro le avisó.

−Oye nada que ver, no le conté−Se sorprende− y tú ¿cómo diablos sabes eso?

−No vuela una mosca en ese hospital sin que yo me entere... si hubiese. −Se corrige. −Si la pulga entra y sale de este hospital, yo lo sé. Si marca el inicio o término de su trabajo, yo lo sé. −Finaliza con un tono que no acepta replicas. −Y si te vas a joder al piso de psicología con Chloe y tu madrina. −Levanta una ceja− Yo lo sé.

−Me das miedo. −Sentencio.

− ¿Entonces? −Mira a mamá haciendo como que ya se deshizo de mí, la miro indignada.

−Super bien−mamá Noelle continúa. Los abuelos se entretienen ahora. −El Sr. Alfonso es un clínico muy simpático con sus pacientes, y sabe cómo hacer que le hagan caso sin necesidad de verse imponente. La Srta. García es muy agradable, me simpatiza, apoyó mi ONG.

−Mamá... −Digo con ternura. Jamás le daríamos la tarea de entregar cartas de despido, reprender o hablar con trabajadores complicados. En eso sí que estamos de acuerdo con mamá. −Eres muy blanda.

−Pero si hicieron todo bien− Sonríe. −Pronto cuando termine el papeleo de comienzo de año podrás trabajar tranquila, y estás en el mismo piso. Tendrás con quien ir a los congresos, exposiciones, presentaciones. Incluso maestrías quizá- Se levanta de hombros− Amo a Chloe y a Sam, pero no te haría mal conocer gente de tu ámbito laboral, no digo que te amigues con todos. Una de mis más grandes ironías fue trabajar con Gabi, y diría que hace mis días más cortos.

−Mientras trabajen...−dice mamá entrecerrando los ojos.

−Son todos excelentes profesionales−Zanja el abuelo.

−No lo dudo−susurro.

Los tendré vigilados, mamá prefiere dejar a los dentistas a la directora, y el abuelo oculta algo; si alguien en esta familia no es considerado, son esos dos. El abuelo me envío a clases donde me enseñaban hasta a saludar a una mujer mayor, un grupo de invitados, incluso a un chico que me invite a bailar, ¡¡ni que esto fuese el siglo XIX!! y mi madre, hasta clases de judo me hizo, y se aprovechó por supuesto... ni en una detención policial creo que me inmovilizarían así. Con mamá Noelle es más fácil, ya está feliz de que la acompañe en sus tardes de jardinería, a veces bebemos algo luego de trasplantar, o en el trabajo la voy a ver a su piso. Mi madrina; Gabriela, puede aparecer, Chloe se pasea por todos lados y conoce hasta el que agenda las horas, no sé cómo rayos no tiene quejas ni reclamos, la tengo a la vista. Según ella es ''eficiente''.

Terminamos de comer, conversamos un rato más haciendo sobremesa, y al finalizar me voy a mi cuarto con Sandy.

−Adiós abuelos−Me despido, sé que no bajaré más hoy. −Adiós mamás, descansa anciana.

−Jeje se dice ''señora de edad'' −Bromea Chloe.

−La anciana es la anciana Chloe.

−Bueno, bueno.

Silencio.

− ¡Chloe! −Exclamo como saludo− ¿Cómo entraste?

La quedamos mirando excepto por mamá que pone los ojos en blanco, seguro ella autorizó que entrase.

Es eso o tiene poderes que no podemos comprender.

−Por la puerta−Se sorprende. −Llegué recién, vine a ver qué pasa con esa resaca ¡Y traje mi pijama! ¡Fiesta de pijamas! 


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Finaliza el segundo capítulo de este sensual fic, muchas gracias a mi querida ''Lunitabella87'';D por ayudar con una agradable contacto que prestó su sabiduría para perfeccionar la consulta odontológica y así poder entregarles algo más real ;D  ¡Nos leemos el sábado! Espero les haya gustado, gracias por leer, votar y comentar. 

¡Tu voto cuenta!  (Esto parece propaganda para motivar la participación electoral lol) 

¡Aunque obviamente no finaliza el desmadre! ¿Así que cuéntenme? 

¿Quiénes son las de las imágenes? Solo respuestas equivocadas. ok no




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