Ella sabe que la odio | YA A...

By Ash-Quintana

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Jessica creía que no le gustaban las chicas hasta que conoció a Alex, la extrovertida y problemática estrella... More

1. Primera cita en el jacuzzi
2. Alex y Noah
3. ¿Qué dirías si esta noche te seduzco en mi coche?
4. Alex habla de mí en televisión
6. Como NO hacer un directo en instagram
7 ¿Me gusta Alex?
8. Compartimos cama
9. Desayuno con el suegro
10. Hay un hombre moribundo aquí
11. Nos desconocemos
12. La verdad sobre Patricia
13. Cancelada
14. A ver, pruébalo ( ͡° ͜ʖ ͡°)
15. Jugamos un juego
16. El chisme de la familia de Jess
17. Alex se muda
18. Ayuda, Chayanne
19. Seth no habla español
20. Conocemos a Charlie y no es Damelio
21. La hice suplicar
22.Me olvidé el título perdón
23. Siempre esperen lo inesperado
24. Sé la villana
25. Seth hace tarta de limón
26. Mi tiran por las escaleras
27. ¿Las amigas se besan? Pregunta seria
28. Me quedo
29. Perras ganas de besarla
30. Los caminos de la vida
31. No necesitaba ver eso
32. De negro para el funeral de un infiel
33. Parece que llueve
34. Huída
35. A llorar
Epílogo
¡Libro en físico!
Extra 1: Propuesta indecente
Extra 2: Sólo somos amigas... ¿O no?
Extra 3: Adiós popó
Extra 4: Los padres de Cloe
Extra 5: Sola
Extra 6: Familia
Extra 7: Cloe y Noah
Tirando facha

5. Ay, atrapadaa

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By Ash-Quintana


Cuando dije que quería irme temprano, no esperaba que Alex se lo tomara tan en serio.

Esa maldita loca me despertó un domingo a las ocho de la mañana sin ningún tipo de culpa e interrumpió mi sueño candente cuando estaba a punto de ponerse interesante.

—¿Estás demente? —le pregunté mientras me forzaba a abrir los ojos.

Alex estaba sentada en el borde de su cama, completamente despierta y cambiada. Llevaba ropa deportiva negra y me miraba desde arriba como si yo fuera patética.

Fuera ya era de día, pero aún seguía un poco nublado luego de toda la lluvia del día anterior. Hacía frío, pero de alguna manera había conseguido mantenerme caliente bajo las mantas que Alex me prestó.

—Dijiste que querías volver temprano. —Levantó los brazos para atarse una cola de caballo y me miró de reojo—. Puedes seguir durmiendo en tu casa. Levántate.

—Aún así no sería el mismo sueño —me llevé las manos al rostro con derrota.

Lo siento mucho, Jungkook. Nos veremos en otro sueño.

Busqué mi teléfono debajo de la almohada, pero ya no tenía batería. Estaba tan indignada por tener que compartir dormitorio con Alex que olvidé pedirle un cargador.

—Baja cuando estés lista. —Alex se levantó para salir, pero se detuvo cuando abrió la puerta y me miró—. La lluvia ha parado un poco y saldré a correr, pero quiero dejarte en tu casa primero.

Podría ir por mi cuenta, pero no quería caminar. Ni quedarme aquí sin ella.

—Al menos dame de comer ¿No? —me quejé mientras me levantaba—. ¿Llevas chicas a tu casa y las echas a patadas al día siguiente?

Ella se marchó sin decir nada más, pero me pareció ver el atisbo de una sonrisa en su rostro.

Metí todo mi cabello dentro de la capucha del buzo, me la coloqué y la cerré con fuerza. No iba a peinarme si cuando volviera a casa me dormiría de vuelta. Yo no era una princesa antes de las nueve de la mañana.

Comencé a recoger todas mis cosa y encontré mi ropa doblada dentro de una bolsa de compras, ya seca. Olía a humo, pero suponía que esas eran las consecuencias de secarla frente a la chimenea.

Me apoyé contra una pared para colocarme los zapatos y miré hacia abajo.

Junto a mis pies había una papelera, pero dentro, sobre bolas de papel, se encontraban varias fotos. Entrecerré los ojos y fue entonces cuando me di cuenta: eran fotos de Alex y Seth.

Me agaché junto a la papelera y recogí algunas. Varias estaban rotas, pero otras no. No sólo eran fotos de ellos mientras salían, sino que habían varias de ellos desde pequeños.

Una Alex de siete u ocho años parada junto a un Seth de la misma edad. Ella sonreía de oreja a oreja revelando el diente que le faltaba al frente, probablemente de leche. Seth pasaba un brazo sobre sus hombros y se aferraba a ella como si fueran los mejores amigos.

En otra foto él le hizo el signo de los cuernos detrás de la cabeza.

—Graciosito.

Tiré las fotos de vuelta en el cesto de basura, sintiendo que estaba cometiendo un crimen. Ella se veía tan feliz en todas. Y ahora se veía como si no le importara tanto todo lo de Seth. Incluso me molestaba como si fuéramos amigas.

Pero me pregunté qué tan doloroso tuvo que ser el tener que tirar a la basura tantos años de amistad.

Tomé unos lentes de sol del escritorio y bajé para encontrarme con ella en la sala de estar. Me los coloqué encima y cuando ella me vio así, cubierta de pies a cabeza, escondida bajo la capucha de la sudadera y detrás de sus lentes, casi se atragantó con su vaso de agua.

Ella estaba sentada en el brazo del sofá mientras miraba su teléfono cuando yo llegué. Su ropa deportiva consistía en unos leggins y un top del mismo color, así que tuve la desgracia de poder ver su cuerpo completamente en forma frene a mí.

—¿Qué crees que haces? —me preguntó divertida.

—No me mires —le pedí sin quitarme los lentes—. Estoy asquerosa.

La seguí fuera de su casa y esta vez sí me abrió la puerta de su auto sin que se lo pidiera, aunque estaba segura de que lo hacía a modo de burla.

Intenté hacerme bolita en el asiento del copiloto y dormir, pero no había espacio suficiente y Alex encendió la radio durante gran parte del camino y comenzó a cantar.

—¿Puedes apagar esta mierda? —le pedí mientras me pellizcaba la nariz, ya sin los lentes de sol—. Tienes un gusto de música horrible.

—Te haces la dura pero yo sé que en secreto estás terriblemente enamorada de mí. —Alex bajó un poco el volumen sin dejar del conducir—. ¿Y tú qué música escuchas?

—A tu mamá en la noche —respondí sin mucha paciencia.

No le iba a perdonar fácil el haber interrumpido mi sueño.

—Dame un respiro, Jessica. Sólo quiero ser tu amiga ¿Por qué no me das tu número de teléfono?

Parpadeé y la miré, pero ella no me estaba prestando atención. Su vista estaba puesta en el camino.

—¿Por qué quieres mi número? ¿Eso qué tiene que ver con tu mamá?

Alex comenzó a reír y los hoyuelos en su mejilla se marcaron.

—Hagamos una playlist colaborativa. —Aprovechó un semáforo en rojo para mirar su teléfono y luego me lo entregó para que colocara su número—. Así escuchamos lo que quieras la próxima vez.

Me sorprendió un poco que me respondiera con tanta amabilidad e incluso sentí un gramo de culpa, pero luego recordé que ella sólo intentaba coquetear conmigo para molestarme y la desconfianza volvió.

—¿Qué te hace pensar que nos volveremos a ver?

Ella volvió el rostro hacia mí y me sonrió enseñando sus dientes. Sus ojos se cerraron un poco.

—Soy pesimista. —Su auto comenzó a bajar la velocidad—. Ah, mira. Hemos llegado.

Miré por el parabrisas, pero no estábamos en la calle de mi casa aún.

—¿Llegado a dónde?

—A nuestra primer parada del vuelo con escalas —dijo luego de apagar el motor—. Quédate aquí y agenda tu número. Vuelvo en un rato.

La miré con desconfianza, pero tampoco tenía algo para protestarle, así que me quedé en mi asiento. Miré la pantalla de su teléfono un momento y dudé en si darle mi número o no.

No me gustaba la idea de ella molestándome, pero también sabía que no darle mi número no significaba que este desastre fuera a parar. Ella sólo me estaba sacando de los problemas. No causándolos.

Técnicamente, sí, pero bueno.

Agenté mi número y luego me llamé, para que quedara registrado en mi teléfono. La llamada saltó al buzón, evidentemente. Luego lo bloqueé y lo dejé en su asiento.

Alex volvió quince minutos después y casi se sentó sobre él. Llevaba una bolsa de papel en una mano y una caja con dos vasos en la otra. Le abrí la puerta y se metió con cuidado. La vi dejar los vasos entre los asientos y la bolsa sobre mis piernas.

—Ahora sí —dijo mientras se ponía el cinturón—. A tu casa.

Abrí la bolsa con curiosidad. Dentro habían facturas aún calientes, de mis favoritas. Croissants y con azúcar negra.

—¿Esto es para mí?

—No, es para mi conejo. —Rodó los ojos—. Dijiste que te diera de comer. Y ayer no cenaste nada.

Me toqué la barriga, totalmente de acuerdo, y metí la mano en la bolsa para sacar un croissant. Había comprado mucho, pero estaba segura de que con el hambre que tenía no iba a dejar nada.

Le ofrecí la bolsa y ella sacó una factura para darle un mordisco.

—Café —dijo y señaló los dos vasos—. Con leche y chocolate.

La comida me puso de mejor humor. Cuando llegamos a mi casa casi me había olvidado todo lo malo que pasó en los últimos dos días. Mi estómago estaba lleno y caliente, así que había valido la pena.

Ella se estacionó frente al departamento unos minutos después. Le entregué la bolsa, pero ella negó y me hizo un gesto con la mano para que me la llevara.

—¿El café también me lo llevo? —le pregunté.

Se desabrochó el cinturón y tomó mi vaso de entre los asientos para ofrecérmelo. Cuando lo agarré ella cerró su mano alrededor de la mía, que sostenía el vaso. La miré con alerta y Alex me mantuvo la mirada.

Entonces, con su otra mano, sacó el lente de sol que colgaba del cuello de mi sudadera.

—Esto me pertenece —dijo y se lo colgó en el escote de su top deportivo.

—Claro, cierto.

Aparté la mirada, completamente roja, y abrí la puerta para salir.

Olvidé despedirme por los nervios y me apresuré a meterme a mi departamento. La vi marcharse luego de cerrar la puerta de cristal del edificio detrás de mí y entonces dejé escapar todo el aire que estuve conteniendo.

Finalmente, casa.

Metí la bolsa de papel en la bolsa de compras donde estaba mi ropa y la colgué de mi hombro. Subí en el ascensor los pisos.

Creí que cuando llegara todos estarían durmiendo, pero no fue así. Debí de haber estado haciendo mucho ruido con mis llaves, porque la puerta se abrió antes de que yo pudiera hacerlo y Adrián apareció frente a mí.

Se veía bastante espabilado, aunque tampoco se había peinado. Afortunadamente llevaba los pantalones puestos y una camiseta que estaba segura que era de Santiago.

—¿Dónde estabas? —preguntó—. Estábamos preocupados.

—Ugh, déjame pasar. Me duele la cabeza. —Intenté pasar por debajo de su brazo—. Estaba con Cloe. No hacía falta que te preocuparas.

—¿Conmigo? —preguntó una voz femenina desde la sala de estar.

Me congelé.

Cuando levanté la vista me encontré a Cloe, Noah y Santiago sentados en el sofá de la sala de estar, desayunando.

Cloe no vivía con nosotros, pero entraba y salía cada vez que se le daba la gana. Aún así, no esperaba que viniera un domingo en la mañana a desayunar. Ella era más del tipo que dormía hasta el mediodía.

—Vi las noticias y me preocupé por ti, así que vine a verte —dijo la rubia mientras le untaba manteca a su tostada—. La próxima vez ponme en aviso. No puedo cubrirte si no sé nada.—Me guiñó un ojo—. Uy ¿Esa bolsa es de esa tienda cara del centro comercial? ¿Qué compraste?

Miré con sorpresa la bolsa que colgaba de mi hombro. No me había fijado en el nombre de la tienda, pero si incluso Cloe decía que era cara, debía de serlo.

—No he comprado nada. Sólo puse mi ropa aquí.

Adrián cerró la puerta detrás de mí y bajó la capucha de mi sudadera. Me pasé una mano por el cabello con preocupación, hecho una pajarera.

—¿Con quién estabas? —preguntó el pelirrojo parándose frente a mí—. Esa ropa no es tuya.

Santiago apartó la vista de su teléfono un momento para verme, serio. Él tampoco se había peinado, pero al menos su ropa sí era suya, y no la de Adrián.

—¿Has vuelto con Seth?

Sabía que no lo preguntó sólo por curiosidad. Por muy serio que quisiera parecer, él no apartaba la vista de su teléfono o la computadora a menos de que estuviera preocupado.

Arrugué la frente.

¿Volver con Seth? ¿Después de tratarme como una estúpida y a mi y a Alex?

Recordé las fotos en el cesto de basura y sentí una presión extraña en mi pecho.

Dejé la bolsa de papel sobre la mesa y mi vaso de café

—Seth no ha aparecido aún —dije—. Y si apareciera, para lo único que iría a verlo sería para cagarlo a trompadas.

—Lamento mucho todo lo que está pasando, cariño —Cloe se inclinó un poco hacia adelante desde su sitio en el sofá para que la viera y se mordisqueó el labio. No era usual verla con la vista baja, pero debía de estar demasiado preocupada por mi como para haberse levantado tan temprano—. No esperaba que Seth pudiera hacerles esto a ti y a Alex.

—¿Conoces a Seth y a Alex? —le pregunté con sorpresa.

Nunca se lo había presentado a Cloe y tampoco era de hablar mucho sobre la gente con la que salía. La única interacción que sabía que ellos habían tenido alguna vez fue cuando todos jugamos among us antes de que el juego muriera.

Cloe presionó los labios y apartó la vista. Le recé al universo y a Olivia Rodrigo para que no fuera lo que yo estaba pensando. No estaba de humor para soportar otra traición.

—Conozco a ambos desde la primaria —dijo ella.

Bueno, eso no era lo que estaba esperando.

—¿O sea que tú sabías que Seth estaba jugando a dos puntas? —preguntó Adrián.

—¿¡Tú sabías!?

Intenté pasar por arriba de Santiago para llegar a ella. Ella retrocedió asustada, pero Noah estaba sentada a su otro lado y Cloe acabó sobre las piernas de mi compañera de piso.

—Ay, lo siento mucho.

—No me quejo —respondió Noah.

Santiago se levantó y pasó un brazo por mi cintura para impedir que yo le hiciera algo a Cloe. La rubia entonces recordó que estaba en peligro y gritó.

—¡Yo no sabía nada! —gritó aterrada—. Las pocas veces que vi a Alex, ella nunca estaba con él ¿Cómo iba a saber que tú Seth era también su Seth? —Levantó las manos para cubrirse por si yo intentaba a llegar a ella de nuevo—. Ni siquiera tengo el número de él. Lo reconocí ayer en la tele.

Bajé los hombros y dejé de intentar llegar a Cloe. Santiago me dio dos palmadas suaves en la cabeza para tranquilizarme y luego me soltó.

No me moví.

—¿Eres amiga de Alex? —pregunté.

Zoe me miró con desconfianza. Quizá hubiera esperado que le preguntara más sobre su relación con Seth, pero lo único que me interesaba de él ahora mismo era el saber cuánto había lastimado a Alex.

—No voy a decirte donde vive, si es lo que quieres —respondió Cloe—. Estoy segura de que ella no tuvo nada que ver.

—No quiero su estúpida dirección.

Literalmente había pasado la noche en su cuarto horroroso.

—¿Entonces qué quieres?

No supe qué responder.

Quería saber más de ella, pero no podía decirle eso a Cloe. No podía explicarle por qué. Ni siquiera podía explicármelo a mí.

¿Acaso estaba comenzando a obsesionarme con esa estúpida?

Eso no era muy diva de mi parte.

El teléfono de Santiago comenzó a sonar y él miró la pantalla, aterrado. Estaba segura de que era la primera vez que alguien lo llamaba en lugar de enviarle mensaje de texto. Él me entregó su móvil y yo lo tomé sin comprender. No fue hasta que vi el nombre en la pantalla que supe por qué.

Era mi padre.

Si él estaba llamando, significaba que algo malo había pasado.

Me aclaré la garganta y me aparté del grupo antes de atender. Me llevé el teléfono a la oreja y entré a mi cuarto.

—¿Papá?

La habitación estaba como la dejé: completamente ordenada, casi sin pertenencias a la vista. Como grababa videos y hacía directos a menudo, no me gustaba tener cosas personales donde pudiera ver la cámara. Todo era blanco y gris, salvo por el set up y el sillón rosa.

—Jessica, me gustaría saber por qué no estás respondiendo mis llamadas —me saludó.

—Está sin batería. Lo siento. —Dejé la bolsa de ropa en el suelo y me senté en la cama—. ¿Qué sucede?

—¿Estás de broma, no? —se oía enfadado—. Me acabo de enterar que estabas saliendo con alguien porque en televisión están diciendo que te metieron los cuernos con... Alexis Valdez ¿Quién es Alexis Valdez?

—Es una actriz, papá.

—Pues no la conozco. Muy buena no ha de ser.

—Sólo ha estado en una serie ¿Ok? Dale un respiro.

Me cubrí el rostro con una mano y cerré los ojos con fuerza.

¡¿POR QUÉ LA ESTOY DEFENDIENDO?!

—¿Estás bien?

Me descubrí el rostro y miré mi equipo.

—Sí, papá. Estoy bien —dije por inercia.

—Sabes que puedes decirme...

—Estoy bien —repetí—. En serio. No me importa. Y si me disculpas, voy a cortar. Tengo que editar un video.

Eso no pareció convencerlo.

—Voy a pasar en la semana para verte.

—No hace falta.

Colgué.

Habían pasado meses desde que vi a mi padre por última vez. No quería que viniera a mi departamento a verme como si yo necesitara su ayuda. Nunca la necesité y no lo haría por esta estupidez.

—Siento que me he mudado en el mejor momento.

Levanté la vista y me encontré con Noah en la puerta, cruzada de brazos.

¿Se encogía cada vez que la veía o qué?

Estaba perfectamente peinada y arreglada para ser un domingo de la mañana, al igual que Cloe. Casi que me dio pena estar con el pijama de Alex.

—Lo siento. Generalmente este sitio es más tranquilo —intenté mirar por encima de su hombro hacia la sala de estar—. Espero que esos dos no hayan hecho nada raro mientras no estaba.

—¿Además de desayunar en calzones?

Cerré los ojos y suspiré.

—Eso era lo que me preocupaba.

—Tuvieron que ponerse pantalones cuando llego Cloe. —Le echó una mirada a mi equipo rosa—. Aún así es un honor vivir con una youtuber famosa.

—No soy youtuber —repetí con cansancio—. Mi cara no sale en los videos. Y tampoco soy famosa.

Ganaba lo suficiente como para vivir de eso. Ni más ni menos. Y tampoco era tanto considerando que compartía departamento con cuatro personas.

Noah giró mi sillón y se sentó en él. Casi me dio un infarto.

—Sigues siendo youtuber y a mi se me hace que eres muy famosa. —Se colocó mis auriculares rosas con orejas de gato y encendió su teléfono. Había que admitir que, con su estatura, se veía adorable. Aunque su ropa y su labial en tonos de rojo no combinaban mucho con los tonos pastel de mi escritorio—. Ya me gustaría a mi tener tantos fans. Anoche puse tus directos de fondo para hacer tarea. —Me enseñó la pantalla de su teléfono con uno de mis streams de twitch—. Este pussy_destroyer666 siempre está comentando.

—Y nunca paga nada —me quejé.

En realidad no me molestaba, pero me daba pena admitir que le había tomado cariño al montón de pixeles con los que interactuaba. Sabía que sólo eran números. Que muchos probablemente eran totalmente diferentes en la vida real a cómo se portaban conmigo.

Pero siempre se preocupaban por mí. Muchos eran tan habituales que me había memorizado sus nombres e incluso sabía cosas de ellos que comentaban en el chat. Los consideraba amigos.

Incluso a pussy_destroyer666. Aunque tuviera nombre de pervertido.

El teléfono de Santiago volvió a vibrar.

Cuando miré la pantalla una notificación push apareció. Era una noticia de una periódico virtual. Una foto de Alex frente a su casa con el título "¿AHORA ES LESBIANA?"

Se me paró el corazón.

Presioné la noticia y me redireccionó a una página. El mismo titulo y la foto de Alex. Pero ella no estaba sola. A su lado estaba yo, saliendo de su casa, con la misma sudadera y los lentes de sol.

Era una de hace menos de una hora. Alguien nos estuvo mirando todo este tiempo. Y sacando fotos.


-.-.-.-.-.-

Holaaaa ¿Cómo están? ¿Cómo estuvo la semana?

Dejo un mensaje rápido porque llego tarde aaaaaaa

APROBÉ EL PARCIAL. La nota me llegó el domingo pasado justo después de actualizar. Gracias por la buena vibraa. Saqué una nota buena y estoy feliz.

btw ¿Les gustaría que hiciera un dibujo de algún otro personaje?

¿De quién?

Les dejo una fichitas que hice de Jess y de Alex y me despido que voy tarde baaaai

PERDON QUE NO HAYA TEXTO. VOY TARDE Y ME OLVIDÉ DE DESCARGAR LA VERSIÓN CON LOS TEXTOS AAAA

Pueden leer la ficha con los textos en mi intagram.

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