El destino de las estrellas

By PalomaCaballero

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(LGBT+) Donovan es un estudiante de arte que vive la vida como le place. James es un deportista encerrado en... More

Notas de autor
Dos años antes
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By PalomaCaballero

En cierto punto, cuando terminaron de comer y esperaban la cuenta. James notó que Donovan debía odiar realmente aquel mural, porque de vez en cuando echaba un vistazo a su costado y arrugaba la nariz de manera ligera, intentando que sus ojos no permanecieran demasiado tiempo en la obra, como si le costara siquiera mirarla.

Sabía que estaba pensando de más, pero el hecho de que el muchacho hiciera lo posible por comportarse delante de él, le daba la sensación de que le importaba su presencia. Por supuesto, eso no tenía que ser algo bueno, pero de todas formas este hecho le tenía flotando en una nube de felicidad.

Resopló.

Habían pasado alrededor de dos horas y media desde que les sirvieron sus pedidos y estuvieron hablando un largo rato. James descubrió que cuando Donovan hablaba de las cosas que le gustaban podía ser realmente intenso. Las palabras brotaban de su boca sin detenerse, al punto en el que pasó alrededor de media hora explicándole el uso de los materiales de arte y la forma en la que se aplicaban a las paredes para pintar murales.

La preparación de la pared, el tipo de pintura, las diferentes técnicas con el pincel y un montón de cosas que James sabía que no iba a recordar con claridad en unas horas, pero que le parecieron sumamente interesantes cuando escuchó al respecto.

Por supuesto, Donovan parecía haberse cortado porque en algún punto le dio la vuelta a la conversación y lo hizo hablar a él sobre su vida. Cuando pagaron James se dio cuenta que a pesar de haber revelado realmente poco sobre su familia en realidad terminó contándole detalles extraños de la misma.

Le dijo que sus papás estaban juntos, que se llevaban bien y eran muy liberales, que aprendió a hablar a los dos años y caminó a los nueve meses. Le contó que era ambidiestro y que le tenía una pequeña fobia a las redes sociales, así que todas sus cuentas eran privadas. Él tampoco contestaba llamadas, no le gustaba mucho hablar por teléfono a menos que fuera con alguien realmente cercano.

—¿En serio? —Donovan se mostró ligeramente interesado en el tema.

—En serio, no sé por qué me pasa eso, debe ser porque hay muchos imbéciles por ahí —comentó, sin pensar demasiado en ello.

Tampoco se molestó en explicarle a Donovan porqué lo había aceptado a él tan rápido en instagram, le avergonzaba demasiado, sobre todo porque no fue cosa suya, había sido culpa de Vincent y cualquier tipo de explicación podía sonar ruda.

Como sea, mientras hablaban James se dio cuenta lo mucho que le interesaba Donovan y la manera en que de vez en cuando se ponía tenso, pensando en la mejor manera de agradarle. Mientras comían también había perdido la cuenta de las veces que vio sus dedos tomar los alimentos y llevárselos a la boca. James nunca había pensado que comer fuera sexy, pero la manera perezosa y distraída en la que Donovan se movía lo hizo sonrojar un par de veces.

Aquello no estaba bien, no quería pensar de esa manera, sin embargo, igual se sintió decepcionado cuando se dio cuenta que era hora de volver a casa.

—¿Sabías que hay una canción basada en la Noche estrellada? —preguntó Donovan, echándole un último vistazo al mural, antes de salir del lugar. James negó con la cabeza.

Afuera el día estaba soleado, pero hacía fresco, por lo que no se tuvo que quitar el suéter.

—Solo se lo básico con relación a Van Gogh, que pintó la noche estrellada, el grito y los Girasoles —comentó, encogiéndose de hombros—. ¡Oh! Y que solo consiguió fama después de morir.

Donovan le sonrió, su expresión parecía un poco traviesa, pero también era amistosa.

—Pues la tiene —Y de manera inesperada le cantó algunas estrofas en voz alta, sin importarle que algunas personas se giraron a mirarlos. Él escuchar su voz entonando una canción hizo que James sintiera escalofríos, no porque fuera especialmente bueno, entonaba bien, pero no cantaba como un dios. Sin embargo, su timbre era profundo y somnoliento, parecía que bostezaba, pero las palabras se escuchaban con claridad.

Cuando terminó la primera estrofa, algunas chicas ya lo miraban con ojos coquetos. James echó un vistazo, estaban usando uniformes, él reconoció los colores, eran de una preparatoria cercana.

—Cantas bien —dijo y trató de que no se le notara lo tímido que se estaba sintiendo. Él no era una persona introvertida, pero quizás en los últimos años se había acostumbrado demasiado al hecho de que solo una pequeña parte de las personas que lo rodeaban estuviera dispuesta a hablar con él. Sobre todo, de aquella manera tan sincera y espontánea.

Donovan parecía el tipo de persona que decía las cosas justo como sonaban en su cabeza y que dominaba bien sus propias acciones.

—Estoy afinado, eso es todo —aseguró y no era que estuviera siendo humilde. Él era consciente de sus propias habilidades, después de todo, "cantar bien" adquiría un sentido diferente cuando conocías un montón de gente que estudiaba música y que siempre estaba dispuesta a demostrar su talento en el rubro.

—Yo no puedo hacer ni eso —aseguró.

—Todos tenemos diferentes habilidades —Donovan se encogió de hombros, deteniéndose en la parada del autobús. Ellos esperaban diferentes vehículos, pero al menos la mitad de la ruta era la misma, así que compartían las casetas.

—Por ejemplo, yo tengo la habilidad de comer como nadie más —agregó, haciendo hincapié una vez más en su enorme apetito. A James le parecía que teniendo en cuenta su tamaño era una cantidad razonable de comida, pero no quiso mencionarlo porque era obvio que Donovan estaba bromeando y se habría sentido muy tonto de haber movido la conversación a un tono más serio.

—Pues yo tengo la habilidad de dormir alrededor de doce horas seguidas los fines de semana —espetó, siguiéndole el juego.

—¿Por eso te vez como si aún no tuvieras edad suficiente para comprar cerveza por ti mismo? —Donovan le dirigió una mirada divertida, estaba sonriendo de manera tenue y gesto era tan natural que a pesar de su apariencia, hizo que se viera amigable. Era una sonrisa diferente al gesto enigmático y malicioso que había visto antes en él.

A James le gustaba.

—¿Piensas que me veo joven? —preguntó, tocándose la mejilla, con aire confundido—. Debe ser porque no me crece la barba —opinó, sintiéndose un poco mortificado por este hecho. No era que él quisiera tenerla, pero lo acomplejaba un poco el hecho de no tener vello facial.

Cuando tenía quince años escuchó a su padre quejarse de ello con uno de sus amigos. El hombre mencionó que una de las primeras pláticas de hombres que tuvo con su respectivo padre había sido mientras este le enseñaba a recortarse la barba y que esperó mucho tiempo ese momento, pero que su hijo salió a la familia de su madre y era lampiño.

Aquello, por supuesto, no era el fin del mundo, pero sucedió por la época en la que descubría su sexualidad, por lo que el hecho de ser lampiño le hizo sentir deprimido durante mucho tiempo. Ya sabía que no era como los demás chicos, pero parecía que el destino se encargó de hacerlo diferente en casi todos los aspectos, como diciéndole que no tenía el derecho de llamarse "hombre".

—Si yo me dejara crecer la barba, me vería como de treinta años, mínimo —espetó con una mueca divertida.

James se le quedó mirando y sonrío. Aquella tarde parecía que cada palabra era una gran distancia que desaparecía entre ellos, como si por fin estuvieran superando la etapa de ser solo dos conocidos que se llevan bien a colegas y quizás pronto podrían ser amigos.

Solo amigos.

Nada más.

James trató de no hacerse ilusiones y por eso mismo no lo miró tanto a los ojos como le hubiera gustado. Trató de distraerse en diferentes cosas, como el paisaje o los colores de los autobuses y los carteles con la ruta en los parabrisas.

Ellos esperaron ahí otros diez minutos más, hasta que llegó el transporte de James, quien se apresuró a ganar un asiento en la ventana para poder despedirse de Donovan una última vez.

Cuando se asomó hubo un momento incómodo en el que el autobús se quedó parado un rato y ellos se miraban a través de la ventana, sonriendo. Donovan tenía una mueca moderada y atractiva, mientras que James estaba seguro de que se veía como un tonto, así que probó el decir algo, cualquier cosa. Las palabras que salieron fueron las siguientes:

—¿Cómo decías que iba la canción que le escribieron a Van Gogh?

Por primera vez parecía que Donovan había sido tomado por sorpresa, sin embargo, se recuperó enseguida y comenzó a cantar.

La gente en la parada los miraba, pero James solo podía pensar en Donovan. El chico no había llegado al final de la estrofa cuando el autobús arrancó.

James no pudo dejar de escuchar la canción en su cabeza durante el resto del trayecto y en la noche Donovan le envió un audio con su voz donde le cantó la canción en su totalidad.

¡Capítulo nuevo chicos! jajaja este es el capítulo en el que a James y Donovan les tocó dar cringe, pero bueno, así es la vida, a todos nos toca alguna vez xD

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