Microrrelatos y otros textos...

By Celine_ChR

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Un lugar que he dedicado a mis locas ocurrencias. En donde subo diferentes escritos para participar en retos... More

Mi exitoso primer día de clases
Mi última carta
Noche de cacería
Tenías que desaparecer
Azul
Abandonado
Volveré
Por mi sirena
La respuesta
Bajo la luz del ocaso
Nada puede ir peor cuando ya lo es
De viaje con mi némesis
Tres manos en la masa... elaboran el trabajo práctico
La leyenda del náufrago y la luz blanca
Desacelerar
Charla entre descerebrados, literalmente
Última voluntad
Por un sueño
Siniestro castigo

Hambre de salvajes

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By Celine_ChR

Llego y cierro la puerta de un tirón. ¡Qué hambre!

Bruce se comió mi desayuno, de nuevo, y me perdí el almuerzo escolar por estar terminando un proyecto que ni siquiera tuve que entregar hoy. ¡Menudo día!

Suelto la mochila en el sofá y corro hacia la cocina. Estoy que podría comerme un elefante asado. Aunque podrían meterme preso. Pero por poder... podría.

En fin, abro el refrigerador y...

—¡¿Qué demonios?!

Al parecer, hubo un asalto y solo fue a la nevera. Me aventuro hacia los estantes esperando tener más suerte y... ¡una caja de cereal!

—¡¡Ah!! —grito cuando la sacudo y sale una cucaracha.

Justo cuando voy a aplastarla con mi zapato, vuela. ¡¡La maldita está volando!!

Corro por mi vida hasta mi habitación y cierro la puerta con seguro.

—¡¿Dónde hay comida?! —suelto frustrado, agarrándome de los cabellos.

Seguro Bruce acabó con todo lo comestible. Como esta mañana cuando agarró mi sándwich. Aunque... un momento, ¡el sándwich!

Mamá hizo dos sandwiches extra esta mañana y yo tomé uno después de que mi hermano robara el mío. Recuerdo que estaba a punto de comerlo cuando él volvió a aparecer, así que lo eché en un recipiente con tapa y luego lo escondí; para que nadie —especialmente él— pudiera tomarlo. Solo tengo que ir a donde lo puse y...

—¡Olvidé donde lo puse!

Mi mente está en blanco. Demonios, soy más idiota que Bruce.

Después de minuciosamente buscar por: mi habitación, el baño, la sala (previamente verificando si eran "sitios libres de cucarachas"); no encuentro nada.

Nunca iría a la habitación de mis padres a esconder nada. Y eso solo deja un lugar más: la jungla. O mejor conocida como: la habitación de mi hermano.

Qué brillante mi cerebro. Ciertamente, el propio Bruce no buscaría ni organizaría nada en su hábitat. Pero, que yo lo haga, es una locura. ¡Temo entrar y pisar un animal muerto!

Con pasos sigilosos, voy y abro lentamente su cuarto. Asomo la cabeza. No hay moros en la costa. Pero huele a pies sudorosos.

Dejo la puerta abierta —con la intención de que se ventile— y comienzo a examinar el terreno con la vista.

Hay un montón de ropa encima de la cama, probablemente sucia. Voy a revisar el clóset y un balón cae, pegándome en la cabeza. ¡Genial!

Repaso las gavetas con rapidez. ¡Dios! Solo hay que ver lo que ese cerdo guarda. Hay calzones con manchas sospechosas; demasiadas revistas plaboy para mi gusto; ¡incluso una tanga! Pero lo que encabeza esta lista de anomalías es el pedazo de pizza que encuentro en el último cajón. ¡Asqueroso! Me alejo de esa cómoda de porquerías y estoy a punto de marcharme cuando... ¡recuerdo!

Me agacho rápidamente con gran sonrisa. ¡Al fin! Estiro mi brazo y agarro el recipiente de debajo de la cama. ¡Lo he encontrado!

—¡Luci!

Me caigo de trasero del susto que me llevo.

—¡¿Perdiste la llave?! —suelto, alterado por la repentina aparición de mi hermano a través de la ventana. ¿Qué demonios es esto? ¿Dawson's Creek?

—Algo así —responde simplemente y se me acerca.

Su actitud me deja sin palabras.

—Luci, ¿qué traes ahí? —Noto que su dedo está apuntando a mi sándwich. Lo escondo detrás de mí.

—Nada —miento, poniéndome de pie lentamente y sosteniendo el recipiente contra mi espalda.

—¡Vamos, Luci! —se queja—. No estoy ciego. ¿Por qué no compartes con tu hermano ese sándwich?

—Olvídalo, Bruce. Tú te comiste mi desayuno y lo justo es que yo tenga el sándwich ahora.

Obviamente, ignora mis palabras y forcejea intentando quitármelo. 

—¡No te lo daré! —grito.

Corro y bajo las escaleras tan rápido que por poco me caigo, y quisiera decir lo mismo de mi hermano. Pero él sí que cae. Sobre mí.

—¡¡Bruce!! —chillo adolorido y observo como el sándwich rueda lejos de mí. El animal salvaje que tengo sobre la espalda se levanta tras él. Yo hago lo mismo. Pero no lo suficientemente rápido.

—¡Sí! —Bruce festeja y abre el recipiente.

—¡No! —Agarro un extremo y jalo hacia mí.

—¡Luci! —protesta, jalando de nuevo hacia él.

—¡Es mío! —Parezco otro salvaje, realmente.

—¡Comparte con tu hermano!

—¡Nunca!

El vaivén que comenzamos, termina con el sándwich en el suelo.

—Ay, no... —Hago una mueca, decepcionado. Pero Bruce lo recoge y lo sacude con su mano—. ¿Qué haces?

—La regla de los diez segundos, hermano.

No puedo creer que vaya a hacerlo. Bruce abre la boca y está apunto de darle un mordisco al sándwich. La escena pasa en cámara lenta para mí. Entonces, saco todas mis fuerzas para arrebatárselo y engullirlo por completo.

—¡Luciano! —grita. Pero yo ya estoy masticando. Sabe a gloria. Sabe a cielo. Sabe a...

—Hola, muchachos. —Mamá entra en la casa, con una cara terrible.

—¿Cómo estuvo hoy el trabajo? —inquiere mi hermano, aprovechando que mamá está de espaldas para propiciarme un pisotón.

Si no estuviera masticando tan rápido, me hubiese atorado.

—Todo estuvo bien, es solo que tengo una horrible indigestión.

Trago todo, mientras escucho la explicación de mamá. Me siento mucho mejor.

—Creo que tiene que ver con el jamón que su padre compró. Debe estar vencido o algo.

—¡¿Vencido?! —Bruce y yo soltamos al unísono, perplejos.

—Pero no se preocupen, los únicos sandwiches que hice con ese jamón fueron aquellos dos extras. Sus desayunos no lo tenían.

—¡No me digas! —Mi hermano me dirige una mirada burlona, mientras yo aguanto una arcada.

—¿Estás bien, Luciano? —inquiere mamá, acercándose—. Te ves un poco pálido.

Luego de dos arcadas más, salgo corriendo para el baño.

—¡Hijo!

—Creo que no fuiste la única con indigestión hoy, mamá. —Escucho como Bruce se carcajea.

—¡Olvidé que puse jamón en el desayuno de Luciano también!

—¡¿Cómo dices?!

Y me arrastro del baño para ver la carota pasmada de mi hermano. Mientras Bruce se encierra en el otro baño, río sentado en el pasillo. Hasta que el dolor de estómago me sacude de nuevo.

Al menos, sé que tendré comida por el resto de la semana. Aunque sea sopa.

Relato de 999 palabras que ganó en el reto #67 de los Desafíos de Novela Juvenilಡ ͜ ʖ ಡ.

Le debo a Luciano un día en que no la pase tan mal🤣🤣🤣. Espero que lo hayan disfrutado tanto como yo.

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