✩・*🌫𝐀𝐄𝐑𝐈𝐀𝐋 𝐌𝐀𝐆𝐈𝐂🌪 ｡˚✩
001.┊❝BITCH, PLEASE... SOY DE SLYTHERIN❞
❪ DESTINO: LA SAGA WINX CAP1 ❫ ೃ ‧˚
Sus ojos estaban fijos en las puertas.
Esas puertas de metal iban acompañadas de vallas de piedra que las acentuaban.
Se paró en seco y la maleta dejó de rodar por la grava.
—Bueno... allá vamos... —murmuró mientras continuaba su camino hasta la estructura de la escuela de estilo clásico, pero muy elegante, frente a ella.
Los estudiantes se tropezaban con la chica de pelo caoba, mientras iban de un lado a otro para reunirse con sus amigos de la infancia o para desempacar las maletas en sus dormitorios lo antes posible. Averie quería hacer la otra opción, la no mencionada: encontrar un lugar para leer. Pero eso parecía imposible al tener que arrastrar prácticamente su maleta con ruedas por la hierba.
Su atención se centró en su equipaje, descuidando la presencia del chico que tenía delante. Sin embargo, Averie se dio cuenta de su presencia una vez que su cuerpo estaba cayendo, aterrizando sobre una superficie que respiraba y gemía de dolor.
—Ow... —sonó una voz masculina, el cuerpo de la chica levitó fuera del suyo en cuanto escuchó el ruido.
—¡Oh, Dios mío! ¿Estás bien? —soltó como acto reflejo. Sus orbes cromados de miel se fijaron en los azules de él. Le resultaba difícil no sentirse ligeramente avergonzada por su torpeza.
El chico en el suelo se sentó, pasando su mano a través de sus mechones rubios para deshacerse de los restos de hierba salpicados a través de ellos.
—¿Siempre miras hacia atrás cuando caminas? —se rió ligeramente.
Los hombros enfundados en tela vaquera de Averie se encogieron y una sonrisa se dibujó en su rostro.
—Gajes del oficio —extendió su mano hacia él. Él la tocó, sintiendo la carga eléctrica en sus palmas. Eso no le impidió agarrar su mano y volver a ponerse en pie.
—¿No se supone que las hadas del aire deben permanecer sobre sus pies? —la voz del chico sonó burlona, mientras sus manos limpiaban la suciedad de sus pantalones.
Averie se puso de brazos cruzados.
—Eh. Podría decir lo mismo de los especialistas —replicó, recogiendo como podía su gran maleta del terreno verde; la apoyó con el mango recto en la palma de la mano. El chico trató de ayudarla en su empeño, pero ella lo detuvo—. Lo tengo todo controlado, rubito.
Volvió a estar erguida en su posición, enfrente del chico.
—Mi nombre no es "rubito" —su sonrisa no guardaba ningún rencor al respecto—, es Sky —metió sus manos en los bolsillos de sus vaqueros azules.
Averie le dedicó una sonrisa.
—Bueno... Sky... siento haberme chocado contigo —se acomodó un mechón de pelo detrás de la oreja, arrepintiéndose tan pronto como realizó la acción. La vergüenza recorrió sus células una vez más.
Una extraña energía surgió a través de las yemas de sus dedos, conduciendo un hormigueo de carga eléctrica que sacudió su piel en una acción repentina. La voz de Averie chilló cuando se llenó de magia creada por ella misma.
—¿Aún sigues aprendiendo a controlar eso? —preguntó Sky con desparpajo.
—No, ¿qué te hace pensar eso? —su sarcasmo ganó una carcajada de parte del chico.
—No sé tu nombre —preguntó él. Los labios de Averie se curvaron en una sonrisa burlona.
Ella se removió ligeramente.
—Eso es porque no te lo he dicho —la sonrisa burlona permaneció dibujada en su cara—. Soy Averie. Averie Alexander.
—Encantado de conocerte, Averie-
Habló, siendo cortado por la voz de otra persona.
—Deja de pervertir a las de primero.
El hada giró la cabeza, sólo para ver a un muchacho de pelo oscuro que parecía conocer muy bien a Sky.
Averie resopló.
—No creo que sea él el que esté pervirtiendo —la voz de Averie no se deja impresionar, escandalizando al chico desconocido, pero haciendo que el rubio detrás de ella soltara una carcajada repentina. Ganándose una fulminante mirada de su amigo.
—Bueno... ¿quién es ésta...? —el tono del desconocido era una mezcla llena de: anticipación, molestia y flirteo.
—Riven, ésta es Averie. Averie, éste es-
—Riven, lo pillo —volvió a dirigirse a Sky—. Tengo que ir al edificio de las hadas, y conseguir una buena habitación en los dormitorios —pasó junto a él, dirigiéndose directamente a su destino.
Sus botas negras de cuero se abrieron paso por el patio. Averie, que empezó a impacientarse, vio como las ruedas de su maleta se quedaban atascadas y atrapadas en las piedras irregulares, así que optó por hacerla levitar. No requería demasiada concentración, su magia era naturalmente poderosa para ella. Siempre lo había sido.
Después de subir escaleras y recorrer pasillos, Tras atravesar las oleadas de recién admitidos que no sabían a dónde ir o que simplemente se entretenían en los pasillos, Averie llegó finalmente a su dormitorio. Al estar frente a la puerta, pudo soltar un suspiro de alivio. La puerta se abrió con un chirrido, con una chica al otro lado. Su rostro mostraba una amplia sonrisa.
—¡Nos preguntábamos dónde estaba nuestra última compañera de suite! —su acento ligeramente norteño está presente en su tono. Su cuerpo mantuvo la puerta abierta para que Averie pudiera pasar; su magia seguía activa en la maleta detrás de ella.
—Gracias —le dijo a la chica regordeta. Los ojos de Averie recorrieron la gran habitación con un enorme ventanal. Contemplando la vista de los árboles que delineaban los bosques que bordeaban la barrera.
—Tú debes de ser Averie. Soy Terra —se presentó ella y Averie se dio la vuelta para mirar a la chica, dándole una sonrisa.
—Sí... —su voz se desvió ligeramente—. ¿Ya están todas aquí? —preguntó antes de parar la magia en su maleta, haciéndola caer al suelo con un golpe. Los ojos de Terra se posaron en la gran maleta.
—Sí, compartirás habitación con Bloom y Aisha —condujo a la recién llegada a su cuarto, que compartía con dos chicas. No tenía ningún problema con eso, pero estaba angustiada por no haber podido elegirla ella misma. Si no fuera por ese chico rubio habría llegado antes. Averie había estado soñando despierta mientras Terra hablaba de la vida de las plantas—. Averie, ¿estás ahí? —el hada del aire fue sacada de su estado de sueño.
—Creo que puedo arreglármelas desde aquí —la chica se despidió de su amigable conocida. Entonces se dio cuenta de su error al ver que la cara de Terra se hundía—. Lo siento. Está sido un día bastante estresante y eso que aún no son ni las doce de la tarde.
Terra dejó escapar unas carcajadas.
—Si me necesitas, estaré en mi habitación —Averie asintió a la chica y tiró de su maleta hacia la cama vacía. Y la sección libre lejos del cuarto de baño. Al entrar, sonrió a las dos chicas de la habitación que se encontraban en medio de una conversación.
—¿Por qué piensan que estás en los Alpes? —preguntó la chica de pelo azabache. Su pregunta iba dirigida a la pelirroja, pero sus ojos se centraron en la castaña que entraba por la puerta.
—¿Qué es eso de los Alpes...? —preguntó Averie, sentándose en la cama que supuso que a partir de ahora le pertenecía. Las dos chicas la miraron con extrañeza—. Oh, es verdad... Soy Averie.
—Me preguntaba cuándo aparecerías... Soy Aisha —declaró la chica de piel oscura. La muchacha de pelo caoba sonrió.
La chica pelirroja se adelantó.
—Bloom.
—Vale, ¿y por qué ibas a ir a los Alpes? —preguntó, confunsa, abriendo la cremallera de su maleta. Bloom jugueteó con una prenda de vestir de flores.
—Mis... padres son humanos, así que... —señaló, sin dejar de juguetear con su ropa—. ...creen que Alfea es un internado internacional que está en Suiza —La chica rebuscó en su maleta, sacando la demás ropa.
—Es una situación peliaguda... —murmuró Averie.
—Mm-hmm. Dowling me dijo que había un hada en alguna rama de mi árbol genealógico —contó mientras doblaba la ropa, inclinando la cabeza hacia dichas prendas—, una especie de linaje mágico —se quedó allí con una sonrisa incómoda en la cara, una risa ahogada salió de su boca cerrada.
Averie miró a Aisha y luego a Bloom, que dejó escapar una carcajada.
—Uno de estos días me acostumbraré a lo absolutamente ridículo que suena todo esto.
El hada del aire estaba de espaldas, levitando la ropa en los cajones abiertos junto a su cama. Tanto Bloom como Aisha quedaron cautivadas por cómo los objetos se movían en el aire mientras Averie sacaba los libros de su mochila.
La chica miró a sus compañeras de cuarto, preguntándose por qué Bloom sostenía una lámpara.
—Oh Dios mío. ¿Eres la única persona del universo que no ha leído Harry Potter?
El cuerpo de Averie se acercó a las otras chicas.
—Por favor, si supieras la de horas que he malgastado haciendo el test del Sombrero Seleccionador —se burló la pelirroja.
Averie sabía exactamente en qué casa, o casas, estaría.
—¿Ravenclaw? —preguntaron las dos chicas al unísono.
Bloom sonrió, sin saber cómo lo averiguaron.
—A veces Slytherin, ya saben.
Aisha entrecerró los ojos ante la chica.
—Eso explica las mentiras —respondió con sorna.
—Hm. Tú de Gryffindor —dijo la pelirroja, más que una pregunta, era una afirmación. Aisha levantó la barbilla—. Por eso juzgas tanto —sus dedos se aferraron al neceser de maquillaje blanco salpicado de pintura. Saliendo de la habitación con paso firme.
Aisha miró a la chica restante en la habitación.
—¿Hufflepuff? —su tono era esperanzador. Averie esbozó una sonrisa, un libro gravitaba a su mano.
Sus pies se deslizaron hacia la puerta abierta.
—Bitch, please... —su cuerpo desapareció al doblar la esquina, pero su mano se agarró de nuevo al marco de madera de la puerta, asomando la cabeza hacia Aisha—. soy de Slytherin.
Pasó por delante de Bloom y de una chica rubia no presentada en su camino hacia la puerta. La abrió y la cerró detrás de ella, antes de dirigirse al estanque fuera del Edificio de los Especialistas.