Ella sabe que la odio | YA A...

By Ash-Quintana

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Jessica creía que no le gustaban las chicas hasta que conoció a Alex, la extrovertida y problemática estrella... More

1. Primera cita en el jacuzzi
2. Alex y Noah
3. ¿Qué dirías si esta noche te seduzco en mi coche?
5. Ay, atrapadaa
6. Como NO hacer un directo en instagram
7 ¿Me gusta Alex?
8. Compartimos cama
9. Desayuno con el suegro
10. Hay un hombre moribundo aquí
11. Nos desconocemos
12. La verdad sobre Patricia
13. Cancelada
14. A ver, pruébalo ( ͡° ͜ʖ ͡°)
15. Jugamos un juego
16. El chisme de la familia de Jess
17. Alex se muda
18. Ayuda, Chayanne
19. Seth no habla español
20. Conocemos a Charlie y no es Damelio
21. La hice suplicar
22.Me olvidé el título perdón
23. Siempre esperen lo inesperado
24. Sé la villana
25. Seth hace tarta de limón
26. Mi tiran por las escaleras
27. ¿Las amigas se besan? Pregunta seria
28. Me quedo
29. Perras ganas de besarla
30. Los caminos de la vida
31. No necesitaba ver eso
32. De negro para el funeral de un infiel
33. Parece que llueve
34. Huída
35. A llorar
Epílogo
¡Libro en físico!
Extra 1: Propuesta indecente
Extra 2: Sólo somos amigas... ¿O no?
Extra 3: Adiós popó
Extra 4: Los padres de Cloe
Extra 5: Sola
Extra 6: Familia
Extra 7: Cloe y Noah
Tirando facha

4. Alex habla de mí en televisión

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By Ash-Quintana

La casa de Alex era bonita.

No estaba tan lejos de mi departamento. Tal vez a unos diez minutos alejándose del centro, en un barrio bonito y tranquilo. Era una de esas casas de ladrillitos pequeños que por alguna razón siempre tenían gnomos en el jardín delantero.

Ella se bajó del auto para abrir el portón y regresó unos segundos después para meter el auto.

No tenía idea de qué estaba haciendo yo ahí ¿Por qué acepté su oferta? Debería haber entrado a mi departamento ¿A quién le importaba un par de reporteros? Pude haber llamado a mi padre.

¿Por qué estaba en la casa de Alex?

–¿Vas a quedarte ahí todo el día?

Alex abrió la puerta de su lado y cerró. Me quedé sola en el auto hasta que reaccioné y la seguí. Nos metimos al pequeño caminito de piedras que llevaban hasta la puerta de su casa y me quedé pegada junto a ella como si pudiera protegerme de la lluvia, aunque ya no llevara el paraguas.

Dentro estaba caliente. Era totalmente diferente al ambiente nublado y helado de afuera. Las luces estaban encendidas y había una chimenea de gas funcionando debajo del televisor. Una niña miraba un programa, recostada en el sofá y cubierta de mantas hasta el mentón. Se veía igual a Alex, pero como diez años más pequeña.

–¿Dónde está mamá? –preguntó Alex mientras cerraba la puerta.

La niña señaló detrás de ella, a una puerta, y clavo sus ojos en mí con curiosidad.

–¿Quién es ella?

–Es mi profesora. –Mintió y enganchó su brazo con el mío para comenzar a arrastrarme hacia la otra puerta–. Dijo que si le daba un beso me aprobaba, pero no le digas a papá.

–No, no es... –comencé a balbucear, pero Alex siguió tirando de mi. La niña abrió más los ojos y me miró aterrada–. No le creas.

Alex abrió la otra puerta que daba al patio trasero. El frío volvió y temblé. Su madre estaba parada en la pequeña galería que la refugiaba de la lluvia. Cuando se volteó a vernos casi se horrorizó.

–Santo cielo ¿Quién es ella? Está empapada.

–Me llamo Jessica –temblé.

Su madre me tomó por los hombros y me obligó a entrar de nuevo a la calentita sala de estar.

–Ve a darte una ducha –me ordenó–. Te va a dar algo. Pobre niña –comenzó a empujarme escaleras arriba–. Estás helada. Alex, llévala al baño. Búscale ropa.

–No es necesario –me apresuré a decir.

Intenté oponer resistencia pero ahora Alex tomó el lugar de su madre y ella me empujó con más fuerza. Subí a regañadientes, temblando y con nervios.

No se me habría pasado por la cabeza que tendría que quitarme la ropa para que se me secara.

Me guio por el pasillo del piso de arriba hasta el baño y se metió conmigo. Corrió la cortina y señaló los grifos.

–El de la izquierda es el agua caliente y el de la derecha es el de la fría. Ahí están las toallas. –Señaló un mueble y me miró para asegurarse de que estuviera prestándole atención–. Iré a buscarte algo de ropa y cuando salgas ve a mi cuarto así colgamos la tuya frente a la estufa. –Me entrecerró los ojos– ¿Qué te pasa?

–¿Tengo que bañarme? –me quejé, aunque tampoco quería quedarme mojada y pegajosa hasta regresar a casa.

–Depende ¿Quieres que mi mamá te pegue? –Negué con la cabeza–. Entonces báñate, mugrosa. –Pasó a mi lado para marcharse–. Y me guardas el agua.

—Ugh. Asquerosa.

La empujé fuera del baño y cerré la puerta con más fuerza de la necesaria antes de colocar el pestillo. Pude oírla reír y eso me irritó un poco.

Dejé mi bolso sobre el lavabo y saqué mi teléfono para escribir un mensaje rápido a Adrián.


Volveré más tarde.


Me quité la sudadera en lo que aguardaba a que él respondiera. Debajo sólo llevaba una camisa blanca y arrugada que tenía algunas manchas de agua.


Dónde estás?


Bajé el teléfono un momento.

¿Iba a quedar muy raro si le decía que estaba en la casa de Alexis, la chica que conocí en la fiesta y decidí stalkear por horas mientras me emborrachaba?


Con Cloe



Eso no es muy heterosexual de tu parte, Jessy.


Rodé los ojos.

—Cállate.


Y lo que tú haces con Santiago tampoco ¿En serio quieres tener esta charla?


Ja, ja. Que graciosa. Diviértete con Cloe. Usen protección.


—Isin priticciín —me burlé mientras me desvestía.

—¿Jessica? —llamó Alex a la puerta y di un respingo—. ¿Puedo entrar?

Bajé la mirada a mi pecho desnudo y me cubrí con una mano como si eso hiciera alguna diferencia.

—¡No, claro que no! —me apresuré a responder con la vista fija en la puerta con desconfianza—. ¿Qué quieres?

—Te dije que iba a buscarte ropa. Abre la puerta así te la doy.

La perilla giró, pero la puerta no se abrió gracias al pestillo. Suspiré con alivio y continué desvistiéndome.

—Lo siento, ya estoy desnuda.

—Foto o fake.

Me ruboricé pero me apresuré a entrar a la ducha y encender el agua. Un chorro de agua helada me hizo saltar hacia atrás. Casi me resbalé.

—Vete, pervertida. Déjame bañarme en paz.

Pude oírla resoplar desde el pasillo.

—¿Dónde mierda quieres que ponga la ropa si no vas a agarrarla? ¿Por qué te has metido a la ducha si te dije que iba a volver?

—Lo siento, no hablo taka taka. —Cerré los ojos a gusto con la nueva temperatura del agua y los abrí un momento después para tomar la botella de shampoo—. Uy ¿Qué marca es este? Keras...karas... —Me aparté el agua del rostro.

—Kerastase —me corrigió Alex con irritación—. No puedes usar ese. Me ha costado como cincuenta dólares la botella. Toma el sedal o qué se yo.

—¿Cincuenta dólares? —miré la botella negra con sorpresa y la abrí para olerla—. ¿Lo sacaste en cuotas o qué?

Me dejé una buena cantidad en la mano antes de devolverla a su sitio.

—Jessica, la re colorada concha de tu hermana. No uses mi shampoo. 

—¡No te escucho! —grité mientras me masajeaba la cabeza—. ¡Deja la ropa en el suelo y vete!

Alex comenzó a refunfuñar, pero al cabo de unos segundos se marchó y pude terminar de bañarme tranquila. Cuando salí me envolví en una toalla.

La pequeña ventana del baño estaba abierta para que el baño se ventilara y el viento que entraba me hizo temblar ahora que ya no estaba bajo la cálida protección del agua. Sequé mi cabello como pude deseando estar en la comodidad de mi casa y abrí la puerta.

Alex ya no estaba en el pasillo, pero tampoco estaba la ropa. Miré alarmada hacia ambos lados. Nadie a la vista.

¿A dónde debía ir?

No podía salir del baño sin ropa.

¿Me obligaría a volver a ponerme la mía, mojada?

Recogí mis prendas del suelo y salí, descalza e insegura. Me colgué el bolso en el hombro como si estuviera saliendo de paseo y me acerqué a la puerta más cercana que estaba abierta.

—¿Alex?

Parecía ser un cuarto, aunque no estaba segura si era el de ella. Era grande y una de las paredes estaba cubierta con posters de discos. Su cama era pequeña, de plaza y media, y tanto los muebles como las otras paredes rebosaban con decoraciones y chucherías. Plantas falsas, fotos colgadas, ropa en la cama, la silla y el suelo.

La ventana estaba abierta y la cortina no dejaba de moverse y dejar entrar el agua. Sostuve con fuerza la toalla que me cubría para que no se me cayera y me apresuré hacia la ventana para cerrarla. Cuando corrí la cortina alguien me empujó a un lado.

Alex cerró la ventana de golpe y acomodó la cortina de vuelta.

—¿En tu casa también te asomas por la ventana en pelotas? —cuestionó antes de girar su rostro para verme.

—No era necesario empujarme ¿Cuánto tienes? ¿Cinco?

Ella sonrió de lado.

—Cinco centímetros dentro de...¡Ay! —se sobó el brazo cuando lo golpeé y me enseñó la palma de su mano para detenerme—. Estate quieta. Hay un móvil afuera.

Me detuve.

—¿Un qué?

Ella corrió la cortina sólo unos centímetros y me hizo una seña para que espiara por esa rendija. Me acerqué con recelo y se hizo a un lado para dejarme ver. La sentí detrás de mí y a su perfume caro también.

Fuera la lluvia había parado un poco y una camioneta blanca se estacionaba estacionada frente a la casa. Tenía una antena encima y el logo de un canal de televisión en la puerta corrediza. Una mujer estaba parada delante de las rejas con un paraguas mientras hablaba con la madre de Alex.

—¿Nos han seguido?

—No lo creo. Probablemente sólo se hayan cansado de esperarte en tu departamento.

—Lo bueno se hace esperar —murmuré por inercia cuando pasó un brazo por encima de mi hombro para cerrar la cortina. Me aparté y mi espalda chocó contra su pecho. Me volteé para verla de frente y me di cuenta de que de alguna manera había acabado acorralada entre ella y la ventana. Fingí que no me daba cuenta—. ¿Dónde está la ropa que ibas a prestarme?

—Ah ¿Ahora sí quieres mi ropa? —Apoyó la palma contra la ventana y se inclinó un poco más cerca de mí para examinar mi rostro—. Nunca te había visto sin maquillaje —dijo de repente—. Te ves linda.

—Ojalá pudiera decir lo mismo de ti —mentí y la empujé para apartarla—. Dame ropa. O abriré la ventana y le gritaré a los reporteros que me tienes secuestrada como tu esclava sexual.

—¿Interrumpo algo? —dijo la madre de Alex desde la puerta.

Alex me dio la espalda, pero no se movió de delante de mí, como si intentara protegerme de su vista.

—¿Qué hacía el móvil del canal dos frente a la casa? —preguntó Alex de lo más casual mientras metía las manos en los bolsillos traseros de su pantalón.

¿Por qué estoy mirando su trasero?

Aparté la vista hacia el techo.

—Quieren saber si pueden hacerte una nota rápida al final del programa —respondió su madre desde la puerta—. ¿Queres que los deje pasar?

Alex pareció vacilar un momento. Echó una mirada por sobre su hombro para verme y yo se la devolví.

—Si no los dejo pasar se pondrán mas pesados. —Bajó la vista al suelo, a sus botas, y suspiró—. Diles que pasen. Podemos usar tu estudio ¿Verdad, mamá?

Su madre asintió, aunque no se veía de buen humor.

—No me gusta esto. Te harán preguntas sobre Seth.

—Sí, ya sé, mamá. —Se alzó de hombros—. No te preocupes.

Su madre se acercó para darle un beso en la frente a su hija y cuando abrió los ojos reparó en mí, detrás de ella.

—Viste a esa muchacha, por favor —la regañó antes de marcharse.

Alex se apresuró a cerrar la puerta detrás de ella.

—¿Vas a dejar que los reporteros se metan? —le pregunté.

—Será un momento —intentó tranquilizarme—. Tu quédate en mi cuarto y no sucederá nada. Ten —recogió de su escritorio una pila de ropa doblada y la dejó sobre mi cama—. Vístete. Le diré a mamá que te traiga chocolate caliente. —Se pasó una mano por el cabello para acomodarlo y abrió la puerta para salir—. Voy a arreglar esto. No te preocupes.

¿Por qué sentía que esto podría salir mal muy fácil?

—Hazlo bien o me mato —la animé.

Ella me echó la misma mirada del meme del viejo que siempre que sonríe parece que está sufriendo y se marchó. 

Unos segundos después oí pasos en las escaleras y conversaciones animadas.

Pegué la oreja a la puerta y pude escuchar cómo se iban instalando en un cuarto cercano. Alex se oía animada. Le preguntó a la notera sobre su vida y compartieron algunas bromas.

Mi teléfono comenzó a vibrar y me aparté de la puerta para atender. Me coloqué el móvil entre el hombro y la oreja y comencé a vestirme.

—¿Hola?

—Pon el canal dos —me saludó Adrián—. Tu novia va a salir en televisión.

—No sé de qué estás hablando. No tengo novia.

—No digas eso delante de Cloe. Es rudo —respondió—. Envíale saludos de mi parte. Dile que cumplo en julio, por si quiere regalarme algo caro.

—Dice Cloe que no apoya financieramente a pelirrojos calentones.

—Ah ¿Y tú qué eres?

Arrugué la frente y metí una pierna dentro del pantalón de Alex. Era de entrecasa y me imaginé que a ella le debía de quedar un poco holgado, pero a mí me iba justo.

Encendí el televisor y coloqué en el canal dos. Alex no estaba ahí, pero en el titular anunciaban una nota con ella en instantes. Bajé el volumen y puse a Adrián en altavoz para poder vestirme sin estar sosteniendo el teléfono.

—¿Sabes si ya se han ido los reporteros que estaban en el edificio? —le pregunté mientras pasaba la cabeza por el cuello de la camiseta.

—Hace como media hora, creo. Estuvieron toda la tarde tocando timbre. Santiago estuvo a punto de salir a pelear con ellos y Noah llamó a la policía para que los quitaran de ahí. ¿Piensas volver o te quedarás a dormir en la casa de Cloe?

La pantalla del televisor cambió y Alex apareció. Ella estaba sentada frente a unos libreros y alguien la estaba ayudando a engancharse el micrófono en su chaqueta. El conductor del programa la saludó y ella respondió algo.

—No, no. Volveré en un rato —me apresuré a responder. Aún tenía que editar un video que planeaba subir mañana y también debía leer la clase que me perdí de literatura eslava—. Dile a Santiago que no se pelee con y nadie. Y por favor, no se paseen por la casa en calzones cuando está Noah.

—¿Qué te hace pensar que yo no me paseo en calzones también? —respondió Noah desde lo lejos, por lo que supuse que Adrián también me puso en altavoz.

—Pórtense bien —dije y colgué.

Me coloqué los calcetines de Alex y le subí el volumen al televisor antes de sentarme en su cama y envolverme con las mantas para protegerme del frío. Se me escapó un bostezo.

Ella se veía tan tranquila, de buen humor, como si acabaran de visitarle sus amigos. El conductor dijo algo y ella rio antes de responder.

De no haberla visto hace un par de minutos, malhumorada por la llegada de ellos, creería que estaba contenta de estar ahí.

—Quiero decirte algo, Alex. De amigo a amigo —dijo el conductor desde su estudio y yo rodé los ojos—. Nosotros tenemos el nombre de esta chica que estuvo con tu novio ¿Sabes quién es?

—No.

—¿Te gustaría conocerla?

Ella dudó.

—Depende —ladeó la cabeza hacia un lado de buen humor—. ¿Es linda? ¿Tiene novio? —hizo una pausa para pensar—. Además del mío, obvio.

El conductor sonrió, pero se enserió de inmediato para seguir con las preguntas "informales".

—No hemos podido contactarla, así que no sabemos. —Bajé la vista a mi teléfono y me pregunté cuántas notificaciones me aparecerían en instagram si lo abría—. ¿Cómo te sientes luego de haber sido rechazada por tu propio novio?

Ah, picante.

—Yo no fui rechazada —respondió Alex mientras negaba con la cabeza—. Cuando rechazas al ferrari por un escarabajo no es porque no quieras el ferrari. Es porque no tienes lo suficiente para mantenerlo.

—¿Ella es el escarabajo?

—Él es el escarabajo —rodó los ojos—. El gusano, la cucaracha, el insecto que quieras.

—¿Lo odias?

—Sólo le he perdido el respeto.

—¿Y qué hay de la chica? ¿También le has perdido el respeto?

Arrugué la frente.

¿Por qué estaban tan empeñados en hacerla hablar mal de mí?

—No, no. Por el contrario —le aseguró Alex—. Después del tipo al que tuvo que aguantar, la respeto más.

Ellos continuaron haciéndole más preguntas sobre Seth y sobre mí, pero de alguna manera se las ingeniaba para cambiar de tema cada vez que intentaban decir mi nombre.

—Qué linda sonrisa que tienes —soltó Alex de repente, sorprendiéndonos a todos—. ¿Alguna vez te lo han dicho?

—¿Yo? —preguntó el conductor. Alex sonrió y le mantuvo la mirada, como si esperara alguna respuesta de él—. Payasa —dijo, aunque estaba sonriendo él también.

—¿Te he dicho que estoy soltera? Desde ayer.

Él comenzó a negar e hizo un gesto con la mano para despedirse.

—Cortemos aquí —dijo de buen humor—. Cortemos aquí, antes de que esto escale.

Alex sonrió con inocencia y él se despidió de ella. La pantalla volvió a mostrarlo sólo a él y pude escuchar como las voces volvían al pasillo.

Me quedé sentada en la cama, envuelta en mantas y esperando a que el notero y los camarógrafos se marcharan para pedirle a Alex que me llevara de regreso a casa. Pero comenzaron a hablar con ella en el pasillo y la retuvieron tanto tiempo que me quedé dormida sin darme cuenta.

Fue Alex quien me despertó un par de horas después, con una patada.

Rodé fuera de la cama y caí al suelo con fuerza. Cuando abrí los ojos me encontré con ella sentada sobre su cama, asomándose por el borde para verme con preocupación. Por la ventana ya no entraba la luz del día, sino que estaba oscuro y en su cuarto sólo nos iluminaba la luz de su lámpara.

—Te he matado. Perdón.

Miré a mi alrededor e intenté levantarme, pero estaba enredada entre las sábanas.

—¿Qué hora es?

Ella se arrodilló sobre el colchón y revisó su teléfono. Su cabello caía húmedo sobre sus hombros y ya no olía a su perfume, sino a jabón y shampoo. El shampoo que le usé. Sin maquillaje se veía exactamente igual que con él: malditamente bien.

—La una de la mañana, creo.

Casi me dio algo.

—¿Por qué no me despertaste? ¡Llévame a casa!

Tanteé el suelo para buscar mis zapatos y colocármelos. Ella no se movió ni un centímetro mientras yo comenzaba a recoger mis cosas con frenesí.

—¿Estás loca? Es tarde. Te llevo mañana.

—¡¿Mañana?! No —la señalé en advertencia—. De ninguna manera. Llévame ahora.

—Jessica, estoy cansada. —Suspiró—. Y es de madrugada ¿De verdad me harás abrir el portón de la casa, sacar el auto y volver a salir para cerrarlo? ¿Dos veces? ¿Quieres que nos roben? Duérmete, bella durmiente.

Me arrojó una almohada a la cara.

Recogí la almohada del suelo y se la arrojé de vuelta.

—No voy a dormir contigo.

—¿Quién dijo que ibas a dormir conmigo? Duerme en el suelo.

Se cubrió con una manta y se acostó, dándome la espalda. Me quedé un momento mirándola, sorprendida.

No iba a dormir en el suelo ¿Quién se creía que era?

Le escribí un mensaje rápido a Adrián para avisarle que volvería mañana y volví a examinar a mi alrededor. Recogí almohadas y las dejé en el suelo, junto a su cama, pero no eran suficientes para hacer de colchón, así que bajé hasta la sala de estar.

No había nadie despierto, aunque alguien parecía estar de fiesta en la otra calle, por la música que llegaba. Tomé prestados los cojines del sofá y los sillones. Me tomó dos viajes subirlos todos hasta el cuarto y cuando acabé Alex estaba despierta de nuevo y me miraba, sentada desde su cama.

Acomodé los cojines para formar un colchón, coloqué una manta encima y almohadones a mi alrededor.

—¿Qué estás haciendo? —me preguntó Alex.

—Una cama.

—Mi madre te va a matar.

—Pues es todo tu culpa —dije mientras me quitaba los zapatos de nuevo—. Por no dejarme dormir en tu cama.

—Ah, no sabía que estabas tan desesperada por meterte en la cama conmigo —respondió Alex antes de acomodarse más cerca de la pared—. Ven. Aquí está caliente.

Alcé la cabeza para verla y le arrugué la frente. Para ella todo era gracioso, pero como yo veía las cosas, me encontraba en la casa de una desconocida que quería que pasara la noche allí.

No me gustaba sentir que no tenía el control de las cosas. Y mucho menos el estar acorralada.

—¿Crees que los reporteros vuelvan a mi casa? —le pregunté.

Alex se enserió.

—No creo que duren más de una semana. No somos tan interesantes.

Bajé la mirada.

No me gustaba la idea de tener a desconocidos frente a mi casa, sabiendo donde vivía. No me gustaba la idea de gente conociendo mi nombre, mi edad, cómo me veía, dónde estudiaba. Había una razón por la cuál yo no mostraba mi rostro en casi ningún video.

No sabía qué tipo de gente estaba mirándome desde el otro lado de la pantalla.

—¿No hay nada que pueda hacer para detenerlos? —pregunté.

Ella no respondió.

—Lo siento —dijo finalmente.

—Santo cielo. Deja de disculparte —me cubrí con las mantas y me eché en mi cama improvisada, de mal humor—. No todo gira alrededor de ti. No es tu culpa. Supéralo.

—No, tienes razón. —Alex volvió a asomarse desde el borde de la cama y su cabello cayó sobre mí—. Es mi culpa. Están ahí por mí.

—Están ahí porque soy una estúpida y no me di cuenta de que el infeliz de mi novio estaba saliendo con una maldita actriz. —Me cubrí el rostro con las manos, avergonzada—. Esto es demasiado conveniente para la trama.

—Es wattpad ¿Qué esperabas?

Me descubrí el rostro un momento y miré el techo.

Todo esto era mi culpa. Le había dado tan poca importancia a mi relación con Seth. Tuve que haberme dado cuenta de lo que estaba sucediendo. Tuve que haberle puesto un freno a todo antes. No sólo arruiné una relación, sino que también me expuse a medio país como el cuerno de Alex.

Algo caliente tocó mi frente. Alex había apoyado su dedo pulgar con suavidad.

—Deja de preocuparte tanto. Te saldrán arrugas —dijo y cuando la miré ella me estaba sonriendo—. Todo saldrá bien.

Miré su rostro. Era una desconocida para mí, pero quería creerle.

—¿Y si sale mal?

—Entonces te rescataré otra vez.

-.-.-.-.-.-.-

Próxima actualización: Domingo 11 de julio a las 9.30 pm (hora argentina). Les recuerdo que los domingo suelo poner una cuenta regresiva para que sepan el momento exacto en el que voy a actualizar.

Buenaas.

¿Cómo les va? ¿Qué tal les fue en la semana?

Yo pude entregar el parcial pero ahora toca esperar por la nota *tiembla*

¿Qué tal los cáncer? ¿Andan disfrutando su temporada? ¿Cuando cumplen años?

Sé que tenía muchas cosas que decirles, pero ya me olvidé. 

Les recuerdo que hay un servidor de discord por si se quieren unir. El link está en mi bio, abajo de todo. Es el que dice carrd.co y abajo de todo les tendría que aparecer el botón para unirse al canal de discord.

Me gustaría dibujar a los personajes respondiendo cosas, así que voy a hacer un preguntas y respuestas.

Pueden dejar sus pregunta aquí:

Jess

Alex

Adrián

Santiago

Noah

Cloe

Seth(?

Yo

Les dejo unos dibujos que hice esta semana. Un meet te artist para que conozcan a la persona que está detrás de estas lesbianas y la escena del auto del capítulo anterior.



Me cebé ahre.

Sin nada más que decir. Nos vemos el próximo domingo.

Baai.

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