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❛.*🐺 🐕 EPILOGUE*🐍🦌ˎˊ˗
▰▰▰▰▰▰ el final ❞ .˚. ✦
🗓 31 DE JULIO DE 1980
Los dos niños de cuatro años observaron a su hermano pequeño con asombro. El bebé dormía silenciosamente en los brazos de su madre mientras los gemelos miraban por encima de su hombro, sus ojos llenos de asombro por el diminuto ser.
— Mamá —llamó Max, con confusión en su rostro mientras se volvía hacia su madre.— ¿Qué es esto?
James y Olivia no pudieron evitar reírse de la inocente pregunta.
— Este es Harry, pequeña pepita —dijo Olivia, extendiendo la mano para tocar suavemente la pequeña mano del bebé.— Es tu hermano pequeño.
— ¿Hermano? —preguntó Mari.— Como ¿Maxi?
James asintió, agarró a los dos niños y los colocó en su regazo mientras se sentaba junto a Olivia.
—Sí. Como Maxi, pero todavía es un bebé
— ¿Su nombre es Hawwy? —Max preguntó de nuevo, sus ojos se enfocaron en el arrullo del bebé y Olivia les sonrió a los dos.
— Así es. Harry James Potter.
Los gemelos compartieron una mirada como si se comunicaran con sus ojos antes de volver a mirar a Harry.
— Es diminuto —dijo finalmente Max.
🦌
🗓 15 DE AGOSTO DE 1981
La sala de juegos estaba siendo habitada por los tres niños. Max y Mari tenían juguetes a su alrededor con las orejas tapadas mientras el niño de un año lloraba a todo pulmón.
Era la primera vez que ambos padres salían desde que nació Harry, dejando a Sirius y Regulus como niñeras. Desafortunadamente, Harry todavía estaba en la etapa en la que solo se calmaba con su mamá o papá abrazándolo, por lo tanto, Regulus y Sirius eran incapaces de hacer que dejara de llorar.
— Por el amor de Merlín —suspiró Sirius mientras continuaba meciendo al bebé.— No estoy preparado para los niños.
—¿Qué diablos quiere? —Regulus preguntó mientras entraba a la habitación con una fórmula, ofreciéndola a Harry, quien solo la apartó.
Los dos habían solucionado sus diferencias después de la guerra con la ayuda de Olivia y sus amigos. La guerra vino con muchas pérdidas y la comprensión de lo corta que era la vida. Aferrarse a los rencores era un desperdicio.
— Mami y papi —respondió Max mientras se tapaba las orejas.— Hawwy solo duerme con mami y papi.
—James y Olivia no volverán hasta mañana por la mañana —dijo Sirius con frustración—. Mierda.
—No digas cosas malas. —le dijo Mari seriamente a su tío mientras se levantaba y caminaba hacia Regulus y Harry. Sin decir nada, sus manitas alcanzaron a su hermano pequeño, tratando de tomar al niño de los brazos del hombre.
—Oh, Dios —exhaló Regulus mientras ayudaba a Mari a sostener al bebé correctamente—. Por favor, no lo dejes caer, Mari.
Los gritos de Harry finalmente cesaron por un momento, pero sus ojos permanecieron vidriosos por las lágrimas y sus labios temblaron mientras agarraba el cabello de Mari con fuerza.
— Deja de llorar, Hawwy —le dijo Mari seriamente al bebé, quien la miró con ojos grises llorosos.
Justo cuando Harry estaba a punto de empezar a llorar de nuevo, Max le empujó su conejito de peluche favorito. El bebé soltó el cabello de Mari y levantó el juguete con asombro.
Al ver que el bebé tenía problemas para mantener la cabeza erguida ya que Mari no podía sostenerla adecuadamente, Max se sentó junto a los dos y sostuvo la cabeza de Harry mientras trataba de mecerlo para que se durmiera.
No mucho después de eso, los ojos de Harry comenzaron a revolotear antes de escuchar suaves ronquidos provenientes del pequeño ser, sus brazos agarrando el conejito de juguete contra su pecho. Sirius y Regulus miraron a los hermanos con asombro mientras Mari y Max compartían una mirada antes de volverse hacia el bebé dormido.
— Diminuto y ruidoso —decidió Mari.
🦌
🗓 25 DE DICIEMBRE DE 1984
Maxwell Fleamont Potter vio a su hermano pequeño comer las galletas navideñas, asegurándose de que no se quitara las gafas recién adquiridas. El pequeño Harry todavía estaba molesto por ellos después de dos semanas de haber sido obligado a usarlas, de la misma manera que Maxwell se había visto obligado a usar unas, por lo que al pequeño de ocho años se le había encomendado la tarea de asegurarse de que su hermano mantuviera las gafas redondas puestas todo el tiempo mientras su padre atendía a lo que fuera que había causado que el pequeño Thomas Potter de dos años comenzara a gritar a todo pulmón mientras su madre le daba a Lilian Potter un cambio de pañales.
—No te termines todas las galletas. —le dijo Max a su hermano pequeño mientras echaba hacia atrás el desordenado cabello negro azabache del menor, uno que era idéntico al suyo, antes de agarrar una galleta para él.
Harry Potter asintió con la cabeza con entusiasmo, haciendo que sus lentes cayeran hasta el borde de su nariz. Max se acercó para empujarlo hacia atrás, sabiendo que Harry no se molestaría.
— ¿Dónde está mamá? —Lucas Potter, de veinte años, preguntó con Mari colgando de su hombro como si no pesara nada, riendo como loca.
— Está cambiando el pañal de Lil —respondió Max sonriéndole. Los Potter más jóvenes adoraban por completo a su hermano mayor y Lucas también los adoraba a ellos.
— ¿Puedo tener otra galleta? —Harry habló, con migas en la barbilla mientras miraba a sus hermanos mayores con esos grandes ojos grises. De todos los niños Potter, solo Harry había heredado los brillantes ojos grises de su madre, por lo que a menudo se destacaba.
—No —respondió Mari entre risitas—. Mamá dijo que solo tres, ya que comimos mucho antes.
— ¿Puede la abuela hacer más? —Harry preguntó inocentemente, haciendo que Lucas le sonriera.
—La abuela ya se fue a casa, amigo —dijo Lucas sonriente—. ¿Qué tal si voy allí mañana para traerles más?
— ¿Estás haciendo promesas que no puedes cumplir de nuevo? —preguntó Olivia, entrando a la cocina con Lilian en sus caderas.
Lucas sonrió, pasando una mano por su cabello antes de colocar a Mari en la encimera.
—¿Quién dijo que no lo haré?
—Yo —dijo Olivia, colocando a Lilian en su silla de bebé y entregándole a la niña de un año su taza para sorber—. Tu abuela ya trajo toneladas.
— Buenas noches, familia —saludó James mientras entraba a la cocina con el pequeño Thomas Potter en su hombro.— Estoy bastante seguro de que al menos seis de ustedes ya pasaron la hora de dormir.
— ¿Todavía tienes hora de dormir, Luc? —Mari bromeó mientras más risas salían de sus labios.
—¿Puedo decir que ya tengo veinte años? —Lucas dijo con esa sonrisa infantil después de tocar la nariz de Mari— Creo que es hora de que hablemos de mi hora de dormir.
James asintió con la cabeza y miró a Olivia.
—Creo que tiene razón, cariño.
—Supongo que podemos extenderlo hasta las diez. ¿Qué piensas, mono? —le preguntó Olivia sonriendo con burla.
—Ustedes son incorregibles.
— ¿Me leerás una historia, Luc? —Mari preguntó emocionada, saltando de la encimera y directamente sobre el pecho de su hermano mayor, con las piernas envueltas alrededor de sus caderas y pequeños brazos alrededor de su cuello.
De todos los niños, quizás fuera Mari la que más apegada a Lucas. Max era un niño tranquilo, a menudo se mantenía reservado y observaba en cambio de hablar, como lo hacía Mari. Harry se estaba volviendo más parecido a Max en ese sentido y, por lo tanto, a menudo era Max quien estaba mirando a su hermano menor. Afortunadamente, parecía disfrutar la tarea. Thomas era un desastre, todavía en sus terribles dos. Era quizás el niño más activo de todos los niños Potter y, por lo que parecía, el más travieso. Lilian era una bebé feliz, contenta siempre que tuviera sus juguetes y su comida. Mari era ruidosa, con un pequeño problema de actitud, pero probablemente se debía al hecho de que su padre, abuelo y hermanos la habían tratado como una princesa toda su vida y por eso ella había aprendido a actuar como tal.
—Te leeré diez cuentos. —dijo Lucas, dejando que Mari se aferrara a él como un koala.
—Uno. —intervino Olivia mientras agarraba a Thomas del hombro de James.
—Cinco. —negoció Lucas.
— Por favor, mamá —rogó Mari con sus brillantes ojos color avellana mirando a Olivia con esa mirada suplicante que James le había dado el día que la arrastró al campo de quidditch cuando tenían diecisiete años.
—Tres. —aceptó Olivia.
—¡Perfecto!
—¡Mamá! —Thomas llamó en voz alta con esa voz aguda suya, todos los rastros de la rabieta que lanzó hace unos minutos desaparecieron por completo. Thomas señaló la galleta que Harry estaba comiendo, con una brillante sonrisa en su rostro— Gaueta.
—Oh, no —dijo Olivia, poniéndose de pie—. No más para ti o nunca te vas a dormir.
James solo pudo decir por la expresión de su carita que estaba a punto de empezar a gritar de nuevo, así que rápidamente agarró al niño por las caderas y lo colocó sobre su hombro, provocando que las risas brotaran de sus labios.
—¿Qué tal si jugamos a piratas mientras nos bañamos y luego puedes comer más galletas mañana?
Thomas asintió con entusiasmo con la cabeza, dispuesto a aceptar cualquier cosa siempre que la palabra pirata estuviera en ella.
James le dio a Olivia una sonrisa antes de dirigirse a la habitación de Thomas para prepararle la ropa.
Olivia agarró a Lilian de su asiento de bebé, también la prepararía para la cama, lo que incluía limpiarla suavemente con un paño suave mojado con agua tibia para calmarla.
Sonrió a Harry felizmente masticando su última galleta y a Max feliz mirándolo.
—Los prepararé para la cama después de Lily, ¿de acuerdo?
Max sonrió a su madre, asintiendo con la cabeza. Harry la miró con esos ojos inocentes y le dio una sonrisa, sin los dientes frontales.
Olivia luego entrecerró los ojos hacia Lucas y Mari.
—Lucas, prepara a Mari para ir a la cama y te juro por Merlín que si todavía está despierta cuando la revise más tarde, ambos estarán castigados. —amenazó y Lucas sonrió.
— Tu fe en mí es asombrosa, madre.
Una vez que solo Harry y Max están en la cocina nuevamente, el mayor de los dos vio a su hermanito devorar las golosinas.
— Puedes quedarte con mis galletas, Harry.
La sonrisa que apareció en el rostro del niño era tan contagiosa que hizo que incluso Max sonriera de par en par.
—¡Glacias!
Mientras Harry continuaba comiendo sin ninguna preocupación en el mundo, los pies colgando de su silla alta y la cabeza felizmente balanceándose de un lado a otro, Max lo miró con asombro.
— Para alguien tan pequeño, comes mucho.
🦌
🗓 1 DE SEPTIEMBRE DE 1989
Un niño pequeño con los ojos color avellana más brillantes y el cabello negro más desordenado saltaba en la estación de King's Cross, tirando de Lucas Potter, ahora de veintitrés años, detrás de él.
— ¡Thomas Sirius Potter! —la voz de una mujer respondió en voz alta.— Deja de arrastrar a tu hermano mayor como un perro.
—Está bien, mamá. —le aseguró Lucas con una amplia sonrisa en su rostro mientras dejaba que el niño lo arrastrara.
—¡No! —Thomas se rió en voz alta, maniobrando su camino a través del mar de gente hasta que un par de brazos se envolvieron alrededor de su pequeño cuerpo y James Potter lo levantó por los hombros, haciendo que sus risitas se intensificaran.
—¿Qué crees que estás haciendo? —James bromeó con el niño de cinco años mientras tomaba la mano de su esposa.
—Quería que Lukie me mostrara los trenes. —admitió Thomas después de que sus risitas finalmente cesaran.
— Lucas no puede hacer eso, Tommy —intervino Amara Euphemia Potter, tratando de parecer más madura que su cuerpo de once años.— Es viejo y esas cosas, así que no se le permite subir al tren. Solo los estudiantes de Hogwarts pueden.
Lucas sonrió mientras pasaba un brazo alrededor del hombro de Mari.
—¿Quién dice que no puedo? —preguntó burlón y Mari miró a su hermano mayor como si dudara de sí misma ahora.
—¿Puedes?
—No, pero tengo la capa de papá y definitivamente puedo colarme si quisiera.
—Lo que definitivamente no harás. —interrumpió Olivia, dándole a Lucas lo que James bromeó que eran sus 'ojos de mamá', ya que tenía la capacidad de detener el movimiento de los niños con solo una mirada.
— Soy un adulto —dijo Lucas inflando su pecho.— Y me voy de casa. Ya no me asustas, mamá. —dijo con seguridad y James se rió entre dientes.
— ¿Seguro que quieres hacer esto, bambi? —le preguntó burlón y Olivia arqueó una ceja.
—¿Ah, de verdad?
Lucas vaciló instantáneamente, dándole a su madre adoptiva una sonrisa avergonzada.
— Por supuesto que solo estoy bromeando. Sabes lo mucho que me encanta bromear.
Aunque Lucas era solo seis años más joven que la pareja, cualquiera que lo haya visto no tenía duda de que James y Olivia lo criaron y trataron como a uno de los suyos.
Él era solo seis años más joven, pero Lucas Potter era definitivamente un hijo de mamá. Su mamá era su debilidad. Simplemente no se podía negar eso.
James se rió de la rápida rendición de su hijo mayor mientras Olivia sonreía.
—Ya me lo imaginaba.
— ¡Mamá, ahí están! —el pequeño Harry James Potter de siete años exclamó felizmente mientras corría a los brazos de su padrino.
— Harry, ten cuidado, por favor' —respondió Olivia mientras ayudaba a Max a empujar su carrito y James agarraba a la pequeña Lilian Olivia Potter de cuatro años, balanceando a la menor con Thomas todavía sobre sus hombros.
Lucas le sonrió a su hermana menor, agachándose para dejar que Mari se subiera a su espalda.
—¿Estás lista para Hogwarts, hermanita?
—¡Sí! —exclamó emocionada Mari— No puedo esperar para vencer a todos en quidditch.
— Vas a tener que esperar un poco más —dijo Lucas con calma, empujando su baúl en dirección a su familia. Harry se había negado a dejar ir a su padrino, Max permaneció en silencio junto a su carrito, pero la suave sonrisa en su rostro nunca se fue mientras Huxley Lupin sonreía con entusiasmo entre sus padres.
—Pero estoy seguro de que te irá muy bien en tus lecciones de vuelo.
—Por supuesto que sí —se jactó Mari—. ¡Soy un Potter!
Lucas sonrió ante su emoción justo cuando finalmente alcanzaron a todos, Mari rápidamente bajó de su espalda para abrazar a sus tíos antes de correr hacia donde Huxley y Max ahora estaban juntos.
—No puedo creer que ya seas tan grande. —dijo Sirius, sonriendo a los niños mientras luchaba por sostener a Harry de siete años que seguía moviéndose.
Desde el punto de vista de un extraño, parecía que el tiempo no había tocado a Sirius Black. Era tan guapo como lo era en sus años en Hogwarts con la misma sonrisa y la misma chaqueta de cuero, pero sus amigos sabían que había cambiado.
Se había acostado con muchas mujeres, tuvo muchas citas e incluso adoptó un perro, pero parecía que Sirius no tenía planes de establecerse. Les decía a sus amigos que estaba contento con ser el tío genial, pero, por supuesto, todos sabían que se debía al hecho de que nunca pudo superar la muerte de Kat.
Después de todo, había tenido razón. Continuó despertando todos los días de su vida con el mismo dolor en los huesos. Siguió esperando esa misma señal y carta que nunca llegó o llegará. Y en ese mismo sentido, Kat también tenía razón. Tenían un amor que consumía cada átomo de sus cuerpos.
—Dímelo a mí. —murmuró Remus tristemente en respuesta a Sirius, los ojos se volvieron vidriosos mientras miraba a su hijo con las mismas cicatrices cubriendo su rostro, sonriendo salvajemente con el brazo de Mari alrededor de sus hombros.
— No me llores ahora —bromeó Samuel con su esposo, aunque también vio con tristeza al niño que habían traído a casa, maltratado y recién mordido, un pequeño hombre lobo.
— ¿Puedo ver a Minnie? —Harry preguntó habiéndose finalmente asentado. Sus padres habían elegido nombrar a Minerva como la madrina de Harry y Lilian, por lo que la vieja bruja sentía debilidad por los niños Potter, a menudo visitando su casa y asumiendo el trabajo de Euphemia de traer dulces horneados después de su muerte debido a la viruela del dragón.
Los padrinos de Thomas eran Arthur y Molly Weasley, con quienes Olivia y James también formaron un vínculo estrecho después de los muchos veranos en los que Charlie corría por su casa, por lo que Max, Mari y Huxley también formaron un vínculo con Fred y George, que eran solo un año más jóvenes que ellos.
James y Olivia también habían sido elegidos para ser los padrinos de Ron con Samuel y Remus siendo los de Ginny. También fue Molly quien le enseñó a Olivia a cocinar, y también ocupó el lugar de Euphemia después de la muerte de la mujer. Entonces, cuando Olivia decidió abrir un restaurante en el Callejón Diagon, Molly fue la socia comercial perfecta.
—Quizás la próxima vez, amigo —dijo James.
Entonces, el motor del tren cobró vida, alertando a todos que era hora de irse. James y Olivia abrieron los brazos para sus hijos, mientras que Remus y Samuel hicieron lo mismo por Huxley.
—No se olviden de escribir, ¿de acuerdo? —les dijo Olivia mientras les entregaba su almuerzo para llevar— Espero al menos una carta a la semana. Y siempre estudien mucho.
—Sí, mamá. —Max asintió obedientemente con la cabeza, todavía sin desenredar los brazos del cuello de su padre.
—¡Y diviértanse! —James lo siguió una vez que Max finalmente lo soltó, aunque fue el turno de Mari.
—Sin embargo, no se diviertan demasiado. —les recordó Olivia.
Los gemelos compartieron una mirada, pequeñas sonrisas se formaron en sus rostros. Era simplemente imposible ser los mejores amigos de Fred y George Weasley sin descubrir algunos de sus trucos.
Frente a los Potter, Samuel y Remus se arrodillaron frente a su hijo, asegurándose de que recordara las instrucciones que le habían dado.
— El profesor Regulus te estará esperando en tu sala común y luego te acompañará al Sauce Boxeador —repitió Remus de nuevo.— Se quedará contigo toda la noche, pero estará afuera para poder tratar tus heridas por la mañana.
—Estaré bien, papá. —insistió Huxley.
—Lo sabemos —dijo Samuel—. Pero solo queremos asegurarnos.
—No se preocupen —Huxley intentó tranquilizarlos de nuevo—. Enviaré cartas cada semana.
—Será mejor que así sea. —resopló Samuel.
—Te amamos —le recordó Remus—, y estaremos aquí esperándote en Navidad.
— Yo también los amo, chicos —dijo Huxley, su habitual sonrisa traviesa se suavizó un poco.
Sonó la bocina, indicando que el tren estaba a punto de partir, por lo que Max finalmente se apartó de Thomas, plantando un pequeño beso en las mejillas de todos sus hermanos y padres antes de subir a bordo. Huxley hizo lo mismo y los dos esperaron a Mari, que todavía no soltaba a Lucas.
—Diviértete, hermanita —le dijo Lucas—, y no olvides enviarme cartas.
Mari asintió obedientemente, finalmente soltando a su hermano mayor. Les dio a todos un último abrazo antes de subir al tren.
—Los veré en Navidad.
Olivia pudo ver a Thomas y Harry comenzando a llorar, así que James tomó a Harry de Sirius, abrazando al niño contra su pecho y Olivia hizo lo mismo con Thomas, mientras que Samuel se había llevado a Lilian para ocultar el hecho de que estaba llorando.
Olivia le sonrió a James, entrelazando las manos con las suyas.
— Lo hicimos bastante bien, ¿no?
James envolvió su brazo libre alrededor de su cintura mientras veían el tren cobrar vida.
— Cariño, lo hicimos increíble.
Estaba terminando, pero estaba bien porque se había dicho todo lo que había que decir. Olivia aprendió que ningún huracán dura para siempre. Lo atraviesas y una vez que el huracán se ha asentado, vives.
OR NO?
DIOS MIO SANTÍSIMO
ESTOY LLORANDO
¡LLORANDO!
No me queda mas que agradecer por todo el apoyo que le dieron a la novela, de verdad estoy demasiado feliz, además de que la historia acaba de llegar a las 200k vistas y Dios mío.
Nuevamente mil gracias por todo.
Con amor,
NICKY
Mischief Managed
(3303 palabras)