Sin darse cuenta, ya habían pasado 2 meses desde que el peliazul consiguió su musa.
Taehyung llegaba al club tras unas largas horas de clases. Era sábado con lo cual tendría tiempo de sobra para relajarse y tener al menos un boceto bien hecho de lo que sería su trabajo final.
No se iba a llenar de ilusiones puesto que podría pasar cualquier cosa con esos dibujos. Le había pasado y todos éramos testigos de aquellas desgracias que le ocurría.
Tae visualizó por la recepción a Yoongi quien cargaba dos plantas de un lado a otro sin siquiera soltarlas hasta que finalmente lo hizo. Las colocó encima de la mesa y con desesperación buscó un rociador de agua.
—¿Por qué no me dejó un manual para hacer esto? —murmuró Yoongi.
El peliazul pudo notar aquel desespero así que se aproximó a él.
—Buenos tardes, Yoongi.
—Oh, Taehyung... Buenas tardes.
—¿Qué haces?
—Jin compró recientemente estás plantas, pero tuvo que irse de imprevisto. Como yo soy el único que queda aparte de Jungkook que está haciendo el vago, me las dejó a cargo. Solo que... ¿Sabes de plantas? —rápidamente asintió—. ¡Me salvas la vida!
Dejó su mochila a un lado, cogió el rociador para abrirlo y de una bandeja echar el agua, poniendo ambas macetas encima del agua para que puedan absorberla.
—No se necesita un manual experto para saber como cuidar de manera aceptable a una planta. Solo tienes que escucharla.
—¿Escucharla? —volvió a asentir.
—Las plantas pueden sentir, lastimosamente no pueden hablar porque si fuera así, estarían gritando para que dejáramos de contaminarlas. Pero los seres humanos podemos escucharlas cuando necesitan algo. ¿Tienes alguna mascota?
—Sí.
—Es lo mismo que tener alguna mascota. Debes cuidarla, atenderla. Sientes cuando está enfermo, cuando tiene hambre y sed. Las plantas son iguales solo que más delicadas.
Acarició con delicadeza y por encima a ambas plantas. Con cuidado levantó la bandeja para colocarla en otro lugar para que no fueran estropeadas.
—Esta es una peperomia —señaló a una planta con hojas un poco más gruesas, pequeñas al igual que redondas y con un verde intenso—, no necesita mucho sol ni tantos cuidados. Y está es una violeta africana —apuntó a una planta con hojas verdozas pero que sus flores eran rosadas—, no deben de estar expuestas directamente al sol.
—Sabes mucho de plantas.
—Eso es porque provengo de una familia de granjeros —explicó.
—¿Granja Kim-Eun? —preguntó—
Por un momento su cuerpo y respiración se paralizó. En verdad nunca pensó volver a escuchar ese nombre durante mucho tiempo, o al menos no hasta que fuera a su ciudad natal.
—¿Cómo lo sabes? —preguntó el menor.
—Al principio, cuando te conocí, dudé por un momento, pero ahora que comentaste que provienes de una familia de granjeros, las dudas desaparecieron —sonrió—. ¿Quién de Daegu no conoce esa granja?
Era obvio —dijo Tae en su mente—. Yoongi también es de Daegu. ¿Cómo no lo sabría?
Aunque en ese momento no quería saber mucho de aquella granja que le traía muchos buenos recuerdos, y específicamente uno no tan bueno.
—¿Cómo está la señora Eun Shi?
Apretó su mandíbula con fuerza. Por más que se retuviera en darle una respuesta digna, tenía que hacerlo.
Porque era un conocido de ella.
—Falleció hace nueve meses.
Yoongi dejó todo lo que estaba haciendo para pensar en lo que diría después. Era una respuesta bastante difícil de creer. Incluso Taehyung aún seguía pensando que lo ocurrido tuvo que ser una mala broma.
Pero no fue así.
Su abuela había muerto y él no pudo ir a verla por última vez.
—Yo... lo siento, no sabía de eso. Creí que aún...
—Está bien, no debes disculparte.
—¿Cómo fue que...?
—Según los vecinos, de la nada había fallecido. Uno de los vecinos se había preocupado porque ya sabes, ella casi no paraba en la casa y ese dia no se le había visto. Ella siempre estaba afuera de la casa y saludaba a todos. No le gustaba estar encerrada por mucho tiempo. Era muy alegre.
—¿Eso dijeron los vecinos? —asintió—. Que yo recuerde solo padecía de dolores musculares.
—Forense dijo que fue por un ataque al corazón. Al final nadie muere por su enfermedad.
—En cualquier caso, mis más sinceros pésames.
Tras un pequeño asentimiento se retiró de la recepción para tomar sus cosas y caminar hacia una mesa cerca del escenario y sacar sus materiales. Ahí estaba Jungkook acostado boca abajo con unos audífonos puestos.
No iba a molestarlo. Taehyung no programó ninguna cita para el día de hoy y las cosas entre ellos habían cambiado de a poco.
Si querían verse simplemente uno de los dos iba al lugar que más iba el otro y ahí lo encontraba.
Era como si leyeran sus propias mentes.
Taehyung no quería molestarlo por lo cual siguió haciendo lo suyo omitiendo al soñoliento Jungkook.
Volviendo al tema anterior... ¿Taehyung estaba dolido? Si es así, ¿por qué no trató de mostrarlo? Nunca había ido a ver a su familia desde que partió de Daegu, quería concentrarse al cien por ciento en sus estudios que hasta en verano asistía a clases para avanzar el curso.
Sin embargo, nada de eso le estaba sirviendo ahora.
Estaba tan absorto en sus pensamientos que a la hora de recapacitar y poder retractarse de sus actos, ya era muy tarde.
Observaba a Jungkook. Incluso tocó un mechón de su cabello con leves ondas.
—Taehyung, eres un atrevido —fue su voz quien lo hizo recapacitar.
El de mechas azules giró la cabeza y colocó sus audífonos hasta el cuello. El volumen estaba alto pero a la misma vez moderado.
Cogió su mano izquierda para comenzar a amasarla a su gusto.
—Fetichista de manos.
—¿Y te atreves a decirme eso después de lo que hiciste? —negó con la cabeza—. Eso no se puede hacer.
Rápidamente el peliazul intentó alejar su mano de él, sintiéndose atrapado en una jaula con un depredador de frente que lo miraba con una sonrisa burlona y divertida.
—¿No planeas soltar mi mano? —preguntó al ver que el mayor no tenía intención de hacerlo por su firme agarre—. Está comenzando a sudarme.
—También me está sudando la mano pero no planeo soltar la tuya.
El peliazul observó a otro lado para evadir su mirada. Esperaría que accediera soltar su mano, pero aun así, tras pasar los minutos, ni la movió.
—Jungkook, debo terminar algunos trabajos pendientes. También terminar bocetos tuyos.
El mayor empezó a mover su mano de un lado a otro como si fuera un puente colgante con solo tablas de madera siendo de soporte y cables de acero para sujetar bien. Se veía tan inmaduro...
—Tienes mucho tiempo todavía, ¿no?
—Que tenga mucho tiempo no significa que sea ilimitado. Vamos, suéltame.
—¿Y si no quiero? ¿Qué harías?
Con su mano izquierda cogió un pincel, manchó la punta de pintura verde y embarró la nariz de Jungkook con el color.
—¡Taehyung! —exclamó y con su mano libre tocó su nariz—. ¿Por qué hiciste eso?
—Me preguntaste qué haría e hice eso.
—¡Pero no que pintaras mi nariz!
De lejos se escuchaban una pequeña risa. Jungkook miró por detrás de Taehyung y notó que era Yoongi quien se estaba riendo.
—¿Te parece muy gracioso, Min Yoongi?
—Taehyung, creo que es mejor que le pintes la cara de payaso para que deje de estar retando a las personas menos indicadas —comentó este.
Eso provocó la pequeña sonrisa de Tae, y una imagen mental le llegó.
Era mucho más divertido de lo que pensaba.
—¿Qué? ¿Ahora los dos se burlan de mí?
—Creo que te pegaría mucho la cara de un payaso —comentó el peliazul—
—Estás muy graciosito hoy...
Sin pensarlo mucho, Jungkook se acercó al menor, estando muy cerca de su mano y a continuación, pegó fuertemente su nariz contra esta.
—Mira, ahora tienes la punta de mi nariz en tu mano. Solo como recuerdo de hoy —mostró sus dientes en una amplia sonrisa.
Taehyung echó su cabeza hacia atrás y exhaló tan fuerte que hasta un pequeño gruñido le salió.
—¿Ahora piensas que eres un tigre, Taehyung? ¿Debería llevarte al zoológico a ver que tan bien te relacionas con ellos?
—Hoy estas más chistoso de lo habitual —interrumpió Yoongi—. ¿Cuanto de azúcar te puse en el café?
—No fueron tantas, tampoco soy tan amante a la azúcar. Espera... —quedó paralizado por un momento.
Para Taehyung, pensaba que él estaba teniendo un viaje astral. Lejos, tan lejos que cuando volvió en sí dijo:
—Fueron cinco de azúcar.
—No más azúcar para Jeon Jungkook —el mayor de los dos dió la vuelta para volver a lo suyo.
—¡Pero Yoongi...!
—Tae, ¿quieres tu té con mucha azúcar? —se dirigió al peliazul.
—Con dos basta. Gracias.
Jungkook lentamente fue suavizando el agarre de la mano de Tae hasta el punto de este zafarse e ignorar por completo lo sucedido.
El de mechas azules se levantó para seguir protestando con su mayor, mientras que Taehyung, observaba pensativo su mano dorsal manchada de pintura verde con un diseño de nariz. Entonces pensó:
Deben de amar mucho a Jungkook para hacerlo sentir así.
No sentía envidia, solo que raramente se sentía feliz.
¿La razón...?