"POR TODO MUELLE DE LOTO" (XI...

De Mousekat1005

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El matrimonio no es sólo amor, a veces, el deseo carnal les domina y ellos no lo pueden ignorar, abandonándos... Mais

"En La Habitación"
"En el Campo de Entrenamiento"
"En un Lago"
"En el Salón de Conferencias"
EXTRA - "EN RECESO DE LAS NUBES"
EXTRA 2 - "EN RECESO DE LAS NUBES"

"En la Biblioteca"

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De Mousekat1005

Cuando Jiang Cheng y el respetable y honorable Zewu-Jun decidieron casarse, el mundo de la cultivación dio el grito en el cielo, muchas de las sectas que tenían un prospecto como esposas para ambos líderes de secta maldijeron su matrimonio, pero nada se podía hacer cuando los dos tenían demasiadas bendiciones caídas del cielo y la aprobación por la mayoría de los miembros de sus sectas, aunado a las otras dos sectas grandes, la de Nie Huaisang y la de Jin Ling. Aún a pesar del apoyo, había cultivadores que no creían en la duración de ese matrimonio, eran tan diferentes y Sandu Shengshou tan cabeza dura. Por eso, cuando se mencionaba por los pasillos de Muelle de Loto del amor y la pasión que desbordaban, nadie podía creerles, ¿el líder de secta Jiang demostrando amor y pasión? Ni perdiendo la cordura se lo imaginaban, y así estaba bien, porque si XiChen se enteraba que alguien quería imaginar a su esposo en esa situación... perdería totalmente la cabeza, haciéndole lo mismo a los demás, pero de forma literal.

Zewu-Jun saluda cortésmente a los discípulos que pasan por su lado, sonriendo y haciendo una pequeña reverencia. Los cultivadores le ven alejarse, en dirección a la biblioteca, donde su líder de secta trabaja arduamente respondiendo correspondencia y ampliando sus conocimientos. Aún cuando el trabajo ha disminuido, pues ambos se encargan de tareas diferentes, Jiang Cheng es el mayor responsable de su secta, seguía tan dedicado y trabajador como el primer día que tomó el mando. Eso era lo que había enamorado al primer Jade de Lan, esa determinación, esa fuerza; su fiereza.

Al estar frente a las puertas de la biblioteca, Lan Huan suspira para calmarse, si entraba de una, se lanzaría a comerse a su esposo, interrumpiendo sus tareas de líder de secta, molestándolo. Su entrepierna da un salto, pensar en Jiang Cheng molesto le encendía de una manera no muy sana. Cierra las puertas y coloca dos talismanes, uno como seguro y el otro para silenciar. Se toma las manos por la espalda y camina despacio, como acariciando el suelo. Sonríe al ver a Cheng tan concentrado, sumido en un pergamino, su rostro tatuado con su característico ceño fruncido y sus dientes torturando la punta del pincel. Otro salto de su pene, ojalá esos dientes estuvieran mordiendo su piel. Trata de ser lo más silencioso que puede y se coloca tras de él, inclina medio cuerpo noventa grados, observando la carta que parece preocuparle tanto. El cabello se le va para adelante, rozando el hombro del Jiang.

WanYin se gira, desenfundando Sandu. Lan XiChen da un salto hacia atrás, levanta las manos y muestra esa sonrisa que le hace cerrar los ojos.

—Maldita sea, ¿por qué no avisas que estas aquí? —Gruñe molesto, enfundando de nuevo su espada —. Casi te asesino

—No creo que WanYin sea capaz de matarme

—Tienes demasiada confianza en mí —pone los ojos en blanco, volviendo a su posición inicial.

—Lo que tengo, es mucho amor —se inclina, dejando un besito debajo de la nuca del Jiang. Siente la piel debajo de sus labios erizarse —. ¿Puedo sentarme?

Cheng se encoje de hombros, haciendo como que no le importa, aunque por dentro las entrañas se le estén contrayendo. Tenía tantas ganas de ser tomado, ¿hace cuanto que no tenían ese tipo de intimidad? A las doce salidas de sol ya había perdido la cuenta. Lan Huan, al estar tan cerca, se olvida por completo del pergamino, el día de hoy su WanYin se veía más hermoso y antojable que ningún otro día. Se le pasa una idea por la cabeza, pero no sabe si al otro le gustará. Se mueve más cerca, acercando su rostro al perfil del Jiang.

—¿Puedes leerme lo que dice?

El de Yunmeng traga, la saliva se le ha comenzado a acumular en la boca, el calor de su cuerpo iba en aumento. Con cualquier toque que el Lan le diera, iba a prenderse, haría a un lado el trabajo y se entregaría sin reparos.

—Es una carta que...

—Dime-lo-que-dice —pronuncia, saboreando las palabras y acercando su boca aún más al oído de Cheng, dejando que su aliento vaya calentando esa parte.

—Dice... am... —la voz le tiembla, la mano de Lan Huan se ha posado en su espalda baja, acariciando hacia abajo —. Líder d-de...

—WanYin, lee bien —susurra, comenzando a jugar con esa parte tan suave en la oreja de su esposo, ensalivando con la lengua y con los labios.

—Li... líder d-de...

—¿Es tu mayor esfuerzo? —Su diestra toma su cadera, acercándole más a su cuerpo, si eso era posible.

Jiang Cheng suspira, estaba comenzando a derretirse, y eso que sólo lo ha tocado con una mano y le ha estado provocando levemente con los labios. Hace el amago de hacer a un lado el pergamino, pero XiChen se lo impide.

—Lee

—Pero...

—Lee —vuelve a ordenar, con esa voz demandante que a veces le salía, como la del líder de secta que era.

¿Qué clase de entrenamiento recibían los Lan en Receso de las Nubes?

Cheng trata, pero con cada frase bien formulada, Huan sube la intensidad de sus muestras de afecto, pasa del oído a su cuello, después a la clavícula; su mano cambia de dirección, haciendo el camino hacia arriba, aferrando sus dedos en las costillas, casi a la altura de su pectoral. Los jadeos que comienza a soltar le dificultan la tarea de leer, una parte de su mente quiere maldecir, pero no puede concentrarse en tres tareas a la vez, aún menos cuando la excitación es la que se va apoderando de sus pensamientos.

—...por esa razón... pedimos su ayuda... ah —suelta por fin, bajando el pergamino e inclinando la cabeza hacía un lado, dejándole más espacio al Lan para recorrer.

—Lo has hecho bien, WanYin —le coloca un mechón de cabello tas la oreja, dejando un besito en su mejilla —. ¿Qué es lo que vas a responder?

—A la mierda eso. Yo quiero... —extiende los brazos, intentando atrapar al otro entre ellos, pero se lo impide.

—No, no. Un líder de secta debe ser responsable con sus deberes. Debes responder —le pasa el pincel.

Jiang Cheng infla las mejillas y hace un puchero. Lan Huan inhala profundamente, tratando de sacar todo el autocontrol que es posible. Con los dedos índice y pulgar, toma su barbilla, girándole para regalarle un beso de esos que te quitan el aliento y se acumula más saliva en ambas bocas.

—Escribe —ordena de nuevo, dejando que sus labios resbalen desde sus labios hasta el hombro que ha decidido descubrir; no puede evitar enterrar los dientes en esa porción de piel y dejar un besito en el espacio rojo que ha dejado.

Jiang Cheng suelta un quejido, su cuerpo entero vibra. Comienza a escribir, los caracteres le salen temblorosos, pero da su mayor esfuerzo, entre más rápido respondiera, más rápido podría abandonarse al placer que su esposo siempre le regalaba.

Las manos traviesas de XiChen van recorriendo todo aquel cuerpo trabajado pero esbelto, apretando en aquellas partes donde sabía complacía al Jiang. Su diestra se posa en aquella abultada entrepierna, masajeando. Jiang Cheng eleva el rostro, soltando un sonoro gemido, trata de mover las piernas pero, una vez más, Huan se lo impide, colocando su izquierda en la pierna compañera y con su codo derecho detiene la otra. Jiang Cheng gruñe con frustración.

—Aún no has terminado

—¿Cómo demonios quieres que termine si tus putas manos no me dejan? —Cuestiona molesto, estaba a nada de quitarse de encima al Lan y complacerse a sí mismo.

—¿Y ese vocabulario? Además, ¿qué clase de líder de secta eres si dejas el trabajo recién empezado? —Niega con la cabeza, poniendo un rostro lamentable.

Aquello irrita aún más a Cheng. Sólo para demostrarle algo y que su orgullo deje de ser mancillado, toma el pincel con convicción y escribe su respuesta, tratando lo mejor posible de ignorar el placer que su marido le brinda en estos momentos. Le complace ver lo que ha escrito, las líneas estaban temblorosas pero el mensaje era entendible.

—Terminé —avisa, como si aún estuviera en sus años en Receso de las Nubes.

Lan Huan toma el pergamino, permitiéndole a Cheng devolverle los besos en los mismos lugares donde él los ha depositado. Lee con satisfacción. Mira hacia un costado, notando la pequeña montaña de correspondencia. La idea maliciosa le hace sonreír.

—WanYin, buen trabajo —halaba, dejando un beso en tres partes diferentes, la frente, la nariz y sus labios, un beso profundo que los deja jadeando —. Pero aún no terminas

—¿Qué? Pero ya escribí una respuesta

Desvía la mirada hacia aquella correspondencia, Jiang Cheng le sigue. La sangre le hierve, y no precisamente por la excitación. Iba a mandar a XiChen a la mierda, le pediría que se separarán y cada quien se hiciera cargo de sus propias sectas.

—Si terminas todos tus pendientes, te haré sentir más que bien

Los ojos ocre de XiChen resplandecen tanto en excitación que la boca de Jiang Cheng se vuelve agua ante aquella promesa. Su cuerpo se moja con anticipación, quiere ser tomado, maldita sea, quiere que lo follen duro. Él no podía complacerse a sí mismo como su esposo lo complacía. Aún cuando su orgullo se vaya a la mierda, acepta la propuesta.

Las primeras tres cartas las lee sin problema, pero de ahí en más, todo se vuelve complicado, sus túnicas, de la parte superior, han sido bajadas, dejando sus hombros descubiertos pero siendo arropados por los besos mojados que Lan XiChen le va dejando. Sus manos no se quedan quietas, acarician la piel que va descubriendo, centrándose especialmente en el pecho, pellizcando sus pezones y pasando las uñas por las cicatrices de su pecho.

—Ah... por favor... follame... necesito... necesito... —se derrite aún más, apoyando su nuca en el hombro fibroso de su esposo.

Zewu-Jun se ha movido, colocándose detrás del Jiang, posando su mano izquierda en sus pectorales y su mano derecha bombeando su erección. El pantalón ha desaparecido en la carta número diez y su torso se encuentra completamente al descubierto, dejándole a Huan más piel qué saborear. Aquellos besos mojados y los dientes mordisqueando y dejándole la piel rosa y sensible era lo que más le encendía.

—Dos cartas más...

—No aguanto...

—WanYin es fuerte, puede soportarlo. Vamos, resiste un poco más, si lo haces, podremos divertirnos juntos —adentra con lentitud uno de sus dedos al ano de su esposo; le siente estremecerse, su cabeza se inclina hacia adelante y aprovecha para dejar una gran mordida en esa parte.

—¡AH! Por favor... por favor —lloriquea.

—A-Cheng, claro que puedes. Hazlo por los dos —aprovecha a meter otro dedo, moviéndoles como si acariciara su interior.

—¡AH! —Se muerde los labios.

Debía ser fuerte, era un maldito líder de secta. Junta todo el autocontrol que le queda y comienza a leer la penúltima carta, con dificultad pues los jadeos le cortan el habla. El pene de Lan Huan grita por ser apresado, ya no aguantaba más. Al ver que Cheng se encuentra redactando aprovecha y hace una travesura, mete su pene de una.

—¡AAAAAAAHHH! —Se aferra al pergamino, arrugándolo.

—Lo siento, A-Cheng... A-Cheng —su mano derecha acaricia desde el pecho hasta posarse en el cuello de su esposo.

Las piernas de WanYin tiemblan, se ha corrido, pero necesitaba más. Intenta moverse pero, cómo no, Huan se aferra a su cadera y se lo impide. La voz del de vestiduras blancas se mete en su cabeza, aún sin que hable, "no has terminado de trabajar". Gruñe frustrado. Lee en su mente, los labios y las manos de Huan no se quedan quietas; se pierde un par de veces durante la lectura, pero termina satisfactoriamente. Escribe una respuesta rápida, XiChen le premia con un par de embestidas.

—Buen trabajo, querido. Una carta más

—Q-que... que te den

—Mmm —saborea el delgado cuello y da unas estocadas más. Le siente temblar —. Tú eres al que le están dando

—N-no... aaah. Eres... eres un imbécil —se remueve, pidiendo más.

—A-Cheng... casi estas

Gruñe, toma el último pergamino y comienza a leer.

—WanYin... léeme —pide, besando tras su oreja —. Si lo haces bien, te daré lo que quieras —mueve las caderas, sacándole un par de gemidos a su esposo.

Vamos Jiang Cheng, tú puedes con esto y más, ¡eres un líder de secta!

—Estimado líder de secta —comienza bien, pero como lo ha prometido, Lan Huan le premia, impulsando sus caderas hacia arriba —. Ah...

—Ese sonido no lo veo, WanYin. Deberías... leer de nuevo

—¡AH! Eres... ah... n-nooo —se remueve, quería alejarse y terminar con esa mierda, acabar el trabajo y continuar con aquel juego placentero.

—A-Cheng, sigue leyendo. Me gusta tu voz —le pellizca un pezón y le acaricia el pene.

—Imbécil —insulta, imaginándose la sonrisa boba de su esposo —. E-estimado... estimado...

—La voz de A-Cheng se corta —menciona cantarín.

—T-tú... aaah... ah... —jadea, se muerde los labios y se inclina hacia adelante.

—WaaaanYiiin —canturrea.

—Estimado líder de secta. Mandamos... n-nuestro... nuestra...

—Lindo —muerde su hombro.

Trata, una y otra vez, pero las putas caderas de Lan Huan se mecen, su pene roza sus paredes y su mente decide que es buen momento para imaginar lo que van a hacer cuando termine de responder esa última carta. ¡Vamos! ¡Que era la última! Al ir a la mitad, sin equivocarse, con algunos jadeos y gemidos aquí y allá, Lan XiChen piensa que se lo está dejando demasiado fácil, así que vuelve a acomodarse, apoya las rodillas en el piso, levanta las caderas de Jiang Cheng y embiste.

—¡XICHEN! —Se aferra a la otra orilla de la mesa, afirmando los codos en la madera —. Ah... ah... ah... —esa rudeza le desconecta totalmente, la saliva le corre por la barbilla y las lágrimas se acumulan en el rabillo de sus ojos.

—Líder de secta Jiang, esa carta necesita ser leída

Jiang Cheng gruñe, detestaba que su voz sonara tan calmada, como si no estuviera machacándole las entrañas.

—No más. Zewu-Jun, por favor, necesito... ya estás...

—Una carta más

WanYin hace un berrinche, trata de moverse, pero esas enormes, adiestradas y fuertes manos se lo impiden. Da un puñetazo a la mesa, Zidian lanza chispazos y, cómo no, Lan XiChen vuelve a torturarle, sacando y metiendo ese cacho grueso de piel. Se muerde los labios, aguantando las ganas de gemir.

—Nuestros discípulos —continúa donde lo dejó.

Lan Huan se queda quieto, asoma por el hombro del de vestiduras violetas.

—WanYin, desde el principio

Su cuerpo se tensa, maldice un millón de veces. ¿Por qué se había casado con este hijo de puta?

—Voy a romperte las putas piernas

XiChen apoya sus labios en el hombro de su esposo, para que sienta la sonrisa que ha puesto. El rostro y cuello de WanYin se acaloran, sabía lo que estaba pensando ese imbécil "el que va a romper piernas está vez, seré yo".

—¡AH! —Gime, aferrándose de nuevo a la orilla de la mesa. No hace esperar a su marido y retoma la lectura desde el principio —. Estimado líder d-de la s-sec... secta... aaah...Yu... Yunmeng... Jiang... p-por... por... —deja caer su cabeza hacia el frente, suelta duras exhalaciones, XiChen se movía TAN bien.

—Sigue... quiero escuchar tu voz. La voz de WanYin me complace —sus movimientos comenzaban a afectarle también, y eso, en cierta forma, regocijaban el interior del de Yunmeng.

Lee, pero esta vez, Lan Huan le perdona un par de jadeos y gemidos (sin contar las maldiciones), ambos estaban en su límite, y si no dejaba que Jiang Cheng terminara con sus deberes, le explotaría algo; a ambos les explotaría algo.

—Ah... por este motivo... ah... M-más... d-dame m-maaaaás —eleva el rostro al cielo, la saliva es imposible mantenerla dentro de su boca.

—Dos líneas, WanYin... dos más...

—Pe... pero...

—Dos más —gruñe, apoyando su frente en el dorso sudoroso de su esposo.

—Quisiéramos que... lo-los aceptara en... s-su... sus entrenamientos... y, posteriormente... dentro de... ah... ah... du-durooo

—Tres palabras —susurra, juega con el lóbulo de su oreja dentro de su boca.

—Su prestigiosa secta —se le escapa un escandaloso gemido, Lan Huan le ha acertado una fuerte embestida.

—Buen trabajo, A-Cheng

Esta vez no hay más excusas, ambos se abandonan al placer que han estado reprimiendo desde hace casi treinta salidas de sol. Jiang Cheng se aferra al borde de la mesa, le permite a Huan poner el ritmo en sus embestidas,  le deja hacer lo que quiera con su cuerpo. XiChen toma lo que se le ofrece, entierra sus dedos en sus caderas, sintiendo bajo sus meñiques los huesos. Entra y sale con rudeza, escucha los lloriqueos de Jiang Cheng y eso lo enciende aún más. Toma los brazos de WanYin, los cruza tras su espalda y, afianzándose a ellos, se impulsa para embestir con más rudeza.

Los sonidos del choque piel contra piel le erizan los vellos a Jiang Cheng, su pene rebota y eso le gusta. El hormigueo en su vientre bajo le avisa que está a punto de correrse, aún sin ser tocado.

—A-Huan... ah... A-Huan...

Sostiene sus brazos con una sola mano, la otra la ocupa para mantener quieto a Jiang Cheng, aplastando su pecho en la mesa y enterrando sus dedos en su hombro. Gruñe y rechina los dientes. Su esposo era maravilloso, adoraba tanto todo lo que le ofrecía, el amor que le profesaba y su apoyo incondicional. Lo amaba tanto que creía en cualquier momento caería en la locura.

—Huan... gege —desvergonzado, cuando Jiang Cheng estaba en ese tipo de situación se volvía igual de descarado que su hermano Wei WuXian.

Su mente parece ser azotada por la electricidad de Zidian, por culpa de esas simples palabras eyacula, así, sin previo aviso. WanYin siente su interior llenarse, los gruesos dedos de su esposo le acarician la longitud del pene, un toque casi superficial que le hace llegar al clímax por lo sensible que ha quedado su cuerpo.

—Joder... joder —respira presadamente.

Sus extremidades terminan tan temblorosas que tiene qué recostarse en la mesa. XiChen sale con cuidado, deja anclada su vista en ese agujero, ver su esencia ser escupida tan lentamente... Era un pervertido. Saca un pedazo de tela de su manga para limpiar con cuidado aquel líquido viscoso. Deja un besito en su nalga derecha antes de comenzar a acomodarle las túnicas.

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