Respire profundo en cuanto entre a la sala de visitas y me deje caer sobre el sofá peinando mi cabello con ansiedad mientras intentaba calmar mi respiración y mis manos temblorosas y sudadas.
¿Qué acabo de hacer?
Este momento... justo ahora, era mi todo.
Seria la ultima vez que estaría sola, puesto a que estamos a nada del capitolio y nadie me visitaría aquí.
Soy hija única, mi madre esta muerta, mi padre esta en el capitolio esperando para matarme, mi abuela debe estar igual en el tren con los otros vencedores (mis tíos), quienes seguro me mataran igual.
Excepto Xavier, él esta loco y me adora.
Dejo de pensar y me sobresalto cuando escucho la puerta abrirse y la vi de pie junto al marco.
-Hola tía Lyme -salude con una sonrisa triste.
-¿Quieres escuchar algo gracioso? -pregunto con sarcasmo sin cerrar la puerta.
-No pero aun así lo dirás... -murmure ladeando la cabeza.
-Tu madre hizo exactamente lo mismo que tu acabas de hacer -confeso haciendo que la mirara confundida- Era mi primera cosecha y la ultima de ella... mi nombre salió y ella se ofreció como voluntaria sin siquiera pensarlo.
-Pero tu eres...
-¿Vencedora? -interrumpió y asentí con mi ceño fruncido por la confusión- El destino siempre te llega Helena, en mi ultima cosecha mi nombre salió... nadie pudo salvarme -finalizo suspirando y asentí procesando todo- Es hora de irnos cariño, ven -pidió ofreciéndome su mano.
En cuanto llegue junto a ella me dio un corto, pero cálido y necesitado abrazo, luego empezó a caminar para que la siguiera.
La tía Lyme... ella es parte de los lideres militares del distrito 2, siempre esta ocupada pero ha estado para mi desde que mama murió.
Nos encaminamos en silencio hacia el tren en un auto espacioso.
Eve estaba molesta a leguas, Ian me miraba como si ya quisiera estar en la arena para matarme y la tía Lyme estaba tranquila pero con ceño rudo como siempre.
Recuerdo que de pequeña eso era lo que mas anhelaba... Ser como ella. Dura y de hierro.
Aun no se si lo conseguí.
-Felicidades a ambos... -escuche una voz gruesa haciéndome salir de mis pensamientos y cuando caí en cuenta estaba en el vagón principal del tren.
No recordaba cuando había llegado.
-¿Tu eres nuestro mentor cierto? -pregunto Ian a mi lado y él sujeto enorme sonrió.
Brutus... Si no me equivoco, el único vencedor masculino que no es de mi familia, cuando cumplió la mayoría de edad, se ofreció como voluntario para participar en los Juegos del Hambre... no se cuales.
-Nosotros seremos sus mentores también -hablaron Xavier y August entrando al vagón principal. Sonreí de inmediato y cori a abrazar a Xavier mientras mi otro tío suspiraba con molestia.
No soy la favorita de August, es muy serio y... raro.
-Que espectáculo Lena -murmuro divertido mientras revolvía mi cabello y mi sonrisa se volvió algo triste mientras me encogía de hombros sin saber que decir.
-Helena -saludo August quitando cualquier sonrisa de mis labios.
-Tio August -salude con un asentimiento serio.
-Tu abuela te espera en tu habitación -informo antes de ir hacia un sofá y suspire cansada.
La abuela va a matarme.
-Yo seré su mentora también -hablo Lyme hacia Ian rompiendo la tensión- Los mentores y yo hablamos y decidimos que lo mejor seria aconsejarlos por separado, pero es su decisión.
-Decisión no muy justa considerando que solo él no es familia de Helena -señalo a Brutus quien observaba todo aburrido.
-Al menos no son feos... -murmuro con burla el señalado- Pero no me agradan los quejumbrosos, me quedo con la rubia -se quejo Brutus impaciente y sonreí de lado ligeramente mientas Ian se cabreaba.
-¿Y como elegiremos quien se quedara con quien? -pregunte inocentemente mientras sonreía de lado al igual que Lyme.
-Yo me encargare de Helena ¿August? -pregunto Lyme seria cruzándose de brazos.
-Me quedo con el quejumbroso -sorpresa, sorpresa, lo vi venir.
-¿Esnobaria? -pregunto a la ausente mujer que sonrió mostrando sus afilados dientes y señalo a Ian dejando todo claro- ¿Xavi...
-¿Enserio preguntas Hermana? -le interrumpió abrazándome por los hombros y reí al ver a la tia Lyme rodar los ojos con cansancio.
-Siempre te llevas a los mejores... -hablo Brutus con burla y un acento extraño y vi a Ian fruncir el ceño a mi lado.
Lastimaron su ego... Pobre.
-Nuestra madre entrenara a Lena, creo que es obvio -comunico August y todos asentimos.
Al final fue justo.
Ian se quedara con August, Esnobaria y Brutus.
Y yo con Xavier, Lyme y la abuela.
-Las reglas son simples ¿De acuerdo? -pregunto Lyme autoritaria- 1: Sin peleas. Tendrán tiempo para eso en la arena. 2: Sin romance. Aunque no creo que debamos preocuparnos por eso...
-Para nada... -murmure ladeando la cabeza y alzando las cejas con sarcasmo.
-3: Nada de... eso -hablo Brutus señalándome.
-No arrogancia, no sarcasmo, no rebeldía -enumero August con sus dedos y me aguante las ganas de rodar los ojos- Es la regla de oro de la supervivencia.. enamorar al publico -dijo finalmente y asentí suspirando mientras tomaba notas mentales.
-Tu lo tienes mas fácil lindura... -menciono Xavier estrechándome y sacándome una sonrisa- Todos te conocen y no eres lo que se dice fea gracias a los genes familiares... -finalizo con sarcasmo y rodé los ojos- Tu por otro lado -continuo señalando a Ian- Eres arrogante, altivo y no tan lindo como para hacer desaparecer eso.
-Corrígelo -ordeno Esnobaria autoritaria con una voz extraña y nos vimos envueltos en un túnel.
Llegamos...
Supongo que me salve de la charla con la abuela, por ahora al menos, no espero lo mismo de papá. Medite internamente unos segundos y llegue a la conclusión de que Brutus tenia razón.
Ellos quieren un show, yo sobrevivir...
No existe un deseo sin el otro.
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-Ahora que los has visto... ¿Qué piensas de los tributos de este año? -pregunto Caesar al actual vigilante en jefe Seneca.
-Creo que es difícil saberlo solo por la cosecha pero creo... que serán unos buenos juegos.
-¿Sí? -pregunto Caesar intrigado.
-Siempre suelen haber tributos profesionales voluntarios, pero cuando hay uno tan conocido, casi celebre, como lo es Helena Heavensbee... -alargo ladeando la cabeza- Es algo difícil de ignorar.
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De esta parte nadie me había hablado y ojala lo hubieran echo.
Me ducharon, restregaron y tallaron en exceso en lugares que no deberían ser duchados, restregados o tallados en exceso.
-¿No puedes evitar llamar la atención siempre cierto... -escuche preguntar a una voz tranquila y me incorpore sobre la camilla mientras se formaba una sonrisa en mi rostro.
-Ya me conoces... -respondí siguiendo su juego mientras me encogía de hombros- Por esto nadie quería decirme quien seria mi estilista -murmure bajándome de la camilla y abrace a Cinna- ¿Mi padre te lo pidió? -pregunte al separarme- Normalmente arreglas a los distritos exteriores.
-Yo me ofrecí... -respondió con una sonrisa simple- Y luego el me lo pidió -agrego haciéndome reír un poco- ¿Era una de tus niñas? -pregunto un poco mas serio y asentí borrando mi sonrisa.
-Así que... ¿Cómo me presentaras al mundo? -pregunte alzando las cejas animadamente para desviar el tema.
-¿Recuerdas el mito con el que te comparaban cuando venias de niña? -pregunto divertido.
-¿Cual de todos? -pregunte entornando los ojos falsamente.
Los nombres del distrito dos provienen de la antigua roma y a las personas de aquí les encanta compararnos con mitologías o historias de fantasía.
-Helena de Troya... -respondió sonriendo aun mas y alce una ceja complacida con que sea uno de mi agrado.
-Odio ese mito -mentí descaradamente haciéndolo sonreír mas.
-No te dejare llevar algo tan absurdo como un disfraz militar... -aclaro sin darme opción.
-No serias tu si lo hicieras -respondí con una ligera sonrisa.
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Cinna prometía y cumplía.
Me sentía un poco nerviosa al pie de mi carreta, pero confiaba en él.
Ian llevaba una especia de tela blanca como los egipcios dejando ver sus músculos y bastante piel.
Yo por mi parte llevaba un vestido corto de la misma tela, un collar dorado que se vería desde el espacio con zarcillos a juego y un delgado pero platinado velo que empezaba en el tope de mi cabello incrustado en las joyas que lo amarraba solo un poco dejando caer rizos perfectamente planeados.
Cinna insistió en que mi mejor estrategia seria parecer hermosa, pero letal, no demasiado para advertir de mi fuerza pero tampoco muy poco para parecer inofensiva.
Mi pierna ansiosa se movía de arriba a abajo con algo de impaciencia haciendo sonar los tacones que llevaba, o eso al menos hasta que me distrajeron.
-Lena... -escuche llamar una voz detrás de mi.
Esa voz.
Voltee con el ceño fruncido y el corazón en la mano sin saber bien por que... o quien.
Vi al chico frente a mi de unos 22 o 23 años, cuerpo fornido y ojos... esos intensos ojos verde mar.
-Tu... -murmure frunciendo el ceño mientras lo señalaba acusadoramente.
-¿Un azucarillo? -pregunto divertido jugando con un cubito, un terrón de azúcar en su mano- Es para los caballos, pero no creo que les importe -agrego acercándose con una sonrisa haciéndome entrecerrar los ojos- ¿No? -volvió a preguntar y metió el cubito a su boca saboreándolo.
-Pudiste mencionar tu nombre -comente alzando una ceja cruzándome de brazos- Seguro volveríamos a toparnos y lo descubriría.
¿Eso sonó a reclamo o fue la voz en mi cabeza?
Espero que no.
-Admito que lo esperaba ansioso, pero me has sorprendido -respondió sin quitar su tonta sonrisa mientras recorría mi cuerpo con sus ojos y un leve sonrojo se apodero de mi haciendo que me removiera en mi lugar- No es algo que pase a menudo...
-Imagino que no -comente con ligero sarcasmo y eso pareció hacer brillar sus ojos.
-Helena será nuestro turno -llamo Ian con voz monótona.
-¿Helena de Troya no? -pregunto Finnick inclinándose un poco sobre mi para jugar con mi velo y contuve la respiración para no rechistar- Muchas guerras iniciaron por su belleza -comento distraídamente mientras bajaba la mirada a mis ojos.
-Guerras han iniciado por menos que la belleza de una mujer... -murmure manteniéndole la mirada y al cabo de unos segundos volvió a su lugar dejándome respirar.
-No la de una mujer como tu... -dijo con un tono honesto ofreciéndome un azucarillo y el sonrojo se apodero de mi nuevamente mientras lo tomaba.
-Helena, cariño -llamo mi abuela haciéndome saltar asustada en mi lugar y vi a Finnick sonreír divertido antes de voltearme.
-Disculpa, ya voy abuela -sonreí algo nerviosa y fruncí el ceño al verla con esa sonrisa divertida como si supiera algo que yo no.
-Joven Odair -saludo mirando al frente y voltee hacia Finnick de nuevo.
¿Mi abuela me habrá visto coquetear con el hombre que podría ser... No mi padre, pero si un tío muy sexi?
Por favor que no.
-Un placer Hera -saludo Finnick con asentimiento mientras besaba una de las manos de mi abuela y enarque una ceja viendo todo.
Ese hombre sabe lo que hace.
-Despídete cariño -murmuro mi abuela hacia mi antes de irse con la misma sonrisa y seguí su camino hasta que me tope con August y Xavier quienes fulminaban al mentor del 4 sin pudor haciéndome voltear nerviosa.
-Finn -murmure al ver que el nombrado estaba cerca de mi otra vez.
Moriré de un ataque al corazón.
-Que curioso Lena... -murmuro por lo bajo cerca de mi rostro- Creo que hay un poco de purpura en el verde de tus ojos... -soltó algo hipnotizado- suerte -finalizo con una ligera sonrisa para besar mi mejilla lentamente y caminar de vuelta hacia el carro de su distrito mientras yo seguía de piedra en mi lugar.
-Helena ¿Qué haces? -escuche a la tia Lyme recién llegada y salte en mi lugar parpadeando varias veces para recuperar la compostura y voltear finalmente.
-Ya voy -respondí con una ligera sonrisa nerviosa y me encamine a mi carrosa.
-¿Que pasa con Odair? -pregunto August serio y la abuela lo miro mal, yo por mi parte trague con nerviosismo suspirando antes de colocar mi mascara imperturbable de la chica adorada por el capitolio.
-No te incumbe -respondí seria antes de voltear al frente acomodando mi atuendo y sonreír enormemente mientras la carreta arrancaba y yo saludaba a todos.
Respire profundo para mantenerme tranquila y sentí esa inconfundible mirada sobre mi pero no me inmute... devolverle la mirada seria darle mas ventaja de la que ya tenia.
-Pero miren eso... -dejo Caesar al aire al ver salir la carroza del distrito 2.
-¿Acaso esa es...
-Así es Amón, es Helena Heavensbee... esta radiante señoras y señores, radiante -alago Caesar a la nombrada que sonreía enormemente y saludaba, con falsedad, a todos lados.
-Debo decir que el echo de que un tributo profesional se ofrezca como voluntario no es una sorpresa pero ¿Viste como protegió a esa niña? El publico ya la ama, seguro le pondrán su atención desde este instante...
-Así es Amón... Sin duda los favoritos para estos juegos ya están decididos...
El presidente Snow dio su clásico discurso de bienvenida, alabando nuestro ''Sacrificio'' obligatorio y sin abandonar la frasecita monótona, eventualmente luego de sonreír saludar y fingir escuchar atentamente... Todo acabo.
-Eso fue ¡Genial! -soltó Eve un grito agudo haciéndome reír mientras fruncía el ceño.
-Lo hiciste bien -alago Lyme con un diminuto asomo de sonrisa- Te mantuviste impasible pero amable... Volviste locos a todos.
Todos incluyendo a Eve seguían hablando con Ian y corrigiéndole, mientras la abuela me daba ligeros consejos, pero mi vista y atención se desviaron al intenso espécimen ubicado detrás de ella.
Finnick... me miro con una ligera sonrisa que casi parecía honesta de no ser por la fama de coqueto que tiene.
Al recordar eso mi vista parpadea intermitentemente entre él y mi abuela intentando ignorarlo, no me conviene acercarme a él.
En una de las miradas furtivas me hizo una leve reverencia hacia adelante en modo de broma y yo le di un asentimiento mientras sonreía como tonta sin poder evitarlo.
-...Helena -escuche la voz de Eve mientras tocaba mi brazo y volví al mundo.
Inconscientemente volvieron todas las voces, sonidos de caballos y murmullos lejanos del gran público afuera, a la vez que note la mirada de la abuela sobre mi haciéndome fruncir el ceño.
-¿Estas bien? -pregunto Eve preocupada, mire sobre su hombro y él de ojos verde mar se había esfumado.
-Excelente, vamos.
Eve nos llevo a lo que seria nuestro nuevo hogar estos días, el piso dos de acuerdo a nuestro distrito. Era bastante lujoso, demasiado, literalmente el recibidor de este lugar era del tamaño de mi casa.
Decidí no darle muchas vueltas al asunto y me acomode en una habitación, me duche y opte por quedarme allí esa noche, se que habría una fiesta de bienvenida, pero los tributos no podían ir.
Y aunque sé que tengo pase libre por mi padre, y que seguro me espera ahí, no tengo ganas de ser reprochada.
Me siento triste, cansada y utilizada como para ser regañada otra vez.
Me dejo caer sobre la cama sin siquiera vestirme y todo se volvio distante.