Overlord: La niña y el nigrom...

By MichelWittman

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Tras arribar de su aventura en el reino santo, Ains Ooal Gown descubre una capacidad desconocida de su cetro... More

Parte 1
Parte 2
Parte 3
Parte 4
Parte 5
Parte 6
Parte 7
Parte 8
Parte 9
Parte 10
Parte 11
Parte 12
Parte 13
Parte 14
Parte 15
Parte 16
Parte 17
Parte 18
Parte 19
Parte 20
Parte 21
Parte 22
Parte 23
Parte 24
Parte 25
Parte 26
Parte 27
Parte 28
Parte 29
Parte 30
Parte 31
Parte 32
Parte 34
Parte 35
Parte 36
Parte 37
Parte 38
Parte 39
Parte 40
Parte 41
Parte 42
Parte 43
Parte 44
Parte 45
Parte 46
Parte 47

Parte 33

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By MichelWittman

Las calles del reino hechicero se veían vividas con la habitual bulla matutina que era costumbre ya en la ciudad, mujeres de todas las razas distintas habitantes de la nación se movían por los mercados y tiendas mientras compraban sus víveres semanales, mercaderes ambulantes y tendederos de tiendas establecidas gritaban alegremente mientras intentaban atraer clientela a sus negocios e inclusive a esa hora no era extraño ver ocasionalmente enormes y majestuosos dragones de escarcha ayudando a transportar suministros y mercancía desde las naciones enanas y aldeas más alejadas, dándole paso a una mayor abundancia de productos, así como proporcionar mejor seguridad a los cargamentos que eran exportados de la nación.

Pero entre toda la calida imagen que ya era normal en las calles, un par de mujeres atraían la atención como pocos lo hacían, pues pese a que su belleza fuera uno de los motivos, se debía principalmente a su reputación como servidoras directas del rey de aquel joven país.

Yuri alfa y Entoma caminaban tranquilamente por la calle principal, dirigiéndose a las puertas principales de la urbe para recibir a invitados muy especiales de su rey.

A su paso era normal ver a niños y mujeres saludar amistosamente al dúo, mientras que los hombres preferían extenuar sus respetos desde una distancia un poco mayor, pues los nuevos que llegaban a la ciudad tendían a comprender de muy mala manera que coquetear con las sirvientas y mandatarias del rey hechicero era algo tanto mal visto por la ciudadanía como castigado por la ley dependiendo de su insistencia o grado de hostigamiento. Ver a las sirvientas del rey hechicero deambulando por la ciudad era algo especial, o más bien extraño, pues ellas usualmente solo abandonaban a su amo para encargarse de tareas muy específicas; supervisar construcciones, tratar con comerciantes de alta gama, atender a embajadores de aldeas y pequeñas ciudades, recibir gente que solicitaba asilo eran solo algunos de los ejemplos de sus tareas, aunque por lo general ellas se encargaban de estos deberes únicamente cuando acarreaban un peso político o que pudiese alterar la imagen del reino hechicero.

Acompañadas por una pequeña multitud de niños, las chicas extenuaron pequeñas caricias maternales sobre las cabezas de los infantes, sin importar su raza; hombres lagarto, humanos, gremlims, orcos, Qguoa, cualquiera era tratado de forma igualitaria ante las maids, aunque rápidamente estas les pidieron dejarlas en paz, debido a la naturaleza de su trabajo.

Una vez las sirvientas quedaron solas, su conversación siguió con normalidad.

-pensaba que la shalltier-sama podía abrir portales directamente en Nazarick-

Dijo Entoma con un tono un tanto molesto.

-En efecto, pero Ains-sama nos ordenó recibir a los embajadores en la puerta principal y guiarlos hasta la gubernatura-

Las antenas de la pequeña maid se agitaron mientras su mirada bajaba hasta vislumbrar sus pisadas, las cuales parecían tomar un aire más triste, cosa que Yuri no pasó por alto.

-Qué pasa?...te vez decaída...-

Entoma guardó un silencio profundo pero corto antes de responder con melancolía

-...extraño a nabe...-

Yuri abrió sus ojos completamente mientras un nudo se formaba en su garganta y estomago; instintivamente llevó sus manos hasta sus lentes y acomodándolos torpemente dijo con seguridad.

-No te preocupes...Ains-sama seguramente le permitirá regresar pronto...-

Entoma solo asintió ligeramente, sin dejar de emanar esa aura pesimista. Por su parte Yuri había mantenido el evento oculto de sus hermanas, ella era la mayor y la líder provisional de las Pleyades, era su deber protegerlas, por lo que de cierta forma se sentía culpable de la muerte de su hermana; si podía evitarles la misma pena por la que ella pasaba, lo haría tanto como pudiese, a menos que su amo se lo prohibiera.

Sus pasos calmados las llevaron a la puerta principal de la ciudad, a los pies de una magnifica y colosal estatua que retrataba a su rey, Ains Ooal Gown.

-Yuri-sama, Entoma-sama, que placer tenerlas en nuestro humilde puesto este hermoso día...qué las trae por aquí?-

El encargado del puesto "fronterizo", una lamina vestida con finas telas de vistosos colores, hablaba con palabras dulces y una actitud amistosa hacía las damas, aunque esto en realidad era para cubrir sus nervios, los cuales se sentían sumamente alterados cada vez que alguien del circulo interno de Nazarick lo visitaba.

Junto a él, una pequeña fila de civiles, granjeros, comerciantes y aventureros aguardaban la usual revisión que les permitiría el acceso a la ciudad. Todos se vieron atraídos por el par de Maids que hablaban con el encargado, pero solo los más novatos tuvieron la osadía de expresarse al respecto.

-Demonios...ahora sé porque querían venir aquí!-

Las palabras burlonas de uno de los jóvenes aventureros a sus compañeros fueron lo suficientemente altas como para que todos las escucharan, cosa que no le importaba y que en realidad era su intención, pues el grupo de maids giró instintivamente para mirar a quien hacía tanto alboroto, lo que dibujó una sonrisa coqueta en la cara del chico, quien se regocijó presumidamente mirando a sus camaradas. Sin embargo, las caras de sus amigos estaban pálidas y más bien mostrando una expresión temerosa a la vez que molesta.

-Disculpe...tiene algo que decir?-

Dijo Yuri con un tono serio y ligeramente molesto a la vez que acomodaba sus lentes, por su parte Entoma ya se encontraba con los brazos levantados, una clara señal de molestia en un intento por verse más grande e intimidante.

El joven se vió confundido y tomó las acciones de la maid como una invitación a su cortejo, pero antes de que pudiese hablar su boca fue cubierta y obligado a agacharse por la fuerza pese a que esto lo lastimara, pero al mirar quién lo sometía de manera traicionera, se topó con que sus propios amigos eran quienes lo retenían a la vez que ellos se arrodillaban de igual manera.

-se...señorita...no...yuri-sama, le suplicamos perdone la imprudencia de nuestro amigo...es nuevo en la ciudad y no sabe cómo funcionan las cosas por aquí...-

-La ignorancia no exime de la culpa-

Esta vez fue la lamina quién habló, intentando evitar la molestia a las maids de lidiar con ese tipo de personas, frecuentes usuarios de ese portal hacía la ciudad.

-Lo entendemos, le rogamos nos permita castigarlo nosotros mismos...-

El encargado miró a ambas mujeres esperando instrucciones, pero yuri simplemente mró en otra dirección, una sutil confirmación.

-De acuerdo...pero tendrán que irse por hoy...-

-Espera...qué?-

-Cierra la boca imbécil!-

El novato se veía confundido y molesto, pero sus compañeros solo parecían enfadarse con él, cosa que lo sacaba de quicio todavía más.

Sin perder tiempo el grupo se retiró mientras el chico se retorcía forcejeando con sus compañeros.

Apenas y la calma regresó, un portal se abrió a las afueras de la ciudad, justo a tiempo para que las maids recibieran a los invitados.

De la ruptura del espacio controlada por shalltier, un par de hombres y una mujer aparecieron, usaban uniformes militares claramente similares a los de Tanya, salvo que estos eran de un color marrón y cafés con varias medallas colgando en el pecho y sombreros de oficiales con una vistosa estrella roja en el centro.

-Comandante Pretevkov, Comisario Ivnatov, Comisaria Liliya les damos la bienvenida al reino hechicero-

Los hombres se detuvieron frente a las mujeres y realizaron un pulcro saludo militar antes de saludar de una manera un tanto más casual.

-Es un honor ser recibido por su majestad en tan poco tiempo-

-Por favor, síganos-

Asintiendo amablemente, los tres oficiales siguieron a las chicas silenciosamente a través del portal a la ciudad.

Mientras atravesaban la muralla, las miradas de los tres extranjeros se movían entre las inmensas estructuras que conformaban los bordes del reino y los miembros del personal que cuidaban la entrada, pues las diferentes especies que lo conformaban eran nada menos que extravagantes a sus ojos.

Una vez ingresaron a la ciudad, su admiración y asombro incrementó, pues se toparon con una ciudad que combinaba un estilo medieval con un diseño más moderno.

Las calles habían sido diseñadas para que las carretas y carruajes pudieran moverse rápidamente de un lado a otro sin problemas, con lámparas de fina fabricación en intervalos regulares para proporcionar iluminación en las noches, tiendas con diseños goticos y fachadas hermosas abarrotaban cada lugar, callejones con bellas plantas y bien cuidados jardines, pero aquello que los impresionó más que cualquier otra cosa era la variedad de gente que habitaba tras los muros.

Decir que el reino hechicero era multirracial era la descripción más adecuada, pues toda clase de personajes se paseaban de un lado a otro sin prestar mucha atención a los recién llegados.

-...Increible...-

Liliya no pudo evita proclamar su asombro en voz alta mientras seguía avanzando, cosa que hizo sonreír levemente a Yuri, mientras que los compañeros de la chica la miraron con expresiones más bien molestas, pues no querían dejar ver a las recepcionistas del rey hechicero que se encontraban impresionados.

Repentinamente el sol que los cubría desapareció momentáneamente, cosa que los hizo mirar e cielo, solo para encontrarse con una imagen mitica...un dragón.

La criatura de leyendas volaba sobre la ciudad con elegancia y poder, dejando a los oficiales extranjeros pasmados y boquiabiertos mientras contemplaban el maravilloso espectáculo que se sucitaba sobre ellos, pues las bestias habían sido instruidas para hacer cierto patrón de vuelo antes de aterrizar, un patrón específicamente hecho para que pareciese una danza, embelleciendo aún más la imagen de la urbe.

El dragón de escarcha poco a poco comenzó a descender en medio de la ciudad, junto a una multitud de criaturas que aguardaban en filas, cosa que llamó oderosamente la atención de el tercio de invitados.

-Disculpe señorita...qué está pasando allí?-

Yuri miró en la dirección que el comandante le indicaba, sonriendo más bien por el hecho de que las predicciones de su amo habían sido correctas, aunque esta vez Entoma fue más rápida.

-Esa solo es la fila para poder salir del reino más rápido-

El comandante quedó confundido mientras que intentaba descifrar lo que la pequeña maid le había dicho, aunque afortunadamente Yuri intuyó el problema del hombre y acudió en su ayuda.

-Hace un tiempo nuestro rey subyugó a los dragones de escarcha mientras ayudaba a el reino enano, desde entonces los dragones son usados tanto como medio de transporte para nuestros ciudadanos como para transportar cargas pesadas de manera más eficiente-

El grupo miró nuevamente en la dirección en la que el dragón se encontraba, mirando el tumulto de gente de manera diferente, pues ahora alcanzaban a distinguir como algunas personas descendían mientras que otras subían.

Una vez aclarado el funcionamiento de los dragones todos emprendieron nuevamente su camino a la alcaldía, aunque liliya no pudo evitar mantener sus ojos en las bestias de hielo hasta que desaparecieron entre los edificios y las personas, momento en el que finalmente se concentró en su tarea.

Al llegar a la alcaldía fueron recibidos como a cualquier otro embajador extranjero, dándoles una habitación para que descansaran y permitiéndoles pasear por la ciudad si así ellos lo querían, aunque prefirieron rechazar estos privilegios en aras de reunirse inmediatamente con Ains, quien ya se encontraba preparado para recibirlos, aunque a sugerencia de la propia Tanya, decidió dejar esperando a los diplomáticos un poco antes de finalmente llamarlos ante él.

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