Yuanfen [YoonSeok]

By Hobibuba

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Donde Jimin descubre la verdad de su familia. More

Prólogo.
Capítulo I
Capítulo II
Capítulo III
Capítulo IV
Capítulo V
Capítulo VI
Capítulo VII
Capítulo VIII
Capítulo X
Capítulo XI
Capítulo XII
Capítulo XIII
Capítulo XIV
Capítulo XV
Capítulo XVI
Capítulo XVII
Capítulo XVIII
Capítulo XIX
Capítulo XX
Capítulo XXI
Capítulo XXII
Capítulo XXIII
Capítulo XXIV
Epílogo.
La bicicleta
El parto
La Boda
Extra: Que hubiera sido sí...

Capítulo IX

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By Hobibuba

Advertencias: segunda parte de Kilig, por lo tanto, para entenderla, debes haber leído previamente esa historia. YoonSeok. 

―¿Cuáles son las garantías mínimas?

Song Qian, a su lado, se recostó en la silla mientras acomodaba sus lentes en su rostro, moviendo un lápiz en su mano sobre la carpeta. Frente a ellos, el Presidente del Gobierno chino, Ang Lee, arrugaba el ceño con molestia.

―¿Se tomó al menos la molestia de leer nuestro Petitorio? ―preguntó Song, con burla en su voz.

El Presidente apretó sus labios, mirando al resto de su Gabinete reunido en la mesa, tensos e incómodos en el lugar.

―Las garantías mínimas ―repitió, dirigiendo sus ojos a Jackson.

Jackson ladeó la cabeza.

―Señor Presidente ―dijo Hoseok con voz suave―, la líder es Song Qian, no Jackson Wang, así que es a ella a quién debe dirigirse.

Ang Lee soltó un ruido de desprecio.

―No hablaré con omegas rebeldes y provocadores, así que no te dirijas a mí, maldita puta ―espetó el Presidente.

La ofensa no lo inmutó: no era lo peor que le habían dicho los alfas en su vida.

Perra. Zorra. Chupapollas. Puta. Siempre necesitado de una polla en su sucio agujero. Animal que sólo sirve para follar. Agujero útil sólo para satisfacer a un alfa.

Jackson soltó un gruñido de advertencia.

―Si lo vuelve a ofender, daremos esto por terminado ―espetó Jackson, furioso.

Antes de que Ang pudiera decir algo, Song se le adelantó:

―Inmunidad para todos los alfas, betas y omegas que pertenecen al movimiento ―dijo con tono duro―. Libertad inmediata para los presos políticos, y betas y omegas condenados por defensa contra el ataque de un alfa, comenzando por Mark Wang, esposo de Jackson.

―Concedido y concedido ―cedió Ang, furioso.

―No he terminado ―gruñó Song―. Al menos la mitad de su Ministerio tendrá que ser reemplazado por betas y omegas. La Cámara de Diputados y Senadores tendrá que poseer al menos la mitad de escaños para betas y omegas al igual que la presencia de betas y omegas en juicios.

―¡¿Qué?! ―el presidente enrojeció por la rabia―. ¡Están locos!

―Betas y omegas tendrán la misma libertad para poder acceder a los trabajos que deseen y estudiar las carreras que quieran, sin distinción de su raza ―la voz de Song se iba tornando más y más exigente―. Voto para los omegas. Eliminación de escuelas sólo para omegas, betas y alfas. Eliminar del currículum escolar la clase de Principios Básicos para el Omega.

―¡Es inaceptable! ―gritó Ang.

―Y, por último, un proyecto de ley que apoye al omega marcado a la fuerza, violado y maltratado por un alfa, otorgándole los derechos y recursos para alejarse de su agresor y violador si así lo desea, además de protección en caso de emergencia ―Song sonrió―. Esos son nuestros pisos mínimos, Presidente Ang.

Hoseok admiraba como Song podía mantenerse tranquila, impasible e incluso indiferente cuando la sala estaba llena de alfas enfurecidos por sus palabras. Costaba todo su esfuerzo, al menos para él, no encogerse y buscar algún lugar donde esconderse de toda esa ira.

Jackson percibió su nerviosismo, porque le tomó la mano por debajo de la mesa, a pesar de que su relación estuviera rota y destrozada.

―Podría ordenar asesinarlos con sólo una palabra ―espetó el Presidente, enfurecido―. Podría simplemente imponerme ante ustedes dos, malditas zorras engreídas, y hacer que se arrodillen ante mí pidiendo perdón, y luego hacer que todos aquí se las follen por su insolencia.

Un murmullo colectivo en señal de aprobación recorrió a los ministros.

Song sonrió fríamente.

―Puede hacerlo ―concedió Song, poniéndose de pie―, pero mis órdenes son que, si mis omegas no reciben un mensaje cada diez minutos, pueden volar todo el edificio con ustedes incluidos ―Hoseok le imitó, seguido de Jackson―. Los dejaremos para que discutan su posición.

La puerta se cerró detrás de Jackson, y Hoseok, sólo entonces, pudo soltar el aire que estuvo conteniendo. Song lo miró, suavizando su expresión, antes de acercarse y darle un abrazo dulce y materno.

Song era dura, imponente y hermosa, sin embargo, a Hoseok realmente le gustaba ser abrazado por ella, pues se sentía, muchas veces, como si fuera una mamá para él. Hoseok no podía relacionarlo ya que nunca tuvo una figura materna en su vida, nunca nadie se preocupó por él cuando era sólo un niño, pero imaginaba que la sensación debía ser parecida.

―Lo hiciste bien, Smile Hoya ―le murmuró Song.

―No hice nada ―dijo Hoseok en voz baja.

―Estuviste a mi lado ―Song levantó su rostro, sonriéndole―, eso ya es demasiado.

Cerró sus ojos un momento cuando le besó en la frente, suspirando.

―Fue mejor de lo que esperaba ―comentó Jackson―, creí que Ang se negaría a dejarte hablar.

Song se encogió de hombros, tranquila.

―No aceptarán, esto es sólo diplomacia barata ―contestó despectivamente―. Estos bastardos jamás aceptarán a menos que les esté apuntando con una pistola en la cabeza.

―Tal vez eso tienes que hacer ―sugirió Hoseok―, me gustaría ver sus caras.

Song soltó una risa, encantada, mientras Jackson negaba con la cabeza, aunque sonreía con diversión.

Sin embargo, cuando la puerta de la sala volvió a abrirse, sus expresiones se pusieron serias otra vez, y Hoseok volvió a suspirar en su interior, preparándose para lo que iba a venir.

Jimin abrió sus ojos de golpe, aturdido, desorientado.

Soñó otra vez con mamá.

No llores, mi amor, por favor. Prometo que volveré por ti, lo juro, Jiminie, pero tienes que quedarte un tiempo con papá, y cuando regrese, bebé... Te juro que iremos a comer todo el helado que quieras y te compraré todos los peluches del mundo, pero tienes que portarte bien.

Todo el helado que quisiera. Eso sonaba bien.

Cubrió su mano con su boca, ahogando el repentino sollozo que quiso escapar de sus labios, y se enderezó, notando que el avión estaba descendiendo.

Descendiendo en China.

Su estómago se contrajo por la ansiedad, volteándose para observar a su padre dormir como una roca. Adelante suyo, Tae roncaba con la boca abierta, mientras Jungkook jugaba con su consola portátil.

Antes de poder decir algo, la voz del piloto resonó en la cabina, diciendo que aterrizarían en diez minutos y que apagaran sus teléfonos móviles. Pudo escuchar como Taehyung se atragantaba con su saliva al ser despertado repentinamente, y sonrió por la diversión.

—Eres un idiota —murmuró Jungkook, mientras Tae bebía agua—, siempre te atragantas, algún día morirás por eso, ¿lo sabes? Por supuesto que lo sabes, tonto, te lo he dicho miles de veces y aun así...

—Yo también te quiero, bebé —farfulló Tae.

Antes de seguir escuchando esa tonta pelea que la pareja estaba teniendo, observó cómo su papá le tendía un pañuelo, amodorrado, pero sin decir cosa alguna.

Jimin le miró con agradecimiento, quitando el rastro de lágrimas de su rostro, tomando aire mientras el avión aterrizaba y Jungkook seguía regañando a Taehyung.

Veinte minutos después estaban en tierra firme, arrastrando las maletas detrás suyo, abriéndose paso entre la multitud de personas. Yoongi, por supuesto, iba adelante pues era el que más se manejaba en chino y se encargaría de guiarlos por la ciudad.

Subieron a un taxi en silencio.

—Pedí sólo un cuarto para cuatro personas —dijo Yoongi, desde el asiento delantero—, pensé primero en pedir dos cuartos, pero luego me dije que no quiero ver a ningún mocoso desnudo o follando por ahí, así que se aguantan.

Jungkook enrojeció, Taehyung tosió y Jimin quería hundirse en su asiento.

—Sí, tío amargado —murmuró Jungkook.

Jimin soltó una risa baja, girando su cabeza para comenzar a mirar por la ventana, sus ojos observando las calles vacías de Pekín, y tragó saliva cuando recordó la situación que estaba viviendo el país. Si ellos lograron entrar sin problema fue porque Yoongi movió sus contactos, aludiendo a que era un viaje de negocios, pues en cualquier otra situación, entrar habría sido mucho más difícil, por no decir imposible.

En especial ahora que el conflicto entre omegas, betas y alfas era tan visible e imposible de detener.

Se hundió en su asiento, pensando en que su mamá estaba metido en todo eso y que era, prácticamente, una especie de fugitivo de la ley, por lo que encontrarlo no sería algo fácil.

El taxi se detuvo fuera de un hotel, así que no tardaron en bajar, con su estómago gruñendo por el hambre, pero a Jimin eso poco le interesaba porque estaba más impaciente por comenzar a buscar a Hoseok. Una vieja dirección estaba guardada en su bolsillo, una que le envió su mamá meses atrás cuando, en una de sus muchas cartas, le sugirió si quería ir a verlo, que si quería le entregaba la dirección para que llegara sin problema alguno. Se cruzó de brazos mientras su papá los registraba en el hotel.

Tae le sonrió, apoyando las manos en sus hombros para tratar de tranquilizarlo, y Jimin mordió su labio inferior.

Yoongi volvió, llevando la llave de la habitación, y subieron al ascensor.

—Dejaremos las maletas e iremos a comer algo —dijo su papá con tranquilidad—, veré qué logro averiguar.

Jimin le miró.

—No —contestó, impaciente—, vamos enseguida, no quiero seguir esperando.

Tae y Jungkook se miraron, retrocediendo unos pasos en silencio.

El mayor miró a Jimin con una expresión en blanco.

—Dije que iremos a comer, Jimin —gruñó—, y luego yo me dedicaré a averiguar algunas cosas, mientras ustedes tres vuelven acá a descansar.

Las puertas del ascensor se abrieron.

—¡No, no haremos eso! —dijo enfurecido Jimin—. ¡No puedes dejarme fuera de esto!

—Puedo, y lo haré —le espetó Yoongi—. Mierda, Jimin, entiendo que estés impaciente, pero Hoseok es un rostro visible de este movimiento y encontrarlo no será fácil, ¿pretendes acaso que vayamos preguntando persona por persona si lo han visto?

—¡Si es necesario sí! —su padre soltó un bufido, abriendo la puerta de la habitación y caminando sin detenerse—. ¡Estás haciendo tiempo, eso es!

Jungkook y Taehyung se escabulleron al baño, sin querer quedar entremedio de la discusión.

Yoongi se giró lentamente, mirando a Jimin con ojos brillando por la rabia.

—¿Qué estás diciendo? —preguntó, tratando de conservar la calma.

Jimin hizo una mueca.

—Qué estás haciendo tiempo porque no quieres encontrarte con mamá —le dijo, enfurecido—. ¿Creías que no iba a notarlo? ¡Tienes miedo! ¡Estás aterrado de encontrarte con mamá!

—Estás hablando estupideces —murmuró Yoongi.

—¡Deja de tratarme como un niño!

—¡Entonces deja de comportarte como uno!

—¡El único que se está comportando como un niño eres tú, papá! —Jimin dio un paso, cruzándose en su camino, y Yoongi le miró con una mirada rabiosa—. Deja de evitarlo, deja de huir y enfréntate a mamá de una vez, ¡lo único que estás haciendo es atrasarlo porque tienes miedo de... de...!

—¿De qué, Jimin? —gruñó Yoongi, alejándose y caminando hacia la puerta.

—¡De que él ya no te quiera y esté con otro!

Yoongi se quedó quieto, su mano en el pomo de la puerta, y por un instante, Jimin temió haberse pasado, haber dicho demasiado, pero ya era tarde para arrepentirse.

Su papá lo miró por sobre su hombro, con su rostro en blanco.

—Te quedarás aquí con los otros mocosos, volveré cuando sepa algo —escupió Yoongi saliendo, cerrando con un portazo.

Jimin lanzó el florero más cercano contra la puerta recién cerrada, soltando un grito de molestia antes de apretar los puños, volteándose hacia las maletas y pateándolas de paso. Maldijo en voz baja, furioso, pero antes de poder golpear la pared, sintió un tirón en su hombro.

—Basta —espetó Taehyung—, asustas a Jungkook.

Tiró de su hombro, soltándose.

—¡No me importa! —le dijo, observándolo.

Tae le devolvió la mirada, sin inmutarse ante su molestia, y volvió a agarrarlo, empujándolo hacia una habitación. Jimin trató de resistirse, gruñendo, pero el mayor contestó de la misma forma, para después ser empujado contra la pared. Tae acercó su rostro.

—Cálmate —ordenó Tae con voz grave.

—¡¿Cómo quieres que lo haga?! —gritó Jimin—. ¡Mamá está ahí y no puedo ir a buscarlo, porque al idiota de mi padre se le antojó!

—¡Qué te calmes, Jimin! —insistió Taehyung—. ¡Sabes que Jungkook es un omega y se asusta con los gritos!

—¡Me importa una mierda! —espetó Jimin—. ¡Si quiere que me calme, que traiga su jodido culo para acá!

No pudo decir otra cosa, pues Taehyung le cruzó el rostro con una bofetada.

Picor recorrió su mejilla, ardiendo, y sus ojos se movieron hasta chocar con la enojada mirada de Tae. Reparó en sus palabras, y agudizó el oído, oyendo los sollozos asustados de Jungkook provenientes del baño.

Mordió su labio inferior.

—Yo...

—¿Tú qué? —murmuró Tae—. ¿No fue también la rabia y la ira lo que arruinó la relación de tus padres?

Enmudeció antes de bajar la vista, avergonzado.

La puerta del cuarto abrió y Jungkook entró con ojos lagrimosos para luego caminar, titubeante, hacia la cama, subiéndose a ella y poniéndose en cuatro, boca abajo.

—Si lo harás, hazlo rápido —lloró Jungkook.

Tae miró a Jimin, impasible.

—Lo siento —dijo Jimin con la voz temblando—. Jungkookie, lo siento. No quise... No quise ofenderte, de verdad —Jungkook se acurrucó contra la almohada, desplomándose como peso muerto—. Taehyung, no quise... —su garganta ardió—. Gracias por golpearme.

Tae lo agarró de las mejillas, levantando su rostro. Antes de preguntarle qué estaba haciendo, se inclinó y le dio un beso en los labios, gruñendo en señal de afirmación. Jimin trató de seguirle el beso como pudo, de forma torpe y algo dulce, jadeando cuando el aire se acabó.

—¿Estás más calmado? —preguntó Tae, separándose unos centímetros.

Asintió, abrazándolo por la cintura, enterrando su rostro en su pecho, y agradeció que Tae se quedara allí acariciándole el cabello, sin moverse, sólo sosteniéndolo.

—Soy un desastre —murmuró Jimin contra la ropa de Tae, olisqueando su olor envolvente y fuerte.

—No —Tae le besó la frente—, puedo entender que quieras encontrar a tío Hobi pronto, Jimin, es comprensible todo eso —suspiró, llamando su atención—. Mira, tío Yoongi dijo que saliéramos, ¿cierto? Pero ¿cuándo le hemos hecho caso?

—¿Nunca? —titubeó Jimin, quién siempre obedeció a su papá en cualquier orden que daba.

Taehyung sonrió.

—Bueno, si te soy sincero... —el mayor se inclinó, frotando su nariz con la suya—, cuando eras un bebé, sólo le hacías caso a tío Hobi. Eras muy malcriado... y lo sigues siendo —los ojos de Tae brillaron—. Tal vez debería castigarte por eso.

Una ola de excitación recorrió su espina dorsal, sin embargo, se obligó a concentrarse en cualquier otra cosa menos en las imágenes que invadieron su cabeza. Recordó el papel en su bolsillo, una vieja carta que mamá le envió cuando cumplió catorce años, preguntándole si le gustaría visitarlo, si quería viajar a China para verlo.

No es obligación que vengas, ChimChim, pero me encantaría verte aquí uno de estos días. ¿Por qué no vienes a verme en verano? Puedes quedarte todo el tiempo que desees, y aunque fueran sólo dos días, yo sería feliz con eso.

No respondas, ¡amaría verte de sorpresa! Me imagino llegando del trabajo, cansado y agotado, mientras tú me esperas sentado fuera del departamento. Sólo de pensarlo me pongo a sonreír, mi vida.

¿Te parece? Voy a dejarte mi dirección anotada al final, entonces, para que puedas sorprenderme si decides venir.

Y, al final, como lo prometió, Hoseok anotó su dirección.

Se olvidó de decírselo a su papá, demasiado enojado y molesto por su actitud, pero ahora, si él insistía en tomarse su tiempo, tal vez Jimin debía tomar al toro por las astas y hacerlo a su manera.

Ya luego le pediría disculpas a papá.

Sonrió, tomando a Taehyung por el rostro, poniéndose de puntillas para darle otro beso en los labios y dejándolo sorprendido.

—Tú, querido TaeTae, eres un poco adorable, ¿lo sabes? —le dijo, antes de darle otro pico en su boca.

Taehyung parpadeó, su cara tornándose roja.

—Eso es lo que dicen las abuelitas antes de pellizcarme las mejillas —farfulló, sonriendo.

Jimin enarcó una ceja.

—¿Qué mejillas? —ronroneó, deslizando ahora sus manos por el trasero de Taehyung y dándole un apretón, causando que se sorprendiera y comenzara a reír.

—¿Por qué se dan amor entre ustedes y me dejan olvidado? —gimoteó Jungkook desde la cama.

Los dos alfas se voltearon, mirando al omega acurrucado contra el cojín, y Jimin soltó a Tae, sintiéndose ligeramente culpable. Decidió caminar hacia Jungkook, subiéndose sobre la cama y el cuerpo del omega.

Jungkook le miró, titubeante, y Jimin comenzó a dejarle el rostro lleno de besos. Sus manos se deslizaron por la cintura de Jungkook para hacerle cosquillas, sintiéndose mejor al ver la sonrisa enorme que decoró el rostro del omega, producto de sus dedos acariciando su piel.

—Nunca pienses que tienes que someterte a mí —le dijo, mirándolo a los ojos—, porque tú y yo somos iguales, Jungkookie.

Jungkook le devolvió la mirada, sus labios temblando, antes de asentir.

Jimin se inclinó, indeciso, pero Jungkook decidió dar el primer paso al elevar su rostro para darle un beso en la boca, sus labios suaves titubeando un segundo.

El alfa, sin embargo, lo tomó como su oportunidad para devorarle la boca con un gruñido bajo, causando que Jungkook gimiera, y se obligó a separarse para no terminar hecho un desastre.

Se puso de pie, observando de Taehyung a Jungkook para finalmente sonreír.

—Vamos —dijo, sintiéndose aliviado al ver las miradas determinadas de los otros dos chicos, porque sentía que podía llegar al fin del mundo si Jungkook y Taehyung estaban a su lado.

Hoseok apoyó su frente en la ventana del auto, suspirando relajado cuando dejaron atrás el Congreso donde se llevó a cabo la reunión, y sintió la mirada de Jackson puesta en él. No le importó un poco: ahora estaba rodeado de gente en la que confiaba, sabiendo que no le harían daño alguno.

—Supongo que rechazaron los pisos mínimos —dijo Zhāng YìXìng, el beta designado como conductor, con una sonrisa irónica.

Song hizo un ruido de desprecio.

—La inmunidad y la libertad para los presos políticos no fue problema alguno —dijo Song, amarrando su cabello—. Aceptó ceder un tercio de los escaños políticos a betas y omegas, pero ¿qué hacemos con eso? Seguirán siendo minoría en el Congreso. Aceptaron el voto para omegas, pero sólo para mayores de veintiún años, y sobre el proyecto de ley... —soltó un bufido—, dijo que lo iban a plantear, pero la comisión estaría dirigida por él, y eso... ¿cómo pretenden crear una ley en beneficio para los omegas si sólo alfas lo van a discutir?

—Eh, pero fue mejor de lo que pensábamos —dijo Jackson, frotando su frente—, creí que se negarían a todo.

—Ang Lee es un dolor en el culo —se quejó Hoseok—, sólo piensa en conservar su posición, todo lo demás le vale una mierda.

—Lenguaje, HaoXi —regañó Song como una madre.

Hoseok hizo un puchero, suavizando su expresión.

—¿Podemos pasar a mi departamento? —pidió con tono dulce—. Necesito buscar algo de ropa, prometo no tardar más de cinco minutos.

Song lo miró por el espejo retrovisor, impasible, mientras YìXìng doblaba en una esquina.

—Si ocurre algo, recuerda que te dejaremos atrás —contestó Song tranquilamente.

Hoseok asintió sin inmutarse porque sabía que, a veces, era necesario hacer sacrificios para lograr un objetivo mayor que beneficiara a todo el mundo.

Minutos después se detuvieron fuera de su edificio, pero antes de bajarse, el celular de Song comenzó a sonar.

La omega lo puso en altavoz.

—CaoLu —saludó Song.

—Tengo una buena y una mala noticia —dijo CaoLu con tono casual—, ¿cuál desean oír primero?

—La mala —suspiró Jackson.

—Los hombres de Ang los están siguiendo, así que métanse ahora en la intersección principal, estoy enviando otro vehículo para despistarlos, pero tienen que moverse ya mismo —dijo CaoLu, con aquel tono que no admitía réplica alguna.

Song maldijo en voz baja mientras Hoseok volvía a hacer un puchero.

—Pero necesitaba ropa —se quejó, aunque sabía que no iría a buscarla pues la seguridad era lo primero.

—Iré yo más tarde por ella, HaoXi —contestó CaoLu, riéndose—. Ahora, la buena noticia... Están detenidos, ¿no es así? No quiero que choquen por la impresión... Aunque supongo que Jackson no está conduciendo, ¿eh? La última vez casi chocamos contra un basurero–

—Lulu, concéntrate.

—¡Oh, cierto! —CaoLu se rió—. Bueno, Song, todo fue un éxito como habías previsto. El mundo entero estaba con los ojos puestos sobre la primera negociación, así que entrar fue fácil.

—¿De qué está hablando? —preguntó Jackson, confundido.

Song se giró, sentada adelante, mirando a Jackson directamente a los ojos.

—De la extracción —dijo Song—. El otro día nos acusaste de haber olvidado a Mark, Jackson, así que ahora tienes la prueba de que no es así —Song sonrió con dulzura—. Le ordené a CaoLu interrumpir en la cárcel de omegas y sacar de allí a los presos políticos y a los condenados por ataques alfas.

—¿Tú... qué...? —farfulló Hoseok, sorprendido mientras Jackson se atoraba con su saliva, incrédulo.

—Vámonos —murmuró Jackson, mirando a YìXìng con necesidad—. ¡Vámonos, por favor!

Song le hizo un gesto al beta para que acelerara, que obedeció segundos después con una mirada de firmeza.

—Mark ahora está siendo curado, Jackson, y está sano, lo prometo, él sólo quiere ver a Minghao —dijo CaoLu, antes de cortar la llamada.

Jackson balbuceó unas palabras más, asintiendo, y Hoseok le tomó la mano con una sonrisa, aunque una parte suya, esa parte horrible, que no mostraba ante nadie, esa parte podrida y destrozada, le murmuraba que Minghao y Jackson ya no lo necesitaban.

Que, otra vez, volvió a quedar solo y sin nadie que realmente le necesitara.

Jimin bajó del taxi a tropezones, mirando la dirección anotada en el papel, escuchando a Taehyung agradeciendo al taxista en un torpe chino que aprendió sin muchas ganas en el colegio, antes de mirar la entrada del edificio. La calle estaba algo vacía, comprensible por la situación del país, y miró de reojo a Jungkook, que le tomó la mano para impedirle salir corriendo.

Miró su celular, titubeando si enviarle algún mensaje a Yoongi para avisarle dónde estaban, pero terminó por sacudir su cabeza.

—Vamos —le dijo a Jungkook y Taehyung, éste último detrás de él con una expresión dulce.

Entraron al edificio, notando enseguida que no había ningún conserje detrás del mesón principal, pero lo agradecieron en el fondo pues preferían ahorrarse las explicaciones. La construcción se encontraba dentro de un término medio: ni demasiado lujosa ni tristemente pobre. Contaba con siete pisos, pero el departamento de Hoseok era el 305, así que decidieron subir a pie.

Notaron, cuando estuvieron en el segundo piso, que muchos departamentos estaban abandonados gracias a las puertas abiertas o destrozadas, y tragaron saliva, nerviosos.

No fue ninguna sorpresa ver que el departamento que su mamá marcó como el suyo tenía la puerta rota, colgando sólo de una bisagra, así que Jimin mordió su labio inferior cuando entró, seguido de Tae y Kookie.

Percibió, a primera vista, que era pequeño: el comedor estaba unido a una cocina americana y un pasillo con tres puertas, adivinando que dos de ellas debían ser cuartos y la tercera el baño. Por otro lado, no estaba ordenado, notando que la policía estuvo allí por todo el desorden existente en el lugar; los cojines se hallaban esparcidos por el suelo junto con los libros, el suelo de la cocina estaba repleto de ollas y paños, las sillas estaban volteadas y los cajones destrozados.

Cuando entró, sin embargo, se quedó quieto.

Un olor familiar llegó a su nariz, un olor que reconoció, pero desapareció de su mente.

Sus pies se movieron automáticamente, ignorando el susurro de Taehyung, y abrió la puerta del fondo del pasillo, entrando a un cuarto con el mismo aspecto del comedor en cuanto a orden. Sus ojos se movieron, posándose en una cama de dos plazas, y un gimoteo bajo escapó de sus labios, sin dudar en trepar sobre las sábanas para enterrar su rostro en la almohada.

Mamá, mamá, mamá..., murmuró su instinto, el olor suave, como pino y césped, inundando sus fosas nasales, su lado alfa gruñendo con felicidad al reconocer el toque.

La felicidad fue efímera: distinguió otro olor en la almohada del lado, y el resultado no le gustó demasiado.

Alfa.

Gruñó, furioso con esa inexistente presencia para alejar la almohada de Hoseok, abrazándola contra su pecho mientras dejaba que el olor lo envolviera, como si esa simple cosa pudiera protegerlo de todo lo malo en el mundo.

Adivinó que, tal vez, cuando Hoseok lo tenía en sus brazos, sí se sentía protegido del resto de las personas.

—Jimin, no llores.

Levantó la vista, chocando con el rostro preocupado de Tae, para volver a enterrar su cara en la almohada, limpiando de paso las lágrimas que no sintió caer.

—Estoy bien —dijo en voz baja—, me siento feliz.

Se puso de pie, comenzando a buscar superficialmente algo que llamara su atención, notando una pequeña cosa que le hizo sentir miserable y triste: no había ninguna foto en el cuarto, ningún artículo personal o algún objeto con significado allí. En sí, el cuarto era bastante frío y vacío, con la cama en el centro, dos veladores, dos armarios y un escritorio frente a la ventana. Cuando lo veía, no notaba la presencia de Hoseok en él, no notaba que fuera un hogar.

—¿Jimin? —llamó Jungkook desde otro cuarto.

Jimin salió, entrando por la puerta de la derecha, y volvió a quedarse quieto, con su boca abierta por la impresión.

Un cuarto de bebé.

¿Qué demonios...?

A diferencia del cuarto principal, esta habitación estaba pintada de un bonito color celeste cielo, con nubes blancas decorando cada tanto, una cuna blanca en una esquina y muchos peluches y juguetes por todos lados.

Su alfa gruñó otra vez cuando sintió el olor a bebé en el lugar, en la cuna, en los juguetes, en la ropa dentro de la cómoda, imaginando algo horrible, algo que dio vuelta su estómago.

¿Acaso Hoseok tuvo otro bebé, con otro alfa?

Sus ojos observaron los dibujos pegados en la pared; un perrito sacando la lengua, un sol sonriente, una noche estrellada...

Y sobre la mesita pequeña, un dibujo a medio hacer, penosamente abandonado: unos columpios, un tobogán, y un niño en el centro, siendo llevado de la mano por una persona llamada PAPÁ y otra persona llamada MAMÁ, de cabello rojizo, como el cabello de Hoseok.

Ira ardió en su interior porque Hoseok nunca le habló de otro bebé en sus cartas, de otro alfa en todo lo que le enviaba.

—Hey, Jimin, no saques conclusiones —dijo Jungkook.

—¿Conclusiones? —murmuró con amargura—. ¿Qué puedo pensar con esto?

Jungkook abrió su boca para decir algo, sin embargo, enmudeció de pronto, girándose de golpe con una expresión de sorpresa.

Jimin escuchó una voz femenina hablando en chino.

Se obligó a tratar de entenderle, recordando cuando debía tomar clase de idiomas para poder manejar mejor la empresa.

Sólo estamos... mirando —contestó Taehyung desde el pasillo con torpeza.

¿Son ustedes dos? —preguntó la mujer con tono helado—. Al comedor, ahora.

Jungkook salió y Jimin se pegó a la pared detrás de la puerta para no ser visto, respirando aceleradamente. Agradeció que el aroma de Taehyung fuera lo bastante fuerte como para cubrir el suyo, además de que feromonas nerviosas que soltaba Jungkook inundaron el aire también.

Se obligó a prestar más atención.

¿Omega? —el tono de la mujer se volvió más amable—. ¿Estás aquí por obligación?

No entiende —contestó Tae, tragando saliva—. Es mi omega. No lo obligo.

Jimin asomó su rostro por la puerta, notando a la mujer omega de espaldas, delgada y bajita, con su cabello tomado en una coleta desordenada.

Sus pelos se erizaron cuando observó el arma que sostenía, apuntando a Tae.

Se obligó a controlar su respiración.

¿Qué están haciendo aquí? ¿Son espías del gobierno? —insistió la mujer con tono serio.

No, no —Jungkook se apegó más a Tae, asustado, mientras el mayor trataba de explicarse—. Sólo... sólo...

Jimin se movió, empujando a la mujer a un lado, escuchando su grito de sorpresa, y Tae se movió, tirando a Jungkook al suelo. Jimin forcejeó con la omega hasta que logró quitarle la pistola, retrocediendo cuando la mujer se enderezó, y se obligó a decir algo para calmar el ambiente tenso.

—Hoseok. Buscó a Hoseok —la mujer le miró sin entender—. Hoseok. Lo estoy buscando.

Los labios de la omega se fruncieron en señal de no entender.

No lo conozco.

Jimin pensó primero en decirle que no bromeara con él, porque esa era la casa de Hoseok, sin embargo, un breve pensamiento cruzó su mente.

HaoXi. Zheng HaoXi, lo estoy buscando. Sé que lo conoces.

Comprensión llenó el rostro de CaoLu, pero le siguió mirando con desconfianza.

Todo el mundo conoce a HaoXi.

Jimin apretó sus labios e hizo algo que nunca hizo antes.

¿Conoces a HaoXi, omega?

CaoLu se tensó ante el tono alfa que usó Jimin, y el alfa sintió como una sensación de poder grotesco recorrió su cuerpo, como si fuera mucho más grande que la omega frente a él, como si pudiera manejarla a su antojo.

—respondió CaoLu con tono monótono, aunque ira iluminó sus ojos.

Tensó su mandíbula.

Llévame con él.

La omega volvió a tensarse.

—Jimin —llamó su atención Tae—, ¿qué estás haciendo?

Jimin se volteó, mirando al alfa.

—Busco a Hoseok —contestó con voz dura.

—No Hoseok, es mamá —corrigió Jungkook, arrugando el ceño—. ¿Qué estás pensando? ¡No puedes...! —el omega miró a la mujer, asustado—. ¡La estás obligando!

—¿Crees que esto me gusta? —preguntó Jimin con una mirada sombría—. Odio esto, pero haré lo necesario para encontrar a Hoseok.

—Avísale a tío Yoongi —dijo Tae—. Dile que venga, no podemos ir nosotros...

—¡No! —Jimin los miró, rabiando—. Papá se enfurecerá si sabe y... y... —miró a CaoLu, que le observaba inexpresivamente—. Ella me llevará con Hoseok. Si no quieren ir, está bien, pero yo iré y lo encontraré.

—¡Pero no así! —insistió Jungkook—. ¡Usar el tono alfa...! ¡Obligarla está mal!

—¡Si debo usarlo para encontrar a Hoseok, entonces lo haré! —espetó Jimin.

Tae se interpuso entre Jungkook y Jimin, debido a que notó que el omega parecía a punto de lanzarse para golpear al menor, queriendo calmar la evidente tensión en el aire. Se volteó hacia el alfa, que le observaba con decisión en los ojos, antes de girarse hacia Jungkook, suspirando.

—Iré con Jimin —le dijo Tae al omega—, tú vuelve al hotel y dile a tío Yoongi que–

—Vete a la mierda —soltó Jungkook—, iré con ustedes y no podrás impedírmelo a menos que me obligues —los ojos de Jungkook se estrecharon—. Y les prometo que, si usan la voz alfa, les cortaré el pene a los dos.

Ninguno de los dos alfas dudó que fuera capaz de hacerlo.

Jimin se volteó hacia la omega, que seguía quieta, ocultando muy bien su miedo ante las dos presencias alfas en el lugar. Muy bien podían ser menores que ella, pero Jimin todavía sostenía el arma y, por sobre todo, la contenía con su voz alfa.

Tú nombre —pidió Jimin.

—CaoLu —contestó la omega.

Llévame con HaoXi —ordenó Jimin.

CaoLu apretó sus dientes, asintiendo, antes de girarse y salir del departamento. Los tres chicos se miraron un instante, titubeantes, siguiendo a la mujer pasados unos segundos, y subieron al auto que la omega señaló.

Comenzó a conducir sin decir cosa alguna, así que Jimin sacó su celular, sin saber qué escribir enseguida. Se tomó su tiempo para pensar en algún mensaje que no sonara tan mal y no enfureciera tanto a su padre, pero sabía que eso no iba a ocurrir.

Papá, fui a buscar a Hoseok, tal vez no vuelva en la noche. Estoy bien, Tae y Kook están conmigo. Te aviso cualquier cosa.

Saltó cuando, pasado un momento, recibió una respuesta.

DE QUÉ MIERDA ESTÁS HABLANDO JIMIN.

El móvil comenzó a sonar.

—¿Es tío Yoongi? —gimoteó Tae, realmente asustado.

—¡Córtale! —pidió Jungkook.

Jimin obedeció, marcando el botón rojo, sin embargo, volvió a recibir una llamada enseguida, y mordió su labio inferior.

Su dedo tembló.

—¡No lo hagas! —insistió Jungkook—. Tío Yoongi va a estar enojado, Jimin, y puede... él puede...

—Es un alfa puro —recordó Tae—, y puede imponerse ante ti y obligarte a volver.

Jamás su padre le hizo eso, el imponerse aprovechando su condición para obligarlo a hacer algo que no deseaba. Ante Jiwoo solía hacerlo, cuando ella enloquecía, pero ante su tía era omega, era algo que resultaba mucho más... más natural (aunque no lo hacía mejor). Sin embargo, Yoongi era también un alfa puro, y gracias a esa condición, podía imponerse sin problema alguno también ante otros alfas.

Nunca lo vio haciéndolo, y definitivamente no quería que lo hiciera con él.

Así que cortó otra vez y decidió apagar su celular para no recibir más llamadas. Ya aceptaría las consecuencias de sus decisiones en otro momento.

CaoLu condujo por cerca de media hora, estacionándose fuera de un edificio algo abandonado, y notaron que estaban lejos del centro de la ciudad, en una zona periférica pobre y un tanto vacía.

Tenemos que caminar —dijo CaoLu con tranquilidad.

Jimin asintió, bajándose del auto seguido de sus amigos y metiendo las manos en sus bolsillos. Procedió a seguir a la mujer por las calles vacías del lugar, lleno de bares, y casas y edificios viejos.

Escuchó como Tae le murmuraba a Jungkook que estarían bien cuando ya llevaban más de diez minutos caminando, así que estuvo a punto de preguntarle a CaoLu cuánto quedaba, cuando la mujer se detuvo frente a la entrada de un metro abandonado. Tragó saliva al notar que CaoLu pasó por debajo de las cintas amarillas prohibiendo el paso como si nada, sacando de su chaqueta una linterna, y apuró el paso para alcanzarla, a pesar de sentir un poco de miedo.

Nunca le gustó demasiado la oscuridad, así como las alturas o los insectos, pero no era algo que hablara en voz alta, pues no era normal que un alfa sintiera miedos tan irracionales.

Aunque sus dos acompañantes parecieron sentir su vacilación, ya que inmediatamente Tae tomó su mano derecha, mientras Jungkook le imitaba con la izquierda.

La estación, por supuesto, estaba completamente vacía y abandonada, con telas de araña, polvo y objetos abandonados esparcidos en el suelo. La linterna era la única luz que iluminaba el oscuro lugar, y saltaron los molinetes antes de bajar por escaleras, sin detenerse.

Jimin estuvo a punto de echarse hacia atrás cuando observó a CaoLu bajando a las vías del tren con cuidado, apuntando hacia el túnel oscuro y frío.

¿Cuánto falta? —preguntó Tae, titubeante.

CaoLu lo iluminó.

Menos de un kilómetro.

Se obligó a bajar hacia las vías, tragando saliva por el terror de la absorbente e infinita oscuridad que parecía engullir. Apretó las manos de Tae y Jungkook para sostenerse, siguiendo a la omega hacia el interior del túnel.

Estaba helado, demasiado helado, maldiciendo por no haber traído algo más abrigador, así que se apegó al cuerpo de Tae. Por otro lado, Jungkook se aferró a su brazo en lo que se introducían más y más en el lugar, sólo sus respiraciones oyéndose. La omega frente a él no parecía afectada por la situación, indiferente a sus jadeos y quejidos, y Jimin no pudo menos que admirarla por lo fría que lucía.

Incluso la admiró más aún cuando se detuvo de golpe, volteándose hacia ellos con una sonrisa dulce, pero algo burlona.

—Coreanos, ¿uh? —dijo en un coreano chapucero pero entendible. Los tres se quedaron quietos—. Demasiado fácil, ¿no?

CaoLu apagó la linterna.

Segundos después, ocho pares de linternas se encendieron de golpe iluminándolos en un círculo cerrado, cegándolos un instante.

—¡Las armas abajo! —ordenó una fuerte voz.

Jimin obedeció, porque no era idiota y no se arriesgaría a que alguien resultara herido.

Escuchó unos pasos, abriendo sus ojos con esfuerzo y notando que las personas que los rodeaban, iluminándolos, sostenían armas también. Pero la persona que caminaba estaba desarmada, siendo un hombre alfa de cabello castaño y que vio antes en televisión, acompañando a Hoseok mientras eran entrevistados.

—¿Qué tenemos aquí? —preguntó Jackson, sorprendido—. Pero son unos niños, CaoLu...

—Estoy buscando a Hoseok —soltó Jimin sin poder evitarlo, dando un paso para volver a quedarse quieto cuando las personas que lo rodeaban gritaron en señal de que se detuviera—. No somos... nosotros no...

Los ojos de Jackson lo observaron.

—¿Hoseok? —preguntó—. No conocemos a ningún Hoseok.

—HaoXi —insistió Jimin con su estómago apretado—. Tú lo...

Se quedó quieto cuando su nariz logró percibir el aroma de Jackson.

El mismo olor que estaba en la cama de Hoseok. En la cama de su mamá.

Ni siquiera lo pensó, por supuesto: Jimin actuó sin control pues el aroma de mamá era conocido y el de Jackson no lo era, le era ajeno, y no sabía qué relación compartía con Hoseok, pero mamá era de Jimin y si Jimin no lo aprobaba, entonces podía ponerse... malcriado, como solía decirle Yoongi.

Dejó salir un gruñido enojado y se lanzó hacia Jackson, a pesar de ser más pequeño y delgado, pero no le importaba demasiado en ese entonces.

—¡ChimChim! —gritó Tae.

Pero no lo escuchó, sólo quería golpear al alfa bajo él que estaba atónito, pero que fácilmente se defendió de la situación.

—¡No! —escuchó el grito de Jungkook.

Antes de poder darse cuenta, un golpe punzante apareció en su cabeza, derrumbándose sobre Jackson, y sus ojos se cerraron, enviándolo a la más completa inconsciencia.

¡gracias por leer!

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