HONNE.
Que le pregunten sobre mí elevó mi ego, no lo oculto.
Hasta que empezaron a tomarse demasiada confianza, a veces me incomodaba lo mucho que personas que supieron de nuestra existencia hace un par de semanas aseguraran conocernos.
RondaLover comentó:"¿No te sientes insegura sobre salir con alguien que se muestra de esa forma en todos lados?".
Lo leyó por error, cuando lo terminó ya era imposible fingir que no pasó. La vi buscar un sitio a donde desviar la mirada cuando respondiera, se tensó al continuar de checar los diversos mensajes del chat, se le borró la sonrisa.
El brillo de su aro de luz se reflejaba en sus pupilas, delatando que se hallaba sola en su cuarto; se remojó los labios nerviosa, de seguro Luka se fue sin ayudarla a saber qué decir para el en vivo.
—No sé por qué debería de ponerme insegura que mi novia sea atractiva, lo sepa y lo muestro, en fin, el que habla es porque no tiene pan en la boca y... Les deseo mucha suerte en el amor.
Una risa cargada de mi sorpresa se me escapó, volví a arrastrarme hasta tener la pantalla a pocos centímetros de mis ojos pese a que me repitieran que era malo para la salud. No esperaba que reaccionara aunque con lo impulsiva que puede ser no tuve razón de asombrarme a tal magnitud.
—Kastership dice: ¿No te da miedo que tus seguidores no entiendan tus manías y te dejen de seguir? —tomó un largo trago de agua—. Creo que en parte la gracia es que se malentienda, el chiste de verlo como broma, recuerden que realmente ningún planeta les controla la vida —me hizo gracia como tuvo cuidado en que se viera la marca de su botella—. Hablando de eso, ¿Sabían que andamos en la era de acuario?
Sus técnicas eran buenas, aunque odiara que la gente juzgue sin razón hacerlo sin sentidos se siente casi como si fuera una estrategia de comedia. Además, lo podía tornar a mi favor, comenté aunque no creí que viera lo que mi cuenta dos veces.
En lugar de cortar la tensión, la iba a empeorar:
NosoyHonne: "Dicen que los signos de tierra son incansables, ¿También son así en el cuarto?"
—¡Ah!
Retrocedió, su cabello peinado en tirabuzones le cayó sobre el rostro, siendo tan tupido que la dejamos de ver por unos segundos, cubrió el silencio con un carraspeó en lo que se recomponía. Las comisuras de mis labios se curvaron, recostada en mi sofá desde la oscuridad como un villano viendo las consecuencias de sus acciones, suspiré orgullosa.
—Los de virgos son ordenados, tenía una amiga que incluso organizaba sus almohadas —evadió el contexto—. No conozco mucho de tauro aunque los amo. Siguiente pregunta.
Estuvo haciendo tiempo hasta que el reloj marcó una hora en la cual se repiten los números, allí su semblante se puso serio, inclusive su forma de expresarse cambió.
—Como ya la mayoría sabe, en estos días nos estuvieron acusando a Honne y a mí de...
Se acabó el directo.
Supuse que se pausó, extrañada salí a refrescar la página sin resultados hasta que me apareció el enunciado de "Estás sin conexión" en medio. Soy una persona razonable así que lo primero que hice fue maldecir internamente a la compañía de internet por su mala señal.
Salté a abrir la ventana, ninguna de las casas de la zona parecía tener energía eléctrica.
—¡Se fue la luz! —gritó una vecina.
Activé los datos en busca de seguir viendo qué sucedió, sin embargo ni rastro, de seguro en donde ella vive también se fue y algunos estamos tan acostumbrados a las conexiones de red que no sabemos qué hacer cuando no tenemos WIFI.
El apagón me dejó sola, en ese sitio inmenso, sin linterna y con poca batería, junté valor para moverme.
«¿Si se mete un asesino como en las películas lo podré asustar mostrándole videos de Mar hablando de sus piedras? Lo averiguaremos».
Recordé que tanto Luka como ella estaban en proceso de mudanza a esta residencia para evitar que las personas los encontraran, en cortó hice un plan para ir con ellos, la oscuridad si estoy con amigos se hace más amena.
Escogió una casa pequeña en el sitio más alto que simula una montaña, hacía demasiado calor y subir allí se vio como si tuviera que escalar el Everest, pero sin luz. Vi un reflejo cruzar una de las ventanas, ajusté con fuerza mis tacones luego de asegurar mi teléfono.
Llegué a la puerta, detuve mi puño antes de golpear la madera, la conversación que se pueda generar porque haya aparecido sin razón prefería tenerla dentro. Probé el cerrojo el cual se abrió sin forzarlo, dentro tenían preparadas velas blancas en las mesas.
Me encontré con Luka primero, aunque siquiera se molestó en saludar más allá de un saludo con la mano, estaba muy ocupado con su llamada de negocios.
Me deslicé entre la penumbra de los pasillos buscando donde estaba, me quité los tacones con la intención de evitar el ruido, caminé de puntitas hasta que vi un bulto en el sofá con una pequeña luz cuadrada alumbrándole la cara.
Quería asustarla. La rodeé quedando detrás, estiré mis brazos hasta lograr que mis afiladas uñas acariciaran lentamente su cabeza.
Tuvo una reacción tardía, pasaron segundos hasta que se percatara, se estremeció y cayó de su sitio, escuché como el grito se le quedó a la mitad.
—¡Luka, llama a la policía! —chilló en el suelo.
—Soy yo, Honne. —aclaré al darle la mano para ayudarla a levantarse.
—¡Luka, llama a la policía doblemente!
Levantó la cabeza como un animal que descubre algo nuevo, la luz dorada del fuego de las velas rebotó en sus iris esmeralda, su pijama blanco apenas cubría su cuerpo. Ya sabía que se acostumbra usar vestidos finos para dormir debido a la temperatura, pero nunca me imaginé que fueran tan lindos.
—Primero, que sepas que estoy aquí porque me quedé sola —aclaré, ella se levantó sin darme la mano—. Estar bajo el mismo techo pinta mejor.
—No le doy techo a los indigentes. —dijo con soberbia.
Entorné los ojos. Ya me instalé de manera imaginaria, ni "el universo" me quitaría.
—Nadie te preguntó —me encogí de hombros—. Esto es un atraco.
—¡¿Qué?! —saltó hacia atrás chocando con una maceta—. ¡Honne! Respétame.
—Su pedido ha sido denegado —avancé audaz en su dirección—. Acompáñame a tu cuarto.
—¿Por qué demonios te dejaría entrar conmigo?
Se cruzó de brazos, apenas recuperarse del susto adoptó una actitud defensiva que la llevó a pararse en el umbral, enfadada. Era la primera vez que la veía sin absolutamente una gota de maquillaje, intenté capturar cada detalle de cómo se ve fuera de personaje, aunque sus pasadores de hongo no ayudarán a su cabello enmarañado y yo me exigiera no llegar hasta donde acaban las puntas.
—Me da miedo la oscuridad. —admití en un suspiro.
Bajé la cabeza, eso fue suficiente para que mi mente, jugándome en contra, me provocara ver el alrededor aún más oscuro. Di un paso al frente.
—Te da miedo tu alma entonces. —bufó.
Estaba perdiendo la confianza, tuve que activar mi estado de alerta: ser doble filo. Y no, no como cree la gente, sino tener más de una carta que jugar, eso da posibilidades distintas a engañar.
—Entendiste —le sonreí—. No querrás mandarme a dormir con Luka, ya sabes, Leo y Capricornio no se llevan muy bien...
—¿En tu casa no te enseñaron a no ser tan desvergonzada?
—No —puse mi mano sobre su cintura—. ¿Me quieres corregir tú?
Nunca creí que alguien se pudiera poner tan roja. Tragó con dificultad, noté cómo contuvo su respiración. Aquello de mantenerme la mirada dejó de serle rentable, retrocedió ante mí.
Se ponía demasiado nerviosa cuando me le insinuaba, me cuestioné si quizás le gustaba por un instante que se desvaneció a la misma velocidad que se creó.
—¿De verdad tienes miedo? —inquirió inocente.
—Estar sola en un apagón no es exactamente la mejor noche, desconfío de nuestros vecinos y la empresa que se encarga seguro nos la devuelve recién mañana.
Abrió la boca, la cerró y abrió de vuelta indecisa, el olor del incienso al lado de su cama embriagó mis sentidos, era relajante. Ella respiró hondo.
—Es peligroso ir sola por las calles, tienes razón.
—Muchas gracias —me di permiso de sonreír genuinamente—. Es la última vez que molesto fuera del horario.
Entramos a su habitación, era celeste, usaba decoraciones extrañas como me la imaginé, quedaron restos de dulces sobre la mesa y libros esparcidos en cada mueble. Incluso era similar o mejor que la mía, tenía un aspecto antiguo pese a las comodidades que brindaba el arredamiento. Fue una buena decisión, después de todo ellos se prepararon para apagones al contrario mío.
—Es lo mínimo, no debí echarte, una disculpa.
Aminoró la barrera entre nosotras, se sentó al borde del colchón sin impedirme el paso.
—Mmm, ya pensaré si te disculpo. —la provoqué.
—¡¿Qué dijiste?!
—No regalo mis disculpas, las vendo —me incliné sobre ella, su aliento me rozaba la piel—. ¿Quieres saber el precio?
Se quedó sin responder, la escena desde fuera inclusive llegaría a tener un aire artístico, velas iluminando nuestro alrededor mientras que un hada estaba por caer sobre sus suaves sabanas rosas.
En parte lo hice por querer demostrar que puedo hacerlo estando sobria, porque era la manera efectiva de distraerla. En parte para convencerme a mí de que podría tener esa actitud sobria, porque "era solo un juego".
—Voy a dormir afuera. —dictaminó en un murmuro.
—Te van a comer los mosquitos.
—Lo puedo soportar.
—Mar.
—Cállate.
—De esta forma empiezan las películas de terror. —resoplé pasando a sentarme a su derecha.
—¡Dios! —era como si hubiera descubierto algo—. En esas pelis siempre muere el homosexual primero, y yo soy lesbiana.
—¿Ves? Tengo razón.
Su escasa amabilidad se iba cuando recordaba que era yo con quién hablaba, estábamos lejos de llevarnos bien.
—Haz lo que te dé la gana. —dijo a regañadientes.
Se movió al otro lado, tardé en procesar que no solo aceptó mi estadía sino que también compartiéramos cama, era fácil de persuadir. Me deshice de mis joyas antes de acostarme, el espacio estaba frío.
Al ser nueva en la casa, olvidó traer sábanas, la única que poseía la usamos ambas. Ni siquiera llegaba a cubrir por completo su tamaño, lo que hizo tarea difícil que estuvieramos cada una en un extremo del colchón.
La estiré, respondió igual pero con mayor intensidad, así hasta que por arte de magia nuestros cuerpos chocaron. Volvimos a nuestras puntas.
—Perdón. —susurré.
Aquella noche nos faltaban tornillos, el calor que iba a matarnos nos encontró peleando por abrigo. Ella se encontró con que soy peor de lo que imaginó. Para bien o mal.
—Nunca antes había dormido con una chica. —bromeé.
—Oh, ¿De verdad?
—Sí, teníamos tiempo de dormir.
Se me da excelente mentir, le coqueteaba sin vergüenza por diversión, lo disfrutaba. Porque el contrato me obligó a que sea solo ella y porque me nació hacerlo.
—Deja de alterarte tanto, es como una pijama, ni que fuéramos pareja real.
—Fingir una relación contigo es agotador —musitó—, espero tus anteriores parejas reales estén bien.
Le mostré el dedo del medio.
—Duérmete.
Cara a cara, sus labios se vieron cercanos, ella era dulce aunque quisiera proyectar lo contrario, su colchón era lo que con suerte se puede llamar mediano, imposible de usar cuando quieres evitar del contacto de la otra persona.
—¿Me vas a negar un beso de buenas noches?
Era cobarde, en especial porque sabía que Mar no me seguiría el juego, porque si lo llegara a seguir me quedaba congelada. Así que asumí que dejé de ser valiente, me aferré a ello para tener confianza a la hora de hablarle.
—Ojalá tengas pesadillas. —refunfuñó.
—Soñar contigo, eh.
Un peluche aterrizó con suavidad en mi cara, se colocó al borde de la caída, yo estiraba la sabana de vez en cuando para hacer que por su agarre entrara al medio de la cama otra vez.