Que lindo el desamor, para los lectores, claro está. Escribir no es difícil, hacer que tus letras se expresen es algo totalmente distinto y por lo general este don pertenece a quién ha vivido mucho, o sufrido mucho. Este pequeño escrito nació de esas piedras en mi camino, alguien que jugó tan bien sus cartas que se me hizo imposible odiarla cuando llegó la distancia. Hoy, años después de ese tropiezo, entiendo que todo llega por una razón y agradezco todo lo que crecí producto de ello.
¡Disfruten!
Nunca dije,
aunque mi corazón se rompiera con cada una de tus palabras, que eres mi deseo en cada noche estrellada, que mis días son aún mejores si así lo deseas y que no hay detalle luego de ver tu rostro que no piense en superar.
Nunca dije,
que todos mis amigos conocen tu nombre, que en mis sueños has construido tu reino y que mi cabeza está llena de imágenes sobre una utópica vejez que absolutamente nadie sabe si llegará.
Nunca dije,
-aunque tal vez te preguntes-
¿Por qué nunca he dicho ninguna de estas cosas?
Estos últimos días me han servido para descubrir que hay batallas seguidas de derrotas inevitables. Describir cómo me siento se hace complicado, pues tú mayor virtud fue no dejar nada para odiar.
Ya ves, las personas que sienten mucho dicen poco. Pero aún así te deseo lo mejor. Ojalá algún día tus sueños le ganen a tus miedos y encuentres a otro cómplice que, como yo, te quiera ayudar a usar el corazón.
Firma: Alguien que nunca dijo nada