π‘π€π‚πŠπƒπŽπŒ | 𝐒𝐓𝐄𝐕𝐄 οΏ½...

By folklorevans

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EPILOGUE
thank you

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By folklorevans

CHAPTER TWENTY THREE
"HOLD YOUR BREATH PT. II"

❱❐❲↻❳➟ 14 DE JUNIO DE 2030, 0705 HORAS. MOYULAN SHATTERDOME, HONK KONG

LAS PALABRAS DE OLYMPIA HICIERON TEMBLAR A todo el equipo. Se repartieron miradas e instantáneamente comenzaron a repartir las palabras de la mujer mientras se acercaban a verla por el escaso espacio que el vidrio dejaba en evidencia.

—De ninguna manera.

—¿Estás loca?

—No te vamos a abandonar ni por lo más sagrado del mundo.

—Olvídalo Olympia.

—Esto está fuera de discusión.

—Encontraremos una manera

—Alto, alto, ¡Alto! —detuvo ella la vociferación que se estaba llevando a cabo—. Piénsenlo un segundo...Estamos en una guerra —hizo énfasis en la palabra—, de hecho nos quedan pocas horas antes de que todo explote. Y están perdiendo el tiempo aquí conmigo.

—Tratar de sacarte de ahí no es una pérdida de tiempo —rebatió Rogers serio y con la vista en el suelo.

—No es lo que quise decir —respondió ella de la misma manera—. Sé que para todos es importante...Pero yo hablo de perder el tiempo en todo el sentido de la palabra —apuntó un reloj en una lejana pared—. Los números avanzan chicos.

—Somos consientes de que tenemos una batalla por delante en unas horas, pero no vamos a irnos sin ti.

Todos asintieron estando de acuerdo con las palabras de Nate. Hansen, por su parte, llevó sus manos a su cara con frustración.

—No van a llegar a tiempo —siguió debatiendo—. Sólo... —suspiró cerrando sus ojos—. Déjenme aquí y vayan a pelear porque es su deber en este momento con el mundo. Yo soy más pequeña que el mundo.

—Si crees que vamos a dejar que mueras ahogada estás muy equivocada —la voz dura del Capitán resonó mientras la miraba fijamente. Dicho eso, se giró para pasar sus manos por su rostro.

Un corto silencio se creó donde todos se debatieron internamente sus posibilidades. Sabían que el reloj estaba corriendo y que los Kaiju llegarían pronto al Monte Fuji; y una vez que lo hicieran el mundo estaría perdido. No obstante, se negaban rotundamente dejar que su líder, compañera y amiga pereciera en una fría y desolada habitación con su organismo lleno de agua.

La respuesta era clara.

—Olympia... —se acercó Raleigh—. Eres nuestra Mariscal, y mucho más importante, eres nuestra amiga. No podemos dejar que mueras ahí.

—Si se quedan para tratar de sacarme, lo que está pareciendo imposible, los Kaiju les ganarán ventaja.

—Lo resolveremos —se escuchó a Stark—. Estoy seguro de que de una manera u otra los venceremos de igual manera.

—No nos pidas que te abandonemos —siguió Jake—. Tú nunca lo hiciste con nosotros —aquello hizo a la platinada tragar saliva—; en ningún momento nos dejaste aún cuando estábamos por morir. Lyn, a pesar de todo encontraste una solución para salvarnos.

—Y eso mismo es lo que vamos a hacer —se unió Lambert mirando a su compañera—. Así que...Solicitud denegada, Mariscal.

La aludida sólo se limitó a cerrar los ojos rendida mientras el resto del grupo se reunía para discutir que cosas aparte de las ya mencionadas podían hacer para sacar a la mujer de ahí.

Hansen tomó valor para poder mirar hacia abajo, notando como su cintura ya estaba toda empapada y que el impulso del agua estaba tomando más fuerza; por lo que comenzaba a flotar y tuvo que sujetarse del mango de la puerta para no resbalar.

El tiempo se les estaba acabando.

Habían tantas mentes craneando una idea pero ninguna era cien por ciento efectiva. Se veían expuestos a riesgos grandes como que la base sucumba, se produzca un agujero más grande, que logren abrir la puerta pero que la australiana muera en el intento y un sinfín de otras supuestas soluciones que rápidamente terminaban en la basura.

Sin embargo, cuando el agua ya rozaba el busto de la australiana y ya no se podía mantener mirando en la ventana; por lo que tuvo que empezar a flotar, una eufórica y victoriosa voz se alzó entre el gentío:

—¡Lo tengo!

La inigualable voz de Tony Stark

—¡Habla ya!

—Tony ¿Qué tienes?

—¡Habla de una vez, por Dios!

—¿Qué es, qué es, qué es?

—Mas te vale que sirva.

—Creo que me voy a desmayar.

—Bruce, no seas llorón.

—¡Tony!

—¡Silencio! —reclamó el aludido alzando las manos y acercándose a la metálica puerta en donde la piloto los miraba a penas—. Las armas que pueden atravesar material de grado militar no existen —se giró a ellos—. Entonces...¿Y si creamos una?

Los presentes guardaron silencio mientras se repartían miradas.

—Pero...¿Cómo quieres hacer eso? —se atrevió a preguntar Gottlieb.

Él chasqueó la lengua—Mezclando tecnología —la confusión de los presentes se aumentó y se hizo ver—. Por favor, tenemos la tecnología más avanzada del mundo en este lugar. Las armas de un Jeager se pueden acoplar con mi tecnología y la de Shao para fusionarlas en un solo misil que podemos poner en mi traje.

—Eso nunca se ha hecho antes —habló Raleigh—, no sabemos si puede funcionar o si lo tendrás a tiempo.

El aludido se encogió de hombros—Yo prefiero intentar nuestra idea más viable a quedarme aquí de brazos cruzados. Nunca lo sabremos si es que no probamos.

Todos volvieron a guardar silencio mientras meditaban en las infinitas posibilidades de aquel loco pensamiento. ¿Llevar a cabo algo nunca hecho antes en la menor cantidad de tiempo posible? Era un gran reto.

Posteriormente todos miraron a la Mariscal en busca de su opinión o aprobación mientras trataba de mirarles por el vidrio y se sujetaba del barandal; ya con sus piernas flotando en el agua.

—¿Creen que puedan hacerlo? —cuestionó ella castañeando sus dientes por el frío—. Si va a tardar mucho no quiero que lo hagan; los Kaiju se adelantarán.

—Somos varios ingenieros y varias mentes pensando —habló Liwen—. Danos al menos unos minutos.

—Es la oportunidad que tenemos de ayudarte —siguió Natasha—. Van a lograrlo.

Un gélido suspiro se escapó de la titubeante boca de Hansen al ritmo de los latentes pensamientos dentro de su cabeza. Era casi una locura, pero tenía buenas probabilidades de funcionar.

Lo confesaba; ella quería salir de ahí y seguir con vida. Pero si su vida iba a ser un impedimento para ganar una guerra que salvará al planeta, ya nada le importaba.

No obstante, al final respondió.

—Bien...Tarden los menos posible —ellos se vieron aliviados—. Pero si el agua comienza a ganarme...Quiero que se vayan —el grupo estuvo listo para rebatir pero ella llegó primero—: Sin excusas...Es una orden.

Todos volvieron a repartir miradas y estuvieron de acuerdo, pero sólo por el hecho de que estaban confiados en que su plan daría resultado.

—De acuerdo... —Tony se volteó a verles—. Ingenieros, técnicos y científicos...Todos a trabajar.

Los presentes que cabían dentro de esa descripción comenzaron a caminar fuera del lugar para ascender pisos más arriba e iniciar su labor de creación. Junto a la platinada sólo quedaron Natasha, Barton, Thor, Jake...Y Steve.

El Capitán no lo mostraba, pero estaba desesperado. En cualquier momento Olympia moriría ahogada si no lograban concretar aquella insólita arma. Sentía que todo lo bueno que llegaba a su vida desaparecía y no quería que la piloto fuera una de esas cosas de tan pésima inclusión.

Lentamente y con el disimulo que pudo comenzó a acercarse a la puerta. Vio como la australiana, ya más pálida que nunca y cansada a más no poder, luchaba por sujetarse y mirar por la ventana, pero en pocos segundos eso sería imposible, ya que el agua cubriría esa área y ella debería comenzar a flotar; con la inminente y horrible sensación de tocar el techo...Y el juego se acabaría.

—Hey...No pongas esa cara.

La acentuada y melódica voz de la susodicha llegó a sus oídos y lo hizo levantar su vista hacia ella.

—Todo estará bien —continuó tratando de sonreír pero sólo le salió una extraña mueca—. Logren construir el arma o no...Todo estará bien.

Rogers no respondió, sólo tomó la larga manilla de la puerta y trató de jalarla con todas sus fuerzas, en una falsa ilusión que lo hacía creer que así se abriría. La platinada presenció eso y cerró sus ojos con pesar. No quería verlo así, no quería que sufriera su pérdida; pero si no había nada que hacer...El destino simplemente llegaría.

—Steve... —trató de llamarlo—. Steve...¡Steve!

El aludido se detuvo y apoyó sus manos y frente sobre la puerta, ya completamente exhausto de ese sentimiento de dolor. Él era de esas personas que no se rendían hasta encontrar una solución; dicho espíritu era útil en guerras, misiones o trabajos heroicos. Pero cuando se trataba de un tema tan etéreo como aquel...La manera de luchar era distinta.

—Steve mírame... —no hizo caso y un nudo se formó en la garganta de la mujer—, por favor mírame.

Ante el susurro tan débil que oyó, tomó fuerzas para poder hacer lo que se le pidió.

—No importa lo que pase... —puso su mano en el cristal—. Siempre estaré agradecida de haberte conocido.

Las palabras dolieron como un puñal en el corazón ante la imperiosa despedida que amenazaba con llegar. Y la verdad era que ninguno de los dos —ni nadie, de hecho— quería decir adiós.

—Los chicos construirán esa arma, no tienes porque iniciar una despedida —contestó tratando de no sonar tan duro.

—Es sólo... —se encogió de hombros—. Por si acaso. No sabemos si eso va a funcionar y el agua... —miró a su alrededor—. Está subiendo.

El agua está subiendo. La frase que les recordaba con que estaban lidiando sólo añadió más dolor a aquella situación.

—Siento que recién te tuve... —susurró el rubio a un volumen que sólo la mujer pudo oír—. Y ahora debo dejarte ir.

Olympia cerró sus ojos ante la angustia que esas palabras le causaron. No esperó escucharlas por parte del Vengador, pero ya estaban afuera; habían sido emitidas e iban con la verdad y nada más que la verdad.

—Yo... —habló ella más titubeante que antes y con los ojos cristalinos—. Me alegra haberme metido a robar ese día a su base.

Aquella tan particular memoria les sacó una suave pero cansada risa a los dos. Quién diría que eso sería el inicio de todo. Desde arrestarla por estar robando Steve pasaría a sentir cosas por la platinada tan peculiar.

—Olympia... —puso su mano sobre el vidrio, el el mismo lugar donde ella mantenía la suya del otro lado—. Olympia yo...

Las palabras fueron interrumpidas por un horrible sonido y una desagradable vista. El agujero en el casco se hizo más grande por la potencia con la que al agua estaba ingresando y por ende aumentó la cantidad de esta en el interior de la sala. El cuerpo de la Mariscal chocó dolorosamente contra la puerta para luego subir guiada por la fría corriente líquida. De un momento a otro el tiempo para salvarla se les estaba haciendo corto ya que el agua estaba por llegar al techo.

—¿Dónde están todos? —se volteó Steve nervioso a los que permanecían con él—. Están tardando.

—Sabíamos que podían demorarse —contestó Romanoff igual de nerviosa—. Esperemos lo hagan pronto.

—Iré a ver cuanto les falta —se unió Jake en desesperación— ¡Olympia resiste!

Si la situación fuera del cubículo era estresante, dentro de éste era mucho peor.

La desesperación de Olympia se estaba dejando ver mucho más que antes. Batía sus brazos una y otra vez tratando de mantenerse a flote con la inminente sensación de morir en cualquier momento.

—Axa... —susurró a penas—. ¿Cuánto...Cuánto para que el agua toque el techo?

Yo calculo unos... —su voz se escuchó entrecordada y distorsionada—. Mi-Minutos...

Y después no oyó más. La situación de Hansen era tan crítica por la temperatura y su intención de sobrevivir que hasta su asistente comenzó a sentir las consecuencias.

—No...

En eso tuvo una idea para contrarrestar el tiempo. Como pudo comenzó a quitarse los pantalones para quedar en un short elasticado que siempre usaba cuando iba a subirse a un Jeager. Cuando la prenda estuvo en sus manos comenzó a girarla una y otra vez, procurando que la parte de las piernas comenzara a llenarse de agua. Fue difícil al inicio ya que se hundía rápidamente, pero cuando su objetivo comenzó a verse logrado puso la tela alrededor de su cuello para que funcionara —por el momento— como un salvavidas y así ya no tuviera que bracear.

—¿Qué está haciendo? —cuestionó Clint observando sólo los pálidos tobillos de la mujer, que era lo único que se lograba ver desde su posición.

Los Vengadores se acercaron y trataron de visualizar la escena de mejor manera, notando como la ingeniosa idea de la australiana estaba teniendo un buen resultado momentáneo.

—Qué astuta es —susurró la rusa.

—Pero no le durará mucho —las palabras del asgardiano borraron las esperanzas—. El agua está ingresando demasiado rápido.

Cuando la cabeza de la piloto comenzó a sentir el material del techo cerró los ojos con pesar. Se dio unos rápidos segundos para encomendar su alma al cielo y empezó a llenar sus pulmones con todo el aire que fuera posible.

—¡Muévanse! ¡Muévanse maldita sea!

Cuando escucharon la acelerada voz de Tony sintieron como el alma les volvía al cuerpo.

—Stark —Rogers llegó rápidamente a él—. ¿Lo lograron? ¿Tienen el arma?

El multimillonario alzó con orgullo su brazo enseñando una parte de su traje que venía adherida a él.

—Milagrosamente sí —todos suspiraron aliviados.

El hombre hizo a un lado a todos pidiéndoles que mantuvieran distancia para dar inicio a un trabajo que esperaran diera resultado.

—Es un láser infrarrojo mucho más avanzado de lo que antes hemos visto —comunicó—. Voy a cortar las orillas de la puerta y ésta saldrá hacia nosotros debido al impulso del agua...Y por ende esperemos que Olympia también lo haga.

—Sujétense bien para no irse con la corriente y estén atentos para atrapar a Olympia —siguió Lambert.

—Trajimos mantas para cubrirla. Si el agua no la mata es posible que la hipotermia lo haga —añadió Shao señalando las telas en sus brazos.

—Muy bien —habló Steve conteniendo las esperanzas en su interior—. Hazlo Stark.

La labor inició y aunque era un poco lenta por la potencia del arma Hansen pudo notar lo que estaban haciendo y trató como pudo de resistir. Sin embargo, su agua enemiga le estaba ganando y poco a poco...Tocó el techo.

La mujer tomó la bocanada de aire más grande de su vida para luego verse sumergida dentro del agua. El grupo lo notó ya que descendió a la altura de la ventana y conectó su mirada con la de ellos.

—No...El agua la sobrepasó —susurró Nate.

—Tony, date prisa.

—¡No me distraigas, Rogers! —reclamó éste concentrado—. Cualquier corte en falso y ella puede salir herida.

Todo iba avanzando: El corte de la puerta pero también el tiempo de vida de la Mariscal.

Pero para su desgracia, cuando el láser ya iba impactando en la mitad del acero el aire comenzó a terminarse para la pobre australiana.

Cerró los ojos como si buscara retener más en su organismo pero había sido un fracaso; el agua ya estaba ingresando a su anatomía. Su cuerpo tembló para horrible espectáculo de todos los presentes. Una sacudida, dos sacudidas, tres, cuatro...Y ya a la quinta...No hubieron más.

—¡Stark apresúrate!

—¡Más rápido!

—¡Se está muriendo!

—¡Vamos qué esperas!

Un grito se escapó de los labios del millonario ante el esfuerzo y la presión que no se dio cuenta cuando ya había finalizado y la puerta salió despedida por la presión del agua. Todos alcanzaron a hacerse a un lado para no ser golpeados por ella y se sujetaron de lo que pudieron para no caer.

La puerta salió, el agua, los materiales, armas; mucha más agua, pero no veían a su compañera.

Hasta que luego de una ráfaga líquida que sacudió su pies pudieron divisar una pálida e inconsciente figura que se deslizaba hacia ellos.

—¡Olympia! —gritaron todos.

Steve y Nate fueron los que alcanzaron a atraparla antes de que se perdiera en otro lugar y las mantas rápidamente estuvieron sobre su cuerpo mientras Stark cerraba el agujero con su tecnología. Le hablaron incontables veces pero no hubo respuesta alguna. Su rostro estuvo sujeto por las grandes manos del Capitán que buscaba algún atisbo de vida en ella pero no lo encontraba.

Las esperanzas comenzaron a perderse.

Lambert la dejó en el suelo para dar algunas presiones en su pecho, deseando así que el líquido abandonara su organismo y la dejara respirar. No obstante, luego de repetir el ejercicio unas cuatro veces sin tener efecto comenzaron a rendirse.

—No funciona...

—Trata otra vez —pidió Rogers.

—¡Traigan una camilla rápido! —se escuchó a Gottlieb a sus espaldas.

Y justo cuando se debatían sobre quien iba a darle respiración boca a boca a la mujer, el milagro ocurrió.

Olympia se sentó en el suelo súbitamente tosiendo de manera brusca; botando y escupiendo toda el agua que había llenado su sistema. Suspiró agitadamente y miró a su alrededor cansada, viendo a todo el grupo de personas que había estado ahí para ella.

—Chicos... —su hablar vino acompañado de una tos pesada.

—No hables, aún tienes que reponerte —le dijo Steve aliviado por tenerla con vida. Había estado muy cerca de perderla—. Qué susto nos diste —acarició so cabello.

Ella sólo se limitó a sonreír de lado para volver a recostar su cuerpo en el suelo; en ese momento no se sentía con más fuerzas para decir algo o mantenerse en esa posición.

Los paramédicos llegaron a la velocidad de la luz para atender a su líder. Aún envuelta en las mantas y con un constante temblor que tenía por el frío, ellos levantaron a la mujer, la pusieron en la camilla y corrieron con ella a los pisos de arriba para poder atenderla. El grupo no dudó en seguirles el paso para estar con la platinada en todo momento.

Lo habían logrado. La habían salvado.

Olympia fue rápidamente recibida por los médicos que encendieron unas gigantescas lámparas de calor que ayudarían a que ella recuperara la temperatura normal de su cuerpo. Una intravenosa con suero fue inyectada en su brazo junto con el medidor de presión a su lado. Por el momento su más grande complicación era el frío que sentía y la pronta hipotermia que podía llegar a sufrir.

Aquella era una prueba más de que Hansen podía ser casi invencible.

Casi tan invencible...Que a los minutos después quiso levantarse de la cama.

—¿Como que no me puedo ir? —reclamó molesta al escuchar las exclamaciones de todos pidiéndole que se quedara.

—¿Es un chiste? —se escuchó a su compañero de Jeager—. Maldición Olympia, hace unos minutos estuviste al borde de la muerte.

—Lo sé perfectamente —respondió aferrando las mantas a su cuerpo—. Pero una guerra nos espera y no me voy a quedar aquí sin pelearla.

Murmullos de disgusto se escucharon en la sala. Estaban viviendo esa situación una vez más.

—Definitivamente no —alegó Hermann—. Literalmente te ahogaste y te salvaste de milagro —ella puso los ojos en blanco—. En las últimas horas has vivido situaciones demasiado potentes. Subirte a un Jeager lo empeoraría todo.

—No me interesa —con cuidado se puso de pie y se puso junto a una lámpara de calor que la hizo sentir mucho mejor. Aún así, su cuerpo seguía temblando—. Miren, les agradezco inmensamente por haberme sacado de ahí; se los voy a deber por toda mi vida...En serio —sonrió de lado—. Pero ya que estoy aquí...Ya que tengo una nueva oportunidad de vivir...No la voy a desperdiciar quedándome aquí sentada sin ir a pelear con esos monstruos.

—Gottlieb tiene razón. Subirte a un Jeager podría acabar contigo —dijo Liwen.

—Me da igual —repitió—. Nos hemos preparado mucho para este momento como para abandonarlo así nada más. El mundo nos necesita...A todos —hizo énfasis—. En unos minutos más estaré mucho mejor y con la capacidad de pilotar. Pero no me pidan que me quede sin ir a la guerra...

—Casi te mueres, Olympia —le recordó Rogers mirando al suelo—. No sigas arriesgándote.

—Me voy a arriesgar las veces que sean necesarias —contestó con voz firme—. No voy a permitir que este infortunio me impida a ayudar a este planeta deteniendo una catástrofe.

Parte de ellos entendía a la mujer, y quizás reconocían internamente que ellos harían lo mismo en su lugar. Y la verdad...La verdad era que no iban a aganar esa guerra sin su Mariscal.

—Olympia...

Ella interrumpió la voz de Nate—Salgan.

El grupo se repartió miradas un poco tensas.

—Déjenme sola —volvió a pedir—. Si no van a apoyarme y van a seguir criticando mis decisiones o simplemente van a recordarme una y otra vez que casi muero —una lágrima cayó fugazmente por su mejilla—, no los quiero aquí.

Quizás sí, habían sido un poco repetitivos con el tema de casi morir. Olympia lo tenía claro y no era muy lindo recordarlo cada vez que se pudiera.

—Salgan...Por favor —dijo una vez más—Es una orden.

Todos entendieron la instrucción y obedecieron lentamente. Hansen necesitaba su espacio luego de vivir una experiencia tan traumática como esa, no necesitaba gente sobre ella reclamándole sobre lo que debía o no hacer.

Además, el reloj que marcaba la llegada de los Kaiju seguía avanzando...Y no podían perder el tiempo.

Una vez que todos estuvieron afuera la platinada se acercó un poco más a la lámpara para regular su temperatura.

No obstante, escuchó una voz a sus espaldas:

—Yo no me voy a ir a ninguna parte....No puedes darme órdenes.

Ella se giró aunque pudiera reconocer aquella voz en cualquier lugar del mundo.

Steve.
















































AAAAAAAAAAAAAAA

les juro que me estresé, tirité, me puse nerviosa y todo por la intensidad de este capítulo.

les dejo una motivación para votar uwu: en el siguiente capítulo se viene discusión stolympia PTMMMMM PQ SOY ASI

OK PERO ADMIREN EL NUEVO BANNER GIF DE INICIO QUE HIZO MI REINA -wipedout lit mila te amo mucho. stan natila/milat para una buena salud ✨❤

ando súper apurada así que les dejaré nuestro fiel meme aquí, dando a entender que sea lo que sea que pase:


AAAAA gracias x su apoyo bbs, les amo un montón!!!

50 votos para actualización

nat


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