El lunes...
Ya pasaron dos días desde aquel viernes en que celebraron la fiesta en la playa, y todo en gran grupo de unidos amigos... No están tan unidos.
Como Annabeth pronosticó, su padre se enfureció mucho cuando su hija llegó en la mañana a su casa. «Te dije que debías divertirte, pero no me refería a pasar toda la noche en una fiesta», le dijo cuando la vio llegar. Annabeth y su padre tuvieron una fuerte pelea, especialmente cuando su padre acusó a Percy de ser una mala influencia. La rubia defendió a su novio lo mejor que pudo, pero fue una discusión que terminó perdiendo.
Al final, Annabeth fue castigada una semana, sin celular, no puede ver a sus amigos y mucho menos ver a Percy Jackson, y como bonus adicional, no puede salir de la cabaña.
Thalia y Nico siguen peleados y sin poder verse.
Piper aun no le a concedido a Jason la oportunidad de hablar y aclarar las cosas, y Piper se ha refugiado en sus fieles amigas para recibir todo su apoyo, así que las chicas y los chicos no han tenido ocasión de verse.
Ese lunes, sin embargo, Piper siente ganas de hablar con la cautiva Annabeth, así que aguarda a que los padrea y hermanos de la chica salgan para escabullirse hasta la ventana de su amiga.
—Annie —la llama. La chica está tirada en su cama leyendo un libro, y cuando ve a Piper, suelta el libro de inmediato para ir a su encuentro desde la ventana—. Vaya, no bromeaba tu papá cuando me dijo que estabas castigada sin poder vernos. ¡No te veo desde la madrugada del sábado!
—Lo sé, ha sido una tortura. —Annabeth hace un puchero, enterneciendo a su amiga—. Por favor, actualízame, dime qué mas ha ocurrido desde entonces. ¿Percy ésta bien?
La última vez que vio a su novio, fue cuando lo llevó a la clínica de la isla para que le atendieran su pie herido por el pinchazo del cangrejo.
—Está mejor, tiene el pie vendado, pero no es nada que un poco de pomada y descanso no arregle.
Annabeth suspira de alivio, pero de inmediato nota la cara entristecida de su mejor amiga.
—Piper, ¿qué ocurre? —pregunta la chica, preocupada.
La castaña lanza un suspiro resignado.
—Es... Es Jason... —Después de tomar una gran bocanada de aire, Piper procede a contarle toda la historia a su mejor amiga en lo referente al mensaje de Reyna.
—Oh, eso suena muy mal —opina Annabeth con seriedad. Piper vuelve a suspirar, asintiendo.
—La verdad no se qué hacer, Annie. Una parte de mi quiere hablar con Jason y arreglar todo, pero otra parte de mi se siente traicionada y herida, y lo último que quiere es verlo.
—Quizá debas armarte de valor y preguntarle. Si algo he aprendido este año, es que guardar rencor no le hace ningún bien a nadie —la aconseja Annabeth como toda una experta en el área de odiar gente.
Piper se muerde el labio inferior, y durante un largo rato solo se escucha el rumor del océano y la brisa.
—Tal vez tengas razón —termina por decir Piper.
—Claro que la tengo. Y ahora vete, antes de que mi padre vuelva.
—Gracias, Annie. Te contaré luego cómo resultó todo.
Piper se va de allí con la alegría renovada, lo que ella no sabia es que toda esa felicidad pronto sería arruinada.