Annabeth llama a Percy a gritos, pero el chico no le presta atención, esta demasiado enfocado en ir tras Anais.
Sin embargo, la pelirroja al verlo decide irse, y se escabulle entre los poco transeúntes y entra al hotel que se encuentra frente a la playa.
Annabeth lanza un resoplido, odiando la terquedad de Percy, pero decide no dejarlo ir solo, así que corre tras él.
Mientras tanto, Percy intenta seguirla lo mejor que puede, pero su coordinación está algo comprometida debido a la falta de sueño y al alcohol que aun sigue en su sangre.
Se apresura tanto en correr que no se percata del camino y termina tropezando y cayendo de cara en la arena.
—¡Percy! —Annabeth alcanza a su novio y se arrodilla junto a él. Percy levanta la cabeza, escupiendo arena. Gran dato: la arena de playa no sabe nada bien.
—Creo que me he caído.
—¿Tú crees? —Annabeth tomga su rostro y le limpia los ojos—. ¿Estás bien?
—Sí. —Percy se levanta de la arena, sacudiéndose—. Pero me habría gustado haberla alcanzado. Anais siempre está con Zack, tal vez ella sepa de él... O él este aquí.
Annabeth suspira. Otra vez el tema de Zack.
—Percy, bebiste mucho anoche y no has dormido nada. ¿Crees que es realmente un buen momento para persecuciones? —Ella alza una ceja, mirándolo como una madre reprendiendo a su hijo.
Percy va a responder, pero al final termina por asentir con sumisión, aceptando que Annabeth tiene la razón. Como siempre.
—Ven, cariño, vamos a descansar. Mañana nos encargamos de esto.
Percy vuelve a asentir. Se levanta con ayuda de Annabeth y de pronto siente un terrible pinchazo en el pie izquierdo. ¡Auch!
Percy lanza un grito, agarrándose el pie y brincando con el pie sano. Annabeth se sorprende y luego nota qué es lo que causa tal alboroto: a Percy le ha pinchado un cangrejo.