Narrado por Mattias
—¿Donde vas ?
—Voy a otra habitación no quiero pasar la noche contigo.
No me dejo hablar cuando cerró la puerta de golpe. Frustrado me senté en la cama, me pasé la mano por el pelo y me tumbé. No me gusta discutir con ella pero a veces hace cosas que no entiendo. Sin pensarlo más me di una ducha bien caliente y me fui a la cama. Me sentía raro cuando no dormía con ella.
Sin poder conciliar el sueño, cogí el móvil y llame a Cristo.
—¿Que pasó?
—Eso es lo que me dices cuando me coges el teléfono.
—Sabemos que cuando me llamas a estas horas de la noche es que ha pasado algo con Carolina.
—No te equivocas.
—No quiero que me grite como le hizo a Larry.
—Te lo contó.
—Mejor, estaba allí.
—Ya veo, bueno no te dirá nada porque está durmiendo en otra habitación.
—¿Qué hiciste?
—Porque piensas que fui yo el causante.
—Porque Carolina es pacífica y no creo que te monte un numerito por cualquier tontería.
—Eso es verdad.
—¿Qué pasó?
—Pues vino Merced a hablar conmigo y Carolina no la dejo, incluso la amenazo.
—Jajajajajajajaja.
—De que te ríes.
—Jajajajajaj, que ya es toda una reina, jajaja.
—Si —sonreí.
—Y adivino, te enfadaste.
—Si.
—Cuando entenderás que estás de vacaciones Mattias, ella sólo quiere que descanses.
—No es fácil.
—Si lo es, solo que tú lo haces difícil.
—Eso mismo dijo ella.
—¿Desde cuando no tienes unas vacaciones? Sin contar cuando te fuiste con Susana.
—Ufff, nunca diría yo.
—Exacto y eso lo sabe ella, siempre andas detrás del escritorio y casi nunca pasas tiempo con ella y aunque tú no lo veas ella se siente sola.
—¿Sola?
—Si —suspira cansado —no tiene amigos, ni familia, como te sentirías tú si estuvieras en su lugar, siempre está en peligro, ha pasado por cosas que nadie quiere pasar y aún así se mantiene firme a tu lado, sé que a veces se le irá la hoya pero aun así se mantiene firme en su puesto. Pero ese puesto se sostiene porque está contigo, así deja de pensar en el trabajo y concéntrate en ella que para eso me dejaste a mi las cosas ¿o me equivoco?
—Si es verdad, por la mañana me disculpare.
—Ese es el hombre.
—Gracias Cristo, sino fuera por ti, la hubiera perdido hace mucho tiempo.
—De nada para eso estamos hermano. Dime ¿que tal hawaii?
—Mañana nos iremos a Maldivas, cuando vi a Merced cambié de opinión de estar aquí.
—Hasta tú mismo te contradices, me vas a dar dolor de cabeza jajajaja
—Jajajajajajaja.
—Pues disfruta y pronto nos vemos.
—Si gracias.
Colgué, me quedé más tranquilo, pero un poco inquieto ¿será verdad? ¿se sentirá sola? Mañana lo arreglaría con ella. Fui a la recepción para preguntar en qué habitación se había quedado mi mujer mientras dejaba que uno de los empleados llevaba las maletas al coche. No estaba muy lejos de la mia, pero Ulises entrar sin más pero me lo pensé mejor y toque antes. No espere repuesta sino abrí y allí la vi, media somnolienta.
—Nos vamos ya —dije molesto.
—Si.
Iba a irme pero retrocedí, tenia que disculparme con ella, cuando se sentó en el viro de la cama y dejó los pies colgados me entró el pánico.
—Carolina, tus pies.
Asustado me acerque y le toque la frente.
—¿Que haces?
—Te sientes mal, te duele algo
—No, estoy bien
Sin responderle salí de la habitación, justo en la esquina vi a unos de los empleados.
—Llama a un médico, rápido.
Este asintió y yo volví a la habitación, vi como se levantaba.
—Amor no te levantes.
—Pero ¿que pasa? ¿porque te comportas así?
—No te preocupes el médico viene ahora —dije acercándome.
—Pero...
—Aquí está —dijo una de las empleadas.
—Quien es la paciente —dijo un chico de mi misma edad.
—Ella —dije mientras se sentaba a su lado —tiene los pies enrojecidos.
—Déjame ver.
Se acercó y empezó a tocarlos con suavidad, mirando cada detalle.
—¿Se siente mal?
—No.
—Vale, parece que solo fueron pulgas.
—Seguro, no son larvas de anquilostomas.
—¿Estuvieron en la playa del Norte?
—No, la de esta zona.
—Entonces no ahí problema, además si llega a ser las larvas de anquilostomas ahora mismo no podría moverse, lo que haré es mandarle una crema para el enrojecimiento en un par de días se le irá.
—Gracias doctor.
—Nada que tengan una buena estancia.
Con eso se fue, dejándonos solo en la habitación. Aliviado me deje caer en la cama. Sentí un pequeño golpe en el hombro y al mirarla vi que estaba molesta.
—¿Y eso?
—Me haz asustado, idiota, debes de mantener la calma cuando pasen estas cosas.
—Me asuste.
—Yo también lo hago pero pienso antes de actuar, casi provocas que me de un infarto.
—Lo siento.
—Esa disculpa es lo de ahora o es para los de anoche.
—Las dos —me acerque y le di un beso —no pensé.
—Yo también me disculpo —la miré asombrado, no me esperaba eso —se que no me debo de meter en tus asuntos pero es que estás aquí para tener tu atención a mi y no a.......
No la deje de terminar, no pude aguantarme las ganas, me pareció bonito que se disculpara, que no aguante, así que la bese, el beso paso de ser suave a ser apasionado, la tumbe en la cama y de un tirón le quite el camisón.
—Mattias —gimió mientras le quitaba las bragas.
Sin pensarlo más me desabroche el pantalón y me adentre en ella, fui lento pero después aceleré el ritmo, los gemidos de ella me encendía más y cada vez era más rápido.
—Más rápido, más —gritaba.
Cuando llegamos al órgasmo, pare, pero me quede en la misma posición, mientras recuperábamos en aire.
—Dios mío —dijo con una sonrisa.
La bese y la levante por la cintura, ella se sujetó con sus piernas alrededor de mi cintura y su manos por mi cuello.
—Vamos a la ducha —dije con una sonrisa.
No la baje me quite la camisa y nos metimos en la ducha, abrí el agua y cuando ya estuvo caliente nos metimos en ella, seguía con mi miembro dentro de ella.
—Sigues activo.
—Es culpa tuya.
La saqué pero al segundo la volví a meter, la puse contra la pared y retome el ritmo con más calma.
—Mmmmmm, Dios mío.
Me senté en el viro de la bañera y me quede quieto.
—Vamos a ver cómo lo haces mi reina.
Con una sonrisa empezó a moverse con rapidez, lo hacía de una forma que me encendía bastante, no la deje de seguir sino la cogí y la volví a estampar contra la pared, con ritmo rápido, ella gemía por cada embestida, me apretaba más que antes, al llegar al orgasmo me di por santisfecho, me senté en la bañera y dejé que el agua nos cayera mientras recuperábamos la respiración.