bad boy โ”โ” [#1] jeon jungkook

By thebidoom

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โ”โ”๐—•๐—”๐—— ๐—•๐—ข๐—ฌ โel chico malo no era tan maloโž Jeon JungKook quiere esconder sus problemas detrรกs de su fa... More

ใ€Œ BAD BOY ใ€
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••••

Kim Cleo June

Aquél mensaje me había quitado por completo el aire y heló mi sangre. El hecho de que me lo haya mandado justo ahora significaba que algo había pasado con su madre, algo le había hecho.

Un dolor me hizo presión en el pecho con tan sólo imaginarme lo peor.

—Listo, señorita. —habló el chofer sonriente al dejar su celular a un lado.

Antes de que dijese algo más y al notar que las luces del semáforo habían cambiado, hablé:

—Disculpe, ¿Podríamos volver en seguida?

—¿Cómo? —me miró a través del retrovisor— ¿Quiere volver a donde la recogí?

—Por favor, es urgente y muy importante. —rogué con ambas manos entrelazadas frente a mí.

—El amor joven. -suspiró conmovido— La llevaré pronto con su Romeo, señorita.

—Gracias... —murmuré con mis nervios exaltados.

Jugueteaba entre mis dedos con la pulsera rosada que me había hecho JungKook como forma de relajarme, pero no funcionaba. Seguía intranquila al pensar en los miles de escenarios posibles con sólo recordar mi primer encuentro con esa mujer. Está loca, intentó agredirme con una navaja, ¿Qué le puede hacer a JungKook en un ataque de ira? Si hasta lo tiró de las escaleras.

No. No, no, no. A JungKook no.

Mierda, parece que me pondré a llorar en cualquier momento.

Apenas llegamos, rápido abrí la puerta del auto. Pero antes, me dirigí al conductor.

—Ah... ¿Podría esperar aquí? Juro que no tardo.

Asintió mostrando su pulgar. Incliné mi cabeza agradecida y salí del vehículo, pero al notar que mi tobillo se doblaba debido a los molestos tacones, me los quité. Así corrí con comodidad a la casa de JungKook y, afortunadamente, la cerradura de la puerta no estaba cerrada.

Entré con lentitud al recordar todo el lugar oscuro. Me costaba acostumbrarme a la oscuridad del entorno, de vez en cuando me chocaba con algo mientras trataba de recordar cómo era el lugar.

No sabía si JungKook estaría en el primer o segundo piso, pero antes de recapacitar aquello oí atentamente y distinguí el sonido de una llave de agua abierta. Provenía de unos pasos más adelante de mí, y caminé hasta dar contra la madera de una puerta. Al abrirla me resultó más fácil ver dentro de aquella habitación gracias a la fuerte luz de la luna que alumbraba a través de la cortina de la única ventana en la habitación. Sólo que, a diferencia de antes, esta estaba sutilmente corrida, lo que dejaba una mejor iluminación.

Era una cocina algo pequeña, y justo a mi lado izquierdo podía ver la oscura silueta de JungKook frente a la ventana. Él estaba frente al que debía ser el grifo del lavabo.

Está herido. —fue lo primero que pasó por mi mente. Podía notar como era su brazo lo que trataba de mojar con el agua.

—JungKook. —dije al acercarme a él. Cuando volteó no podía ver su rostro debido a la sombra que producía la luz— Jung...

Me interrumpí a mí misma soltando un quejido al pisar lo que sentí como un pedazo de cristal. Había generado una herida por el dolor punzante que sentí al levantar mi pie, pero sólo traté de mover a un lado aquello y continuar caminando.

—Espera, no te acerques. —JungKook trató de venir a mí, pero no parecía poder mover su brazo de ahí.

¿Por qué habían cristales en el piso? ¿Acaso su madre le abrió el brazo a JungKook? Me daba igual lo que le haya pasado a esa mujer, la agarraría yo misma de las greñas.

Me encontré con varios malditos cristales que provocaron varias heridas en mis pies. Trataba de evitarlos y avanzar con cuidado, pero me resultaba difícil cuando estaba tan ansiosa de estar a su lado. Y ahí lamenté haberme quitado los zapatos. Pero con tal de haber llegado a JungKook, no me importaba.

Terminé de hacer a un lado la cortina, para que el intenso resplandor lunar iluminara el lugar. Ahí vi el enrojecido brazo de JungKook y su rostro con una herida grande cerca de su ojo. Entonces lo entendí; le quemó el brazo y le reventó algo contra la cara, algo de cristal.

Su brazo quemado y su cara sangrante. Eso me había metido unos nervios que por unos momentos me congelé. Pero no, no era momento.

Me apresuré a reaccionar y buscar entre cajones algún paño limpio, el cual sí conseguí.

—Presionalo fuerte. —le indiqué cuando lo coloqué sobre su cara para parar el sangrado de ella.

Tomé otro, el cual remoje debajo del agua y estando húmedo lo puse de forma que cubriera la herida de JungKook, que comprendía parte de su mano y antebrazo. Me preocupaba que fuese tan grande, aunque no soy una especializada como para saber si necesitaría ayuda médica o no.

—Vámonos. —le susurré colocando mi mano en su mejilla sana— Vas a estar bien, ¿Sí?

Él asintió con dificultad y me siguió. Otra vez los malditos cristales, pero los ignoré. Creo que JungKook no se dio cuenta, y claro, tiene un problema mucho más grande. Agradecía eso, ya que sería una carga menos para su mente si no sabe que estoy lastimada.

El taxi seguía ahí, agradecía a mis adentros por un chofer tan amable. Hice subir primero a JungKook y yo detrás de él. DoHong estaba contestando un mensaje en su celular, pero a penas volteó a vernos con una sonrisa, su rostro cambió a uno de terror. JungKook había estado perdiendo sangre de su herida, lo que dejaba una vista preocupante por su sangriento rostro.

—Señor... ¿Se encuentra bien? —preguntó DoHong al ver la cara y brazo de JungKook— ¿Quiere que lo lleve al hospital?

Era lo que necesitaba urgentemente.

—Por favo...

—No.

—¡JungKook! —regañé al oírlo negarse— Debes ir, puede ser grave.

—No quiero. —dijo el bajando su cabeza para que no lo vea.

—Jeon.

—No quiero ir al hospital. -insistió.

Ya parecía un niño pequeño y caprichoso, pero de eso no había tiempo. No me quedaba de otra más que ir a mi casa para no seguir perdiendo tiempo. Papá tiene los conocimientos médicos, así que lo debe de poder ayudar. Y, en cualquiera caso, ellos le obligarán a JungKook a ir al hospital.

Le indiqué a DoHong ir hacia mi casa y él, dudoso y preocupado, asintió. Trató de ir tan rápido como pudo. Agradecía que ahora mismo los semáforos no fueran de gran impedimento.

Iba tanteando la herida de JungKook, pero esta no parecía dejar de sangrar, así que le permití dejar de hacer presión en ella. Me preocupaba toda la sangre que había en el trapo y rogaba con que la hemorragia parara de una vez.

Apenas llegamos le pedí al chofer que esperara aquí, que mis padres se encargarían de pagarle.

Bajé del auto junto a JungKook y quise matarme. Caminar era una tortura, ardía muchísimo, pero me impedía a mí misma soltar alguna queja. Me maldije al intentar abrir la puerta y ver que estaba cerrada. Comenzaba a desesperarme porque no encontraba la llave en mi bolso, así que golpeé la puerta rogándole a mamá ayuda

Esperaba con todo mi ser que volviera a haberse quedado dormida en la sala. Y sí, mis deseos eran ciertos. Lo supe porque ella no demoró mucho en abrir la puerta. Estaba somnolienta y parecía que en cualquier momento se dormiría otra vez. Pero sus ojos se abrieron cuando cayeron en JungKook.

—¿¡Qué te pasó!? —gritó ella alterada.

—Mafia de pollos. —traté de resumir, pero sólo dije la primera estupidez que se me vino a la cabeza— Iré a despertar a papá, tú paga el taxi.

No le dí tiempo a responderme cuando hice entrar a JungKook y, con todo el dolor de mi patitas, fui a despertar a papá.

Por fin, me eché al sofá cuando ya Heon estaba revisando a JungKook.

—¿Estás bien, cariño? —me dijo Cassidy a mi lado.

—Me corté los piecitos. —susurré en un agudo lloriqueo.

—¿Qué fue lo que pasó?

—Es algo lar... —me callé al oír a Heon hablar.

—Necesitas atención médica, muchacho.

Se lo dije.

—No la necesito. —negó a la par con su cabeza.

—Esta herida necesitará ser cerrada con puntos. La quemadura no se ve muy grave pero es algo extensa, debes ir al médico.

—Pero...

—Nada de peros. —interrumpió Cassidy— Irás al médico.

—Iré por el auto.

—Espera. —ella lo detuvo y susurró algo en su oído, algo que hizo a Heon voltear velozmente a mí— ¿De acuerdo? —él asintió— Bien. Vamos, JungKook, yo te llevaré al hospital.

Y mientras JungKook, con un nuevo trapito que le había dado papá, salía detrás de ella, Heon se acercó a mí. Se agachó a mí altura y acarició mi cabeza.

—¿Qué te pasó a ti, princesa?

—Me corté en los pies y me duele. —lloriquee en voz alta por fin.

Levanté mis pies para que él observara, y al hacerlo hizo una mueca.

—Lo tuyo no es tan grave, pero hay que limpiar y vendar. —papá sujetó de mis piernas, luego mi espalda y me levantó de tal forma que hacía referencia a aquél sobrenombre de «princesa» con el que él suele llamarme— Te llevaré a al baño, ¿bien?

Asentí con una sonrisa y abracé su cuello.

—Y más te vale decirme cómo fue que pasó todo esto.

Jeon JungKook

—Me gustaría saber por qué tú y mi hija llegaron de esta forma. —dijo una vez puso en marcha el auto.

Observé a la señora Kim de reojo mirando fijamente el camino, pero luciendo molesta. Y claro, de la forma en la que llegamos a su casa.

—Yo... Fue un...

—Y ni se te ocurra mentirme. —me detuvo justo antes de hacerlo— Esto se trata también de mi hija, Jeon.

La entendía perfectamente, porque por cómo llegamos pudo creer que Cleo June también pudo haber sufrido algún daño. Pero tampoco quería decírselo.

»Jeon, ¿Hay algún problema en tu casa? —volvió a hablar y sorprendido la miré.

¿Cómo lo supo?

—¿Por qué asume que esto sucedió en mi casa? —pregunté, aunque eso me hacía más obvio.

Esta señora me da miedo.

—Cleo June no se descalzaría en la calle. Y hueles a té verde. Con eso te quemaron, ¿Verdad? —me miró para comprobar mi respuesta y asentí— Además, eres un chico grande, dudo que tengas problemas para defenderte. No creo que un cualquiera en la calle te haga algo como eso.

Supongo que sí era muy obvio.

—Quiero saber qué está pasando. —demandó.

Suspiré pesadamente.

Con las molestias que estaba causando no me quedaba de otra.

—Mi madre me hizo esto. —confesé bajando mi cabeza, avergonzado de exponer algo como eso— Ella no está bien.

El miedo me recorría. El miedo de que su madre no me quisiera junto a ella por mi... situación familiar. ¿Qué podría esperar de un tipo como yo al saber eso?

—¿Tu madre? —asentí— ¿Y tu padre?

—No tengo. —hablé con dificultad debido a ese dolor en mi pecho cada vez que se sacaba a luz ese tema.

En realidad no tengo idea porque no sé nada de él. Pero prefiero no tenerlo.

—Las cosas están muy mal, ¿Eh?

—Pasaron... cosas entre ella y mi padre. —dije queriendo ser lo menos detallado posible— Él se fue, pero ella no salió bien de todo lo que pasó. Y me odia.

—¿Por qué sigues ahí?

—Debo cuidarla. En su estado no puede conseguir trabajo o algo por el estilo.

—Si está tan mal, ¿Por qué no has hecho algo al respecto? —simplemente me encogí de hombros sin ganas de seguir con la conversación— Está bien. No sigamos hablando si no quieres.

Agradecía que cortara esa conversación, porque peor quedaría si me ponía a llorar ahora mismo. Sin mencionar el punzante dolor en mi pómulo que no me dejaba pensar con tranquilidad.

Continuamos el camino en silencio, hasta que llegamos al hospital y lo vi a través de la ventana a mi costado. Luces blancas salían de ese gran edificio. Tragué duro al pensar que estas personas tratarían mis heridas.

—Vamos. —dijo desabrochando su cinturón. Pero al ver que yo permanecí inmóvil me miró— ¿Qué pasa?

—No quiero ir. —mascullé, sintiéndome nervioso y acalorado por la vergüenza.

—¿Por qué? —confundida alzó una ceja y al verme callado y con la cabeza baja lo dedujo sola— JungKook... ¿Te dan miedo los hospitales?

Le atinó.

Nervioso levanté la mirada y al verla asentí temblante. Ella suspiró.

»Yo entraré contigo, ¿Sí? —me alentó poniendo una de sus manos en mi hombro— No es tan malo como crees. Además, mientras antes entres, antes saldrás y antes llegaras con Cleo June.

Eso último fue lo que me había convencido; ver a Cleo June.

Una vez más vi el hospital por la ventana.

No debe ser tan malo.

...

—¿Lo vez que no era para tanto? —me retó la señora Kim apenas salimos del hospital.

Fue horrible. Me sentí horrible.

Durante todo el proceso no paré de juguetear con la pulsera de Cleo June para calmarme, porque incluso con anestesia sentí el dolor y más de una vez estuve a punto de golpear al doctor.

Ojalá haberla tenido a ella a mi lado para tranquilizarme.

—Mi cara se siente rara. —dije con dificultad por la mitad adormecida de mi cara.

—Es la anestesia. —dijo ella y ambos entramos al auto— Ahora regresas y te vas a dormir, ni se te ocurra volver a tu casa. ¿Entendido?

-Sí, señora Kim. -bajé la cabeza obediente.

Así encendió el auto y ya ambos íbamos en camino a casa de Cleo June. Estaba ansioso por volver con ella.

—Mañana buscaremos una solución para todo esto. Pero Jeon, tu madre necesita ayuda.

¿Ayuda? ¿Ayuda médica?

No. Por supuesto que no. Nadie le pondrá una sola mano encima otra vez.

—No...

—Entiendo que sean cosas privadas tuyas, —me interrumpió— pero evidentemente algo está muy mal en esa mujer y no puedo pasarlo por alto.

—¿Por qué?

—Porque eres importante para mi hija. —dijo mirándome por unos segundos y luego volver su vista al camino— No quiero que las cosas salgan mal otra vez.

—¿Otra vez? —la miré curioso.

—Tú tienes tus cosas; Cleo June tiene las suyas. —fue lo único que dijo.

Supuse que tendría que ver con aquellas cosas que el señor Kim me había dicho respecto a Cleo June.

También recordé esa noche en la que lloró al hablar de sus padres, la inseguridad que sentía por ellos. Pero sus padres se preocupan por ella más que nada. Y aunque hayan tenido problemas, me hace feliz saber que ella cuenta con el apoyo de personas maravillosas.

Al llegar, la señora Kim me ordenó irme a dormir; se le veía molesta, pero aquella autoritaria figura maternal me hacía sentir bien. El padre de Cleo June nos esperaba en la sala y ella aparentemente estaba dormida en su habitación.

Entré en la oscura habitación de Cleo June. Al encender la luz la pude ver ahí, a ella recostada sobre su cama vistiendo su disfraz de jirafa. Sonreí al verla muy linda, aunque graciosa; estaba de costado con sus brazos estirados y su cabello despeinado.

Me encanta.

Me acerqué a ella, hermosa mientras dormía a pesar de su cara aplastada contra la almohada, y con uno sólo de mis dedo acaricié su mejilla.

Quité mi saco y desabotoné mi camisa hasta dejarla a un lado, quedando yo ahora con el torso desnudo. Descalcé mis pies y me volví para apagar la luz, quedando nuevamente en la total oscuridad. Sonreí porque no era esa oscuridad a la que estaba acostumbrado; esa en la que me envolvía la tristeza de todos esos malos recuerdos que me recuerda ese lugar en el que nunca me había sentido seguro.

Aquí era distinto. Con Cleo June todo era distinto. Me siento bien y seguro a su lado, sé que todo estará bien con ella. Bueno, no del todo bien, siempre habrá algún desastre con ella cerca. Pero de alguna forma, siempre será maravilloso a su lado.

En medio de esta, por primera vez, hermosa oscuridad, avancé hacia ella nuevamente hasta sentir con mis piernas su cama y con delicadeza me acosté a su lado.

Boca arriba a su lado giré mi cabeza a verla; ese brillo lunar tan intenso que se colaba por la cortina abierta de su ventana dejaba ver su belleza tan reluciente y despampanante.

Quería abrazarla, pero las heridas me incomodaban. Maldecía la situación, porque la tenía ahí, justo a mi lado, y no puedo encerrarla entre mis brazos para sentir su calor corporal. Es una tortura no poder abrazarla.

Esto era lo único que podía hacer, estirar mi mano para envolver la suya. Cerraba los ojos encantado de poder sentir su piel. Sentía mi pecho llenarse con tener el mínimo toque con su mano.

Todo lo que pasó había sido horrible. Pero, finalmente, soy feliz, junto a ella. Otra vez ella está para mí.

Sonrío porque no puedo evitar sentirme como la persona con mayor suerte del mundo. Ignoro toda mi vida, la hago desaparecer de mi mente. Me da igual todo por lo que pasé, todo por lo que cualquiera podría decirme que soy de los más desgraciados. Tengo suerte, estoy agradecido de encontrar un ángel como ella en mi vida.

Si hubiera sido una persona normal, ¿Habría tenido la suerte de conocerla? ¿De estar ahora mismo así con ella? ¿Podría sentir esta felicidad y sentimientos tan únicos?

Si la respuesta es «no», entonces todo valió la pena.

Kim Cleo June

¿JungKook? -me cuestioné cuando al abrir los ojos fue lo primero que ví.

Me senté sobre mi cama para verlo mejor. Restregué mis manos en mis ojos y pude confirmar que sí era él. Me sentí aliviada de verlo con sus heridas tratadas, significaba que, por ahora, ya estaba bien.

Me acerqué y dejé un tierno beso en su frente, y al verlo tan plácido aún dormido, dejé algunos más en su mejilla.

Tierno.

Con cuidado me acosté correctamente a su lado, casi encima de su pecho que me encantaba por estar totalmente descubierto, y comencé a dale mimos con las yemas de mis dedos; recorriendo su carita y cuello, hasta contornear su clavículas.

Sentía una felicidad inexplicable al tenerlo ya a salvo conmigo, y que ni crea que lo dejaría ir. No permitiría que JungKook volviera a esa casa, jamás. Lo ataría de pies y manos a mi cama si era necesario.

No quiero que lo sigan dañando.

Lo vi dormir como si se tratase de la primera y más hermosa maravilla del mundo. Aunque él sí es una maravilla en mi mundo.

Me generaba ternura y una sutil risa ver las lagañas formadas en sus lagrimales, porque sé que al despertar estaría con sus ojitos hinchados balbuceando palabras, moviendo sus labios de una forma graciosa para articular correctamente las palabras, pero sin éxito.

—Mmm... —murmuró de forma ronca mientras corría su rostro y chocaba ligeramente con el mío.

¿Es una indirecta del universo?

Bueno...

Era cuestión de un simple movimiento, el cual realicé para unir con delicadeza mis labios con los suyos, dejando un pequeño beso en esos finos y rosados labios. Apenas lo hice, reí a mis adentros. Se había sentido emocionante. Sin evitarlo, volví a besarlo, esta vez manteniendo un contacto constante en el que moví lentamente mis labios sobre los suyos inmóviles. Aunque me puse nerviosa cuando en un momento los sentí comenzar a moverse.

JungKook se había despertado y parece que bastante a gusto por sus «buenos días», pero aún sin poder seguirme el ritmo. Deslicé mi lengua entre sus labios, rozando así sus dientes de conejo, gustosa de sentir el calor de su boca. Repetí aquél movimiento algunas veces, mientras que JungKook entreabría sus labios para esta vez chocar su lengua con la mía. Hasta que con el acompañamiento de un sonido húmedo, nuestros labios se separaron.

Dios... Ese beso me había dejado mal.

Abrí los ojos y vi los suyos, tales como los describí anteriormente. Sonreí con mi cara sobre la suya, tanto como pudiera para hacerle saber que esa sonrisa sólo la provocaba él, mirándolo con atención cada detalle de sus rasgos mañaneros.

—Buenos días. —le dije en un tono de voz tan bajito y dulce que hasta a mí me sorprendía.

—Buenos días... —masculló él.

Toqué su carita con mis manos, dejando en su mejilla caricias dadas por mi pulgar.

—¿Cómo estás?

—Me duele el brazo y la cara. —dijo y reí con tristeza.

Me sentía fatal por lo que pasó. JungKook es un necio, no debí dejarlo solo; debí llevarlo conmigo.

—Recibiste un golpe fuerte. —ahora estiraba mi mano para tocar su cabello despeinado y alborotado. En las mañanas se le ve muy adorable— ¿Qué pasó?

Él no respondió, permaneció mirándome haciendo de vez en cuando alguna mueca. Creo que le molestaba la gasa en su cara.

Sabía que no tendría intenciones de hablar de ello, pero ya esto no lo podía dejar pasar. Le quemó el brazo y le abrió una herida en la cara. No voy a quedarme a esperar a que las cosas empeoren, a que algo peor pase con JungKook; algo que ya no pueda remediar.

JungKook debe entender que no puede estar solo en esto.

—¿Fue tu madre? —pregunté nuevamente al ver que mi anterior pregunta se quedaba en el aire. Era algo obvio, pero supongo que debía empezar de a poco para que comenzara a hablar.

—Kim...

—No me lo digas, Jeon JungKook. —lo interrumpí porque sabía qué iba a decirme— Con lo que pasó ni creas que voy a cumplir la promesa.

No. Ya no iba a hacerlo. Es actuar o permitir que algo malo pase.

—Lamento hacerlo tan difícil para ti.

—Descuida. —le sonreí— También es difícil para ti. Pero yo quiero ayudarte.

—Sólo... Me da asco mi vida, Kim. Me doy asco yo mismo. —oír otra vez, nuevamente ese desprecio a sí mismo me rompía el corazón. Sobretodo cuando se apreciaba perfectamente a su voz quebrarse— Y tú eres... eres tan hermosa... tan preciosa... No quiero que alguien como tú se meta en algo tan horrible como esto.

Las lágrimas en los ojos de JungKook ya estaban brotando. Lo veía asustado, con sus ojitos cristalinos a punto de reventar. Su cara se enrojecía, hasta que una primera lágrima comenzó a caer.

Verlo de esta forma y oírlo decir aquello me llevo a la noche en la fiesta de SeoHyun, hablando con SunKo. Cuando ella me contó superficialmente su experiencia con YoonGi, su frágil estado emocional que lo llevó a querer alejarse de ella.

Yo no quiero que JungKook se aleje de mí. No quiero que se vea como algo malo en mi vida. No quiero que se vea como no merecedor de mí. Yo ya hice cosas malas, pasé por cosas malas. No somos diferentes.

—No soy tan hermosa como crees. Soy un humano igual que tú, tengo mis cosas malas. —reí, queriendo demostrarle que eso no debe ser algo por lo que sufrir. Aunque me estaba aguantando las ganas de querer llorar junto a él, porque verlo así me generaba aquél nudo en mi pecho que me mataba.

—No puedo quejarme de tus defectos cuando yo soy peor.

No. No lo eres.

—Todos tenemos defectos, JungKook; son parte de nosotros. Yo no soy perfecta como para querer a un hombre perfecto.

Eso es lo que quiero que JungKook tenga en claro; que aquello que él piensa que lo hace diferente e indigno de la felicidad, es algo con lo que cargamos todos. Es normal. Y sí, tal vez hayan personas que lo señalen, pero sigue sin ser peor que demás.

—Pero yo soy demasiado malo, Cleo June. —sollozo— No soy...

No quería seguir escuchándolo hablar, no de esa forma.

Callé esas siguientes palabras que estaba segura iban cargadas de veneno a su propia persona. Lo callé besando una vez más sus labios. Inerte y sin movimiento permanecí sobre ellos, tratando de que su irregular respiración se calmara y respirara con tranquilidad, mientras sentía algunas lágrimas abandonar mis ojos y deslizarse por mi nariz.

Quería transmitirle lo que yo sentía por él. Inyectarle con este beso todo el amor hacía arder en mi pecho.

-Respira. -le susurré cuando me separé de él.

Cerró sus ojos unos segundos y tras tomar una gran cantidad de aire y volver a soltarla, los abrió nuevamente.

-Sé que no quieres recordar nada de eso porque te lastima demasiado. -limpiaba con delicadeza sus mejillas con mis pulgares- Pero, Jeoni, necesitas dejarlo salir de una vez. Sé que es horrible porque yo también llevo reprimiendo muchas cosas. -trataba de no dejar de sonreírle, pero mi voz me delataba; se agudizaba y temblaba- Pero no sabes lo bien que se sintió cuando aquella noche me dejaste llorar en tu hombro y me escuchaste.

Con fuerza cerró sus ojos y apretó sus labios, temblando su pecho al respirar. Quería evitarlo, reprimirlo, pero no podía com toda esa presión y comenzó a llorar con fuerza.

Eso estaba bien, lo estaba dejando salir.

—Lo siento...

—Está bien... —mascullé abrazándolo y llorando junto a él- Llora y déjalo salir.

Él ocultaba su rostro en mi cabello, sentía como parte de mi cuello se humedecía con sus lágrimas y no me importaba.

—Estoy confundido, Cleo... —dijo en medio de su llanto— Odio tanto mi vida, pero tú me haces amarla.

No... Eso está mal. Muy mal.

—Ese es un problema, JungKook. No debes amar tu vida por mí, debes amarla por ti.

El miedo en mi interior aumentaba. De ser así, odiar tanto su vida y aborrecer su existencia, creaba ese miedo en mí de que hiciera algo... algo estúpido. Algo estúpido como Dane.

—¿Entonces qué hago? —preguntó rasgando su voz, desesperado por saber cómo arreglar eso que lo daña tanto.

Su llanto era descontrolado, lo oía perfectamente gruñir de dolor en mi oído. Su propia mente lo ha estado lastimando tanto que ahora dejaba ir todo ese dolor que ha estado acumulando desde hace años. Le dolía mucho.

Quería pararlo, hacer lo que sea para que se calmara. Pero no podía hacerlo. Tenía que dejar a JungKook liberar y desahogarse de todo. Aunque me mataba oírlo de esa forma, porque sentía su dolor tan real en mí.

Pero tampoco lo sabía. No sabía la respuesta a su pregunta. Porque aunque JungKook llorara, eso no solucionaría todo. Me desesperaba no tener en claro qué hacer. Un maldito error podría joderlo todo, y yo no aguantaría ser la responsable de algo así. No otra vez.

—Ahora sólo déjalo salir. —fue lo único que pude decirle.

—No quiero ser él, Cleo June.

—¿Quién? —pregunté confundida sin saber de qué hablaba ahora.

—Mi padre... —pausó unos segundos— Ella dice que soy igual a mi padre.

Con lo poco que sé de eso, sé perfectamente que JungKook no es ni la sombra de su padre. Es sólo un niño temeroso del recuerdo de ese hombre.

—Soy la viva imagen de él.

Tragué duro y preocupada por ello, porque le daba sentido a todo.

«Le desquicia tenerme cerca» -recordé aquella charla con JungKook cuando me había contado sobre lo sucedido a su madre.

No es la primera y estoy segura que ni la segunda vez que su madre lo ataca de una forma tan brutal. ¿Era por eso? ¿Porque JungKook es idéntico a su padre?

Esa mujer estaba mal de la cabeza. Y todo lo que le hizo ese tipo... No sé los detalles de ello, pero ya estar obligada a pasar su vida junto a un tipo que abusaba de miles de formas de ella... No me extrañaría que alucinara al tener a JungKook cerca, si ese es el caso.

Era horrible pensar que todos estos años JungKook ha vivido mirando su imagen al espejo y sólo ha visto al responsable de la locura y sufrimiento de su madre. Supongo que por eso se detesta tanto.

—¿Por eso te ataca?

—Muchas veces piensa que soy él. —dijo entre temblorosos sollozos, lo que confirmaba mi idea— No quiero ser él.

—No lo eres. —dije al estarme separando de él para ver su rostro, nuevamente empapado en lágrimas.

—Soy...

—Mírame, JungKook. —lo callé tomándolo de ambas mejillas para que me mirara fijamente, justo como yo a él— Ninguna de las acciones de tus padres definen quién eres.

—Tengo miedo.

Lo sé. Lo sé porque lo veía en sus ojos. A pesar mostrarlos muchas veces gélidos y oscuros, sus ojos eran muy expresivos.

—Si fueras como tu padre, ese primer día me habrías golpeado sin piedad. —dije acercándome a él hasta posar mi frente sobre la suya y así mirarlo más profundamente a sus oscuras orbes— Si fueras como él, no me querrías como lo haces. Tú sí sientes amor. —hablé con un tono dulce y gentil mientras le daba pequeñas caricias a su nariz con la mía— ¿Me quieres, JungKook?

—Te quiero, Cleo June. —afirmó con sus ojos clavados sobre los míos— Te quiero demasiado.

Nunca lo había escuchado de sus labios. El cariño siempre nos lo demostramos con abrazos, besos y mimos, algo que parece ser suficiente para nosotros. Pero nunca nos lo habíamos dicho con palabras.

—Yo también te quiero, Jeoni. —pasé el dorso de mis dedos por su mejilla— Todo se va a solucionar. De a poco, bebé llorón.

Él asintió entre gimoteos. Estaba consiguiendo por fin calmarse, por lo que otra vez volvía a secar sus rosadas mejillas al mismo tiempo que quitaba esas lagañas de sus ojos.

Ahora se veía mejor.

—Necesitas empezar a hacer las cosas bien, JungKook. Y eso es dándole a tu madre la ayuda que necesita. —le dije eso tanto que él necesitaba oír, un comienzo al arreglo de sus problemas. Su madre era lo más roto en su vida. Es alguien que también necesita ayuda urgentemente.

Arqueó y separó sus cejas, demostrando su descontento con ello, y levemente movió su cabeza de un lado a otro en negación.

—E-es lo único que tengo. —titubeó al decir.

—No es cierto. Me tienes a mí. —dije volviendo a acariciar su mejilla con ternura— Lo mejor para ti y para ella es que la internes, que profesionales se hagan cargo de ella.

JungKook necesita dejarla ir.

—Le van a hacer daño.

—La van a ayudar, Jeoni. —le sonreí, triste de ver el cariño que le tenía a esa mujer. A pesar de todo el daño que le causó, JungKook la ama, tanto que no quiere separarla de él por el miedo de que algo malo le pase— De esta forma la vas a ayudar. Es lo único que puedes hacer por ella ahora.

Aún no estaba convencido, pero fue cuestión de mirar por unos segundos mis ojos, con los cuales le quise transmitir la confianza que necesita. Quería que confiara en mí.

Finalmente, dudoso, asintió.

Sonreí a más no poder, porque ese era un gran paso para JungKook. Él me correspondió con una pequeña sonrisa torcida.

—No vas a volver a ese lugar, ¿Okey? —dije y él volvió a asentir— Ya no sigas torturandote.

—¿Eso significa que...?

—Te quedarás aquí mientras tanto. —completé sonriente.

—¿No seré una molestia para ti?

—No seas idiota, Jeon. —lo palmeé delicadamente en la cabeza— Eso jamás. Ahora levántate que vamos a comer algo. —dí un beso en su mejilla para luego separarme de él y sentarme sobre mis rodillas en la cama.

—¿Cereales con jugo? —preguntó él cuando se reincorporó. Por su tono deduje que se estaba burlando.

¿Qué le pasa? Es una increíble receta.

—Tengo leche de banana.

—Me gusta. —sonrió.

Mordí mi labio inferior al ver esa radiante sonrisa en él.

Vuelvo a repetir lo de ayer: es hermoso.

—Vamos. —estando a punto de levantarme, a penas coloqué uno de mis pies en el piso, chillé— ¡Auch! Aya...

Había olvidado ese pequeño detalle.

—¿Qué te pasa? ¿Estás bien? —se acercó a mí y vio mis pies vendados— ¿Qué te pasó?

—Habían... —no sé qué era exactamente— No lo sé, vidrios en el piso de tu cocina. Con lo que tu madre te golpeó... —esto último lo dije en un tono más bajo, dudosa de si debía mencionarselo.

JungKook presionó sus labios al recordar el suceso.

—Era una taza. Ella... —se detuvo de repente, abriendo un poco sus ojos y con su vista perdida en algún punto cualquiera.

—¿Qué? ¿Qué pasa?

—La taza... En el piso... —balbuceó.

—¿Qué?

No entendía nada.

De repente JungKook se levantó a toda prisa de mi cama y comenzó a vestirse con su camisa.

—¡Se hará daño! —alzó la voz desesperado mientras prendía cada botón de su ropa y comenzaba a calzarse.

¿Se haría daño...?

Ahí recordé cuando la encontré en la cocina con esa navaja abriendo su piel. Y la reacción de JungKook, enojado de que ella tuviese algo como eso en sus manos.

—Tu madre...

¿Quiere decir que su madre intentará dañarse con el vidrio roto?

—Debo ir. —eso me alarmó, y lo miré— Debo deshacerme de eso antes de que se de cuenta que está ahí.

Sin darme oportunidad a nada salió casi corriendo a la puerta de mi habitación.

—¡JungKook, espera!

Pero él no me escuchó.

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Autovoto para no desaparecer

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