bad boy โ”โ” [#1] jeon jungkook

Da thebidoom

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โ”โ”๐—•๐—”๐—— ๐—•๐—ข๐—ฌ โel chico malo no era tan maloโž Jeon JungKook quiere esconder sus problemas detrรกs de su fa... Altro

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Kim Cleo June

Comer esos cereales me había dejado de buen humor, sobretodo por la larga discusión y mala actuación de JungKook cuando dijo que esa «porquería» no le gustó. Mentira, si hasta se le terminó más rápido que yo. Él simplemente no quería dar el brazo a torcer de que yo tenía razón cuando dije que le iba a fascinar.

A veces a JungKook y a mí nos pica esa locura de tener que llevarle la contra al otro, es como algo que debe ocurrir sí o sí tras cierto lapso de tiempo. Pero, si somos sinceros, nos encanta discutir.

—¡Fotos! —dije con alegría al saltar con mis pies descalzos hacia mi cama dónde yacía aquella vieja caja. JungKook se sentó al borde de ella mirándome con una sonrisa.

No sé desde cuando me emociona tanto estas fotos, hasta donde recuerdo yo las odiaba. Cada vez que veía el álbum familiar no podía evitar querer golpear a mis padres, porque por sus culpas yo no me sentía parte de la familia. Pero ya ni siquiera recuerdo las fotos, y me hacía ilusión verme a mí de pequeña.

Dentro de la caja habían varios libros, cada uno con un pequeño título referido al contenido. Algunos son de mamá y papá, sus aniversarios, día de boda, etc. Habían de la familia en general, de mí, y de mis cumpleaños.

—Dejemos estas estupideces de lado. —dije tirando los álbumes de mis padres y cualquier cosa que no se tratara de mí, porque yo era lo importante— ¿Cuál quieres ver primero? —le cedí la oportunidad de elegir.

Él miró con atención ambos libros, uno con mi nombre y otro con la exclusividad de mis cumpleaños. Señaló el que decía «Cleo June».

La primera foto era una radiografía de cuando estaba en la panza de mamá. Era un Cleofeto.

—Ni siquiera tenías forma y ya eras fea. —dijo él, ganandose un codazo.

—Cállate.

En las siguientes fotos yo ya era recién nacida. En algunas mamá me cargaba en brazos, en otras era papá.

—Dios. —parecía impresionado— En serio eras horrible.

—¡Te estás buscando un buen golpe!

Juraba que como siguiera con esos comentarios intencionales para molestarme, le partiría las costillas.

—Ooh... Jalea bebé. —canté chillona y con ternura a la vista del tierno ser peludo.

—¿Qué?

—Mi perrita. —señalé al perro que me acompañaba en la foto— Llego a casa cuando tenía unos tres años, básicamente creció conmigo. Aquí era una cachorra.

Jalea era mi compañera de travesuras, era la J de mi C. Porfis, no te ofendas Cereales, tú eres la C de mi J.

—Es muy bonita, ¿Es de alguna raza?

—Era una perrita callejera envuelta en una bolsa de basura, y yo la saqué de ahí. Mamá me regañó por meterme al mugroso callejón.

—¿Murió? Es decir, ya deben ser como quince años desde que la encontraste.

—Sí murió, pero lamentablemente antes de tiempo. —hablé con lástima al recuerdo del día en el que perdió la vida— Era una perrita muy revoltosa, como yo. Creo que adoptó un poco de mi personalidad. Recuerdo que no podíamos dejar la puerta abierta porque se emocionaba y salía corriendo. Yo sin querer abrí la puerta, y cuando apenas intentó cruzar la calle un carro la atropelló.

El rostro de JungKook hizo una mueca debido al trágico final. Y es que a nadie le debe gustar la muerte de un animal, solo una mente verdaderamente retorcida y asquerosa.

—Lo siento. Me imagino que eras muy apegada a ella.

—No sólo yo, mamá adoraba a esa perrita. No tengo palabras para describir la forma en la que debió odiarme cuando por mi culpa Jalea murió de una forma horrible.

—No fue tu culpa, eras solo una niña. —sentí reconfortante cuan acompañó sus palabras de caricias en mis brazos.

—Aún así soy responsable. —susurré. Opté por pasar de página para quitar del medio el mal recuerdo— ¡Mira! —señalé con emoción— Yo en mi primera fiesta de Halloween.

Una carcajada por parte de él se escuchó. Era lógico, yo también reí sintiendo la sangre acumularse en mis mejillas con un pequeño deje de vergüenza al verme disfrazada de calabaza. Ese disfraz había sido idea de Heon, estoy segura.

—Oye, deja de reírte tanto. —lo codeé al ya sentirme muy avergonzada.

—¿Por qué... Por qué una calabaza? —preguntó entre risas.

—Fue mi padre de seguro. Ama el Halloween y tiene una extraña obsesión con las malditas calabazas.

Ronroneó una última risa y abrazando mi cintura apoyó su mentón en mi hombro.

—¿Es divertido el Halloween allá?

—Las decoraciones son hermosas. Siempre me daban muchos caramelos, pero no los podía disfrutar porque mamá me los controlaba. —abulté mis labios recordando como mamá los guardaba en la cima de su armario para que no me los comiera todo— ¿Tú alguna vez te disfrazaste?

—Nunca celebré Halloween. —fue lo único que dijo. Un evidente «no».

—En el próximo saldremos ambos disfrazados de fantasmas, ¿Qué dices? —reí para animarlo un poco. No quería que su ánimo decaiga— Nos pondremos mantas en la cabeza para que no te avergüences.

Él rió en mi oído.

—Estamos grandes para eso, Kim.

—¿A quién le importa?

Pasé algunas vergüenzas mostrando estas fotos a JungKook y comenzaba a arrepentirme de haberlo hecho. Aparentemente papá disfrutaba mucho de hacerme parecer una maldita muñeca, porque en cada festividad aprovechaba mi incapacidad de reprochar por mi inconsciencia a la vergüenza para disfrazarme de cualquier cosa; de reno, caballo, luciérnaga, fantasma, una flor, un árbol.

Te odio, Heon.

Llegó un momento del álbum donde las cosas cambiaron, desde mis siete años, específicamente. Comencé a recordar por qué no me gustaban estas fotos. Todo era tan forzado, las sonrisas, las poses, la ropa. Con el tiempo a mamá comenzaba a disgustarse conmigo y era cada vez más estricta, no le gustaba que fuese tan... Yo. Tan revoltosa, indisciplinada, traviesa, y demás.

Mamá quería una bonita familia, esa de la que ella no pudo disfrutar de pequeña. O al menos eso dijo papá, que ella no tuvo una vida muy bonita, y que quería construir algo mejor, no ser como la abuela. Quería callar a aquella mujer que tanto la criticaba y demostrarle que sí avanzó, que sí tenía una familia bonita. Y me siento mal, porque no pude hacerla feliz en algo tan simple. No fui lo que ella quiso, ni al día de hoy lo soy.

—Te ves bonita. —señaló aquella fotografía donde llevaba un vestido violeta y sonreía radiante.

Recuerdo ese día, y lo cierto es que no fue tan bonito como lo hacía ver mi sonrisa. Un cumpleaños, no recuerdo de quien era exactamente, pero yo tenía diez años. Lo cierto es que yo no quería usar ese vestido, desde pequeña ya sentía el rechazo por esas prendas, y que Cassidy me obligara a usarlas lo empeoraba.

Lo peor de ese día fue cuando en esa fiesta, algunos niños comenzaron a molestarme diciendome «china». Lo crean o no, los niños creían que ese insulto era cool. Los adultos estaban en otro lado, por lo que mamá ni papá se daban cuenta. Pero cuando un niño idiota levantó la falda de mi vestido, en vez de decírselo a alguien, reaccioné plantandole un buen golpe en la cara, justo como Liam me había enseñado.

Luego el golpe lo recibí yo, por parte de mamá. Todos los niños negaron mi versión, que el chico solo quería invitarme a jugar. Y como para ese tiempo yo ya me metía en problemas como esos, no me creyeron.

—Por favor, Jeon. El vestido es horrible. —me limité a comentar.

Cuando entré a la adolescencia mis fotos disminuyeron, más que nada habían las que me obligaban a tomarme en vacaciones. En esa etapa fue cuando mi rebeldía se disparó, peleas, huidas, discusiones, etc. Permanecía menos tiempo en casa, y cuando estaba en ella era castigada y encerrada, por lo que tomarme fotos no era lo primordial de Cassidy.

Mis cumpleaños. Este álbum era la mejor cinemática de cómo iba decayendo mi felicidad.

Hasta mis siete años eran sonrisas amplias. Hasta los doce la sonrisa iba decayendo en una simple y sin dientes. Luego fue reemplazada por algo que parecía más una mueca; una mala sonrisa falsa.

Detestaba mis cumpleaños porque, esos días, sí o sí debía ser perfecta. Cassidy no quería que me comportara como una "salvaje". Eran los únicos días dónde mi abuela se dignaba en ir a verme, y no podía dejar en ridículo a mamá frente a esa mujer.

"Cumpleaños 18" tenía escrito. Mi sonrisa en esa foto volvió a resplandecer, pero no por mi cumpleaños como tal, sinó por el hombre que envolvía mi cintura y sonreía a la cámara junto a mí. Juraría que mi sangre cesó en movimiento cuando mis ojos conectaron con las oscuras y profundas orbes de Dane.

No recordaba esta foto. No recordaba que él me había acompañado ese día.

Mi corazón dió un revuelto al detallar su rostro una vez más.

Después de la partida de Dane, atravesé muchos sentimientos; frustración, tristeza, angustia, ira. En este último, tome una desición algo precipitada, y rompí toda foto que tuviese plasmada la cara de aquél pelinegro. Era tanto el enojo y sentimiento del abandono que no quería volver a ver su cara. Pero al día de hoy, me arrepiento.

Ahora lo tenía aquí, nuevamente. Aún tenía uno de los más lindos recuerdos de él.

—¿Quién es? —la profunda voz de JungKook me trajo de vuelta a la realidad.

Me imagino la curiosidad que debía causarle otro hombre abrazándome de esa manera. Porque curiosamente, era como un reflejo; Dane abrazaba mi cintura y apoyaba su mentón sobre mi hombro, justo como JungKook en este momento.

—Ah... Un amigo... —balbuceé.

—¿Él de la guitarra? —sus instintos hablaron y acertaron.

Asentí sin saber de qué otra decir al respecto. Seguido de ello, los brazos de JungKook reforzaron su abrazo, supongo que en otro intento de consuelo. No quería profundizar mucho del tema, sabía que si pasaba probablemente me pondría a llorar, y no quería volver a llorar delante de JungKook, por lo que tomando una buena cantidad de aire lo dejé salir con un deje agudo, tratando de aparentar que aquello no me afectaba.

—Bueno... ¿Qué opinas de Cleo chiquita? —dije en tono más animado, cortando aquél tenso ambiente.

—Eras horrible. —sonrió volteando levemente su cara para mirarme.

Okey, me estaba desbordando el vaso.

—¡Deja de insultar a mi belleza! —se quejó cuando una de mis uñas pellizcó la piel de su brazo— Por eso, limpias el ático conmigo.

—No me puedes obligar.

—Pues no vuelvas a dirigirme la palabra por empujarme. —dije soltandome de sus brazos y alejándome de él dándole la espalda.

—¿Es en serio? Ya te dije que no fue mi intención. Bueno, sí. Es decir, no creí que fueses a reaccionar de esa forma tan salvaje. —sus intentos de excusa eran patéticos, y por su bien le era mejor no seguir hablando.

—¿¡Cómo quieres que no reaccione así si te burlas en mi cara junto a HaNeul!?

—¡Lo siento!

—¡Tus disculpas no limpian el ático! —puse fin a la discusión con ese último grito y saliendo de la habitación, fue cuestión de segundo para que JungKook viniera detrás de mí derrotado y aceptando su destino de limpiar.

Limpiar el atico con JungKook afortunadamente fue rápido y fácil. Aunque también se debe tener en cuenta que no estaba con mi energía al cien para molestarlo y hacer que el proceso sea el quíntuple de lento. Esas fotos me habían dejado un pequeño malestar mental. Pero intentaba mantener mi actitud y personalidad normal, lo último que quería era preocupar a JungKook con algo.

Lastimosamente no tengo mucho éxito en disimular. Estoy desanimada, y demasiado. Al grado de que estoy tendida sobre mi cama boca arriba. Mi mirada no parecía cansarse de ver el techo, mientras mi cabeza pensaba en el rostro de aquél chico que tanto amé.

Te pedí que te fueras de mi mente, Dane, y aquí sigues.

Mis pensamientos fueron interrumpidos por la curiosa cabeza de JungKook que se asomaba a mi capo de visión, estando él a un costado de la cama. Hace rato está revoloteando a mi alrededor.

—¿Estás bien? Te ves triste.

—Ve más lento, lector de emociones, o te sobrecalientas. —mi estúpida respuesta pareció hacerle gracia como para mostrarme esos dientes de conejo.

Inconscientemente sonreí yo. Porque verlo feliz a él me provocaba aquél cosquilleo interno que, quiera o no, me obligaba a sonreír.

—Eres más linda cuando sonríes.

—Gracias por decirme fea. —fingí indignación, lo que provocó que pusiera sus ojos en blanco.

—No seas odiosa.

—Sabes que es un don.

—¿Por qué estás triste? —regresó al tema principal, que supongo yo, es para él.

—No lo estoy. —negué a pesar de lo obvio que fuera.

—Sí lo estás.

—No.

—Sí.

—No.

—¿Es por las fotos? —justo sentí el pinchazo de Dane. No entiendo por qué a veces me afecta tanto— Te mentí. Sí eras linda de bebé, no te pongas así.

Inevitablemente reí de esa suposición, como si mi vida dependiera mucho de su opinión a una yo feto.

—A veces me pregunto quién de los dos es más estúpido. —arqueó una ceja confundido— Olvídalo. —dije elevando el torso de mi cuerpo y quedar sentada sobre la cama, reteniendo mi peso sobre mis brazos.

—¿Quieres cereales con jugo?

—No. Gracias. —rechacé con una sonrisa, pues era tierno verlo intentar subirme el ánimo. Realmente se estaba esforzando.

—No sé como hacerte sentir mejor. —lo oí derrotado sentándose a mi lado.

Era tan lindo. Se veía frustrado de que sus intentos no tuviesen el resultado que él quisiera, pero su mera intención ya me era más que suficiente. Podía sonreír con solo eso. Aunque me daba un poco de lástima que por mi culpa se sintiera de esa forma.

—No es necesario. —susurré enderezado mi postura e inclinándome hacia él y dejar caer sobre su hombro mi cabeza. Mi mano se deslizó por su antebrazo hasta llegar a la suya y entrelazarlas con nuestros dedos.

Jeon JungKook

La mano de Cleo June sostuvo la mía, y en respuesta de mi parte apreté la suya, sintiendo el acojedor calor que ella desprendía.

Sabía que ella no estaba bien en estos momentos, y muy probablemente por el chico de la foto. Inevitablemente sentí un escalofrío al verlo sin entender por qué.

—Tú siempre intentas ayudarme. A pesar de que yo no quiera, lo haces. —comencé a dibujar imaginarios círculos en su mano con mi pulgar— A pesar de que yo no valga el esfuerzo. Pero tú sí lo vales.

Ella también me ha ayudado. Cleo June ha desperdiciado su tiempo en alguien como yo. Yo también quería ayudarla, porque sé que ningún momento con ella sería un desperdicio.

Cleo June me hace sentir tan bien, que quiero que se sienta todo el tiempo de esa forma, incluso mejor. Quiero verla sonreír siempre.

—No vuelvas a hablar así de ti mismo. Para mí lo vales, y más. —había tristeza y molestía mezclada en el tono de su voz, supongo que disgustada por como me había referido a mí mismo.

—Aún estás triste. —me redirigí a ella. Hablar de mí y que me consolara no era mi intención, yo solo quería que ella estuviese bien.

—Es normal sentirse triste, JungKook. Mis emociones también decaen. —alzó sus hombros como si no fuera la gran cosa.

—Pero yo no quiero que te sientas mal.

—Basta, JungKook. —palmeó suavemente mi muslo— No puedo estar triste si sigues siendo así de tierno.

No estaba viendo su cara, pero sabía que estaba sonriendo. Con aquella certeza en mi mente sonreí y dejé un beso en su cabeza, oyendo un risa nasal de su parte.

Dejé caer mi cuerpo sobre el colchón de Cleo June, llevándomela a ella conmigo. Sin soltar mi mano acomodó su cuerpo junto al mío, apoyando así su cabeza en mi pecho y abrazando mi abdomen con su brazo libre. Ambos permanecimos en un pequeño silencio, en el cual únicamente se oían nuestras respiraciones.

—JungKook... —oír mi nombre hizo bajar mi vista a ella— Yo te hice una promesa, ¿Tú me puedes hacer una a mí?

—Lo que sea para que estés bien. —dije dispuesto a cualquier cosa por verla sonreír.

Levantó su cabeza y dejó a mi vista sus hermosos ojos cristalizados con un leve detalle rojizo. Sus párpados brillaban debido a débiles lágrimas que trataban de retener su cuencas. Relamió sus labios y noté como los mordisqueaba preocupada.

Su mano que me abrazaba ascendió hasta llegar a mi mejilla, acariciandola delicadamente con las puntas de sus dedos aquella zona. Adoraba cuando eran los dorsos de sus dedos los cuales me acariciaban con esos movimientos circulares.

—No te pediré hablar nada de lo que tú no quieras, pero por favor, prométeme que me llamaras si algo te pasa. Que me llamarás si me necesitas. —de a poco su voz se quebraba junto al aumento de sus lágrimas, al punto de que comenzaban a salir de sus ojos.

Pese a lo hermosa que se viera de todas formas, detestaba verla de esa forma, porque sé que no puedo hacer nada por ella.

—Cleo June...

—Te lo suplico. —me interrumpió— Déjame ayudarte en lo poco que puedo hacer.

—No quiero que pierdas tu tiempo.

No quería hacer lidiar a Kim conmigo y mis problemas, ya hacía lo suficiente por mí. Siento que ni siquiera debería estar aquí molestándola, pero la necesidad de estar a su lado era mayor. Me hacía sentir aún peor saber que estaba así por mí, que se preocupaba a tal grado, lo que me hacía darme cuenta la molestia que debía ser yo para ella.

Nunca había deseado tanto una vida normal, una familia normal. Nunca había deseado tanto ser normal únicamente para que el estar a su lado no la lastimara. Y me gustaría desear directamente no haber generado este cariño con ella, pero, ¿A quién engaño? Adoro haberla conocido y no me arrepentiría nunca de ello.

Negó levemente con su cabeza y se acercó hasta esconderla en mi cuello. Sus cálidas lágrimas comenzaban a contactar con mi piel humedeciendola.

—En ti no pierdo nada, JungKook. Solo prometemelo. —sollozó.

Ya no quería verla así, y estaba seguro que este mismo abrumador sentimiento de no saber cómo ayudarla es el que sentía ella por mí. Detesto que esto sea por mi culpa.

—Te lo prometo. —dije antes de abrazar su cintura y besar con delicadeza su mejilla húmeda de sus lágrimas. Ella seguía intentando ocultarse, le avergonzaba llorar frente a mí, pero eso solo me daba una visión más tierna. Y fue ahí cuando la idea pasó por mi mente, algo de lo que estaba seguro que sí o sí debía hacerla sonreírme de aquella forma que tanto me fascina— Cleo June, ¿Quieres jugar con maquillaje?

Podría jurar que dejó de respirar y su sollozo se detuvo. Su mano apretó mi camiseta y habló:

—¿Puedo jugar con tu pelo? —masculló con debilidad.

—Puedes hacer lo que quieras con mi pelo. —sonreí al por fin haber conseguido lo que quería.

Y fue así que ambos brazos suyos envolvieron mi cuello y un beso resonó contra mi mejilla. Con una sonrisa se apartó de mí y me permitió contemplar tal belleza como la de sus mejillas rojizas que enternecian su sonrisa, sus ojos grandes e hinchados, y el brillo adicional que habían causado sus anteriores lágrimas.

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chimchimiePK
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