enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado; y he aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo. Amén.
Mateo 28:20
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¿Estas aquí? Yo sé que si.
Dios mío, ayúdame a resistir todo lo que venga en mi contra.
Y cuando todo marche mal, recuérdame que a mi lado estas.
Y que nunca me dejaras.
— ¿Denisse? ¿iremos a la iglesia? — mi hermana entró corriendo a mi habitación.
— claro Sara, cambiate y luego cuando estés lista iremos — le dije mientras observaba como sonreía y salía de mi cuarto.
Minutos después Cuando estabamos listas, salimos y nos dirijimos hacia la iglesia, fuimos caminando ya que estaba cerca de nuestra casa.
Le había dicho a mamá que nos acompañara pero puso la excusa de que tenia que trabajar.
Mientras caminábamos noté algo raro en mi hermana.
— ¿Sara, estás bien?
— Solo...solo...estoy...algo cansada...— respondió agotada como si hubiera corrido kilómetros.
— Si quieres podemos regresar y quedarnos en casa.
— no, estaré bien, ya quiero ir a la iglesia — dijo sonriendo.
Despues de caminar unas cuadras al fin llegamos a la iglesia, mis amigas ya nos estaban esperando afuera.
— Hola Denisse, Hola Saray — dijeron las dos chicas paradas frente a nosotras.
— Hola Yare, Hola Ross — respondimos
— ¿cómo están? — preguntó la rubia
— muy bien, muy felices de estar aquí — se adelantó a responder mi hermanita
Luego de platicar unos minutos con ellas, nos dirijimos hacia adentro y nos sentamos en una de las bancas que estaban hasta el frente.
Jamás me ha gustado sentarme hasta atrás en una iglesia, siempre procuraba llegar temprano para ganar los asientos de enfrente.
— Hola chicas, Dios les bendiga — Andrea se acercó a nosotras para saludarnos.
— Hola Pastora— respondimos las cuatro
— pueden decirme solo Andrea — dijo sonriente — sean bienvenidas, en unos minutos más daremos inicio — se dio la vuelta para retirar de ahí.
— Gracias — respondimos todas.
Cuando Andrea se alejó de nosotras, Volteé hacia la puerta de entrada y sonreí en cuanto vi llegar a Josh con una señora que supuse era su madre, se sentaron unos asientos más atrás de donde estábamos.
— Bueno hermanos y hermanas, que Dios los bendiga — comenzo a decir el encargado de la dirección del servicio — comenzaremos con este servicio, y para empezar, pónganse sobre sus pies y vamos a elevar una oración.
En este caso era encargada, Julieta, aquella chica que se había vuelto una buena amiga para mi.
Todos nos paramos, cerramos los ojos y oramos, pidiendo que Dios derramara de su bendición en ese momento.
— para continuar, vamos a estar adornado y alabado a Dios.
¿quién vive?
— ¡¡CRISTO!! — respondimos todos en voz alta.
— ¿y a su nombre?
— ¡¡GLORIAA!!
— amen, vamos a entonar ese canto que dice Alaba al padre.
ALABA AL PADRE (en espíritu y en verdad)
Dios soberano sin pecar te adora toda tu creación, delante de tu trono cae a ti toda la adoración
En sufrimiento y tempestad, bajo tus alas estaré, mis enemigos huirán, tu nombre mi Victoria es
Alaba al padre, y al hijo y al santo espíritu, vestido en gracia y en poder, tu nombre sobre todo es
En el valle de afliccion el vino y me completó, su voz a casa me llevó, su paz como aguas fluye hoy
Alaba al padre, y al hijo y al santo espíritu, vestido en gracia y en poder, tu nombre sobre todo es
Tuyo es el reino, tuyo el poder, tuya es la gloria, por siempre
Tuyo es el reino, tuyo el poder, tuya es la gloria, por siempre.
Todos comenzamos a cantar, y la presencia de Dios empezó a sentirse en todo aquel lugar, era algo hermoso.
Julieta Continuo dirigiendo con los cantos de: a tus pies, aquí estás, Hay libertad en la casa de Dios, remolineando...
Todos comenzaron a Danzar y a alabar a Dios en espíritu y en verdad.
Era algo maravilloso. La presencia de Dios estaba en ese lugar...
En ese momento me concentré en adorar a Dios sin importarme nada más, me olvidé de todo y me concentré solo en él, en sentirlo a mi lado.
Luego de la alabanza y adoración llegó el tiempo de la predica, el pastor David subió al altar y tomó el micrófono.
El tema fue "Dios está contigo", en cualquier prueba, en cualquier circunstancia Dios siempre está a nuestro lado.
Leimos la historia de Jesús calma la tormenta, en uno de los versículos, él le dice a los discípulos — pasemos.
Jesús dijo: Pasemos, es decir que él iba a ir con ellos también, no les dijo pasen ustedes solos, les dijo: Pasemos, pero aún así los discípulos sintieron temor cuando vieron la enorme tormenta que venía, su fe comenzó a menguar.
Y tristemente eso pasa en nuestras vidas muchas veces, cuando atravesamos por pruebas y luchas se nos hace fácil olvidarnos de Dios porque pensamos que ya no está a nuestro lado cuando no se cierto, Dios ha prometido estar con nosotros en todo tiempo, sin importar lo difícil que se vuelva todo, y él es un Dios que nunca falla a sus promesas.
Así que debemos creer en él y en que esta y estará a nuestro lado en todo tiempo y situación.
Jamás olvidemos que si Dios ha prometido estar con nosotros así será.
Él va a nuestro lado en medio de la tormenta.
Cuando el servicio acabó, Josh se ofreció a acompañarnos a casa, ya era un poco noche.
— fue lindo verlas hoy en la iglesia — dijo cuando llegamos a casa.
— Fue lindo ir — respondió Sara
— si que lo fue — dije sonriendo
— voy a entrar — agregó mi hermana — tengo frío.
¿Frío? Hacia calor, no se porque mi hermana tenía frío, pero bueno.
— te veo luego cuñado — le dijo a Josh mientras entraba a la casa riendo
— ¡Sara! — exclamé
Josh rió al oírla:
— ¿cuñado? Wow, no sabia eso — dijo
— Ah, aveces dices cosas sin pensar
— claro — sonrió
— te veo mañana en la escuela
— si, te veo mañana — nos despedimos con un saludo, él se dió la vuelta y se fue, entre a la casa sonriendo.
Josh era tan lindo en serio.
Mamá y papá no estaban en casa, se había hecho costumbre que ambos no llegaran hasta el día siguiente, estaba preocupado por ellos pero sabia que Dios tenía el control de toda la situación y que él restauraria su matrimonio.
Me fui a mi habitación y en pocos instantes me dormí.
Cerca de las 2 de la mañana la voz de mi hermana me despertó.
— ¿Deni?
— ¿qué pasa? — pregunté preocupada
— no me siento bien — dijo con su respiración agitada
— ¿qué sientes? — dije al mismo tiempo que me levantaba y la veía, su rostro estaba pálido, toqué su frente y estaba ardiendo en fiebre.
— me duele todo — dijo, la acosté en mi cama y fui en busca de un trapo mojado para ponerlo en su frente mientras en mi mente oraba a Dios.
Cuando volví a donde ella estaba me asusté, de su nariz brotaba un líquido rojo ¿Sangre?.
— ¡Sara! — la llamé pero ella no respondía, comencé a mover su cuerpo pero no reaccionaba.
Temí que algo peor pasara, ella estaba respirando pero con dificultad, casi nada.
Tomé mi celular y llamé a una ambulancia, en lo que esperaba que llegara llamé a mamá, quien después de tanto insistir contestó le dije lo sucedido y rápidamente dijo que nos alcanzaría en el hospital.
La ambulancia llegó poco después y en menos de 10 minutos ya estábamos en el hospital, se llevaron a Sara para atenderla y poco después mi madre llegó.