Todavía no lograba entender cuál era el poder sobrehumano que tenía ChanYeol, pero le sorprendía la forma en que se sentía a su lado, tan tranquilo, tan calmado, como si los problemas se esfumaran y solo importara él, el glorioso Park, ese chico que acariciaba su cabello y lo dejaba reposar en su pecho, siempre en silencio, esperando pacientemente a que se atreviera a hablar.
Soltó un suspiro, otro más, y se acomodó un poco mejor en la cama, acurrucándose entre los brazos del mayor, entre los brazos del hombre que lo sostenía aún después de todo el caos, aún después de sus insultos, y de sus peleas, e incluso después de que BaekHyun no hiciera más que pedirle un poco de tranquilidad, un poco de silencio, un poco de tiempo para organizar todas las ideas que llevaban abrumándolo por años.
Había llegado el momento de hablar, y ambos lo sabían perfectamente.
—Segundo año de instituto, mediados de mayo —empezó con su relato, rodeando el torso de ChanYeol para acercarse un poco más a él, aferrándose a todo lo que significaba su existencia—. No sabía que YiFan había traído un compañero de universidad, así que bajé como siempre, en pijama, y su amigo solo se quedó viéndome. Te juro que jamás había visto una sonrisa tan hermosa como la de él, ni una mirada tan profunda, tan exigente, y sí, lo admito, era la puta perfección hecha persona.
Una sonrisa fue lo primero que iluminó el rostro de ChanYeol, mientras que mordía su labio inferior, guardándose todos los comentarios que inundaron su cabeza, desde lo tierno que se veía BaekHyun en ese momento hasta la forma en que lo hacían sentir sus palabras, tan llenas de sinceridad que incluso llegó a sonrojarse un poco.
—No podía ser amor a primera vista, esas cosas no existen, pero era obvio que me gustaba, y me gustaba demasiado. Por eso escapé de ahí, insultándome por haberlo visto, yo tenía novio, un gran novio, y me sentía tan mal de estar pensando en otro hombre —y entonces solo se detuvo, cerrando los ojos casi tan pronto como suspiró—. Solo quería que ese chico me besara, que me tocara, que me… ¡era una locura!
—Baek…
—Intenté olvidarlo, intenté sacarlo de mi cabeza, intenté seguir con mi novio, intenté que todo fuera igual que antes, y funcionó, al principio funcionó… pero YiFan rompió la burbuja en la que vivía. No era su culpa, él solo quería ser un buen amigo, pero decirme que YiXing estaba siéndome infiel… ni siquiera supe qué sentir.
—¿Qué?
—YiFan siempre desconfió de él —fue su única explicación. No quería hablar de él, no cuando le había tomado tanto tiempo superar su infidelidad—. Al principio me dio igual, a mí también me gustaba otra persona, pero las cosas se salieron de control, y todo fue muy rápido, muy extraño, todo… A veces ni siquiera recuerdo cómo pasó.
—¿Te golpeó? —preguntó en seguida, inquieto, ansioso, odiando que BaekHyun estuviera en su pecho solo porque no podía verlo directamente a los ojos, de pronto lo necesitaba tanto, de pronto solo quería cerciorarse de que el menor estuviera bien.
No hubo respuesta, ni siquiera un asentimiento, y la forma en que eso lo desesperaba… ¡Cielos! Ni siquiera podía imaginar que alguien fuera capaz de herir a BaekHyun.
—¿Baek…?
—“Eres un hijo de puta que fantasea con otros hombres, incluso si estoy presente, y no me iba a quedar de brazos cruzados. Solo tenía dos alternativas, y creo que prefieres que te trate como la basura que eres antes de que le rompa la cara a ese idiota”.
—Ese imbécil —tensó la mandíbula al decir, cerrando sus puños con fuerza, con rabia, con dolor, con frustración, con todas esas emociones que BaekHyun jamás debió sentir.
—El problema era que tenía razón —interrumpió su ataque de ira, acariciando su cadera con tanta calma que parecía mentira que estuviera a punto de ponerse a llorar—. Incluso si no éramos amigos, e incluso si vivía ignorándote, prefería que acabara con mi autoestima antes de que se metiera contigo.
—Debiste decírmelo, BaekHyun, debiste contarme. Te hubiese defendido, amor, te hubiese…
—No tenías por qué hacerlo —volvió a interrumpirlo, con tanta o más suavidad que antes, moviendo su mano lo suficiente para llegar hasta su pecho, hasta su corazón, hasta ese lugar al que siempre había pertenecido, incluso si había huido por tantos años—. YiFan lo golpeó un día en que nos encontró discutiendo, YiXing tomaba mi brazo con tanta fuerza que… Dios, YiFan incluso le rompió la nariz, echándolo de la casa a gritos.
—¿Pensaste que sería igual que él? —preguntó en seguida, recordando aquel en que intentó acercarse a BaekHyun, ayudarlo, consolarlo, decirle que estaba para él.
¿Cómo había sido tan ciego? ¿Cómo pudo pensar que el grito que soltó BaekHyun se debía a que no lo quería cerca, a que había pasado una mala noche, a que no le tenía la confianza suficiente, cuando en realidad su exnovio había herido tanto su brazo que un simple roce lo hizo quejarse? ¿Por qué no había preguntado más? ¿Por qué se conformó con la explicación de YiFan?
YiXing había herido a BaekHyun, él lo había golpeado, y el simple hecho de pensarlo… Sí, él habría ido directo a su casa a romperle otras partes de su rostro.
—La gente siempre ha pensado eso, ¿no? Siempre han pensado que desconfiaba de ti, que desconfiaba de todos, que no quería volver a enamorarme —y una risita burlona sorprendió a ChanYeol, haciéndolo olvidar toda su ira, todo su rencor, el menor incluso lo abrazó con más necesidad, soltando un nuevo suspiro—. Eso habría hecho las cosas más sencillas, a decir verdad.
—¿Nunca lo pensaste?
—Claro que no —negó una y otra vez con la cabeza, enderezándose de inmediato para voltear hacia él, observándolo con tanta profundidad que ChanYeol no supo si estaba enojado o simplemente triste, dolido—. Siempre he confiado en ti, siempre he sabido que eres un hombre increíble, que podría pedirte cualquier cosa, que podría confiarte mi vida entera —y entonces titubeó, bajando la mirada, sonrojándose un poco—. Solo… yo solo te odiaba tanto.
—¿Qué?
—En realidad odiaba al chico que rompió mi perfecta relación —casi se burló de sí mismo, soltando una risita amarga, molesta, dolida, como si en realidad odiara cada parte del pasado, cada parte del chico que fue—. Era feliz, Park ChanYeol, era un adolescente enamorado que pensaba que había encontrado al hombre de su vida, al hombre perfecto, pero bastó con que viera a un chico guapo para que olvidara que tenía todo lo que siempre había soñado.
—Él te habría engañado de todas formas, BaekHyun —espetó con calma, enderezándose también, viéndolo, aceptando esa faceta débil que había ocultado por tanto tiempo.
—Lo sé, y eso era lo peor —alzó la vista al decir, mordiendo su labio inferior—. Estar contigo era recordar lo estúpido que había sido, lo idiota, lo imbécil, lo…
—Lo humano —completó sin más, corrigiéndolo, sonriéndole, estirando su mano lo suficiente para alcanzar su mejilla, y su rostro, dejando una caricia tan delicada que BaekHyun simplemente se estremeció, cerrando los ojos al instante—. Ya te lo había dicho, pero sentir es profunda y sinceramente humano.
—Y yo te dije que sentir nos hace débiles.
—Porque todavía no te das cuenta de que eres increíblemente fuerte —sonrió sus palabras, usando su pulgar para acariciar los labios ajenos—. Pasaste por todo eso, aislándote del resto, aislándote de mí, pero ya no es necesario que lo sigas haciendo.
—¿Y si jamás lo hice? —abrió los ojos al terminar su pregunta, cuestionándose más cosas de las que realmente caían en su cabeza—. Es decir, yo siempre quise burlarme de ti, acorralarte, besarte, y un día simplemente pensé: ¿por qué no?
—No había nada que te detuviera.
—No, no lo había, y eso era peor, porque entonces empezaron las bromas sexuales, día tras día, cada vez con más descaro, y t-tú… tenías razón, ChanYeol, tenías tanta razón —concluyó entonces, abriendo los ojos como si se tratara de una verdadera revelación—. Y-yo solo… ¡Dios! Yo en serio quería hacer cada una de esas cosas contigo.
—Está bien, BaekHyun. Siempre lo ha estado.
—Pero el problema no terminaba ahí, eso no era lo que realmente me molestaba —continuó hablando, y es que tenía que decirlo, tenía que sacar todas esas cosas de su mente, de su cabeza, de sí mismo—. No solo me gustabas físicamente, no quería montarte y ya, sino que t-tú, y-yo… ¿te quería? —preguntó finalmente, sabiendo la respuesta, al fin estaba entendiendo tantas cosas—. No solo jugabas conmigo, sino que también querías saber de mí, con quién estaba, cómo me iba, si necesitaba algo, si me sentía mejor…
—Siempre te he querido, BaekHyun —lo interrumpió sin más, tomando su barbilla para que lo viera nuevamente, para que entendiera sus emociones, para que supiera que estaba siendo sincero al decirlo.
—Y yo a ti —soltó finalmente, ahogando un sollozo que, aún así, fue evidente para ambos—. No quería asumirlo, no quería que significaras tanto en mi vida, pero ahí estabas, ayudándome antes de un examen, siendo paciente con mis cambios de ánimo, perdonándome incluso cuando fui una mierda contigo, incluso cuando te grité, incluso cuando…
—Eso ya no importa, amor —murmuró suavemente, casi como si se tratara de un arrullo, tomando la mano ajena con tanto cariño que ni siquiera tuvo que decirle a BaekHyun que se acercara a él, que lo abrazara, que lo besara, que aceptara su cariño; el menor lo hizo sin siquiera cuestionarlo, rodeando su cuello al instante, casi por instinto, sentándose en su regazo con movimiento tan sutiles que parecía mentira.
No importaba nada, ya no importaba nada que no fueran ellos dos.
—¿Está mal que quiera estar contigo por siempre? —susurró el menor, alejándose brevemente de sus labios, incluso si lo único que hacía era aferrarse cada vez más a su cuerpo.
—Mi amor —sonrió simplemente, usando su pulgar para limpiar las pocas lágrimas que mojaban el rostro de BaekHyun, siempre con suavidad, acariciándolo como si fuera a romperse en cualquier instante—. Sabes que yo también sueño con eso, ¿verdad?
—¿Está mal que me haya enamorado de ti? —preguntó en medio de un sollozo, ladeando la cabeza lo suficiente para ser sostenido por la mano ajena, por su palma, con esa calidez que lo embriagó en seguida, haciéndolo sonreír incluso si seguía llorando.
—Te amo, Byun BaekHyun —prácticamente soltó una risita al decir, acercándose un poco más al rostro ajeno—. Siempre me has gustado, y siempre te he querido, pero ahora estoy seguro de que te amo.
—Cursi —sonrió de inmediato, imitando al mayor para quedar apenas a escasos centímetros de sus labios—. ¿Puedo besarte?
—¿Desde cuándo preguntas? —sonrió también, usando la mano que seguía en la mejilla de BaekHyun para acariciarlo levemente, limpiando las pocas lágrimas que se habían acumulado bajo sus ojos.
No estaban seguros de cuántas veces se habían besado, habían perdido la cuenta después de entender que sus labios habían nacido para estar con los ajenos, para hacerlos propios, para bailar al mismo ritmo, para disfrutar de la cercanía, del roce, de las caricias, para gozar los mismos privilegios; pero aquel se sentía diferente al resto, más profundo, más delicado, más sentimental, más emotivo, más significativo; aquel se sentía como un verdadero comienzo