No estaba seguro de cómo habían terminado así, pero sus piernas rodeaban la cadera de ChanYeol con ímpetu, acercándolo un poco más a su cuerpo, mientras que sus dedos no se cansaban de juguetear con la melena ajena, haciéndola y deshaciéndola a su gusto, de arriba hacia abajo, de un lado hacia otro, aunque sin descuidar aquellos labios que soltaban gemidos que alcanzaba a ahogar con su boca, y con su lengua, rozando los dientes del mayor como siempre había deseado hacerlo.
Siempre. BaekHyun siempre había deseado estar así, en el regazo de ChanYeol, derrumbando todas las barreras que alguna vez había creado.
—Esto está mal —murmuró apenas, sin siquiera intentar alejarse de los labios que le respondían con igual necesidad, obligándolo a desear más y más cercanía.
—¿Por qué? —respondió el mayor, su voz entrecortada por la posición en la que se encontraba, el menor lo seducía con su lengua al mismo tiempo en que se movía apenas un poco sobre él, generando esa deliciosa fricción que lo desconcentró por algunos segundos, haciéndole olvidar su verdadera pregunta—. ¿Acaso juraste que jamás caerías ante mí?
—No se supone que me gustes tanto —asintió con dificultad, alejándose del rostro ajeno para verlo detalladamente. Sus labios hinchados, rojos, un poco heridos, mientras que sus ojos brillaban con algo parecido a la felicidad, o al deseo, a la lujuria, a todas esas sensaciones que estaba despertando en el cuerpo que lo sostenía con amabilidad.
—Pero lo hago —sonrió con sorna, aunque con cariño, abrazando la espalda de ChanYeol con tanta delicadeza que ambos olvidaron la situación en la que estaban, incluso si sus cuerpos eran un desastre que se tensaba con el más mínimo movimiento. Una caricia, una respiración, un leve roce de sus narices; todo incrementaba los deseos que tenían de entregarse al otro.
—Eres tan molesto —susurró apenas, acercándose tanto a los labios del mayor que los rozó al hablar, aunque sin besarlos, agotando la poca paciencia que le quedaba a ChanYeol.
—Soy irresistible —masculló con dificultad, cerrando los ojos por la simple cercanía.
—Lo eres —asintió lentamente, volviendo a rozar los labios ajenos.
—¿Algún día me dirás por qué huiste por tanto tiempo? —preguntó entonces, saliendo de su pequeño trance para observar directamente al menor, quien no tardó en sonreír con cierta ironía, alzando su mano para acariciar la mandíbula que cada vez le parecía más atractiva.
—Algún día, amor —asintió sin más, dejando un beso bastante húmedo en el cuello de ChanYeol, quien no tardó en acercarlo un poco más a sí, rodeando sus caderas con fuerza—. La verdad es que ahora mismo solo quiero tocarte, ¿sabes?
—Como si jamás lo hubieras hecho —no tardó en burlarse, disfrutando de los dedos que rozaban su pecho y bajaban hasta su estómago, ignorando por completo a la camiseta que aún llevaba puesta cuando acariciaron su abdomen, causándole más de un escalofrío. Eran tan suaves, y tan ágiles, que no le asombró cuando su torso estuvo completamente desnudo, siendo escrutado por los ojos que lo veían con notable necesidad.
—Tu culo no es suficiente —sonrió de medio lado, usando ambas manos para recorrer el amplio pecho del mayor, llegando hasta aquellos hombros que se veían incluso más anchos que con ropa, majestuosos como cada centímetro de ChanYeol.
—¿Puedo tocar el tuyo? —preguntó de pronto, logrando que los ojos de BaekHyun subieran rápidamente hasta los suyos, olvidando por completo todos los metros de piel que aún le quedaban por conocer.
—¿Puedes dejar de preguntar y solo hacerlo? —soltó con cierta burla, fingiendo esa molestia que en realidad no podía sentir, pues el mayor le parecía una ternura incluso cuando quería follárselo sin piedad alguna.
Aún así, no esperaba que sus palabras surgieran un efecto tan rápido en su conquista, y tal vez por eso gimió cuando un par de manos lo sostuvieron por debajo, apretando su trasero, o tal vez porque se sentía jodidamente bien, tan adictivo, y tan placentero, tan cercano a la perfección.
—Mierda —fue lo único que logró decir, moviendo sus caderas por simple instinto, o por simple necesidad. En serio deseaba un poco más de ChanYeol, un poco más de su cuerpo, un poco más de sus caricias, y de sus besos, de sus labios; un poco más del muchacho que lo había hecho perder la cabeza hace tantos años.
—Eres delicioso, Byun BaekHyun —murmuró apenas, jugueteando un poco más con sus dedos antes de simplemente besarlo, usando su propia lengua para desatar los gemidos del menor, quien se deshacía sobre su cuerpo, todavía moviéndose, aferrándose a su espalda con tanta desesperación que pudo sentir algunos rasguños marcándose en su piel.
—Basta —soltó de pronto, alejándose de ChanYeol con tanta rapidez que al mayor no le quedó más remedio que esperar lo peor, incluso si BaekHyun seguía sobre sus piernas, perdiéndose un par de segundos en su pecho desnudo antes de simplemente alzar la vista hacia él—. ¿Quieres dar o recibir?
La pregunta lo asombró tanto que no pudo evitar reírse, elevando su mano hacia la mejilla ajena para acariciarla con cariño, dejando un corto beso en aquellos labios que no tardaron en abultarse, causándole incluso más ternura que la pregunta en sí misma.
—Soy virgen, ¿sabes? —soltó sin más, esbozando una pequeña sonrisa que ni siquiera denotaba un poco de incomodidad, aún con su revelación. No le importaba si BaekHyun pensaba que era romántico empedernido o un simple perdedor—. Eres la única persona que me ha gustado, así que…
—Bien, entonces te sugiero que te pongas cómodo —lo interrumpió en seguida, empujando levemente su pecho para que se recostara sobre la cama, yendo con él, no tardó en poner las rodillas junto a sus caderas y sus manos junto a su cabeza, viéndolo con tanta firmeza que ChanYeol se sintió pequeño por primera vez.
—¿Q-qué…?
—Mis papás no llegarán hasta mañana, y YiFan de seguro alojará con JongIn —explicó en breves palabras, sentándose sobre el abdomen del mayor para despojarse de su propia camiseta, importándole poco que su cuerpo no estuviera en forma y que su pancita hubiera crecido un poco en los últimos meses, pues ChanYeol lo veía con tanto amor que parecía imposible sentirse inseguro frente a él.
—¿Estás…?
—Así es, estoy diciendo justamente eso —asintió con una leve sonrisa, inclinándose lo suficiente para que sus pechos rozaran, así como sus narices, y sus labios, pues no tardó en besar a ChanYeol, usando sus manos para volver a despeinarlo, cada vez con más desesperación, y con más ímpetu, pues lo deseaba tanto que no había forma de que se contuviera, incluso si eso significaba olvidar todas las promesas que alguna vez se había hecho—. Esta tarde dejarás de ser virgen, Park ChanYeol, y no solo eso.
—¿Ah no?
—No, claro que no —sonrió finalmente, volviendo a mecerse sobre el cuerpo del mayor, una y otra vez, logrando que jadeos y gemidos escaparan de la boca de ambos, cada vez más fuerte, sus besos no eran barrera suficiente para detenerlos—. Esta noche serás mío, precioso, y yo seré tuyo, todas las veces que desees, porque no pienso dejarte ir.
—Qué alivio escucharlo —sonrió también, alzando sus manos para sostener las caderas ajenas, sin afán de detener sus movimientos, sino de ayudarlas, de darles más impulso, de darles más aliento, la cercanía se sentía tan bien, aún con sus pantalones de por medio.
—¿Ah sí?
—Sí, claro sí —imitó su discurso anterior, sosteniendo los límites del holgado pantalón del menor para jalarlo levemente hacia abajo, sin poner demasiada fuerza en ello, BaekHyun fue más rápido en ayudarlo, elevando sus caderas para que saliera con facilidad—. ¿Sabes por qué?
—¿Por qué? —preguntó simplemente, empleando toda su atención en los pantalones que él quitó del cuerpo ajeno de un simple movimiento, agradeciendo a todos los cielos que fueran cortos y livianos, pues lo último que necesitaba era que una pequeñez como esa interrumpiera su desesperación. Ya estaba meciéndose nuevamente, amando la forma en que sus pieles se sentían cada vez más cerca.
—Porque mi mayor fantasía es que despiertes a mi lado —ChanYeol irrumpió en todos sus pensamientos, obligándolo a dejar de moverse para ver directamente a sus ojos, aquellos que brillaban de una forma tan hermosa que tuvo que contener las lágrimas. Se vería ridículo si demostraba lo mucho que esas palabras significaban para él.
—Maldito cursi de mierda —sonrió simplemente, amando la risita que el mayor le regaló entonces, justo cuando alzó las manos hasta sus hombros y lo jaló de regreso a él, aferrándose a su espalda una vez que sus pechos chocaron, y que sus labios se volvieron a unir, esta vez con más tranquilidad, con más paciencia, con más cariño, como si de pronto hubiese dejado de importar la sangre que se acumulaba en sus miembros y los tenía sensible a cualquier roce. Tal vez estaban enamorados, jodidamente enamorados, incluso si BaekHyun prefería resguardarse tras un montón de insultos.
—Yo también te quiero, cariño.
Porque, al fin y al cabo, ChanYeol siempre sabría cómo llegar hasta lo más profundo de su corazón, aún en situaciones como esa, cuando BaekHyun no tardaría en fingir que las palabras no importaban y simplemente lo volvería a besar, aunque esta vez con más cariño, acariciando cada centímetro de su piel en evidencia de todos los sentimientos que invadían a su cuerpo, aquel que también temblaba bajo el tacto del mayor, ante sus dedos, ante sus besos, ante sus embestidas. Ante todo lo que significaba Park ChanYeol en su vida.