EXCURSIÓN
El teléfono de casa suena una y otra vez, me remuevo en mi lugar sintiéndome un poco incómoda; luego de eso también suena otro y otro. Abrí los ojos un poco soñolienta, aún seguíamos en la casa de Jinni, estábamos de Pijamada así que como era domingo queríamos dormir hasta tarde. Pero parecía que ahora sería imposible.
Me levanté de la cama en busca de mi celular, al igual que las demás.
—¿Quién molesta tan temprano? —me preguntó Daphne.
Cada una tomó su celular, al igual que yo, y contestamos:
—¿Hola?
—Nisha, te estamos llamando de la universidad. Necesitamos a los alumnos aquí a las diez de la mañana. Hoy tenían una excursión con el profesor Martín y se nos ha pasado por completo avisarles.
—¿A las diez? —me quise asegurar.
Escuché cómo las demás se desconcertaban por lo sucedido.
—Así es. Te esperamos aquí.
—Gracias.
Corté.
—¿Excursión? —Loren se levantó— ¿Por qué no nos avisan antes?
Emma se dirigió a mi, tomando sus cosas.
—Nish, ¿nos vamos? No quiero llegar tarde a la universidad.
Jinni seguía acostada con su teléfono celular en la mano, pero ésta se levantó y tomó a Daphne de la mano:
—Vamos a la cocina —le dice— Haremos algo de comer.
—¿Solo ustedes? —Loren las siguió.
Miré el celular en la cama y pensé en que era mi oportunidad antes de que ellas volvieran. Cerré la puerta de la habitación súper rápido y tomé su celular.
—¿Qué haces? —me preguntó Emma.
—Cuida que nadie entre, Emma.
Revisé los mensajes, eran algunos de Davis en donde la trataba de amor o algo así. Pero también me fui a las fotos, me quedé boquiabierta viendo algunas fotos con Davis en algún lugar: sonriendo, dándose un beso etc. Esta era la prueba que necesitaba. Envié cuatro fotos en total a mi WhatsApp para después eliminar la conversación de su teléfono y no dejar evidencia. Volví a bloquear el teléfono y lo dejé en su lugar.
—Vámonos, Emma, llegaremos tarde a la universidad. —tomé a Emma de la mano y salimos de la habitación, bajamos las escaleras. En la sala estaban las tres diciendo algo como de que no querían ir en domingo a la universidad. —Nosotras nos vamos, ¿las vemos en la universidad? —me despedí.
—Está bien —me contestó Loren— Allá las vemos.
Emma y yo salimos de la casa de Jinni, cuando pusimos un pie en la acera un auto se estacionó en frente. Reconocí a la mujer que manejaba: era la mamá de Emma.
—¡Mamá! ¿Qué haces aquí?
Nos acercamos.
—Tu padre me llamó para cerciorarse de que te di permiso en venir a una pijamada y la madre de Nisha me dijo que estaban aquí. Súbanse, las llevo.
Al menos ahora Emma no tendrá que decir mentiras. En esa parte me sentía aliviada.
•
Cuando llegué a casa me bañé, me vestí y desayuné un poco. Me sorprendió que Max no estaba en mi habitación ni por ningún lado, me pregunto en donde estará. Salí de casa y pasé por donde Emma, nos iríamos juntas. Noté que el auto de la madre aún estaba estacionado afuera. Pero Emma salió y se dirigió a mí.
—¿Lista? —le pregunté.
—Claro.
Lo que me seguía preguntando es en donde estaría Max.
•
En la universidad estaban todos los estudiantes de algunas carreras, a parte de los que venían a estudiar los domingos. Loren y las demás ya estaban allí, habían dos autobuses estacionados y listos para salir.
—¿A dónde vamos? —le pregunté al profesor Martín al llegar donde él.
—Forest Park —respondió— Les daré un recorrido y algo de la clase también —me sonrió. —Subámonos todos, por favor —nos dice. Emma y yo nos subimos en el primero, sentándonos en los sextos asientos de la izquierda. Todos empezaron a subir y subir hasta que este autobús se llenó. Jinni, Loren, Davis y Daphne estaban aquí, sentados en los de atrás. El otro grupo se había montado al otro autobús, Martín se quedó en el nuestro.
Max tendría que estar aquí conmigo y no tenía ni idea de donde estaba.
•
Cuando llegamos al lugar nos bajamos del autobús, el olor a bosque y tierra mojada invadió mis fosas nasales. Se sentía bien, hacía un poco de frío pero no tanto. Emma y yo observamos el bosque embobadas.
—¿Todos están listos? —nos pregunta Martín estando adelante, llevaba binoculares y un sombrero como de guía. Me pareció chistoso— Pensarán que como soy maestro de arte no debo de estar aquí, pero se equivocan, chicos, todo esto que ven aquí, lo que los rodea... es arte —nos explica— no se separen por favor y síganme.
El grupo era grande ha decir verdad, mientras seguíamos por este bosque a Martín y escuchábamos sus explicaciones sobre cosas, avanzábamos rápido.
—¿Te arrepientes de venir? —me preguntó Emma.
—Para nada.
—¿Te puedo preguntar algo?
—Claro.
—¿Qué hacías con el celular de Jinni? —sabía que me preguntaría algo como eso. Igual le tenía confianza a Emma.
—Tenía que encontrar pruebas de que Jinni está con Davis, sino Loren no me creería.
—¿Y sí están? —quiso saber.
Asentí poniendo mis labios en una sola línea.
Nos detuvimos cerca de otros dos autobuses.
—Parece que tenemos otro grupo de excursión —nos dice Martín— Sigamos.
Me preguntaba qué grupo sería el que vino de excursión.
Loren y Jinni se acercaron a nosotras, al igual que Daphne y otro grupo de mujeres.
—¿Has visto a Davis, Nish? —me preguntó Loren.
—No —respondí— Creí que estaba contigo.
—Algunos chicos empezaron a desaparecer —me dice— no los encontramos. ¿Se habrán perdido? —ahora es Jinni quien habla.
—No lo creo —respondí. Pero me detuve en seco al ver algo a lo lejos, cerca de una cascada y unas enormes rocas. —Esperen —ellas también se detuvieron— Miren eso. —señalé.
Allí iban un grupo de chicos, cruzando unas rocas. Iban varios, muchos. Adelante iba Davis pero el último... lo conocía perfectamente. Era Max. ¿Qué hacía aquí y por qué seguía a esos chicos?
—Tenemos que ir detrás de ellos —nos dice Loren, empezando a bajar por el pequeño acantilado.
—Vamos —la siguió Jinni y las demás.
—Vamos, Emma —la tomé de la mano. Necesitaba saber qué haría Max y los demás. Martín no se dio cuenta de que nosotras nos habíamos quedado atrás y que nos desviamos. Íbamos quizás unas diez mujeres aquí. Bajamos la pequeña montaña y empezamos a seguirlos por el mismo camino que ellos tomaron: las rocas. Cruzamos las rocas hasta llegar a una especie de casa abandonada. Era enorme, tenía pasillos afuera, muros grandes, un enorme patio de cemento y más casitas a los alrededores. Escuchamos voces de los chicos en el patio, cruzamos un muro hasta llegar a un pasillo.
—Allí están —señala una chica.
Todas nos asomamos hacia el patio principal, abajo, estaban los chicos pero en el otro extremo estaban otros de otra. Seguramente eran los de la otra universidad que habían venido de excursión. Mi mirada buscó a Max pero éste ya no estaba, ¿en donde estará? Las chicas se empezaron a tomar fotos en el lugar, porque la verdad no estaba nada mal, todo lo contrario.
—¡Aquí estamos! —exclamó Davis al otro grupo.
—Creí que se acobardarían. Entonces, a lo que vinimos entonces —respondió uno. Mi mirada pasó a un chico de la otra universidad, lo conocía: Peter. ¡Está aquí! ¿Y en donde diablos está Max?
Pero sin embargo pasó algo: los chicos empezaron a correr para encontrarse y darse de goles. Había una guerra entre ellos, algunas chicas gritaron de horror y otras se asustaron.
Dios mío, Davis le había dado un cabezazo a uno. ¡Esto es horrible! Ninguna sabía qué hacer, solo estábamos expectantes a lo que ellos hacían, era una guerra entre dos universidades y ni siquiera sabíamos por qué ni en qué momento pasó.
—¡Creo que alguien viene! —exclama una chica.
—¡Deberíamos de irnos! —dice otra.
Pero antes de que todas buscáramos la salida, Martín cruza el muro con otros chicos y se dirige a separarlos a todos.
—¡Tranquilos! ¡Sepárense por favor! —les exigió. Algunos tenían sangre en sus labios y en sus narices. —¿¡Se puede saber qué está pasando aquí?! ¡Todos vámonos! ¡Rápido! —Martín sonaba muy cabreado—¡Las chicas también! ¡Se han metido en un muy grave problema!
Mierda.
Todos empezamos a buscar la salida, con cuidado cruzamos el muro hasta llegar a las rocas. Martín y los chicos venían detrás. Yo me aseguraba de que Max no estuviera cerca de algún árbol o en la cascada. Es que estaba segura de haberlo visto detrás de los chicos cruzando las rocas. Estaba muy segura, no pude haberlo alucinado. Algo lo había hecho venir y seguirlos. Estaba segura de que Max sabía del por qué se habían peleado ellos. Tenía que encontrarlo.
Cruzamos las rocas y subimos la pequeña montaña hasta llegar al camino.
—Todos los involucrados tendrán una linda charla con la directora —venía diciendo Martín— Incluso las mujeres.
—¿¡Qué?! —exclamamos todas.
—Así es, por separarse del grupo y ser parte de la pelea entre estos dos. No se preocupen que de seguro que los de la universidad de Chicago estarán igual.
Recordé a Peter, él estaba aquí.
—Disculpa por meterte en esto, Emma —le dije.
—No te preocupes, necesitaba salir de mi zona de confort algún día.
—Síganme, pero esta vez sin separase por favor. No haremos todo el recorrido completo porque algunos están golpeados. Volveremos en una hora a la universidad. La directora hablará con ustedes y les dará sus respectivos castigos.
Genial.
Max, necesitaba encontrar a Max.