Dancing With The Devil | Larr...

By BooDarkness

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Es 1967 y Harry está harto de ser aquel chiquillo religioso al cual todos molestan. Cansado de un dios fingie... More

DANCING WITH THE DEVIL | FÍSICO 2.0
DANCING WITH THE DEVIL | TRAILER
IMPORTANTE.
Advertencias.
Índice.
ᴘʀᴏ́ʟᴏɢᴏ ɪ/ɪɪ: "ᴇʟ ᴠɪᴏʟɪɴɪsᴛᴀ ᴅᴇʟ ɪɴғɪᴇʀɴᴏ"
ᴘʀᴏ́ʟᴏɢᴏ ɪɪ/ɪɪ: "sᴏᴍʙʀᴀ"
ɪ: "ɪɴᴠᴏᴄᴀᴄɪᴏ́ɴ"
ɪɪ: "ᴅɪᴏs ᴛᴇ ʙᴇɴᴅɪɢᴀ"
ɪɪɪ: "ᴍᴀʟ ᴘᴇʀsᴏɴɪғɪᴄᴀᴅᴏ"
ɪᴠ: "ɴɪɴ̃ᴏ ғᴀᴠᴏʀɪᴛᴏ"
ᴠ: "ᴀᴛᴀϙᴜᴇ ᴀʟ ᴄᴏʀᴀᴢᴏ́ɴ"
ᴠɪ: "ᴄᴀsᴛʀᴀᴛɪ"
ᴠɪɪ: "ʟᴇɴɢᴜᴀ ᴀғɪʟᴀᴅᴀ"
ᴠɪɪɪ: "ᴅᴀɴᴢᴀ ᴄᴏɴ ᴇʟ ᴅɪᴀʙʟᴏ" PARTE I/II.
ᴠɪɪɪ: "ᴅᴀɴᴢᴀ ᴄᴏɴ ᴇʟ ᴅɪᴀʙʟᴏ" PARTE II/II.
ɪx: "ɪɴᴛᴇʀᴄᴀᴍʙɪᴏ ᴅᴇ ᴀʟᴍᴀs"
x: "ᴀᴍᴀʀ ᴀʟ ᴅɪᴀʙʟᴏ ᴅᴜᴇʟᴇ"
xɪ: "ʜᴀʟʟᴏᴡᴇᴇɴ"
xɪɪ: "ᴄᴏɴғᴇsɪᴏɴᴇs ᴀ ᴍᴇᴅɪᴀɴᴏᴄʜᴇ"
xɪɪɪ: "ғᴜᴇɢᴏ ɪɴᴛᴇʀɪᴏʀ"
xᴠ: "ᴘᴜʀᴏ ᴘᴇʀᴏ ᴄᴜʟᴘᴀʙʟᴇ"
xᴠɪ: "ʀᴏᴍᴘᴇ-ᴄᴏʀᴀᴢᴏɴᴇꜱ"
xᴠɪɪ: "ʟᴀ ʜᴏʀᴀ ᴅᴇ ᴍɪ ᴍᴜᴇʀᴛᴇ"
xᴠɪɪɪ: "ᴄᴀᴍɪɴᴏ ᴀʟ ᴅᴇꜱᴄᴇɴꜱᴏ"
ᴄᴀᴘÍᴛᴜʟᴏ xɪx: "ʜᴏɢᴀʀ, ᴀɢʀɪᴅᴜʟᴄᴇ ʜᴏɢᴀʀ"
ᴄᴀᴘÍᴛᴜʟᴏ xx: "ʟᴀ ᴘʀᴏᴍᴇꜱᴀ ᴅᴇʟ ᴅɪᴀʙʟᴏ"
2DO ARCO | "CAOS"
ᴄᴀᴘÍᴛᴜʟᴏ xxɪ: "ꜱᴜᴇÑᴏ ʟÚᴄɪᴅᴏ"
ᴄᴀᴘÍᴛᴜʟᴏ xxɪɪ: "ᴀʙᴀɴᴅᴏɴᴏ"
ᴄᴀᴘÍᴛᴜʟᴏ xxɪɪɪ: "Qᴜᴇ ᴄᴏᴍɪᴇɴᴄᴇ ᴇʟ ꜱʜᴏᴡ"
ᴄᴀᴘÍᴛᴜʟᴏ xxɪᴠ: "ᴅᴇꜱᴀʟᴍᴀᴅᴏ"
ᴄᴀᴘÍᴛᴜʟᴏ xxᴠ: "ᴠᴀᴄÍᴏ"
ᴄᴀᴘÍᴛᴜʟᴏ xxᴠɪ: "ᴇʟ ʀᴇʏ ᴅᴇ ʟᴏꜱ ᴄɪᴇʟᴏꜱ"
ᴄᴀᴘÍᴛᴜʟᴏ xxᴠɪɪ: "ᴏᴊᴏ ᴘᴏʀ ᴏᴊᴏ"
ᴄᴀᴘÍᴛᴜʟᴏ xxᴠɪɪɪ: "ᴄᴏɴꜱᴇᴄᴜᴇɴᴄɪᴀꜱ ɪɴꜰᴇʀɴᴀʟᴇꜱ"
ᴄᴀᴘÍᴛᴜʟᴏ xxɪx: "ʟᴀ ɴᴜᴇᴠᴀ ʏ Úʟᴛɪᴍᴀ"
ᴄᴀᴘÍᴛᴜʟᴏ xxx: "ᴇʟ Áɴɢᴇʟ ᴅᴇ ʟᴀ ᴍᴜᴇʀᴛᴇ"
ᴇᴘÍʟᴏɢᴏ ɪ/ɪɪ.
ᴇᴘÍʟᴏɢᴏ ɪɪ/ɪɪ.
Agradecimientos, y un hiatus.

xɪᴠ: "ᴇʟ ᴘʀɪ́ɴᴄɪᴘᴇ ᴅᴇʟ ɪɴғʀᴀᴍᴜɴᴅᴏ"

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By BooDarkness

Con el pasar de los días, sin previo aviso, Harry Styles se encontró sumergido en un terrible pozo depresivo, donde jamás encontró el fondo para poder salir de manera apropiada.

Se la pasaba acurrucado en su cama, con su cuerpo sintiéndose pesado ante su estado mental. Lloraba más de lo usual, y sentía que todos, a excepción suya, se encontraban pasándola genial por la "nueva personalidad" de su padre. Él, sabiendo la verdad, no soportaba la culpa.

Des estaba en el infierno, con su alma siendo torturada una y otra vez. Tal vez aquel sitio no era como él, en verdad, lo imaginaba, pero podría ser similar, y aquello lo angustiaba. Sabía que lo merecía, incluso se lo dijo, pero, tal vez... ¿tal vez solo estuvo muy enfadado?

Sobre todo: ¿Cómo podría expresarle a Louis que él era quien cargaba con la situación? Sabía que el arcángel lo escucharía, pero ni siquiera tenía idea por dónde comenzar.

Su primo, sus compañeros de clases, su padre y...su padre, otra vez.

Por otro lado, el Diablo no comprendía la tristeza humana, por lo cual asimilaba cosas que no estaban allí, así que la decisión que tomó no fue del todo sensata.

—Voy a retirarme por un par de días —Dijo, desde la punta de la cama del joven, quien se volteó de inmediato, sentándose con rapidez en la cama mientras apartaba las mantas que lo cubrían.

—¿Qué? —Negó con lentitud, confundido—. ¿Por qué?

¿Louis ya no lo quería consigo? ¿Estaba harto de verlo en aquel estado? ¿Se aburrió? Era lo único que rondaba por la mente del mundano.

—No estoy viendo un progreso en tu salud, y mi presencia lo empeora —Caminó hacia un lado de la cama de su niño favorito, y se sentó en la punta, sin dejar de observarlo fijo a los ojos—. Serán solo un par de días.

—Lou...

—Harry —Interrumpió el Diablo, con firmeza—. No voy a permitir que estés más días en la cama. ¿Has visto tu reflejo? —Negó con lentitud—. Tu belleza permanece intacta, pero estás deteriorado.

El rizado se aproximó hacia el arcángel, quedando de rodillas en la cama, sentado sobre sus talones y a la misma medida—. No estoy así por ti. No es tu presencia. Si así fuese, te lo diría...lo hemos acordado, ¿recuerdas?

Hubo un breve silencio donde ambos se mantuvieron observándose, como si intentasen descifrarse, y en aquel momento, Louis lo supo.

¿Por qué Harry cargaba con toda la culpa de las situaciones? ¿Por qué creía que ensuciaba sus manos? Lo único que había en ellas era delicadeza, y suavidad. ¿Qué buscaba provocar en sí mismo al castigarse de aquella forma? No lo comprendía.

Alzó una de sus manos repletas de anillos, sosteniendo con cuidado el mentón contrario—. ¿Qué es lo que debo hacer para que dejes de dañarte a ti mismo? —Harry tan solo permaneció observándolo, sin saber con exactitud qué decir—. No puedo pensar como cualquier ser inferior, Harry. Tampoco tengo tu mentalidad. Soy un destructor, y lo único que se cruza por mi cabeza es en acabar con todos para mantenerte a salvo.

—Eso no está bien —Harry respondió de inmediato, frunciendo su ceño—. Lou, eso es justo lo que no deseo que hagas. Quiero... —Suspiró con profundidad antes de llevar ambas manos a su rostro, saturado de los repentinos recuerdos que abundaron por su mente—...quiero retroceder el tiempo.

—Harry...

El nombrado sollozó en silencio, demasiado abrumado con la situación, sintiendo como los cálidos brazos del Diablo lo envolvían, hasta dejarlo sobre su regazo y acurrucarlo contra su pecho. Los latidos del corazón del arcángel eran acelerados, pero lucía calmado mientras rozaba sus finos labios contra los rizos de su niño favorito.

—Escúchame —Habló Louis luego de un par de segundos, cuando los sollozos de Harry cesaron con lentitud—. ¿Te gusta estar solo?

—No, ni tampoco acompañado —Respondió el joven, con su voz quebrada para, luego, sorber su nariz—. Solo contigo, y... —De repente, lucía como si hubiese notado antes—...y eso no está bien —Confesó, sorprendiéndose a sí mismo. Sin siquiera dudarlo, alzó su mirada, observando los preciosos ojos del arcángel—. Lou, ¿tu disfrutas estar conmigo?

El Diablo tragó saliva—. Lo hago —Respondió, sin dudarlo, aunque le costaba expresar sus sentimientos.

—Últimamente, he sentido que no sabría que hacer sin ti, y quiero rogarte que te quedes —Admitió el rizado, llevando su mirada a sus propias piernas, avergonzado—. Es que...n-no tengo idea. No sé qué hacer.

El silencio reinó en el cuarto, y ambos se mantuvieron cerca, sintiendo la calidez del otro.

—Creo que mi presencia, no solo por el malestar, si no porque no entiendo una mierda de consejos, no está logrando nada —Confesó Louis—. Deberías de...

—¿...De?

Sus miradas volvieron a encontrarse, y Harry no pudo evitar sonreír con timidez ante la ternura que le provocaba el que Louis no supiese qué aconsejar. El último nombrado alzó una de las comisuras de sus labios al ver la sonrisa de su niño favorito.

—De sonreír más seguido.

El mundano sintió calor en sus mejillas ruborizadas, sorbiendo su nariz una vez más antes de asentir con lentitud.

—Y también pasar tiempo a solas —Confesó, incluso si sonaba brusco.

El creer que Louis podría usarlo como y cuando quisiese no era un buen inicio. Debía apartar aquel pensamiento de su cabeza, comenzando por pasar tiempo consigo mismo.

Louis asintió una sola vez, inflando el pecho con orgullo—. Ese es mi niño favorito.


—Te ves mejor que hace un par de días —Comentó Fionn, quien sostenía su paleta de helado en su mano izquierda, observando con asco como la vainilla manchaba sus dedos al derretirse.

—Bueno...estuve pensando muchas cosas —Harry asintió con lentitud, sonriéndole de vuelta a Liam, quien se encontraba sentado a un lado de su mejor amigo, antes de bajar la mirada a la mesa y trazar con su dedo índice formas inexistentes.

Los tres amigos se encontraban en una heladería, en el centro el pueblo, pasando el tiempo luego de un largo día de clases. Liam, quien salió último de la universidad, la cual estaba ubicada frente al establecimiento de los más jóvenes, llegó al sitio como si estuviese muerto de hambre, y comió dos tazas de helado de chocolate hasta lucir tan radiante como siempre.

Una semana atrás, cuando Louis y Harry tuvieron aquella profunda conversación, el rizado se encargó de oír música de su vinilo, opacando "Dominique", que sonaba a todo volumen en el piso de arriba, y ordenó todo su cuarto. Hasta cambió los muebles de lugar para, luego, darse un baño y sentirse renovado. Se encargó de pedirle dinero a su madre para comprar una pequeña libreta donde anotaría sus pensamientos o trazaría siluetas hasta aprender a dibujar como un experto.

También regresó a la biblioteca donde encontró el libro de invocación —el cual, por cierto, continuaba allí— y se pasó horas dentro de aquel sitio, leyendo libros clásicos de romance juvenil, y terror.

Intentó cambiar su rutina por completo, ignorando al demonio que poseía el cuerpo de su padre, continuando con el progreso donde intentaba, con todas sus fuerzas, estabilizar su salud mental.

Lo estaba logrando.

—¿Piensas? —Fionn bromeó, dedicándole una cariñosa sonrisa—. Bueno, ¿quieres contarnos?

—Tan sólo... —Harry se encogió de hombros, enderezándose en su asiento, frente a sus amigos—...seguí tu consejo.

—¡Lo sabía! ¡Sabía que lo harías!

—¿Qué consejo? —Preguntó Liam, sin comprender el contexto de la conversación.

—Problemas paternales, Liam. No lo entenderías —Comentó Fionn, agitando su mano, y recibiendo un leve empujón en su hombro, el cual provocó que su helado cayese sobre sus piernas—. ¡NO! ¡HIJO DE PUTA!

—¡LO SIENTO! —Liam se puso de pie, luciendo desesperado—. ¡NO QUERÍA EMPUJARTE TAN FUERTE!

—¡VETE A LAVAR DONDE NO TE DA EL SOL, ESCORIA!

Aquella fue la primera vez en semanas donde Harry pudo reír a carcajadas, hasta que su estómago dolió y las lágrimas fluyeron por sus mejillas. Era la primera vez en su vida que lloraba, y no de tristeza.

Todo estaba yendo por buen camino, y ya no sentía tanto miedo.

Cuando cerró la puerta principal de su casa, permaneció en la entrada, paralizado al notar como el demonio que poseía el cuerpo de su padre bebía de una botella de alcohol.

Fue como si todo se hubiese derrumbado.

Se aproximó con prisa hacia el sujeto, sin temerle, ya que sabía que Louis le ordenó que tuviese total respeto hacia el mundano, y le quitó la botella con brusquedad.

—¿Qué crees que haces? —Murmuró, hablando entre dientes mientras recibía una perturbadora mirada de parte del demonio—. No puedes hacer esto frente a mi familia. Te pido, por favor, que no vuelvas a hacerlo.

El sirviente de Louis hizo un gesto vergonzoso antes de tirarse al suelo, aferrándose a una de las piernas de Harry.

—Por favor, no le diga a mi Rey. Se lo ruego, Harry.

—N-No...uh... ¿podrías...? —Era definitivo. No sabía consolar demonios—. Tranquilo, suéltame. No diré nada.

—Oh, gracias. Gracias, gracias —Besó la rodilla del rizado, el cual se estremeció antes de apartarse—. Gracias, Harry.

—No hay de qué —Dijo, antes de caminar hacia la cocina.

Su madre y hermana mayor no parecían estar en la casa. Lo más probable era que se encontrasen en la iglesia. Suspiró con profundidad mientras tiraba lo que quedaba del contenido de la botella en el fregadero, necesitando apoyar sus manos sobre la encimera frente a sí ante el repentino cambio de ánimo.

03/03/55

—¿Papi? —El niño de seis años preguntó con duda en cuanto se asomó por el marco de la puerta de la cocina, refregando su ojo izquierdo para intentar dejar de sentirse tan adormilado.

No. No tenía permitido subir las escaleras que llevaban al primer piso, su madre siempre se lo repetía, y él obedecía, pero los tristes sonidos entre el silencio de la madrugada lo obligaron a gatear hasta llegar a la sala. Despertó entre pesadillas gracias a un desconsolado llanto.

El de su padre.

Las luces de su casa estaban apagadas, pero las brillantes luces de los faroles de la calle alumbraban la cocina a la perfección, adentrándose por la ventana. Sobre la mesa, había tres botellas, y tan solo una de ellas estaba por la mitad. Las otras dos se encontraban vacías. Su progenitor, quien parecía estar agotado e incómodo sobre una de las sillas, ebrio, cubrió su rostro ante la aparición de su hijo menor.

—... ¿Papá? —Una vez más, Harry llamó al adulto, quien se sobresaltó, provocando que él hiciese lo mismo.

Era inútil, porque el infante notó las lágrimas en su rostro, pero Des las limpió con rapidez, dedicándole una débil sonrisa mientras, con torpeza, se enderezaba sobre su asiento.

Los enormes ojos color esmeralda de Harry, incluso en plena oscuridad, revelaban confusión y pánico. El pecho de Des se oprimió al notarlo, por lo cual extendió su mano, indicándole que se acercarse, y que no habría nada que le hiciese daño.

El niño, sin dudarlo, corrió en dirección a su padre, quien lo atrapó entre sus brazos hasta dejarlo sobre su regazo. La nariz del pequeño se arrugó ante el aroma reconocible, pero mucho más fuerte. Sin embargo, no dudó en tomar la mano más grande que la suya, observándolo fijo a los ojos, con notable preocupación.

—Papá... ¿Qué sucede? ¿Está...? —Negó con rapidez, frunciendo su ceño y aproximando la mano de su progenitor a su propio pecho—. ¿Tú...mal? ¿Mal?

A pesar del estado en el cual el adulto se encontraba, no evitó sonreír un poco por la ternura que emanaba su hijo. Era muy adorable, y buena persona, incluso a tan temprana edad. Lo abrazó, evitando sollozar, pero, una vez más, las lágrimas fluyeron por su rostro.

Sorbió su nariz antes de apartar un poco a su hijo, quien lo observó con curiosidad, aún preocupado. Al notar nuevas lágrimas en las mejillas de su progenitor, no pudo evitar intentar limpiarlas con torpeza.

—¿Mal? ¿Por qué?

—Hazzie, escúchame —Des habló con lentitud ante el alcohol, ronco, pero sabía lo que diría. Tragó saliva con fuerza para apaciguar el nudo en su garganta, bajando la mirada por unos segundos antes de volver a observar a Harry, quien esperaba con paciencia—. Quiero que sepas que te amo.

El niño alzó ambas cejas, sorprendido mientras balanceaba sus piernas en el aire—. Yo a ti...yo te amo a ti más —Intentó corregirse.

—Y que siento mucho, a veces, ser tan malo —Continuó el adulto, luciendo avergonzado—. Papá no suele darse cuenta el daño que hace, pero te amo, y también a Gemma.

Harry asintió, luciendo pensativo—. Yo entiendo —Respondió, dudoso, mintiendo. Una vez más, observó fijo los ojos de su padre, ladeando un poco su cabeza—. ¿Triste? —El hombre asintió—. ¿Por qué triste?

—Porque soy... —Una vez más, negó, permaneciendo unos segundos en silencio. No, no le comentaría sus problemas a su hijo de cinco años—...humano —Completó—. A veces, todos nos sentimos un poco tristes.

Su hijo formó un puchero con sus labios, manteniendo su ceño fruncido mientras observaba hacia otra parte, en la cocina, pensativo, antes de regresar su mirada al rostro de su progenitor, luciendo, de repente, muy emocionado.

—¿Sabes que hago para sentir...feliz? —Des no pudo evitar sonreír, negando con la cabeza—. Hago abrazo —Dijo, envolviendo con sus pequeños brazos el torso de su padre, y apoyando su mejilla en el pecho ajeno—. Doy beso —Alzó su rostro y, con ayuda de su progenitor, dejó un beso en la húmeda mejilla—. Y mami dice "te amo, Hazzie".

El adulto alzó ambas cejas, entretenido con la solución de su hijo, retomando mejor su postura a pesar de la ebriedad—. ¿En verdad? ¿Y funciona?

—...No sé, papi. ¿Funciona?

Des no pudo evitar reír, haciéndole cosquillas en el abdomen a su hijo, quien rio a carcajadas. Siempre fue muy cosquilloso.

—Te amo, Hazzie. Nunca cambies, ¿de acuerdo?

—Nunca cambio, de acuerdo —Repitió, asintiendo con firmeza—. ¿Qué haces cuando sientes mal?

—Bueno... ¿en momentos así? —Recibió un asentimiento de parte del pequeño—. Bebo agua para limpiar mi pancita, y si me siento mareado, me voy a dormir, pero siempre de lado.

—¿Por qué?

—Porque, a veces, cuando los adultos bebemos esto —Asintió hacia las botellas de la mesa—. Sentimos feo, y queremos vomitar.

—...Oh. Oh, no. Pobrecita mami —Harry expresó su preocupación, negando con rapidez—. Cuidado, papi. No enfermes.

—No estoy enfermo, tranquilo. Deberías ir a dormir.

—Pero, ¿tú bien?

—Yo perfecto —Mintió Des, asintiendo—. Ven, vamos a llamar a tu madre para que te arrope —No se sentía lo suficiente estable para bajar a su hijo por las escaleras, cuando apenas podía mantenerse de pie.

—No, no. Quiero quedarme contigo. Me quedo contigo, ¿sí?

El adulto jamás podría resistirse ante la mirada de su pequeño. Asintió, acurrucándolo mejor para hacerlo dormir, dando suaves golpes en su espalda.

—De acuerdo, pero no mientas, y duerme, ¿de acuerdo?

Harry bostezó—. No miento, y duermo —Repitió, cerrando sus ojos con lentitud, con sus largas pestañas rizadas haciendo cosquillas sobre su piel—. Aunque quiero jugar.

—¿Jugar? ¿A estas horas? —Recibió una adormilada afirmación de parte de su hijo—. ¿Con quién? Campeón, todos en la casa, excepto nosotros, están durmiendo.

—...el hombre que usa anillos.

El ceño del adulto se frunció ante aquella respuesta.

—... ¿Quién?

Pero cuando bajó la mirada, esperando una explicación, su hijo ya estaba dormido, así que permaneció con aquella duda por el resto de la madrugada.

Tal vez, en algún futuro, confirmaría aquel balbuceo.

Tragó saliva con fuerza, suspirando antes de abrir el grifo del agua y lavar su rostro. No sabía si sentirse mal porque ese hombre jamás regresaría, o bien por la paz que abundaba en su casa. Recordar ese tipo de momentos lo saturaban, lo hacían querer dormir por años y...

Sus pensamientos fueron interrumpidos ante un reconocible malestar en su estómago. Cerró el grifo y, sin siquiera pensarlo, corrió fuera de la cocina, por la sala, hasta llegar a la puerta que lo llevaría a su cuarto. La azotó detrás suyo, bajando las escaleras con velocidad antes de abrir la puerta del sótano, deteniéndose en el marco de la puerta al ver como Louis, quien estaba en medio del cuarto, lo observaba fijo a los ojos.

Harry ni siquiera lo dudó: avanzó a zancadas, sin ignorar la expresión nostálgica en el rostro del arcángel, antes de tomarlo del rostro, poniéndose de puntas y encontrando sus labios con los ajenos. Sintió los cálidos, fuertes brazos del Diablo envolver su cintura, uniendo sus cuerpos mientras no dejaban de acariciar sus labios con suma lentitud.

Era la primera vez que Harry besaba a Louis. No notó lo mucho que lo extrañó durante aquellos días, hasta que sus miradas se encontraron. Dejando sus sentimientos fluir, aferró sus brazos al cuello del arcángel, entreabriendo más su boca en cuanto éste último buscó su lengua con la propia. Tibias, cálidas caricias, las cuales provocaron un cosquilleo en el vientre del mundano, quien suspiró con profundidad por la nariz.

Tras aquello, ambos se apartaron tan solo un poco, observándose, una vez más, fijo a los ojos. Las pupilas de Louis estaban algo dilatadas, pero continuaba luciendo precioso, y aún más cuando alzó una de las comisuras de sus finos labios, dedicándole una coqueta sonrisa.

—Luces mejor —Murmuró, llevando una de sus manos repletas de anillos dorados en sus dedos al mentón de Harry, tomándolo con suavidad, y moviéndolo de lado a lado con lentitud, como si estuviese inspeccionando que todo estuviese en orden—. Radiante.

<< Es porque estás aquí >> Pensó Harry, pero tan solo sonrió con timidez, sonrojado, antes de cerrar sus ojos cuando Louis se aproximó, besando sus labios con profundidad.

El beso se tornó húmedo, levemente ruidoso ante los suaves chasquidos de sus labios. Harry se apartó un poco, abriendo sus ojos en cuando Louis comenzó a desabotonar su camisa blanca, quitándosela con fluidez. No llevaba sus típicos tirantes negros, hacía frío, por lo cual traía unos largos pantalones color marfil, y sus zapatos negros.

Una vez más, el mundano cerró sus ojos en cuanto sintió la cálida lengua del Diablo lamer la piel de su cuello, de forma lenta, y exquisita. Sus manos, que volvieron a los hombros del más alto, se aferraron a la camisa negra en cuanto se estremeció, sintiendo los labios del arcángel curvarse sobre su piel. Le enorgullecía que, a pesar de la timidez, su niño favorito era, poco a poco, más demostrativo. Podía tocarlo sin preguntar, ni tampoco esperar que le diga.

Las manos de Louis acariciaron la suave, pálida piel de la cintura ajena, sin detener los lentos besos que proporcionaba debajo de la oreja de su niño favorito, quien se aferró aún más al ser que amaba.

Lo amaba. En verdad, lo hacía, y era un sentimiento inexplicable...aún más inentendible de expresar que las palabras que, a veces, Louis solía susurrarle para brindarle calma.

Lo más probable era que se tratase del anhelo de sostenerse entre sí, pero, en tan solo unos minutos, las prendas de ropa estaban en el suelo, y Harry estaba siendo presionado contra el colchón de su cama, con el cuerpo de Louis sobre sí, besándolo de manera fogosa, sin piedad alguna, provocando que unos suaves, apenas audibles gemidos escapasen de su boca, contra los labios del arcángel.

Éste no lo estaba tocando, tan solo mantenía sus brazos a los lados de Harry, quien no dejaba de retorcerse debajo del cálido cuerpo que lo presionaba contra su edredón. El rey del inframundo abandonó los gruesos, rojizos labios del rizado, comenzando a besar su mentón, bajando hacia su cuello, y clavículas, hasta llegar a su torso. Succionó con cuidado su pezón derecho, notando como Harry arqueó su espalda, llevando sus manos hacia los bíceps de Louis, necesitando sostenerse de algo...de él.

El Diablo continuó con el recorrido de besos, entreteniéndose un rato en el vientre de su niño favorito, sin deshacerse de su ropa interior, pero bajando un poco más para dejar suaves besos por encima de la prenda, exhalando cálido aire al oír la brusca inhalación de Harry, lo cual provocó que el calor en aquel cuarto se intensificase.

Llegó al interior de los muslos y, una vez más, exhaló calidez contra la piel, sintiendo al joven removerse un poco, ansiando aún más. Lamió la suave piel, y rozó sus labios contra ésta antes de, con cuidado, bajar la ropa interior del rizado por sus muslos, hasta dejarlo desnudo debajo de sí.

—Lou... —Harry mordió su labio inferior. No quería decir nada con exactitud, tan solo anhelaba más. Siempre querría más de Louis, incluso si su mente pensaba que, sea lo que sea que éste hiciese, se conformaría.

—¿Qué es lo que deseas? —El arcángel subió por el cuerpo del mundano, rozando su nariz con la contraria cuando sus rostros estuvieron frente al otro—. Dime lo que deseas... —Una de sus manos, repletas de anillos de oro, que quemaban, pero se desvanecía al instante, como lo haría la cera de una vela al caer sobre la yema de un dedo, rodearon el cuello de Harry, presionando tan solo un poco, y proporcionando caricias con sus dedos en las marcas que dejó con sus propios labios—...y te lo daré.

Le daba vergüenza. No podía hacerlo, porque sentía que era demasiado. ¿En verdad merecía lo que cruzó por su mente? Harry relamió sus labios, exhalando con brusquedad cuando Louis lamió su mentón con lentitud, bajando su pelvis, y provocando una exquisita fricción entre sus miembros.

—Dilo...como si tuvieses el poder —Continuó el Diablo, con su voz rasposa, volviendo a alzar el rostro, para observar fijamente los preciosos ojos color esmeralda—. O fíngelo...hasta que sepas que, en verdad, lo tienes.

Aquellas palabras provocaron una inmensa sensación de poder en el pecho del rizado, quien suspiró con profundidad, e intentó no dudar.

—Lo quiero...todo —Murmuró, notando los ojos del Diablo volverse del color de la sangre.

Su pecho se infló con orgullo, soltando, poco a poco, el cuello de Harry, quien tomó la mano de Louis antes de que la apartase por completo.

—He tenido una imagen en mi mente desde hace días... —Dijo Louis, enderezándose, tan solo sosteniéndose en la cama con sus rodillas, que estaban a los lados del cuerpo de su niño favorito. Su miembro a la vista ante su desnudez, siendo sostenido por una de sus manos. Harry apreció los bellos, inentendibles tatuajes que recorrían los brazos del Diablo, como cicatrices, dignas de apreciar como cualquier pieza de arte—. ¿Lo quieres todo? —Se acercó un poco más, rozando su glande contra el labio inferior del rizado, quien bajó la mirada, cerrando sus ojos y, por instinto, entreabriendo un poco sus labios—. Quiero follar tu boca.

—Sí...

Harry exhaló con calma, abriendo aún más su boca cuando el arcángel adentró su prominencia en la cavidad bucal ajena, exhalando de manera temblorosa al sentir la humedad de la lengua del mundano nublar sus sentidos ante el placer. Sabía que era inexperto, por lo cual tuvo sumo cuidado en el lento vaivén que comenzó.

Admiró como el ceño de Harry se frunció, y su boca se adaptó a la forma de su longitud. Su piel besada por el mismísimo sol se estremeció cuando oyó suaves, agudos, y ahogados sonidos provenir de la garganta del joven, quien, de vez en cuando, arqueaba su espalda, y cerraba sus piernas, intentando, de alguna forma, estimularse a sí mismo.

—Eso es...mírame a los ojos —Ante aquel ronco susurro, Harry los abrió, obediente, parpadeando con lentitud, y subiendo la mirada hacia los ojos ajenos, quienes lo observaban como si quisiesen devorarlo por completo.

Poco a poco, Louis profundizó sus lentas embestidas, analizando las expresiones de su niño favorito, quien, poco a poco, bajaba su mano por su torso, tocándose a sí mismo. Aquello le hizo sonreír de manera coqueta.

Le gustaba.

Y, por todo su reinado, que lo que estaba viendo frente a sí no se asemejaba en nada en lo que imaginó. Era como ver más allá de un fascinante sueño.

Harry respiró con la boca cuando el Diablo apartó su miembro, admirando los rojizos labios, sin poder evitar inclinarse para devorarlos. Los lamió, mordió con suavidad, y los dejó aún más mojados. Sintió como las delicadas manos del joven lo atraían aún más a su cuerpo, hasta que sus torsos desnudos estaban, una vez más, unidos.

Mierda... —Louis lo tomó de la cintura, ejerciendo una suave presión mientras se acomodaba entre las piernas de Harry—...eres tan caliente.

—¿Lo soy? —Jadeó el joven, permitiendo que el rey del inframundo lo acomodase mejor, ahogando un gemido cuando sintió el pene de Louis contra su entrada—. ¿Soy...bueno para ti?

—Lo eres.

Louis creía que, fuera o dentro del ámbito sexual, Harry era el mejor. Siempre lo haría.

Ambos se observaron fijo a los ojos, y todo porque Harry ya se acostumbró a que el Diablo se lo dijese. De aquella forma, no habría ningún tipo de dolor.

Sintió una oleada de calor, y placer viajar por todo su cuerpo cuando el miembro de Louis se adentró en su interior. Una vez más, arqueó su espalda, doblando los pequeños dedos de sus pies, invadido por las exquisita, e inexplicable sensación que fluía por sus venas, viajando con lentitud por todo su cuerpo.

—U—uhm... —El joven mordió su labio inferior con fuerza, intentando no ser ruidoso. Su familia estaba arriba, y debían ser muy cuidadosos, aunque Louis disfrutaba el ver a su niño favorito callarse.

Si fuese por él, lo haría gemir tan alto que hasta Des, quien chillaba como un cobarde en el infierno, lo oiría.

El vaivén comenzó lento, delirante, mientras se besaban con pasión, y exploraban con sus manos cada parte del cuerpo del otro. Harry acaricio con la yema de sus dedos los fuertes brazos del Diablo, quien pasaba su mano de arriba abajo por los suaves, y tiernos muslos de su chico. Sus bocas no se apartaron en ningún momento, sus lenguas continuaron proporcionándose lentas caricias, y sus corazones, misteriosamente sincronizados, latían a la par.

Harry no paró de gemir de forma entrecortada sobre los labios de su amante, subiendo sus pies, hasta pegar sus talones en la espalda baja de éste, con sus piernas rodeando las caderas ajenas. A pesar de que el vaivén era lento, poco a poco, se volvió más acelerado, y duro.

—M-Más... —Pidió entre jadeos bajos, suspirando con profundidad cuando el glande de Louis rozó una, y otra vez su punto dulce. Se encontró delirando del placer—. Mhm.

El arcángel aumentó el vaivén, obedeciendo las órdenes, como jamás lo hizo con ningún ser del universo, sosteniendo un poco más fuerte los muslos del mundano, y separándolos para poder adentrarse con más facilidad. Llevó sus labios detrás de la oreja de su niño favorito, y succionó, sintiéndolo retorcerse mientras, de reojo, notaba como éste llevaba una de sus manos a su propia boca, intentando callarse.

—Has sido tan bueno, Harry...mi Harry —Lamió donde besaba, y se adentró con más fuerza en el interior del mencionado—. Mi niño favorito...

Minutos después, cuando Harry se encontraba cerca del clímax, tan cerca, que hasta estuvo a punto de advertirlo, abrió sus ojos con confusión, sin siquiera tener tiempo de preguntar qué fue lo que hizo mal, antes de ser tomado por la cintura, y volteado, hasta quedar sobre el cuerpo del Diablo—. ¿L—Lou?

—...Eso es —Susurró el Diablo cuando el mundano estuvo sentado sobre su miembro, apoyando sus manos sobre el pecho de quien lo sostenía. Las manos de este último se aferraron mejor a la cintura de Harry, quien exhaló cálido aire desde sus rojizos labios. Louis admiró sus sonrojados pómulos, su cuerpo sudoroso, y cabello despeinado. Un tesoro, eso era—. Sé un buen chico, y muévete sobre mí.

No mentiría. Dudó, pero no porque no le gustase la idea, sino porque temía hacerlo mal.

—Si no estás cómodo, haremos lo que te plazca —Murmuró Louis antes de besarlo, como si hubiese leído su mente.

Le robó un suspiro, llevando una de las manos que se aferraban a los hombros del rey del inframundo hacia su cabello, tirando sus húmedos, cortos rizos hacia atrás. Sin detener el lento vaivén del profundo, lento beso, comenzó a mover sus caderas en círculos, sintiendo las yemas de los largos dedos del Diablo presionando en su piel, y oyéndolo casi gruñir contra su boca.

Se apartaron un poco, viéndose fijamente, pero Harry no evitó cerrar sus ojos cuando, sosteniéndose de los hombros ajenos, subió y bajó su trasero de manera lenta, penetrándose a sí mismo. Era la primera vez que lo hacía, y sintió que, al principio, fue un poco torpe, pero las manos repletas de anillos de oro, las cuales lo sostenían de la cintura, lo guiaban con paciencia. El placer era algo agobiante, pero, por todos los infiernos; fue como si hubiese aumentado de una manera inexplicable.

Sus cuerpos estaban cálidos, y cubiertos por una leve capa de sudor. Harry aumentó sus movimientos, rodeando con sus brazos el cuello del Diablo, quien se encontraba sentado, ayudando a su niño favorito a impulsarse, a la par que apretaba sus nalgas, y devoraba sus labios.

—V-voy... —Dejó sus labios entreabiertos, cerrando sus ojos con fuerza mientras sintió a Louis besarle el cuello con delicadeza, ayudándolo a bajar sobre su propio miembro con más rapidez.

Tres veces más bastaron para que el clímax lo invadiese, fluyendo por todo su cuerpo, doblando los dedos de sus pies, y amortiguando su agudo jadeo contra el hombro del arcángel, quien, segundos después, mientras Harry se retorció sobre sí, acabó en el interior de éste.

Ambos se encontraban algo agitados, intentando recuperarse del orgasmo, sin dejar de acariciarse. Louis respiró profundo antes de rodear con un brazo la cintura del mundano, cayendo recostado en la cama, con Harry sobre él, descansando en su pecho, y con su cálida mejilla sobre uno de los hombros de Louis.

Se mantuvieron de aquella forma por largos minutos, en la oscuridad del cuarto, brindándose suaves caricias en aquel abrazo, y con sus miradas en un punto fijo. El Diablo mimó a su niño favorito, acariciándole los rizos con una inocente curiosidad, pero, incluso en aquella dulce, protectora acción, Harry notó una sensación extraña cuando acarició con delicadeza la tensa mandíbula de Louis.

—Quiero matar a... —Se detuvo. ¿Por qué lo hizo? Por lo usual, no lo hubiese hecho. Tragó saliva con fuerza, aferrando mejor contra su cuerpo al mundano—. Quiero matar a cualquier ser inferior que ponga siquiera una mano sobre ti —Expresó, con su mente divagando recuerdos dañinos, y las lágrimas silenciosas fluyendo por las suaves mejillas de Harry, cuando el progenitor de éste intentó dañarlo.

Harry permaneció en silencio, porque, ¿qué se supone que debería decir?

Su padre...Des Cobain. Un adulto con una terrible infancia, quien, cada vez que tuvo la oportunidad, huyó de su padre, golpeador, sin poder correr a los brazos de su madre, la cual no estaba presente. Aprendió cosas que no debió, influencias en la crianza, y mantuvo un círculo de personas, quienes le decían que aquello estaba bien. Que, incluso, era algo normal, y debería de tomarlo como ejemplo de un verdadero hombre.

Llenaron su cabeza, tanto con el maltrato, como con la religión cuando su hermano mayor enfermó, y aquellos pensamientos, quienes jamás apartó de su mente, lo inculcó en sus dos hijos.

A pesar de los golpes, cicatrices que Harry recibió cuando no obedeció, ataques de locura, autoridad en Gemma porque "eres mujer, y Dios te creó para obedecer a tu superior", siempre se preocupó por ellos. Cuando Anne, en medio de un regaño, le dijo a Harry que jamás le faltó nada, tuvo razón. Siempre preguntó si comió, si necesitaba un aventón para ir a sus clases, y hasta le permitía oír a sus dos artistas favoritos en el tocadiscos, cuando Dominique no estaba siendo reproducida una, y otra vez. Sin embargo, ¿aquella era una excusa?

¿Por qué le pesaban más los detalles que los verdaderos problemas? La realidad.

Se sentía una mala persona.

No dejaba de excusar todo comportamiento erróneo de su progenitor. Todas las veces que insistió, diciéndoles a su hermana mayor y a él que era educación y respeto golpearlos si Des no creía que algo estaba bien. ¿Qué había de los hematomas en el bello rostro de Anne? Los celos de sus propios hijos cuando halagaban a su esposa, o pasaban mucho tiempo con ella. ¿Por qué Harry debía de vivir con eventos traumáticos? Como cuando intentó quemarlo con el cigarrillo, tironeó de sus rizos hasta el primer piso, y todo eso luego de darle una golpiza a su madre.

¿Qué hubiese ocurrido si no hubiese acudido a Louis? Si Des no hubiese tenido un infarto...

Sin embargo, algo primordial en la mente de Harry: ¿por qué Des arruinó la única oportunidad de hacer las paces con su hijo? Le hizo confiar en sus disculpas, en que cambiaría, y luego cubrió su boca, puso un crucifijo en su mente, y...

—¿Qué es lo que anda rondando por tu mente? —Louis interrumpió sus pensamientos, y no pudo evitar ocultar su rostro en el cuello de éste, como si estuviese intentando protegerse de su propia mente.

Harry fue criado de la misma manera en la que su padre lo fue, y ni siquiera podría matar a un simple mosquito. Jamás podría provocar un daño intencional en alguien. ¿Acaso a Des le gustaba? ¿Lo hacía sentir poderoso?

Los pensamientos eran inmensos, tanto que ni siquiera podía ordenarlos de manera apropiada, pero aún no estaba listo para tomar una decisión. No podía. Incluso si todos lucían mucho más felices -a excepción suya, quien sabía toda la mentira-, era algo, en verdad, muy injusto.

Todo era una farsa.

No pudo evitar soltar un seco sollozo sobre la cálida piel del cuello ajeno—. No quiero que me alejen de ti —Murmuró, repentinamente temblando del susto.

Louis sintió como una especie de gruñido subió por su pecho, pero lo tragó, intentando que las cosas en el cuarto de Harry no comiencen a caerse por su ira. Aferró, aún más, contra sí, a su niño favorito, y rozó sus labios con los despeinados rizos de éste—. Nadie te alejará de mí... —Murmuró, intentando brindar calma, afortunado de que el cuarto estuviese a oscuras, y sus ojos, los cuales estaban completamente negros, no fuesen visibles—. Nadie se atreverá.


Aquel día, algo muy extraño sucedió.

Apenas faltaba una hora para poder salir del instituto, y mientras esperaba la próxima clase junto a Fionn, dentro de la cafetería del establecimiento...

...pensó en irse.

No muy lejos. Solo...no quería seguir allí.

Ambos se encontraban cansados, tanto de admirar el cielo cubierto de nubes, como de llevar el uniforme de aquel sitio. Ninguno habló, tan solo, de vez en cuando, se observaban de reojo, como si no supiesen qué hacer con exactitud.

—Estoy más aburrido que la personalidad de Liam —Dijo Fionn, llevando sus manos a su propio rostro y suspirando de forma ruidosa.

Harry quiso reír ante la broma de su amigo, pero sólo pudo sonreír, luciendo agotado, algo ansioso mientras no dejaba de observar a su alrededor. Los pocos alumnos que se encontraban comiendo en mesas apartadas a la de ellos lucían igual, aunque un poco más entretenidos.

—¿Qué harás en navidad? —Preguntó Harry, apoyando uno de sus brazos sobre la mesa, y su mentón en la palma de su mano.

Fionn apartó las manos de su rostro, observándolo con una expresión malhumorada—. Correr hacia la iglesia y pedirle al sacerdote William que me conceda el derecho de formar una familia con su hija —Dijo, sonando serio.

El ceño del rizado se frunció—. ¿Te enamoras muy rápido?

—¿Te enamoras muy lento? —Contraatacó su mejor amigo, inclinándose un poco sobre la mesa.

<< Por supuesto que no >>

—¿Por qué intentas comenzar una pelea? —Preguntó Harry con calma, parpadeando con lentitud mientras intentaba no sonreír al notar como el joven frente a sí, una vez más, suspiraba dea manera ruidosa.

—Porque estoy aburrido, y lleno de ira —Un alumno que pasaba a un lado de los dos amigos se detuvo al oír aquello, sonriéndole al chico de ojos azules, quien lucía como si fuese a cometer un homicidio—. ¿Y tú de qué te ríes, Langdon?

—De tu cara.

Fue instantáneo: Fionn se levantó de su asiento, a la par que el otro chico comenzó a correr como si su vida dependiese de ello, riendo a carcajadas al ser perseguido fuera de la cafetería.

Harry, quien los persiguió con la mirada, observó con disimulo a su alrededor y, con tranquilidad, se levantó de su asiento y caminó hasta estar fuera de la cafetería.

Durante el largo, resbaloso y muy bien cuidado pasillo, saludó con un asentimiento a uno de sus profesores, y continuó como si nada hacía la salida del instituto.

La brisa invernal estremeció su piel, incluso por encima del abrigado uniforme, pero aquello no lo detuvo. En tan sólo unos minutos, los cuales permaneció admirando el caótico cielo, y los sitios de su pueblo, que conocía más que la palma de su mano, terminó por sentarse en un banco del parque central, donde Fionn y él, previo al Halloween, repartieron aquellos folletos "anti-sectas".

El malestar en su estómago no tardó presentarse, al igual que el mismísimo Diablo, quien se encontraba sentado a su lado. Tal vez se debió al cansado, pero no pudo evitar apoyar su cabeza en uno de los hombros de Louis, quien mantenía su vista al frente, como si estuviese analizando el lugar.

Por lo general, en las mañanas, Holmes Chapel lucía desierto, y aún más en invierno. La mayoría de la población tenía hijos, pequeños, a quienes proteger de posibles gripes.

—Estás rebelde —Comentó el arcángel, alzando ambas cejas. Harry bajó la mirada a sus propias manos, negando con lentitud mientras sentía sus mejillas arder—. Si, eres sexy.

—Lou...

—Muy coqueto.

El rizado no pudo evitar echarse a reír, alzando el rostro hacia el Diablo al finalizar, quien lo observó fijo a los ojos, antes de inclinar su rostro, dejando un casto, pero suave beso en los labios ajenos. Por puro instinto, Harry observó a su alrededor, paranoico, incluso si no había nadie allí.

Se sentía libre.

—¿Puedo preguntarte algo? —Harry susurró.

—Adelante.

—¿Por qué a ti no te afecta tocar objetos benditos pero a mí sí? Cuando mi padre rezó  y pegó el crucifijo en mi frente... —Bajó la mirada, negando con lentitud—...juro haber sentido que mi cuerpo se estaba incendiando por dentro —Los brazos de Louis se tensaron ante el recuerdo de su niño favorito temblando del dolor contra su cuerpo—. Pero tú tuviste la suficiente fuerza para arrojarlo lejos de mí.

El ceño del arcángel se frunció al oír la última oración—. No me diste tiempo en hacerlo pedazos, si es eso a lo que te refieres.

Ahora era Harry quien se encontraba confundido. Por supuesto que no se refería a tal cosa, sino a cuando Des voló por los aires. Si no fue Louis...entonces, ¿quién?

El Diablo relamió sus labios  antes de hablar:—. Las personas creen que pueden matarme con tan solo un "padre nuestro" mientras arrojan agua bendita. No es necesario mencionar que están equivocados, ¿verdad? —El joven negó—. Pueden lastimarte a ti, porque eres humano, y no está en tu naturaleza ser malvado, ni tampoco provienes del infierno. Es como cuando apenas te quitaste esa mierdecilla del cuello: fui visible, pasé días contigo, y comenzaste a morir con rapidez. No estabas acostumbrado a la pura maldad, pero ahora eso cambió.

—¿Ahora tengo maldad?

—Sí, pero no es tuya. Sigues puro —Finalizó de explicar Louis.

Harry suspiró, cerrando sus ojos, y apoyando su mejilla en el pecho del Diablo. Ambos permanecieron de aquella forma, en silencio, disfrutando de un momento el cual, muy probablemente, no volverían a obtener.

—¿Lou?

—Mh.

—... ¿Cuanto tiempo planeas quedarte así, conmigo? —La curiosidad lo carcomía por dentro. Hacía ya un tiempo que el Diablo permanecía junto a él, como si fuese su sombra.

Louis bajó la mirada cuando Harry se apartó un poco, gracias a la repentina inseguridad por lo que estaba planeando decir.

—Uno largo —Respondió el arcángel.

—¿Largo? Uhm —Harry arrugó su nariz, sin poder evitar sonreír un poco—. ¿Diez años? ¿Veinte?

—Más.

—¿Cincuenta?

—No. Más.

El mundano no pudo evitar reír de manera adorable, aún más sonrojado—. ¿Miles? —Bromeó.

—...Más.

Harry estaba tan enamorado, y se volvió algo imposible de remediar. Cubrió su rostro, avergonzado, sintiendo el brazo de Louis rodear sus diminutos hombros hasta volver a tenerlo cerca, para poder robarle un suave, lento beso.

<< Dilo, dilo, dilo. Te arrepentirás si no lo haces >>

Se apartó de los labios del Diablo, observando a cualquier parte que no fuesen sus ojos—. ¿Deberíamos de...? —No terminó de formular aquella pregunta, porque su voz tembló.

—¿Qué?

Harry parecía estar pasando por una interna crisis nerviosa, tartamudeando, y removiéndose en su lugar mientras la brisa invernal despeinaba su cabello.

—B-Bueno...si vamos a...uhm...a estar juntos por mucho tiempo, tú y yo...es decir... —Respiró con profundidad antes de tragar saliva con fuerza—...Deberíamos de...no lo sé —Se encogió de hombros, con la mirada en sus zapatos—. Ser novios —Finalizó en un susurro que apenas se oyó.

El silencio reinó en el exterior por unos largos segundos, tan solo siendo audible el viento soplar las hojas de los enormes árboles del parque, y el pasar de los vehículos, a lo lejos.

—... ¿Novios?

—...S-Sí —Afirmó el joven, dudoso—. Sería bonito. Sería como...seríamos pareja.

Louis tan solo parpadeó con lentitud, viéndolo, admirando el bello rostro de su niño favorito, el cual permanecía con un semblante serio, aún mirando al suelo, con sus ojos moviéndose de un lado a otro. De seguro estaba pensando en sus obvias inseguridades.

El arcángel llevó su mirada al frente, con su mentón en alto—. Novios —Repitió, sin ningún tipo de emoción en sus palabras.

—No es que... —Harry contuvo el aire en su pecho antes de soltarlo con brusquedad, frustrado consigo mismo al no poder expresarse mejor—...está bien si eso no te hace sentir cómodo, no es como si tuvieses que hacerlo. Fue un comentario. De hecho, estoy cien por ciento de acuerdo en que continuemos de la forma que... —Una vez más, permaneció en blanco. ¿Cómo podría explicarlo? —. Solo lo sugerí, porque sería bonito, pero todo sigue siendo bonito para mí, y esp-...

—¿Por qué no te casas conmigo?

Alzó su mirada de inmediato al oír lo que él creyó. Aquel pitido en su oído izquierdo, con el cual convivió durante largos meses, desapareció, así que oía con claridad, pero, ¿y si Louis quiso referirse a otra cosa? ¿Y si, en verdad, no era aquello lo que oyó? Sus manos temblaban, y su corazón latía de manera desenfrenada mientras el rey del inframundo regresaba su mirada a la ajena.

—... ¿Qué?

Louis apartó el brazo de sus hombros, acomodándose mejor, aún sentado, pero enfrentando cara a cara al mundano. La expresión en sus preciosos ojos celestes, donde uno de ellos demostraba oscuridad con una franja bordó, expresaron más de lo que, con anterioridad, Harry intentó, y aquello lo dejó sin aliento.

—Harry Styles. Hoy, trece de noviembre de 1967... —Con lentitud, se quitó uno de sus anillos de oro, en específico, el del dedo meñique. Lucía como una corona de un rey, puntiaguda, brillante y perfecta para él—...te declaro a ti, en presencia de cualquier humano, ángel, y demonio...el príncipe del inframundo —Continuó con claridad, tendiendo su mano hacia el rizado, quien la tomó con la suya de inmediato.

Ambos bajaron las miradas hacia éstas mientras el Diablo adentraba el anillo en el fino dedo anular de su niño favorito. Al principio, le quedaba un poco suelto, pero, poco a poco, éste pareció ajustarse a su medida. Hubo un leve, apenas notable dolor, como si éste se hubiese clavado en su piel, pero Harry le restó importancia, porque continuaba demasiado sorprendido como para notar algo más que aquella imprevista situación.

—Si el anillo se ajustó a ti, es porque lo aceptas —Sus ojos color verdes viajaron hacia los del arcángel, quien mantenía una cálida, coqueta sonrisa, alzando una de las comisuras de sus finos labios—. Serás mío por siempre, y yo seré tuyo. Nadie se atreverá a tocarte, a menospreciarte ante mi presencia, y ese poder que una vez te hice fingir, incluso si ya lo llevabas contigo...se intensificará. Será de esta manera de hoy en adelante...hasta los siglos de los siglos.

Una vez más, hubo un breve silencio, donde Harry intentaba...bueno, él siquiera podía creer que estaba ocurriendo tal cosa. Fue tomado de las mejillas, sintiendo la calidez en las palmas contrarias, relajándose un poco ante aquello, y sintiendo sus ojos lagrimear un poco. s.

—¿E-En verdad?

Louis asintió, acariciando con sus pulgares la suave piel del rostro de su, ahora, esposo—. En verdad, príncipe...mi príncipe.

Harry no se molestó en ver alrededor. La felicidad era demasiado intensa, lo cual provocó que casi se arrojarse sobre el cuerpo contrario, quien lo apretó contra su cuerpo, y comenzó un lento, profundo beso.

Nadie los notaría, y hasta, tal vez, no le darían la importancia que merecían. Sin embargo, no les importaría, porque ellos sí lo harían.

Y nadie, jamás, en esta, y otras vidas, los separaría.

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