Dancing With The Devil | Larr...

By BooDarkness

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Es 1967 y Harry está harto de ser aquel chiquillo religioso al cual todos molestan. Cansado de un dios fingie... More

DANCING WITH THE DEVIL | FÍSICO 2.0
DANCING WITH THE DEVIL | TRAILER
IMPORTANTE.
Advertencias.
Índice.
ᴘʀᴏ́ʟᴏɢᴏ ɪ/ɪɪ: "ᴇʟ ᴠɪᴏʟɪɴɪsᴛᴀ ᴅᴇʟ ɪɴғɪᴇʀɴᴏ"
ᴘʀᴏ́ʟᴏɢᴏ ɪɪ/ɪɪ: "sᴏᴍʙʀᴀ"
ɪ: "ɪɴᴠᴏᴄᴀᴄɪᴏ́ɴ"
ɪɪ: "ᴅɪᴏs ᴛᴇ ʙᴇɴᴅɪɢᴀ"
ɪɪɪ: "ᴍᴀʟ ᴘᴇʀsᴏɴɪғɪᴄᴀᴅᴏ"
ɪᴠ: "ɴɪɴ̃ᴏ ғᴀᴠᴏʀɪᴛᴏ"
ᴠ: "ᴀᴛᴀϙᴜᴇ ᴀʟ ᴄᴏʀᴀᴢᴏ́ɴ"
ᴠɪ: "ᴄᴀsᴛʀᴀᴛɪ"
ᴠɪɪ: "ʟᴇɴɢᴜᴀ ᴀғɪʟᴀᴅᴀ"
ᴠɪɪɪ: "ᴅᴀɴᴢᴀ ᴄᴏɴ ᴇʟ ᴅɪᴀʙʟᴏ" PARTE I/II.
ᴠɪɪɪ: "ᴅᴀɴᴢᴀ ᴄᴏɴ ᴇʟ ᴅɪᴀʙʟᴏ" PARTE II/II.
x: "ᴀᴍᴀʀ ᴀʟ ᴅɪᴀʙʟᴏ ᴅᴜᴇʟᴇ"
xɪ: "ʜᴀʟʟᴏᴡᴇᴇɴ"
xɪɪ: "ᴄᴏɴғᴇsɪᴏɴᴇs ᴀ ᴍᴇᴅɪᴀɴᴏᴄʜᴇ"
xɪɪɪ: "ғᴜᴇɢᴏ ɪɴᴛᴇʀɪᴏʀ"
xɪᴠ: "ᴇʟ ᴘʀɪ́ɴᴄɪᴘᴇ ᴅᴇʟ ɪɴғʀᴀᴍᴜɴᴅᴏ"
xᴠ: "ᴘᴜʀᴏ ᴘᴇʀᴏ ᴄᴜʟᴘᴀʙʟᴇ"
xᴠɪ: "ʀᴏᴍᴘᴇ-ᴄᴏʀᴀᴢᴏɴᴇꜱ"
xᴠɪɪ: "ʟᴀ ʜᴏʀᴀ ᴅᴇ ᴍɪ ᴍᴜᴇʀᴛᴇ"
xᴠɪɪɪ: "ᴄᴀᴍɪɴᴏ ᴀʟ ᴅᴇꜱᴄᴇɴꜱᴏ"
ᴄᴀᴘÍᴛᴜʟᴏ xɪx: "ʜᴏɢᴀʀ, ᴀɢʀɪᴅᴜʟᴄᴇ ʜᴏɢᴀʀ"
ᴄᴀᴘÍᴛᴜʟᴏ xx: "ʟᴀ ᴘʀᴏᴍᴇꜱᴀ ᴅᴇʟ ᴅɪᴀʙʟᴏ"
2DO ARCO | "CAOS"
ᴄᴀᴘÍᴛᴜʟᴏ xxɪ: "ꜱᴜᴇÑᴏ ʟÚᴄɪᴅᴏ"
ᴄᴀᴘÍᴛᴜʟᴏ xxɪɪ: "ᴀʙᴀɴᴅᴏɴᴏ"
ᴄᴀᴘÍᴛᴜʟᴏ xxɪɪɪ: "Qᴜᴇ ᴄᴏᴍɪᴇɴᴄᴇ ᴇʟ ꜱʜᴏᴡ"
ᴄᴀᴘÍᴛᴜʟᴏ xxɪᴠ: "ᴅᴇꜱᴀʟᴍᴀᴅᴏ"
ᴄᴀᴘÍᴛᴜʟᴏ xxᴠ: "ᴠᴀᴄÍᴏ"
ᴄᴀᴘÍᴛᴜʟᴏ xxᴠɪ: "ᴇʟ ʀᴇʏ ᴅᴇ ʟᴏꜱ ᴄɪᴇʟᴏꜱ"
ᴄᴀᴘÍᴛᴜʟᴏ xxᴠɪɪ: "ᴏᴊᴏ ᴘᴏʀ ᴏᴊᴏ"
ᴄᴀᴘÍᴛᴜʟᴏ xxᴠɪɪɪ: "ᴄᴏɴꜱᴇᴄᴜᴇɴᴄɪᴀꜱ ɪɴꜰᴇʀɴᴀʟᴇꜱ"
ᴄᴀᴘÍᴛᴜʟᴏ xxɪx: "ʟᴀ ɴᴜᴇᴠᴀ ʏ Úʟᴛɪᴍᴀ"
ᴄᴀᴘÍᴛᴜʟᴏ xxx: "ᴇʟ Áɴɢᴇʟ ᴅᴇ ʟᴀ ᴍᴜᴇʀᴛᴇ"
ᴇᴘÍʟᴏɢᴏ ɪ/ɪɪ.
ᴇᴘÍʟᴏɢᴏ ɪɪ/ɪɪ.
Agradecimientos, y un hiatus.

ɪx: "ɪɴᴛᴇʀᴄᴀᴍʙɪᴏ ᴅᴇ ᴀʟᴍᴀs"

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By BooDarkness

Honestamente, Harry creyó que siquiera podría conciliar sueño. Luego de hacer el amor con el Diablo, no se creyó capaz de pegar un ojo, ya que éste lo había hecho sentir el humano más amado de toda la tierra, pero, tal como lo dijo: "hoy". Solo aquel día, y eso sería todo.

Aquello no había salido de su cabeza en ningún momento, creyendo que no habría un mañana para él, pero no le importaba para nada, ya que se encontraba embobado por la exquisita sensación de los cálidos y fuertes brazos de Louis envolviendo su cuerpo. 

Se sentía protegido, pero muy agotado.

Tenía más sueño de lo que alguna vez había tenido, e incluso creía que Louis podría estar provocando aquello. Sin embargo, estaba realmente cansado como para preguntarle, o despedirse apropiadamente del - ahora- amor de su vida, incluso si éste era el que lo haría desaparecer de la faz de la tierra.

O lo enviaría al infierno.

El arcángel pasó las cálidas yemas de sus dedos por el pálido brazo del joven, quien se estremecía con el toque, a la par que veía cada vez más nublado. Para cuando quiso darse cuenta, ya se había dormido.

Y despertó al siguiente día.

El dolor que sentía en sus músculos era inexplicable, la pesadez de su cuerpo lo fastidiaba un poco, y el leve malestar en su pecho empeoraba todo. Las cobijas cubrían su figura, y la de Louis, quien lo abrazaba por detrás. Quitando el malestar que llevaba sobre él de la larga lista de problemas en su mente, estaba verdaderamente feliz. Había tenido su primer beso, había hecho el amor por primera vez, y todo eso con el Diablo.

Con Louis.

Ya nada podría ir mal.

Se removió un poco al sentir que la mano del rey de las tinieblas le acariciaba el abdomen. Claramente estaba despierto... ¿siquiera dormía? Por supuesto que no lo hacía.

¿Siquiera él seguía vivo, o era todo una ilusión?

—Mh —Louis murmuró luego de inhalar profundamente por la nariz, la cual rozaba los rizos de Harry—. Hueles como si te hubiese hecho mío. 

Tiró suavemente del cuerpo del joven, quien se dio la vuelta hasta quedar frente al desnudo cuerpo del arcángel. Su oído izquierdo ya no emanaba aquel irritante sonido, por lo cual podría observar los ojos ajenos las veces que lo desee. Sin embargo, se sentía avergonzado como para reencontrar su mirada con el Diablo, pero no pudo evitar fijarse en sus labios; rojos, finos y muy suaves.

Louis tampoco pudo evitarlo, acercando su rostro al contrario y rozando sus narices por un momento antes de besarlo. Era suave, lento, degustando los gruesos labios de su niño favorito, quien -a pesar de, también, estar disfrutándolo-, parecía estar algo perdido en sus pensamientos. El arcángel se apartó un poco para observarlo en silencio, como si supiese que Harry hablaría.

—Sigo aquí —Murmuró el último nombrado, parpadeando lentamente y, con algo de timidez, rodeando el cuello del Diablo con sus brazos. Éste volvió a acercarse, llevando su rostro a la mandíbula del mundano, y dejando unos suaves pero cortos besos sobre su piel.

—Sí.

—No estoy m-muerto —No evitó tartamudear. Se sentía dudoso, algo asustado por los breves momentos de repentina confusión, respirando profundamente cuando Louis, con sus brazos, envolvió mejor su cintura, apartando su rostro e, inevitablemente, provocando que sus miradas se encontrasen por primera vez en el día. Era algo precioso—. ¿Por qué?

Por unos segundos, Louis pareció estar perdido en el iris de los ojos de Harry, parpadeando tres veces antes de sonreír de lado con una lentitud delirante. Su mano, repleta de anillos de oro, bajó desde la espalda baja del mundano hasta el muslo, acomodando la pierna de éste sobre sus caderas. Se movieron a la par sin siquiera decirlo, y ambos, en tan sólo unos segundos, se encontraban en una posición diferente.

Harry, boca arriba, con ambas piernas rodeando las caderas del Diablo, quien se encontraba sobre el cuerpo de su niño favorito, sosteniéndose con sus codos en la cama, a los lados de la cabeza contraria.

Su rostro bajó lentamente hasta quedar a la medida de la oreja izquierda del rizado, mordiendo suavemente el lóbulo antes de, nuevamente, sonreír—. Porque quiero, y puedo.

En parte, Harry le temía a aquella frase, porque Louis podría desaparecer con aquella excusa, sin ninguna justificación válida.

—Oh —Fue lo único que dijo, asintiendo lentamente, sin poder evitar sonreír con timidez cuando Louis lo observó, una vez sus rostros estuvieron frente al otro, y volvieron a besarse.

—Y voy a disfrutarte un rato más, si gustas.

—Gusto —No pudo evitar reír por su repentino atrevimiento, con un tono rosado en sus pómulos—. Porque quiero, y puedo —Repitió las palabras del Diablo, quien gruñó antes de besarlo con más ganas.

Harry suspiró por la nariz, siguiendo aquel compás mucho mejor que antes: menos nervioso, más relajado, demasiado protegido entre los brazos del que influía en los malos sentimientos, pero le hacía sentir todo lo bueno.

Solo a él.

Sus lenguas se acariciaban entre pequeños sonidos que el joven no podía evitar soltar, ambos presionando sus cuerpos, con el Diablo frotando su miembro contra el de su niño favorito, amando la manera en la que éste se veía tan delicado y excitado bajo su cuerpo.

—Oh, mierda —Se quejó, apartándose, y poniendo su peor cara. Harry lo observó algo perdido, temiendo haber hecho algo mal, pero los golpes en la puerta no le dieron tiempo a preguntar.

—¡Harry! ¿Estás despierto? —La voz de su madre se hizo presente.

Harry observó al arcángel, quien le restó importancia, y volvió a besar los labios del joven, indicándole que se mantuviese callado. El mundano obedeció y continuó el beso, embobado, amando el sentir aquel cosquilleo en su vientre.

El pomo de la puerta giró dos veces, sin éxito. La puerta continuó sin abrirse, y todo gracias al pestillo que Louis corrió con sus poderes en pleno sexo...era raro pensar en ello—. ¡Harry! ¿Estás despierto?

Ambos continuaban besándose. Harry sabía que Louis creía que Anne se marcharía, pero él conocía a su madre, y ésta no se iría hasta recibir una respuesta. Sin embargo, continuó siendo obediente, sin poder negarse a los exquisitos besos que el Diablo le obsequiaba.

—¿Hijo? ¡Harry!

Louis se apartó, luciendo malhumorado—. Contesta —Murmuró en un tono de voz frívolo.

Harry aclaró su garganta antes de responder: —. Ya voy, mamá.

—Abre la puerta, cielo —Pidió Anne, girando nueva e inútilmente el pomo.

—Uhm...mi cabeza duele un poco —Mintió, y el Diablo alzó una comisura de sus labios, encantando—. ¿Puedo dormir veinte minutos? —Louis alzó ambas cejas, como preguntándole si realmente lo decía en serio. Eso no alcanzaría para todo lo que quería hacerle. —. ¿Treinta? —Harry ofreció con duda, en un dulce tono de voz.

El arcángel puso sus ojos en blanco antes de dejar suaves besos en los labios de su niño favorito. Oh, al carajo. Jugaría con el tiempo, no se permitiría desaprovechar el tener al mundano más puro en la tierra, desnudo, y entre sus brazos.

—Cielo, debemos ir a la iglesia —Insistió su madre.

—Lo sé. Solo un poquito, ¿puedo? —Harry casi rogó contra los labios del Diablo, quien empujó sus caderas contra las contrarias, robándole un suave y bajo suspiro.

—...Vale —Accedió Anne. Louis, inmediatamente, comenzó a besar al rizado  de la misma manera en la que lo estaba haciendo—. Solo un poquito. Te traigo el desayuno en media hora, pero iremos a la iglesia, ¿me oyes, Harry? Iremos.

Ignoró la orden de su madre gracias a que se encontraba perdido en las caricias que Louis proporcionó en sus labios, y en como los dedos de éste se dirigían hacia su entrada, acariciándola antes de adentrarse.

Nuevamente, sentía que estaba en el paraíso.

Uno diferente, tétrico, pero del cual no querría irse jamás.

Minutos después de haber tenido una exquisita sesión de besos, y gracias a haber sido penetrado por los dedos del Diablo, llegó al clímax por segunda vez en su vida. A este punto, deseaba sentir aquella deliciosa sensación por el resto de sus días, se había vuelto adicto a ella. Se encontraba sediento por lo que sea que el Diablo le hiciese experimentar.

Harry fue atraído al pecho de Louis, e incluso luego de todos los momentos junto al último nombrado, para él, la situación en la que se encontraba era difícil de creer. Jamás imaginó que invocaría al Diablo, que le vendería su alma, pero, mucho menos que, al hacerlo, se enamoraría tan perdidamente de éste.

El miedo de que Louis no lo ame había desaparecido de su mente, por su bien, o si no, con el paso de los días, perdería la cordura. Permanecería repitiéndose a sí mismo "Que suceda lo que tenga que suceder", e intentaría esperar muy pacientemente...

...y disfrutar el poco tiempo que le quedaba.

El arcángel acarició con suavidad una mejilla del mundano, quien alzó su rostro, permitiendo que ambos se vieran fijamente. El Diablo soltó un profundo suspiro, antes de negar lentamente con la cabeza.

—¿Qué sucede? —Harry no pudo evitar demostrar su preocupación, sonrojado, y ladeando un poco su cabeza.

El silencio se hizo presente por un par de segundos, donde tan sólo sus respiraciones eran audibles, antes que Louis decidiese confesar lo que ocurría: —Tu familia sospecha.

Para Harry, se sintió como si el aire en su cuarto, poco a poco, se estuviese desvaneciendo, y su cabeza -que dolía desde el momento en que despertó-, parecía estar a punto de estallar. El Diablo, quien notó la tensión del cuerpo ajeno, lo atrajo aún más a su pecho, envolviéndolo mejor con sus brazos y dejando suaves, pequeños e inocentes besos en la piel del cuello del rizado.

Tan gentil...todo lo que necesitaba.

—¿Qué?

—Sospechan que tienes algo malo —Murmuró Louis, con sus labios -ahora- rozando la mandíbula del mundano—. No saben exactamente qué, no creen que yo sea del todo real, pero saben que hay algo, y van a sospechar aún más, cuando vean lo terrible que luces.

Bueno...eso no había sido del todo gentil.

La garganta de Harry pareció cerrarse abruptamente, a la par que su cuerpo se paralizaba, y miles de inseguridades rondaban por su cabeza; inseguridades respecto a él, a su físico, a su personalidad, y torpe inocencia que tanto detestaba.

En el instituto Noorgard, siempre le repetían que no era alguien de admirar, o se reían de él por ser el más diminuto de cuerpo entre los demás hombres, teniendo ya dieciocho años.

Intentó que no le importase lo suficiente, pero que Louis le haya dicho que lucía terrible, cual sea la manera en la que intentó expresarse, fue un golpe demasiado bajo.

Su mente siempre interpretaría lo peor. Tal vez no le daba completamente igual los pensamientos ajenos, respecto a su físico u personalidad, pero, el tan sólo imaginar que el Diablo pudiese creer lo mismo, le provocaba náuseas. Temía obtener una imagen de sí mismo que no fuese real, y no podía evitar avergonzarse, tanto, al punto de derramar inesperadas lágrimas.

Louis alzó el mentón de Harry con las yemas de sus dedos en cuanto notó las lágrimas amontonarse en sus preciosos y enormes ojos verdes. No pudo evitar sonreír de lado—. ¿Mi niño favorito está dudando de su belleza? —Se acercó lentamente, y dio un beso sobre la única lágrima que fluyó por su mejilla derecha, saboreando la tristeza del mundano—. ¿Solo por lo que yo dije?

¿Qué debería de responder? ¿Le debería de comentar sus traumas al rey de las tinieblas cuando, supuestamente, éste lo sabía todo?

La sonrisa de Louis se borró lentamente, a la par que su mirada se encontró con la de Harry. Ambos se observaron fijamente, y aunque el Diablo no emitió palabra, el joven supo que le diría algo, lo cual debería de dejarse grabado en su cabeza.

Usualmente -bueno, casi siempre-, Louis no era para nada expresivo. Siempre se mantenía neutro, con la mirada fija en lo que sea que le llamase la atención. Lo único que Harry había podido admirar de él, sin contar sus sarcásticas sonrisas o su silenciosa risa entre exhalaciones, era cuando lo observaba fijamente, frunciendo el ceño, como si hubiese algo que no comprendiese del todo para, luego, suspirar profundamente y tomarlo entre sus brazos.

Aquel pequeño gesto era el que lo hacía creer que Louis...sí, definitivamente era muy inteligente, observador, capaz de cualquier cosa, pero, aún así, demostraba una inocencia no digna de un ser como él, en pequeñas cosas que el mundano no se atrevía a confesar debido a su baja autoestima.

Como, por ejemplo: Louis dejando escapar su aliento cuando lo observaba fijamente, como si fuese el único en el mundo.

Pero, por supuesto, Harry jamás lo diría en voz alta y, en su mente, siempre sería aquel pensamiento que haría a un costado.

—Que sea la última vez que crees que te veo de una manera desagradable —Incluso si sus palabras podrían sonar como si estuviese dándole órdenes, su suave tono de voz era todo lo contrario—. Eres lo más precioso, y puro, que mis ojos han presenciado alguna vez en este desastroso mundo.

Las mejillas de Harry parecían estar a punto de estallar, mientras limpiaba rápidamente sus lágrimas, y observaba hacia otra parte del cuarto con timidez. Por algún motivo, que Louis le haya hablado de aquella manera, le hizo saber que aún se encontraba desnudo contra su cuerpo, con sus piernas entrelazadas con las contrarias.

—Lo siento... —Se disculpó por su inseguridad, incluso si no debía.

Louis le soltó el mentón, sosteniéndolo con calma, como si tuviesen todo el tiempo del mundo. ¿Este precioso hombre...realmente era el mismísimo Diablo?

—Te ves terrible, porque estuve aquí por mucho tiempo. Estuvimos más cerca de lo que generalmente lo estamos, y me metí en tu cabeza. Luces como si hubieses enfermado —Explicó lentamente, como si estuviese buscando las palabras apropiadas, mientras observaba con detalle el rostro del menor: pálido, con leves bolsas oscuras bajo sus ojos, más delgado, y con sus pupilas menos brillantes.

—¿Te metiste en mi cabeza? —Sorprendido, y sin comprender aquella referencia, tan sólo parpadeó lentamente—. ¿Cómo?

La sonrisa ladina del Diablo no evitó hacerlo suspirar, embobado mientras éste se acercó a su oreja izquierda, proporcionando un suave y silencioso beso.

—¿Acaso crees que tu primera vez no sería dolorosa? —No evitó lamerle detrás del oído, lo cual provocó que todo el cuerpo del joven se estremeciese—. Hice que me vieras a los ojos, para meterme en tu mente, y que así no sintieras ningún tipo de dolor.

Oh.

Era algo abrumador. Se sentía como haber sido poseído.

—Oh...oh, vaya —El Diablo se apartó para poder observar los ojos de Harry, quien se encuentra sumergido en sus pensamientos mientras baja la mirada al torso del mayor, el cual está repleto de tatuajes. Se mantuvo acariciándolos con la yema de su dedo índice, su mano cómodamente apoyada sobre el estómago del arcángel. Finalmente, dejó escapar un suspiro. No podía dejar de pensar—. Lou... ¿Qué vamos a hacer? ¿Cómo iré a la iglesia? Apenas la piso comienzo a vomitar, o me asfixio. No quiero volver a sentir eso nunca más.

—No vas a sentirlo —Lo tranquilizó inmediatamente, provocando que sus ojos se cerrasen—. Voy a irme.

Sus ojos se abrieron abruptamente, automáticamente llevando sus manos a los bíceps de Louis, sosteniéndose de éstos y negando rápidamente.

—¿Qué? No. No, no. Quédate.

—Niño, créeme: amaría ver la cara de todos al saber que soy real, pero no es tan fácil.

<< No desde que, finalmente, estás conmigo, y cualquiera podría dañarte. >>

Harry estaba a punto de comenzar a llorar—. No quiero que te vayas, la última vez fue horrible —Su voz tembló a la par que sus ojos comenzaban a llenarse de lágrimas. Louis lo observó fijamente, sin expresión alguna, queriendo que continúe comentándole cómo le fue el tiempo que no estuvo allí. Necesitaba saberlo. El joven tragó saliva con fuerza, bajando la mirada e intentando que el nudo en su garganta disminuyese—. Quiero decir: me alivió el no sentir el malestar, o el pitido en mi oído, pero el vacío que sentía en mi pecho...fue insoportable.

Pareció no notar como los músculos del Diablo se tensaron, o cómo pareció haberse paralizado en su sitio. Incluso parecía estar perdido en sus pensamientos, como si supiese o tramase algo. Harry se sobresaltó un poco cuando sintió frío abruptamente: Louis había dejado de abrazarlo, levantándose de la cama y vistiéndose con fluidez. El mundano, quien tan sólo lo observaba, se sentó en la cama lentamente, cerrando sus ojos por unos segundos cuando un inesperado mareo lo dejó algo atontado para, finalmente, volver a abrirlos y observar al Diablo.

—¿Vas a irte? —Preguntó, tapando su cuerpo desnudo con las cobijas. Se encontraba temblando, sin saber si era debido al miedo de lo que podría llegar a pasar, o por el vacío que -muy probablemente- sentiría. 

—Sí.

Su tono de voz es suave, pero frío mientras abotonaba su camisa negra hasta arriba, de espaldas al joven, acomodando el cuello de ésta.

—¿Dije algo malo? —Fue lo primero que pensó Harry, hablando en voz alta mientras su ceño se fruncía, algo confundido. ¿Qué podría haber dicho mal? Tal vez, no debió comentarle cómo se sentía al Diablo—. Me pasé, ¿verdad? Lo siento. No quería faltarte el respeto.

En cuanto Louis volteó nuevamente, notando la expresión perdida en los enormes ojos de su niño favorito, con su desnudo cuerpo tapado por las cobijas de su cama, con sus rizos despeinados, no pudo evitar caminar hacia éste, inclinándose frente a la cama para besarlo.

degustó los labios mundanos de manera lenta, profunda, metiendo su lengua y sosteniendo su rostro con necesidad. Harry, sin siquiera pensarlo, se aferró al cuello del arcángel, necesitando más. Louis, simplemente, no podía evitar consentir a su niño favorito.

Permanecieron besándose por un largo tiempo, perdidos en los labios del otro, en el sabor de sus bocas y las caricias que se daban. Finalmente, el Diablo se apartó con una mordida en el labio inferior del joven, quien abrió sus ojos lentamente, luciendo embobado, acalorado y con sus labios levemente hinchados.

—Vuelvo en un día —Murmuró, sonando mas gentil a la par que daba un lento asentimiento.

No pudo evitar quejarse un poco, mirando hacia otro lado mientras alejaba los brazos del cuello de Louis—. Está bien —Murmuró, también en un tono gentil, y suave.

Louis dejó un último, casto beso en los labios ajenos antes de apartarse, caminando hacia un rincón del cuarto y permaneciendo allí por unos segundos. Ambos se observaban fijamente, y no fue hasta que Harry asintió, confirmando que se encontraba bien, que Louis habló: —Volveré más pronto de lo que crees.

Apenas parpadeó, notó la ausencia del arcángel en la habitación, e incluso, luego de aquello, la primer inhalación se sintió extraña, al igual que el vacío al cual, claramente, debía de acostumbrarse.

Solo que éste se sentía diferente...más fuerte.

La delicada mano de Harry dio unos rápidos, bajos golpes en la puerta del cuarto de su hermana mayor, luciendo apresurado mientras observaba a su alrededor con nerviosismo, temiendo cruzarse con su madre, o padre, aunque éste, probablemente, lo ignoraría.

Finalmente, la puerta se abrió, revelando a su linda hermana, Gemma—. Harry, ¿Qué...? Oh, Dios santo. ¡Luces terrible!

—¡Shh!

Rápidamente, se adentró a la habitación sin siquiera pedir permiso. Era bonita, rosada, olía bien y había maquillaje sobre la cama. ¡Perfecto! Estuvo a punto de caminar hacia éste, pero su hermana tiró de su brazo luego de cerrar la puerta de su cuarto, poniéndose frente a él, y tomándolo de las mejillas con cuidado.

—Hazzie. ¿Qué sucede? Estás... —Su voz tembló un poco, negando con su cabeza—...no estabas así hace unos días atrás. No te veías así hace semanas, estás peor.

—Lo sé, lo sé —Intentó calmarla, llevando sus propias manos hacia las de su hermana, pero su temperatura corporal era demasiado fría, y aquello la horrorizó aún más—. Es que no dormí. Con todo el asunto de Brad, mi apetito se cerró, y estoy intentando usar ropa holgada para no preocupar a mamá — << Que buen mentiroso. Si me gustase mentir para no preocupar a las personas, me halagaría a mí mismo >>—. También he usado maquillaje.

Gemma, ya más tranquila, no pudo evitar reír por lo bajo, observando a su hermano menor con el ceño levemente fruncido—. ¿Es que acaso eres mujer u homosexual? No puedes usar maquillaje.

No culpaba a su hermana, en verdad. A pesar de nunca haber seguido la opinión de su familia respecto a los hombres que gustaban de otros, u hombres que usaban maquillaje y ropa "femenina", Gemma si lo había hecho. 

Muchos niños pensaban igual que ella, y todo por sus padres. Harry se ponía de ejemplo a sí mismo: su madre le había enseñado que, al despertar, era esencial darse una ducha, pero muchas personas no lo hacían, o lo hacían en otros horarios. Intentaba respetar el cómo cada uno decidía criar a sus hijos, pero, honestamente, también esperaba que lo que Fionn había dicho respecto a que las costumbres, en un futuro cercano, cambiasen, sea verdad.

Que los hombres decidiesen maquillarse, y no sean homosexuales por ello, o que la homosexualidad no sea un pecado para su familia. Que no hayan prendas asignadas a un género, y que la gente juzgue menos en lo que uno lleva, o en cómo es.

—Lo sé, Gemms —Sonrió con falsedad, fingiendo estar de acuerdo. Gemma se dirigió hacia su cama, sentándose, y sin dejar de observar a su hermano menor—. Pero, si no lo hago, mamá enloquecerá.

—Mamá ya ha enloquecido. Siéntate, y te lo explico todo —Murmuró mientras buscaba entre su maquillaje algo que sirviese para el más joven de los Styles.

Harry se sentó en la cama, observando como ésta tomaba algo parecido a un labial, color marfil, comenzando a pasarlo por su rostro mientras lo sostenía desde el mentón para que estuviese quieto. 

—¿Por qué dices que mamá ha enloquecido?

—... ¿Prometes no decir nada? —Los nervios se instalaron en el estómago del joven a la par que asentía. Mientras, su hermana pasaba su dedo índice por todo su rostro—. Ayer fuimos a la charla familiar. Se supone que hablaríamos de temas de la iglesia, y los tíos darían una charla sobre Brad —Comenzó a explicar. Harry cerró sus ojos cuando Gemma pasó su dedo índice por sus párpados—. No fue así. Mamá y papá comentaron lo raro que has estado, el cómo los médicos dicen que no tienes nada, pero te ves mal, y actúas diferente. Ellos dicen que tienes algo malo.

Harry abrió sus ojos nuevamente cuando su hermana se apartó, sin poder evitar demostrar algo de miedo en sus facciones.

—¿Algo...malo?

—Si. Que tienes algo malo, y que deben quitártelo.

Por algún motivo, el enojo comenzó a brotar por su cuerpo, a tal punto que sintió una leve capa de sudor cubrir su piel. Miles de imágenes sobre alguien —cualquier persona— apartando a Louis de su lado lo invadieron, provocando que negase con enfado—. Eso es...una idiotez —Casi escupió.

Su hermana le dio una seria mirada, finalizando por ponerle un bálsamo en los labios antes de ponerse de pie. Pronto, se oyeron golpes en la puerta—. Niños, a desayunar, y rápido.

Harry estuvo a punto de ponerse de pie, pero fue bruscamente empujado -nuevamente- a la cama, tomado por sorpresa, alzando la mirada con confusión hacia Gemma. Ésta lo apuntó con su dedo índice, viéndolo fijamente a los ojos—. Mejor que sepas en lo que te estás metiendo.

El joven parpadeó lentamente, realmente sorprendido—... ¿Qué?

—Mi hermano hubiese comenzado a llorar, preguntándome si realmente tenía algo malo.

Harry iba a permanecer callado, porque eso es lo que siempre solía hacer, ¿verdad? Aquel era su trabajo.

—Entonces no puedo cambiar, porque eso me haría malo... —Su ceño se frunció un poco, sin dejar de observar a la mujer frente a sí—. ¿Eso es lo que intentas decirme?

—¿Tan abruptamente? Si tu personalidad cambiase, estaría bien, pero, ¿esto? —Lo apuntó de arriba abajo, con rechazo ante el estado en el cual se encontraba—. No digo que no hagas lo que quieras, digo que sepas en lo que sea que te estés metiendo, porque yo...no te tengo miedo.

Harry supo que mentía, debido al temblor en su voz en cuanto finalizó aquella oración. Aquello le dolía.

—Gemma...

—Y no pienso apoyarte, Harry. Sea lo que sea, mientras esté mal, no te apoyo —Finalmente, comenzó a juntar el maquillaje, y Harry aprovechó en salir de la habitación rápidamente, antes de que no pudiese evitar echarse a llorar.

El desayuno había sido incómodo, ya que Gemma no le quitaba la mirada de encima, mientras tomaban té y comían pan con mermelada de fresa. Su madre hablaba, lucía radiante, feliz de que Harry no tuviese la cara de un monstruo -Aunque no sabía que en realidad la tenía, y que la ocultaba bajo una gran capa de maquillaje-, y no estuviese lo suficientemente poseído por el Diablo -cuando, en realidad, había sido poseído por el Diablo de todas las maneras que alguien podría imaginar-  como para no asistir a la iglesia. Su hijo estaba sano, sin embargo, debía esperar a que llegasen y no comenzase a vomitar como un demente con problemas estomacales.

Finalmente, fueron a la iglesia en el vehículo. Al principio, su padre se negaba a llevarlo, y lo supo porque lo oyó decírselo a Anne por lo bajo antes de salir por la puerta principal. ¿Le ponía triste? Por supuesto, pero era algo aceptable...o eso intentaba creer. Anne lo convenció con un susurro al oído, y marcharon silencio hacia "la casa del señor". Sin música, sin Dominique a todo volumen. Tan solo un incómodo silencio, y Harry sabía que él era el causante de aquello.

La misa transcurrió tranquila. Los tíos y primos de Harry estaban allí, y observaban de reojo al joven quien, con vergüenza, hacía cosas que, en realidad, no debería de hacer. Dios probablemente querría matarlo. ¡Podría hacerlo!

Finalmente, cuando la misa llegó a su fin, todos comenzaron a encaminarse hacia la salida, pero Anne arrastró del brazo a Harry para hablar con el padre William, lo cual lo llevó a pensar en que aquello era una razón más para nombrar a aquel día: "Me dedico a mentir, y lo hago estupendo."

—Harry Styles —Nombró al joven, aquel hombre mayor, con ojos enormes y acusadores. No, tal vez solo está muy paranoico—. Un placer volverlo a tener aquí. ¿Cuáles fueron los motivos de su ausencia?

La boca de Harry se abrió para contestar, pero su madre decidió hacerlo por él:—Harry no se sentía muy bien estos días. Mucha angustia en su interior —Bueno, no mentía del todo. Había angustia, y un ligero vacío en su pecho. << Louis, vuelve >> —Creo que no le vendría mal confesarse. ¿Qué opinas, Harry?

No, no, no, no. ¡No!

—No lo sé, yo... —Rio por lo bajo, intentando buscar alguna manera de esquivar aquella pequeña conversación con el anciano, que no involucrase salir corriendo o fingir un desmayo.

—Tengo tiempo. Harry, acompáñame, por favor—El padre William habló con rapidez, asintiendo con la cabeza hacia el confesionario. 

Ambos se adentraron luego de que Anne siguiese a su familia hacia la salida. Ya no quedaba nadie dentro, solo un silencio ensordecedor, y el eco de la voz del sacerdote cuando éste comenzó a hablar:

—Primero, vamos a rezar.

El hombre mayor comenzó a hacerlo en voz alta, y Harry fingió seguirlo. No puede, simplemente no está bien. Al finalizar, nuevamente, el incómodo silencio se hizo presente, por lo cual el rizado fue el que decidió romperlo, intentando no lucir sospechoso. 

—... ¿Padre? ¿Qué hago si no tengo nada...nada que decir? —Tartamudeó un poco, a la par que acomodaba nerviosamente los tirantes negros que colgaban en sus hombros.

—¿No tienes nada que confesar?

—No —Respondió con rapidez.

—Tu madre dijo que te encontrabas angustiado —Harry se encoge de hombros—. ¿Estás seguro que no tienes algo que confesar?

—Si, lo estoy, pero todos tenemos secretos —Esta vez, respondió con honestidad, intentando demostrar que no hacía falta revelarlo todo. Era lo cierto: cualquier persona tenía secretos, y también tenían el derecho de no decirlos.

—Está bien, Harry. Puedes contármelos. ¿Hiciste algo malo? Algo, mh... ¿no digno de tu religión? —El sacerdote usó un tono amable, pero algo falso, y no porque el anciano no fuese una buena persona, sino porque quería robarle información que no era de su incumbencia. 

—No.

—¿Seguro?

<< No >>

—Si.

—Bien —Harry notó de reojo como el padre Wiliam se acomodó mejor en su lugar. Un suspiro brotó de sus labios—. ¿Algo de lo que te arrepientas?

<< Nacer >>

No, no. Había más.

<< Maté a mi primo, maté a dos personas que no sabían lo que hacían, provoqué un infarto a mi padre, y ahora me odia. Mi hermana ya no confía en mí, mi familia habla a mis espaldas, y me tienen miedo. El maquillaje es para mujeres, la homosexualidad está mal. Estoy donde no debería de estar. Me enamoré de un hombre que no pertenece a este mundo y, probablemente, me esté haciendo estas falsas ideas donde todo es recíproco y terminará bien >>

<< No estoy viviendo la vida que deseo vivir >>

—No.

—Harry...para confesarte, debes ser honesto.

Se puso tan nervioso que no pudo evitar el involuntario temblor en sus frías manos. Necesitaba protección, necesitaba no sentir el malestar mundano. Necesitaba el malestar que Louis le brindaba, pero que le hacía olvidar con sus caricias.

Con su mirada, sonrisa, comentarios y exquisitos besos.

—Lo estoy haciendo —Intentó sonar honesto, pero no lo logró.

—Sé lo que tienes. Lo vi —Ante aquel comentario de parte del anciano, no pudo evitar que sus ojos comenzasen a llenarse de lágrimas. ¿Cómo puede estar intentando disimularlo? —Lo veo en ti, te veo...y lo veo a él.

—No tengo nada, señor —Su voz se alzó un poco, preso del pánico. Muy probablemente, tendría un ataque.

—No te atrevas a mentir en la casa del señor —Comenzó a sollozar silenciosamente en cuanto la voz del sacerdote también se alzó—. Confiesa.

—Yo no...-

—Confiesa ahora.

Estaba a punto de comenzar a llorar con todas sus fuerza, y realmente confesaría. La presión que sentía era tan intensa que no podía parar de temblar, ni reducir los acelerador latidos de su corazón.

Sin embargo, algo inesperado sucedió.

Un fuerte, frío viento, se hizo presente dentro de la iglesia, y todas las velas que se encontraban encendidas frente a estampillas de cada santo, se apagaron abruptamente. Todo estaba oscuro, pero las ventanas en el techo, a pesar de que era un día nublado, iluminaban un poco el camino. La temperatura del sitio sagrado bajando lentamente fue notable para ambos, y los vellos de la nuca de Harry se erizaron, mientras intentaba ver desde la puerta de madera, frente a sí, lo que estaba sucediendo. 

—¿Qué estás haciendo?

Abruptamente, su muñeca comenzó a arder, al igual que sus manos, pero ignoró aquello, porque no era tan importante como lo que estaba presenciando en aquel instante. Muy probablemente, se debía a la adrenalina.

Harry acercó su rostro a la puerta, sobresaltándose en cuanto notó aquella reconocible figura alta, cubierta por una capa negra en el banco donde, anteriormente, él se sentaba durante la misa. Su espalda chocó contra la parte trasera del confesionario, cubriendo su boca cuando, instantáneamente, comenzó a hiperventilar.

—¿Qué? ¿Qué sucede?

—Q-quédese aquí, y no salga hasta que yo se lo diga.

—¿Qué? No. No es posible. Esta iglesia está bendecida —El Padre William negó rápidamente, también pegándose contra un rincón del confesionario, aterrado.

Por supuesto que no lo estaba. 

—P—por favor, quédese aquí.

Harry abrió la puerta con lentitud, oyendo como ésta rechinaba mientras se ponía de pie. Salió, temblando como una hoja al viento, sin quitar sus enormes ojos verdes de la figura alta y terrorífica que permanecía tan quieta al punto en el que se asemejaba a una estatua más de aquel templo. No dejó de acercarse, y fue allí cuando Muerte se levantó de su asiento, provocando que sus pasos se detuviesen. Su corazón latía demasiado rápido, su cabeza le dolía, y aunque estaba muerto de miedo, se sentía con la suficiente valentía para hablarle.

—¿V-viniste por mí? —Muerte negó lentamente antes de levantar su largo brazo, apuntando con un fino y pálido dedo índice hacia el confesionario. Incluso aquel leve movimiento provocó que su temperatura corporal bajase aún más—. ¿Por qué? —No respondió. Harry negó rápidamente—. No vas a llevártelo —Su voz ni siquiera tembló, incluso sabiendo que estaba enfrentando a un ser mucho más poderoso que un simple mundano como él.

Muerte continuó en silencio por unos segundos, sobresaltando al rizado cuando, nuevamente, apuntó hacia el confesionario, de manera más brusca e impaciente por tomar lo que le pertenecía.

—Van a creer que lo asesiné, y todo empeorará. ¿Quieres...que Louis se moleste? —Finalmente, aquella entidad permaneció quieta por unos segundos, e inesperadamente caminó hacia el confesionario. Harry se adelantó, poniéndose frente a ésta para detenerla—. ¡No! No vas a llevártelo —Dijo, con firmeza, creyendo que no tardaría en arrepentirse—. N-no te lo permito. No lo harás.

Es en aquel momento cuando las manos de Muerte subieron, apartando la capa que cubría su rostro con lentitud, revelando a un hombre calvo, pálido, similar a un esqueleto, quien lo observaba fijamente. Lo más intrigante y bizarro de aquello fue el que Harry notase que ambos...

...tenían los mismos ojos.

Cuando los suyos se cruzaron con los farsantes, la adrenalina no tardó en viajar por su cuerpo. Imágenes fugaces se hicieron presentes en su cabeza: momentos felices, momentos de dolor. Son pocos, pero son importantes. Sintió como si le tomasen el corazón con el puño y lo estuviesen apretando con fuerza. No podía respirar, ya que sentía que si lo hacía, su cabeza volaría en mil pedazos.

Parpadeó a la par que las velas se encendían por sí solas. No había nada frente a él, tan sólo una especie de humo negro que inhaló una vez logró hacerlo. Su cuerpo tembló, se tambaleó y cayó al suelo. No se desmayó, pero se encontraba algo aturdido.

No era el mismo de antes.

El sacerdote salió rápidamente del confesionario, importándole poco las órdenes del joven y acercándose a éste hasta estar de rodillas a su lado.

—¿Harry? —Al notarlo tan perdido en su propia mente, respirando con dificultad, lo sacudió, desesperado y aterrorizado. Aún no creía que lo que había visto era real—. ¡Harry! Iré por tus padres. Si, eso haré —El anciano estuvo a punto de ponerse de pie, pero Harry tiró de manera rápida y brusca su brazo, importándole poco si le generó algún daño—. ¿H-Harry?

El joven se sentó lentamente, con la ayuda del Padre William, quien continuaba en estado de shock.

Sus manos estaban algo dormidas, el malestar continuaba más presente que nunca y sentía...

...apenas podía sentir algo.

—Estoy... —Su voz tembló, y sus ojos estaban llenos de lágrimas, pero por más fuerza que hiciese, no podía llorar. Alzó la mirada, observando fijamente al anciano—...Estoy bien. E-estoy bien.

—Déjame llamar a tus padres —Rogó el sacerdote.

—Por favor, no diga nada —Nuevamente, se observaron fijamente, y Harry no pudo evitar fruncir un poco su ceño, sin estar muy seguro de cómo reaccionar. ¿Qué había ocurrido con exactitud?—. Me debe una, me la debe. Lo sabe —Por supuesto que no estaba a favor de la manipulación, pero, en estos casos, debía de aplicarla.

El padre William negó con lentitud, manteniendo el horror en sus facciones—. No puedo decirle a la gente que algo que no es de Dios entró aquí. Esto...Esto jamás sucedió, ¿de acuerdo?

Harry asintió con lentitud, de acuerdo, mientras llevó una de sus temblorosas manos a su pecho. Los latidos de su corazón eran lentos, sentía que algo faltaba, pero lo primordial era que, físicamente, se encontraba peor. Ni siquiera podía ponerse de pie por su cuenta.

—Necesito... —Sollozó secamente, pero no sintió ningún tipo de alivio. ¿Qué estaba pasando? —...a-alguien que me levante. ¿P-puede?

—Si. Si, claro —El anciano, rápidamente, se puso de pie, inclinándose y tomando a Harry desde debajo de los brazos, por detrás. No le fue difícil levantarlo, ya que éste era muy ligero, y aún más con lo mucho que había adelgazado—. ¿Puedes caminar?

—Puedo.

Harry comenzó a caminar a paso lento, con la mirada fija y vacía hacia el frente, oyendo un "cuídate" de la persona a la cual le salvó la vida.

Ya no había donde ocultarse, no había salvación y...

...demonios, Louis estaría tan enfadado cuando lo viese.

¡VOLVÍ!

Disculpen la hiper tardanza, me pasó de todo y, para colmo, mientras re-escribía esto, me encontraba/encuentro resfriada. ¡Pero estoy bien!

¿Ustedes cómo están?

Espero que estén felices de volver a leer, voy a intentar actualizar lo más pronto posible.

Por cierto, quería enseñarles algo:

Hice una pequeña sesión de fotos basada en Dancing With The Devil, y quería mostrárselas.


Fue muy divertido hacerlas, aunque me morí de frío. Tuve que cambiarme de ropa en medio de la calle, y la cobija se me volaba del viento que había. 😳

¡Espero se encuentren bien y saludables! Les amo mucho. 👹

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