El Arma de Oro © (libro 1)

By nataliadjc

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En el futuro, el mundo sufrió una invasión de criaturas mágicas que se pensaban que eran producto de la imagi... More

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Calliope Editorial

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By nataliadjc

Me encanta la naturaleza y me agrada saber que puedo conocer la historia de mi mundo a través de ella, pero lo que en realidad me motiva es que aprendo sobre lo que existe fuera del domo.

Así es, estoy en clases, y hoy es mi último día después de un año.

Por obligación, los niños de nueve a diez años deben aprender sobre nuestra historia, desde los comienzos del mundo humano hasta la manera en la que llegamos a este punto.

En diversas partes del domo hay distintos grupos de niños para aprender sobre los mismos temas con ayuda de una maestra, quien se ofrece voluntaria para enseñar. Es por eso que mis hermanas, Rose y Dionne, se encuentran lejos en otras clases.

Mis compañeros y yo estamos sentados sobre el suelo, formando un círculo alrededor de nuestra maestra, quien se ubica justo en el centro. Los árboles que nos rodean se alzan sobre nuestras cabezas, altos y firmes... sus ramas desnudas debido al invierno, me recuerdan cuán grande es la naturaleza y qué tan diminutas podemos ser las personas. Si cierro los ojos, puedo imaginarme cabalgando sobre mi caballo llamado Ray.

Le dedico un vistazo rápido a Danielle, la maestra, una chica de veinte años y la hermana de mi mejor amigo David, o como lo llamo yo: Dave, quien se encuentra sentado a mi lado mirando atentamente a su hermana con sus redondos y tiernos ojos cafés. Me río al verlo, él adora las historias y una de sus favoritas es la nuestra, ya que está llena de magia, tragedias y sucesos inesperados.

Danielle habla con entusiasmo mientras nos cuenta sobre el pasado. A diferencia de David, ella odia lo que ocurrió, detesta la guerra y la invasión, extrañando lo que era la humanidad y el mundo antes de ello.

—Ya que es el último día repasemos nuestra historia, ¿de acuerdo? —suelta ella, mirándonos atentamente.

—¡Sí! —decimos todos en unísono.

Me agrada saber la manera en la que las criaturas fantásticas invadieron nuestro mundo, porque son los seres que viven fuera del domo.

Danielle sonríe—Como ya sabrán, es un poco larga. En el año 2040 hubo una guerra que abarcó el planeta entero. Criaturas mitológicas que pensábamos que eran inexistentes, o el simple producto de la imaginación humana, se revelaron y nos invadieron. Humanos y criaturas pelearon entre ellos despiadadamente. Numerosas vidas humanas se perdieron y todos los países fueron destruidos. Un día, un pequeño grupo de humanos, liderados por un hombre llamado Nathan, se reunieron en un lugar recóndito —hace una pausa llena de suspenso—. La Cueva del Sur.

En la reunión, Nathan propuso que se creara un trato entre humanos y criaturas, ya que si seguían luchando existía una gran probabilidad de que la raza humana se extinguiera completamente. Así que todos llegaron a los siguientes tratos—comienza a enlistar con los dedos de su mano al nombrar cada uno—. Primero, los últimos sobrevivientes humanos se aislarían bajo un gran domo de cinco kilómetros cuadrados en un punto de cada continente, unos conocidos como América, Europa, África, Asia y Oceanía... nosotros nos ubicamos en Europa, específicamente en el país que nuestros ancestros llamaban Grecia. Segundo, ningún humano una vez adentro debe abandonar el domo deliberadamente... si salimos, las criaturas tienen el derecho de matarnos. El tercer y último acuerdo fue sobre organizarnos, un ejemplo de esto es que tenemos la zona granjera, textil y panadera bajo el domo, y que poseemos árboles internos para brindarnos más oxígeno de lo que entra a través de los pequeños agujeros de la cúpula.

>A pesar de todo eso, hoy en día nos hace falta materia prima para poder seguir viviendo, por lo que cada cierto tiempo del mes convocamos una recolecta para salir del domo en busca de materiales básicos y, además, por ser más débiles que los seres fantásticos, se acordó que se nos asignaría nuestro propio guardián mágico a la edad de veintiún años.

>La relación entre un protegido y su guardián es el único momento en el que no existe el odio entre ambos bandos y no se excede más allá de una sincera amistad o simplemente un deber. Si no tuviésemos un guardián y saliéramos del domo, moriríamos inmediatamente por todos los peligros que existen en el exterior, y estos no solo implican a las criaturas mágicas, sino también a los animales depredadores que aún viven afuera.

>Retomando el tema principal... Al día siguiente de la reunión entre Nathan, los humanos y las criaturas, la mayoría de nuestras armas humanas fueron destruidas con los poderes de magos y brujos, tales como pistolas, escopetas, espadas, entre otras. Esto hizo referencia a la pausa de la guerra.

>También, como consecuencia de la destrucción de armas, las criaturas que no poseen magia propia y que solo se limitan a usar fuerza bruta, como centauros, minotauros y sátiros, una vez que son nombrados guardianes, les asignamos un arma creada y forjada por nuestros herreros, que consiste en un pico curvo y puntiagudo con un mango de madera—ella se detiene un largo momento y suspira—. Y aquí estamos, en el año 2085, atrapados aún bajo el domo... Somos tan pocos que todos nos conocemos o al menos tenemos noción de nuestros nombres, y ya no necesitamos identificarnos por nuestros apellidos como antes. No existen los países que antes conocíamos. Algunos humanos dicen que regresamos a la antigüedad por la manera en la que vestimos, porque ya no contamos con tecnología ni con medios de comunicación y tampoco existe la electricidad. Nuestra forma de economía es el trueque; por ejemplo, las personas que trabajan en la sastrería intercambian un vestido por trozos de comida de la panadería.

>Lo que aún conservamos de nuestro pasado es el calendario y la hora, y gracias a los artesanos del pueblo podemos tener relojes, velas y muebles para nuestros hogares, ya que como saben, los guardianes que poseen magia tienen prohibido usarla para beneficiarnos con objetos.

>No existen los idiomas de hace una vez para comunicarnos, solo el español y el inglés, aunque los humanos que vivimos bajo este domo manejamos el antiguo idioma griego para poder comprender algunos de los libros que reposan en la biblioteca de la plaza. Son los libros que quedaron de nuestros ancestros, historias de todo tipo. Además, en ese lugar tenemos expuesta la lista o pergamino de Nathan. En ella, él escribió con su puño y letra todo sobre las criaturas que existen fuera del domo, o los que al menos pensamos que existen... Cada maestra debe transcribir lo que está escrito en el pergamino para ustedes, así que... aquí la tengo.

Naturalmente, sé cuál es esa lista, la he visto exhibida sobre una mesa en el centro de la gran biblioteca del pueblo.

Danielle extrae un papel de uno de los bolsillos de su vestido, un atuendo que cosió y cortó mi madre en la sastrería. Ella desdobla el objeto tomándose su tiempo y luego se lo extiende a un niño de piel oscura.

—Kyle, léelo y cuando termines se lo tiendes a la persona a tu derecha —dice Danielle—. Así lo hará cada uno hasta que el último lo haya leído.

Obedecemos.

Rápidamente, llega el turno de David, y cuando termina de leerlo, me lo entrega. Yo lo tomo con rapidez, porque me entusiasma mucho aprender sobre ellos. Sé que es distinto verlos conviviendo con nosotros a que estén libres afuera. Bajo el domo, los guardianes habitan en sus pequeñas moradas, ubicadas en los jardines de los hogares en donde viven los humanos que deben proteger, y se limitan a cumplir las reglas de los tratados.

Contemplo la letra irregular de Danielle sobre el papel, copiando lo que escribió Nathan en el original.

Mi lista mágica para los humanos

La mayoría de las criaturas mágicas que invadieron nuestro mundo, buscando eliminarnos, tienen naturaleza hostil.

Centauros: su físico es caracterizado por el cuerpo de un caballo, acompañado por el torso, cabeza y brazos de un humano. Viven en armonía con la naturaleza. Son buenos guerreros, defensores fuertes y bastante sociables. Suelen vivir aproximadamente trescientos años.

Cíclopes: poseen casi ocho metros de altura, son fuertes, tercos, toscos y de naturaleza agresiva. Tienen un solo ojo situado en el centro de su frente con la capacidad de desintegrar. Su vida tiene una duración aproximada de ciento veinte años y, además, son difíciles de asesinar.

Dríades: son protectoras de los árboles y almas solitarias de una gran belleza. Su piel y cabello cambian de color de acuerdo al cambio de estación. Cada dríade pertenece a un árbol, puede entrar y salir de él cada vez que quiere, y si el árbol es atacado, ella también sufrirá ese daño. Son inteligentes y hablan cualquier lengua. No son agresivas, pero pueden hechizar para defenderse. Son inmortales y jóvenes a menos de que ella o su árbol sea asesinado.

Elfos: su físico parece frágil, pero no lo son. Caracterizados por orejas puntiagudas, poseen movimientos ágiles y son silenciosos, así que pueden atacar por sorpresa a otra criatura o ser humano. Poseen conocimiento sobre los bosques. Les gusta el baile, la poesía y la música. Se cree que provienen de la misma estirpe de las dríades. Son jóvenes eternamente e inmortales.

Licántropos: son humanos que pueden transformarse en lobo de forma parcial o total. Existen tres tipos:

* Licántropos completos: Aquellos que nacen con licantropía. Suelen convertirse totalmente en un lobo. Estos tienen pleno control sobre su transformación. Son inmortales y jóvenes eternamente.

* Licántropos infectados: humanos que fueron heridos por un licántropo completo. Su transformación es incontrolable y suele suceder en noches de luna llena. Son inmortales, pero envejecen.

* Licántropos artificiales: aquellos que controlan su licantropía con objetos mágicos creados por un mago o brujo. Su duración de vida es como la de un humano y también envejecen como uno.

Minotauros: son seres mitad toro y mitad humano. En su físico, las características de un toro son reflejadas en su cabeza y color, pero su cuerpo posee la contextura de un humano. Sus sentidos son agudos, pero no son sagaces. Les gusta la carne humana, aunque pueden alimentarse de animales. Suelen vivir alrededor de cien años.

Ninfas: provienen de la naturaleza. Normalmente, habitan en lagos y lugares paradisíacos. Son traviesas, ingeniosas e inteligentes. Criaturas atractivas que poseen un gran encanto. Portadoras de una voz armoniosa y un lenguaje musical. Los animales se acercan para ser acariciados por ellas. No son agresivas, suelen huir cuando hay peligro, pero sí son traviesas. Si un humano ve a una ninfa desnuda, puede ocasionarle ceguera y hasta la muerte. Provienen de la misma estirpe de los elfos. Ellas detestan la fealdad y normalmente se sienten atraídas por los sátiros. Son jóvenes e inmortales.

Ogros: criaturas enormes, de aspecto desagradable y de mal olor. Su piel suele estar adornada por verrugas. Son agresivos, les agrada capturar humanos y robarle a cualquier criatura. Los prisioneros de los ogros terminan siendo sus esclavos o su alimento. Suelen vivir doscientos años.

Sátiros: naturalmente, son despreocupados y crueles. La mitad inferior de su cuerpo puede recordarnos a una cabra de dos patas, mientras que su torso y su rostro son de un hombre, pero poseen cuernos que emergen de su cabeza. Les interesa la música, el baile y el vino. Con frecuencia organizan fiestas tocando el caramillo con el que atraen a las ninfas. Suelen vivir aproximadamente ciento veinte años.

Ents: pueden camuflarse entre los árboles, ya que estas criaturas son iguales a uno. Miden normalmente cinco metros. Sus brazos son ramas. Tienen hojas en su cabeza que cambian de color con el cambio de estación, pero que en invierno no se caen. Pueden mantener ciertos árboles bajo su control. No son agresivos y suelen ser amigables. Son inmortales.

Sílfides: son criaturas similares a los elfos, y poseen alas de libélula. Portadores de una extensa belleza y rasgos delicados. Se caracterizan por su personalidad amigable y dulce. Su magia se relaciona específicamente con el viento. Sus voces son melodiosas y cuentan con la habilidad de ser invisibles cada vez que lo desean. Son jóvenes e inmortales.

Brujos: su apariencia es como la de un humano. No necesitan objetos ni hechizos o conjuros para hacer magia. Si un animal los acompaña, su poder puede incrementar considerablemente. Son inmortales y naturalmente no envejecen.

Magos: se asemejan a un humano físicamente. Se diferencian de los brujos porque su magia se manifiesta mediante varitas, bastones, collares o anillos. Cuando su magia emerge por primera vez mediante el objeto que usa, será el único medio que tendrá para dejar salir su poder. Usan libros de hechizos, y su magia se vuelve aún más fuerte si poseen algún animal. Para transportarse rápidamente, vuelan sobre escobas. Son inmortales, pero pueden envejecer progresivamente.

Vampiros: son muertos vivientes. Poseen un aspecto humano, pero con afilados colmillos y piel pálida; sus ojos reflejan frialdad. Tienen una gran fuerza. Los vampiros pueden transformarse en murciélagos y suelen hipnotizar a sus presas. Son jóvenes e inmortales, pero para mantener dicha inmortalidad deben beber la sangre de seres vivos. Pueden estar acompañados por humanos que se ofrecen a servirles dándole de su sangre, ya que estos, al ser mordidos, alcanzan la euforia y adquieren ciertas cualidades sobrehumanas.

Al terminar, le entrego la lista a una niña que se encuentra a mi lado. Me giro hacia Dave para regalarle una sonrisa.

—Qué interesantes son los seres mágicos —le susurro—. Amo leer sobre ellos.

Dave me dedica una mirada de soslayo—Zeva, solo vas a la biblioteca a leer sobre cómo se vestían en la antigüedad, sobre todas las clases de armas que existían, la tecnología, la invasión y el domo, todo aquello que tiene relación con nuestra realidad. Pero lo cierto es que existen más libros en la biblioteca... sobre poesía, novelas y cuentos, son fantasías y se tratan de personajes que no existen, puedes vivir por un momento algo distinto a tu vida. He leído muchos, pero mi favorito es Las aventuras de Alicia en el país de las maravillas, en el que la chica llega a un mundo nuevo y vive momentos que nunca imaginó. Deberías leerlo —susurra y luego abre los ojos como platos, una expresión que suelta con frecuencia cuando piensa que tiene una idea estupenda—. De hecho, cuando terminemos la lección, me acompañarás a la biblioteca y lo leeremos.

Ruedo los ojos—Por favor, Dave.

—Tenemos que hacerlo —asegura en un murmullo.

—Zeva, David —nos llama Danielle, dedicándonos una mirada firme—. ¿Podrían prestar atención?, hemos terminado de leer —nosotros afirmamos con la cabeza, por lo que ella guarda la lista nuevamente en su bolsillo—. Como pueden ver, esas son todas las clases de criaturas que nos atacaron y pudimos ver. Gracias a ellos ya no existe nada de lo que era nuestro mundo.

Scarlett levanta la mano para intervenir—Pero maestra, al menos tenemos nuestras pequeñas costumbres, algunas fiestas y ceremonias, como las bodas. Aún tratamos de vivir como humanos.

—¡Sí! —concuerdan varios de mis compañeros.

Danielle sonríe—Es cierto, Scarlett. Pero, aun así, lo que solía ser nuestro mundo ahora está rodeado de magia y seres mitológicos más fuertes que nosotros, amenazas que se nos hacen imposible vencer. Nuestros antepasados pensaban que éramos la raza dominante, que nada podía contra nosotros... pero estaban muy equivocados. Incluso en nuestro pequeño territorio, aquí bajo el domo, tenemos rastros de magia. La ceremonia de guardianes es un ritual mágico, por ejemplo; y también, algunos humanos han salido del domo, la mayoría han muerto y algunas mujeres enamoradas de esas criaturas regresan y tienen hijos híbridos que aceptamos bajo nuestro domo a pesar de tener rastros de magia en su sangre, ya que afuera rara vez son bienvenidos y suelen matarlos. También existen rumores de que hay humanos que son convertidos en criaturas mágicas y no regresan nunca más.

David levanta la mano, su hermana le da la palabra—Sabemos que hay muchos chicos en nuestro territorio que son híbridos. Zeva es una de ellos —me señala con entusiasmo.

Yo me encojo de hombros—Sí, lo soy. Aunque no me pregunten quiénes fueron mis padres o a cuál especie pertenecieron, porque no lo sé y no me interesa. Mi verdadera madre es quien me adoptó y me crió, su nombre es Nancy... todos la conocen.

Scarlett ignora mis palabras y cambia de tema—Además, maestra, es complicado que seamos convertidos. Los humanos somos enemigos de los seres fuera del domo, exceptuando a los guardianes. Mi hermano mayor tiene veintidós años y su guardián, un minotauro, le ha dicho que en la actualidad es difícil convertir humanos en criaturas mágicas, a menos que se tenga un objeto en específico.

La maestra observa a Scarlett con curiosidad—¿Qué clase de objeto?

Scarlett niega con la cabeza—Él me responde que es un asunto clasificado cada vez que le pregunto.

Yo frunzo el ceño, atraída hacia aquel asunto misterioso. Noto que Danielle contempla a Scarlett atentamente, sin saber qué decir. Todos nos quedamos en silencio por un momento, intentando descifrar las palabras de mi compañera hasta que Kyle levanta la mano para intervenir, Danielle lo observa y le otorga la palabra.

—¿Qué opina usted sobre la asignación de guardianes? —pregunta Kyle con su típica actitud despreocupada.

Noto que ella se sorprende mientras todos la miramos expectantes.

—Creo que es un evento interesante, ya que es el único momento en el que humanos y seres mitológicos están en un mismo lugar sin matarse y, además, los guardianes son los únicos seres mágicos que no nos harán daño. Ustedes tienen diez años, niños, en cambio, a mí me falta solo un año para que me asignen a mi guardián... y tengo miedo. Ustedes saben que me aterran esas criaturas —hace una pausa observando el suelo, pero luego, habla cambiando de tema completamente—. Aunque existe un asunto que me interesa que sepan. ¿Saben por qué me llaman maestra? —nos contempla como si estuviera esperando una respuesta.

Nos miramos unos a los otros sin saber qué responder, así que Danielle decide hablar por nosotros.

—Sócrates y Aristóteles fueron unos de nuestros antepasados más antiguos. Solían realizar paseos, recorriendo lugares al aire libre con sus seguidores o aprendices. Les hablaban de asuntos de interés, justo como hacemos nosotros. Gracias a ellos y a otros pensadores, se crearon instituciones conocidas como escuelas y universidades, en ellos se les enseñaban a las personas sobre áreas en las que los humanos se especializaban, y los maestros eran las autoridades que les explicaban dichos temas. En nuestro territorio tenemos maestros, y yo soy una de ellos. Les estoy enseñando sobre nosotros y nuestro pasado para ayudarlos a no olvidar su humanidad. Lo que quiero decir es que... no olviden que tienen sangre humana corriendo por sus venas a pesar de las adversidades —Dan hace una pausa observándome con amabilidad—. A pesar de que sean híbridos.

Detallo a David sentado a mi lado, mirando a su hermana con estupefacción. Todos admiramos sus palabras.

—Bien, niños. Continuemos con la lección. Estábamos charlando sobre los seres mágicos de la lista de Nathan. En lo personal, creo que existen más criaturas mágicas de las que conocemos.

Kyle interviene sin levantar la mano, delatando su incredulidad—Esas son las únicas criaturas en la lista de Nathan, y son los seres que hemos visto aquí bajo el domo.

—Es a lo que me refiero, Kyle. Antes, los humanos pensaban que no existían ninguna de esas criaturas, que eran solo mitos, pero ahora los vemos con nuestros ojos día tras día. A lo mejor existen varios que pensamos que no y es muy probable que estén allá afuera, en las profundidades del exterior, donde nunca hemos llegado ni siquiera para conseguir materia prima. Niños, deben entender que el mundo que antes conocíamos resultó ser un lugar del que no sabíamos absolutamente nada y ahora está en nuestra contra —explica, dejándonos pensativos una vez más—. ¿Y recuerdan dónde se encuentra cada puerta que lleva al exterior del domo?

Scarlett vuelve a intervenir—En los cuatro puntos cardinales: norte, sur, este y oeste. Cuando se llega a cada extremo del domo hay una puerta, y a un lado de cada una de ellas hay un interruptor.

—Que solo se abrirán cuando... —dice la maestra para que completemos su frase.

—Solo se abrirán cuando tengamos que conseguir materia prima para poder vivir —decimos en unísono.

Danielle asiente con la cabeza, esbozando una sonrisa—Exactamente.

David interviene—Ahora nos encontramos cerca de la puerta norte. Si atravesáramos este bosque podríamos llegar hasta allá.

Danielle asiente ante su intervención—Y... ¿quiénes son las personas autorizadas para salir a buscar nuestros materiales? —continúa.

Yo levanto la mano—Todos los adultos que ya les fueron asignados sus guardianes. Automáticamente, el escáner leerá las huellas de sus manos. Las personas salen al exterior por cada puerta de acuerdo a la cercanía de sus casas a cada una de ellas. Una vez afuera, mientras los humanos recolectan, los guardianes los protegen.

Danielle aplaude—Muy bien, Zeva. ¿Por qué creen que los guardianes salen a las recolectas con nosotros? —suelta, pero nadie interviene, así que continúa explicando—. Porque todas las criaturas allá afuera son nuestros enemigos. Escúchenme con atención, niños... por lo que más quieran, jamás traten de salir del domo. Hay pocas excepciones que regresan al territorio, pero esas son personas con suerte. Aunque... no sé cómo habrá sido el caso de tu madre cuando te encontró, Zeva.

—Mi madre me ha dicho que me dejaron junto a mi hermana gemela, Rose, fuera de la puerta norte. Nancy nos encontró a tiempo para abrirla y colocarnos dentro del domo, luego nos adoptó, y un año más tarde, también adoptó a nuestra otra hermana, Dionne, luego de que sus padres murieran en una recolecta —cuento sin ningún sentimiento alzándose dentro de mí, mamá no me cuenta más que esto y creo que es lo único que debo saber.

Danielle me observa por un momento y luego habla—Como ven, son casos extraños. Si no quieren morir, ¡no salgan!

Todos nos mantenemos en silencio. Danielle levanta sus ojos cafés y contempla el cielo a través del grueso material del domo, sus rizos oscuros se deslizan por detrás de sus hombros. David y ella se asemejan en rasgos y actitudes. Danielle observa el reloj que abraza su muñeca, hecho por algún herrero del pueblo.

—Es mediodía —murmura para mirarnos a cada uno con atención—. Niños, esta ha sido nuestra última lección, espero que les haya gustado compartir este año conmigo para aprender sobre lo que somos. También espero que puedan presenciar el día en el que ya no estemos estancados bajo este domo. Sean fuertes.

—Sé fuerte, maestra —decimos todos en unísono, el saludo que se brindan los humanos antes de salir a las recolectas.

Todos nos levantamos al mismo tiempo, y luego, cada uno emprende su rumbo, desapareciendo entre los árboles para alcanzar sus hogares. Danielle se alza, consiguiendo que su ligero vestido de mangas largas se bambolee de un lado a otro.

—David, Zeva —nos llama, por lo que nos acercamos a ella—. Van directamente al pueblo, ¿cierto?

Ambos asentimos con la cabeza.

—Bien, porque el viernes pasado preocuparon a mi familia, habían desaparecido en el bosque durante horas —suelta, ocasionando que las mejillas de Dave se ruboricen—. En lugar del bosque, podrían ir a la biblioteca y pasar el tiempo allí.

—Claro, Dan. Le prometí a Zeva que iríamos —susurra Dave con una sonrisa apenada.

Arrugo la nariz—La verdad es que prefiero cabalgar por el bosque —le dedico una mirada de soslayo a Dave mientras que él mueve la cabeza en desaprobación debido a su personalidad asustadiza.

Danielle sonríe—Cierto. Tú eres de esas pocas personas con uno de los últimos caballos.

—Sí —suelto alegre—. Desciende de uno de los caballos sobrevivientes de la invasión. Ya está viejo.

Dave rueda los ojos—Sí, Zeva. Lamento decirte que no estamos aquí para hablar sobre tu caballo, y sabes bien que siempre vamos al bosque porque tú quieres.

Le doy un golpe amistoso en el brazo—También te agrada ir.

Dave se lleva una mano donde lo golpeé, luego esboza una sonrisa—De acuerdo, sí me gusta, pero esta vez me debes la visita a la biblioteca. Te gustarán los libros que te digo, lo sé —me mira suplicante con sus característicos ojos relucientes.

Me cruzo de brazos—Está bien, tú ganas. Danielle, iremos a la biblioteca —murmuro para luego soltar un pequeño gruñido ya que detesto no conseguir lo que quiero.

Dan sonríe con suficiencia—Muy bien, me acercaré allá más tarde. Nos vemos luego —asegura ella.

Ambos asentimos para luego adentrarnos en el bosque y emprender nuestro camino.

Dave y yo andamos uno al lado del otro sin decir nada porque entre nosotros no hacen falta palabras.

Cuando nos encontramos en la intercepción de los dos caminos: uno que lleva a casa y el otro que lleva a la puerta norte, decido tomar este último, ocasionando que David me tome del brazo, haciéndome parar. Me giro para encararlo, encontrándome con su mirada bajo aquellas negras y largas pestañas.

—Zeva, el camino que lleva al pueblo es el izquierdo. ¿Acaso no escuchaste a mi hermana hoy?, no quiero morir. Dejemos de acércanos al borde del domo... por favor —sus ojos irradian preocupación y su mano se tensa alrededor de mi brazo.

—Dave, no vamos a morir —le regalo una sonrisa llena de seguridad.

Él ladea la cabeza y suspira—Le dijimos a mi hermana que regresaríamos al pueblo.

—Y no es mentira, regresaremos luego de ir al extremo del domo.

—¡Deja de ser tan tonta, Zeva! Estar tan cerca del domo es como si estuviéramos al borde de un precipicio gigante.

—No seas tan exagerado, David. Tenemos este gran domo separándonos del exterior.

David suspira, suelta mi brazo y observa el suelo, balanceándose de atrás hacia adelante; un acto que suele hacer mientras intenta ordenar sus pensamientos.

—¿Y qué hay de tus hermanas? —musita.

—Dionne de seguro se encerrará en su habitación y comenzará a dibujar. Y Rose... vamos, Rosalyn es mi compañera de cesto cuando la cigüeña nos dejó en la puerta norte. Ella es nuestra cómplice.

David vuelve a inclinar la cabeza—No, Zeva. Acabas de decir un chiste antiguo muy malo.

Me rio—Vamos, eres mi mejor amigo. Además, somos todos vecinos. Si no te encuentras con Rose hoy como lo acordaron, te aseguro que se encontrarán mañana—coloco mis ojos en blanco.

David respira profundo y observa el cielo como si estuviera lamentándose. Sus ojos brillan por el reflejo de la luz del día, y sus pecas resaltan sobre sus tiernas mejillas.

—Vamos, Dave —tomo sus hombros y lo sacudo un poco—. Es viernes, día de encuentro con Esmeralda, ella es tu amiga y la quieres. Ella también nos quiere. No estamos hablando de acercarnos al extremo del domo para salir al exterior, simplemente se trata de encontrarnos con ella.

Él me observa pensativamente—Si fuera por ti, estoy seguro de que saldrías al exterior.

Le sonrío—Me conoces tan bien.

—De verdad no sé de dónde sacas tanto peligro, Zeva. Y no sé cómo haces para arrastrarme contigo.

Suelto una sonrisa mientras salto con entusiasmo—Eso es un sí, ¿cierto, Dave?

—Con una condición —asegura seriamente—. Hoy es día de recolecta, cuando escuchemos el sonido del cuerno que avisa la reunión, escapamos de la puerta norte y regresamos a casa, ¿de acuerdo?

—¡De acuerdo!

Tomamos nuestras manos y luego escupimos al suelo, sellando nuestro trato con nuestro típico juramento.

Zigzagueamos entre los árboles para llegar a nuestro destino. Me adelanto con David pisándome los talones, como es lo usual, intentando seguir mi ritmo con torpeza.

—Te colocaste tu vestido rojo —suelta David a mis espaldas, interrumpiendo el silencio. Su eco es amortiguado por los árboles—. Te he dicho que me gusta más tu atuendo negro... se ve bonito con tu cabello.

Me giro para encontrarlo frente a mí—Mañana me pondré el negro entonces. Aunque... no entiendo cómo es que estás tan interesado en la moda, eres un chico —le regalo una sonrisa.

—Moda es un término antiguo, Zeva... y tengo cinco hermanas, ¿lo olvidas?

—Pensé que eras el consentido de tus padres—me rio.

—Soy el consentido de mis padres porque soy el único varón —responde con aire superficial.

Suelto una carcajada mientras continuamos caminando. Él es ruidoso como siempre, colocando sus pies fuertemente sobre suelo por temor a caerse o tropezarse.

—Zeva —murmura con un tono inseguro.

—¿Sí?

Él agacha la cabeza—Hace un momento dijiste que soy tu mejor amigo.

—Lo eres, y tú ya has dicho que soy tu mejor amiga.

—Pero puede llegar el día en el que Rose sea mi mejor amiga...

Me giro bruscamente, por lo que él se detiene antes de tropezar conmigo. Entrecierro los ojos y lo observo fijamente por unos segundos.

—¿Qué quieres decir, Dave? ¿Acaso ya no me quieres? —musito.

—¡No! Zeva, la verdad es que quiero quererte más de lo que ya lo hago —suelta con torpeza para luego suspirar—. Yo sé que tenemos solo diez años, pero... cuando seamos adultos y tengamos asignados a nuestros guardianes, podríamos casarnos... ya sabes, en el ágora del pueblo, en una ceremonia como las que siempre organizan. Yo construiría nuestra casa y cuidaríamos a nuestros hijos juntos... les leeríamos Las aventuras de Alicia en el país de las maravillas frente a la chimenea...

Se detiene súbitamente mientras continúa contemplando el suelo con timidez, sus mejillas sonrojadas resaltan sobre la piel pálida de su rostro.

—¿Me estás pidiendo que me case contigo, Dave?

Él alza su mirada—¡No ahora!

—¿No te preocupa lo qué pensarán los demás? Recuerda que soy una híbrida, no soy normal... me veo diferente.

Él sacude la cabeza como si yo estuviese enloqueciendo—¿Qué dices? Zeva, me encanta cómo te ves.

Esbozo una sonrisa—Me casaré contigo, pero cuando tengamos veintiún años. Justo después de haber sido asignados a nuestros guardianes y... tendrás que arrodillarte frente a mí.

Una sonrisa deslumbrante se dibuja sobre su rostro. Sus ojos entusiasmados reflectan como diamantes. Extiende su mano, yo la estrecho y así, ambos escupimos al suelo sellando otro de nuestros tratos.

Luego de un momento, finalmente abandonamos el bosque, encontrándonos en un claro despejado que nos muestra la gruesa pared transparente levantándose ante nosotros a una distancia considerable. Identifico la puerta traslúcida con el interruptor, donde todos los adultos con guardianes asignados colocan sus manos para poder abrir la compuerta... los niños y jóvenes sin guardianes no pueden abrirla, ya que el sistema mágico no posee las huellas de nuestras manos. A través de la cúpula que se encuentra sobre nuestras cabezas, puedo observar el cielo, y del otro lado identifico la nieve que decora los árboles con ramas desnudas, formando el bosque donde los humanos buscan materia prima.

De pronto, justo del otro lado de la pared transparente, identifico una silueta.

—Allá está Esmeralda —suelta David.

Como si estuviéramos mentalmente conectados, empezamos a correr hasta llegar a la frontera. Coloco mis manos sobre la pared fría.

Allí está Esmeralda.

Siempre me ha resultado fascinante su apariencia, ya que una tonalidad verde la envuelve de pies a cabeza, incluyendo su cabello largo y liso, sus ojos redondos, su vestido de seda, sus alas de libélula, y su piel tan parecida a la porcelana, como si fuera una de las estatuas griegas que adornan la plaza o el ágora del pueblo, donde celebramos todas nuestras ceremonias.

Esmeralda es una sílfide, ella nos contó que su raza se originó hace millones de años entre un humano y un elfo. Cuando tenía diez años alcanzó a volar como los adultos de su especie y se volvió inmortal a los veinte. Posee la capacidad de volverse invisible porque su magia se relaciona con el aire. La conocí cuando estaba explorando el bosque y la vi en este mismo lugar mientras observaba qué había detrás del domo... desde aquel viernes, hace un año, nos encontramos. Un día traje a David y ella fue tan amigable con él como lo fue conmigo. Esmeralda nunca ha conocido a Rose, pero le hablado de ella y viceversa.

Esmeralda me dijo una vez que su nombre se debe a las piedras que había en la cueva donde nació. Vive desde mucho antes de la invasión y me ha hablado sobre la magia que existe fuera del domo y de lo cuidadosa que tengo que ser. Me contó también que cada raza de ser mágico vive por separado, la unión entre ellos solo fue en la época de la invasión para acabar con los humanos.

Observo detenidamente la manera en la que Esmeralda hace un movimiento con su mano y una ráfaga de aire atraviesa la pared del domo para que la podamos escuchar. Una magia tan peligrosa que posee una belleza cautivante.

La sílfide nos sonríe—Mis pequeños amigos humanos, qué agradable volverlos a ver —suelta con su típico tono de voz musical.

—¿Cómo has estado, Esmeralda? —pregunto.

—En excelentes condiciones. Esta semana he logrado invocar a un elemental del aire —se ríe con delicadeza.

—¿Cómo es un elemental del aire? —pregunta David con curiosidad.

—Como lo dice su nombre, es un ser formado de aire, y a pesar de que es transparente, se puede distinguir de entre todo lo que nos rodea. Cuando se enoja puede convertirse en un torbellino... y no es del todo inteligente.

—Qué extraño —digo frunciendo el ceño—. No existe nada sobre elementales en la lista de Nathan.

—Los elementales solo pueden ser invocados por seres con magia. Por ejemplo, un vampiro no puede invocar a un elemental, es imposible y ni hablar de que serían unas criaturas mucho más fuertes de lo que ya son.

—¿Invocados? Eso quiere decir que los llaman. ¿Viven en otro lugar? —pregunta David.

Esmeralda se ríe—Mi pequeño amigo, siempre tan inteligente. Les diré un secreto que ningún humano sabe —se inclina con suspenso para alcanzar nuestras alturas—. Ellos provienen de otra dimensión —susurra.

—¿Dimensión? —suelta Dave en un murmullo.

Me rio con entusiasmo—¿Nosotros podríamos ir hasta allá?

—No te adelantes, pequeña híbrida. Si para ustedes su propio mundo es peligroso, imagínense si fueran a otra dimensión. Simplemente no sobrevivirían —asegura en una melodía.

—¿Existen más dimensiones? —pregunto con entusiasmo.

Ella inclina la cabeza—Clasificado.

—¿Por qué todo lo que es interesante es clasificado? —suelto.

—Eres valiente, Zeva. No debes confundir la valentía con el riesgo. Son dos aspectos diferentes. Ser valiente es ser fuerte, en cambio si te arriesgas puedes morir. Todo tiene su límite salvo en el momento indicado.

—No entiendo nada lo que dices, Esmeralda —respondo entrecerrando los ojos.

Ella se ríe con su pecho sacudiéndose al compás de su risa melodiosa—Ya entenderás —dice con seguridad—. ¿Qué han hecho ustedes, pequeños?

—¡Zeva y yo nos casaremos! —asegura David.

Esmeralda se estremece, pero yo sonrío—Será cuando tengamos veintiún años.

—Así es —concuerda David—. Justo después de que nos asignen a nuestros guardianes.

Ella nos mira a ambos con una sonrisa afectuosa—Esperemos que así sea, pequeños.

—Hoy tuvimos nuestra última lección —informo.

—¡Lección! ¿De qué cosas humanas les hablaron? —pregunta con curiosidad.

Levanto una mano—Clasificado.

Ella me mira con diversión—Touché, pequeña híbrida.

—Esmeralda, tengo una duda. Nuestra maestra dijo que cree que existen más criaturas de las que ya conocemos, ¿es cierto? —suelto.

Ella se mantiene en silencio para luego contemplarnos como si estuviese decidiendo qué decir.

—Antes de la invasión, los humanos no conocían lo que existía más allá de su mundo, y ahora no conocen ni una pequeña parte de lo que existe fuera de su territorio.

—¿Quieres decir que sí hay más? —pregunto con un extraño pálpito sumido en euforia.

—Siempre hay más de lo que se conoce o de lo que se sabe, pequeña híbrida.

Sin previo aviso, ella entrecierra los ojos, identificando algo a nuestras espaldas, por lo que se camufla con el aire, volviéndose invisible en el acto.

Dave y yo nos giramos para encontrar a nuestros vecinos vestidos con ropas abrigadas por el invierno. Todos emergen de entre los árboles junto a sus guardianes.

Mi amigo se lleva una mano a la cabeza, soltando un suspiro desesperado.

—¡No puede ser, Zeva! ¡No escuchamos el sonido del cuerno! Es hora de la recolecta, ¡abrirán la puerta! —grita con exasperación y luego me toma del brazo, halándome a su lado.

Ambos corremos para escapar y dirigirnos a casa, pero sin poder evitarlo, me giro sobre mi hombro para contemplar a las personas junto a la puerta. Estrechan sus manos mientras recitan el saludo como si estuviesen a punto de enfrentarse a una nueva guerra. Un hombre coloca su mano sobre el interruptor y por primera vez, percibiendo un ruido sordo, diviso que la puerta se abre. Algo dentro de mí comienza a arder, como si una fuerza extraña me empujara hacia ella.

Si salgo... estaré en el mundo que siempre he querido conocer.

El aire frío del invierno entra en nuestro territorio, puedo sentirlo contra la piel de mi rostro. No sé cómo, pero me suelto del agarre de Dave y comienzo a correr velozmente hacia el gran grupo de humanos y guardianes frente a la abertura del domo.

—¡Zeva! —percibo la voz de Dave que retumba contra mis oídos.

A pesar de que estoy concentrada en mi destino, soy capaz de percibir sus pesados y familiares pasos corriendo para alcanzarme.

Todos los humanos salen como una gran masa de gente junto a sus guardianes. Me adentro entre ellos y el movimiento de todos me hace salir del domo.

Una vez que siento el extraño suelo bajo mis pies, me giro y observo la pared transparente desde el otro lado.

Mi corazón palpita violentamente, suelto una sonrisa triunfante... hasta que escucho un rugido que retumba en los alrededores.

Al girar mi rostro, ubico un guardián centauro luchando contra un ogro.

El centauro maneja ágilmente su arma de gancho, mientras que el ogro golpea un gran martillo de acero contra el suelo para intentar alcanzar al centauro. Verlos luchar es hermoso y fascinante, pareciera haber sido ensayado como el baile dedicado a Nathan que hacemos cada año en el pueblo. Contemplo cómo el centauro clava el gancho en el gran pecho del ogro... este se desploma ruidosamente sobre el suelo, soltando un grito agonizante.

Dejo salir un suspiro al mismo tiempo que percibo el viento del invierno mientras detallo al centauro. De la cintura hacia abajo es igual a un caballo, es marrón oscuro, y su lomo está protegido por una pequeña armadura que crean los humanos para su especie. Su cabello largo y ondulado cae como una cascada enmarcando su rostro. Su torso es musculoso y sus ojos color avellana observan al ogro sobre el suelo con dolor, como si buscara el perdón de la fallecida criatura en silencio.

Por primera vez, me percato de lo difícil que es para ellos matar a uno de los suyos, tanto que soy capaz de sentir su propio dolor en mi corazón.

Sin previo aviso, el centauro alza la mirada y me encuentra. Frunce el ceño, contemplándome con curiosidad.

Me sobresalto cuando siento una sacudida en mi brazo. Me giro bruscamente para encontrar a Dave. Sus ojos se muestran desorientados y los nervios tiñen su semblante de color rosa.

—¡Zeva! ¿En qué demonios estabas pensando?

—Dave, yo...

Soy interrumpida por el galope del centauro que se acerca hacia nosotros. Sin meditarlo, me aferro rápidamente a la muñeca de Dave y corro desesperadamente hacia el interior del bosque llevando a mi amigo a mi lado con el deseo de evitar que aquella criatura nos encuentre solo para regresarnos dentro del domo.

Con los árboles desnudos a mi alrededor, gozo el crujir de la nieve bajo mis pies. Es extraño, ya que lo único que he hecho es verla a través de un material transparente.

—¡Detente! —grita Dave. Él se suelta de mi agarre, por lo que me giro para encontrarlo de pie ante mí, respirando con dificultad. Sus ojos me miran llenos de preocupación mientras su pecho sube y baja siguiendo su alterada respiración—. ¡Detente! —repite, colocando sus manos sobre su cabello despeinado—. ¡Prometiste que no saldríamos! Y ahora estamos aquí al borde de la muerte! Yo solo quería pasar un buen momento contigo en uno de mis lugares favoritos del pueblo. Solo quería ir a la biblioteca... no esto. Si tú quieres morir... ¡adelante! ¡Pero yo no!

Me quedo en silencio ante la amargura de sus palabras. Un aire lleno de tensión se crea a nuestro alrededor y sé bien, que tanto él como yo, únicamente escuchamos el viento golpeando nuestros oídos.

—Dave, no puedo creer que hayas dicho eso.

—¡Yo no puedo creer que hayas roto un trato! —suelta—. Y ahora tengo miedo, Zeva —confiesa, mirándome con sus ojos húmedos—. Me estoy muriendo del miedo. No he regresado porque quiero volver contigo. Espera a cumplir veintiún años y podrás salir, pero por ahora... quédate conmigo. Por favor, te lo pido.

Observo sus ojos oscuros, unos que imploran que lo escuche, pero algo dentro de mí grita que no regrese... y no puedo traicionarme a mí misma.

—Dave, regresa. Yo te alcanzo luego —murmuro.

Él me observa sorprendido y lágrimas comienzan a brotar de sus ojos—Zeva, vas a morir.

Frunzo el ceño—¡Deja de decir eso! ¡Deja de llorar siempre! Si tienes tanto miedo... regresa y yo te alcanzaré.

—¡Bien! —decide decir después de un momento—. No puedo hacer siempre lo que quieres.

Por alguna razón siento que esas palabras me abofetean.

—¡Bien! —le respondo de vuelta.

—¡Bien! —repite él.

Inmediatamente, me giro para emprender mi camino dentro del bosque sin tener algún rumbo. Doy pasos lentos, me giro sobre mi hombro y observo a Dave caminar pesadamente al igual que yo. Doy otros pasos mirando a mi amigo, descubriendo que nos encontramos cada vez más lejos el uno del otro.

Sin previo aviso, una figura sale de entre los árboles y empuja a Dave contra el suelo. Mi corazón sube a mi garganta y como si fuese una estrella fugaz, detallo al hombre... Se parece enormemente a un humano, cabello rubio trigo, relativamente largo y revuelto. Parece tener veinte años igual que Esmeralda. Una capa negra cae sobre sus hombros y cubre su espalda hasta tocar el suelo, protegiéndolo del frío. Él levanta su mano en un puño, dejando al descubierto un anillo redondo, prominente y con una piedra negra en el centro.

Es un mago.

Magia sale del anillo, una corriente oscura que golpea a Dave fuertemente. Mi amigo cae sobre el suelo mientras que la criatura mágica se acerca a él con pasos pesados y se detiene a su lado sin remordimiento. Dave toma con fuerza el tobillo del hombre y escucho que grita.

Grita mi nombre.

¡Zeva!, ¡Zeva!, ¡Zeva!

Resuena una y otra vez dentro de mi mente junto a otras palabras...

Es mi culpa, es mi culpa, es mi culpa.

Trato de gritar su nombre de vuelta, pero no sale ni un sonido de mi garganta.

Decido correr hacia la criatura.

Mientras me acerco a él, alcanzo a escuchar que recita unas palabras extrañas, consiguiendo que un humo brote del anillo para caer y cubrir a Dave.

Veo toda su vida frente a mis ojos.

Cuando aprendió a atarse los zapatos, el momento en el que le enseñé a montar caballo, las veces en las que jugábamos al antiguo juego de las escondidas bajo el domo, una vez que despertamos a un guardián ent.

Contemplo la mano que sujeta el tobillo del hombre con un nudo en mi garganta, aquella pequeña y ágil mano que me tomó de la muñeca tantas veces para correr y reírnos juntos.

Me detengo en seco al observar cómo su mano cae flácidamente a su lado. A continuación, como si estuviera en mi peor pesadilla, veo atentamente el cuerpo de Dave sin vida sobre el suelo.

El mago se aleja de David, girándose a la vez que sus ojos fríos se encuentran con los míos. Siento que mi corazón palpita desbocado mientras que la cólera recorre mis venas, como un fuego cuando invade un bosque indefenso. Corro rápidamente, logrando alcanzar al hombre. Le doy patadas y puñetazos lo más fuerte que puedo.

—¿Qué necesidad tenías de hacer eso? ¡Él era mi mejor amigo! —suelto, y percatándome de algo que no suelo hacer... comienzo a llorar.

Mis brazos se agotan y mi respiración es rápida, el mago solo me observa con una expresión plana, sin inmutarse ante mi comportamiento agresivo.

Una fuerza extraña me toma del cuello y me golpea contra uno de los árboles. Noto que esa magia sale del anillo del mago y me sostiene ágilmente como si fuera la mano de un ogro contra el tronco.

Miro el anillo más de cerca, brilla al ser utilizado por el mago y pareciera que dentro de la piedra posee estrellas.

Alzo la mirada y me encuentro con un par de ojos grises como la ráfaga de poder que sale del accesorio mágico. Me percato de que su cabello revuelto es a causa de los rizos en su cabeza.

Trato de asesinarlo con la mirada, pero él solo me contempla con curiosidad y admiración.

El aire comienza a faltar en mis pulmones.

—Te odio. ¿Por qué me has hecho esto? —palabras que estrujan mi corazón como si la misma magia que sostiene mi garganta estuviera dentro de mí.

El hombre me dedica una mirada extraña, como si estuviera viendo un objeto divertido.

De pronto, una fuerte ráfaga de viento dobla su mano hacia un lado, quebrando su magia y haciéndome caer al suelo.

Observo a Esmeralda materializarse frente a mí.

—Aléjate —le dice al hombre con una mirada perturbada en sus ojos—. Regresa por donde viniste.

Observo la expresión del mago desde el suelo, su semblante peculiar se encuentra confundido... frunce el ceño mientras contempla a Esmeralda y luego me mira fijamente.

Sin dudar, me alzo del suelo y me dejo caer a un lado de Dave. Sus tiernos ojos se encuentran abiertos de par en par, tomo su mano fuertemente solo para sentir su piel suave. Lloro, apoyando mi cabeza contra su pecho, con el inútil intento de escuchar algún latido de su corazón, pero no logro percibir absolutamente nada.

El nudo en mi garganta se aprieta aún más.

—¡David! ¡Despierta! ¡Vamos a la biblioteca! Enséñame tu libro favorito, ese del que tanto me hablaste. Dave, te ibas a casar conmigo. Tenías razón... Perdóname, espero que puedas perdonarme —suelto mientras una presión se expande en mi pecho.

Esto no puede estar sucediendo.

Dave no puede estar muerto.

Observo al mago por un momento y en una acción rápida, él vuelve a levantar su mano recitando palabras extrañas, humo gris sale de su anillo y cae sobre Esmeralda.

Ella suelta un grito de agonía para luego caer arrodillada.

Otra ráfaga de humo abandona su anillo y rodea mi cabeza, esta se extiende, abrazando mi cuello inmediatamente.

Me desplomo sobre el pecho de Dave.

Lo último que alcanzo a ver es a un búho gris posándose sobre el hombro de la criatura.

El hechicero se gira para luego desaparecer entre los árboles.

Antes de cerrar mis ojos, soy capaz de percibir la voz de Dave pronunciando mi nombre.

¡Zeva!

***

Cuando consigo abrir mis ojos, me concentro en las punzadas que palpitan dentro de mi cabeza... todo por la pesadilla que acabo de tener. En ella, Dave moría justo después de que me dijera que quería casarse conmigo, pero no soy capaz de recordar cómo fallecía.

Supongo que cuando me levante, le diré a mamá que le pida a una de las hermanas de Dave hojas de té para aliviar el dolor de cabeza.

Pero hay algo extraño, percibo una familiar y melodiosa voz hablando.

Identifico a Esmeralda inmediatamente.

—Zeva no recordará nada —suelta ella como si estuviese conversando con otra persona—. Él se aseguró de eso.

—Esmeralda, lo más seguro es que todo lo que pasó haya sido solo un error —contesta una voz masculina.

—¿Un error? —dice ella en un tono burlón.

—Claro que fue un error. Que esta niña saliera no fue premeditado. Yo la vi. Seguí a esos dos niños, pero cuando llegué ya era demasiado tarde. Te encontré débil, sentada contra el tronco de un árbol.

—Sí, fue como si alguien me ayudara a sentirme mejor... sé que me acostumbraré a esto.

—No digas eso, Esmeralda. Lo que te pasó no es común en tu raza. Te excluirán.

—Siempre me he sentido excluida de todas formas. Tengo un pasado un tanto... turbio.

—Concéntrate en tratar de encontrar una cura. Hay magos y brujos confiables con los que puedes hablar... puedes intentar charlar con Tradeus.

—Trainer, por favor... estoy bien —se limita a responder—. Sé que ese mago la conoce... hay que proteger a Zeva. Él estaba seguro de lo que estaba haciendo, como si ya lo hubiera planeado —murmura Esmeralda melodiosamente, pero con un tono alerta que jamás le había escuchado.

—Esmeralda, escúchame. Lo que pasó hoy será algo que sembrará mucho terror en los humanos, lo mejor es que te mantengas alejada. No vuelvas a encontrarte con esta niña. No vuelvas a acércate al domo, y yo no diré que estuviste en contacto con humanos. Bien podrían los humanos querer matarte si te ven cerca del domo, como tu raza podría excluirte aún más.

—Entiendo lo que dices. Después de todo, David murió y ambos salieron por estar en contacto conmigo.

—No te culpes —responde la voz masculina—. Estamos cada vez más cerca del domo... vete de aquí e intenta recuperarte.

—Esto es permanente, Trainer.

Por un momento no escucho la voz de ninguno de los dos.

Me estremezco.

¿Qué quiso decir Esmeralda? ¿Nada fue una pesadilla? ¿Dave está muerto?

Mis sentidos se despiertan, por lo que me percato de que estoy cabalgando.

—¿Esmeralda? —suelto con la esperanza de que me responda, pero nada sucede—. ¿Esmeralda?

El galope se detiene—Pequeña Zeva —escucho la misma voz que hablaba con la sílfide.

Abro mis ojos y me encuentro tendida sobre el lomo del centauro. Me acomodo para luego observar mi alrededor, como si algo dentro de mí se estuviera esfumando.

—¿Dónde está Esmeralda? —pregunto encontrándome con los ojos del centauro, quien me contempla sobre su hombro.

—¿Quién es Esmeralda? —suelta frunciendo el ceño.

—La sílfide que estaba hablando contigo hace un momento.

El centauro sonríe—Creo que la caída te afectó un poco la cabeza.

—¿Caída?

—Sí... te caíste cuando saliste del domo, y David estaba contigo —explica—. O a lo mejor te afectó la cabeza verme matar a ese ogro.

Entrecierro los ojos cuando siento una punzada en mi cabeza—No recuerdo haberme caído.

—Ese es el secreto de las caídas... nunca es posible recordarlas.

De pronto, la conversación que escuché entre él y Esmeralda comienza a ser solo palabras sin sentido—¿Y David? ¿Dónde está?

La sonrisa se esfuma de su semblante, desviando sus ojos de los míos—Él no sobrevivió a la caída.

Un nudo se aprieta en mi pecho—¿Qué?

—Lo lamento tanto, en serio. Yo siempre los veía correteando por el bosque y en el ágora. Ambos eran como hermanos.

Lágrimas involuntarias se escapan de mis ojos—¿Dónde está?

El centauro gira su torso robusto, por lo que noto que su ancha espalda cubría aquello que porta sobre sus brazos...

El cuerpo inerte de Dave.

Observo su rostro, sus ojos cerrados, sus labios pálidos, y sus pecas adornando el puente de su nariz con tristeza.

***

Estoy sentada de cuclillas sobre las escaleras de mi pequeña casa, construida por el difunto esposo de mi madre. Abrazo mis piernas fuertemente mientras apoyo mi cabeza y me acurruco contra la pared.

En mi mente revolotea la imagen de Dave... él esboza una sonrisa mientras su mano rodea mi muñeca.

Escucho los gritos de la madre de Dave que provienen del nivel inferior. Ya tiene un largo rato discutiendo con mi mamá, y acepto con tristeza que tiene razón en todas las palabras que me dedica con amargura.

Lo que pasó es mi culpa.

Si no hubiéramos salido, él no se hubiera caído y ahora no estaría muerto.

—¡Todo es culpa de tu hija, Nancy! —repite la señora Cordelia—. Si ella no hubiera salido del domo, el cuerpo inerte de mi hijo no estaría tumbado en el centro del ágora esperando a que se le haga una ceremonia de despedida y luego sea enterrado en el área trasera de mi casa —dice la mujer desesperada entre fuertes sollozos y jadeos.

—Cordelia, sé muy bien a qué te refieres, no tienes ni idea de cuánto lamento esta pérdida. Yo consideraba a David como un hijo más... era tan cercano a Zeva. Además, tu familia es amiga de la nuestra desde hace mucho tiempo. Tienes mi apoyo en tu dolor. Conozco a mi hija, ella debe de estar sintiéndose tan culpable ahora. Puede que haya sido su responsabilidad, pero es solo una niña —dice mi madre con la voz quebrada... Ella también comenzó a llorar cuando se enteró de la noticia.

—Todo ha sido mi culpa... por confiar en ustedes. Me sorprende saber que sienta culpabilidad, esa niña no es más que una mugrosa híbrida. No tiene tu sangre, ni siquiera sabemos qué tipo de criatura mágica fue alguno de sus padres. Sea lo que sea, por más humana que pueda parecer, sangre mágica recorre las venas de Zeva. Ni siquiera puedo estar segura si lo mató una caída... no hay contusiones en su cuerpo, no hay rastro de algún golpe. Estoy pensando que incluso Zeva pudo haberlo matado con sus propias manos o peor, pudo haberlo asesinado con magia. La muerte de mi hijo se la coloco en los hombros a esa niña. Que cargue con ese peso por el resto de su vida.

—¿¡Qué estás diciendo!? ¡Zeva es totalmente ordinaria salvo por su físico! Ella adora a Dave, y él la adoraba a ella. Lo que pasó fue imprudencia infantil, ni siquiera tienes la completa seguridad de quién tuvo la idea de salir de este domo, ¡pudo haber sido idea de David! En todo caso... no toda la culpa es de Zeva, tú también la tienes por no estar al tanto de todo lo que tu hijo hacía.

—Estoy totalmente segura de que la idea de salir de aquí fue de Zeva. Y mira quién habla de maternidad, no tienes ni el más mínimo derecho de reclamar mi autoridad sobre mi hijo si la tuya, que ni siquiera salió de tu vientre, hace lo que quiera sin permiso.

—No te atrevas a hablar de lo que puedo o no puedo hacer como madre, Cordelia. No tienes ni idea de por todo lo que he pasado.

Me levanto lo más rápido que puedo y bajo las escaleras. Ambas mujeres se giran para encontrarme, mi madre me regala un vistazo repleto de advertencia como si estuviese diciendo: Lo mejor es que salgas de aquí.

—Mamá, la señora Cordelia tiene razón. Fui yo quien tuvo la idea de salir del domo —le confieso para luego dirigirme a Cordelia—. Puede pensar lo que quiera de lo que soy, pero algo sí es verdad, jamás en mi vida conoceré a alguien tan especial para mí como lo fue Dave. Lo extraño y lo extrañaré terriblemente por el resto de mis días. Nunca supe que me despreciaba tanto, señora Cordelia, y lamento esto más de lo que puede imaginar, porque si Dave estuviera vivo, ambos nos hubiéramos casado apenas nos hubieran asignado a nuestros guardianes. Jamás olvidaré a Dave.

Cuando termino, ambas me contemplan en silencio, creando un aura llena de tensión a nuestro alrededor hasta que la señora Cordelia decide aclarar su garganta.

—De ahora en adelante, no quiero relacionarme más con ustedes... No quiero por nada del mundo que Zeva se acerque a mí o a cualquiera de mis hijas. No quiero ver a ninguna de ustedes en la ceremonia de despedida de David. Sobre todo, a esta híbrida... debería darle pena querer aparecerse por ahí —tras emitir aquellas palabras, se da la vuelta y abandona nuestra casa dando un gran portazo tras ella.

Aprieto mis manos en puños mientras observo el suelo.

Mi madre me mira por un momento, delatando que me comprende, pero a la vez comunica su decepción ante mis decisiones.

—Zeva, deberías subir a tu habitación —murmura con seriedad.

Al llegar a mi cuarto angosto, me tumbo sobre el suelo solo para observar el techo de madera.

Después de un instante, me acerco a la ventanilla para contemplar la ventana de enfrente, aquella que indica la habitación de David. Todas las noches, antes de dormir, su semblante sonriente se asomaba para agitar su mano y darme las buenas noches. Ahora, con el cielo ya estrellado detrás de la cúpula del domo, él no está allí y su habitación se encuentra completamente a oscuras.

Me giro y observo mi pequeño armario atentamente. Lo abro para encontrar todos mis atuendos... hasta que mi mirada se encuentra con el vestido negro que a David tanto le gustaba. Sin meditarlo, tomo mis atuendos de colores y los arrojo al suelo.

Me coloco el vestido negro... tal y como se lo prometí a Dave.

De pronto, mis oídos reconocen el ruido que emite el típico cuerno del pueblo para anunciar cualquier ceremonia importante, ya sea un casamiento, una recolecta, la asignación de guardianes, la conmemoración de Nathan o una reunión urgente. En este caso... es la ceremonia de despedida de Dave.

Apoyo mi cabeza contra la pared de madera y me permito llorar con libertad.

***

Me mantengo a oscuras solo con la luz de la luna irrumpiendo en mi habitación. Contemplo las baldosas de madera con nostalgia hasta que unos ruidos invaden la casa de al lado.

Me levanto y paulatinamente me asomo a la ventana.

Son personas que se acercan al jardín trasero de la casa de David, así que deduzco que la ceremonia de despedida ya terminó. Observo con dolor cómo preparan una profunda fosa. Decido alzar mis ojos hacia las estrellas cuando colocan el cuerpo de mi amigo dentro de ella. Mi corazón se contrae al percibir los llantos de la familia de Dave mientras lo cubren con la tierra del jardín. Casi en la cumbre del proceso, Danielle coloca una piedra sobre el suelo, y sin más, el guardián de la señora Cordelia, una mujer mago, emite una corriente blanca, utilizando su pulsera para tallar el nombre de mi mejor amigo sobre la roca.

Suelto un suspiro mientras me abrazo a mí misma, y dando pasos pequeños... busco sumergirme nuevamente en las penumbras de mi habitación.

Me deslizo una vez más contra la pared para caer en cuclillas sobre el suelo y cerrar mis ojos... limitándome a observar el sonriente rostro de Dave dentro de mi mente.

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