Besos de Medianoche 1: Design...

By valen27laborde

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Sexo, amor o romance, la agencia de acompañantes "besos de medianoche" tiene todo lo que usted desee; ¿Pero l... More

Capítulo 1:
Capítulo 2:
Capítulo 3:
Capítulo 4:
Capítulo 5:
Capítulo 6:
Capítulo 7:
Capítulo 8:
Capítulo 9:
Capítulo 10:
Capítulo 11: Viaje al pasado
Capítulo 12:
Capítulo 13:
Capítulo 14: Viaje al pasado
Capítulo 15:
Capítulo 16:
Capítulo 17
Capítulo 18
Capítulo 20:
Capítulo 21
Capítulo 22:
Capítulo 23
Capítulo 24
Capítulo 25
Capítulo 26:
Capítulo 27:
Capítulo 28

Capítulo 19:

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By valen27laborde

Aviso importa
Pequeño obsequio para los y las hermos@s lectores/as al final del capítulo.
NO HACER TRAMPA Y LEER PRIMERO EL CAPÍTULO
🧐🧐🧐

Dorian entró a su departamento temblando como una hoja en otoño, sus manos le sudaban, sin embargo estaba decidido a llevar a Daphne a una cita, si acaso ella se lo permitía.

Margarita se había ido, como de costumbre a esa hora, por lo que estaba solo con ella para hacer el ridículo y pasar vergüenza.

Intentando tomar valor de cualquier lugar recóndito dentro suyo, el atractivo millonario caminó por el pasillo que lo conducía al cuarto, y en especial, a ella.
Sin embargo, al entrar a su habitación, no pudo evitar oírla cantar dentro del cuarto de baño la canción Kiss Me.
En ese preciso instante, el cuerpo de Dorian quedó petrificado en el lugar escuchando la hermosa melodía, una con la que había soñado mil veces usarla mientras hacía el amor.

Aún así y para su pena, aquel deseo nunca se concretó, después de todo, a Elena no le gustaba escuchar música mientras lo hacían.

Hechizado, como si él fuera un simple marino y Daphne una sirena, fue seducido por su voz; antes de darse cuenta su cuerpo caminaba hacia el baño y giraba el pomo de la puerta con delicadeza para dejar escapar aquella magnética canción.

Detrás de la pared de cristal que cubría la ducha, él podía ver la silueta desnuda de Daphne distorsionada por el vapor del agua.
Su respiración se agitó y su corazón comenzó a galopar en medio de su pecho, al borde de escapar de este. Aún así, no pudo apartar la mirada de ella.

Una fuerte corriente de viento gélido se filtró por la ventana abierta de la habitación contigua, entrando al cuarto de baño y llegando hasta Daphne.

—¡Mierda!—gruñó ella producto del frío contacto, al tiempo que asomaba su cuerpo desnudo de la ducha en busca de la ventana abierta.

Sin embargo se encontró a Dorian, boquiabierto con su rostro, casi tan rojo como un tomate; intentó disimular la situación, pero falló.

—Lo lamento Daph… yo no sabía que—comenzó a decir él, pero ninguna respuesta le pareció correcta.

Evitó hacer contacto visual con ella, sin embargo, sus traicioneros ojos comenzaron a bajar por su cuerpo, devorando cada centímetro de su piel casi inmaculada. Su corazón se contrajo con fuerza al notar la horrible cicatriz que atravesaba su firme abdomen de forma longitudinal.

«¿Qué demonios le había ocurrido?»

Como si ella pudiera leer sus pensamientos, tomó la toalla extendida sobre la barandilla junto a la ducha y envolvió su cuerpo con esta, escondiendo aquella brutal marca; un instante después, estaba de pie sobre la alfombra color crema con pequeñas gotas deslizándose por su cuerpo, cayendo sobre esta.

Dorian tragó duro y la observó, durante unos instantes se sintió mucho más pequeño de lo que en verdad era.
Cayendo cautivo de sus hermosos ojos oscuros, no podía evitar compararla con una bestia salvaje, una pantera quizás, preparándose para saltarle encima y devorarlo.

Aquel pensamiento de Daphne encima de él lo hizo sonrojar aún más de lo que ya  estaba.

—¿Qué es lo que no sabías Dorian?—volvió a interrogar, sus ojos escrutandolo y devorando su alma.

—Que la puerta estaba abierta.—se apresuró a mentir él, y notando la incertidumbre en el rostro de ella, siguió hablando—Veras, te escuché cantar y solo quería escucharte mejor, me apoye contra la puerta pero esta se abrió.

Ella lo evaluó durante unos instantes, sopesó cada palabra, antes de exponer una sonrisa en su rostro.

—Está bien Dorian, solo jugaba contigo, se que no eres ningún pervertido—contestó ella con humor en su voz.

Esto hizo que el alivio se extendiera a lo largo del cuerpo de él, en fuertes olas, destensando y relajando sus músculos contraídos.
Sin embargo no pudo evitar pensar una cosa, ¿Qué demonios le ocurría? El no era ningún pervertido, aún así le había costado un infierno apartar los ojos del cuerpo desnudo de Daphne.

Ella pasó caminando a su lado, dejando un tenue aroma a jazmín y cítricos en el aire, el cual Dorian inhalo de forma inconsciente.

—Bueno guapetón ya puedes bañarte y luego me ayudas con la cena—dijo ella, sentándose en la enorme cama, manteniendo su mirada firme en él.

—¿Ayudarte con la cena? Creí que iríamos a cenar—contestó él, agradeciendo el cambio de tema.

—Oh no guapetón, esta noche nos quedaremos los dos solos en tu departamento. Quisiera relajarme y dejar el trabajo a un lado, al menos por unas horas—dijo ella, comenzando a inspeccionar con la mirada el atuendo que utilizaría.

Dorian sonrió mientras la seguía con la mirada; al parecer se estaba decidiendo por algo holgado y simple. No pudo evitar pensar en lo afortunado que era, un sinfín de chicas habrían decidido ir a un lugar glamuroso y caro, sin embargo, Daphne, optó por algo tranquilo e íntimo.

Sin entender el motivo, no pudo evitar sentirse nervioso por la última palabra. Ellos eran amigos, no tenía porque ponerse así, sin embargo sus manos comenzaron a temblar de emoción.

—Daphne, eres la número uno echando a la basura mis planes para esta noche—dijo entre risas Dorian, intentando alejar las emociones, al tiempo que cerraba la puerta del baño.

—Siempre será un placer arruinar tus planes—ronroneó ella en respuesta haciendo una exagerada reverencia, aún sentada en la cama.

Dentro del baño, él se quitó la ropa y entró en la ducha, la cual aún conservaba el aroma de ella. Sin poder evitarlo, sonrió para sí mismo al recordar la última frase de Daphne.

«Siempre será un placer arruinar tus planes»

Sin lograr entender el verdadero significado de aquello, se maravilló ante la idea.

—¿Te parece mejor si encargamos una pizza?—sugirió Daphne metiendo las manos en el buzo viejo, cuyo color original ya no existía.

Dorian giró su rostro frustrado y enfocó sus ojos color océano en ella, hizo su mayor esfuerzo por no reír a carcajadas, logrando reducir todo a una simple sonrisa.

Entre la densa cortina de humo que surgía del horno, una verdad se hizo evidente, Daphne no sabía cocinar en lo absoluto; no sólo había logrado quemar la carne otorgándole un aspecto de carbón, sino que también, logró dejarla cruda por dentro. Algo, que desde el punto lógico y científico de Dorian, era imposible.

—¿Seguro que no quieres ir a cenar fuera?—volvió a insistir él.

—No guapetón, prefiero comer una rica pizza con piñas y tomar un delicioso vino—contestó ella, caminando unos pasos hacia el mullido sillón y dejándose caer sobre este.

El rostro de Dorian se contrajo en asco al escuchar la preferencia de pizzas.

—Cuando el infierno se congele comeré una pizza con piña, eso debería ser ilegal. Puedo aceptar que duermas desnuda a mi lado, o irrumpas en mi trabajo intentando seducir a mi personal—comenzó a decir él, al notar el gesto de asombro en el rostro de Daphne agregó—si, el secretario de la entrada principal me informó de tu escena, sin contar el hecho de que dejaste sin aliento a más de uno en la oficina. Pero no pienso comer jamás una de esas cosas horribles.

Ella le sacó la lengua y rotó sus ojos, adoptando una postura más relajada en el sillón al mismo tiempo que subía los pies sobre este.

—Uf que gruñón que te pusiste, espero que no hagas esto frente a la rubia o te aseguro que te cobraré el doble por dificultar mi trabajo.—ronroneó ella con una sensual sonrisa—Pide la pizza que quieras, tu invitas.

Dorian tomó el celular de su bolsillo, caminó unos pasos y se recostó sobre una pared, adoptando una postura casual y relajada, la cual lo volvía mucho más sensual de lo que era.
Marcó un número en el dispositivo, lo colocó en su oreja izquierda con la mirada clavada en Daphne y esperó.

—Tú pagarás la cena, por haber arruinado la carne—ronroneó él en respuesta.

Era fácil, divertido y liberador hablar con ella, todo parecía más simple y mejor en su presencia. Durante los momentos que estaban juntos, él lograba olvidarse de su vida y las responsabilidades con las que debía lidiar a diario.

—Bueno, no tengo problemas. Yo pagaré la comida, pero a mí modo—contestó ella en un tono sensual y sugestivo, mientras trazaba el contorno de sus labios con su propia lengua para dar énfasis.

Dorian tragó duro al notar aquel gesto, la sangre hirvió en sus venas mientras un instinto animal se apoderaba de él. Colocandole a su bestia interior un fuerte collar de cadenas, logró aplacar aquella necesidad, en el preciso instante que alguien contestaba el llamado telefónico.

Ella lo observó pedir la pizza durante unos instantes, antes de incorporarse y pasar a su lado, rumbo a la cocina.
Aquel gesto atrajo la atención de Dorian, quien la acompañó con la vista, vigilando cada movimiento.
Finalmente ella regresó al lugar, trayendo consigo una botella de vino tinto y dos copas de cristal, una de la cual extendió a él en una invitación silenciosa.

El terminó de hacer el pedido y tomó la copa, ella la llenó al instante con una sonrisa sensual dibujada en sus labios.
Colocando su propia copa frente a la de él comenzó a hablar.

—Te propongo un brindis Dorian Fleyman, alias "El guapetón". Por un próspero resultado en este trabajo—dijo ella con claridad.

Dorian le sonrió en respuesta, pero cuando ella acercó su copa para chocarlas, él se alejó.

—Te propongo otro brindis Daphne Moon, alias "Mi salvación". Por una amistad eterna—contestó él acercándose a ella.

Sin embargo Daphne cambió la última palabra, antes de unir sus copas.

—No Dorian, por una amistad que dure lo que deba durar—

Aquella frase revolvió las entrañas de él, mientras bebía el vino embriagándose en su perfumado sabor, para así lograr alejar el amargo sabor que sus palabras le habían dejado.

Los dos tomaron lugar en el sillón, a la espera del pedido, ella mantenía una postura relajada y tranquila; Dorian, por el contrario, tenía la mente atormentada en un sinfín de preguntas.
Sin poder contenerlas, observó a la hermosa mujer a su lado, cuyos pies mantenía recargados encima de él, y comenzó a escupir las preguntas.

—¿Por qué no quieres tener una amistad eterna?—susurró él, las palabras sonando absurdas a su paso.

La pregunta sorprendió a Daphne, quien tomó un largo trago del espeso líquido color sangre, antes de hablar.

—No es eso Dorian, no puedes pedirle algo eterno a un simple mortal. Es inevitable que te decepcione en algún punto de tu vida—contestó ella, observandolo a los ojos.

El sopesó cada palabra, sin poder evitar preguntarse ¿Qué tanto daño le habrían causado en su vida?. De forma casi magnética, la imagen de la cicatriz que portaba en su abdomen a modo de cinturón, brillo en su mente.

Antes de hacer aquella pregunta, que podría ser tranquilamente su condena, tomó un largo sorbo de vino, respiró profundo una vez y comenzó.

—Hace un momento atrás, cuando entré por accidente al baño...no pude evitar notar la cicatriz en tu abdomen ¿Qué ocurrió?—preguntó con cautela, temiendo el enojo de ella o peor aún, su respuesta.

Daphne lo observó durante unos segundos, su rostro se volvió más triste de lo que jamás lo había visto, y evitó hacer contacto visual antes de contestar.

—Fue hace mucho tiempo atrás, fue la lámpara que logró iluminar mi vida en aquel momento y me ayudó a escapar de mi propio infierno… se que es una respuesta de mierda Dorian, no la mereces, pero es lo único que me atrevo a decir en voz alta—contestó ella, sus oscuros ojos se llenaron de lágrimas, al mismo tiempo que su labio inferior comenzaba a temblar.

La respiración de él colapsó, el nudo en su garganta se apretó mientras hacía su mayor esfuerzo por decidir si debía abrazarla o no.
Finalmente decidió acortar la distancia, mientras tomaba su mano con fuerza.

—Lo lamento Daphne, no quería hacerte llorar—se disculpó él.

Los oscuros ojos de ella se fijaron en él, al tiempo que una leve sonrisa tiraba de las comisuras de sus labios.

—No es tu culpa Dorian, aparte, llorar no es malo. Nos recuerda que no estamos vacíos—contestó ella, al tiempo que comenzaba a acariciar un dedo sobre los nudillos de él.

El gesto hizo tensar al joven millonario, sin embargo, tomando coraje de algún lugar remoto de su ser, se atrevió a devolver la caricia con su nudillo.

Durante unos segundos, él guardó silencio, repitiendo los círculos con sus dedos sobre la piel de Daphne, tomando valor para hacer su última pregunta, cuya respuesta más temía.

Pero, en ese preciso instante, el timbre del ascensor sonó, sacándolo de su trance.

—Debe ser el repartidor de pizza, voy a atender—dijo ella alejando su mano de él, mientras se ponía de pie.

—Como la mierda que irás, yo pagaré la pizza… ¡Con dinero real!—agregó él, al notar el gesto pícaro que se dibujaba en las perfectas facciones de Daphne.

—Uff que aburrido—ronroneó ella.

Pero el no se quedó a escuchar cómo terminaba la oración, con pasos veloces atravesó el living y se puso delante de la puerta que conectaba con el ascensor.
Con facilidad, giró el pomo para revelar a un atractivo hombre.

—Hola ¿Cuánto es la pizza?—preguntó Dorian sacando la billetera del bolsillo.

El atractivo hombre, de profundos ojos color gris sonrió, haciendo que los piercing que adornaban las comisuras de sus labios, resalten aún más.

—Creo que me estás confundiendo, mi nombre es Luca y trabajo con Daphne… pero no te asustes, yo no te besaré, a menos que tú lo quieras—ronroneó él, guiñando su ojo para dar énfasis.

El rostro de Dorian estaba envuelto en confusión, sus ojos se expandieron mientras retrocedía un paso hacia atrás, perdiendo un poco de equilibrio.

—¿Luca?—dijo la voz de Daphne a sus espaldas, muy lejos había quedado el tono sensual y sugestivo.

Luca aumentó su sonrisa al notar su presencia y caminó unos pasos más hacia adelante, sin embargo no se atrevió a entrar del todo en el lugar. Esto debido a la aguda mirada que Dorian le dirigía.

—¡Hola gatita, me vine a vivir con ustedes para ayudarte a terminar el caso más rápido!—exclamó Luca, al tiempo que reunía valor e ingresaba al departamento, ignorando por completo la mirada cargada de odio que Dorian Fleyman le dirigía.

Envuelto entre la penumbra, acompañado por el tenue resplandor de una bombilla color amarillo, el hombre observaba la fotografía colocada en el centro de la pared.

La hermosa mujer, de rostro risueño y  adornado por una sensual sonrisa, se llamaba Daphne Moon, una joven de veinticinco años de edad aproximadamente. Todo eso lo había logrado descubrir, Erick Sowler, en el transcurso de un par de horas.

Sin embargo, su investigación llegó a un punto de estancamiento, algo que jamás, en su larga carrera como detective privado, le había ocurrido.

—¿Quién eres preciosa?—dijo el hombre cruzándose de brazos, mientras una sonrisa tiraba de sus comisuras—¿Serás una cazafortunas como Elena?¿Una puta de paga?... O algo más, porque no me cómo el verso de que eres una simple novia perfecta—volvió a decir él acercándose a la fotografía.

Cambiando su postura, colocó ambos brazos contra la pared para lograr dejar su rostro aún más cerca de Daphne.

—¿Quién es la princesa que le robó la corona a la reina?—le susurró a la fotografía—Lamento ser yo quien busque una forma de destronarte, pero el trabajo es trabajo, hermosa—agregó el hombre deslizando un dedo robusto, por la mejilla de ella.

Hola bellos y bellas lectores ¿Cómo están? ¿Que les pareció este capítulo?.

*Daphne tiene una horrible cicatriz, producto de su pasado ¿Que creen que ocurrió?

*Por otro lado, Luca va a vivir al departamento de Dorian... Y desde el comienzo, el anfitrión muestra un lado hostil 😏cof* drama modo on cof*😏

*Por último (y no menos importante) aparece el detective privado que contrató Elena... Solo les diré una cosa, atentos con este personaje 🧐.

Bueno, a modo de agradecimiento por recomendar la historia en mis promociones de facebook ❤️, votar los capítulos, dejar comentarios que me dejan 😍; les traigo algo que armé con mucho amor, para que ustedes logren estar más cerca de la imagen de los personajes... Claro está que si alguien los pensó o imaginó de otra forma, es más que bienvenid@ a compartirla conmigo.

Daphne

Dorian

Luca

Elena

Jackob

Sin más que decir, me despido hasta el próximo capítulo ❤️ un beso y abrazo enorme desde Argentina.

Pd: no olviden recomendar la historia y seguirme en redes sociales para estar al tanto de las novedades.

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