Dancing With The Devil | Larr...

By BooDarkness

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Es 1967 y Harry está harto de ser aquel chiquillo religioso al cual todos molestan. Cansado de un dios fingie... More

DANCING WITH THE DEVIL | FÍSICO 2.0
DANCING WITH THE DEVIL | TRAILER
IMPORTANTE.
Advertencias.
Índice.
ᴘʀᴏ́ʟᴏɢᴏ ɪ/ɪɪ: "ᴇʟ ᴠɪᴏʟɪɴɪsᴛᴀ ᴅᴇʟ ɪɴғɪᴇʀɴᴏ"
ᴘʀᴏ́ʟᴏɢᴏ ɪɪ/ɪɪ: "sᴏᴍʙʀᴀ"
ɪ: "ɪɴᴠᴏᴄᴀᴄɪᴏ́ɴ"
ɪɪ: "ᴅɪᴏs ᴛᴇ ʙᴇɴᴅɪɢᴀ"
ɪɪɪ: "ᴍᴀʟ ᴘᴇʀsᴏɴɪғɪᴄᴀᴅᴏ"
ɪᴠ: "ɴɪɴ̃ᴏ ғᴀᴠᴏʀɪᴛᴏ"
ᴠ: "ᴀᴛᴀϙᴜᴇ ᴀʟ ᴄᴏʀᴀᴢᴏ́ɴ"
ᴠɪ: "ᴄᴀsᴛʀᴀᴛɪ"
ᴠɪɪ: "ʟᴇɴɢᴜᴀ ᴀғɪʟᴀᴅᴀ"
ᴠɪɪɪ: "ᴅᴀɴᴢᴀ ᴄᴏɴ ᴇʟ ᴅɪᴀʙʟᴏ" PARTE II/II.
ɪx: "ɪɴᴛᴇʀᴄᴀᴍʙɪᴏ ᴅᴇ ᴀʟᴍᴀs"
x: "ᴀᴍᴀʀ ᴀʟ ᴅɪᴀʙʟᴏ ᴅᴜᴇʟᴇ"
xɪ: "ʜᴀʟʟᴏᴡᴇᴇɴ"
xɪɪ: "ᴄᴏɴғᴇsɪᴏɴᴇs ᴀ ᴍᴇᴅɪᴀɴᴏᴄʜᴇ"
xɪɪɪ: "ғᴜᴇɢᴏ ɪɴᴛᴇʀɪᴏʀ"
xɪᴠ: "ᴇʟ ᴘʀɪ́ɴᴄɪᴘᴇ ᴅᴇʟ ɪɴғʀᴀᴍᴜɴᴅᴏ"
xᴠ: "ᴘᴜʀᴏ ᴘᴇʀᴏ ᴄᴜʟᴘᴀʙʟᴇ"
xᴠɪ: "ʀᴏᴍᴘᴇ-ᴄᴏʀᴀᴢᴏɴᴇꜱ"
xᴠɪɪ: "ʟᴀ ʜᴏʀᴀ ᴅᴇ ᴍɪ ᴍᴜᴇʀᴛᴇ"
xᴠɪɪɪ: "ᴄᴀᴍɪɴᴏ ᴀʟ ᴅᴇꜱᴄᴇɴꜱᴏ"
ᴄᴀᴘÍᴛᴜʟᴏ xɪx: "ʜᴏɢᴀʀ, ᴀɢʀɪᴅᴜʟᴄᴇ ʜᴏɢᴀʀ"
ᴄᴀᴘÍᴛᴜʟᴏ xx: "ʟᴀ ᴘʀᴏᴍᴇꜱᴀ ᴅᴇʟ ᴅɪᴀʙʟᴏ"
2DO ARCO | "CAOS"
ᴄᴀᴘÍᴛᴜʟᴏ xxɪ: "ꜱᴜᴇÑᴏ ʟÚᴄɪᴅᴏ"
ᴄᴀᴘÍᴛᴜʟᴏ xxɪɪ: "ᴀʙᴀɴᴅᴏɴᴏ"
ᴄᴀᴘÍᴛᴜʟᴏ xxɪɪɪ: "Qᴜᴇ ᴄᴏᴍɪᴇɴᴄᴇ ᴇʟ ꜱʜᴏᴡ"
ᴄᴀᴘÍᴛᴜʟᴏ xxɪᴠ: "ᴅᴇꜱᴀʟᴍᴀᴅᴏ"
ᴄᴀᴘÍᴛᴜʟᴏ xxᴠ: "ᴠᴀᴄÍᴏ"
ᴄᴀᴘÍᴛᴜʟᴏ xxᴠɪ: "ᴇʟ ʀᴇʏ ᴅᴇ ʟᴏꜱ ᴄɪᴇʟᴏꜱ"
ᴄᴀᴘÍᴛᴜʟᴏ xxᴠɪɪ: "ᴏᴊᴏ ᴘᴏʀ ᴏᴊᴏ"
ᴄᴀᴘÍᴛᴜʟᴏ xxᴠɪɪɪ: "ᴄᴏɴꜱᴇᴄᴜᴇɴᴄɪᴀꜱ ɪɴꜰᴇʀɴᴀʟᴇꜱ"
ᴄᴀᴘÍᴛᴜʟᴏ xxɪx: "ʟᴀ ɴᴜᴇᴠᴀ ʏ Úʟᴛɪᴍᴀ"
ᴄᴀᴘÍᴛᴜʟᴏ xxx: "ᴇʟ Áɴɢᴇʟ ᴅᴇ ʟᴀ ᴍᴜᴇʀᴛᴇ"
ᴇᴘÍʟᴏɢᴏ ɪ/ɪɪ.
ᴇᴘÍʟᴏɢᴏ ɪɪ/ɪɪ.
Agradecimientos, y un hiatus.

ᴠɪɪɪ: "ᴅᴀɴᴢᴀ ᴄᴏɴ ᴇʟ ᴅɪᴀʙʟᴏ" PARTE I/II.

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By BooDarkness

Sus enormes ojos color esmeralda se abrieron lentamente en cuanto oyó a su madre adentrarse a la habitación, cerrando la puerta con su cadera debido a que, en sus manos, cargaba una bandeja de plata, la cual tenía un desayuno impecable: chocolate caliente en una mediana taza azul opaco, y unas galletas horneadas por ella misma en un pequeño platito floreado de porcelana. A un lado, una nota en la cual le deseaba un gran día, y todas las bendiciones del mundo. Harry no tendría ni siquiera una porque, ¡ey! ¡Estaba enamorado del Diablo!

Volvió a cerrar sus ojos, sin querer que su madre notase que estaba despierto, oyendo como ésta dejaba la bandeja sobre su mesa de noche antes de acariciarle los rizos.

—Hazzie —Llamó a su hijo, el cual cubrió su cabeza con las cobijas—. El desayuno, mi amor.

Anne era, simplemente, la mejor madre del universo.

—En un minuto...

La mujer suspiró, regañándolo en un suave tono de voz al saber que no iba a despertar inmediatamente. Con una advertencia, salió de la habitación, cerrando la puerta detrás de sí y subiendo los escalones. Harry apartó las mantas de su rostro, refregando sus ojos con sus puños. Sintió el peso de un cuerpo a su lado, y emoción en su estómago.

—¿Miren quién despertó? —No pudo evitar sonreír un poco ante el suave tono de voz de Louis, cerrando sus ojos con fuerza mientras se estiraba antes de sentarse con lentitud.

Liberó su cuerpo de las mantas que llevaba encima, intentando acomodar su despeinado cabello, pero no había remedio. De todas formas, el Diablo ya lo había visto varias veces de aquella manera.

—Ya vuelvo —Murmuró, bostezando y poniéndose de pie, corriendo en calcetines hacia el baño. ¡Tenía que higienizarse!

Minutos después, regresó a la habitación, aliviado de que su aliento oliese a menta. Louis continuaba en aquel mismo sitio, con su mirada sobre el mundano, el cual volvió a sentarse en la cama. Tomó la bandeja, apoyándola sobre su regazo antes de tomar con cuidado su taza de chocolate caliente, soplando suavemente el contenido.

Aceptó la galletita que Louis le tendió, agradeciéndole en un susurro y mojando el alimento en el líquido.

—¿Quieres? —Preguntó, notando de reojo cómo el Diablo negaba mientras él masticaba él exquisito sabor de ambas delicias mezcladas.

—He estado merodeando por tu casa —Ante aquel comentario, Harry casi escupe la comida, dejando la taza nuevamente sobre la bandeja antes de tragar con fuerza, intentando calmar los acelerados latidos de su corazón y con sus ojos abiertos de par en par—. Tranquilo, niño. No hice nada que hiciese obvia mi presencia —El mundano suspiró, aliviado—. Solo giré algunos crucifijos...y asusté a tu padre. Eso fue todo.

—Oh, bueno... —No se quejó.

Por algún motivo, comenzaba a agradarle que Louis hiciese notable su presencia. ¿Acaso era el poder y protección que sentía cuando el Diablo estaba a su alrededor? ¿Estas dos emociones comenzaban a apoderarse de él?

Quiso observarlo, específicamente sus finos labios rojizos, pero decidió observar su propio desayuno, sonrojado al recordar cómo habían estado a punto de besarle la noche anterior, en la oscuridad de su cuarto.

—Descubrí que tienes una azotea.

Asintió lentamente en respuesta. Aquella simple azotea donde jamás tenía permitido acudir. Siempre había querido sentarse allí, bebiendo un té mientras admiraba las estrellas, pero se lo habían prohibido, y todo porque sus progenitores siempre habían creído que era muy torpe con sus pasos. Que podría caer y morir trágicamente.

—Si, pero nunca me dejan ir —Respondió, bebiendo lo último en su taza de chocolate antes de dejarla sobre la bandeja, tomando ésta y dejándola sobre la mesa de noche—. Dicen que soy muy torpe, que podría caer.

—¿Y tú que crees?

Harry relamió sus labios, dudando unos segundos antes de encogerse de hombros—. ¿Que tienen razón? No lo sé, yo-... —Tal vez se sentía torpe, porque siempre le habían dicho que lo era—...puede que sea así.

—Hoy será un día muy largo —Louis cambió de tema abruptamente, sin dejar de observar fijamente al mundano—. Oí que tu madre está organizando una cena familiar para orar por tu primo —Dijo con cierta ironía y diversión en su voz.

Harry se estremeció siquiera antes de preguntar lo que pasaba por su mente—. ¿Él...está en el infierno ahora? —Temía por la respuesta, incluso sospechando cuál sería.

—Sí.

—¿Dylan y Parker? ¿Ellos también?

—Solo el segundo ser inferior.

El rizado asintió con lentitud, aliviado de que al menos Dylan Moisset no se escontraba sufriendo una condena en el infierno. Sin embargo, debió de sentirse lo peor del universo cuando sus ojos fueron arrebatados de su propio rostro por el maligno cuervo. Ante aquel recuerdo, su pecho comenzó a doler, llevando una de sus manos al área, sobre la camiseta blanca del pijama.

Inhaló profundamente, intentando calmarse pero, al no lograrlo, disimuló cualquier atisbo de timidez, vergüenza, gateando en la cama hasta estar sentado a un lado del Diablo. Extendió su mano hacia éste, con la mirada baja, sintiendo el toque de Louis sobre su piel antes de ser acurrucado en su pecho. Harry se permitió respirar profundamente, sintiendo la calidez emanar del cuerpo del arcángel, el cual le rodeó la cintura y lo subió a su regazo.

Estaba sentado en las piernas del rey de las tinieblas y se sentía...tan malditamente bien.

Louis estaba susurrando algo en su oído derecho, pero todas las palabras que pronunciaba eran incomprensibles. Sin embargo, aquel desconocido lenguaje hipnotizó los sentidos de Harry, quien Inhaló profundamente por la nariz antes de exhalar por la boca, relajando los músculos de su cuerpo en el proceso. Fue como si le arrebatasen todo pánico existente en su mente, llenándolo de plena paz.

—¿Qué idioma es ese? —Murmuró con curiosidad.

—No tiene un nombre.

—Pero-... ¿qué me estás diciendo? —Se estremeció ante el cálido aliento del Diablo en su sien.

—Palabras que no existen en este mundo —El mundano alzó ambas cejas ante aquella respuesta, sorprendido—. Tienen los mismos significados que algunas palabras del mundo, pero mucho más fuertes...descriptivos. No tienen traducción, porque no se pueden comparar.

Un llamado proveniente del piso de arriba provocó que ambos permaneciesen en silencio—. ¡Harry, despierta! ¡Ven a convivir en familia!

El chico resopló, repentinamente fastidiado—. No quiero asistir a la reunión familiar, no me siento bien —Louis lo apartó tan solo un momento de su pecho, acariciándole la mejilla con delicadeza. Aquello alivió un poco su pobre corazón—. Louis, ¿qué es lo que pedí?

El Diablo sonrió de lado—. Te lo diré esta noche, en la azotea. ¿Qué te parece?

Harry frunció su ceño antes de ponerse de pie con lentitud cuando, está vez, fue su hermana quien gritó su nombre. El rey del inframundo copió aquella acción, con el mentón en alto y una ceja arqueada ante la expresión contraria.

—No me dejan ir a la azotea —Repitió, dudoso, rogando internamente que a Louis no se le ocurriese ninguna locura.

—Tu madre planea decirte que la reunión no será en la casa, y que te quedarás para no salir perjudicado.

Bueno, si era una sorpresa...ya no.

—Y eso significa... —Harry habló lentamente, un poco sonrojado por necesitar respuestas directas—...que subiré a la azotea —Recibió un asentimiento—. ¿Sin permiso?

Se sintió intimidado cuando Louis lo rebajó con la mirada, con sus pupilas dilatadas y cabeza levemente ladeada.

—Serás un chico malo...solo por hoy —Simplemente dijo.

La vil silueta frente a sí desapareció en un rápido parpadeo del mundano, y Dominique comenzó a sonar por cuarta vez en el día.

Por milésima vez en su vida.

Se vistió con lo que habitualmente usaba: camisa blanca abotonada, pantalones cortos, negros, calcetines blancos, largos y zapatos negros. Observó su reflejo en el espejo, en la esquina de su cuarto, acomodando los tirantes negros sobre sus hombros y su cabello rizado hacia arriba, a un costado. No se veía tan demacrado como de costumbre, ni tampoco sentía tanto malestar.

Caminó hasta la mesa de noche, sosteniendo cuidadosamente la bandeja con el desayuno antes de dirigirse hacia la puerta, bajando la manija con su codo y abriéndola. Subió los escalones lentamente, caminando por la sala, sonriéndole a Gemma en el camino a la cocina. Anne bajó los escalones con una bandeja vacía, tarareando la canción del tocadiscos y saludando a su hijo, quien regresaba de la cocina.

Gemma bufó mientras Harry se sentaba a su lado, en el sofá, con su mirada fija en la television al notar que estaban emitiendo un capítulo de su caricatura favorita: “Tom y Jerry”.

—¿Por qué tenemos que llevarles los desayunos en bandeja a ustedes? A mí jamás me han traído el desayuno en bandeja, y soy la mayor —Murmuró la joven, algo indignada.

El rizado se encogió de hombros—. Yo podría llevarte el desayuno a la cama —Ofreció, ocultando su sorpresa cuando descubrió que su hermana no recibía lo mismo que él.

—Si hicieses eso, me metería en problemas. No se supone que sea de aquella manera, ¿sabes? No nos han enseñado así.

Harry observó el perfil de su hermana mayor, dudoso, sin comprender a qué se refería. Sumergido en su pensamientos, aquel comentario se relacionó con los anuncios de la televisión, donde un hombre volvía agotado de su trabajo, y una mujer servía vino en su copa, o le preparaba el almuerzo.

—A partir de mañana, yo haré tu desayuno —Declaró el menor de los Styles, nuevamente, encogiéndose de hombros—. A mamá y a ti.

Gemma le sonrió con suavidad antes de despeinarle los rizos—. Ah, como quieras, pero que no se entere papá...ni mamá.

—¿Que le hago el desayuno a mi hermana mayor? —Por algún motivo, se sentía más confiado, sonriendo en dirección hacia su hermana mayor—. Tú observame mañana en la mañana.

—Vas a meternos en problemas —Gemma usó un tono de voz grave, como si estuviese advirtiendo.

—Estamos en problemas desde que nacimos —Harry utilizó el mismo tono de voz.

—¡Buen día, cariño! —Anne regresó de la cocina luego de dejar la bandeja del desayuno de su esposo, acercándose a su hijo y dejando un beso en su mejilla—. ¿Cómo te sientes hoy?

Debía mentir, o su madre podría cambiar de opinión respecto a la reunión familiar que Louis mencionó.

—...aún algo mal del estómago —No mentía del todo.

—Intenta comer cosas ligeras, ¿está bien? Hoy estarás solo por un par de horas, porque haremos una reunión familiar en la casa de tus tíos. No creo que sea buena idea que asistas, no hablaremos cosas agradables para tus oídos, y te sentirás mejor aquí.

—Está bien, mami —Asintió lentamente, y la conversación finalizó.

Minutos después, su hermana mayor rodeaba sus hombros con un brazo, despeinándole los rizos por pura diversión mientras ambos se entretenían con la caricatura del momento: “Porky Pig”.

—Gemma —Se quejó el chico cuando sus rizos cubrieron sus ojos, oyendo la suave risa de la joven, quien se apartó un poco para enderezarse en su lugar, sonriendo con maldad fingida—. ¿Qué sucede?

—¿Quieres saber lo que me contaron mis amigas hoy? —Harry también se enderezó, con sus enormes ojos verdes fijos en los de su hermana mayor—. Que habrá luna sangrienta —Probablemente hubiese muerto de miedo si no fuese porque llevaba conviviendo con el mismísimo Diablo las veinticuatro horas del día—. Pero aún no es Halloween, así que puedes estar tranquilo.

—No estoy asustado —Murmuró el chico, apartando la mirada hacia otra parte de la sala.

—¿No? ¿Ni siquiera si te digo que los malignos espíritus buscan a personas solitarias cuando hay luna sangrienta? —Gemma estaba haciendo lo posible para asustarlo—. ¿Incluso si te advierto que debes de tener las puertas cerradas por las posibles personas satánicas en el pueblo, quienes buscan sacrificar a alguien?

La luna sangrienta, a pesar de ser un fenómeno increíble y poco visto, siempre había aterrado a Harry. Gracias a las leyendas que Gemma le comentaba de vez en cuando, en las noches, antes de dormir, solía estar pegado a su madre hasta dormirse junto a ésta. No podía ni pensar en la posibilidad de que algo así le sucediese, pero ahora, realmente había una sombra que estaba intentando cazarlo.

Y se había enamorado de aquella sombra. No podía ser peor.

—Gemms, te oí —Anne regresó a la sala, con su ceño fruncido y mandibula tensa—. No quiero oír la palabra “Halloween” o “Satanismo” en esta casa. Harry se encuentra algo delicado.

Las mejillas del chico enrojecieron en cuanto oyó la ronca risa del arcángel, en algún rincón de aquel cuarto.


       

Ni siquiera supo en qué momento se durmió sobre el hombro de su hermana mayor, tan sólo abrió sus ojos cuando la puerta principal se cerró. Si no fuese por la televisión, habría silencio absoluto en la sala, pero lo prefería de aquella manera, porque Dominique no estaba sonando una y otra vez.

Suspiró antes de sentarse con lentitud, quejándose un poco ante el dolor en su hombro por la mala posición en la que había tomado su siesta, frotando sus ojos con sus puños antes de parpadear lentamente y observar a su alrededor. ¿Todos se habían ido?

—¿Gemms? —Llamó, aguardando unos segundos, sin recibir respuesta—. ¿Mami? —Finalizó de bostezar, llevando su mirada repentinamente a la televisión cuando ésta se apagó por sí sola—... ¿Lou?

Se giró cuando las luces comenzaron a apagarse de a una: la cocina, el pasillo, la entrada y, por último, la sala. Su mirada se dirigió hacia la escalera que llevaba al primer piso, en donde visualizó la silueta de Louis en el descanso de ésta, con las manos en el bolsillo y su mentón en alto.

—¿Lou? —El mundano frunció su ceño, levantándose lentamente del sofá y observando al Diablo dirigirse hacia el lado derecho del piso de arriba, en dirección a la escalera de la azotea.

¿Lo estaba desafiando?

Exhaló profundamente, acercándose rápidamente a la ventana de su sala y haciendo a un lado la cortina que permitía mantener la privacidad en la casa. El vehículo de su padre no estaba allí, y si sería una cena familiar donde hablarían de Brad, no iban a regresar pronto.

Sin siquiera dudarlo, caminó rápidamente hacia las escaleras, subiéndola y doblando a la derecha donde, a un par de metros, se encontró con otra escalera, la cual lo llevaría a la azotea. No pensó para nada, incluso si las palabras de sus padres ponían en duda sus propios pasos. Pisó cada escalón con firmeza, con decisión, porque era su elección, y nadie más que él podría quitarle eso.

Era amplia y muy espaciosa. Los muros alrededor de ésta eran bajos, los cuales le permitían admirar la belleza de su pueblo: el césped húmedo en el patio de sus vecinos, el humo saliendo de algunas chimeneas, y los pinos inclinándose levemente hacia un lado por la suave brisa invernal que despeinó su cabello rizado. Alzó la mirada al cielo, que lentamente estaba oscureciendo, permitiéndole a la luna brillar más de lo usual.

Louis se encontraba a centímetros de un borde, dándole la espalda a su niño favorito, el cual se aproximó sin vértigo alguno hasta estar a un lado del rey del inframundo. No podía dejar de admirar el paisaje, sintiendo la mirada profunda y ajena sobre su propio rostro sorprendido.

Era algo sumamente relajante, que brindaba paz en su interior; una la cual no había sentido en un largo tiempo. El Diablo, quien no dejaba de observarlo fijamente, parecía estar aguardando, presintiendo la pregunta que le haría el mundano.

—Louis... ¿por qué mi padre no me habla? —Sabía que no era casualidad.

—Le dije que no se acercase a ti —Respondió el arcángel con honestidad—. Más bien, le advertí.

—¿Hablaste con él? —Harry lo observó, recibiendo un lento asentimiento en respuesta. Inesperadamente, la calma se fue, y el pánico lo invadió—. P-pero...ahora sabrá que te tengo conmigo. Sabrá que tengo algo que ver con la muerte de Brad.

Louis regresó su vista al frente, frunciendo levemente el ceño—. No tienes nada que ver con la muerte de aquel ser inferior. Eso lo hice yo mientras tú dormías.

Tal vez fue por la sequedad en sus palabras, por la culpa en su propio pecho, o por el terror de que, durante todo aquel tiempo, su padre supo lo que había hecho...no supo con exactitud cuál de todos los pensamientos que cruzaron su mente fue que lo hizo quebrarse por completo.

Un débil y ahogado sollozo escapó de sus labios, cerrando sus ojos con fuerza para que las lágrimas no fluyesen por sus mejillas, pero aquello también fue inevitable. Sorbió su nariz, respirando profundamente para recomponerse, sin notar que la mirada de Louis había cambiado por completo. Sus ojos eran del color de la sangre, luciendo calmado en medio de la confusión. No le sorprendía que su niño favorito lloraste, ya sabía que su alma estaba entrelazada con una sensibilidad y tristeza extrema, pero...

...le dolía el pecho al verlo de aquella manera.

—¿Por qué estás llorando? —Preguntó por primera vez.

—Es sólo... —Secó las lágrimas de sus mejillas, tragando saliva con fuerza e intentando desaparecer el nudo en su garganta—...soy una mala persona, y lo estoy asumiendo justo ahora —Confesó, llevando una mano a su pecho ante el insoportable dolor que habitaba en éste.

Inesperadamente, fue envuelto en los brazos del arcángel, acurrucado contra su cálido pecho mientras sollozaba en silencio.

—No lo eres —Respondió el supuesto vil ser, con sus finos labios rozando los rizos contrarios—. Y te lo digo yo. Sabes quién soy, cómo me llaman y las cosas que puedo hacer.

Harry no pudo evitar reír en una exhalación a la par en que se apartaba unos pequeños centímetros, sintiendo las yemas de los dedos de Louis presionar levemente su espalda, queriendo animarlo a hablar.

—Solo quería ser feliz —Su voz, nuevamente, se quebró—. No sabía qué hacer cuando me molestaban, o cuando mi padre golpeaba a mi madre —Negó con lentitud, observando sus propios zapatos—. No soy el hombre fuerte que todos esperan que sea, no físicamente...no mentalmente. ¿Cómo se supone que la proteja?

—Tengo una pregunta para ti —Sintió una de las manos repletas de anillos de oro en su nuca—. ¿Quieres proteger o ser protegido?

—Quiero proteger, pero... —Dudó un par de segundos, sin saber cómo explicarse adecuadamente. Siempre había sido malo con sus palabras—. Sé que está mal que m-mates personas tan fácilmente, en mi mundo, por supuesto. Es solo-, yo jamás me sentí tan protegido como ahora, tan... —Se detuvo, frunciendo un poco su ceño.

No lo diría, no lo haría.

Porque no era real, no podía serlo.

Ambos permanecieron en silencio por un par de segundos, y Louis apartó su mano de la nuca del mundano cuando éste respiró profundo, enderezándose en su lugar.

—Niño —Louis lo llamó—. ¿Quieres ver lo que puedo hacer? —Preguntó, alzando ambas cejas con superioridad a la par en que alzaba su mentón, orgulloso. Aquello fue totalmente inesperado, por lo cual Harry permaneció quieto, sin reaccionar.

El arcángel soltó un largo suspiro, posicionando sus manos en los diminutos hombros del más bajo, girándolo hasta dejarlo de espaldas a él, cerca del borde de la azotea. Su cálida mano alzó con suavidad el mentón de su niño favorito, rozando la oreja derecha con su propio aliento.

—Mira el cielo —Susurró.

Harry alzó la mirada inmediatamente, necesitando parpadear rápidamente ante la sorpresa por el extraordinario evento frente a sí: con el paso de los segundos, anocheció por completo, y las estrellas iluminaban el cielo tan mágicamente que su respiración quedó atascada en su pecho. La luna, que se alzaba con superioridad por encima del mismísimo cielo nocturno, brillante y perfecta, aumentó su tamaño, tiñéndose de rojo.

Recordó la conversación que había tenido un par de horas atrás con su hermana mayor, quien quiso asustarlo con falsas leyendas. Jamás imaginó poder presenciar algo tan bonito. Admiró cada detalle de la luna; era tan brillante que el bordó parecía extenderse por el cielo, asemejándose a una aurora polar.

—Woh... —No tenía idea qué decir. Apenas podía contar tres estrellas sin perderse en el intento.

Se limitó a suspirar con profundidad, admirando lo que el supuesto ser más vil de la tierra era capaz de hacer.

Repentinamente, el Diablo se apartó un poco, llamando la atención de Harry, quien observó la mano contraria frente a sí, con su palma hacia arriba, extendida.

—¿Alguna vez bailaste con el Diablo, en tu azotea, a la luz de la luna sangrienta? —Dijo Louis, notando que los rellenos labios rojizos del mundano temblaban, intentando ocultar una sonrisa mientras sacudía su cabeza, negando. Sonrió de lado, alzando levemente ambas cejas antes de ladear su rostro—. ¿Aceptarías?

Harry jamás se negaría ante aquella embriagante cercanía y, finalmente, se encontró estando de acuerdo con el rey del inframundo: aquella noche sería un chico muy, muy malo.

Solo quiero advertir que en el siguiente capítulo van a obtener cochinadas no dignas de ángeles como ustedes. Queda bajo su propia precaución leer.

Hace rato que no hablo con ustedes por acá, ¿cómo están? espero que bien 🌙

¿Podría preguntarles cual es su personaje favorito? No me toquen a Fionn o si no...

¡Les amo muchísimo! 🥰

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