Maullidos a la Luz de la Luna...

By Sora_Cuadrado

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Las cosas han cambiado mucho para los héroes de Paris. Marinette es la nueva guardiana de los prodigios y tie... More

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-Bailar-

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By Sora_Cuadrado

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Día 14: Bailar

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..

—Bailar... puede ser desplazarse a un lugar no adecuado—

..

Cuando Marinette ingresó al aula, creía que la encontraría vacía.

—¡Oh! Hola... —saludó escuetamente.

—¡Hola Marinette!

Por un instante algo hueco se le formó en el estómago, haciendo que se encogiera un poco. Sonrió y movió la mano.

—Hola... Adrien —El chico, sin notar la vacilación, no despegó sus ojos de ella. Tan grandes y verdes, cargados de simpatía—. ¿Os he interrumpido?

—No, no es nada —respondió Alya, con su móvil en la mano apuntando directamente al modelo—. Como ya sabes, estoy añadiendo nuevas secciones a mi blog ahora que no reúno tanta información de Ladybug y Chat Noir como antes —Ambas se miraron un minuto en mudo entendimiento—. He iniciado una nueva sección de preguntas y respuestas rápidas con alumnos distinguidos del instituto Françoise Dupont.

>>. ¡Y Adrien Agreste será el primero!

—¿Estás segura de que yo soy el indicado? —inquirió el susodicho con timidez.

—¡La gente lo ha votado así en el blog! —respondió la morena—. Hasta han votado la pregunta que quieren que te haga.

—Bueno...

Marinette se balanceó sobre sus pies, pensativa. No dijo nada hasta que Alya volvió a mirarla.

—¡Ah! Yo solo... tengo que escribirle una nota a la señorita Bustier —les explicó y señaló con el dedo el gran escritorio de la maestra—. Y dejársela ahí.

—Bien, adelante...

—No quiero molestar... —Susurró, con pesar. Desde que le había contado su secreto a Alya, esta había cambiado gran parte del contenido de su blog por ella. Lo que menos quería era incordiarla más.

—¡No molestas! —intervino Adrien, de nuevo con esa sonrisa y esa manera de mirarla tan intensa y afectuosa—. ¿Verdad que no? —Añadió, apenas lanzando un parpadeo hacia la otra chica.

—Claro que no, pasa —le indicó su amiga y Marinette asintió.

Atravesó la clase con los hombros un poco tensos y se resguardó tras el escritorio. Este estaba repleto de trozos de papel y de lápices; se inclinó sobre la madera frunciendo los labios, eligiendo las palabras con cuidado.

Desde el otro lado, le llegó la voz impaciente de Alya.

—¿Adrien? —le llamó. El chico dio un respingo y se giró para mirarla—. ¿Empezamos?

—¡Claro!

—¡Estupendo! —Alya sonrió, enfocándose a sí misma con el móvil—. ¡Hola a todos! Bienvenidos al Ladyblog. Como todos me habéis estado pidiendo estas últimas semanas, hoy empiezo un pequeño bloque de entrevistas entre los estudiantes más populares de mi instituto; el Françoise Dupont.

>>. ¡Y el primero será alguien al que muchos habéis votado en las encuestas de los últimos días! ¡Adrien Agreste!

El móvil se giró hacia el chico y este, que de nuevo había clavado su mirada en la chica que tras ellos escribía en silencio, se irguió tenso al oír su nombre.

—Ah... ¡Hola!

—Adrien Agreste es modelo profesional para la marca de su padre, el famoso diseñador Gabriel Agreste —Le presentó Alya—. Además hace anuncios para la televisión y ha ganado varios campeonatos de esgrima...

—Uno —corrigió él.

—¿Ah? Sí, uno... ¡Bien! La pregunta rápida que los usuarios del blog han elegido para que te haga es... —Hizo una pausa, quizás buscando algo de intriga. Marinette había acabado ya su nota pero se dedicó a ordenar los papeles con disimulo, interesada—. ¿Qué es lo que hace bailar a tu corazón?

—¿Cómo? —murmuró él, perdido.

—Es la pregunta de una de nuestras usuarias —explicó Alya, frunciendo las cejas—. Creo que quiere decir; ¿qué te hace feliz?

—¡Ah! —El chico soltó una risa. Después calló, pensativo. Marinette alzó la vista sobre un ligero taco de hojas de papel y le pareció que el chico dudaba. Movía sus hombros de atrás a adelante y de repente, volvió el rostro sobre su hombro y la miró. Ella dio un respingo y fingió que colocaba los bolígrafos en fila sobre la madera.

¡Se ha dado cuenta de que le estaba mirando! Se lamentó, apretando los labios. Ahora pensará que soy una cotilla.

—¿Adrien?

—¡Ah, sí! —Carraspeó, distraído—. Bueno, lo que hace bailar mi corazón son... las cosas normales, supongo.

>>. Sobre todo pasar tiempo con la gente que me importa; mi padre, mis amigos...

Se hizo un silencio que, sin embargo, parecía hablar. Marinette aguzó su oído, agarrando con fuerza el portalápices de latón que encontró en una esquina de la mesa.

—Los ratos que paso con la chica que amo son los que más hacen bailar mi corazón...

—¡¿Qué?! —Aulló Alya sorprendida por tal revelación. Agarró con fuerza su móvil y entonces, al otro lado, se oyó un golpe—. ¡Marinette, ¿se puede saber qué haces?!

—¿Necesitas ayuda? —le preguntó Adrien, al instante, poniéndose en pie casi de un salto.

Ella asomó la cabeza por encima de la mesa. Se le había resbalado el portalápices y todo su contenido se había desparramado por el suelo.

—¡¿Eh?! ¡Ah, no es nada! —recogió todo rápidamente y se irguió con energía. Se le tambaleó todo en sus manos de nuevo, pero pudo sujetarlo antes de que cayera—. ¡Ya está! —exclamó, soltándolo en la mesa. Se rascó la cabeza, forzando una sonrisa—. ¡Hay qué ver cómo resbalan estas cosas!

—¿Estás bien?

—¡Sí, sí! ¡Estoy muy bien! ¡Sí!

—¡Perfecto! —Alya saltó en su asiento y volvió a concentrar su atención en el chico—. ¡Sigamos!

>>. Adrien... acabas de mencionar a una chica que hace bailar tu corazón...

—Esto... bueno, yo...

—¿Estás afirmando, en exclusiva para el ladyblog, que tienes novia?

Otro golpe retumbó en el cuarto. Los dos se volvieron hacia el escritorio y se encontraron a Marinette haciendo una mueca de dolor mientras se frotaba la pantorrilla.

—Marinette... —Adrien volvió a levantarse, dispuesto a ir hacia ella, pero la chica alzó las manos.

—¡Estoy bien! —exclamó al instante— Estoy... —Suspiró, incorporándose con un rictus de sufrimiento dominando su expresión—; voy un momento a... —Pero echó a andar y salió del aula antes de que se le ocurriera cómo terminar esa frase.

Una vez en el pasillo, se apoyó en la pared, apretando la mandíbula y se rozó la pierna que se había golpeado contra el pico de la mesa.

La chica que amo...

Echó la cabeza hacia atrás, sobre la roca, sintiendo la suavidad de esta en la piel de su cuello. Entonces, se llevó una mano al pecho y comprobó que la respiración se le había acelerado. Notaba un regusto amargo en el paladar.

Estará hablando de Kagami... ¿no? Se preguntó. Y sacudió la cabeza, molesta consigo misma. Eso ya no tendría que importarle. Bueno, sí. Porque Adrien seguía siendo su amigo, aunque ni tan siquiera le había hablado sobre ese asunto...

Pero no debería estar sintiendo ese malestar que se arrastraba, helado y repulsivo, hasta su estómago.

Por eso no había querido preguntarle a Alya o a Nino al respecto. Porque sabía que, a pesar de todo, se sentiría un poco mal. Y esos sentimientos la incomodaban demasiado... especialmente ahora.

Miró la puerta del aula.

¿Por qué he tenido que entrar ahí?

..

—En el baile... el cuerpo nunca miente—

..

Tras cambiarse de ropa y meter su uniforme de esgrima en la mochila, Adrien se sentó sobre el banco de madera de los vestuarios y comprobó una vez más la hora en su teléfono.

—Por más que lo mires el tiempo no pasará antes —Le recordó Plagg con malicia desde el interior de la mochila. Repanchingado entre sus ropas y con un enorme trozo de queso sobre su estómago, le lanzó una sonrisa juguetona.

Adrien le respondió con una mueca y cerró la cremallera.

Faltaban aún varias horas para que Marinette y él se reunieran en el Café Secreto. Últimamente se le hacía cada vez más difícil verla en clase y tener que actuar como si nada. La veía llegar por las mañanas segundos antes de que comenzaran las clases y el corazón se le saltaba, feliz y entusiasmado. Pero después ella le dirigía un tímido saludo para escabullirse a su asiento y eso se lo desinflaba.

Ella no sabía que él era Chat Noir.

Así que cuando le veía no recordaba las noches de risas, de bromas, de mimos... Pero él sí, en cuanto la veía se le aceleraban los latidos y no podía pensar en otra cosa más que en abrazarla y aspirar el dulce aroma de su cabello.

Antes estaba un poco rara se dijo, pensando en lo que había pasado en el aula. Era imposible que hubiese adivinado que hablaba de ella, pero parecía nerviosa por algo. Y un poco triste añadió.

Ahora conocía mucho mejor sus gestos y la última mirada que le lanzó antes de salir por la puerta había sido de pena.

Por desgracia, no podría hacer nada hasta la noche.

Se cargó la mochila al hombro y salió de los vestuarios. Atravesó el patio de la escuela y antes de llegar a la salida se encontró con Nino y Alya. Se detuvo un momento antes de que ellos le vieran y los observó con curiosidad; estaban en una esquina cuchicheando y al fijarse mejor, notó que Nino sostenía la mano de su novia y le acariciaba con el pulgar.

Sonrió.

Marinette llevaba razón se dijo.

Llegó a degustar un ligero toque de envidia en la punta de su lengua; él no podía cogerle la mano a Marinette en la escuela y mucho menos acariciarla así... Volvió a mirar la hora, impaciente. Solo habían pasado unos minutos.

—¡Hola! —Le saludó Alya al verle llegar, parecía exultante—. ¡Tu entrevista está siendo un éxito!

—¿Ah, sí?

—No hace ni tres horas que la subí al blog y ya tiene más de cien mil visitas —Reveló eufórica—. Si esto sigue así tendremos que hacer otra.

>>. Eso sí, tendrás que desvelar el nombre de la chica misteriosa esta vez.

—¿Qué chica misteriosa? —quiso saber Nino.

Adrien, nervioso, meneó la cabeza e intentó de buscar una excusa creíble pero algo le distrajo. El sonido que más le gustaba escuchar en el mundo. Se abrió paso sobre el jaleo del patio y le hizo estirar el cuello.

La risa de Marinette.

Se giró buscándola con la mirada, sin preocuparse de nada más. Pero cuando la halló, su sonrisa se congeló. La chica estaba junto a la puerta del despacho del director y a su lado había un chico que él no conocía. Uno tan alto que Marinette tenía que estirar totalmente el cuello para mirarle a los ojos. El chico hablaba y gesticulaba con sus manos de forma exagerada.

Ella volvió a reír con ganas, y esta vez el sonido le golpeó como si fuera un puñetazo en su estómago.

—¿Quién ese ese tío?

Algo hubo en su tono que hizo que sus dos amigos se miraran entre sí, después a Marinette y a su acompañante, después a él mismo, otra vez intercambiaron una mirada y para finalizar tal baile, regresaron a él.

—Es Claude Bonnet —explicó Alya con una ceja arqueada—. El delegado de la clase de al lado.

—Es un tipo divertido —añadió Nino.

¿Divertido? Pensó Adrien, sintiendo una acalorada tensión que iba extendiéndose por sus brazos y sus piernas.

—Sí, ya lo veo —murmuró, apretando la mandíbula sin darse cuenta. Lo dijo en el instante en que una nueva carcajada escapaba del pecho de la chica—. ¿Qué le está contando que le hace tanta gracia?

El rostro se le estaba acalorando y por más que quería, era incapaz de apartar los ojos de ellos. El tal Claude tenía una dentadura grande y blanca, que sobresalía cada vez que hablaba. Solo podía oír su voz estirada y musical, pero no entendía lo que estaba diciendo.

Marinette le observaba casi sin parpadear, con una sonrisa divertida que no se despegaba de sus labios. Los ojos brillantes, las mejillas coloreadas...

—Creo que el director Damocles había convocado a todos los delegados para una reunión sobre un asunto escolar —explicó Alya.

Eso no suena muy divertido terció su mente, agitada. ¿Y dónde están el resto de delegados? Allí solo estaban ellos dos...

Marinette volvió a reír, bien alto y sacudió la cabeza de esa forma tan adorable en que lo hacía cuando el estómago le dolía y no quería seguir riendo. Movió un brazo y su mano rozó al chico.

—¡Para, ya! —Le pidió, entonces.

Adrien retuvo su respiración.

Por fin, parpadeó y apartó sus ojos.

Sentía algo extraño en su cuerpo... como nauseas que también eran como calambres en su abdomen. Y sudor recorriendo su cuerpo. ¡Ah, ¿qué le ocurría?!

¿Estaría enfermo?

—Tío, ¿estás bien? —Incluso pegó un salto cuando sintió la mano de Nino sobre su hombro

—¡¿Eh?! ¡Sí! —Resopló y apretó los párpados—. Es que... tengo que irme.

>>. Llego tarde a mi clase de...

No se le ocurrió más, así que echó a andar rumbo a la puerta y no paró hasta estar en la calle. El aire le dio en la cara, pero estaba cargado y recalentado. Ese día el sol había estado calentando las calles y los edificios.

El coche de su padre no había llegado aún.

De un modo un poco tonto, se palpó el cuerpo y comprobó que los síntomas estaban remitiendo, aunque la imagen de su amiga con ese chico no se le iba de la cabeza.

Algo le seguía rugiendo en lo más hondo de sus entrañas.

No me gusta que otro chico la haga reír de ese modo admitió, apesadumbrado. Eso es casi lo único que puedo hacer por ella...

..

—Nuestros conflictos internos se hacen visibles durante el baile—

..

Marinette se mordió el labio inferior antes de apoyar la mano en el asidero de la escalera que llevaba a la azotea. Miró hacia arriba, hacia la oscuridad.

Y resopló.

Aún se sentía extraña por lo que había pasado en el instituto y por eso, para darse un poco más de tiempo, decidió subir por sí misma en lugar de llamar a Chat Noir. Tendría veinte minutos más en los que esperaba que, lo que la tenía tan inquieta, se le pasara.

Aunque eso no había desaparecido en las horas que habían transcurrido desde el incidente.

¿Por qué lo haría ahora?

Empezó la penosa subida agradeciendo los chirridos quejumbrosos y siniestros de la estructura que se quejaba por tener que soportar su peso. Se perdió en los crujidos y sus pensamientos parecieron darle un respiro, pero en cuanto se acostumbró y su mente quedó libre, estos regresaron.

¿Por qué se había sentido así al oír a Adrien hablar de otra chica?

Kagami concretó. Aunque no tenía importancia si era ella u otra. Bueno... admitió enseguida; el malestar sí era más intenso tratándose de una desconocida.

Marinette ya había aceptado que Kagami era la elegida, lo hizo aquel día junto al río Sena. Y lo entendía. Adrien y ella eran iguales, estaban bien juntos y Kagami le caía bien por lo honesta que había sido en todo momento. Le había dolido entonces, pero entendía que debía ser así.

Pero pensar en otra chica... Ya no podía consolarse pensando que, quizás, ella habría ocupado el segundo lugar en el corazón del chico.

Aunque esas eran ideas que formaban parte del pasado, en cualquier caso.

Tras su vuelta de Nueva York había decidido que superaría sus sentimientos por Adrien. En los últimos días apenas había pensado en él más que cuando se encontraban en clase. Sí, su presencia aún la descolocaba un poco y todavía sentía un cosquilleo molesto cuando él la miraba o la hablaba. Pero haber dejado de pensar en él todo el tiempo ya era un logro.

¿Por qué entonces le había sentado tan mal oírle decir eso?

Los ratos que paso con la chica que amo son los que más hacen bailar mi corazón...

Marinette siguió subiendo, aferrándose cada vez con más fuerza a los asideros.

Son unas palabras hermosas.

Pero, ¿qué significaba en realidad eso de hacer bailar un corazón?

Cuando llegó arriba y echó un vistazo a la azotea descubrió que Chat Noir aún no estaba allí. Había estado, porque los focos y las velas estaban encendidas, la hamaca estaba montada, la música sonaba...

Sonrió enternecida... hasta que el pecho se le encogió de la impresión.

Se dio cuenta, en ese instante, de que no le preocupaba ese malestar por lo que era, pues estaba acostumbrada a sentirse así por Adrien. Lo que la inquietaba de sentirlo era que... ya no tenía derecho. No tenía por qué sentirse así y tampoco debía. Ahora ya no.

Chat Noir estaba con ella y si seguía perturbándose por culpa de Adrien... ¿estaba siendo desleal al héroe?

Eso era lo que la tenía tan triste. Y también... decepcionada consigo misma.

Avanzó por la azotea haciendo una mueca y buscó señales del chico, no se le ocurrió a dónde podría haber ido pero supuso que no tardaría en volver. Se rozó el rostro, imaginando la mueca de desasosiego que estaría poniendo y no quiso que la viera así, ni preocuparle por nada.

Esas cosas están prohibidas aquí se recordó. Aunque en realidad, nunca hablaron de prohibiciones.

Respiró hondo y cerró los ojos para calmarse. Intentó ejecutar las respiraciones tranquilas que Chat le había enseñado, pero no le ayudó. Así que se quedó de pie escuchando la música y balanceándose sobre sus pies.

Chat Noir siempre escogía las canciones más bonitas para ella.

Si pensaba solo en él, su interior se llenaba de algo cálido y liberador. Algo que la hacía sentir más ligera, más libre de su propia decepción. Estaba disgustada con sus sentimientos. ¿Por qué no podía controlarlos mejor?

Deseaba dejar se sentir algo por Adrien y así poder entregarse por completo a sus sentimientos por Chat Noir.

De manera inconsciente, sus brazos se separaron del cuerpo y empezaron a agitarse con suavidad. Arriba, abajo, formando ondas como las ramas de los árboles que bailan al son del aire. Un calor agradable se extendió hacia sus piernas que se agitaron en busca de movimiento.

Despacio, estirándose y recogiéndose, incluso se atrevió a girar sobre sí misma. Siguió el ritmo sosegado de la música hasta que este empezó a acelerarse, y su cuerpo, ahora tan liviano como cuando surcaba el aire aferrada a la cuerda de su yo-yo, lo siguió, aumentando su velocidad.

Había logrado dejar de pensar pero esa sensación de frustración y confusión seguía latiendo en ella, guiando sus torpes pasos de baile. Buscaba una liberación, pero de pronto se sintió mareada y perdida.

Giró, retrocedió, se tambaleó. La inercia del movimiento hacia que se balanceara en dos direcciones distintas, tiraban de ella con igual fuerza.

¿Era eso posible?

¡No!

Debía haber una más fuerte que la otra.

La cabeza le dio vueltas y sintió un vértigo temible aturullándola. Entonces, sus pies chocaron contra algo y perdió el equilibrio. Apretó los parpados, con los brazos envolviendo su cuerpo y esperó el merecido dolor por su indecisión pero... en el último instante, algo la sostuvo, atrapándola antes de que rozara el abismo y se perdiera.

—¡Por los pelos, princesa! —Marinette abrió los ojos, el rostro de Chat Noir estaba sobre el suyo. El chico, agachado en el suelo, la sostenía por la espalda—. La próxima vez espérame para el baile.

..

—Bailar nos exige adaptarnos al cuerpo y a los movimientos de otra persona—

..

Chat Noir había llegado tan solo un minuto antes de que Marinette empezara a bailar.

Durante las horas de separación el chico se había esforzado por cambiar su actitud y así, acudir a la cita del mejor ánimo posible. Pues tenía una misión importante por delante; iba a hacer reír tanto a la joven que se olvidaría de cualquier broma estúpida que el tal Claude la hubiera contado.

Se olvidará hasta de su nombre... ¡Claude!... No es para nada divertido.

Reflexiones que le habían acompañado en su trayecto hacia la azotea. Y cuanto más rápido y seguro corría por los tejados, más sentía que su alegría natural volvía a él. La expectación y la emoción por reencontrarse con la chica.

Habitualmente, eran otra suerte de pensamientos los que le guiaban hacia allí; Marinette... besos... mimos... Y que jamás compartiría con nadie porque le avergonzaban.

Cayó, sigiloso, cerca de las sombrillas de colores apoyadas en el muro y descubrió, complacido, que ella ya estaba allí. Pero le bastó una mirada para captar su semblante apesadumbrado que no cambió, ni siquiera cuando ella se puso a bailar, sola, en mitad de la azotea.

Se quedó embobado mirándola.

Era una imagen arrebatadora; sus movimientos, sus giros, la expresión seria de su rostro. Le produjo la misma sensación descorazonadora que el día del puente, cuando la vio girando bajo la lluvia entregada a sentimientos que parecían oscuros y desgarradores.

Se estaba empezando a inquietar cuando la vio tropezar y saltó, por puro instinto, atrapándola antes de que cayera. Se sintió mejor al tenerla de vuelta en sus brazos.

—No sabía que eras tan buena bailarina —Le dijo, tras ayudarla a ponerse en pie. De hecho sí lo sabía, puesto que habían bailado juntos un par de veces, pero se lo calló—. Yo también soy muy bueno, ¿sabes?

—No me cabe duda —respondió ella.

—Observa mis movimientos —le dijo con un confiado guiño.

Esa era una buena manera de empezar a animarla, ¿verdad?

Se echó hacia adelante e imitó el baile desternillante que ya llevó a cabo aquella vez, mientras fingía ser un policía y esperaba junto a su lady a que Mr. Pichón apareciera. Realizó los movimientos exagerados de brazos y piernas, los saltitos descontrolados y los pasos hacia atrás de la forma más cómica que pudo.

Y sin embargo, cuando miró a Marinette esta le observaba con una débil sonrisa, pero no se reía. Cruzada de brazos parecía tan melancólica como antes. El corazón se le agitó.

—¿Qué ocurre? —preguntó, pero ella se limitó a sacudir la cabeza sin más.

Hacía un rato se había reído por los chistes de ese otro chico... ¿Cómo es que ahora él no lograba arrancarle ni una risita? Chat Noir se puso nervioso, mirando a su alrededor, empezó a perder su aplomo.

Hacer reír era lo que mejor se le daba. Era un payaso, eso le había dicho ella con alegría.

Siempre consigues que me ría...

Pero ahora... algo iba mal.

¿El qué? Se preguntó desesperado.

Respiró hondo e intentó calmarse. Marinette seguía callada, con la mirada perdida en el suelo, pero los sonidos de la noche inundaban el lugar; los pitidos amortiguados de los coches en la distancia, las voces de los viandantes, las notas de la música...

A pesar de estar triste, Marinette se había puesto a bailar. Puede que un bailecito cómico no fuera lo apropiado para su estado, pero quizás otro tipo de baile...

Chat Noir dejó a un lado su bastón y le tendió una mano.

—Bailemos juntos —le propuso. Y añadió, dotando a su gesto de gravedad—. En serio.

>>. Sin bromas.

Ella le miró, vacilante, pero él resistió firme y seguro hasta que lo aceptó.

Tiró con suavidad de su muñeca hasta el centro de la azotea y levantó su otra mano para colocarla en la espalda de la chica, como había hecho las otras veces pero... en lugar de eso, guio las pequeñas y delicadas manos hasta su propio cuello. La rodeó por la cintura, estrechándola con suavidad y despacio, empezaron a moverse.

La melodía que oían no era muy bailable y pensó en ir a cambiarla, pero entonces Marinette cerró su brazo, pegándose a él y se olvidó. Buscó un ritmo adecuado para sus pasos, pero se notaba rígido y tenso, como si no supiera qué hacer.

O si aquello era buena idea.

¿Qué le pasa? Se preguntó, bajando la cabeza sobre la de ella. ¿Tendrá que ver con esos secretos que guarda?

No debía preguntar pero... ¡Ojala pudiera saberlo sin necesidad de hablar!

Estaban tan cerca que los pensamientos y deseos de Marinette bien podrían viajar hasta él, hasta su cerebro, para así saber cómo ayudarla.

Cerró los ojos y lo que sintió fue que se quedaba solo en el mundo.

Respiró despacio y se centró en lo que podía percibir de la chica; su olor, su temperatura, sus pasos... estaba ahí, con él. Chat Noir se concentró todavía más. Captaba la languidez pesada de sus movimientos y que de algún modo, ella se estaba reprimiendo. No entendió la razón, pero se forzó a ajustarse a ella, reduciendo la velocidad a la que movía los pies.

Estoy contigo trató de transmitirle. Y a cambio, Marinette se inclinó, reposando en su pecho y sus brazos se cerraron en torno a sus hombros, abrazándole. Permitiendo que la sostuviera.

Chat Noir sonrió, animado.

Creo que empiezo a oírte, princesa.

Y sí, podía oírla lanzar leves suspiros cerca de su cuello, como si algo le pesara. ¿El qué? No sabía, pero entonces la levantó por la cintura y realizó una vuelta completa. Marinette se aferró a él, sorprendida, y cuando sus pies volvieron al suelo, por fin la escuchó exhalar una risita.

El corazón de héroe se estrujó, espléndido y contento.

Y entendió.

Esa noche no era adecuada para bromas y tonterías, pero esa no era la única manera de animar a una persona, ¿verdad? Se había convencido de que el humor era su única cualidad válida, quizás porque Marinette era de las pocas personas que habían valorado esa característica en él.

No obstante, podía hacer otras cosas por ella. Chat Noir descubrió que era mucho más que un payaso.

Y mientras bailaban, el cuerpo de la chica se relajó más y más. La tensión se iba diluyendo y su respiración se volvía adormilada.

Princesa...

Entonces fue cuando él también se permitió disfrutar del momento. Estrechándola con amor y sintiendo como ella se aferraba a él, confiada.

La felicidad no siempre es una explosión de nerviosa energía electrizante que finalizada en una sonora carcajada. También puede ser un sentimiento sosegado, intenso, profundo que se expresa en un dulce suspiro... que hace bailar tu corazón.

..

—En el baile siempre opera una suerte de felicidad

..

Marinette se apartó para mirar a Chat Noir.

Por encima de las bombillas con su luz artificial y del resplandor dorado de las velas, la luna estaba casi llena en el cielo. Como un enorme ojo amigable que los observaba y sonreía.

Su corazón estaba ensanchado, a rebosar de amor y plenitud. Y no era... exactamente lo que una vez había sentido por Adrien, pues detrás de ese amor siempre había miedo al rechazo, inseguridad, impaciencia.

El amor de Chat Noir era distinto. Era sólido, divertido y tierno. Se había sentido culpable al creer que su malestar era inadecuado, que no debía existir. Pero si se negaba ese sentimiento, ¿cómo podría permitirse los otros?

Su miedo a fracasar como guardiana, su pena por distanciarse de la gente que amaba, sus casi extintos celos por Adrien que aún resistían... todo ello formaba parte del baile de emociones que componían su vida. Y si quería sentir libremente todo lo bonito y alegre que Chat Noir le brindaba, debía sentir también el resto.

Porque cuando no te permites sentir algo, lo demás en tu vida pierde parte de su alegría.

¿Y qué si aún le dolía oír a Adrien hablar de su amor por otra? Ese sentimiento no era ni la mitad de poderoso que lo que sentía en esos instantes con Chat Noir. No era tan importante y supo que acabaría desapareciendo con el tiempo. Pero su amor por el héroe no lo haría. Porque ese amor siempre había existido, aunque se hubiera disfrazado de compañerismo y amistad durante un tiempo.

Era estable, perdurable. Aunque cambiara de nuevo, jamás dejaría de existir.

Un pensamiento tonto le cruzó por la mente haciéndola sonreír.

Y así el gatito se salió con la suya... y atrapó a la mariquita en sus garras.

En sus dulces y amorosas garras.

—¿Qué? —preguntó él, al ver su sonrisa—. ¿Qué piensas?

—Nada —respondió. Sus mejillas se encendieron y sus ojos huyeron por un momento—. Solo que... —La voz le tembló por la emoción—; tú haces que mi corazón baile, Chat Noir.

Sorprendido, titubeó un momento.

—¿Sí?

Marinette asintió, segura de que así era.

Se elevó sobre las puntas de sus pies y le besó. Colocando sus manos en la nuca del chico, lo atrajo hacia ella con amor y él respondió, entusiasmado, acariciándole la espalda, acercándola aún más.

Los besos compartidos hasta ahora habían sido dulces, amorosos. Un poco tímidos y emocionantes, de los que arrancan sonrisas nerviosas y miradas de ensueño.

Pero este fue diferente. Más largo y profundo, hizo que sus corazones se estremecieran a la vez, con la ilusión de que se fundían el uno en el otro, que sus almas abandonaban sus cuerpos y se unían en una danza íntima y especial.

Casi eterna.

..

—Bailar es capturar el ritmo de la vida en nuestro corazón

...

.

.

.

¡Hola, miraculers!

¡Feliz viernes! ^^

¿Alguien de aquí sabe bailar? Confieso que yo soy pésima bailando ¬¬ Creo que porque soy muy tímida, así que no me dejo llevar y hago extraños movimientos cuando lo intento, jajaja. Quizás por ese, al leer esta palabra, pensé que este capítulo me daría problemas.

Bueno... Era obvio que tendría que haber un baile marichat en este reto, aunque no quería basar todo el capítulo en eso. He buscado definiciones de bailar y frases de personas ilustres sobre ello, a ver si me inspiraba y después de escribirlas todas en un papel... esto ha salido, jejeje.

¿Os ha gustado?

¡Espero que sí! Aunque no sé si ha quedado un capítulo un poco raro...

Gracias por todos los comentarios de ayer ^^ Me alegro que el AU os siga gustando. Tengo ya seleccionadas algunas palabras del reto para continuar con esa pequeña historia, a ver qué tal sale, jajaja. Os agradezco vuestro sincero apoyo de cada día. Soy feliz si se que disfrutais leyendo este fic.

¡Besotes para todos y todas!

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