She's a Fighter ©

By LizThorton

60.6K 2.7K 234

Ganarme la vida nunca fue algo fácil, siempre me ha costado sudor y cansancio. Muchas veces hasta sangre. Des... More

She's a Fighter
Prólogo
Capítulo 1: ¡¿Un compañero?!
Capítulo 2: Pequeños huérfanos.
Capítulo 3: Llantos de medianoche.
Capítulo 4: En la cornisa.
Capítulo 5: Confesiones.
Capítulo 6: ¡Fiesta! Parte 1
Capítulo 7: ¡Fiesta! Parte 2.
Capítulo 8: Leo mentes.
Capítulo 9: ¿Yo? ¿Princesa?
Capítulo 10: Hambre, no moscas.
¡AVISO!
Capítulo 12: Te necesito.
¡Último avisooooo! (Buenas noticias)

Capítulo 11: Caída libre.

5.7K 149 15
By LizThorton

-Hola, Kath.- saludé a la nueva recepcionista de Raynold. La anterior estaba de licencia por maternidad. Al parecer estaba embarazada y por algunas complicaciones debía quedarse en su casa hasta el parto.

-¡Chloe!- me dio dos besos, uno por cada mejilla y revolvió el pelo de Judy.- ¿Cómo estás?

-Muy bien, por suerte. Ya puedo volver a mi labor.- pronuncié con una sonrisa cálida.

Esa chica me caía bastante bien, ya fuera por su cabello azul o porque su personalidad era parecida a la mía. Ella también me sonrió y sus ojos se achinaron a causa de eso. Era muy simpática.

-Necesitarás mucha suerte, Chloe.- me dijo en tono confidente y bajando la voz.- Sather está de un humor de perros. Creo que está cabreado con ustedes dos. Jayden y tú, digo.

Reí porque sabía que era cierto y porque me divertía su acento inglés. Definitivamente me hubiera gustado poder hablar así, era encantador. Apuesto a que muchos caían solo por eso.

-Gracias, Kath. Ahora debo entrenar con Judy, pero en cuanto termine me paso por aquí para seguir hablando.

Ella asintió y continuó llenando un par de formularios y haciendo cálculos matemáticos muy elaborados.

Tomé la mano de la niña que tenía una mueca de disgusto y le di un apretón.

-Tranquila, cielo. Tú solo entrenarás dos horas.- me acerqué a su oído.- Yo cinco.

-No tengo muchas ganas, Chloe. No quiero entrenar.

-Yo tampoco, pero debemos hacerlo. Tienes que aprender a defenderte sola.

Tiré de ella hasta el elevador y subimos sumidas en un silencio profundo. Cuando llegamos a la última planta y entramos en el salón de entrenamiento me encontré con el enorme ventanal abierto de par en par y Jayden tirado en el suelo sin camisa y todo sudado. Tenía la respiración entrecortada y se notaba a millas que intentaba regular su ritmo cardíaco.

No lo veía desde hacía tres días, en el parque.

-¡Jay!- gritó la niña y se abalanzó sobre su pecho y lo rodeó con sus pequeños brazos.

Él se limitó a reír y abrazarla mientras me miraba fijamente. Le sostuve la mirada, tan intensamente como pude para incomodarlo. No parecía reaccionar a lo que Judy decía, así que aclaré mi garganta, todavía sin apartar los ojos.

Al final, Jayden perdió la guerra.

-Las estaba esperando.- dijo poniéndose en pie

Sonreí lentamente y me metí de cabeza a entrenar.

(***)

Un chorro helado de agua me recorrió con gozo la espalda sudada. Parecía caer en cámara lenta, gota por gota, aliviando el calor abrasador que sentía. Cinco horas de entretenimiento mínimo más una agregada por mí eran suficientes para dejarme agotada.

Sentía las piernas agarrotadas y el pelo apelmazado. Cada respiración me ardía y amenazaba con sacarme algunas lágrimas inevitables. Tenía los pulmones desinflados y resentidos, pero a pesar de todo, ese dolor me sentaba bien.

Masajeé mi cuero cabelludo y dejé que el agua se llevara la espuma, como se iba llevando los nudos de mi cuello.

Las perlas de sudor que antes cubrían mi sien ahora habían desaparecido dejando una agradable sensación en su ausencia.

Cuando terminé de bañarme, alargué la mano para tomar mi toalla y me envolví para poder salir y vestirme.

Las duchas estaban desiertas y no se escuchaba nada más que mis respiraciones y algunos caños goteantes. Odiaba tener que ducharme en el mismo edificio en donde trabajaba, pero solo me quedaban quince minutos para presentarme en la oficina de Sather. Por más de que manejara a cien kilómetros por hora, no alcanzaría a llegar a tiempo.

Abrí la taquilla que me habían asignado y saqué un conjunto cómodo para trabajar: unos leggins negros muy ajustados y una vieja blusa sin mangas que se adería a mi abdomen. Eso sumado a mis típicas deportivas.

Cepillé mi cabello y lo sujeté en una coleta algo desprolija. Solté algunos mechones y cuando la sentí bien cómoda salí con paso decidido hasta la oficina de mi dichoso jefe.

Atravesé muchos corredores, pasé por mucha gente trabajando, subí dos plantas y por fin me encontré delante del escritorio de Kath.

Jayden estaba allí, pero Judy ya no. Supuse que Stacy había pasado a recogerla de camino a casa de su antigua nana.

-Chloe, Raynold está demorado. Al parecer tuvo problemas personales y no llegará hasta dentro de un rato.- anunció la chica de pelo azul.

Ya no estaba sonriente si no que algo fastidiada. Jayden me echó un vistazo y luego se acercó más a ella. Le susurró algo al oído que la hizo poner los ojos en blanco y alejarse instantáneamente.

-Eres un cochino acosador. No te me acerques, sé golpear.- espetó Kath y me miró suplicante.

Reí y me acerqué a ellos dos. Me senté sobre el elaborado escritorio y miré mal a Jayden que solo se encogió de hombros.

-¿Cómo lo soportas?- preguntó ella.

Me encogí de hombros y fijé mi mirada en el suelo. Nadie hablaba, solo se escuchaban nuestras respiraciones. Levanté la vista y me percaté de que ambos esperaban una respuesta por mi parte, así que sonreí para enmendar mi error.

-Entre tú y yo... le estoy planeando una muerte dolorosa.- pronuncié con el mejor tono macabro que logré. Pero al final terminé con una mueca que nos hizo reírnos a todos.

-Yo me apunto.

-¡Estoy aquí! ¡Puedo oírlas!- dijo Jayden falsamente ofendido.

Volvimos a reír al unísono hasta que llegó el silencio incómodo. Tenía las piernas demasiado agarrotadas y ya sentía un cosquilleo en la punta de los dedos del pie.

-¿Quieres ir a tomar algo luego, Kath?- preguntó Jay dedicándole un sonrisa coqueta. Me mordí el labio inferior y puse los ojos en blanco.

-¿Solos?- me miró a mí y me encogí de hombros otra vez.- Primero me vuelvo una rubia oxigenada llena de plástico.- le guiñó un ojo.- Además, tengo novio.

Ambos abrimos mucho la boca y nos quedamos pasamdos, mirándola. Para ser sincera pensaba que Kath era una de las mías, esas que no buscan una relación hasta tener las cosas claras en la vida, pero al parecer no era así. O, tal vez, ella sí tenías las cosas claras. O, su pareja y ella no iban lo suficientemente serio.

Tampoco puedo decir que nunca tuve un novio, eso sería mentir olímpicamente.

-¿T-tienes novio?- balbuceó él.

Kath asintió con la cabeza y se quedó pensativa por unos instantes.

-¿Acaso tú no tenías novia también? Sky... Sarah... Algo así.

-Samantha.- corregí mirando realmente mal a Jayden.- Y creí que empezarías a respetarla.

-Por eso terminaré con ella. O por lo menos eso haría si Kath aceptaba.

Gruñí pero sonreí a la vez. No te molesta, Chloe. Déjate de niñadas. ¡Pon tu mente en blanco! No pienses en nada. Gritaba mi subconsciente.

-Podríamos hacer una triple cita. Es decir, Alex, yo, tú, Sam y tú, Chloe, con alguien al que quieras invitar.- señaló Kath. No era para nada mala idea.

Sonreí inconscientemente al pensar en una catastrófica velada en donde Sam y yo termináramos peleadas, Jayden y ¿Alex? golpeándose por algo, Kath en el baño con dolor de estómago y Luke bebiendo soda dietetica.

Oh, sí. Lo había olvidado. Si tenía que ir con alguien, sería Luke. ¿Con quién más?

El nombre de Eric vibró en mi cabeza, pero aparté ese estúpido pensamiento al recordar a su novia. Y yo no era la segunda opción de nadie.

-Suena divertido.- me encogí de hombros solo para presionar a Jayden que se veía más indeciso que nunca.

-Claro, sería genial.- admitió después de unos segundos silenciosos.

Sin que pudiéramos decir más nada, los guardias de Sather hicieron su aparición, seguidos por el nombrado anteriormente. Vestía un saco de cachemira ridículamente pequeño y afeminado. Sus pantalones eran de chandal y descuidados. ¿Acababa de despertarse o qué?

-Señor.- dije con un asentimiento de cabeza mientras me ponía en pie y saludaba a Kath.

Seguí al pelotón de guarda-espaldas hasta la oficina y, cuando tuve frente a una silla, no lo dudé y me senté.

Tenía las piernas muy adoloridas y me costaba mover los brazos. Antes consideraba esa sensación como satisfactoria, pero en ese momento no. Moría por una buena noche de sueño.

Además, al día siguiente tenía una jornada especial de la universidad. A pesar de estar en vacaciones, tenía que asistir a un curso que me daría créditos extra y servía bastante.

Jayden se colocó detrás de mí y posó sus manos sobre mis hombros. Esbocé una débil sonrisa y esperé pacientemente a que nos dieran las instrucciones.

-Bueno, como sabrán, estoy al tanto del ataque en esa fiestecilla suya. También sé que tú, Zurina, conoces a esos tipos y que lo que buscan es asesinarte. A ambos, ahora.- inició Raynold esparciendo mal aliento por todas partes.- Estoy ansioso por saber quién es el dirigente de esa mafia. Quiero conocerlo y asesinarlo. Me da mala espina y temo que se entrometa con mi empresa.

Cerré los ojos con fuerza y asentí. No sabía hacia dónde se dirigía la conversación, o cuál era su punto. Decidí escuchar atenta hasta el final.

-La misión que les tocará hoy es infiltrarse en su sede y averiguar algunas cosas para mí. Es muy arriesgado, pero tienen que sobrevivir.- nos echa una mirada de extrema furia.- Mis chicos encontraron una dirección,- dijo dirigiéndose a algún matón en especial.- quiero que si encuentran al maldito superior me lo traigan. ¿Entendido?

Ambos soltamos un sí, señor monótono y me puse en pie. Cuanto antes me largara de allí, antes llegaría a mi casa y me echaría a domrir.

Salimos con la espalda erguida y serios, sin mirarnos entre nosotros y un poco cabizbajos. Una vez fuera del imponente edificio me propuse hablarle.

-¿En qué iremos hasta allí?- pregunté.

Jayden miraba su teléfono, a donde Sather había enviado la dirección. Se encogió de hombros y me miró fijamente.

-Mi auto está aparcado a dos calles. No es grande, podemos esconderlo.- dijo con voz ronca. Estaba algo preocupado y lo notaba en la forma en la que tensaba los músculos de sus brazos.

-Mi moto está a dos calles también. Podemos ir para allá y decidimos en cuál de los dos ir.

Asintió con la cabeza y caminamos en silencio las dos calles que nos separaban de nuestros vehículos. Al llegar, lo primero que logré ver fue cómo Jayden miraba con adoración un viejo auto. O pedazo de chatarra, porque no estaba segura si eso de verdad era un auto. Mi moto estaba detrás, pero él apenas se fijó porque de un momento para el otro ya estaba apoyado sobre la puerta de color celeste.

-Te presento a mi bonito niño.- dijo orgulloso de... ¿de qué?

Solté una carcajada animada, pero a la vez tensa. Con esa misión podría haber estado conduciéndome a un suicidio seguro, o a una muerte lenta y dolorosa.

-No. Olvídalo.- exclamé al tiempo que posaba mi mano en el asiento de cuero de la moto.- No pienso subirme allí. Iremos en mi moto, hará menos ruido que tu... niño.

-Para tu información, él es italiano.- repuso en todo de burla y haciendo raros gestos con los brazos.

Soltó un largo suspiro y accedió sin que tuviera que insistir. Se colocó el casco que le tendí mientras yo me subía y esperaba. Cuando estuvo listo, se sentó detrás de mí y me rodeó con sus brazos, atrayéndome hacia su pecho.

-¿Qué haces? ¿Tienes miedo?- dejé escapar con un resoplido. Me estaba asfixiando.

-Sí.- admitió él y aflojó un poco el agarre en mi estómago.

-Bueno, entonces solo cierra los ojos, porque no iré despacio.

Y así encendí el motor.

(***)

Llegamos en absoluto silencio a una calle demasiado alejada de la civilisación. Sentía los acelerados latidos de mi corazón en mis orejas y la respiración agitada de Jayden an mi cuello. En todo el viaje no me había soltado. Es más, me había agarrado cada vez con más fuerza hasta el punto en que tenía sus dedos marcados en mi abdomen.

-¿Estás bien?- pregunté.

Soltó un efusivo sí para ser verdad.

-¿Sigues con miedo?

-No. Nunca lo tuve. Solo era una excusa.

Esbocé una sonrisa amarga y me mordí el labio inferior. Le di un suave codazo y negué con la cabeza.

-Déjate de esas cosas que todavía tenemos que esconder mi moto.

Estábamos estacionados en frente de ese edificio, si así se podía llamarlo.

Parecía un depósito abandonado con varias plantas superiores. Las ventanas estaban hechas añicos y las escaleras de emergencia no me inspiraban confianza. Dentro se podían percibir algunas luces, pero no lo suficientemente nítidas como para ser de focos. Tal vez eran linternas.

Un escalofrío me recorrió la espalda y me erizó el vello de los brazos.

-¿Qué tal si conduces un kilómetro más y la escondemos allí? Creo que será más preventivo.- dijo en un susurro.

Sopesé la idea unos cortos segundos hasta que un débil halo de luz salió por una de las ventanas en la planta baja. Me sobresalté cuando la puerta principal comenzó a abrirse y aceleré con el corazón en la boca.

Conduje un tramo más. Para nuestra suerte, en esa parte había más árboles y arbustos. Cuando me aseguré de que nadie nos había seguido aparqué detrás de un roble robusto y dejé a un lado el casco de Jayden. Nos bajamos al unísono y sin decir ni media palabra, comenzamos a caminar lo más ocultos posible.

Pasaron los minutos y yo intentaba desconectar mi mente. Solo movía las piernas para seguir avanzando como se suponía que debía hacer.

Si me sentraba en el dolor que me producía cada paso, podía alejarme un poco de la incertidumbre y... el miedo.

Sí, tenía miedo.

Y no por mí, si no por Jayden. ¿Qué si nos decubrían y le hacían algo por mi culpa?

-Llegamos.- soltó en un murmullo grave.

Despegué la vista del suelo y la fijé en una escalerilla diminuta y frágil. Tal vez soportara mi peso y yo ayudaría a subir a Jayden. Por lo menos hasta el primer recinto de la escalera de emergencia.

Subí. Pie por pie. Y sin darme cuenta, ya estaba agazapada contra la baranda de un recinto pegajoso y húmedo. Extendí el brazo y él me lo tomó. Tuve que hacer bastante fuerza para lograr subirlo y, cuando lo conseguí, ambos teníamos la respiración entrecortada.

-Vamos.- dije y continué subiendo por otras escaleras contiguas.

Debía revisar cada peldaño que subía. Caer al precipicio no era la idea más agradable que se me ocurría. Y, al estar podridos y viejos, cada movimiento era peligroso.

-¿Llegamos?- preguntó Jayden en voz un tanto alta. Lo comprendía, yo tampoco podía regular lo que saliera de mi garganta, pero por esa razón no hablaba.

Fruncí el ceño y lo fulminé con la mirada. En otro momento le hubiese dado un codazo o algo por el estilo, pero allí mis manos no paraban de temblar.

Mente en blanco, mente en blanco, me repetí una y otra vez para tranquilizarme. Cada cosa que pensaba era un pinchazo más en mi interior. Y, si no me relajaba pronto, aqullo no acabaría bien.

Me acerqué lentamente y con paso titubeante a lo que supuse debía ser una ventana cubierta solo por un tablón de madera mal colocado. Con un movimiento preciso le di un fuerte golpe en el centro y este se partió. Introduje una pierna y al comprobar que el suelo allí era firme avancé.

Jayden me siguió de cerca, casi pisándome los talones. Respiré entrecortadamente y continué repitiendo esa estúpida frase como mantra. Mente en blanco, mente en blanco.

Enfoqué toda mi atención es ser silenciosa y ágil, con movimientos calculados, medidos y siempre en posición de ataque. Mi compañero se había armado con una gran pistola con silenciador. En cambio, yo había escogido una especie de cuchillo extremadamente largo y con filo letal. Algo así como una espada, pero menos pesado y más pequeño.

Mis deportivas repiqueteaban en el suelo metálico y mis ojos se iban adaptando poco a poco a la oscuridad. En mi mente estaba grabado el golpe repetitivo de alguna gota que retumbaba en algún lugar.

-Sígueme.- dije sin voltearme pero no obtuve respuesta.

Un carraspeo grave seguido de una tos seca me hicieron alarmarme. De un salto me di la vuelta y encontré a un gran hombre vestido de verde asfixiando a Jayden.

Mi primera reacción fue ahogar un gritito y después me abalancé sobre ellos. Clavé mi arma en el hombro de aquel extraño y empujé a Jayden lejos nuestro. Sus mejillas estaban moradas y sus ojos desorbitados.

Me enfoqué en atavar una y otra vez al hombre. Le di algunas patadas, puñetazos e incluso lo dejé sin aire con una patada en la entrepierna.

Estaba tan empecinada que ni siquiera me percaté de que estaba casi en el borde del andén. Miré hacia abajo en un momento de descuido y logré vislumbrar unas seis plantas por debajo.

Si tiraba a aquel hombre, el sonido sería ensordecedor. Pero, al parecer, él quería empujarme por la barandilla y hacerme caer. Gruñí al sentir sus grasientas manos encima.

-¡No!- un rugido descomunal nos obligó a prestar atención a Jayden que se ponía en pie, balanceándose.- No.- repitió más calmado.

Y sin previo aviso se echó a la carrera con lo brazos en una posición extraña. Su hombro chocó contro el gran abdomen del gorila y, a causa del impulso, ambos iniciaron una caída libre.

Abrí los ojos como platos y tapé mi boca. El tiempo se detuvo y solo podía ver caer a aquel chico de ojos oscuros y cabello negro.

-¡Jayden!- grité mientras las lágrimas embargaban mis ojos.

No me interesó levantar un arma ni asegurarme de ser silenciosa.

Ahora debía ser rápida. Correr seis plantas y hubicar una salida cercana. Unos pasos se hicieron audibles en alguna parte del edificio y me apresuré.

Mientras me deslizaba por las escaleras lo único en lo que podía pensar era en si Jayden estaría bien. No podía permitir que muriera y menos por salvarme a mí.

Los pasos estaban casi encima mío. Aceleré mis piernas al máximo y sentí pinchazos en mis pies.

Doblé en un andén adyacente y me agazapé contra el barandal. Este era más fino y no me costó nada colgarme de él. Enganché las piernas en una viga con mucha habilidad y solté las manos.

El movimiento me obligó a cerrar los ojos y los apreté con fuerza mientras me balanceaba. No pude moverme durante unos minutos en los que la gente me buscaba. Cuando comprobé que habían pasado abrí lentamente los párpados.

-Jefe, no los encontramos.- estaba diciendo un gorila de hombros gigantes. La pequeña y menuda figura que estaba a su lado resultaba graciosa.

-Si no lo hacen, tú pagarás las consecuencias.- pronunció el que supuse era el jefe y más pequeño. Su voz sonó grotescamente grave.

Esa sombra estaba encapuchada con una tela opaca y negra. Me resultó levemente conocida.

Necesitaba seguir escuchando, tal vez esa sería mi única oportunidad de escuchar, de ver al "gran" controlador de la mafia. Eso hablando de estar medianamente a salvo. Pero, lamentablemente, sentía que el cerebro me explotaría de toda la sangre que estaba acumulando y mis mejillas estaban rojas.

Estiré mis brazos y me aferré al borde del andén con todas mis fuerzas. Cuando me sentí segura de mi fuerza, estiré las rodillas y las dejé caer. Con gran esfuerzo las logré subir y las apoyé sobre suelo firme.

Me deslicé como lagartija y me puse en pie de un salto. La impaciencia me mataba y lo que más deseaba era llegar a Jayden.

Corrí, corrí y corrí desesperadamente y con los sentimientos a flor de piel. Las lágrimas se me saltaban solas de los ojos.

Sin darme cuenta tropecé con alguien que estaba acostado en el suelo. Caí sobre una barriga prominente y, al intentar levantarme caí sobre un charco pegajoso.

Estaba bañada en la sangre del hombre que había intentado matarme hacía unos instantes.

-No, no, no. No puede ser.- comencé a murmurar desesperada.

¡No había ni rastros de Jayden! ¿Y si lo habían encontrado?

-Jay.- sollocé contrayendo mis facciones.

-No llores, Katniss.- pronunciaron desde una sombra detrás mío.

Me volteé lo más rápido que pude y no logré evitar una sonrisa al verlo allí, de pie.

Estaba adolorido, podía verlo.

-Estás vivo.

-Su estómago logró amortiguar mi caída.- se encogió de hombros.

No tuve tiempo de correr a abrazarlo porque unas voces y algunos pasos se hicieron audibles sobre nosotros.

-Corre.- dije agitada y echándome a la carrera.

Si mi sentido de la orientación no fallaba, la entrada más cercana estaba a un par de corredores.

Jayden me seguía de cerca, muy a su pesar.

En un pestañeo ya estabamos fuera y el aire nos azotaba sin piedad. Tomé su mano y tiré de él. Aún nos quedaba un largo tramo hasta la moto y ninguno estaba en las condiciones óptimas.

-Vamos.- gruñí tirando más fuerte de él.

Avanzamos con pasos pesados y lentos. Estábamos agotados.

-¿Dónde escondiste tu moto, Chloe?- me preguntó aminorando la marcha y dando un vistazo hacia atrás.

-Muy cerca.- anuncié al ver los primeros árboles.

Y, como si alguien hubiese querido ayudarnos, encontré el gran roble que ocultaba nuestra salvación.

Solté un grito de alivio y me tiré encima del asiento de cuero.

Jayden tomó el casco, se lo colocó y se agazapó detrás mío.

No me interesó esperar a que se acomodara, encendí el motor y aceleré todo lo que pude.

(***)

Llegamos al campus bastante nerviosos y cansados. Aparcamos detrás de mi edificio y entramos sonriéndonos. Tal vez era la tensión, tal vez estábamos felices por estar vivos.

Nos metimos en el elevador, Jayden apoyaba todo su peso sobre mis hombros para poder caminar.

Oprimimos el botón que nos llevaría a mi planta y esperamos a que las puertas se cerraran. Nos miramos a los ojos unos segundos e irrumpimos en carcajadas al mismo tiempo.

Parecíamos dos focas locas riendo sin razón.

Nos tambaleamos un poco hasta la puerta y entramos aún con las risas esporádicas.

-¿Sam?- llamé secando unas lágrimas de diversión.

Nadie respondió por lo que supuse que no se encontraba en casa.

Respiré profundo y me tranquilicé. Jayden me imitó y nos sentamos en el sillón.

Hablamos un par de minutos hasta que el sueño nos venció y nos quedamos dormidos.

(***)

Una vibración en mi trasero me obligó a despertar. Abrí los ojos lentamente y me encontré rodeada por los brazos de Jayden. Tenía mi cabeza apoyada en su hombro y ambos estábamos sentados en mi sala.

Me aparté deprisa un poco sorprendida por ese abrazo en el que había dormido.

Otra vez esa vibración.

Mi móvil recibía una llamada y me lo anunciaba con violentas vibraciones.

Lo tomé un poco adormilada aún. En la pantalla aparecía Número privado. Me erguí un poco y decidí responder.

-¿Hola?- pregunté dándole un codazo a Jayden para que despertara.

-Zurina.- un siseo conocido. Sather. ¿Pero qué hacía llamándome?

-Señor Sather, buenos días. ¿A qué se debe el honor de que me llame personalmente?

-Necesito que hoy por la noche hagas una misión tú sola. Mañana, Jayden y tú vendrán para darme los informes. Hoy pueden tomarse el resto del día libre, lo necesitarás para prepararte.

-Muy bien.- exclamé sonriendo.- ¿Qué quiere que haga?

-Necesito que mates a alguien por mí.

________________________

¡Y al fin he aparecido con el capítulo nuevo!

No puedo creer que haya terminado de escribir esta parte, sinceramente. Me ha costado muchísimo escribir esto.

El problema es que todo lo que escribí no me gusta y no me podía decidir por qué subir. Así que aquí está lo que mejor me ha salido.

¡Espero que les guste y no me maten!

No tardaré un mes para subir el próximo capítulo, así que esperenlo pronto ;)

¡VOTEN Y COMENTEN!

-Liz.

P.D: no he editado el capitulo asi que si hay algún error no duden en dejarlo en los comentarios o lo arreglaré pronto.

P.D2: si aún no se han pasado por mi nueva historia The Mistake. no duden en hacerlo pronto ;)

Continue Reading

You'll Also Like

28.4K 1.3K 34
-Un Chico Albino que es tratado como esclavo por su familia por no tener talento y que sus amigos le dan la espalda porque solo estuvieron con el par...
296K 21.4K 77
Sofia es una chica de apenas 20 años que se quedó huérfana a la edad de once años, dado que sus padres fueron asesinados. Nunca supo que quería hacer...
6.7K 159 27
Ellie es vendida por su Padre mafioso por que su hija es infantil. pero el details es que Alejandro miller capo de la mafia rusa desconoce este de...
74.4K 13.3K 101
Mientras un joven Peter Quill muere lentamente de hambre en una celda de prisión en el barco devastador de Yondu, aparece otra alma y se fusiona con...