NamJoon dejo su chaqueta en el sofá de su habitación y toma una caja llena de cigarrillos de uno de sus cajones, se dirigió hacia el balcón de su habitación para no inundar la habitación con el humo de aquel toxico. Empezó a inhalar de este el humo para expulsarlo con lentitud por sus gruesos y definidos labios haciéndole una apariencia completamente elegante y masculina.
Imaginando todo lo que podría hacer con el pequeño chico de 17 años que tenía a su disposición, pero no completamente por el hecho de tener una gran pared que se intervenía en su paso: La señora Min. ¿Su hermana? A él no le interesaba. NamJoon envidiaba a su hermana por el hecho de tener un chico como SeokJin para ella sola y -ahora su completa disposición- le daba rabia.
NamJoon envidiaba a YoungMi por tener a YoonGi para ella sola.
Pero no se rendiría, NamJoon tomaría a Yoon como un trofeo el cual deberá ganar y poseer para hacer lo que quiera con él, presumir y proteger su trofeo, pero también desgatar y aprovechar.
Un trofeo como YoonGi no está solo para admirar, sino para disfrutar.
Ya haciéndose ideas con él, desde principio a fin. Se aprovecharía de su jugosa inocencia para luego exprimirla y poseerla y hacer lo que quiera con él. Él se cobraría cada segundo que le haga feliz porque sabe que Yoon es un chico usado y desbastado, el no hacía nada a gratis, ni siquiera a Min YoonGi.
Aun recordaba con cuantas jovencitas había jugado en Londres, a cuantas las había engañado y usado para satisfacer su ego. O cual había sido el primer chico con el que se había divertido, uno de baja estatura, pelinegro y ojos azules el cual lo había complacido con el simple hecho de mirarle por tal perfección física. NamJoon había pensado que nunca encontraría un chico tan hermoso como aquel ingles de ojos azules, pero YoonGi había roto sus expectativas ya que con solo escuchar de él ya se encontraba imaginado la pureza y belleza de este.
Y vaya que no se había equivocado...
NamJoon encontró a un chico el doble de perfecto que aquel inglés. Con solo ver sus delicadas facciones, sus labios, su cuerpo y la perfecta distribución corporal se había vuelto loco. Pero lo que más le volvía loco, aquella carita de ángel que el chico tenía.
En ese momento NamJoon empezó a sentir miles de necesidades hacia YoonGi. La necesidad de poseerle y corromperle, enseñarle lo excitante que puede ser la vida con el simple hecho de parpadear.
Desde ese instante se propuso ganar aquel trofeo con el nombre de Min YoonGi; lamentablemente, uno más a su infinita lista.
NamJoon había logrado sacarle la información necesaria a su hermana sobre este –o al menos lo que sabía- para lograr llevar a cabo el primer paso: Enamorarlo.
Y es que a lo que YoungMi le había dicho se había dado cuenta de lo fácil que sería conseguirlo, Yoon un chico perdido entre las paredes de su hogar con miedo a sobresalir y enfrentar a la bruja de su madre para ser libre. Un chico maltratado, con necesidades de libertad y prosperidad en su vida.
NamJoon encontró su punto débil: El amor, y si, NamJoon le otorgaría tal sentimiento para el simple hecho de ganarle.
Expulso el humo y tiro el cigarrillo para luego aplastarlo con la suela de su zapato, miro su reloj de mano y revolvió su cabello mientras pensaba en que hacer. Sabía que YoungMi se iría a casa de YoonGi como todos los días así que pensaba en acompañarla y pasar el rato con Yoon, aunque no soportaría ver a YoungMi besándole y abrazándole. Podría alterarse y ser obvio frente a su hermana cosa que no quería.
—¿NamJoonie puedo pasar? —la voz de YoungMi se escuchó al otro lado de la puerta, el moreno se acercó a ella y abrió la puerta para atender a su hermana.
—¿Qué pasa, Youngie?
—Iré a casa de YoonGi ahora mismo, me preguntaba si quería ir conmigo ya sabes para pasar el rato.
—No quisiera incomodarlos, además no quiero verles besándose o haciendo cualquier otra cosa la cual me incomode... —NamJoon rió y quito su camisa para tomar otra y empezar a abrocharla mientras YoungMi seguía en la puerta.
—Siempre que estemos los tres no haré nada con Yoonie, lo juro. —YoungMi alzo sus brazos mientras reía.
—¿Lo prometes?
—¡Lo prometo! —NamJoon sonrió victorioso y asintió terminado de abrochar su camiseta.
Touché pensó.
—¿Vamos? —preguntó el mayor extendiendo la mano de su hermana mejor la cual tomo gustosa de ella para luego dirigirse a casa del castaño.
Por otro lado YoonGi se encontraba comiendo una barra de chocolate –la que había comprado el día anterior- mientras escuchaba la explicación de su profesor de lengua.
—¿Entendiste, YoonGi? —pregunto el hombre empezando a escribir actividades para Yoon en su cuadernillo.
—Mjm, sim entemdimh... —dijo con dificultad con su boca llena de chocolate.
—Pequeño, ¿Cuantas veces te he dicho que no hables con la boca llena? —Yoon trago todo y rió levemente tomando las actividades que su profesor le había entregado—, tendré que confiscarte ese chocolate... —dijo el hombre quitándole la comida a YoonGi con una enorme sonrisa.
Yoon frunció el ceño y se lanzó hacia el mayor para tratar de alcanzar el chocolate—¡Hyung devuélveme mi dulce! ¡No te lo comas! —grito YoonGi viendo como el mayor le daba una mordida a la barra. YoonGi se cruzó de brazos y se sentó de nuevo con sus mejillas infladas haciendo un lindo puchero ante los ojos de su mayor.
—¿Te has enojado?
—...
—Yoon, no te enojes...
—...
—¡Te comprare todas las barras de chocolate que desees solo no me ignores!
—¿Enserio las compraras, Jin? —el hombre asintió con seguridad y se sentó a su lado—Está bien, solo no vuelvas a comer mis dulces.
—Sí, como quieras. —revolvió sus cabellos con dulzura para luego continuar su clase.
Kim SeokJin o mejor conocido como Jin había sido su profesor desde que este había terminado de estudiar y así poder ayudar al hijo de la prestigiada familia Kim con la materia de lengua. Jin teniendo 26 años y Yoon 17 con una relación de alumno-maestro más que perfecta. Sus clases eran las preferidas de YoonGi por el hecho de que su profesor siempre era divertido en sus clases.
SeokJin desde que conoció a YoonGi y su historia, sintió la necesidad de protegerlo como si fuera su hermano menor. Jin sentía que todo lo que su familia le hacia era un completa injusticia, no le dejaban libre y le trataban como si una mascota fuese, dejándole salir únicamente a la casa de su prometida, al doctor y estar en su propia casa.
Jin igual odiaba el hecho de que le hayan impuesto una mujer a YoonGi con la cual casarse. Realmente estúpido, pensó el.
La clase fue interrumpida por el sonido del timbre en la puerta, YoonGi se levantó y corrió a abrir esperando que sea YoungMi, y así fue solo que con una persona más a su lado la cual hizo que las manos de Yoon se volvieran de gelatina al momento de verle.
—NamJoon, h-hola —dijo Yoon con nervios haciéndose a un lado para dejar pasar a los hermanos—, pasen...
—Hola pequeño, ¿Cómo amaneciste? —pregunto llevando una mano a la mejilla del castaño y acariciándola levemente.
—Bien, gracias por preg...
—¿Quién es el, YoonGi? —pregunto Jin interrumpiendo al castaño con el ceño fruncido, con sus manos en los bolsillos de su saco y con una clara expresión de disgusto en su rostro.
—Es mi hermano Jin, por favor no digas nada sobre el a la señora Min. Ella no quiere que YoonGi tenga algún contacto con él, te lo ruego. —Jin miro a YoonGi y luego a NamJoon con claro disgusto por el hecho de mentirle a la madre de Yoon y el dejarle convivir con NamJoon.
Porque SeokJin sintió un mal presentimiento al notar como el moreno miraba a Yoon, como le había acariciado y peor, como YoonGi había actuado completamente sumiso ante él.
Exactamente en ese momento tuvo que decidir en si le diría a la madre de YoonGi o no sobre el contacto que tenía con aquel chico. Pero SeokJin solo quería lo mejor para YoonGi, y si NamJoon le hacía daño, el mismo se encargaría de darle su merecido.
Él no sabía si arriesgarse o no, él solo quiere que YoonGi sea feliz, y no sea destrozado aún mas, rompiéndolo más de lo que ya está y haría lo que fuera para evitarlo; todo por su pequeño YoonGi.