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By Valentina_Angel15

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[PRIMER Y SEGUNDO LIBRO] - EN EDICIÓN. Sophie estaba más que lista para abandonar el desastre de vida que te... More

Sinopsis
Aesthetics
Parte I
Prólogo
Capítulo 1.
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030
031
032
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034
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Parte II
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040
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043
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Extra 045
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049
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051
052
Epílogo
Final alternativo
Agradecimientos

026*

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By Valentina_Angel15

Editado 24/04/2023

⚠️TW: Menciones de acoso sexual y violencia.



Joven denuncia a miembro de la banda en ascenso High Hopes por acoso sexual.

El pasado fin de semana la víctima subió un video a sus redes explicando la situación. Al parecer, la mujer de veinticuatro años fue violentada y abusada sexualmente por Liam Thompson, miembro estrella de la banda neoyorquina en ascenso.

La víctima presentó los registros médicos que confirman la veracidad de sus acusaciones. Entre las muestras, se encontraron rastros de semen y piel en las uñas de la mujer que coincidieron con las del acusado.

Debido a que la joven victimaria decidió mantener su identidad anónima al realizar su denuncia pública, se desconocen los avances del caso. Se sabe que los más grandes medios de comunicación no han tenido acceso a esta información puesto que la joven eliminó sus redes cuando comenzó a ser atacada y amenazada por las fanáticas de High Hopes.

Afortunadamente uno de nuestros reporteros contó con la fortuna de obtener más detalles, entre los cuales se sabe que la joven aún no ha diligenciado una denuncia formal ante la ley.

Esperamos seguir de cerca este caso y estar informándoles acerca de sus avances.

El celular casi se le resbaló de las manos cuando terminó de leer la corta noticia que le dejó la carne de gallina.

Se fijó en la esquina inferior de la pantalla donde divisó la fecha de publicación de la noticia consiguiendo que un escalofrío le recorriera el cuerpo entero cuando se dio cuenta de que la fecha de la agresión coincidía con la de su concurso. Recordó que Liam había actuado de forma extraña y había decidido irse temprano sacando alguna excusa, ahora su actitud esquiva y ansiosa aquel día tenía sentido.

—Maldición, Jessie. Le había dicho a ese psicópata que me iría con él a su gira. Acabo de colgar una llamada con él para fijar una cita. —comenzó a hablar alarmada—. No puedo hacer esto. ¿Qué carajos le hice al universo para que sólo ponga hombres desquiciados en mi camino? —se quejó sintiendo las lágrimas de angustia agolparse en sus ojos amenazando con iniciar un llanto incontrolable.

—A ver. Cálmate Soph. Sé que debes estar impresionada con lo que leíste, pero tienes que pensar con la cabeza fría —le dijo Jessie haciendo que poco a poco la rusa lograra tranquilizarse.

—Es bueno que hayas tomado la decisión de alejarte de él desde antes. Ahora tienes una razón de mayor peso, entonces ambas sabemos que no cambiarás de opinión.

—No, no hay forma de que vuelva a hablar con él después de esto. ¿Cómo le voy a dar la cara si quedamos de vernos hoy en la tarde? —razonó Sophie con las manos temblorosas y la respiración irregular.

Se reincorporó en la cama y pasó una mano por su cabello sintiendo la angustia asentándose en su pecho. Los destellos de los tormentosos recuerdos en los que ella misma fue violentada por un hombre se repetían una y otra vez en su cabeza inquietándola con cada segundo que pasaba.

—Eso es bueno, si hoy hablan intenta dejarle las cosas claras, dile que te irás. Entre más convencida te muestres, será mejor. Si le das a saber que sabes de la noticia no creo que reaccione muy bien, es mejor saber que lo vas a sacar de tu vida sin darle cabida para que se ilusione —instruyó su amiga con calma.

La mujer respiró hondo, se levantó y comenzó a caminar por su apartamento en tanto pensaba las palabras que saldrían de su boca cuando hablara con Liam. Por su experiencia sabía que debía actuar con calma y debía evitar decir algo que pudiera alterarlo, lo último que quería era que su historia con Christian se repitiera.

Después de algunos minutos precisando lo que le diría a Liam junto con la ayuda de su amiga, Sophie cortó la llamada, no sin antes asegurarle a Jessie que el encuentro sería en un lugar público y prometer que la llamaría en cuanto volviera a casa.

────・:✧∙✦∙✧:・────

Sophie llevaba cinco minutos fingiendo que no estaba completa y absolutamente aterrada del hombre que la observaba con el rostro desfigurado en un gesto iracundo.

Le acababa de decir que había cambiado de opinión, y aunque intentó hacerlo de la forma más amena y convincente posible, la mujer podía ver el claro enojo en el rostro de Liam, que había apretado la mandíbula y empuñado sus manos como si estuviera haciendo su mayor esfuerzo por no lanzarse sobre ella para propinarle una buena golpiza.

—Lo siento en verdad. Cuando te llamé para decirte que iría contigo lo hice con la cabeza caliente... Sé que no debí hacerlo —se excusó incapaz de sostenerle la mirada.

El hombre que usualmente tenía una sonrisa en sus labios ahora la observaba con desagrado, sus ojos se habían oscurecido y las aletas de su nariz se ensancharon debido a lo pesada que se tornó su respiración.

—Por favor entiende que no estoy en el mejor momento de mi vida... Por ahora no quiero involucrarme en ninguna relación sentimental —añadió repitiendo aquella frase que llevaba lanzándole tanto a él como a Emmet desde que llegaron a su vida.

Aún no entendía qué tenía de especial como para llamar la atención de esos dos hombres. Sólo estaba segura de que haberse relacionado con el que tenía al frente había sido un enorme error y lo único que quería hacer en ese momento era salir a correr de aquella cafetería para refugiarse en su apartamento.

—Di algo...—suplicó sintiendo que el miedo le ganaba. El que su rostro denotara histeria, y el que no hubiese pronunciado palabra alguna la tenía inquieta.

—Dices que no quieres relaciones, pero si te abres de piernas para otro ¿no? —exclamó señalando su cuello en un tono acusatorio que hizo que todo el cuerpo de la mujer se estremeciera.

Sophie apenas bajó la vista para encontrarse con un leve chupón y deseó poder desaparecer de la faz de la tierra.

—Yo... No es lo que cre-

—¿Quién es? El asiático, es el papá de esa mocosa, ¿no es así? —Siguió hablando, dejando a Sophie con las palabras en la boca.

La rusa no sabía si era peor verlo callado e hirviendo de la ira, o hablando y exigiendo saber cosas que ella se negaba a responder.

—No tengo por qué decirte nada. Mejor me voy —espetó en un acto de valentía.

Observó como los ojos del hombre se entrecerraron lanzándole una mirada de advertencia, pero aún así se levantó de golpe esperando que los temblores que sacudieron sus piernas no la fueran a mandar contra el suelo.

Lo último que vio fue la diminuta sonrisa que se tomó los labios de Liam, y tan rápido como pudo salió del establecimiento lanzando una maldición cuando notó que del cielo oscurecido caían gotas de agua a borbotones empapándola y ocasionando que el pelo se le pegara a la cara en cuanto salió del lugar.

Ayudándose de los postes de luz que iluminaban las calles de Nueva York comenzó a caminar hasta la sexta avenida para pedir un taxi que la llevara directo a casa. Caminó tan rápido como pudo y envolvió los brazos en torno a su cuerpo para intentar disminuir los temblores que la recorrían debido al frío.

Estaba a punto de dar vuelta a la esquina que la llevaría a la transcurrida avenida cuando una mano se envolvió en su codo. Una enorme fuerza tiró de su cuerpo hacia atrás consiguiendo que se tambaleara al tiempo que la comenzaron a arrastrar hasta un oscuro callejón.

—Por favor, detente Liam —suplicó tiritando.

El hombre la observaba con desprecio, su respiración estaba increíblemente agitada y sus pupilas se encontraban dilatadas. El aspecto de su rostro no hizo más que aumentar su pánico, y como pudo comenzó a forcejear contra él.

—Eres una perra mentirosa —escupió con el rostro a milímetros del de ella en tanto apretaba su agarre sobre las muñecas de Sophie, haciendo que un agudo ardor le cursara esa zona del cuerpo.

—Para, por favor —tartamudeó ella agonizando con los recuerdos que se mezclaban con la retorcida realidad, dejándola en un limbo que le nubló los sentidos.

—No, no me detendré. Mereces un castigo por ser una puta —le hizo saber mientras una de sus manos comenzó a deslizarse por toda su anatomía apretando y tocando la piel de su intimidad.

Al notar que una de sus manos quedó libre, Sophie arañó el cuello del hombre y usó el segundo de distracción para empujar su cuerpo contra el de él, logrando abrir un pequeño espacio entre Liam y la pared por el cual salió corriendo.

—No vas a ir a ninguna parte —gritó Liam a la vez que alcanzó un abundante mechón de cabello rubio y tiró de él para volverla a encajar contra la pared causando que se diera un golpe que la dejó aturdida.

—N-no —sollozó Sophie sosteniéndose la cabeza dónde ya se le comenzaba a hinchar la zona del golpe.

Liam no hacía caso a sus súplicas, al contrario, la mujer tuvo la sensación de que cada palabra que salía de su boca no hacía más que incentivarlo a seguir con sus retorcidas acciones.

Todo su cuerpo tembló y rechazó el tacto de las manos deslizándose debajo de su camisa para apretarle los pechos de manera poco gentil. Los sollozos eran acallados por el fuerte sonido de la lluvia repiqueteando contra los edificios y el asfalto, mientras Sophie no podía hacer nada más que recordar las manos de Christian sosteniéndola como Liam lo estaba haciendo.

«Otra vez no», se repetía en su cabeza al tiempo que cerró los ojos para imaginar que nada de eso estaba sucediendo.

Sin embargo, era imposible obviar los toques demandantes impartidos sobre su cuerpo magreándola y estrechándola como si se tratase de una muñeca de trapo y no de un ser humano.

—¿Esto no era lo que querías? Que te toque como él lo hizo, porque las perras como tú solo quieren eso —susurró en su oído antes de pasar su lengua sobre la piel expuesta de su cuello, mordiendo y lamiendo con brusquedad.

Una corriente de viento se filtró por el callejón, helándole la cara y logrando que se despabilara. Sophie no podía dejar que le hicieran eso, suficiente había tenido con su exnovio, y en ninguna circunstancia permitiría que un infeliz que apenas conocía la fuera a violentar de ese modo.

Apoyó ambas manos sobre la resbaladiza superficie de la pared y como pudo levantó una pierna, encajándole la rodilla en la entrepierna con una fuerza que no supo de dónde sacó. El golpe causó que Liam se separara de ella y se sostuviera su área privada soltando un quejido de dolor.

Sophie aprovechó la oportunidad para salir corriendo, pero debido a que Liam la había arrastrado casi al fondo del callejón, terminó adentrándose más.

Cuando se acercó al otro lado del estrecho pasadizo pudo divisar que éste la llevaría a otra calle, así que aumentó su velocidad y agradeció a los cielos cuando una reja se apareció en su campo de visión.

Con manos temblorosas y los ojos llenos de lágrimas Sophie tomó el pequeño candado que colgaba del seguro de la rejilla y la cerró, sellando el pequeño elemento de metal que le acababa de salvar la vida.

De pronto el cuerpo de Liam se estrelló contra la reja causando que la mujer se sobresaltara y terminara trastabillando hasta caer de espaldas al suelo, torciendo uno de sus pies de manera dolorosa en el proceso.

—Maldita, escóndete porque te voy a encontrar —gruñó el hombre al otro lado de la puerta antes de darse media vuelta.

Con dificultad, Sophie apoyó su espalda contra la pared y rebuscó en su bolso hasta encontrar su teléfono.

Tenía miedo de que Liam atravesara la calle hasta encontrarla, así que intentó ponerse de pie para salir a pedir ayuda, pero al ejercer presión sobre su pie izquierdo un agudo dolor le avasalló la extremidad mandándola al suelo nuevamente.

Tratando de dejar de lado la maraña de recuerdos reprimidos que amenazaban con salir a atormentarla, recordó dónde estaba y al caer en la cuenta de que estaba a pocas cuadras de la casa de cierta persona, no dudó ni un segundo en llamarlo.


—Papi, ¿puedo llevar este peluche? Mira que se parece a la abuela cuando está enojada —pidió Becca enseñándole un perrito de felpa, y en cuanto él lo vio soltó a reír.

—Si se parece a tu abuela —concordó tomando el juguete entre sus manos para observarlo de cerca.

Becca también comenzó a reírse, viéndose contagiada por las carcajadas que soltó su padre al ver el rostro del muñeco con más detalle.

—Bien, pero ya nada más. El camper de tus barbies es bastante caro —accedió depositando el muñeco en el carrito de compras sobre la enorme caja del juguete que su hija llevaba pidiéndole hacía semanas.

La niña le dio un pequeño abrazo a modo de agradecimiento y tomó la mano que le ofreció su papá para dirigirse a la caja con una enorme sonrisa decorando sus pequeños labios.

—El total sería de $79.99 —le informó la cajera al tiempo que el celular comenzó a vibrar en su bolsillo.

El hombre sacó la billetera y el teléfono al mismo tiempo, y al ver el nombre que se iluminó en la pantalla del dispositivo se apresuró en contestar la llamada mientras le ofreció el billete de cincuenta y tres de diez a la mujer.

—Hola, Soph —la saludó tomando la bolsa que contenía la aparatosa caja del juguete.

Miró a la niña que ya se había distraído observando unos muñecos en uno de los mostradores y sintió una oleada de nervios atravesarle el cuerpo. Desde que Sophie había abandonado su apartamento no había podido parar de rememorar cómo se sentía tenerla a su merced.

—E-Emmet —masculló ella al otro lado de la línea, consiguiendo que el hombre se pusiera alerta.

—¿Estás llorando, Soph? ¿Qué pasó? —preguntó tomando la mano de su hija para dirigirse a la salida del local a toda prisa.

—Y-yo necesito que —un sollozó le cortó la voz consiguiendo que Emmet se agachara para recoger a Becca y así poder acelerar el paso—. ¿Puedes venir por mí? — le pidió cuando el llanto mermó un poco.

—Claro que sí, muñeca, dime dónde estás —accedió al instante.

—No sé exactamente dónde estoy... Te voy a mandar mi ubicación por texto.

Emmet llegó hasta su auto y acomodó todo en el baúl antes de ayudar a Becca a ponerse el cinturón para poder partir.

—Ya está. Por favor no tardes —volvió a sollozar—. Tengo miedo —confesó haciendo que Emmet encendiera el auto y pisara el acelerador mandando el auto hacía la salida con una rapidez impresionante.

—Papi, ¿es Soph? Yo quiero hablar con ella —le pidió la nena estirando su manita por entre los asientos delanteros.

—Ahora no, mi cielo —le dijo consiguiendo que un pequeño puchero se asentara en el rostro de su hija.

Emmet no tenía idea de qué le había pasado a Sophie, pero los repetidos sollozos que se escuchaban al otro lado de la línea acompañados del leve pero indistinguible sonido de un fuerte aguacero le hacían saber que no se trataba de nada apto para su pequeña de cuatro años.

—Emmet, no me vayas a colgar —pidió Sophie con la voz temblorosa.

Los nudillos del hombre se pusieron blancos debido a su fuerte agarre en torno al timón y su pie se pegó al acelerador mientras en su mente se repetía una y otra vez la dirección que le envió.

—Ya casi llego, Soph estoy a unas cuadras, pero está lloviendo muy fuerte, no sé si podré verte —aseguró dando vuelta justo en la calle que marcaba la ubicación de Sophie.

Su corazón latía rápidamente, amenazaba con salir de su pecho debido a la preocupación que no lo dejaría en paz hasta ver a Sophie sana y salva con sus propios ojos.

—Tienes que aparcar y bajar del auto. Estoy en un callejón... No creo que me pueda levantar, me duele mucho —le explicó ella entre el llanto que al parecer no quería mermar.

—¿Qué te duele? Maldita sea Soph dime que estás bien —suplicó Emmet sintiéndose desesperado cuando un semáforo en rojo lo obligó a detenerse detrás de varios carros.

—Creo que sí, no lo sé.

En cuanto el semáforo se tornó verde Emmet presionó el acelerador rebasando varios carros de manera imprudente lo que le ganó más de una insultada, pero no le dio importancia, ya que su mente sólo podía centrarse en Sophie Romanova.

—Ya llegué, creo que vi el callejón del que hablas. No me vayas a cortar —le dijo dejando el auto aparcado en doble fila con las luces de parqueo encendidas.

Rápidamente se volteó para ver a Becca que lo miraba con confusión.

—Nena, voy a bajar del auto un segundo. Quédate acá mientras voy a buscar a Sophie que tuvo un pequeño accidente —le explicó odiando la forma en que sus ojitos se llenaron de lágrimas.

—¿Se cayó muy fuerte? ¿Cómo cuando me caí en el parque el otro día? —preguntó preocupada al tiempo que volteó su cabeza para buscar a la mujer a través de las ventanas empañadas del auto.

—Sí, y está llorando igual que tú, pero estoy seguro de que se le pasara. Ya vengo —aseguró tomando la sombrilla que siempre mantenía en su auto para salir en busca de la mujer.

Caminó hacia la oscura calle y en cuanto divisó la diminuta figura de Sophie hecha un ovillo contra la pared se echó a correr.

—Ya te vi —fue lo único que dijo antes de colgar la llamada.

Rápidamente se agachó frente a ella asegurándose de cubrirla de la lluvia, pero se dio cuenta de que ya estaba empapada de pies a cabeza consiguiendo que su preocupación aumentara considerablemente.

Sophie levantó el rostro notando su presencia y sin dudarlo se lanzó a sus brazos empapándolo a él también, aunque eso poco le importó a Emmet, que apenas pudo respirar con calma al ver que no tenía ninguna herida visible.

—Ya pasó —la consoló ayudándola a que se levantara, queriendo sacarla de ese lugar cuanto antes.

Le preocupaba la forma en que los ojos se le querían cerrar como si estuviera a punto de quedarse dormida, por lo que revisó su cabeza con leves toques para ver si se había golpeado.

—¿Golpeaste su cabeza aquí? —le preguntó al notar que sus ojos se cerraron cuando tocó la parte posterior.

—Sí.

Emmet se obligó a tragarse el millón de preguntas que quería hacerle, y en vez le dio la sombrilla para alzarla en sus brazos y llevarla hasta el auto.

—Becca está en el auto, creo que se asustó cuando le dije que algo malo te había pasado — informó haciendo que una diminuta sonrisa se apoderara de los labios que tantos suspiros le habían sacado.

—¿Soph, te raspaste mucho? —preguntó la niña en cuanto su padre acomodó a la rubia en el asiento de copiloto.

Sophie se giró lo suficiente como para poder ver a Becca y le ofreció una pequeña sonrisa.

—Nada grave pequeña —aseguró aferrándose a la mano que Emmet puso en el descansabrazo del auto.

El hombre se apresuró en encender el auto y estrechó la helada mano que se envolvió a la suya con fuerza.

—¿Quieres que te lleve al hospital? —ofreció con preocupación.

La rusa sacudió la cabeza ligeramente haciéndole saber que no era necesario—. ¿Puedes llevarme a tu casa? No quiero estar sola —pidió volviendo a lucir al borde del llanto.

—Claro que sí.

────・:✧∙✦∙✧:・────

Tras haber llamado a Linda para pedirle que fuera a recoger a Becca, Emmet se encargó de ayudar a Sophie a cambiarse y a ponerse hielo en el tobillo que se le había comenzado a hinchar y a poner ligeramente amoratado.

—Este ungüento te ayudará con el dolor —le explicó mientras destapaba el pequeño tubo echando una generosa cantidad del medicamento en el tobillo de la mujer que de momento no había vuelto a decir palabra alguna.

—Sophie —la llamó, inquieto con su silencio.

Sabía de sobra por la forma en que algunas lágrimas se deslizaron por las mejillas de la mujer que ella estaba recordando lo que había sucedido, y ello no le gustaba para nada a Emmet.

—Fue Liam, sabes. Él... Él intentó propasarse, Dios Emmet fue horrible —confesó ella de golpe.

Al escuchar sus palabras la vista se le nubló y la ira no tardó en hacer presencia.

—¿Dónde está ese infeliz? ¿Soph, te tocó? Dime si te puso un dedo encima y te juro que yo mismo lo mataré —demandó atrayendo a Sophie hacia su cuerpo para envolverla en sus brazos cuando el llanto resurgió, haciéndola temblar y sollozar como una niña pequeña.

—No pasa nada, no hagas nada. Sólo quédate conmigo —pidió entre los agonizantes sollozos que le partieron el alma a Emmet.

Ver a Sophie en ese estado despertó algo en Emmet, las ganas de tenerla entre sus brazos todo el tiempo para protegerla de todo mal eran enormes, y el ardor en su pecho también era signo de que aquella mujer había logrado colarse hasta su corazón. Algo le decía que había entrado para no volver a salir.

—Ven, vamos a la cama. Tú sólo concéntrate en respirar, ya estás conmigo y yo no permitiré que nada malo te pase —instruyó alzándola nuevamente para dejarla entre las cobijas térmicas que había preparado para ella.

No queriendo dejarla sola por más tiempo del necesario, Emmet fue rápidamente a la cocina para conseguir unas pastillas y un vaso de agua que la ayudarían con el dolor de sus golpes.

—Tómate esto —le dijo acomodándose junto a ella en la cama, sucumbiendo ante el impulso de envolver un brazo en su cintura asegurándose de moverla con mucho cuidado.

Inmediatamente, Sophie refugió su rostro en el pecho del hombre y pasó uno de sus helados brazos por el torso para pegarse más a él en busca de calor. Emmet, enternecido por sus acciones le dio un pequeño beso en la frente y la estrechó contra su cuerpo esperando poder ayudarle a sentirse mejor.

—Mi ex novio me golpeó también, sabes... Hoy me sentí como aquella vez y fue horrible —se sinceró Sophie causando que todo el cuerpo de Emmet se tensara con sus palabras.

Nuevamente las lágrimas comenzaron a correr libremente por aquel rostro angelical haciendo que se preguntara cómo alguien podría querer hacerle daño a ese ser que parecía tener la habilidad de iluminar cualquier habitación con su mera presencia.

Emmet tenía el corazón en dos.

La mujer entre sus brazos no hacía más que llorar desconsoladamente mientras le contaba lo que había sucedido y él no podía hacer más que estrecharla contra su cuerpo mientras le susurraba palabras reconfortantes.

—No voy a dejar que te vuelvan a lastimar —prometió besando su frente con cariño en tanto limpiaba los rastros de lágrimas debajo de sus ojos.

Era una promesa que nunca en el mundo rompería, sin embargo, el destino tenía planes diferentes, y el hombre no contaba con la posibilidad de ser él mismo quien la lastimara.

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*Edición: YA CASI LLEGAMOS AL MILLÓN!!!!!

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