CHAPTER TWO
NOS ENCONTRAMOS DE NUEVO
𝑵 𝒂 𝒓 𝒓 𝒂 𝒅 𝒐 𝒓 𝑶 𝒎 𝒏 𝒊 𝒄 𝒆 𝒏𝒕 𝒆
— ¡Caspian! — gritó Lucy, al reconocerlo.
— ¡Lucy! — hablo Caspian, al verla.
— ¡Edmund! ¡Es Caspian! — gritó Lucy, a Edmund.
— ¡Y no solo él! — gritó una voz que se acercaba a Edmund.
— ¡Clarisse! — gritó Edmund emocionado al verla.
— ¡Vamos, tenemos que nadar! — declaró Clarisse.
— ¿Estamos en Narnia? — pregunto Edmund.
— Si, están en Narnia — respondió Caspian.
— ¡No quiero estar aquí! — hablo una voz chillona — ¡quiero volver a Inglaterra! ¡llévenme a Inglaterra!.
Nadaron hasta el barco, en donde bajaron un elevador que los llevarían a arriba en la cubierta del barco.
— Sostente. — le dijo Caspian a Lucy, mientras los subían a el barco.
— ¡Sostente Ed! — le dijo Clarisse, mientras se sostenía del elevador.
— Fue emocionante. — comentó Lucy, ya en el barco.
— ¿Qué los trajo hasta aquí? — pregunto Caspian, dándole una toalla a Lucy. — Cuéntenme.
— No tengo ni idea. — respondió Lucy conmocionada.
— ¡Caspian! — le llamo Edmund, haciendo que Caspian caminara hacia él, colocándole una toalla.
— ¡Edmund! — dijo Caspian abrazándolo por los hombros.
— Me alegro de verte. — le dijo Edmund.
— Lo mismo digo.
— ¡Lucy! — hablo Clarisse, llamando la atención de Lucy.
— ¡Clarisse! — corrió Lucy, hacia Clarisse abrazándola.
— Me da tanto gusto verte Lu, mírate, cuanto has crecido. Te ves tan grande. — dijo Clarisse, separándose del abrazo. — Me alegra que hayan venido.
— A mi también me da gusto verte. Oigan pero, ¿ahora no nos llamaron? — pregunto Lucy.
— No / No — respondieron Clarisse y Caspian al unísono.
— No lo hicimos esta vez. — respondió Caspian.
— Pues no importa la razón, estoy feliz de venir. — hablo satisfecho.
Se oían gritos de una voz chillona. Estaba tirado en el suelo mientras peleaba con Reepicheep.
— ¡Quítenmelo de encima! — gritó el niño rubio.
— ¡Reepicheep! — Hablo Lucy.
— ¡Oh! Hola majestades! — hablo Reepicheep, haciendo una reverencia.
— ¿Qué tal, Reep? — le hablo Edmund — Es un placer.
— El placer es mío señor, pero antes, ¿qué quieren que aguamos con este histérico forastero? — apunto a Eustace.
— ¡Esa rata trato de arrancarme la cara con sus garras! — gritó Eustace.
— Solo quería expulsar el agua de tus pulmones, señor. — le dijo Reepicheep con tranquilidad.
— ¡Habló! ¿Lo vieron? ¿Oyeron eso? , ¡Habló! — gritó histéricamente.
— Siempre habla. — comentaron con normalidad.
— Diría que lo difícil es hacer que se calle. — comentó Caspian, haciendo reír a todos y ganándose un golpe en la nuca por parte de su hermana — ¡Auch!
— Solo por que seas el Rey no implica que no pueda golpearte. — le respondió Clarisse.
Caspian iba a responder pero se quedó callado, sabiendo de lo que es capaz su hermana menor.
— Cuando no tenga nada que decir, Su Alteza, le prometo que no diré nada — dijo Reepicheep.
— ¡Hay más en el agua! — gritó un hombre de la tripulación.
El corazón de Clarisse se aceleró al pensar que podría ser aquel rubio que ha esperado durante mucho tiempo.
— ¡Volveré al agua! — declaró al instante Clarisse dirigiéndose a la borda.
— También yo. — Caspian no lo pensó y se dirigió junto a Clarisse, hacia la borda.
Ambos saltaron al mar. Lucy y Edmund se acercaron a la borda para ver lo que pasaba. Mientras tanto, Caspian y Clarisse nadaban hacía las personas que estaban allí, con la esperanza de que fueran aquellas personas que ellos esperaban ver. Mientras Edmund y Lucy se miraron sonriendo, sabiendo de quienes se trataba.
— ¡Peter! ¡Susan! — gritaba Clarisse. — ¿Son ustedes? — preguntó la pelinegra, nadando hacia ellos.
— ¿Clarisse? — gritó una voz conocida.
— ¡Susan! — Caspian al ver a Susan, intento nadar lo más rápido que podía.
— ¡Caspian! — gritó devuelta Susan conmocionada.
— ¡Peter! — gritó Clarisse, nadando hacia el rubio.
— ¡Clarisse! — gritó Peter.
— ¡Vamos, hay que nadar hasta el barco! — gritó Clarisse, apuntando al barco.
Nadaron hasta el barco, dándoles la señal para que bajaran el elevador. Primero pasaron Peter y Clarisse y luego Susan y Caspian. Caspian le dio una toalla a Susan y luego a Peter. Lucy enseguida corrió a abrazar a sus hermanos. Al igual que Edmund hizo lo mismo.
— Los extrañe mucho. — les dijo Susan a Lucy y Edmund.
— También nosotros. — respondió Lucy.
— Preferimos estar con ustedes a tener que aguantar a Eustace — dijo Edmund.
— ¡No se que clase de broma es, pero me quiero despertar ya! — gritó Eustace.
— ¿Podemos echarlo al mar? — pregunto Reepicheep. Edmund y Peter se miraron pensando y con una sonrisa maliciosa.
— ¡Chicos! — les gritaron Lucy y Susan.
— ¡Digan me ya! ¿Dónde rayos estoy? — gritó Eustace.
— En el Viajero del Alba. La mejor nave de la flota Narniana — le respondió un mino tauro, haciendo que Eustace se desmayara, hizo que todos rieran.
— ¿Dije algo malo señor? — pregunto el minotauro dirigiendo su mirada hacia Caspian.
— Cuídalo Tauros — le dijo Caspian al minotauro con una sonrisa.
— Sí, majestad.
— ¡Tripulación! — les llamo Caspian, haciendo que todos voltearan a verlo — ¡Les presentó a nuestros náufragos; Edmund el justo, Lucy la valiente, Susan la benévola y Peter, el magnífico, los Reyes y Reinas de Narnia.
Todos se arrodillaron e hicieron una reverencia. Los hermanos Pevensie sonrieron felices, se sentían bien, se sentían en casa.
— Bueno, ¡ahora todos vuelvan a sus labores! — hablo Clarisse, llamando la atención de todos — ¡Ahora!
— Vaya, y yo pensaba que Susan era mandona — dijo Edmund, haciendo reír a sus hermanos y Caspian.
— Oh, cállate señor don justo. — contraataco Clarisse.
— Primero que todo dos cosas, la primera no me llames así, y segundo podrían darnos ropa. me estoy congelando. — dijo Edmund.
— Claro, Clarisse enséñales a las chicas donde dormirán y ropa seca. — dijo Caspian mirando a su hermano.
— Enseguida majestad. — Clarisse hizo una inclinación para después reírse, contagiándole a su hermano. — Vengan señoritas, quiero presentarles a alguien que muy seguramente esta dormida.
Lucy y Susan rieron ante eso. Clarisse les indicó que avanzaran hacia adelante. Antes de irse, está se volteó hacia el rubio.
Clarisse se dirigió hacia Peter y lo abrazó. Peter con nerviosismo aceptó el abrazo. Ambos al separarse se sonrieron con un ligero sonrojo en sus mejillas.
— ¿Crees que podamos hablar después?
— Si, claro, está bien, digo. ¿Por que no? — dijo con nervios, causándoles risa a Edmund y a Caspian.
— Nos vemos después. — finalizó Clarisse, empezando a caminar hacia donde se habían ido Lucy y Susan.
holisss
ya se, he estado muy desaparecida, les pido perdón, lo lamento, lo siento, me disculpo.
cambiando de tema, si tengo faltas de ortografía o gramática avísenme, prometo actualizar mas rápido, estaré escribiendo esta semana y el sábado publicare dos capítulos o uno, nose, tratare de escribir dos
ahora les pregunto, ¿por que creen que Peter se puso tan nervioso?
buenas noches, tomen awuita.
bye bye