Fin de semana no tengo planes más que quedarme en mi cama durmiendo o estar en el jardín leyendo algún libro (Hm... La segunda opción suena más productiva)
En unos de los bancos de madera blanca del jardín me encuentro leyendo dos de los libros más actuales de mi lista, uno a los capítulos finales y el otro siguiente para leer.
Termino el primero, al tercer capítulo del segundo recuerdo la propuesta de Adán, sería perfecto para el fin de semana, sin labores, y sin planes de salidas, esperó que este igual que yo. Lo llamo y tardo un poco en la operadora, contesta.
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‒ ¿Bueno? ‒
‒ Halo Adán, soy Elizabeth ‒
‒ Si Elizabeth dime, ¿qué necesitas? ‒
‒ Pues quería saber ¿Si sigue en pie tu propuesta de salir y charlar? ‒
‒ Si claro, ¿quieres que sea hoy? ‒
‒ Bueno, yo no tengo planes, no sé si tú estés igual ‒
‒ No, en realidad estoy recostado mirando al techo, creo que no tengo tiempo de pensar en lo que me gusta aparte que estar con mi padre en la morgue ‒
‒ Perfecto, entonces descubrirás que otras cosas te gustan hacer ¿Dónde nos reunimos?-
‒ Eso no importa, podemos recorrer varios lugares yo paso por ti ¿Te paso a buscar en una hora?-
‒ Estaré lista, hasta luego ‒
‒ Hasta entonces ‒
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Me levantó rápido de la banca, guardo los libros y me voy a bañar, salgo de la ducha y notó me he tardado 20 minutos, y ni siquiera sé en que gaste tanto tiempo.
Por suerte no me maquilló y en lo que respecta a la ropa pues mientras combine y se vea bien no hay problema, eso de ¿Qué efecto quiero lograr? Y ¿Cómo me tratara si no me visto con la colección de moda? No es relevante.
Me puse unos jeans azul marino oscuro, una camisa blanca de tirantes, y una chaqueta negra, que combinan con los botines negros que me compro mi tía, y que ya quería estrenarlos.
Jugué con mi cabello y opte por el cabello suelto liso, sin lazos, ni moños molestan muchos, y existe la probabilidad de que se me pierdan. Ya estaba lista solo faltaba esperar, me senté en la sala.
Finalmente se estaciono un carro al frente de la casa, debía de ser él, tome mi bolso de mano y el mayordomo me acompaño hasta la puerta, la abrió y del coche salió Adán. Parecíamos gemelos, traía una guarda camisa blanca, con una chaqueta de cuero negra, y unos pantalones azul rey, se veía muy bien.
El mayordomo nos dejó solos, escuche las rejas cerrarse a mis espaldas, después Adán sin ninguna discreción de detalla de los pies a la cabeza.
‒ Te vez preciosa ‒sus comentario me ruborizo, y el parece notarlo– no tienes por qué estar nerviosa ya debes estar acostumbrada.
‒ En realidad no ‒siento que cada vez mis mejillas están más rojas (piensa algo para cambiar el tema) ‒ tú también te vez bien, y ¿A dónde vamos? ‒nunca acordamos eso por mensaje.
‒ No te preocupes es una sorpresa ‒me acompaña rodeando el auto abriéndome la puerta del copiloto y cerrándola cuando me siento.
Él entra en el auto y comienza a conducir, después de varios minutos platicando me doy cuenta de que Adán tiene buena conversación aunque no lo demuestre, pero aun así no me he dejado de preguntar en todo el viaje ¿A dónde vamos?
Llegamos a un centro comercial, Adán me dirige al último piso y mientras llegábamos ahí pude ver muchas tiendas de moda, calzado, dulces, imposible que no me enamorara de algo. Entramos a un restaurante parecía exclusivo, pero seguí el juego nos sentamos en una mesa alejada en el balcón, la vista era admirable se veía toda la ciudad.
Nos atendieron de inmediato, yo pedí filete asado acompañada de papas, cuando le toco a Adán ordenar dijo que los sorprendieran, para las bebidas él las escogió.
‒ Tranquila recordé que no te gusta el alcohol ‒él me sonríe mesclando burla con malicia.
‒ Yo no he dicho nada ‒contraataco.
‒ No era necesario ‒se inclina apoyando su quijada el los nudillos de las manos‒ tu mirada me lo dice todo ‒su mirada fue profunda, desvió la mirada instintivamente y puedo escuchar una carcajada disimilada de mi compañero.
Llegaron con los platillos, la comida sorpresa de Adán fue una torre de arroz que le dieron la forma con una taza, acompañada de camarones y una salsa que dijeron que eran la especialidad de la casa, a mí también me sirvieron mi comida y las bebidas fueron un vino proveniente de Georgia para él y para mí una batido de esencia de barias frutas exóticas.
‒ Si te gustan las frutas lo vas a amar ‒dirijo mi mirada al chico que tengo en frente que ya ha empezado a comer‒ buen provecho.
‒ Gracias ‒musito y asiento, y después del primer bocado de mi comida quede fascinada, la textura no tan dura ni tan blanda, cocinada a la perfección, el sabor de la carme tan suave a comparación con el de la salsa de las papas, y aun así tan ricos justos. Cuando pruebo de la bebida que Adán había pedido para mí también se produjo una explosión de sabor en mi boca, se notaba que había variación de frutas pero algunas no sabría decir cuáles eran.
‒ Veo que te ha gustado ‒su comentario me saca de mi fantasía de degustación.
‒ Tanto se nota ‒estaba apenada.
‒ En realidad no, pero tampoco has dado señal de disjunto ‒toma un sorbo de su vino.
‒ Pues si me ha gustado mucho, jamás había probado algo así.
‒ Me alegro, entonces creo que te traeré aquí más seguido.
Para finalizar pedidos postre, ambos un pastel de chocolate con trozos de galletas tanto en la cubierta con en el propio pastel.
Salimos del restaurante, volvimos al auto y Adán propuso enseñarme algunos lugares relevantes de la cuidad, no había tenido la oportunidad de turistear así que no me parecía mala idea. Ya había pasado varias horas desde que el recorrido empezó; paseamos por centros comerciales, museos, tiendas y plazas, era casi de noche cuando el turismo termino y llegamos a una especie de parque abandonado.
‒ Llegamos ‒Adán me había dicho que tenía una última cosa que mostrarme antes de terminar el día, viendo el lugar pienso que tiene que ser una especie de broma, pero él se quita el cinturón de seguridad y empieza a bajarse pero yo lo detengo tomándolo por la manga de su chaqueta, no hacen falta palabras el noto mi confusión de inmediato‒ sé que no es lo que esperabas pero te aseguro que te gustara ‒me mira con compasión‒ al igual que muchas otras cosas, no debes juzgar por las apariencias ‒rodea el auto quedando al frente de mi puerta, la abre y extiende su brazo‒ confía en mí.
No sé qué me impulso a darle ese voto de confianza pero tomo su mano y entramos al lúgubre parque, el frente está deteriorado las rejas con la pintura dañada y las paredes le faltaban uno que otro ladrillo. Cuando entramos no fue mejor, los arboles tenían enredaderas colgando y como estaba oscureciendo la poca iluminación no ayuda.
Él se detiene un una puerta de madera, que curiosamente tiene la llave de esta.
‒ Bueno es aquí –no podía creerlo, al abrir la puerta se rebeló un jardín secreto que estaba iluminada con lámparas colgante estilo a un barrio chino; solo que en vez de rojas eran blancas, y había una mesa de madera con bancas y comida‒ ¿Qué te parece?
‒ Ciertamente no era lo que esperaba ‒veo que la expresión de su cara cambia ligeramente‒ es mejor ‒sonríe con alivio‒ todo esto es muy bello.
‒ Me alegra que te guste, ¿nos sentamos? ‒me hace una señal invitándome a sentarme.
Entre risas y charlas pasaron horas, comimos comida china ahora entiendo la decoración, después Adán me llevo a otro lugar no muy lejos de donde estábamos, en el mismo terreno del parque.
No dejaba de sorprenderme, llegamos a un mirador donde se veía toda la ciudad, la luna estaba en su punto más alto, y empezaron a salir luciérnagas.
‒ Esto me recuerda a la feria, por eso creí que sería la mejor opción ‒miro al cielo que es muy diferente al cual miraba hace rato, ahora esta estrellado con una luna llena y una vista estupenda giro mi mirada hacia él.
‒ Pues no te equivocaste ‒en ese momento recordé que tenía la llave de la pequeña puesta de madera‒ como sabias que esto se escondía aquí, digo la portada es muy tétrica.
El me mira con sorpresa, para de inmediato reír‒ Mi papá es dueño de este terreno ‒el toca su mentón como si estuviera pensando‒ ahora que lo mencionas, la primera vez que estuve aquí también me sorprendí y me dije ¿Por qué compro este lugar? ‒se le escaparon unas cuantas risitas‒ después al otro día tuve que regresar a explorar el terreno, mi padre ya lo había hecho así que fui solo, cuando llegue mi sorpresa fue grande ‒extendió sus brazos al estilo del Cristo Redentor‒ todo esto ya estaba, los arboles del frente se ven mejor con la luz solar, solo hacía falta traer la mesa, las luces y la comida.
‒ Pues me parece muy hermoso ‒ejemplo claro de que las cosas no son lo que parecen.
‒ Dijiste que hoy descubriríamos que otras cosas me gusta hacer ‒es cierto, él es el único que ha estado pendiente de mí en toda la tarde‒ la respuesta seria viajar, conocer y comer comida deliciosa ‒eso es algo que apuntamos de cosas en común.
Pasamos una buena velada, pero ya era hora de regresar, subimos al auto y empezó a conducir. Cuando llegamos a la casa Adán se bajó primero y me abrió la puerta, me acompaña hasta la puerta, ahí una pregunto cruzo por mi cabeza.
‒ ¿Por qué el nombre "Adán"? ‒me había parecido muy curiosa la pregunta, pensé que era porque le había gustado a los padres, pero de nuevo asumí los hechos muy pronto.
‒ Mi madre lo escogió, ella había sido diagnosticada como infértil, pero después nací yo ‒sus labios se estiran formando una sonrisa y su mirada desprende nostalgia‒ ella era creyente y según el relato bíblico del libro Génesis (Gen. 37) combinaría mejor con mi historia "José el lector de sueños". Y ella por ser su primer hijo se guio de eso para elegir mi nombre, de origen hebreo. En la historia judeo-cristiana y en Islam, Adán fue el primer hombre creado por Dios sobre la tierra.
‒ Eso fue muy lindo ‒él sonríe, mira al cielo elevando una ceja‒ ¿Qué pasa?
‒ Solo que ahora tengo curiosidad, ¿cómo es la historia de tu nombre? ¿La sabes?
Si lo sabía mi madre me lo había contado, no hace más de un año‒ en realidad si, para mis padres yo era su princesa así que por eso el nombre, es la versión inglesa de Isabel. Pero algo que pasaron por alto es que mi nombre también tiene significado hebreo y es "Aquella que es ayudada por Dios" ‒como estoy últimamente empezaba a dudar de ese significado.
‒ Y no solo por Dios, también cuentas conmigo y con todas las personas que te queremos ‒eso era otra cuestión que había estado pensando, si son los seres que amo no los quiero involucrar en esto.
Por fin nos despedimos, escuche arrancar el coche y la puerta cerrarse detrás de mí al entran a la casa.
*
‒ ¿Cómo te fue linda? ‒mi tía me pregunta a la hora de la cena, aunque yo no estaba comiendo mucho ya que anteriormente lo había hecho en la salida.
‒ Me fue bien, me distraje mucho ‒de todo el día solo que acuerdo de esa salida, sin recordar mi objetivo con mis padres, no maquine ninguna idea para vengarme en todo el día, y se sintió bien.
‒ Entonces todo bien en tu cita con ese muchacho ‒yo no había pensado en esto como una cita (¡no fue una cita!) ‒ se ve simpático.
‒ Si es muy amable, pero no fue una cita ‒mi tía nota mi exasperación, su mirada se trasforma juguetona.
‒ Si cariño claro ‒no le creía que se quedaría con esa respuesta, tenía un mal presentimiento- para cuando la boda ‒ya sabía yo que saldría con algo así (¿Por qué todas las tías son así?)
‒ Opina lo que quieras, no fue una cita ‒me levante de la mesa y fui a mi cuarto.
No fue una cita, para mí no lo fue solo salimos a charlar y a distraernos ya que ninguno tenía planes, seguro que Adán lo ve igual que yo y no como mi tía... ¿verdad?
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