CHAPTER THREE
alfa verdadero
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ILLA SE BALANCEA DE UN LADO A OTRO EN SU CAMA PORQUE NO ESTÁ SEGURA DE QUÉ
diablos va a hacer.
Es la noche. La noche que ha estado temiendo, la noche en la que todo empeorará y ella no tendrá más remedio que sentarse en su habitación y escucharlo. Se ha convencido a sí misma durante mucho tiempo de que estará bien con eso. Pero eso fue antes de que Theo Raeken supiera su nombre y antes de que se diera cuenta de que no podía dejar morir a Stiles Stilinski.
—No—, murmura, las lágrimas se acumulan en sus ojos más rápidamente. Su respiración es superficial, saliendo de su boca en ráfagas cortas y rápidas que la hacen sentir como si su pecho se estuviera hundiendo. De todos modos, se obliga a hablar a través de él. —No, Illa. No puedes meterte con el destino. No puedes. Está escrito en piedra. Stiles va a morir y también Valack y Cross y no hay nada que puedas hacer al respecto.
Illa repite esto una y otra vez para sí misma como un mantra hasta que está arraigado en su cerebro y quema detrás de sus párpados. El destino es el destino y ella no puede cambiarlo. Ocurrirán consecuencias horribles si manipula los eventos, y no puede permitir que eso suceda. Las cosas tienen que seguir su curso.
—Illa, tienes una visita—, le notifica Schrader desde la puerta. Illa ni siquiera había escuchado la puerta abrirse, lo cual es sorprendente considerando que el chirrido suele ser muy fuerte.
El estómago de la chica se llena de confusión y nervios. ¿Quién la visitaría? ¿Es otra de las sorpresas especiales de Valack? ¿Theo? Un frío temblor de miedo recorre su espina dorsal. Es raro que se sorprenda por algo, y el último día le ha traído demasiados giros inesperados para su comodidad.
—Vamos.— Schrader la agarra del brazo y la saca de la cama. Illa se libera de su agarre tan pronto como sus pies están en el suelo. Sus ojos ya están cerrados para evitar que cualquier imagen se entrometa en su mente mientras lo sigue, recordándole lo que sucederá esta noche.
Probablemente por eso no tiene idea de lo que sucede cuando escucha un golpe y un gruñido, y ya no siente la presencia de Schrader a su lado.
—Illa.
Ella conoce esa voz. No la ha escuchado en mucho, mucho tiempo, excepto en visiones, y no esperaba encontrarse con su fuente nunca más.
—Scott—, saluda temblorosa. —¿Eres tú mi visitante?
—Técnicamente, era nuestro amigo Parrish, pero yo soy el verdadero visitante—, responde. Su voz tranquilizadora le recuerda el sol a medio terminar en su pared. Quizás una parte de ella lo había visto venir cuando empezó a dibujarlo. —Bueno, lo somos.
Las cejas de Illa se fruncen juntas. ¿Stiles? —¿Nosotros?
Abre un poco los ojos para ver a un chico solo un poco más alto que ella parado frente a ella y a la izquierda. Sin mirarlo a la cara, puede ver que es musculoso a pesar de ser bajo para ser un hombre. Su cabello castaño está gelificado en la parte superior, por lo que parece casi puntiagudo. No está segura de la edad que tiene sin mirar sus rasgos faciales, y no planea hacerlo hasta que sea necesario.
Una cosa es segura: no es Stiles, y ella no sabe cómo sentirse al respecto.
—Uh, hola—, saluda el chico con una voz sorprendentemente aguda. —Soy Liam.
—Tiene tu edad, creo- tienes dieciséis, ¿verdad?— Scott pregunta en ese mismo tono amable que antes.
Illa vuelve a cerrar los ojos. Ella está ansiosa por saber qué está pasando, no había visto venir este incidente en absoluto. —Sí, ¿qué quieres?
No quiere involucrarse. No quiere tener nada que ver con esta noche.
—Necesitamos tu ayuda—, responde Scott con calma, cuando en realidad, es una bomba de relojería a punto de explotar. Necesita que esto funcione. Illa puede ser su última esperanza para salvar a todos. —Nuestra amiga Lydia está atrapada aquí y le van a hacer un agujero en la cabeza…
—Lo sé,—lo interrumpe Illa. Sabrán esta información lo suficientemente pronto, por lo que decirles ahora no puede hacer daño. —Están amplificando sus habilidades.
—¿Y?—Liam presiona con impaciencia. Ella puede escuchar los nervios en su voz. —¿Funcionará?
Lo ignora, su estómago se retuerce mientras habla. —Lo siento, Scott. No puedo ayudarte.
—¿Qué?—el chico más joven exige con incredulidad. Si tiene estos poderes, ¿por qué no querría usarlos para ayudar a la gente? La idea le parece obvia. —¿Por qué no?
—¡Se supone que no debo cambiar el destino!—Illa espeta, preguntándose cuántas veces ha dicho eso en el último día. No quiere nada más que volver corriendo a su celda y encerrarse en ella para no tener más remedio que no hacer nada. El peso presionando sobre se conciencia es aplastante, presionando hacia abajo en su cerebro. Nadie sabe cuánto duele saber que una persona inocente va a morir y no hay nada que pueda hacer para cambiarlo sin alterar el curso de la realidad.
Si salva a Stiles, la historia se reescribirá. Todos los acontecimientos futuros de su vida serían culpa de ella. Cada pizca de dolor, de angustia, sería por ella. Tantas cosas que se supone que suceden de repente no lo harán. Todas las visiones en su mente serán poco confiables, verdades falsas de una realidad que no sucederá.
—Está bien, Illa, lo entiendo—, dice Scott con simpatía, dando golpecitos con el pie para mantener la paciencia bajo control. —Pero mucha gente saldrá herida esta noche y tú eres nuestra única oportunidad de sacar a todos con vida. ¿Estoy en lo cierto?
Los ojos de Illa se abren rápidamente para encontrarse con los de Scott por primera vez, y se pregunta si él finalmente puede oler la ansiedad que irradia de ella y ver el miedo en sus ojos. Cualquier cosa que detecte suaviza un poco su expresión.
Illa casi no reconoce al joven que tiene delante. Tiene la misma mandíbula torcida, la herencia mexicana se muestra en su piel bronceada y sus iris cálidos y marrones. Pero su cabello negro es más corto ahora en comparación con el trapeador desgreñado que tenía cuando tenía doce años. Él es todo bordes suaves y calidez a pesar del poder que ella sabe que tiene al acecho debajo de su piel. Hay tanta confianza en su postura de espalda recta en comparación con cómo solía desplomarse, recordándole quién es él: el Alfa Verdadero.
Cuando mira a Scott McCall a los ojos, ve el polo opuesto de lo que había visto en los de Theo Raeken. Es bueno y realmente quiere ayudar a la gente. Illa es un desastre absoluto y, sin embargo, él acudió a ella en busca de ayuda. Espera que ella salve vidas. Ella descubre que no puede defraudarlo.
Piensa en Stiles de nuevo, Stiles hiperactivo y despreocupado, y siente que se le retuerce el estómago. La había ayudado en el patio de recreo cuando se cayó del tobogán cuando estaba en primer grado. Cada recuerdo que tiene de él es positivo. Él es el mejor amigo de Scott, y si muere sin que ella al menos intente salvarlo cuando se le da la oportunidad, nunca se perdonará a sí misma.
Cada nervio de Illa le está gritando, rogándole que no lo haga.
—Sí—, confirma en un tono un poco inseguro. —Pero no si vamos ahora mismo.
Scott puede decir que Liam está preocupado por la chica de la que están recibiendo ayuda. Sigue lanzando miradas confusas a Illa por el hecho de que camina con los ojos cerrados. Él puede ver sus ojos moviéndose rápidamente por debajo de sus párpados como si pudiera ver a través de ellos. Por un segundo, se pregunta si ella realmente puede hacerlo debido al hecho de que camina con total facilidad.
—¿Estas seguro acerca de esto?—Liam susurra, pero Scott puede escucharlo como si hubiera hablado a un volumen normal.
—Sí—, responde suavemente.
Liam asiente con rigidez y mete las manos en los bolsillos. —Bien. Está bien.
Illa le recuerda a Liam a Malia. Ambos tienen un corte de pelo similar, con ropa que los hacía parecer como si estuvieran vestidos en la oscuridad o algo así. Ella no es un bien caótico, pero tampoco un mal caótico. Ella es verdaderamente neutral, justo en el medio. Incluso si se siente un poco extraño por ella, sabe que ella los ayudará.
Ambos hombres lobo pueden escuchar los latidos del corazón de Illa latiendo salvajemente. El olor de su puro terror es como aceite de máquina para sus narices. Pero Scott había estado escuchando su corazón todo el tiempo que estuvieron hablando, e incluso si ella no está particularmente ansiosa por ayudar, sí quiere mantener a alguien a salvo. ¿Qué la había hecho cambiar de opinión?
Liam se detiene en seco, lo que hace que Illa se estrelle contra él y parpadee y abra los ojos por la confusión. Inmediatamente, Scott empuja a la chica detrás de ellos sin pensarlo dos veces, un gruñido escapó de sus labios.
—Santo ...— Illa conoce esa voz. Su pecho se aprieta. —Chicos, soy solo yo. ¿La encontrasteis?
Scott suspira de alivio, los hombros caen cuando la tensión se libera de ellos. —Sí, lo hicimos.
Él se hace a un lado e Illa no tiene tiempo de cerrar los ojos antes de que se fijen en los de Stiles Stilinski. No se prepara para las imágenes que le asaltan la cabeza, interpretando escenas horribles que la hacen soltar un gemido. Sus manos se aprietan en puños a los costados para evitar huir o gritar o ambas cosas. No quiere asustarlos ya.
Stiles ha crecido. No sabe si es el pelo negro azabache más largo o la agudeza de su mandíbula, pero algo lo hace parecer más convencionalmente atractivo de lo que lo recuerda. Todavía tiene las mismas extremidades largas y delgadas que siempre ha tenido. Las mismas manchas solares salpicando su cuello y mejillas. Sus ojos color miel examinan pensativamente su aspecto despeinado, sin juzgar como solía hacerlo.
Una y otra vez, Illa observa la escena de su muerte en su cabeza.
—¿Se encuentra ella bien?—Liam se pregunta en voz alta, pero es como si estuviera sumergido bajo el agua por cómo su voz se distorsiona en sus oídos. Está arraigada en su lugar, los ojos se agrandaron hasta el tamaño de platillos y la postura es rígida. Insensible. Su mirada está fija en un Stiles ahora confundido.
—No lo sé —, admite Scott. La toma por los hombros, sacudiéndola suavemente en un intento de llamar su atención. —¿Illa? ¡Illa!
Justo cuando sus uñas atraviesan la piel de sus palmas, regresa a la realidad con un salto y una respiración entrecortada por la boca. Los tres chicos la miran con alarma y confusión una vez que sus ojos se aclaran. Se siente como si la hubieran sumergido en agua helada. Su pequeño cuerpo tiembla de miedo.
Lentamente levanta sus palmas temblorosas, medialunas de sangre se clavan en ellas por la fuerza con que apretó los puños.
—Dolor—, le explica a Scott.
—Te hace humano—, termina el Alfa con un movimiento de cabeza. Lentamente suelta sus hombros, las manos cayendo a sus costados.
Liam se da cuenta de que la chica extraña que los acompañó puede que no sea tan diferente de ellos, después de todo.
—Vamos—, dice Illa, ignorando obedientemente la mirada curiosa de Stiles. —Tenemos que seguir adelante.
Illa siente que todo este evento es surrealista. Tiene tres chicos adolescentes siguiéndola, dos de los cuales son mayores que ella y, sin embargo, le permiten liderar los. Sabe que Liam desconfía de ella, pero no puede preocuparse por ella. Hacía mucho tiempo que había aprendido a no dejar que las opiniones de los demás la afectaran.
Sus ojos permanecen pegados firmemente, tratando de prevenir más ataques en su cerebro. Sus pies la llevan a donde sabe que tiene que ir. Ella misma nunca ha estado en la celda de Lydia, pero lo había visto en el futuro de Stiles, y eso es todo lo que necesita.
—Oye, um, Illa—, murmura Stiles en voz baja. Ella puede sentir que él está justo a su lado, su suave franela rozando su brazo. —Vine a visitar a Lydia ayer, y me di cuenta de que le habían afeitado parte del pelo de un lado de la cabeza. ¿Tú ...?
—Trepanación—, confirma Illa con un estremecimiento. Ella puede ver la sangre de la cabeza de la banshee detrás de sus párpados, goteando de la herida en su cráneo. —Van a ampliar sus habilidades.
Stiles suspira. —Lo sabía.
De repente, donde antes no había nada más que espacio abierto, una barrera impide que Illa se mueva una pulgada más. Un fuerte par de brazos la empujan hacia atrás y la levanta contra la pared. Sus ojos se abrieron de golpe, el corazón latía salvajemente, solo para darse cuenta de que el brazo de Stiles había sido la barrera y Scott la había tirado hacia atrás.
—¿Qué?—Liam le sisea al chico de cabello azabache.
—Guardias—, responde en un susurro.
—Pero su patrulla debería haber terminado hace cinco minutos—, dice Illa, frunciendo las cejas en confusión. La única razón por la que los guardias seguían allí era ...
Su sangre se enfría. ¿Y si saben que tienen intrusos?
Liam mira a la vuelta de la esquina y asiente. —Puedo ocuparme de ellos.
Los dos chicos mayores le lanzan miradas dudosas.
—Nadie se ocupa de nadie—, protesta Scott con firmeza.
—¿Cuanto tiempo?— Stiles le pregunta.
—Espera—, murmura Illa, sacudiendo la cabeza. —¿Tienes un temporizador? ¿Por qué no me lo dijiste?
Scott le lanza una mirada de disculpa antes de sacar su teléfono y suspirar, —Tres minutos.
—Los golpearé y esconderé los cuerpos—, continúa Liam tratando de convencerlos.
Stiles hace una mueca. —Oh Dios mío, por favor detente.
De repente, un chuci que parece estar entre las edades de Scott e Illa golpea el vidrio de su celda frente a la esquina en la que se esconden. Los cuatro retroceden sorprendidos. Illa fija sus ojos en cualquier lugar debajo de su rostro.
—¿Llamaste al doctor?— pregunta. Está cambiando su peso de un pie a otro después de cada segundo que pasa como si tuviera demasiada energía atrapada dentro de su cuerpo delgado.
—¿Qué?— Liam sisea.
—¿Llamaste al doctor?— repite el chico, la voz demasiado alta y rápida para su gusto. —No he tomado mi medicamento. Necesito 10 miligramos a las 8 de la mañana, 15 miligramos a la 1 de la tarde y no más de 20 en la cena.
—Llamaremos al médico—, le asegura Scott mucho más lentamente.
—Doctor Fenris—, les informa. Scott mira hacia el final del pasillo, donde Illa supone que los guardias comienzan a preguntarse por qué el chico está hablando con el aire. —Doctor Fenris.
—Está bien—, responde Illa en voz baja con la voz más dulce que puede reunir. No es uno que use con mucha frecuencia. —Sé quién es Fenris. Iremos a buscarlo.
El chico vuelve a golpear el cristal con la mano, haciéndola retroceder aún más. Su corazón comienza a latir erráticamente una vez más; puede sentir su sangre latiendo por sus venas.
Otro golpe del cristal. —¡Necesito al doctor Fenris! No he tomado mi medicación. ¡Por favor, doctor Fenris! ¡Que alguien traiga al doctor Fenris!
—¡Está bien, que alguien lo calle!— Stiles ordena ansiosamente, mirando a la vuelta de la esquina para ver si los guardias se acercan a ellos.
—¡Necesito ver al doctor!
—¡Cállate!
El chico vuelve a golpear el cristal y por segunda vez. Una tercera vez. De alguna manera, se sincroniza con todos los demás latidos del corazón de Illa. Ella abre los ojos de golpe con una idea repentina.
—Liam, mírame—, le ordena Illa, agarrando al hombre lobo por los hombros y obligándolo a mirarla de frente. Apenas alcanza a vislumbrar los gélidos iris azules y la forma de su nariz curva antes de que el peso de las visiones la arrastre hacia abajo.
Sus ojos se agrandan y brillan mientras juega su futuro en su cabeza. Dolor, angustia, gruñidos junto con garras feroces. Encuentros con criaturas sobrenaturales. Una pelota de lacrosse que entra en la red. Pero lo más importante es que ve que salen de esta situación sin que los atrapen.
Algo afilado le pincha el brazo y parpadea con fuerza antes de volver a la realidad y mirar hacia la fuente del dolor. Sus garras están fuera; él le había rascado levemente el brazo de modo que una pequeña gota de sangre brotara de la herida.
—Lo siento—, susurra con culpabilidad, pero no le importa. Entiende por qué lo hizo. Y entiende algo más.
No los atrapan por culpa de Scott.
Illa se vuelve hacia el Alfa, notando con una extraña especie de júbilo que está comenzando a transformarse. En lugar de la forma completa de hombre lobo, solo deja que sus ojos brillen con un penetrante rojo rubí. Los colmillos sobresalen de lo que solían ser filas normales de dientes. Un gruñido animal retumba desde lo profundo de su garganta, haciendo que el chico se aleje del vaso y deje de hablar abruptamente.
Stiles se asoma por la esquina mientras Illa lanza un suspiro de alivio. Ella puede decir que Liam la está mirando, comprendiendo por qué decidió mirarlo a la cara por primera vez.
Ella había estado dispuesta a cambiar el futuro si veía un peligro inminente en su camino. Así que es un comienzo, y aunque Liam todavía le tiene un poco de miedo, sabe que ella los ayudará cuando llegue el momento.
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